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Mientras en principio los derechos reales nacen con una vocación de subsistencia
en el sentido de procurar a su titular un goce prolongado, por ejemplo, el derecho
de propiedad o la servidumbre de paso; por el contrario, los derechos de crédito
tienen una connotación fugaz y dinámica, nacen para ser realizados y morir, es
decir, el objeto de la obligación es satisfacer el interés del acreedor, mediante el
cumplimiento de la obligación (prestación) que comporta normalmente su extinción
(J. L. LACRUZ BERDEJO). En su defecto, si la obligación se incumple, el acreedor
puede demandar la indemnización de los daños y perjuicios que la inobservancia
de la prestación reporte.
El pago no solamente es una obligación del deudor, sino también un derecho del
mismo; en efecto, el acreedor no puede rehusar a recibirlo porque. El art. 2006 C
establece que: “No se entenderá pagada una deuda sino cuando completamente
se hubiere entregado la cosa o hecho de la prestación en que la obligación
consistía”. Y ya sabemos que la prestación puede consistir en un dar, hacer o no
hacer (art. 1830 C).
Resulta lógico que para la realización del pago conviene una voluntad para hacerlo
y una voluntad para recibirlo. No obstante, también es cierto, que el deudor se ve
constreñido a realizar el pago y el acreedor a recibirlo independientemente de sus
voluntades y aun en contra de ellas. Solamente se podría rechazar el pago si no se
ajusta a lo pactado, como hemos dicho.
3. La capacidad del solvens.
Con respecto al deudor (solvens) en las obligaciones de dar, el art. 2012 C. Esta
norma hay que entenderla en el sentido de que para transferir la propiedad de una
cosa hay que tener la capacidad de obrar o de ejercicio “(capacidad de enajenarla)
que ya sabemos la ostentan los mayores de 18 años o mayores emancipados o
mayorizados. Además se requiere tener la libre disposición de la cosa, nadie puede
pagar con lo que no le pertenece (a menos que esté autorizado por su propio
dueño). Esta disposición debe interpretarse el sentido de que si el pago lo realiza
un menor adulto, no se podrá repetir lo pagado conforme a la teoría de las
obligaciones naturales ya estudiadas (art. 1840.1 C). De lo contrario, si pago es
realizado por un incapaz absoluto (como un niño o un loco de atar), parece mejor
pensar en la nulidad absoluta del pago.
En igual sentido el art. 2025 C dispone lo siguiente: “El pago en que se debe
transferir la propiedad no es válido, sino en cuanto el que paga es dueño de la cosa
pagada, o la paga con el consentimiento del dueño.
Con respecto a las obligaciones de hacer o no hacer, el Código civil guarda silencio
con respecto a la capacidad del deudor necesaria para efectuar el pago,
seguramente por el carácter irrepetible del pago ya hecho. No obstante, subsiste
únicamente la posible impugnabilidad del negocio de constitución de la obligación,
si el que se obligó carecía de capacidad para celebrarlo, que determinará en su
caso la restitución del valor que se asigne a la prestación ejecutada.
De cualquier forma, no por obvio vamos a dejar de mencionar que el pago debe
hacerse a la persona a cuyo favor está constituida la prestación o a otra autorizada
a recibirla en su nombre de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 2014 C.
Para el estudio de los efectos del pago hecho por un tercero hay que distinguir si el
pago se hizo con el consentimiento del deudor, sin el conocimiento del deudor o
contra la voluntad del deudor. De manera que si el pago se efectúa con el
consentimiento expreso o tácito de deudor, se da el fenómeno subrogación legal
(subrogación por pago o pago con subrogación), conforme el art. 2044.5 C: “La
subrogación tiene lugar por disposición de la ley:.. 5º: Del que paga una deuda
ajena, consintiéndolo expresa o tácitamente el deudor”. En este caso, aunque
parezca irónico, no se extingue la obligación sino que se produce un cambio de
acreedor que pasa de ser el acreedor que ve satisfecha su prestación al tercero
que pagó. Como consecuencia de falta de extinción de la obligación, se mantendrán
las circunstancias, excepciones, garantías inherentes a la obligación antigua. Por
esta razón lo establece el art. 2045 C.
“La subrogación tanto legal como convencional, traspasa al nuevo acreedor todos
los derechos, acciones, privilegios, prendas e hipotecas del antiguo, así contra el
deudor principal, como contra cualesquiera terceros, obligados solidariamente o
subsidiariamente a la deuda”.
En caso de que el tercero pague sin el conocimiento del deudor, solo tendrá acción
de reembolso pero no acción subrogatoria de conformidad al art. 2011 C: “El que
pague en nombre del deudor, ignorándolo éste, no podrá compeler al acreedor a
subrogarle en sus derechos”. En este caso, la justicia y prudencia aconsejan que
como no hubo oposición del deudor, por ser imposible que se oponga al ignorar el
pago, es justo que no reembolse todo el pago si tenía excepciones que oponer al
acreedor que extinguía o disminuían su crédito (Sentencia del Tribunal Supremo
español de 12 de noviembre de 1987 y aplicación analógica del art. 3707 C).
Por último, si el tercero paga en contra de la voluntad del deudor, solo podrá repetir
del solvens aquello en que le hubiere sido útil el pago; es decir, solo tiene una
acción más restringida, como explican los juristas DÍEZ-PICAZO y GULLÓN
BALLESTEROS, “El tercero dispone de una acción de reembolso si paga <<por
cuenta>> del deudor, excepto si lo hace contra su expresa voluntad, pues en este
caso solo posee una acción de repetición de alcance menor: en lo que al deudor le
hubiere sido útil, lo cual podrá coincidir o no con el importe de lo pagado (p. ej., si
el deudor disponía de fundamentos para oponerse al pago total o parcialmente, la
acción de repetición no prosperará o solo parcialmente)”
Para que el pago tenga plena validez debe haber una identidad perfecta entre la
prestación que se acuerda y la prestación que se paga. La exactitud de la
prestación está consagrada en el art. 2019 C. La doctrina denomina a lo enunciado
en la recién citada norma como “El principio de identidad del pago”; junto a este
principio, el art. 2021 C contiene a otro llamado “El principio de integridad del pago”
Este fenómeno de la imputación del pago tiene lugar cuando un solo deudor tiene
varias deudas a favor de un solo acreedor, de manera que “imputar el pago, es
pues, determinar a qué particular deuda se aplicará lo pagado”
En este sentido, se lee en el art. 2050 C: “El que tuviere contra sí varias deudas de
la misma especie, tiene derecho de declarar, cuando paga, cuál de ellas quiere
pagar”.
Finalmente, que ambas deudas sean exigibles, se refiere que deben estar vencidas
para poder ser reclamadas. Que la deuda sea líquida y exigible lo requiere también
el art. 2149 que concede un plazo de diez días a quien solicita la compensación
para que demuestre que la deuda es exigible y es líquida.
A los anteriores requisitos, el art. 2141 C añade que “Para que haya lugar a la
compensación, es preciso que las dos partes sean recíprocamente deudores.
- Multiplicidad de obligaciones.
Cuando existen varios créditos y deudas entre los mismos solvens y accipiens que
sean compensables, aplicaremos las mismas reglas de relativas a la imputación del
pago contenidas en el art. 2053 C).
El pago por cesión de bienes está regulado entre los artículos 2080 al 2091 C. Y es
definido en el art. 2080 de nuestra Código civil. Cabe destacar que solo los bienes
embargables pueden ser sujetos de esta acción de pago por cesión de bienes (art.
2084 C).
- El derecho de retracto.
De acuerdo el art. 2086 C, en todo momento antes de la venta de los bienes el
deudor puede retractarse de la enajenación de todos los bienes o algunos de ellos
y recobrarlos, pagando la suma adeudada (art. 2086 C). Art. 2086 C: “Podrá el
deudor arrepentirse de la cesión antes de la venta de los bienes o de cualquiera
parte de ellos; y recobrar los que existan, pagando a sus acreedores”.
- Clases de condonación.
La condonación puede ser expresa o tácita, según se deduce del artículo 2122 C:
“La renuncia no está sujeta a ninguna forma exterior. Puede tener lugar aún
tácitamente, a excepción de los casos en que la ley exige que sea manifestada
expresamente”. Es expresa la condonación cuando el acreedor manifiesta su
voluntad explícitamente, y es tácita cuando la voluntad de extinguir el derecho se
deduce de un comportamiento.
- Presunciones de condonación.
A veces la misma ley establece los casos en que, salvo prueba en contrario, se
presume la condonación de la deuda; así, por ejemplo, la entrega voluntaria del
documento original en que constare la deuda (art. 2125 C); y siempre que ese
mismo documento aparezca en manos del deudor, se presumirá que fue entregada
voluntariamente por el acreedor (art. 2126 C).
Los arts. 2137 y 3769 C facultan al acreedor para que remita o condone la
obligación accesoria de prenda, pero debe aclararse que en este caso se remite
solo el derecho de prenda mas no la deuda principal; y si la cosa pignorada aparece
en poder del deudor hace presumir su devolución voluntaria y la consiguiente
remisión o renuncia de la garantía (art. 2138 y 3768 C).