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GERSON CHAVERRA CASTRO

Magistrado Ponente

SP3736-2021
Radicación n° 56190
Acta No 212

Bogotá D.C., veinticinco (25) de agosto de dos mil


veintiuno (2021).

ASUNTO

Decide la Corte la impugnación especial interpuesta por


la defensora de Rodrigo Amorocho Landinez, contra la
sentencia proferida el 14 de junio de 2019 por la Sala Penal
del Tribunal Superior de Bucaramanga, mediante la cual lo
condenó por primera vez como autor del delito de homicidio
culposo.
CUI: 68081600013520110047801
NI: 56190
Impugnación Especial
Rodrigo Amorocho Landinez

4. HECHOS

El 18 de abril de 2011, a las 17:15 horas, en la calle 76


# 34f – 02 del barrio Jerusalén en Barrancabermeja, Rodrigo
Amorocho Landinez, quien conducía la volqueta de placas
XKC-151, marca Ford, omitió el deber objetivo de cuidado al
exceder el límite de velocidad cuando tomaba una semicurva
en zona residencial, al punto que golpeó con la parte delantera
derecha del rodante la bicicleta que era maniobrada por el
menor Luis Fernando Ospino Díaz, quien perdió la vida en el
suceso.

2. ANTECEDENTES

4. El 18 de febrero de 2015, ante el Juzgado Primero Penal


Municipal con función de control de garantías de
Barrancabermeja, la Fiscalía 8ª Seccional de esa ciudad
formuló imputación contra Rodrigo Amorocho Landinez
por el delito de homicidio culposo (art. 109 del C.P.).

2. Radicado el escrito de acusación, el ente investigador


acusó al procesado en similares términos, fácticos y jurídicos,
que la imputación, en audiencia del 13 de febrero de 2017 ante
el Juzgado Primero Penal del Circuito con funciones de
conocimiento de ese municipio.

3. El 24 de septiembre de 2018 se llevó a cabo la


audiencia preparatoria. Oportunidad en que las partes
realizaron varias estipulaciones probatorias.

4. El juicio oral se realizó en sesiones del 20 de noviembre


de 2018, 14 de enero, 13 y 25 de febrero de 2019, cuando en

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sus alegatos conclusivos la Fiscalía solicitó la absolución del


procesado. El 8 de marzo siguiente, el juzgado de conocimiento
anunció el sentido absolutorio del fallo y profirió la sentencia
respectiva.

5. Apelada la decisión de primera instancia por el


representante de la víctima, la Sala Penal del Tribunal
Superior de Bucaramanga en providencia del 14 de junio de
2019, revocó la absolución y declaró al procesado penalmente
responsable del delito de homicidio culposo, a título de autor,
imponiéndole la pena de 32 meses de prisión, multa de 26.66
salarios mínimos legales mensuales vigentes y la privación del
derecho a conducir vehículos automotores y motocicletas por
el término de 48 meses, como sanción principal.

Asimismo, le concedió la suspensión condicional de la


ejecución de la pena.

6. La defensora del procesado interpuso recurso de


impugnación especial contra tal determinación, que fue
concedido en auto del 4 de septiembre de 2019.

3. DECISIÓN IMPUGNADA

Luego de realizar un análisis de la providencia de primer


grado y de los elementos de prueba allegados al juicio oral, el
ad quem estimó que en el presente asunto se imponía la
necesidad de revocar el fallo absolutorio, tras destacar que la
petición de absolución incoada por el ente acusador en los

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alegatos conclusivos, como acto de postulación de parte,


puede ser acogida o desechada por el juez.

Consideró que el a quo omitió apreciar en su integridad


las pruebas allegadas, pues ciñó su valoración sobre las que
fueron estipuladas, en especial, el informe pericial de física
forense. Agregó que dicho sesgo lo llevó a declarar que no
existió huella de frenado o arrastre y que tampoco fue posible
establecer la velocidad de la volqueta al momento del
accidente.

Asimismo, reprochó de la decisión confutada que el a quo


hubiese tomado en consideración el relato que un desconocido
habría hecho al procesado segundos después del accidente,
para estructurar una hipótesis sobre la causa del deceso de la
víctima, cuando el sujeto jamás fue identificado ni concurrió a
juicio.

Contrario a ello, el Tribunal resaltó que el informe del


accidente de tránsito, así como la declaración del agente
Rodolfo Urueta Atencio, sí dan cuenta del rastro de fricción de
la llanta delantera del vehículo en el lugar del suceso. Así
también que los testigos fueron explícitos sobre cómo sucedió
el accidente.

Con fundamento en las manifestaciones de José Daniel


Pimiento Torres y José Genith Cantillo Retamozo, testigos
directos, concluyó que la volqueta conducida por el procesado,
mientras tomaba la curva, cerró al menor al punto de tocar su

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bicicleta con la llanta derecha delantera del vehículo,


5ecidí5o5lo violentamente hacía el asfalto. Precisó que en
manera alguna los deponentes señalaron que el acusado
hubiese pasado por encima del niño, lo que explica que no
haya presentado fracturas en partes distintas al cráneo.

Al reconstruir los hechos, tuvo por demostrado que


Rodrigo Amorocho Landinez no tomó la semicurva con el
cuidado que le era exigible, dado que no percibió la presencia
de la víctima que iba por el carril correcto, y solo detuvo su
marcha 80 metros después de haberlo arrastrado con el
rodante, a causa del llamado de la comunidad. Proceder con
el que desconoció la exigencia del artículo 63 de la Ley 769 de
2002 de dar prelación, entre otros actores viales, al ciclista.

En consecuencia, destacó que el resultado devino por la


infracción al deber objetivo de cuidado por parte del
procesado, quien pudo evitar el desenlace de haber advertido
la presencia del menor en la vía.

4. DE LA IMPUGNACIÓN ESPECIAL

La defensora de Rodrigo Amorocho Landinez


manifestó su anuencia, pero con las consideraciones
expuestas por la primera instancia, tras señalar que
estuvieron ajustadas a lo acreditado en juicio.

Afirmó que aun cuando el menor también realizó una


conducta peligrosa al transportarse en su bicicleta, el

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Tribunal no estudió que, en desarrollo de esa actividad, el


niño no portaba luces o “papeles luminosos”, sumado a que
tampoco llevaba sobre si elementos reflectivos, es decir, que
incumplió con las normas de tránsito, mientras que el
procesado no infringió ninguna disposición relativa a la
conducción del vehículo tipo volqueta.

Señaló que no existió huella de frenado o arrastre en el


lugar de los hechos, porque la volqueta no cerró al ciclista ni
lo golpeó. En sustento de ello, destacó que tanto el cuerpo
del menor como la parte delantera de la bicicleta quedaron
tendidos sobre la carretera mientras que la parte trasera del
velocípedo, sobre el andén. A su juicio, si la volqueta hubiese
tocado el velocípedo con la llanta del frente, el niño habría
sido arrastrado por la llanta posterior, lo que no sucedió.

Descartó que el agente de tránsito pudiese dar crédito


de la fricción, en atención a que no es perito forense ni explicó
el origen del rastro. Que, en todo caso, tampoco pudo
concluir que la anomalía de la llanta fuera producto del golpe
con la bicicleta ni puso de manifiesto la existencia de algún
golpe en ella causada por la volqueta.

Sustentó sus reparos, además, en que ninguno de los


testigos dijo haber visto el impacto ni precisó qué parte de la
bicicleta recibió el golpe. Insistió en que el menor falleció por
caer sobre la vía.
5. CONSIDERACIONES

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4. La Sala es competente para conocer de la impugnación


especial interpuesta por la defensora de Rodrigo
Amorocho Landinez, contra la sentencia emitida por la
Sala Penal del Tribunal Superior de Bucaramanga,
mediante la cual condenó por primera vez al procesado
como autor del delito de homicidio culposo, de
conformidad con lo dispuesto en el numeral 7º del
artículo 235 de la Constitución Política, modificado por
el Acto Legislativo 01 de la anotada anualidad y el
7ecidí7oo plasmado en la decisión CSJ AP1263-2019
del 3 de abril de 2019.

2. Antes de emprender el análisis al cual está llamada


la Corporación con ocasión del recurso promovido por la
defensa, es preciso insistir en la posición mayoritaria
adoptada en casos como el presente, es decir, cuando la
fiscalía solicita la absolución del procesado en las alegaciones
conclusivas, al término del juicio oral.

Al respecto, ha sostenido la Sala que la solicitud de


absolución elevada por el fiscal en su alegación final no
vincula al juez, dado que el procedimiento acusatorio
establecido en la Ley 906 de 2004 no es puro o netamente
adversarial, pues la Fiscalía General de la Nación sigue
integrada a la Rama Judicial, su discrecionalidad se
encuentra sometida a control judicial, y además del acusado,
intervinen la víctimas y el Ministerio Público.

En ese sentido, aunque la fiscalía es la titular de la


acción penal, esta consiste, a su vez, en una facultad reglada,
cuya disponibilidad está sujeta a tres límites, según el
constituyente, cuales son, excepcionalidad, taxatividad y
control judicial. Por consiguiente, “todas las formas de

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suspensión, interrupción o cesación de la persecución penal,


sea que deriven del principio de oportunidad o del de legalidad,
se encuentran sometidas a la decisión judicial”.

Es por ello, que el juez, en ejercicio del poder de decisión,


se convierte en el artífice de la justicia material y la defensa de
los derechos y garantías fundamentales de las partes e
intervinientes, para dejar atrás el papel de mero refrendador
de las posturas del acusador1.

Postura mayoritaria que se cimenta en la Constitución


Política de 1991, cuya expedición significó el acogimiento de la
visión antropocéntrica del Estado, en la que el individuo es la
medida y centro de todas las cosas, para dejar atrás el enfoque
egocéntrico predominante que imperaba. Precepto que inspiró
la confección de la carta de derechos fundamentales, no solo
como expresión del acuerdo político al que arribaron los
constituyentes de cara al clamor social, también como norma
jurídica vinculante para todos los actores de la sociedad,
incluyendo las autoridades públicas e instituciones.

Bajo las expuestas consignas, la Constitución Política


consagró como fin esencial del Estado el de asegurar la
vigencia de un orden justo, para cuya protección se instauró
el mandato imperativo de investigar y sancionar las conductas
constitutivas de infracción a la ley penal, en tanto pueden
afectar dicho statu quo.

1CSJ SP, 25 may. 2016, rad. 43837; CSJ SP, 3 ago. 2016, rad. 41905; CSJ SP, 26 oct.
2016, rad. 45654; CSJ SP, 8 nov. 2017, rad. 47608, CSJ AP, 29 nov. 2017, rad. 44728,
entre otras decisiones

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Labor en la que se debe privilegiar el derecho sustancial,


como pilar del principio de justicia material, propia del Estado
Social de Derecho, a fin de que el funcionario judicial
establezca la verdad jurídica objetiva que emana de los
hechos, por encima de la aplicación formal y mecánica de la
ley. El juez no puede sustraerse de las obligaciones a las que
está sometido por el imperio de la ley, al tenor del artículo 230
de la Constitución Política.

Por consiguiente, como lo ha reiterado la Sala, su rol no


es el de un “mero arbitro”. El papel que desempeña en la
sociedad es ser garante en la dispensación de justicia que
responda a los derechos y las garantías de todos quienes
intervienen en el proceso penal, haciendo efectivo el derecho
sustancial y la obtención de la verdad, como fundamentos del
ideal de la justicia material. Su compromiso consiste hacer
realidad dichos valores y principios, más allá de las simples
formalidades jurídicas.

Para alcanzar dicho propósito, el juzgador está compelido


a decidir, mediante la apreciación conjunta de los medios de
prueba, elementos materiales probatorios y evidencia física y
a fijarles valor a partir de los criterios fijados para cada uno de
ellos. Por consiguiente, la alegación final del fiscal en favor de
la absolución del acusado, no constituye muro infranqueable
que lo obligue a desatender su rol.

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En ese sentido, el juez tiene la facultad de hacer caso


omiso de la postulación absolutoria de la fiscalía, cuando su
conocimiento informado sobre la existencia del hecho y la
responsabilidad del autor, basado en las pruebas, le indique
otro proceder, máxime cuando ninguna disposición legal le
impone coincidir con el del fiscal, salvo cuando acoja su
solicitud de condena, para preservar el principio de
congruencia. Garantía establecida únicamente a favor del
condenado, que no puede serlo por hechos y delitos que no
consten en la acusación y por los cuales se haya solicitado su
condena.

Por tanto, así como el juez puede absolver al acusado


cuya condena pide el fiscal, del mismo modo puede condenarlo
cuando el persecutor solicita su absolución, sin que bajo
ninguno de tales supuestos se afecte la congruencia.
Pretender que la postulación del acusador sea vinculante, en
cualquier sentido, para el fallador so pretexto de la
congruencia, desconocería la autonomía y obligación del juez
de10ecidír el asunto de acuerdo con las pruebas practicadas
en el juicio oral, sometidas a su valoración, en consideración
a su deber de hacer prevalente el derecho sustancial y viviente
búsqueda de la verdad2.
En consecuencia, coincide la Sala con la determinación
del Tribunal de emprender el análisis de la prueba y decidir
con fundamento en ella sobre la existencia del delito y la
responsabilidad del acusado, pese a la petición absolutoria del
ente acusador.

2 CSJ SP, 20 may. 2020, rad. 49044

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3. Frente al caso concreto, el problema jurídico


planteado por la recurrente gira en torno a la valoración que
el Tribunal hizo de los medios de convicción para considerar
acreditado el estándar legalmente exigido para condenar.

Por lo expuesto, la Sala hará énfasis en las pruebas


practicadas en juicio, así como la valoración probatoria de
estas por parte de las instancias, para luego determinar la
procedencia de revocar la sentencia condenatoria con
fundamento en los reproches de la impugnante.

3.1. De acuerdo con el escrito de acusación, a Rodrigo


Amorocho Landinez se le endilga responsabilidad por el
delito de homicidio culposo, dado que el 18 de abril de 2011,
mientras conducía el vehículo tipo camión, marca Ford,
modelo 1956, en un barrio del municipio de
Barrancabermeja (Santander), no tomó las medidas de
precaución mientras conducía por una semicurva en zona
residencial, al punto que no advirtió que en ese mismo
sentido se desplazaba el menor Luis Fernando Ospino Díaz
en una bicicleta, ocasionando un accidente de tránsito que
cobró la vida del niño3.
Culminado el juicio oral, con fundamento en las
estipulaciones probatorias y los testimonios practicados en
juicio, el a quo absolvió al acusado tras considerar que existía
duda sobre su responsabilidad penal en el homicidio

3 Folio 3 del cuaderno original de primera y segunda instancia.

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culposo, destacando que, incluso, el ente acusador solicitó


su absolución.

Sustentó la decisión, principalmente, en el Informe


Pericial de Física Forense del 13 de marzo de 2014 y el
Informe Pericial de Necropsia del 18 de abril de 2011 – que
fueron estipulados por las partes- así como en los
testimonios de José Daniel Pimienta Torres, José Genith
Cantillo Retamozo y del acusado.

Al cabo de la valoración de las enunciadas pruebas,


concluyó que no existieron huellas de frenado o arrastre en
el lugar de los hechos ni se registraron daños por colisión o
contacto entre los vehículos involucrados. Tampoco fue
posible establecer la velocidad de los rodantes ni la zona de
impacto. Y las lesiones presentadas por el occiso en el cráneo,
así como la causa de su muerte no son características de
arrollamiento por volqueta, sino que se atribuyeron al golpe
que recibió por caer sobre la vía luego de haber realizado, al
parecer, una maniobra imprudente con su bicicleta.

Con ocasión de la apelación interpuesta por el


representante de la víctima, el Tribunal rebatió cada una de
las conclusiones de la decisión confutada, para resaltar que,
si la primera instancia hubiese ampliado su valoración a las
demás pruebas estipuladas, habría arribado a distinto
desenlace.

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Este es, que Rodrigo Amorocho Landinez sí


incrementó el riesgo jurídicamente permitido al omitir tomar
la semicurva – en la que sucedió el impase- con las precauciones
exigidas en los artículos 61 y 63 de la Ley 769 de 2002, es
decir, absteniéndose de realizar maniobras peligrosas con el
vehículo en movimiento y dando prelación a los ciclistas.
Incremento que se concretó en el resultado, al atentar contra
la vida del niño que iba en su bicicleta, pese a que el acusado
pudo advertir y prever que el menor se desplazaba en el
mismo sentido y carril.

3.2. Antes de abordar los reparos expuestos en la


impugnación, es del caso señalar que según el artículo 9º de
la Ley 599 de 2000, para la imputación jurídica del resultado
no basta la causalidad por sí sola. En lugar de esta teoría del
delito, basada en el concepto causal de la acción, se acude a
la imputación objetiva, construida a partir de
consideraciones normativas que fundamentan la tipicidad no
en elementos ontológicos, como la acción y la causalidad, ni
axiológicos, como el dolo, sino en criterios de significación
social.

En ese sentido, para que el resultado pueda ser


atribuido a un agente, exige la teoría en rasgos generales,
como primer supuesto, que este haya creado un riesgo
jurídicamente desaprobado o aumentado, por fuera de sus
límites, uno permitido. En segundo lugar, que ese riesgo o
peligro generado por la conducta del agente se haya
concretado en un resultado y por último, que el resultado

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esté comprendido en el fin de protección o alcance de la


norma que, a su vez, delimita el riesgo permitido4.

Para establecer el primer criterio de imputación, esto es,


si se creó o incrementó el radio de acción del riesgo, es
preciso determinar si el agente infringió el deber objetivo de
cuidado que se le impone por el rol que desempeña en la
sociedad o por la actividad riesgosa que realiza.

El fallador debe abordar el análisis como si fuese un


observador situado en las mismas condiciones del autor en
el momento en que llevó a cabo la acción, es decir, desde una
perspectiva ex ante, con particular atención en los
conocimientos especiales que el agente tenía en ese instante,
todo ello para establecer si su conducta fue adecuada para
producir el resultado típico.5

En casos de accidentes de tránsito, en los que la


infracción del deber objetivo de cuidado o, si se quiere, la
creación del riesgo jurídicamente desaprobado está
delimitada por el contenido de las normas especiales que
regulan dicha actividad peligrosa, se ha precisado que:

(…) las fuentes de determinación del carácter prohibido del riesgo


en el tráfico terrestre, devienen de las normas establecidas por la
autoridad de tránsito y su acatamiento debe seguirse bajo unos
parámetros socialmente establecidos y que pueden condensarse
así:

4 Csj SP, 29 jun. 2016, rad. 41245; Csj SP, 18 ene. 2017, rad. 47100; CSJ SP, 28 jun.
2017, rad. 46438, entre otros.
5 Csj SP, 8 nov. 2007, rad. 27388; CSJ SP, 10 ago. 2011, rad. 36554; CSJ SP, 24 oct.

2012, rad. 32606; CSJ SP, 26 jun. 2013, rad. 38904; CSJ SP, 25 may. 2015, rad.
45329, entre otras.

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4. El autor debe realizar la conducta como lo haría una persona


razonable y prudente puesta en el lugar del agente, de manera que
si no obra con arreglo a esas exigencias infringirá el deber objetivo
de cuidado. Elemento con el que se aspira a que con la
observancia de las exigencias de cuidado disminuya al máximo los
riesgos para los bienes jurídicos con el ejercicio de las actividades
peligrosas, que es conocido como el riesgo permitido.

2. [Acatar] las normas de orden legal o reglamentaria atinentes al


tráfico terrestre, marítimo, aéreo y fluvial, y a los reglamentos del
trabajo, dirigidas a disciplinar la buena marcha de las fuentes de
riesgos.

3. El principio de confianza, que surge como consecuencia de la


anterior normatividad, y consiste en que quien se comporta en el
tráfico de acuerdo con las normas puede y debe confiar en que
todos los participantes en el mismo tráfico también lo hagan, a
no ser que de manera fundada se pueda suponer lo contrario.

Apotegma que se extiende a los ámbitos del trabajo en donde


opera la división de funciones, y a las esferas de la vida cotidiana,
en las que el actuar de los sujetos depende del comportamiento
asumido por los demás.

4. El criterio del hombre medio, en razón del cual el funcionario


judicial puede valorar la conducta comparándola con la que
hubiese observado un hombre prudente y diligente situado en la
posición del autor. Si el proceder del sujeto agente permanece
dentro de esos parámetros no habrá violación al deber de
cuidado, pero si los rebasa procederá la imprudencia siempre que
converjan los demás presupuestos típicos. (CSJ SP, 24 oct. 2007,
rad. 27325).6

Superado el anterior análisis, para colmar el segundo


criterio, el funcionario deberá valorar si el peligro creado se
concretó en el resultado a partir de una representación ex
post, con fundamento en todas las circunstancias conocidas
luego del suceso, para finalmente, abordar cómo el resultado

6 CSJ SP, 21 ago. 2019, rad. 54896.

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producido se refleja en el fin de protección del tipo penal,


siendo éste el último criterio de imputación.

3.3. Frente al caso concreto, coincide la Sala con la


decisión del Tribunal, aunque comparte parcialmente sus
argumentos.

En efecto, Rodrigo Amorocho Landinez creó un riesgo


jurídicamente desaprobado al infringir el límite de velocidad
y no tener en consideración las dimensiones del vehículo que
conducía, al momento de tomar la semicurva en la que
ocurrió el accidente. Conducta imprudente por la cual no
advirtió la presencia de la bicicleta que se encontraba en el
mismo carril y sentido que la volqueta. Por ello, impactó el
velocípedo con la parte delantera derecha del camión, a
causa de lo cual el niño que la conducía, cayó sobre la vía y
falleció.

Por estipulación de las partes, se tuvo por demostrado


que el 18 de abril de 2011, a las 17:15 horas, se presentó un
accidente de tránsito, en el barrio Jerusalén, del municipio
de Barrancabermeja, en el que estuvieron involucrados el
vehículo tipo camión, marca Ford, modelo 1956, conducido
por el procesado y la bicicleta tipo Cross, en la que se
desplazaba Luis Fernando Ospino Díaz, de 13 años, quien
falleció en la escena.
En sesión de juicio oral del 20 de noviembre de 2018,
rindió declaración Rodolfo Urueta Atencio7, agente de

7 Audiencia de juicio oral del 20 de noviembre de 2018. Minuto 00:10:15 a 00:52:10

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tránsito adscrito a la Inspección de Tránsito y Transporte de


Bucaramanga, quien refirió el contenido del Informe Pericial
de Accidente de Tránsito del día de los hechos. En particular,
destacó que, según el reporte, la vía era doble, de entrada y
salida, en zona urbana y residencial, plana, con aceras, con
dos carriles, debidamente señalizada y que en ese sector de
la ciudad existe restricción para el tránsito de volquetas.
Destacó que la vía tiene una semicurva en la parte donde
ocurrió el hecho.

Señaló el deponente, además, que el camión iba


desocupado. Que el conductor detuvo su marcha a 80 metros
del cuerpo del menor, porque la comunidad del sector le dijo
que lo había atropellado. Por esa distancia, aclaró, no fue
posible establecer el punto de impacto entre los vehículos,
sumado a que no se detectó huella de frenado. Con respecto
a la bicicleta, destacó que carecía de reflectivos y quedó en
igual sentido que la volqueta, tras el golpe.

En audiencia de juicio del 14 de enero de 2019, rindió


declaración José Daniel Pimienta Torres8, quien narró que el
día de los hechos, a las 5:00 de la tarde, se encontraba
haciendo una llamada en la plazoleta que queda en la
entrada del barrio Jerusalén. En ese momento vio que el niño
“venía subiendo”9 por la vía y la volqueta iba detrás de él, “lo
llevaba casi pegaito, lo llevaba casi ahí pegao”10, a casi un
metro de distancia. Que ambos transitaban por el mismo

8 Audiencia de juicio oral del 14 de enero de 2019. Minuto 00:13:40 a 00:36:20


9 Ibidem, minutos: 00:25:37 y 00:26:11
10 Ibidem, minuto: 00:19:38

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carril, pero el menor iba por el lado derecho, a un metro del


andén.

Precisó que la vía se encontraba en buen estado, estaba


pavimentada y su iluminación, con luz artificial, era normal.
Agregó que, en ese momento, no había más vehículos sobre
la vía.

Relató que el camión conducido por Rodrigo Amorocho


Landinez no venía a una velocidad exagerada. Que, en la
semicurva, tanto la bicicleta como el vehículo giraron hacía
la derecha, pero la volqueta cerró al niño y con la parte
derecha del rodante lo golpeó y arrastró, hasta que el menor
cayó sobre la vía y la bicicleta sobre el andén. Aclaró que la
llanta no le pasó por encima al niño y que, al parecer, el
conductor no lo vio, dado que la volqueta era “de esas
altas”11.

Aclaró que el menor no traía luces, focos de protección


o casco y que en ningún momento vio que hiciera maniobras
o juegos en su bicicleta, pues él venía subiendo sobre la vía.

Destacó además que, tras detener su marcha, el


procesado se mostró preocupado por lo sucedido, pues se
ponía las manos en la cabeza.
Luego, en sesión de juicio oral del 13 de febrero de 2019,
el ciudadano José Genith Cantillo Retamozo12, declaró que el

11 Ibidem, minuto: 00:36:19


12 Audiencia de juicio oral del 13 de febrero de 2019. Minuto: 00:11:45 a 00:40:30

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día de los hechos, no recuerda si a las 4:30 o 5:00 p.m.,


observó que el niño venía por el carril derecho de la vía y la
volqueta detrás de él, pues los separaba más o menos metro
y medio de distancia.

Relató que ambos venían dando la misma curva,


cuando de un momento a otro se escuchó un golpe y el menor
quedó tirado. Agregó que el camión venía a alta velocidad y
golpeó al niño de lado, con la parte delantera derecha del
automotor, aunque no supo si fue con la lámina o con la
llanta. A su juicio, el exceso de velocidad fue el único motivo
por el cual terminó atropellando al ciclista. En todo caso,
destacó que el conductor no vio al niño porque la volqueta
era grande, “de las viejas”13.

Señaló que el ciclista venía por el carril derecho “a un


metro creó que vendría así afuera del andén”14, mientras que
la volqueta llevaba una velocidad aproximada de 60 km/h,
en todo caso, más rápido que la bicicleta. Asimismo, que tras
golpear al menor con el camión, lo sacó y este quedó tendido
del lado derecho de la vía, mismo por el que transitaba el
automotor que continuó su marcha tras arrollarlo. Destacó
que, para ese momento, en la vía no transitaban más
vehículos.

Por su parte, el procesado15 manifestó que por 25 años


ha sido conductor. Que ese día fue a guardar el vehículo,

13 Ibidem, minuto: 00:17:39


14 Ibidem, minuto: 00:28:37
15 Ibidem, minuto: 00:51:10 a 01:06:35

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dado que a las 5:30 p.m. había restricción de tránsito para


volquetas. Que iba subiendo por la vía en cuestión luego de
dejar un cargamento de arena en un botadero que quedaba
abajo, por lo que la volqueta iba vacía. Indicó que el accidente
se presentó “despuesito”16 de la curva, pero que no vio al niño
ni sintió el golpe, aunque sí observó personas subir y bajar
por la acera.

Señaló que su velocidad aproximada era entre 40 y 50


km/h, dado que la inclinación de la vía le impedía ir más
rápido porque iba subiendo y que, luego del accidente,
cuando detuvo su marcha por el aviso de la comunidad,
observó que el niño quedó atrás “pero lejos, quedó lejos”17.

Con fundamento en lo expuesto, tal como lo concluyó el


Tribunal, los testigos fueron contestes en señalar cómo se
presentó el accidente de tránsito. De las declaraciones surge
con claridad que el 18 de abril de 2011, en el municipio de
Jerusalén de Barrancabermeja, el conductor Rodrigo
Amorocho Landinez mientras giraba en sentido derecho
sobre una semicurva, golpeó con la parte delantera derecha
de la volqueta la bicicleta conducida por el menor Luis
Fernando Ospino Díaz, que arrastró hasta ocasionar su caída
sobre la vía.

Vale precisar en este punto de la providencia que la


Sala no comparte el fundamento normativo invocado por el

16 Ibidem, minuto: 00:58:39


17 Ibidem, minuto: 00:59:59

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Rodrigo Amorocho Landinez

ad quem para predicar el incumplimiento al deber objetivo de


cuidado, pues es con ocasión de la modificación introducida
por el artículo 14 de la Ley 1811 de 2016 que el artículo 63
del Código Nacional de Tránsito impone a los conductores
dar prelación en la vía a los ciclistas, por consiguiente, el
comportamiento del procesado no puede ser analizado a la
luz de una disposición que no estaba vigente para el
momento de los hechos. En ese sentido, se abordará el
estudio del caso, pero a partir de otras disposiciones del
mismo cuerpo normativo.

En efecto, Rodrigo Amorocho Landinez omitió atender


lo dispuesto en el artículo 74 de la Ley 769 de 2002 – Código
Nacional de Tránsito-, según el cual, los conductores deben
reducir la velocidad a 30 km/h, “en lugares de concentración
de personas y en zonas residenciales” y “cuando se reduzcan
las condiciones de visibilidad”. Disposición que ratifica el
artículo 106 siguiente, al señalar que la velocidad en zonas
escolares y residenciales “será de hasta 30 km/h”.

Circunstancias que se presentaron en el caso concreto,


dado que según el Informe Policial de Accidente de Tránsito
y la declaración del agente Rodolfo Urueta Atencio, la vía
donde ocurrió el accidente está ubicada en zona residencial
del área urbana del municipio de Jerusalén, al paso que el
suceso se presentó, en concreto, en una semicurva, tramo
que reduce la visibilidad del conductor en comparación con
la línea clara de visión que permite un intervalo recto de la
vía.

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Rodrigo Amorocho Landinez

Aunque es cierto que los deponentes no coincidieron en


la velocidad que llevaba la volqueta al momento del incidente,
de todos se concluye que ésta era superior al límite legal
permitido. El procesado, incluso, reconoció que conducía a
50 km/h para cuando ocurrió el accidente, pues a pocos
minutos comenzaba la restricción de circulación para
volquetas en ese sector.

Asimismo, es del caso resaltar que conforme lo señala


el artículo 108 del Código Nacional de Tránsito, los
vehículos18 que circulan en el mismo carril de una calzada
deben estar separados entre sí, uno tras otro, de acuerdo con
la velocidad que llevan. Para velocidades de hasta 30 km/h
deben conservar 10 metros de distancia, y entre 30 y 60
km/h, 20 metros.

Norma que también fue desconocida por el procesado,


si se advierte que los testigos José Daniel Pimienta Torres y
José Genith Cantillo Retamozo manifestaron al unísono que
en el entretanto que el niño subía en su bicicleta por la
semicurva, tras él venía el procesado a un metro
aproximadamente, cuando la velocidad que llevaba, de 50
km/h, le imponía conservar una distancia de 20 metros.
Si bien, no se desconoce que el procesado afirmó
categóricamente que no vio al menor en la vía, y los testigos

18Según el artículo 1º del Código Nacional de Tránsito, se entiende por vehículo “todo
aparato montado sobre ruedas que permite el transporte de personas, animales o cosas
de un punto a otro por vía terrestre, pública o privada, abierta al público”. También se
precisa que la bicicleta es un vehículo, no motorizado, de 2 o más ruedas en línea que
se desplaza por el esfuerzo de su conductor accionado por medio de pedales.

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Rodrigo Amorocho Landinez

ratificaron su dicho, bajo el supuesto que la altura de la


volqueta probablemente se lo impidió, ello no lo eximía del
cumplimiento de la norma de tránsito en comento.

Lo anterior, dado que el parágrafo del artículo 108 en


cita señala que “en todos los casos, el conductor deberá
atender al estado del suelo, humedad, visibilidad, peso del
vehículo y otras condiciones que puedan alterar la capacidad
de frenado de este, manteniendo una distancia prudente con
el vehículo que antecede”.

Exigencia que surge razonable si se parte de la premisa


lógica consistente en que los riesgos de la actividad
transportadora difieren de acuerdo a las características del
vehículo que interviene en el tráfico vial.

Por lo expuesto, considera la Sala que Rodrigo


Amorocho Landinez, como conductor con 25 años de
experiencia, debió maniobrar la volqueta bajo la advertencia
de que la cabina del conductor se encontraba a una altura
considerable, generando varios puntos ciegos que le exigían
un especial cuidado. Por ello, la conducción acelerada del
vehículo, sin duda, acrecentaba la falta de control que el
conductor tenía sobre las zonas alrededor del vehículo que
no podía observar de forma directa, como la parte inferior del
tren delantero donde se encuentran las llantas.

Al pretermitir el cuidado esperado en el desarrollo de la


actividad riesgosa, Rodrigo Amorocho Landinez tomó la

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semicurva a una velocidad superior a la permitida, lo que


ocasionó que no alcanzara a advertir la presencia del niño al
costado del andén derecho de la vía, quien montado en la
bicicleta tipo cross ni siquiera superaba la altura de la llanta
delantera derecha de la volqueta19. El giro imprudente
permitió que alcanzara al menor con apenas un metro de
distancia, hasta que finalmente lo arrolló con esa zona de
riesgo o punto ciego del rodante, cuyo cuidado abandonó al
preferir la velocidad.

Por tanto, si el procesado hubiese ingresado al tramo de


la vía conservando la velocidad permitida y con prudencia,
habría visto en el panorama delantero al menor en su
bicicleta, pues la desaceleración del rodante habría generado
entre los dos vehículos la distancia suficiente para que
Rodrigo Amorocho Landinez viera al menor conduciendo el
velocípedo en el costado derecho del mismo carril de la vía,
pese a la altura de la cabina del conductor.

3.4. Por consiguiente, contrario a lo aseverado por la


recurrente, se aprecia que el procesado sí desconoció varias
normas de tránsito, al punto que creó un riesgo
jurídicamente desaprobado que se concretó en el resultado,
pues la conducción imprudente del procesado conllevó que
el menor de edad fuese colisionado y lanzado sobre la vía, de
ahí que, las múltiples heridas contusas que presentó en su
cuerpo se registraran en región de hemitórax y hombro

19 Como se aprecia en el álbum fotográfico policial del accidente de tránsito suscrito


por el agente Rodolfo Urueta Atencio. Folios 93 a 101 del cuaderno original de primera
y segunda instancia.

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izquierdo, es decir, en el área que estuvo expuesta al paso


intempestivo del camión, y que la causa de su muerte haya
sido una fractura múltiple craneal por politrauma20,
ocasionada por el fuerte impacto contra el asfalto.

De ahí que, ni la volqueta ni la bicicleta presentaran


mayores daños, como lo echa de menos la defensora, porque
fue el niño quien recibió en su corporalidad todo el impacto
del choque.

Aunque es cierto que no se demostró la existencia de


huella de frenado o fricción en el lugar de los hechos, como
lo afirma la impugnante, la ausencia de dicho hallazgo es
apenas natural dado que el procesado no detuvo su marcha
sino 80 metros después de haber arrollado al menor, es decir,
que no realizó ninguna maniobra de frenado para evitar el
impacto que diera lugar a un rastro de esa naturaleza, por el
contrario, el acusado declaró que ni siquiera escuchó el golpe
y sólo detuvo la marcha por el llamado de la comunidad.

Tampoco desvirtúa la creación del riesgo jurídicamente


desaprobado que los acontecimientos subsiguientes al
impacto de la bicicleta por parte de la volqueta no se
adecuaran a lo esperado por la defensora, pues pretende
imponer su particular curso causal al decir que la víctima
debió ser aplastada por la llanta posterior derecha del
camión, siendo que otro supuesto fue efectivamente

20Informe Pericial de Necropsia del 18 de abril de 2011. Folios 139 a 146 del cuaderno
original de primera y segunda instancia.

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acreditado en juicio, cual es que tras el golpe no hubo


aplastamiento.

De otra parte, plantea la impugnante que hubo culpa


exclusiva de la víctima, dado que el niño no llevaba consigo
luces ni señales reflectivas al momento de accidente. Sin
embargo, considera la Sala que luego de acreditarse la
creación de un riesgo jurídicamente desaprobado por parte
del procesado, el reparo expuesto referiría, a lo sumo, la
concurrencia de culpas21.

Al respecto, vale precisar que la figura en comento se


presenta cuando la conducta imprudente del autor o, si se
quiere, el riesgo jurídicamente desaprobado creado por él
concurre con otra -u otras- conductas imprudentes
atribuibles a la propia víctima o a un tercero, siendo
relevante, entonces, determinar la incidencia de los
comportamientos convergentes en la explicación del
resultado.

Ha sido postura reiterada de la Sala que, si el agente no


ha creado o incrementado el riesgo jurídicamente
desaprobado determinante en la realización del resultado,
sino que la contribución causal de la víctima ha sido la fuente
exclusiva en su producción, no se atribuirá al procesado la
imputación del resultado típico.
Por el contrario, si ambos comportamientos
imprudentes son importantes para la concreción del

21 CSJ SP, 2 jul. 2008, rad. 28441, CSJ AP, 28 sep. 2016, rad. 46833, entre otras.

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resultado, se mantendrá la imputación normativa sobre el


aquel, pero la concurrencia del riesgo generado por la víctima
será relevante para la valoración de la gravedad del injusto y
en la responsabilidad patrimonial derivada del delito22.

A partir del anterior derrotero, frente al caso concreto


se aprecia que en juicio fue acreditado que el niño Luis
Fernando Ospino Díaz, víctima fatal del accidente de
tránsito, no llevaba consigo luces ni señales reflectivas al
momento del incidente. Sin embargo, ello no significa que
haya desconocido las normas de tránsito ni que exonere de
responsabilidad al procesado, como lo asevera la apelante.

El artículo 94 del Código Nacional de Tránsito dispone


que los ciclistas “deben transitar por la derecha de las vías a
distancia no mayor de un metro de la acera u orilla y nunca
utilizar las vías exclusivas para el servicio público colectivo”.
Agrega la disposición que también deben vestir chalecos o
chaquetas reflectivas que deban ser visibles “cuando se
conduzca entre las 18:00 y las 6:00 horas del día siguiente, y
siempre que la visibilidad sea escasa”.

Con respecto al posible desconocimiento de la víctima


de dichos mandatos, advierte la Sala que los testigos y la
posición final del cuerpo sobre la vía dan cuenta que el menor
se desplazaba por el costado derecho de la vía, a una
distancia no mayor de un metro con respecto al andén,

22CSJ AP, 25 may. 2015, rad. 45329, CSJ AP, 30 abr. 2019, rad. 52695 y CSJ SP,
13 nov. 2019, rad. 55810, CSJ SP, 3 feb. 2021, rad. 48768.

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queriendo decir ello que su tránsito por el carril estuvo


acorde con la exigencia normativa.

Asimismo, es del caso destacar que el accidente de


tránsito tuvo lugar entre las 17:00 y 17:15 horas del día, de
acuerdo con el Informe Policial de Accidente de Tránsito -
estipulado- y las declaraciones de los testigos quienes, a su
vez, fueron contestes en afirmar que para ese momento la vía
estaba plenamente iluminada por luz natural y artificial, es
decir, que la visibilidad no era escasa.

Con fundamento en lo reseñado, considera la Sala que


la víctima no desplegó un comportamiento imprudente que
concurriera con el riesgo no permitido creado por el
procesado y que incidiera en la producción del resultado, por
el contrario, surge evidente que el niño sujetó su proceder a
las normas de tránsito.

Ahora, si en gracia a discusión se admitiese que el


menor infringió el deber objetivo de cuidado, en todo caso, si
él hubiese llevado consigo señales o chalecos reflectivos, no
habría cambiado el curso causal concretado en el resultado
con ocasión de la creación del riesgo jurídicamente
desaprobado por parte del procesado.

En efecto, tal como se indicó en precedencia, el exceso


de velocidad al tomar la semicurva acrecentó dos riesgos
latentes, ambos propicios para que el procesado colisionara
contra los demás actores viales. De un lado, que la dirección

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semicurva del tramo reducía la visibilidad para anticipar a


los demás vehículos que también realizaban el giro y, del
otro, que la altura del vehículo impedía al conductor tener
visión directa de la zona inferior delantera del rodante, por lo
que debía tener especial cuidado de lo que pudiese encajar
en ese punto ciego.

Es así que, a causa de su conducta imprudente,


Rodrigo Amorocho Landinez ni siquiera vio al menor en la
vía, de manera que aun si el niño hubiera portado los
elementos reflectivos, el procesado habría pretermitido su
presencia y colisionado la bicicleta, generando su caída sobre
la vía y el consiguiente deceso.

4. En síntesis, debe concluirse entonces que de los


elementos de prueba incorporados al juicio se logra
establecer más allá de toda duda razonable que Rodrigo
Amorocho Landinez incurrió en la conducta de homicidio
culposo, tras haber infringido el deber objetivo de cuidado
que su actividad de conductor le exigía acatar, lo que impone
la necesidad de confirmar la sentencia impugnada.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


Sala de Casación Penal, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la Ley,

RESUELVE

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PRIMERO.- CONFIRMAR la decisión de segunda


instancia proferida el 14 de junio de 2019 por la Sala Penal
del Tribunal Superior de Bucaramanga, pero por las
consideraciones expuestas en esta providencia.

Contra la presente sentencia no procede recurso


alguno.

Cópiese, notifíquese, cúmplase y devuélvase al Tribunal


de origen.

SALVÓ VOTO

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Rodrigo Amorocho Landinez

SALVÓ VOTO

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Rodrigo Amorocho Landinez

NUBIA YOLANDA NOVA GARCIA


Secretaria

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