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CAMPUS Jesús del gran poder

SINDICATO DE CONDUCTORES PROFESIONALES


JESUS DEL GRAN PODER
Km 5.5 vía Virgen de Fátima

MÓDULO:
Psicología

NOMBRE DEL DOCENTE:


Víctor Hugo Yagual

NOMBRE DEL ESTUDIANTE:


Jonathan Ganan Román

TIPO DE LICENCIA

Tipo E – Promoción I

Paralelo “B”

HORARIO:

Sábado y Domingo

2022

CAMPUS Jesús del gran poder


SINDICATO DE CONDUCTORES PROFESIONALES
JESUS DEL GRAN PODER
Km 5.5 vía Virgen de Fátima
Milagro, 28 de noviembre 2022.
TIPO E
PSICOLOGÍA
PS. VICTOR HUGO YAGUAL

TRABAJO # 1
Principios básicos de la conducción.
Los principios básicos de la conducción preventiva son la visión, la anticipación y el
espacio.
LA VISIÓN
Es fundamental en la conducción preventiva, siempre deberemos mirar lo más lejos posible
para advertir los peligros con antelación, por ejemplo circulando detrás de varios vehículos
debemos fijarnos en los de más adelante y no en el que nos precede, de este modo cuando
empiecen a frenar ya estamos advertidos y tendremos tiempo suficiente para reaccionar, la
tercera luz de freno se implantó con la intención de poder ver a través del coche que nos
precede y saber que empiezan a frenar los que lleva delante.
También debemos mirar
constantemente los retrovisores, más o
menos cada 5 segundos en ciudad y
unos 15 segundos en autovía siempre
dependiendo de las circunstancias del
tráfico, mirar hacia los lados incluso
girando la cabeza para controlar los
ángulos muertos, especialmente antes
de realizar maniobras, es muy típico en
los accidentes en ciudad el “no te he
visto”.

ANTICIPACIÓN Y CONDUCCIÓN PREVENTIVA


Van de la mano, anticiparse a los hechos pueden ser la diferencia entre tener un accidente o
no tenerlo.
Generalmente el tiempo de reacción normal se encuentra por debajo de un segundo, aunque
el alcohol, drogas, medicamentos, enfermedades tan comunes como la gripe, una alergia,
etc. al igual que el calor excesivo o un simple despiste aumentan el tiempo de reacción
pudiendo llegar a ser considerablemente alto, el tiempo de reacción es el que transcurre
desde que observamos el peligro hasta que actuamos, evidentemente cuanto antes
reaccionamos antes tomamos la decisión y antes actuamos.
El tiempo de reacción se puede reducir adaptando la velocidad al tráfico, condiciones
meteorológicas adversas, intersecciones con mucho tráfico o sin visibilidad y en todo lugar
en el que podamos prever que otros conductores no harán lo correcto, estando en todo
momento alerta de que por cualquier lado puede aparecer un peligro, en una intersección
con semáforos es muy normal que alguno se lo salte en rojo cuando a nosotros ya se nos ha
puesto verde, saliendo con precaución y sin prisas de los semáforos evitaremos el
accidente.
Es fundamental en la conducción preventiva hacerse ver y hacer entender a los demás
nuestras intenciones, señalizando con tiempo las maniobras que vamos a realizar,
asegurándonos de que no vamos a generar un peligro para los demás.
ESPACIO
Alrededor de nuestro vehículo debemos crear una zona de seguridad, delantera, trasera y
lateral, un área en el que tengamos tiempo de reacción en el caso de que sea invadida por
cualquier tipo de riesgo.
El área de seguridad en la parte delantera debe ser la distancia con los demás vehículos que
nos permita actuar ante cualquier imprevisto, cuanta mayor sea mejor, que nos proteja de
accidente por alcance del vehículo que llevamos delante, ver artículo sobre la distancia de
seguridad.
Cuando llegamos a un semáforo o una retención debemos mantener una distancia de
seguridad mucho mayor si no tenemos nadie detrás, esto nos da un margen de maniobra en
caso de avería del vehículo
que está delante o cualquier
otra circunstancia que impida
nuestro avance, conozco un
caso en el que el conductor se
quedó dormido en un
semáforo en rojo, si a su vez
el que viene por detrás
tampoco nos deja espacio
quedaremos atrapados entre el
vehículo de delante y el de
atrás sin margen de maniobra.
Propensión a los accidentes.
Si los accidentes vehiculares fueran una cuestión fortuita su número sería mínimo y cada
uno de los casos sería excepcional. Sin embargo, especialistas en vialidades y expertos en
seguridad vial saben que detrás de cada accidente existe un 90 por ciento el factor humano
y el restante se debe a cuestiones como el mal estado del camino o las condiciones
climáticas. Es decir, si tuviéramos cien accidentes en un día, noventa de ellos serían
provocados por las personas y sólo diez serían ‘fortuitos’.
Ente el creciente número de accidentes que se registran cada año, especialistas han
realizado una lista de las causas más comunes que derivan en un accidente vehicular:
 Exceso de velocidad: conducir a exceso de velocidad produce un aumento de
adrenalina en los conductores que les impide visualizar y reaccionar ante los posibles
riesgos frente a ellos. No es lo mismo controlar tu coche a 60 k/h que intentar retomar
su control a 120 k/h.
 Distracciones: usar el celular, maquillarse, comer, manipular la radio, actualizar o
ingresar una ruta en GPS, son las acciones más comunes que más accidentes provocan.
Mientras conduzcas tu vehículo debes estar concentrado en tu entorno para poder
prever situaciones de riesgo. Manejar con alguna distracción es garantía de un
accidente tarde o temprano.
¿Qué es la atención?
La atención sostenida alude al hecho de tener que permanecer alerta frente a posibles
estímulos durante un periodo continuado de tiempo.
Probablemente, al mayor problema de la atención sostenida es que requiere un gran
esfuerzo por parte del conductor que, a menudo, resulta imperceptible.
El riesgo de padecer fatiga y somnolencia en los trayectos especialmente largos se dispara
debido a la necesidad de mantener una alerta permanente en la conducción.
¿Cómo funciona la atención?
Las distracciones, la falta o escasez de atención son factores que intervienen en casi la
tercera parte de los accidentes viales, produciendo, en el 60% de las ocasiones, accidentes
por salida de la vía. En la actividad de conducir es
imprescindible captar, identificar y organizar bien
todo el cúmulo de informaciones que llegan de
dentro del automóvil, de forma fuera y que se
tomen las decisiones más acertadas y en el
momento preciso. Sin embargo, existen
innumerables estímulos, procedentes del exterior,
internos del conductor y dispositivos u objetos del
vehículo o dentro del mismo, que obstaculizan
dicha labor y que descentran la atención. La
conjunción de tales momentos de distracción con
la velocidad es lo que produce tan alto nivel de
peligrosidad: en sólo 2 segundos de falta de
atención, a 90 km/h, se recorren unos 25 metros.
Distracciones más frecuentes
 Ensimismamiento ante un paisaje, anuncios publicitarios, escaparates, un accidente u
otros objetos circundantes.
 Búsqueda de lugares ajenos a la conducción, como cines, cabina telefónica, etc.
 Señalización incorrecta o acumulación de señales.
 Excesivo conocimiento de un itinerario muy frecuentado.
 No poner el intermitente, frenazos, confundir el itinerario, cuando no un accidente, son
las negativas consecuencias, tanto de manipular como de conversar, mientras se circula
con el teléfono móvil, aunque sea de manos libres. Algunas investigaciones han
detectado que esta acción puede multiplicar hasta por cuatro el riesgo de sufrir un
accidente. Es obligatorio realizarla con el vehículo parado en un lugar donde no
obstaculice, fuera de la calzada y del arcén.
 Igualmente, no se puede ni se debe de conducir con cascos o auriculares conectados a
aparatos receptores o reproductores de sonido, por la abstracción-distracción que
supone el aislamiento (Art. 18 del Reglamento Gral. de Circulación).
 Estados psicológicos o transitorios como depresión o estrés, ansiedad sueño o
cansancio.
 Excesiva concentración en problemas personales o reflexiones interiores.
 Estar bajo los efectos de drogas alcohol o ciertos medicamentos.
 Poner una cinta de casete, buscar una emisora en la radio del vehículo, encender un
cigarrillo, buscar algún objeto en la guantera, consultar un mapa, e incluso, ponerse el
cinturón en marcha.
 Discutir con alguno de los pasajeros accionando o volviéndose, dar un juguete o
sonreír al niño que viaja detrás.
Procesamiento controlado y procesamiento automático.
El aprendizaje de la conducción es un ejemplo bien claro de automatización de procesos. El
principiante necesita "prestar atención" a la palanca de cambios, a los pedales, al freno de
mano, etc. Por ello, no le queda capacidad disponible para procesar una buena parte de la
información relevante que llega del exterior. Por eso no “ve" algunas señales, peatones, u
otros vehículos. En la medida en que con la práctica va automatizando las tareas básicas, va
dejando "canales” libres para ir procesando cada vez más información y automatizando más
operaciones.
El procesamiento automático funciona siempre igual, es irrefrenable, se produce sin que el
sujeto selo proponga, y no le afecta la práctica.
El procesamiento controlado exige mucha capacidad y, por tanto, interfiere con otras
actividades cognitivas, se inicia intencionadamente y se beneficia con la práctica.
El entrenamiento de la atención.
La seguridad es clave para beneficiarnos de una conducción óptima y segura. Para ello,
deberemos cumplir una serie de requisitos que nos permitirán llevar a cabo una conducción
adecuada. Las capacidades personales son muy importantes, así como el estado en el que
nos encontremos en el momento de iniciar nuestra marcha, pero no son los únicos
requisitos para considerar. En muchas ocasiones bajamos la guardia en aspectos tan
importantes como nuestra postura en el asiento y/o nuestra manera de comunicarnos con el
resto de los vehículos que comparten
vía con nosotros, lo que resulta,
también, fundamental para conseguir
nuestro objetivo.
Por ello, a continuación, ofrecemos 5
consejos muy importantes que
pueden pasar desapercibidos una vez
nos sentemos al volante. Tenerlos en
cuenta resulta fundamental para hacer
de nuestra conducción una actividad
más segura todavía, y mejorar nuestra
experiencia de conducción. Toma
nota de todos ellos y ponlos en
práctica desde este mismo momento.
1. Nuestra postura frente al volante
El asiento de nuestro vehículo debe ser cómodo, en eso coincidimos todos. La comodidad
es clave para poder centrar nuestra atención en lo que ocurre en la vía. No obstante,
deberemos mantener una postura adecuada, que favorezca nuestra visión y nuestra
capacidad de maniobra.
2. La postura de nuestras manos al conducir
Una vez establezcamos la marcha, será muy importante vigilar que nuestros brazos estén
totalmente preparados para establecer giros sin cruzarse entre ellos, y que la posición de
nuestras manos sobre el volante es la correcta. Para ello, podemos imaginar que nuestro
volante es la esfera de un reloj, dibujando las 10:10 horas.
Por supuesto, no deberemos soltar completamente el volante. Cuando nuestra mano derecha
deba realizar el cambio de marchas, el volante quedará sujeto con la mano izquierda, quien
podrá dirigirlo en caso de que la marcha así lo necesite.
3. Cumplir con la distancia de seguridad
En muchas ocasiones, el pie cae de manera muy rápida en el acelerador, aumentando
nuestra velocidad y pegándonos excesivamente con el coche de delante nuestro. Cuando
esto ocurre, la seguridad disminuye a pasos agigantados. Si en ese momento se produce un
frenazo brusco, será mucho más probable que colisionemos ante la poca distancia que
tenemos para frenar, aunque hayamos activado el freno. A más velocidad de circulación,
más riesgo existe de que esto ocurra. Por ello, resulta muy recomendable mantener la
distancia de seguridad óptima, que nos permita tener capacidad de reacción y permitir a
nuestro vehículo detenerse por completo antes de producir un siniestro.
4. Evitar las distracciones
Ese móvil que suena, esa conversación animada con el copiloto, o incluso esos
pensamientos que vamos teniendo en soledad. Cualquier detalle puede distraernos de
manera realmente peligrosa, apartando nuestra atención de la carretera y aumentando las
probabilidades de sufrir un siniestro. Es por ello por lo que debemos evitar todas estas
distracciones mientras conducimos, y si no nos es posible, optar por otros medios de
transporte.
5. Puesta a punto de nuestro vehículo
Nuestro vehículo debe estar en perfectas condiciones siempre que salgamos a conducir,
aunque nuestros trayectos sean cortos. Para ello deberemos cumplir con las revisiones
técnicas y subsanar cualquier tipo de problema que detectemos.
Variaciones ocasionales de la atención.
Resulta obvio que la atención al volante constituye un factor imprescindible durante el
proceso de conducción.
Los conductores expertos
desarrollan automatismos que les
permiten ser más eficientes y
circular con más fluidez. Sin
embargo, este tipo de
comportamiento reflejo no debe ser
sustitutivo de una atención óptima a
lo que sucede en la carretera.
Esto tiene repercusiones directas
sobre cuestiones como:
 Las probabilidades de sufrir un accidente.
 La capacidad de percepción y reacción frente a un imprevisto en la carretera.
 La utilización de técnicas de conducción eficiente.
El control de la atención.
Existen muchas maneras de clasificar los tipos de atención.
No obstante, en el caso de la conducción, se suele hablar de atención selectiva, dividida y
sostenida.
Atención selectiva o focalizada al volante
La atención selectiva es consecuencia directa de nuestra limitada capacidad para atender a
diversos estímulos al mismo tiempo.
La selección puede manifestarse de dos maneras
distintas:
 Seleccionando la información o
estímulos a los que se presta atención.
 Seleccionando la respuesta, proceso o
acción que se realiza como consecuencia
de un estímulo.
La atención selectiva contribuye a hacer que
nuestra conducción resulte más fluida y
eficiente, aumentando nuestra capacidad de
reacción frente a eventos que así lo requieran.
Atención dividida al volante
La atención dividida implica que el conductor debe atender a varios estímulos de forma
simultánea.
Existen maniobras durante la conducción que requieren dividir nuestra atención en diversos
estímulos que están teniendo lugar al mismo tiempo.
Por ejemplo, la maniobra de adelantamiento exige prestar atención activa a múltiples
factores, entre los que destacan los siguientes:
 Vehículo que va a ser adelantado.
 Vehículos que preceden al que va a ser adelantado.
 Vehículos que circulan en el sentido opuesto.
 Vehículos que circulan por detrás de tu propio vehículo.
 Revoluciones, velocidad y potencia desarrollada por el motor.
 Eventual cambio de marcha y señalización de intermitentes.
 Trazado de la vía y señalización de esta.
Atención sostenida al volante
La atención sostenida alude al hecho de tener que permanecer alerta frente a posibles
estímulos durante un periodo continuado de tiempo.
Probablemente, al mayor problema de la atención sostenida es que requiere un gran
esfuerzo por parte del conductor que, a menudo, resulta imperceptible.
El riesgo de padecer fatiga y somnolencia en los trayectos especialmente largos se dispara
debido a la necesidad de mantener una alerta permanente en la conducción.
Percepción.
Sobre la percepción se ofrecen diversas definiciones que han ido evolucionando hacia la
implicación de las experiencias y los procesos internos del individuo.
El planteamiento ecologista de Gibson defiende la teoría de que la percepción es un proceso
simple; en el estímulo está la información, sin necesidad de procesamientos mentales
internos posteriores. Dicho planteamiento parte del supuesto de que en las leyes naturales
subyacentes en cada organismo están las claves intelectuales de la percepción como
mecanismo de supervivencia, por tanto, el organismo sólo percibe aquello que puede
aprender y le es necesario para sobrevivir.
Según la psicología clásica de Neisser, la percepción es un proceso activo-constructivo en
el que el perceptor, antes de procesar la nueva información y con los datos archivados en su
conciencia, construye un esquema informativo anticipatorio, que le permite contrastar el
estímulo y aceptarlo o rechazarlo según se adecue o no a lo propuesto por el esquema. Se
apoya en la existencia del aprendizaje.
Para la psicología moderna, la interacción con el entorno no sería posible en ausencia de un
flujo informativo constante, al que se denomina percepción. La percepción puede definirse
como el conjunto de procesos y actividades relacionados con la estimulación que alcanza a
los sentidos, mediante los cuales obtenemos información respecto a nuestro hábitat, las
acciones que efectuamos en él y nuestros propios estados internos.
Esta definición presenta dos partes bien diferenciadas referidas respectivamente a:
• el tipo de información obtenida y
• la forma en que ésta se consigue.
La definición que seleccionamos parte de la existencia del aprendizaje, y considera la
percepción como un proceso de tres fases. Así pues, la percepción es la imagen mental que
se forma con ayuda de la experiencia y necesidades. Es resultado de un proceso de
selección, interpretación y corrección de sensaciones.

Noción de percepción.
La percepción del riesgo en la conducción puede ser objetiva o subjetiva. Conducir por las
vías públicas entraña siempre un determinado nivel de riesgo. Por ejemplo, sabemos que
conducir con lluvia aumenta el nivel de peligrosidad o que los sistemas de seguridad (corno
el ABS) disminuyen el nivel de riesgo ya que permiten evitar determinado tipo de
accidentes. Este sería el llamado riesgo objetivo.
Sin embargo, el riesgo objetivo no es el responsable directo de los accidentes. En algunas
ocasiones este riesgo objetivo se infravalora y los conductores circulan como si el riesgo de
accidente fuera mucho menor del que realmente es. En otras ocasiones, el riesgo objetivo se
percibe correctamente, pero, aun
así, el conductor acepta
voluntariamente altos niveles de
riesgo. Incluso exponiendo su vida
y la de los demás a un accidente
probable. Es por ello por lo que la
accidentalidad en el tráfico no
depende primordialmente del
riesgo objetivo, sino del riesgo
subjetivo y de la aceptación que se
haga del mismo.
Constancia de la percepción
Ley de la percepción por la que las propiedades intrínsecas de los objetos (color, forma,
tamaño) se perciben como invariables, aunque se modifiquen las condiciones de
presentación: distancia, perspectiva, iluminación, etc.
Ilusiones perceptivas
Una ilusión óptica es una imagen que engaña el sistema visual, desde el ojo al cerebro, y lo
lleva a percibir la realidad de forma distorsionada.
Las ilusiones ópticas pueden suceder de manera natural o ser creadas por efectos visuales
específicos. Esta es el resultado del análisis de la información que se recibe del sistema
visual. Este puede hacer que se perciba un objeto que no está presente, dando una imagen
distorsionada de la realidad.
El sistema visual humano tiene una tendencia de compensación de las variaciones lentas en
el brillo para percibir tonos y colores en correspondencia con su entorno.
¿Por qué vemos lo que vemos?
Se producen cuando se presentan varias formas en una imagen única y nuestro cerebro
entra en conflicto.
Los sentidos filtran la información del exterior para que luego esta sea procesada y
modificada en el cerebro.
Por ejemplo, las líneas diagonales crean una ilusión de perspectiva, así nuestro cerebro
logra orientarse en el espacio tridimensional.
Aún no comprendemos
del todo el proceso
mediante el cual el
cerebro combina toda la
información de las
percepciones de color,
forma, movimiento y
textura, para generar una
interpretación cohesiva.
Pero sabemos que el
cerebro no cuenta con la
suficiente capacidad como para manejar toda la información que recibimos a través de la
vista, así la mente se ve obligada a tomar atajo, eligiendo la interpretación que le parezca
más lógica, por esta razón nuestros ojos pueden engañarnos.
Factores de que depende la percepción.
Hace ya varios años, en el 2007, comenzando a hacer investigación sobre experiencia de
usuario, fui encontrando información al respecto sobre los factores que afectan los procesos
perceptuales en el usuario, diferentes estudios han revelado que las percepciones están
influidas por diferentes situaciones como:

• Motivación. Si la persona tiene una necesidad específica no satisfecha ésta influirá


en su experiencia perceptiva. Si alguien tiene hambre detectará más rápidamente las
imágenes u olores de alimentos, entre diversos estímulos.
• Expectativas. Las expectativas que tiene la persona le influyen en su capacidad de
percibir. Por ejemplo, podemos leer un texto sin percibir algún error porque
identificamos las palabras con mucha rapidez e intuimos que dirán lo que
suponemos.
• Estilos Cognoscitivos. Existen dos tipos de estilos cognitivos los “igualadores”, son
quienes suprimen las diferencias y los “diferenciadores” son los que las acentúan.
• Antecedentes culturales. Los antecedentes culturales juegan un papel importante en
las percepciones. El idioma y cualquier diferencia cultural puede afectar a la
percepción del ambiente.
• Memoria y aprendizaje. En el proceso de aprendizaje la memoria es uno de los
elementos fundamentales. La memoria funciona como un gran archivador, en el
cual se ubica la información en el lugar correspondiente y así se facilita el proceso
de selección y recuperación de la información.
Interacción entre diferentes modalidades sensoriales.
En la memoria y el proceso memorístico nos encontramos que están formados por tres
fases:
1) Registrar. Se realiza el contacto con los elementos que posteriormente se
memorizarán.
2) Retener. Cuanta más atención se preste a lo que se intenta memorizar, más fácil será
retenerlo.
3) Rememorar. Consiste en recordar aquello que ha memorizado.
En un principio cuando el usuario procesa la información pasa de la memoria de trabajo a la
memoria a corto plazo, pero lo que tiene que hacer es enviarla a la memoria a largo plazo.
Espacio bidimensional y tridimensional
Una imagen se puede definir como una representación visual de un objeto, persona, animal
o cualquier cosa capaz de ser captada por el ojo humano y plasmada a través de diversas
técnicas como la pintura, fotografía, dibujo, diseño, video, entre otras.
Las imágenes describen el aspecto y apariencia de cualquier cosa y se pueden clasificar de
acuerdo con diferentes criterios, de
acuerdo con la técnica utilizada, de
acuerdo con lo que se desee
representar, de acuerdo con el lugar
donde se encuentre, entre otros.
Es por ello por lo que, de acuerdo
con las dimensiones que presente la
imagen, se pueden clasificar en
imágenes bidimensionales y
tridimensionales, las cuales
explicaremos a continuación para
mostrar sus diferencias.
Imágenes Bidimensionales
Las imágenes bidimensionales son aquellas que representan básicamente dos dimensiones,
como son el alto y ancho. Esto quiere decir que son la representación plana del alto y el
ancho de un objeto, persona, animal o cualquier elemento que se pueda plasmar por medio
del dibujo, la pintura, la fotografía, etcétera.
Todo objeto tiene tres dimensiones: alto, ancho y profundidad, cuando sólo se representa el
alto y el ancho, se habla de una imagen bidimensional. Las imágenes bidimensionales
reciben el nombre de –planos- y es la representación de un cuerpo sin volumen, ya que, el
volumen lo determina la profundidad.
Por ejemplo:
• En geometría, los triángulos, cuadrados, el círculo, el rombo y el rectángulo son
ejemplos de figuras planas, es decir, bidimensionales.
• La pintura, el dibujo y la fotografía son la representación de imágenes
bidimensionales, aunque su contenido pueda generar el efecto de profundidad en la
imagen que representa, como sucede en la pintura de un rostro mediante el
sombreado, el dibujo de un animal o la fotografía de un paisaje.
Imágenes Tridimensionales
Las imágenes tridimensionales son aquellas que representan las tres dimensiones de un
objeto en particular como son, el alto, ancho y profundidad. Con esto queremos decir que es
la representación de la altura, el ancho y el volumen de un objeto, persona, animal o
cualquier cosa que sea capaz de ser captada por el ojo humano y plasmada mediante
diferentes técnicas como la escultura, la impresión, la construcción, el ensamblaje, entre
otros.
Una figura representada en tres dimensiones nos permite medir no solo la altura o el ancho
sino también la profundidad del objeto.
Por ejemplo:
• En geometría, el cono, el cubo, el cilindro, la pirámide y la esfera son ejemplos de
figuras tridimensionales.
• La escultura es la representación tridimensional de un objeto en particular porque
pueden observarse las tres dimensiones de este.
Como se puede apreciar existe una gran diferencia entre las imágenes bidimensionales y las
tridimensionales, la cual tiene que ver con el espectro o dimensión que representan.

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