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Los romanos llegaron a la Península Ibérica en el año 218 a.C. Los colonizadores romanos
aportaron sus conocimientos, impusieron su propia organización administrativa y jurídica, y,
a través de la educación enseñaron la lengua latina y la cultura romana. Todo este proceso
es conocido como romanización.
Sin embargo, el latín que se fué implantando en la Península Ibérica no fué uniforme lo que
dió lugar a que se hablara de diferentes formas. Este idioma evolucionó hacia nuevas
lenguas, que son las lenguas romances.
En la parte central de la Península, el latín evolucionó hacia cuatro variedades que son:
● El antiguo asturleonés: Tuvo una gran vigencia durante la Edad Media en Asturias y
el norte de León, donde aún se conservan rasgos. Sufrió influencias del castellano y
su cultivo literario fué escaso. en la actualidad se normaliza el asturiano o bable.
El latín hablado en Galicia fué dando lugar a el romance gallego, lengua que se extendió
hacia el sur, en Portugal, y que originó el gallego-portugués. Con la independencia de
Portugal, se produjo la diferenciación entre el gallego y el portugués.
Durante siglos, la importancia del gallego estuvo condicionado por la expansión del
castellano, aunque se mantuvo más vivo en las zonas rurales.
En la parte oriental de España, el latín también fué evolucionando según las características
de cada zona y fué dando lugar a distintas variedades. Numerosos escritores dieron
prestigio a su lengua durante la Edad Media.
EL EUSKARA O VASCO:
El euskara es una lengua prerromana que viene de las lenguas que se hablaban antes del
latín. Llegó a tener una gran extensión, pero sufrió un enorme repliegue. Se conservan
algunas variedades en España y en Francia.
El euskara es la lengua oficial en el País Vasco y parte de Navarra, junto con el castellano.
La creación de una norma común ha fomentado su recuperación.
La variedad lingüística de España indica la gran riqueza cultural de nuestro país y facilita la
expresión de las personas.
Cada persona tiene un cauce de comunicación con los demás en el castellano y en sus
lenguas dialecto con todas las particularidades de cada región y de cada zona.
Para las personas, esta variedad supone una fuente de satisfacción, posibilidades y
facilidad en la comunicación. Para los pueblos y las sociedades, la variedad supone una
gran riqueza cultural y un testimonio de nuestro pasado, y de la evolución del medio más
potente de comunicación, que es la lengua.