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TRABAJO DE FINAL DE MÁSTER

Efectos del ejercicio y la


actividad física sobre el
bienestar psicológico

Julio Cano Díaz


DNI 44244929J

Máster en Coaching Nutricional y Sanitario ICNS-UCAM

Junio 2021
ÍNDICE

1. RESUMEN ................................................................................................... 1

ABSTRACT ........................................................................................................ 2

2. INTRODUCCIÓN ......................................................................................... 3

2.1 BIENESTAR PSICOLÓGICO .................................................................... 5

2.2 ACTIVIDAD FÍSICA Y EJERCICIO FÍSICO .............................................. 5

2.2.1 ACTIVIDAD FÍSICA COMO FIN O COMO MEDIO ............................. 7

3. OBJETIVOS................................................................................................. 7

4. MATERIAL Y MÉTODO ............................................................................... 8

5. RESULTADOS .......................................................................................... 10

5.1 MECANISMOS NEUROBIOLÓGICOS ................................................... 10

5.1.1 NEUROANATOMÍA .......................................................................... 10

5.1.1.1 HIPOCAMPO ............................................................................. 10

5.1.1.2 CORTEX PREFRONTAL ........................................................... 11

5.1.2 NEUROPLASTICIDAD ..................................................................... 11

5.1.3 NEUROTRANSMISORES ................................................................ 12

5.1.3.1 SEROTONINA ........................................................................... 12

5.1.3.2 FACTOR NEUROTRÓFICO DERIVADO DEL CEREBRO (BDNF)


.............................................................................................................. 13

5.1.4 MIOQUINAS ..................................................................................... 13

5.1.5 MITOCONDRIAS .............................................................................. 14

5.2 MECANISMOS PSICOSOCIALES.......................................................... 15


5.2.1 AUTOCONCEPTO Y AUTOEFICACIA ............................................. 16

5.2.2 ESTRÉS ........................................................................................... 17

5.2.3 ATENCIÓN ....................................................................................... 18

5.2.4 MOTIVACIÓN ................................................................................... 18

5.2.5 FLOW ............................................................................................... 19

5.3 MECANISMOS DE COMPORTAMIENTO .............................................. 19

5.3.1 SUEÑO ............................................................................................. 21

5.3.2 CONEXIÓN SOCIAL......................................................................... 21

5.3.3 AUTOCONTROL .............................................................................. 22

5.4 DEPRESIÓN ........................................................................................... 22

5.5 RENDIMIENTO COGNITIVO .................................................................. 25

6. DISCUSIÓN ............................................................................................... 28

6.1 NEUROPLASTICIDAD ............................................................................ 28

6.2 HIPOCAMPO Y CORTEX PREFRONTAL .............................................. 29

6.3 DEPRESIÓN ........................................................................................... 29

6.4 LIMITACIONES ....................................................................................... 31

7. CONCLUSIONES ...................................................................................... 34

8. BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................... 36
1

1. RESUMEN

La presente revisión narrativa tiene como principal objetivo relacionar la


actividad física y el ejercicio con el bienestar psicológico. Para ello, se han
organizado los mecanismos de influencia en tres grandes grupos, explicando
cada uno de ellos. Estos grupos de mecanismos son: neurobiológicos,
psicosociales y de comportamiento.

Dentro de los mecanismos neurobiológicos se encuentran: cambios a


nivel neuroanatómico, en neurotransmisores, en la neuroplasticidad, en
mioquinas y en mitocondrias. Entre los mecanismos psicosociales se describen:
mejora del autoconcepto y autoeficacia, manejo del estrés, mejora de la atención,
motivación y estado de flow. Por último, dentro del grupo de los mecanismos de
comportamiento se encuentran: sueño, conexión social y autocontrol.

Además, se profundiza en la relación entre el ejercicio físico y la


depresión, proponiendo la modificación de algunos factores subyacentes al
ejercicio que lo pueden hacer más eficaz en la paliación de los síntomas de dicho
trastorno. Por otro lado, se relaciona la realización de ejercicio con el rendimiento
cognitivo.

Los resultados obtenidos se podrían resumir en que, tanto el ejercicio


como la actividad física, provocan un efecto sinérgico entre músculo, cerebro y
corazón, que desemboca en una mejora de diferentes aspectos de la salud y la
función cognitiva que se ve reflejada, a su vez, en una mejoría del bienestar
psicológico individual.
2

ABSTRACT

The main objective of this narrative review is to relate physical activity and
exercise with psychological well-being. For this, the mechanisms of influence
have been organized into three large groups, explaining each one of them. These
groups of mechanisms are: neurobiological, psychosocial and behavioral.

Among the neurobiological mechanisms there are: changes at a


neuroanatomic level, in neurotransmitters, in neuroplasticity, in myokines and in
mitochondria. Among the psychosocial mechanisms are described: improvement
of self-concept and self-efficacy, stress management, improvement of attention,
motivation and flow state. Finally, within the group of behavioral mechanisms are
found: sleep, social connection and self-control.

In addition, it delves into the relationship between physical exercise and


depression, proposing the modification of some factors underlying exercise that
can make it more effective in alleviating the symptoms of said disorder. On the
other hand, exercise is related to cognitive performance.

The results could be summarized in that, both exercise and physical


activity, cause a synergy between muscle, brain and heart, which leads to an
improvement in different aspects of health and cognitive function that is reflected,
in turn, in an improvement individual psychological well-being.
3

2. INTRODUCCIÓN

El cuerpo humano, incluyendo su cerebro, a lo largo de miles de años de


evolución, ha ido moldeando su fisiología (Di Liegro et al., 2019) y su anatomía,
adaptándolas al movimiento (Diogo y Molnar, 2016). El ser humano ha
necesitado moverse a diario para sobrevivir (Ballòn y Gamboa, 2008; Neufer,
2015). En cambio, en la actualidad, la actividad física ha dejado de ser necesaria.
Podemos comer sin cazar ni recolectar, podemos desplazarnos sin andar ni
correr… básicamente podemos sobrevivir sin movimiento.

Sin embargo, sabemos que, aunque podamos sobrevivir sin realizar


actividad física, el estado en el que nuestro cuerpo se encontraría en ese caso
no sería el óptimo (Ballòn y Gamboa, 2008; Harridge y Lazarus, 2017).

A lo largo de este trabajo se expondrán los diferentes mecanismos por los


que, tanto la actividad física como el ejercicio físico influyen en el bienestar
psicológico, y cómo este se relaciona con otros tantos aspectos de la salud
general. En la Figura 1 se muestra un modelo que sirve como base para la
estructura del presente trabajo.

Figura 1.

Modelo conceptual de los efectos de la actividad física en los resultados de salud


mental en niños y adolescentes, extraído de Lubans et al. (2016).
4

Aunando la evidencia actual sobre los efectos de la inactividad física con


el conocimiento de nuestra herencia evolutiva adaptada al movimiento, queda
clara la conclusión de que el humano biológicamente es un ser físicamente activo
y que esta actividad es clave para el buen funcionamiento fisiológico a lo largo
de su vida (Harridge y Lazarus, 2017).

Además, como se puede observar en la Figura 2, la inactividad física


incrementa el riesgo de sufrir 35 enfermedades crónicas (Booth et al., 2017).

Figura 2.

Enfermedades crónicas incrementadas por la inactividad física, extraído de


Booth et al. (2017).
5

Promocionar la actividad física puede ayudar en la prevención del


deterioro de las funciones cognitivas en personas de edad avanzada,
otorgándoles mayor autonomía y mejorando, por lo tanto, su calidad de vida (Sofi
et al., 2011). A lo largo de este trabajo se expondrán diferentes mecanismos por
los que esto ocurre.

Aunque, como señalan Franco-Martín et al. (2013), un factor importante a


considerar es la manera en la que se realiza la actividad física, ya que no se
conoce qué intensidad y frecuencia son las óptimas, ni cómo actúa cada
ejercicio, ni qué ejercicios son los más eficaces para según qué aspecto.

2.1 BIENESTAR PSICOLÓGICO

El bienestar psicológico, según Cortland et al. (2020), podría dividirse en


cuatro dimensiones: conciencia, conexión, percepción/visión y propósito. En este
caso, la conciencia se podría definir como la capacidad para percibir tanto
emociones, pensamientos y sensaciones corporales como percibir por los
sentidos. Con la conexión se hace referencia a la calidad de las relaciones
afectivas, sintiendo confianza, cuidado y afecto con seres cercanos. La
percepción/visión se refiere al autoconocimiento, aceptando que las experiencias
y las percepciones son modificadas por las emociones, los pensamientos y las
creencias. Por último, el propósito hace referencia a los objetivos con significado
que se persiguen en la vida, así como a los valores personales

2.2 ACTIVIDAD FÍSICA Y EJERCICIO FÍSICO

En el diccionario de la Real Academia Española (RAE) aparece la palabra


“ejercicio”, definida como “conjunto de movimientos corporales que se realizan
para mantener o mejorar la forma física”.

No obstante, no se debe confundir ejercicio con actividad física. Aranceta


(2001) define la actividad física como “todo tipo de movimiento corporal que
6

realiza el ser humano durante un determinado periodo de tiempo, ya sea en su


trabajo o actividad laboral o en sus momentos de ocio, que aumenta el consumo
de energía considerablemente, así como el metabolismo basal”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define los dos términos. Para


la OMS “se considera actividad física cualquier movimiento corporal producido
por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía”. Por otro lado, se
define ejercicio como “variedad de actividad física planificada, estructurada,
repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o el
mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física”.

Por lo tanto, teniendo en consideración las definiciones expuestas, se


podría concluir que la actividad física abarca todos los movimientos del cuerpo
realizados en cualquier momento con o sin objetivo, suponiendo esto un gasto
energético superior al basal, mientras que el ejercicio físico es un conjunto de
movimientos planificados y orientados a la consecución de uno o varios objetivos
concretos.

Sabiendo esto, se puede concluir que el ejercicio físico siempre será


actividad física, pero la actividad física no tiene por qué ser ejercicio físico. A lo
largo de este trabajo se expondrán los diferentes mecanismos por los que, tanto
el ejercicio como la actividad física, influyen en el bienestar general.

Usando como base el esquema de la revisión sistemática publicada por


Lubans et al. (2016), en la que se explican algunos mecanismos por los que la
actividad física produce efectos positivos en la salud mental y cognitiva, se
ahondará en cada uno de los mecanismos. Los mecanismos nombrados son:
neurobiológicos, psicosociales y de comportamiento.
7

2.2.1 ACTIVIDAD FÍSICA COMO FIN O COMO MEDIO

Tanto la actividad física como el ejercicio pueden ser usados tanto a nivel
autotélico como instrumental. Para muchos el objetivo de la práctica de ejercicio
es la práctica de ejercicio en si. En cambio, el mismo ejercicio puede ser
realizado por otro individuo persiguiendo diferentes objetivos, ya sean estéticos,
de rendimiento, de salud, etc.

La realización de ejercicio lleva implícita, por regla general, una serie de


beneficios (que serán mayores o menores dependiendo del tipo de actividad que
se realice, el momento, el lugar, la compañía, etc.). No obstante, el objetivo final
de la realización del ejercicio puede, o no, ser la mejora en alguno de los
aspectos favorecidos por la práctica.

3. OBJETIVOS

1. Relacionar la actividad física con el bienestar psicológico.


1.1 Conocer y desarrollar los mecanismos neurobiológicos.
1.2 Conocer y desarrollar los mecanismos psicosociales.
1.3 Conocer y desarrollar los mecanismos de comportamiento.
1.4 Profundizar en la relación entre ejercicio y depresión.
1.5 Profundizar en la relación entre ejercicio y rendimiento cognitivo.
8

4. MATERIAL Y MÉTODO

El presente trabajo se ha realizado siguiendo unas directrices acordes a


la temática desarrollada. Al tener como objetivo principal relacionar la actividad
física con el bienestar psicológico, y ser ambas variables aplicables a humanos,
la mayoría de los estudios incluidos están realizados sobre humanos, excepto
algunos incluidos en la discusión.

El principal motor de búsqueda utilizado ha sido PubMed, aunque también


se incluyen artículos encontrados en otras bases de datos como ScienceDirect,
Dialnet, ResearchGate, Scopus, Google Académico y Web Of Science.

Para la búsqueda de información también se han utilizado fuentes como


ScienceDaily, PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences of the
United States of America), ACM Digital Library, JAMA Network, MDPI Open
Access Journal y Nature.

Con el fin de poder revisar los artículos encontrados en las diferentes


bases de datos cuyo acceso no era libre se ha utilizado Sci-Hub, procediendo a
la búsqueda de dichos artículos mediante la introducción del doi o la url.

Los principales libros leídos y usados como inspiración y ayuda


comparativa son los siguientes:

- Johnson, M. (2007). The meaning of the body.


- Ratey, J. J. y Hagerman, E. (2010). Spark! How exercise will improve the
performance of your brain.
- Suzuki, W. (2015). Happy brain.
- Alarcón et al. (2018). Neurociencia, deporte y educación.
- Dingman, M. (2019). Your brain, explained.

Al ser el presente trabajo una revisión narrativa, los criterios de inclusión


tenidos en cuenta a la hora de elegir estudios son más flexibles que en otro tipo
9

de ensayos como metaanálisis o revisiones sistemáticas. En la realización de


este trabajo se han priorizado los siguientes criterios de elegibilidad:

- Ensayos clínicos aleatorizados, metaanálisis y revisiones sistemáticas.


- Estudios realizados sobre humanos, tanto hombres como mujeres, de
diferente rango de edad.
- Artículos que relacionen el ejercicio o la actividad física con diferentes
aspectos de la salud, el bienestar general y/o el cerebro.
- Artículos escritos en inglés o en español.
- Artículos publicados desde el 01/01/2001 hasta el 31/05/2021.

No obstante, se han incluido algunos artículos que no cumplen con estos


criterios, ya que se han considerado útiles a nivel de aporte y/o comparación con
el resto de artículos que se abarcan en el trabajo.

La gran mayoría de los artículos se han encontrado en inglés. Las


palabras clave utilizadas han sido: “exercise”, “physical activity”, “fitness”,
“health, “mental health”, “brain health”, “psychological”, “well-being”, “resistance”,
“aerobic”, “training”, “neuroplasticity”, “hippocampus”, “prefrontal cortex”,
“serotonine”, “BDNF”, “myokine”, “mitochondria”, “self-concept”, “self-efficacy”,
“stress”, “attention”, “motivation”, “flow”, “sleep”, “social”, “self-control”, “cognition”
y “depression”.

Estos términos han sido combinados de distintas maneras en las


búsquedas realizadas utilizando los operadores boleanos “AND” o “OR”,
teniendo como objetivo abarcar un espectro amplio de estudios relativos a la
temática.

Tras realizar las diferentes búsquedas, se revisaron los estudios eligiendo


aquellos que podían contener datos relevantes relacionados con la temática
estudiada.
10

5. RESULTADOS

5.1 MECANISMOS NEUROBIOLÓGICOS

5.1.1 NEUROANATOMÍA

El ejercicio físico influye en la modificación de la anatomía cerebral. La


realización de 4 semanas de un entrenamiento integrado cuerpo-mente,
sumando un total de 11 horas, mejoró la comunicación de la corteza cingulada
anterior con otras áreas cerebrales, como el cuerpo calloso y la corona radiata
anterior y superior (Tang et al., 2012).

El entrenamiento integrado cuerpo-mente, en este caso, consistía en una


mezcla de relajación corporal, imaginería motora y entrenamiento de
mindfulness, acompañado de una música de fondo adecuada y siendo realizado
con los ojos cerrados. La intención era enfatizar la conexión entre el cuerpo y la
mente para facilitar la entrada en un estado meditativo.

La mejora de la comunicación que se obtuvo en el estudio de Tang et al.


(2012) entre la corteza cingulada anterior y el resto de áreas cerebrales, así
como el aumento de la eficiencia de sustancia blanca, mejoró la autorregulación.

5.1.1.1 HIPOCAMPO

El hipocampo está implicado en la regulación de los procesamientos


cognitivos y emocionales (Dale et al., 2016), además de tener un rol protagonista
en el procesamiento de la memoria (Sosa et al., 2018).

Las mejoras inducidas por el ejercicio en las funciones cognitivas se


correlacionan con el aumento de la neurogénesis, la plasticidad sináptica y
neurotrofinas en el hipocampo (Baek, 2016).

Por otro lado, Yuan et al. (2015) afirman también que el ejercicio aumenta
la neurogénesis en el hipocampo, además de mejorar la señalización de la
11

serotonina. La neurogénesis en el hipocampo se ve influenciada por varios


factores fisiológicos a parte del ejercicio físico, como la inflamación, la edad o la
depresión (Vukovic et al., 2011). Esa neurogénesis inducida por el ejercicio está
mediada, en ratas, por la microglía endógena del hipocampo (Vukovic et al.,
2012).

5.1.1.2 CORTEX PREFRONTAL

Una sola sesión de ejercicio físico de intensidad media provoca una


mejora aguda de la función ejecutiva al aumentar la activación cortical de las
subregiones prefrontales (Hyodo et al., 2012; Byun et al., 2014).

Según Moriarty et al. (2019) la activación de la corteza prefrontal izquierda


fue mayor después del ejercicio de intensidad moderada en comparación con el
grupo control, el grupo que realizó ejercicio de intensidad alta y otro que realizó
yoga.

Se sabe que el ejercicio aeróbico regular mejora la salud cerebral en la


edad adulta mediante el incremento del volumen de materia gris tanto en el
hipocampo como en el córtex prefrontal (Erickson, 2011).

Por otro lado, se sabe también que la exposición a estímulos novedosos


mejora la conexión entre la corteza prefrontal medial y el hipocampo en ratas
(Park et al., 2021), favoreciendo la plasticidad asociada al aprendizaje. Si ambas
partes del cerebro mejoran su función con la actividad física y, además, se
favorece su comunicación, el ejercicio se podría postular como una diana
terapéutica en patologías en las que estas zonas cerebrales estén involucradas.

5.1.2 NEUROPLASTICIDAD

El cerebro tiene la extraordinaria capacidad de adaptarse al entorno y


reorganizar su estructura en base a los diferentes estímulos que se le presenten.
La evidencia actual, tanto en humanos como en animales, sugiere que la
12

actividad física facilita la plasticidad de ciertas áreas cerebrales y, por ende, de


algunas funciones cognitivas (Hotting y Roder, 2013).

Se podría plantear la posibilidad de que el ejercicio físico, al favorecer la


neuroplasticidad, mejore la capacidad del individuo para hacer frente a diferentes
retos o adversidades en su vida diaria. Esta mejora en la capacidad de
adaptación podría desembocar en un mejor rendimiento y una calidad de vida
superior.

La adquisición de habilidades motoras requiere una plasticidad estructural


asociada. El aprendizaje de una habilidad induce cambios en la estructura de la
materias gris y la materia blanca cerebral (Dayan y Cohen, 2011).

No obstante, según señalan Hotting y Roder (2013), algunos estudios


sugieren que la combinación de entrenamiento físico y cognitivo puede producir
una mejora conjunta en la plasticidad cerebral. Este tipo de intervenciones aún
no están muy estudiadas y necesitan más evidencia.

En cuanto al tipo de ejercicio más beneficioso en este aspecto, Cassilhas


et al. (2016) destacan la evidencia existente relativa al entrenamiento de
resistencia en comparación con el entrenamiento de fuerza.

5.1.3 NEUROTRANSMISORES

5.1.3.1 SEROTONINA

Un desequilibrio en la actividad serotoninérgica puede provocar


alteraciones permanentes en la función cerebral (Whitaker-Azmitia, 2001).
Además, está implicado la fisiopatología de varias enfermedades, como
esquizofrenia (Baou et al., 2016) o Alzheimer (Claeysen et al., 2015; Meltzer et
al., 1998). Por otra parte, la serotonina participa en el desarrollo de las neuronas,
en el crecimiento de axones y dendritas, en el control de la densidad y forma de
las espinas dendríticas y en la formación de sinapsis (Wirth et al., 2016).
13

El ejercicio realizado de forma regular aumenta la cantidad de serotonina


libre (Abu-Samak, 2015; Zimmer et al., 2016).

Cabe destacar también que, como explican Lin y Kuo (2013), los sistemas
monoaminérgicos, entre los que se incluye el sistema dopaminérgico, el
noradrelinérgico y el serotonérgico, se regulan recíprocamente entre ellos.

También se sabe que el ejercicio aeróbico eleva, de forma transitoria, la


disponibilidad de triptófano (precursor de la serotonina) para el cerebro, sea cual
sea el tipo de entrenamiento (Melancon et al., 2014).

5.1.3.2 FACTOR NEUROTRÓFICO DERIVADO DEL CEREBRO (BDNF)

El ejercicio se relaciona de forma directa con el BDNF, el cual tiene un rol


esencial en la regulación de la neurogénesis, la plasticidad sináptica y la
supervivencia de las neuronas.

El ejercicio físico aumenta los niveles de BDNF circulante (Walsh y


Tschakovsky, 2018). Por otro lado, se sabe que el BDNF mejora la plasticidad
cerebral, mejorando la función cerebral (cognición y memoria) y ayudando a
prevenir enfermedades neurológicas (Kowiański et al., 2018).

Como indican Tsai et al. (2014) el ejercicio físico aeróbico provoca un


aumento del BDNF. De hecho, Hill y Polk (2019) recogen los mecanismos por
los que el ejercicio aeróbico puede haber tenido un papel clave en la evolución
del cerebro de los homínidos mediante la estimulación de BDNF.

5.1.4 MIOQUINAS

Durante la realización de ejercicio físico, los músculos segregan


mioquinas, unos péptidos que tienen como función principal la comunicación
entre tejidos. Estas mioquinas pueden tener beneficios en enfermedades
neurodegenerativas a través de mecanismos regulatorios sobre la supervivencia
14

celular, la neurogénesis, la neuroinflamación, el estrés oxidativo y la modificación


de proteínas (Lee et al., 2021).

Figura 3.

Mecanismo de acción de las mioquinas inducidas por el ejercicio en el cerebro


con enfermedad neurodegenerativa, extraída de Lee et al. (2021).

5.1.5 MITOCONDRIAS

El entrenamiento de fuerza con cargas altas puede estimular la biogénesis


mitocondrial en el músculo, así como la función respiratoria mitocondrial
(Groennebaek y Vissing, 2017).
15

Por otro lado, el entrenamiento de resistencia puede aumentar el


contenido mitocondrial por gramo de tejido, así como la composición mitocondrial
(relación entre proteína y lípido), mejorando el metabolismo aeróbico (Huertas et
al., 2019).

Bishop et al. (2014) sugieren que la intensidad del entrenamiento puede


ser un determinante clave en la mejora de la función mitocondrial, pero no el
contenido mitocondrial. Por el contrario, parece que el volumen de
entrenamiento, más que la intensidad del mismo, induce principalmente mejoras
en el contenido mitocondrial en vez de en su función.

El deterioro de la función mitocondrial puede influir directamente en la


atrofia del músculo esquelético, así como contribuir al aumento del riesgo de
varias enfermedades, mermando el bienestar individual (Russell, 2014).

5.2 MECANISMOS PSICOSOCIALES

Mejorar el bienestar y reducir la angustia mental en la población general


es una tarea interesante siempre, y más particularmente en la sociedad actual,
donde la distracción, la soledad, la depresión y la ansiedad están aumentando.
Además, la situación de la pandemia actual está creando una crisis en salud
mental y un déficit creciente en el bienestar colectivo (Farboodi et al., 2020;
Prime et al., 2020).

La práctica de deportes o ejercicio físico en compañía favorece el


fortalecimiento de las relaciones sociales, además de promover la creación de
nuevas relaciones (Eime el al., 2013; Andersen et al., 2019). A nivel de práctica
deportiva, tanto de manera lúdica como a nivel de competición, la actividad en
equipo favorece la relación entre los miembros. Jugar con compañeros implica:
establecer una comunicación diferente a la dada en un entorno cerrado, tranquilo
y sin práctica deportiva, donde los mensajes en vez de ser emitidos por frases,
lo son por palabras, movimientos o incluso miradas; perseguir un objetivo común
16

entre todos los compañeros, requiriendo esto la colaboración entre todos y


favoreciendo la coordinación entre dichos miembros; servir como apoyo
psicológico y emocional en los momentos difíciles en los que alguien falla o el
equipo pierde; celebrar de forma conjunta las victorias u otras consecuciones,
compartiendo sentimientos entre los jugadores y viviendo momentos
memorables en común.

Por otro lado, la actividad física puede ser realizada al aire libre. Al ser
realizada en la naturaleza, la actividad física produce una mayor mejora en el
bienestar mental autopercibido que la misma actividad realizada en interiores. El
ejercicio en un ambiente natural aumenta la sensación de vitalidad, el
compromiso y el positivismo, y disminuye la tensión, la confusión, la ira y la
depresión, aumentando así la energía (Thompson et al., 2011).

Se sabe que la intensidad del ejercicio juega un papel importante en su


efecto a nivel mental. El ejercicio de baja intensidad activa las redes cerebrales
involucradas en el control de la cognición y el procesamiento de la atención,
mientras que el ejercicio de alta intensidad activa principalmente las redes
involucradas en el proceso afectivo y emocional (Schmitt et al., 2019).

Se sabe también que la actividad física realizada en la adolescencia, tanto


en hombres como en mujeres, predice la actividad física realizada en la edad
adulta (Huotari et al., 2011). El riesgo de que un adulto sea sedentario disminuye
de forma significativa cuando ha sido físicamente activo durante la adolescencia.

5.2.1 AUTOCONCEPTO Y AUTOEFICACIA

La práctica deportiva permite el desarrollo y la evolución en el rendimiento


de quien la práctica. De esta forma, se pueden llegar a dominar los gestos
técnicos intrínsecos del deporte, juego o ejercicio, forjando una mejora de la
ejecución a través de la experiencia.

La consecución de un logro genera una sensación de bienestar y una


activación del sistema de recompensa. Dominar una técnica deportiva, realizar
17

un movimiento adecuado o tener éxito en la tarea puede aumentar la sensación


de autoeficacia. Percibirse como exitoso y como autor o partícipe del logro
conseguido mejora la percepción de competencia y la autoconfianza (Jönsson et
al., 2018).

Todos estos aspectos tienen una influencia positiva en el autoconcepto y


en la autoestima (Myers et al., 2017). Además, la realización de ejercicio lleva,
por lo general, a una mejora en la imagen corporal que posiblemente se traduzca
en mejoras en otros aspectos de la vida (más posibilidades laborales, influencia
positiva en las relaciones sociales, más éxito, mejor percepción por los demás,
etc.).

Por otro lado, los jóvenes físicamente activos tienen menos tendencia a
tener baja autoestima, además de alcanzar un nivel educativo superior (Nelson y
Gordon-Larsen, 2006). El aumento de la autoestima es incluso más significativo
cuando es una persona obesa la que realiza la actividad física (Daley et al.,
2006).

Se sabe también que, aunque la mejora del autoconcepto físico se puede


considerar uno de los beneficios psicológicos más importantes relativos a la
práctica de actividades físicas y deportes, tiene lugar una causalidad inversa,
influyendo la autopercepción física del individuo en la cantidad de actividad física
que realiza (Revuelta et al., 2016).

5.2.2 ESTRÉS

Los deportes, así como diferentes prácticas de ejercicio físico, pueden


generar una situación de estrés bajo control que permita mejorar la capacidad
para enfrentarse a futuros estresores no esperados o deseados (Collado y
Rivilla, 2013).

Asimismo, el ejercicio puede actuar como un estresor per se, generando


una respuesta hormética que permita una adaptación a dicho estrés. Por lo tanto,
la realización de ejercicio se puede considerar una variable que puede influir en
18

el tipo de respuesta que se tiene ante acontecimientos estresantes. La evidencia


científica sugiere que el ejercicio físico favorece la plasticidad en circuitos
neuronales, facilitando la resistencia ante el estrés (Greenwood y Fleshner,
2011).

Hay evidencia, además, que la actividad física puede tener un efecto


protector ante el estrés laboral, disminuyendo también el agotamiento emocional
(Suárez et al., 2014).

Numerosos estudios y metaanálisis indican que la realización de ejercicio


está asociada con la reducción de ansiedad clínica (Anderson y Shivakumar,
2015). Además, existe evidencia de que el ejercicio y la actividad física tiene un
impacto positivo en la regulación de los procesos fisiopatológicos de la ansiedad.

5.2.3 ATENCIÓN

El ejercicio físico mejora la atención visoespacial (Tsai et al., 2014).


Además, las personas que realizan actividad física de alta intensidad tienen
mejor rendimiento en atención que los que no lo hacen (Budde et al., 2012).

Existe también, en adultos jóvenes, una relación positiva entre el nivel de


condición física cardiovascular y la capacidad de mantener la atención (Luque-
Casado, 2016).

La resolución de problemas que tiene lugar durante el juego promueve el


desarrollo de la atención, aparte de otras habilidades cognitivas como la
planificación, organización, secuenciación y toma de decisiones (Burdette y
Whitaker, 2005).

5.2.4 MOTIVACIÓN

Encontrar la motivación para la realización de actividad física es uno de


los mayores problemas a los que se encuentra la persona sedentaria a la hora
de empezar a hacer alguna actividad que implique movimiento. Los principales
19

motivos por los que no se realiza actividad física o deporte son la pereza, la
percepción de falta de tiempo, la sensación de incompetencia y la asociación de
la actividad física como algo negativo por las experiencias vividas en la etapa
escolar en la asignatura de Educación Física (Lizandra et al., 2013).

5.2.5 FLOW

Los estados de conciencia elevados pueden ocurrir de forma espontánea


en la vida diaria. Sin embargo, la ocurrencia y la duración de los mismos pueden
verse incrementadas por el desarrollo de la autorregulación intencional de la
atención (Cortland et al., 2020). Multitud de variantes del ejercicio físico requieren
una atención plena en la tarea, la cual permite el desarrollo de esa capacidad
atencional. En este aspecto podríamos destacar tanto deportes de colaboración-
oposición, en los que hay que interactuar con el entorno y los adversarios, y para
alcanzar un rendimiento adecuado se precisa una correcta atención, como los
deportes individuales. Dentro de estos últimos los deportes de corta duración
(como los 100 metros lisos, powerlifting o lanzamiento de jabalina) implican una
atención plena casi de forma inevitable. En cambio, en deportes de larga
duración (maratón, algunas pruebas de ciclismo, etc.) muchos participantes
refieren una especie de entrada en un estado meditativo que no pueden alcanzar
sin realizar un esfuerzo físico de ese tipo.

5.3 MECANISMOS DE COMPORTAMIENTO

Actualmente vivimos en una sociedad donde multitud de empresas


compiten entre ellas por conseguir la distracción de la población, mermando
enormemente la capacidad de concentración de los individuos (Firth et al., 2020).
Además, muchísimas personas sufren soledad, la cual afecta a la salud,
aumentando el riesgo de enfermedad cardíaca, afecciones pulmonares,
enfermedad cardiovascular, hipertensión, aterosclerosis, accidente
cerebrovascular y trastornos metabólicos como obesidad, además de diferentes
20

problemas psicológicos como depresión, estrés y ansiedad (Yanguas et al.,


2018)

Tanto el deporte como el ejercicio físico fomentan el bienestar a través de


la reducción de la angustia mental que generan tanto la soledad como la
distracción. El rol social del deporte en grupo, donde se genera interacción con
otros individuos, fomenta la conexión social. Por otro lado, la práctica deportiva
requiere atención, teniendo la capacidad de generar un estado de flow en el
practicante que lo evade del resto de preocupaciones y/o pensamientos de
diversa índole que pueden transcurrir por su cabeza en otro momento del día.

Se podría destacar también la importancia del autoconcepto de “sano”,


“persona saludable” o “healthy”. Percibirse a uno mismo como persona saludable
puede verse reflejado en una mejora de diferentes marcadores de salud. Se ha
visto que una mejora en la dieta puede provocar un beneficio en la salud mental
(Firth et al, 2019). Los principales mecanismos por los que esto ocurre son: la
pérdida de peso, la reducción de la masa grasa y la mejora a nivel nutritivo de
los alimentos ingeridos. No obstante, también se podrían nombrar otras como la
disminución de la inflamación o de la fatiga. Además, cuando los cambios de
hábitos a nivel dietético se acompañan de cambios de hábitos a nivel físico, los
beneficios en cuanto a eliminación de síntomas de depresión son mayores (Firth
et al, 2019).

Por otro lado, se sabe que los adolescentes que realizan actividad física
o tienen un estilo de vida activo tienen menos comportamiento de riesgo para su
salud (Nelson y Gordon-Larsen, 2006). Además, aquellos que realizan deporte
con sus padres tienden menos a tener conductas de riesgo relacionadas con el
sexo, la delincuencia, fumar, beber alcohol (al menos una vez a la semana),
consumir drogas, faltar al instituto o no usar el cinturón de seguridad en el coche.
21

5.3.1 SUEÑO

La realización de ejercicio físico puede mejorar la duración y la eficiencia


del sueño la eficiencia del sueño (Stone et al., 2013), reduciendo además la
somnoliencia (Gaina et al., 2007).

Además de asociarse el ejercicio con un mejor sueño y de haber evidencia


de que puede ser una opción no farmacológica en el tratamiento de los trastornos
del sueño, existe una relación bidireccional, ya que la falta de sueño puede
contribuir a niveles bajos de actividad física (Kline, 2014).

5.3.2 CONEXIÓN SOCIAL

Tener un bajo nivel de apoyo social se asocia con más estrés, depresión,
distimia y trastorno de estrés post-traumático, así como con un aumento de la
morbilidad y de la mortalidad a partir de diferentes enfermedades (Southwick et
al., 2005).

El ejercicio es, para muchos individuos, una forma de favorecer las


relaciones sociales. Como indican Southwick et al. (2005), tener un bajo apoyo
social se relaciona con un aumento del estrés y de las posibilidades de
depresión, así como con una mayor probabilidad de morbilidad y mortalidad.

Según Burdette y Whitaker (2005), para los niños el juego libre y


físicamente activo provee oportunidades para obtener habilidades sociales y
para aprender a cómo interactuar con los demás, mejorando las habilidades para
hacer amigos y cooperando, liderando o siguiendo órdenes de los demás. El
sentimiento de afiliación que otorga el juego al niño que lo practica favorece
además el desarrollo de capacidades como la empatía, la flexibilidad, la
autoconciencia y la autorregulación.
22

5.3.3 AUTOCONTROL

El autocontrol se puede definir como “la capacidad mental de un individuo


para alterar, modificar, cambiar o anular sus impulsos, deseos y respuestas
habituales” (Boat y Cooper, 2019).

Englert (2016) comparaba el autocontrol con un músculo humano. Este


“músculo” puede fortalecerse con la práctica, pudiendo aumentar así su
capacidad.

Una personalidad con niveles más altos de autocontrol se asocia a un


mejor rendimiento y adherencia al ejercicio, mientras que la tendencia a perder
el autocontrol disminuye ambas (rendimiento y adherencia). Asimismo, la
realización de ejercicio a largo plazo, y su consecuente mejora de la aptitud
física, mejoran el autocontrol. Además, una única sesión de ejercicio mejora el
autocontrol posterior, particularmente cuando el ejercicio es de una intensidad
moderada y requiere cierto grado de compromiso cognitivo (Boat y Cooper,
2019).

Por otro lado, se sabe también que diferentes problemas de salud, como
la adicción, y algunos trastornos mentales, como el trastorno por déficit de
atención con hiperactividad, la ansiedad, la depresión, la esquizofrenia y el
trastorno límite de la personalidad, implican problemas de autorregulación (Tang
et al., 2012).

5.4 DEPRESIÓN

La depresión es un trastorno con una alta prevalencia en la mayoría de


culturas del mundo, afectando a entre el 6% y el 18% de la población mundial,
tanto a jóvenes y a adultos como a ancianos (Schuch y Stubbs, 2019).
23

En adolescentes, la depresión es un problema de salud pública, el cual


suele ser multicausal y es capaz de predecir, a su vez, problemas sociales
futuros (Navarro-Loli y Moscoso, 2017).

Por otra parte, como concluyeron Booth et al. (2017), la inactividad física
favorece la aparición de 35 enfermedades, 10 de ellas líderes de las causas de
muerte en Estados Unidos actualmente, y estando entre ellas la depresión. La
actividad física influye en estas enfermedades a través de: comportamientos,
sistema nervioso central, capacidad cardiorrespiratoria, metabolismo, tejido
adiposo, músculos, huesos, inmunidad, digestiones y cáncer.

En dos metaanálisis, elaborados por Stubbs et al. (2016) y Adamson et al.


(2015), se muestra que el ejercicio, en general, es un tratamiento viable para la
depresión, ayudando a reducir sus síntomas. Ambos coinciden en que el ejercicio
es particularmente más efectivo cuando es guiado y dirigido por profesionales
con formación específica en la prescripción del ejercicio.

Según Repple y Opel (2021), el ejercicio físico se postula como una


estrategia antidepresiva eficaz, protegiendo en el desarrollo de los síntomas de
depresión. La explicación neurobiológica demostrada es que la realización de
ejercicio aumenta la cantidad de materia gris, mejora la función de la materia
blanca y favorece la conectividad de diferentes zonas cerebrales.

Por otro lado, como confirman Kandola et al. (2019), la actividad física en
general, y el ejercicio físico en particular, tienen efectos antidepresivos mediante
diferentes mecanismos biológicos y psicosociales.

Figura 4.
24

Mecanismos, moderadores y factores de confusión de la relación entre


actividad física y síntomas de la depresión (extraído de Kandola et al., 2019).

Campbell et al. (2004) publicaron un metaanálisis en el que reúnen


diferentes estudios que demuestran que las personas con depresión tienen un
volumen del hipocampo menor que individuos que no padecen dicho trastorno.
La disminución del volumen del hipocampo es, de media, del 10% en el lado
derecho y del 8% en el izquierdo (Videbech y Ravnkilde, 2004)

El hipocampo regula de los procesamientos cognitivos y emocionales.


Ambos tipos de procesamiento se ven afectados en pacientes con depresión
(Dale et al., 2015).
25

Por otro lado, el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), el cual
se ha explicado anteriormente que aumentaba con el ejercicio físico, es el factor
neurotrófico más estudiado involucrado en la neurobiología de la depresión
(Amidfar et al., 2021), posiblemente por la influencia en la neuroplasticidad de
áreas cerebrales involucradas en el procesamiento cognitivo y emocional.

Se sabe que, como indican Ávila-García et al. (2021), los niños con niveles
de actividad física moderada o alta tenían niveles más altos de calidad de vida
que los que sujetos sedentarios.

La actividad física puede proteger del desarrollo de la depresión tanto a


niños como a adultos y ancianos. Para mantener la adherencia al ejercicio, la
motivación autónoma juega un papel importante. El apoyo social y la supervisión
por parte de un profesional pueden incrementar las posibilidades de adherencia
y de éxito del tratamiento (Schuch y Stubbs, 2019).

Aunque se conocen un gran número de los beneficios que supone el


ejercicio físico en el tratamiento de la depresión, según un estudio publicado por
Martínez et al. (2005) realizado sobre la población española, el porcentaje de
personas diagnosticadas con este trastorno que realiza ejercicio es muy parecido
al de la población general. Además, es destacable que el porcentaje de pacientes
que participaron en dicho estudio a los que se les prescribió ejercicio físico fue
del 59’2%, un porcentaje aparentemente bajo si se compara con el 100% que
sería recomendable. Por otro lado, a 9 de cada 10 de los participantes a los que
se les prescribió ejercicio físico por parte del médico de familia, y no por un
profesional del ejercicio físico.

5.5 RENDIMIENTO COGNITIVO

El ejercicio de intensidad moderada mejora de desempeño en tareas


cognitivas, así como el tiempo de respuesta (Chang et al., 2012).
26

En un metaanálisis publicado por Donnelly et al. (2016), los autores


concluyeron que la actividad física tiene una influencia positiva en la cognición,
además de en la estructura y función del cerebro; sin embargo, aún queda por
conocer qué tipo, cantidad, frecuencia y momento son los más indicados.

Además, se sabe también que sea cual sea la edad del sujeto, la función
ejecutiva mejora con el ejercicio físico (Lucas et al., 2012; Yoon et al., 2018).

Cada vez hay más evidencia que sugiere que la participación en el


ejercicio aeróbico regular es eficaz para mejorar la salud cognitiva y cerebral en
la edad adulta, principalmente mediante el incremento del volumen de materia
gris en el hipocampo y en el córtex prefrontal (Erickson, 2011).

Por otro lado, en adultos mayores, como indican Huang et al. (2021), el
ejercicio de fuerza es el que tiene más probabilidades de ser el óptimo para
frenar el deterioro cognitivo, sobre todo en personas con demencia. Los
ejercicios de fuerza más efectivos sobre la cognición y la función ejecutiva
parecen ser los multiarticulares. En la Figura 5 aparecen varios mecanismos por
los que el entrenamiento de fuerza influye en la cognición.

Existe también evidencia de que una combinación de ambos tipos de


entrenamiento, de fuerza y de resistencia, es la tiene más efectos positivos en la
atención y en la memoria de trabajo (Rêgo et al., 2019).

Figura 5.

Efectos del entrenamiento de fuerza en la cognición (extraído de Pinho et al.


(2019).
27

Cabe destacar también la existencia de evidencia de mejora del


rendimiento cognitivo a través de la influencia del ejercicio físico en el
microbioma intestinal (Sanborn y Gunstad, 2020).

Figura 6.

Modelo propuesto por el que la actividad física mejora la función cognitiva


mediante su influencia en el microbioma intestinal, extraído de Sanborn y
Gunstad (2020).
28

6. DISCUSIÓN

En The meaning of the body, su autor, Mark Johnson, critica la visión


cartesiana, muy típica en la actualidad, de la separación entre cuerpo y mente.
Para él, somos personas, con un cerebro operando con un cuerpo, y con este
cuerpo interactuando con el entorno, material y social, en un proceso de cambio
continuo a través de experiencias.

Quizás Johnson no se aleje tanto de la realidad, teniendo en cuenta los


múltiples beneficios de la actividad física tanto en la salud corporal (Miles, 2007),
como en la salud cerebral (Di Liegro et al., 2019).

6.1 NEUROPLASTICIDAD

Uno de los mayores interrogantes a la hora de relacionar neuroplasticidad


y ejercicio es saber cuál es el tipo de ejercicio más beneficioso en este aspecto.
Cassilhas et al. (2016) destacan la evidencia existente relativa al entrenamiento
de resistencia en comparación con el entrenamiento de fuerza, pero esto puede
ser debido a que existe menos evidencia sobre la influencia del entrenamiento
de fuerza en este aspecto, ya que suele ser más complicado realizar estudios de
este tipo.

También hay evidencia de la plasticidad estructural asociada a la


adquisición de habilidades motoras. El aprendizaje induce cambios estructurales
en la materia gris y blanca en humanos (Dayan y Cohen, 2011). A nivel personal,
creo que se infravaloran los beneficios de una buena coordinación motora, la
cual permite el disfrute de diferentes modalidades deportivas (con lo que eso
conlleva), además de permitir una interacción con el entorno adecuada y
cómoda.

En un ensayo publicado por Pi et al. (2019), en el que midieron la actividad


cerebral de jugadores de baloncesto de diferente nivel, observaron que aquellos
29

que tenían un nivel más alto o llevaban más años jugando tenían una mayor
eficiencia en la conectividad de las redes atencionales, sensoriomotoras,
visuales y Default Mode Network. Según los autores, el aprendizaje de las
habilidades motoras puede mejorar la capacidad del cerebro para controlar el
comportamiento, tomar mejores decisiones y tener más precisión a la hora de
controlar la atención.

6.2 HIPOCAMPO Y CORTEX PREFRONTAL

Si la exposición a estímulos novedosos mejora la conexión entre la


corteza prefrontal medial y el hipocampo (Park et al., 2021), favoreciendo la
plasticidad asociada al aprendizaje, se podría plantear la posibilidad de que la
ejecución de movimientos que precisen cierto componente cognitivo, ya sea por
la coordinación que se requiera, por la ejecución atendiendo a estímulos
externos o por la novedad del movimiento en si para el individuo que lo realiza,
provoque mejoras en la flexibilidad cognitiva, terminando en una posible mejora
de la resolución de problemas.

La generación de nuevas neuronas en el hipocampo es crucial para el


aprendizaje espacial, el reconocimiento de objetos y la memoria (Vukovic et al.,
2011). Además, en varias enfermedades neurodegenerativas hay un deterioro
cognitivo asociado a la disfunción del hipocampo.

6.3 DEPRESIÓN

Las personas con depresión presentan bajos niveles de actividad física


(Schuch et al., 2017).
30

¿Es la depresión la que hace que se aprenda que el ejercicio físico es


peyorativo o es la falta de ejercicio y actividad física lo que influye en el aumento
de la indefensión aprendida y la actitud pasiva?

Aunque el ejercicio físico pueda tener efectos paliativos sobre la depresión


y ser una estrategia antidepresiva eficaz (Repple y Opel, 2021), sería necesario
abordar el caso desde una perspectiva más amplia, modificando otros aspectos
del estilo de vida del individuo que aporten un efecto acumulativo sobre los
síntomas presentes. Entre estos aspectos se pueden nombrar la nutrición (Firth
et al., 2019), una relajación y sueño correctos, interacción social adecuada,
incorporación de meditación y la reducción de sustancias recreativas como
nicotina, drogas y alcohol (Sarris et al., 2014).

Parece que está claro que, si se consigue que personas con depresión
realicen actividad física, sus síntomas depresivos disminuirían. No obstante,
observando la evidencia existente al respecto, se podrían modificar algunos
factores subyacentes a la realización de ejercicio físico como los siguientes:

• Realización de ejercicio en grupo, creando sensación de pertenencia a


una “tribu” de individuos similares. Se favorecería el estímulo social
positivo, eliminando parte de los síntomas de la soledad. En algunos
casos sería interesante el contacto entre los participantes, favoreciendo
la liberación de oxitocina (Neumann y Landgraf, 2012), la cual disminuye
la ansiedad, el miedo y el estrés (Yoon y Kim, 2020).
• Realización de ejercicio en entornos naturales, ya que aumenta la
sensación de vitalidad, el compromiso y el positivismo, y disminuye la
tensión, la confusión, la ira y la depresión, aumentando la energía
(Thompson et al., 2011).
• Sinérgico a lo anterior, realizar el ejercicio descalzo sobre un suelo
natural. Esto reduce la inflamación, el dolor y el estrés, mejorando el flujo
sanguíneo, el sueño y la vitalidad (Menigoz et al., 2020).
• Favorecer la consecución de retos u objetivos que estimulen el sistema
de recompensa, el cual suele estar desregulado en personas con
depresión (Keren et al., 2018; Fox y Lobo, 2019).
31

• Sonando una música que guste a las personas que realizan la actividad.
Esto mejora la salud y el bienestar mediante la participación de los
sistemas de recompensa, motivación y placer, disminuyendo el estrés,
aumentando la inmunidad y fomentando la afiliación social (Chanda y
Levitin, 2013).
• Tener como guía o entrenador una persona con formación específica en
la prescripción del ejercicio y conocimiento suficiente (Adamson et al.,
2015; Stubbs et al., 2016).
• Combinar todo lo anterior con una nutrición adecuada (Firth et al., 2019),
una relajación y sueño correctos, buena interacción social, meditación y
eliminación de abuso de sustancias nocivas como nicotina, drogas y
alcohol (Sarris et al., 2014).

Todos estos elementos serían agregables a la práctica de ejercicio en


función de la personalidad del individuo en cuestión, atendiendo a sus rasgos,
gustos e intereses, y priorizando siempre la comodidad y el bienestar subjetivo
de cada persona.

6.4 LIMITACIONES

La temática elegida cuenta con una gran cantidad de evidencia existente


que la respalda, por lo que ha sido imposible profundizar en algunos aspectos.
Además, debido a la amplitud del abanico de mecanismos por los que el ejercicio
o la actividad física tienen una influencia a nivel cerebral, tampoco se han
abordado todos los mecanismos existentes.

No se ha explicado, por ejemplo, la posible influencia del aumento del flujo


sanguíneo cerebral y el control de la presión sanguínea en el rendimiento
cognitivo (Smith y Ainslie, 2017).

En Spark! How exercise will improve the performance of your brain, Ratey
y Hagerman explican diferentes mecanismos que no han sido tratados en el
32

presente trabajo. Entre ellos se pueden destacar la influencia de la realización


de ejercicio físico en los cambios hormonales y en el envejecimiento.

No se ha hablado tampoco del intercambio metabólico implicado en el


ejercicio, el cual tiene algunas vías comunes con el ayuno (Mattson et al., 2018).
En la Figura 7 se observan diferentes mecanismos por los que estos cambios
pueden tener beneficios a nivel cognitivo.

Figura 7.

Modelo de cómo el intercambio metabólico intermitente puede optimizar el


rendimiento cerebral y mejorar la resistencia a lesiones y enfermedades, extraído
de Mattson et al. (2018).

No se ha hablado tampoco del aumento del flujo de sangre cerebral, ni de


cómo el ejercicio influye directamente en la prevención de enfermedades
33

neurodegenerativas como Alzheimer o Parkinson (Paillard et al., 2015) o de


cómo la salud cardiovascular influye positivamente en el bienestar psicológico
(Boehm y Kubzansky, 2012).

Figura 8.

Mecanismos por los que la práctica regular de ejercicio físico mejora la función
cognitiva y la función motora previniendo enfermedades neurodegenerativas,
extraída de Paillard et al. (2015)
34

7. CONCLUSIONES

La relación entre la salud física y el bienestar subjetivo es bidireccional.


Además, el bienestar psicológico juega un rol protector en el mantenimiento de
la salud (Steptoe et al., 2015).

Si la salud es uno los principales principios del bienestar individual, y la


actividad física mejora la salud, la actividad física se postula como una
herramienta o hábito imprescindible en una vida óptima. A lo largo de este trabajo
se han expuesto diferentes mecanismos por los que esto ocurre.

El ejercicio físico provoca un efecto sinérgico entre músculo, cerebro y


corazón, modulando cambios a nivel molecular, bioquímico y fisiológico que
reducen el riesgo de enfermedades crónicas y mejora la calidad de vida (Pinho
et al., 2019).

Figura 9. Interacciones entre los diferentes sistemas del cuerpo tras la


realización de ejercicio físico regular, extraído de Pinho et al. (2019).
35

La actividad física, sobre todo si es realizada de forma regular, mejora la


función cognitiva (Donnelly et al., 2016). Un buen funcionamiento cognitivo
mejora la calidad de vida y favorece el envejecimiento saludable (González y
Gómez, 2017).

En cuanto a la depresión, la realización de ejercicio no evita que se tenga,


pero si reduce el riesgo de padecerla y ayuda a disminuir sus síntomas. La clave
aquí es tratar la depresión de una manera más global, utilizando el ejercicio como
una herramienta más dentro de un tratamiento más amplio.

Analizando conclusiones como las de PI et al. (2019), quienes relacionan


el aprendizaje de las habilidades motoras con la mejora de la capacidad cerebral
para modular el comportamiento, tomar mejores decisiones y tener más precisión
en la atención, se podría decir que en el futuro uno de los grandes objetivos
puede ser determinar qué influencia tiene el perfeccionamiento de la
coordinación motriz del propio cuerpo en relación con el manejo de las
emociones y del comportamiento. Todo apunta a que el autoconocimiento
corporal conduce al autoconocimiento mental.

Con el tiempo se va acumulando evidencia que sugiere que el bienestar


psicológico está asociado con un menor riesgo de enfermedad y mortalidad
(Trudel-Fitzgerald et al., 2019), por lo que programas que favorezcan el ejercicio
físico pueden considerarse una intervención con un buen ratio costo-beneficio.
Sería de gran ayuda para la sociedad que se siguiera profundizando sobre las
diferentes maneras por las que el ejercicio físico provoca mejoras en el bienestar,
tanto individual como colectivo, de forma que se favoreciera dicha actividad a
través de políticas orientas a ello, con promociones de diversos tipos y facilitación
en colegios e institutos.

Las investigaciones futuras deberían estar orientadas a determinas el tipo,


la frecuencia y la intensidad del ejercicio más adecuadas para preservar la
integridad de la función cognitiva o mejorar dicha función, favoreciendo así un
desarrollo óptimo del individuo (Sofi et al., 2011; Franco-Martín et al., 2013).
36

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