Está en la página 1de 11

UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE SALAMANCA

FACULTAD DE TEOLOGÍA

TRACTO 90
Apuntes sobre algunos pasajes de los Treinta y Nueve Artículos

Trabajo de: san John Henry Newman, fe, razón e Iglesia para el siglo XXI

Alumno: Elmer Horacio Jiménez Granda


Profesor: Dr. D. Fernando Rodríguez Garrapucho

Salamanca 2022

1
I. INTRODUCCIÓN

La publicación del Tracto 90 en febrero de 1841 supuso el principio del fin del proceso que
culmino con la recepción del beato John Henry Newman en la Iglesia católica, el 9 de octubre
de 1845.

La terminología de Tracto, según el Oxford English Dictionary, proviene de trac, que significa
escrito breve de carácter religioso, político o de otra índole. Los tractos eran escritos por
diversos miembros del Movimiento de Oxford, un tercio de los noventa tractos fueron escritos
o editados por Newman; eran folletos en los que se trataban diversas cuestiones teológicas,
con el objetivo de proteger a la Iglesia de las injerencias del Estado y preservar la fe apostólica
de la Iglesia de Inglaterra.

Para defender la fe apostólica de la Iglesia de Inglaterra, Newman optaba por “la vía media”
entre protestantismo radical y el catolicismo romano demasiado liberal. Newman pensaba que
la Iglesia de Roma había corrompido la Fe, transmitida por los Apóstolos, al introducir nuevas
doctrinas (devoción a la Santísima Virgen y a los Santos, Transustanciación, Purgatorio,
Indulgencias, brevemente, lo que los protestantes llamaban “las corrupciones romanas”). Por
eso, Newman y sus amigos buscaban las fuentes de esta renovación en la Iglesia de los
tiempos primitivos, es decir, en los Padres de la Iglesia.

Tenía una fascinación por los padres de la Iglesia, que comenzó a leer sus obras. Unos de sus
amigos le invitan a leer una articulo sobre el cisma donatista, donde le llama la atención sobre
una cita de san Agustin: “Securus iudicat orbis terrarum” aquel principio le ofrecía la clase para
entender la historia de la Iglesia e invalidada la teoría de la vía media.

Newman se propone dar una interpretación católica a los 39 Artículos para proponer su tesis
de que la Iglesia anglicana seria parte de la Iglesia católica. Pero el efecto fue totalmente
contrario a lo que Newman intentaba lograr. La iglesia de Inglaterra era la continuación de la
única Iglesia a la que pertenecieron Atanasio y Agustín en el pasado, esa doctrina estaba viva
en los textos oficiales del anglicanismo y en los 39 artículos.

Pero, la aparición del Tracto 90 causó una tempestad de protestas, de parte de la Universidad
de Oxford, de la Iglesia anglicana y de la prensa popular. El rechazo del Tracto fue casi
unánime. Todos los obispos anglicanos estaban contra Newman. Se lo acusó de ser deshonesto
y traidor. Bajo la presión de las protestas, los Tractos fueron suspendidos.

Antes de continuar con la exposición del Tracto 90 es preciso mencionar la historia de los
Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia anglicana. Estos artículos forman el resumen básico de
creencias de la Iglesia de Inglaterra, son principios doctrinales.

En 1534, el parlamento de Inglaterra formalizó la ruptura definitiva con la Iglesia de Roma


aprobando el Acto de Supremacía, que convirtió al monarca, Enrique VIII, en cabeza suprema
de la Iglesia de Inglaterra. Enrique VIII como cabeza de la Iglesia en Inglaterra, debía dictar
tanto lo que se debía creer como lo que se debía hacer. En 1534 fueron aprobados los diez
primeros artículos en una Convocación, supervisada por el rey. En 1553 el rey aprueba 42
artículos redactados por el arzobispo de Canterbury Thomas Cranmer. Los artículos tenían
como objeto proporcionar una plataforma doctrinal a la Iglesia de Inglaterra y situarla en esa

2
vía media. En 1563 la reina Isabel I, aprobó 38 artículos. En 1571 se aprobaron los 39 artículos
actuales.

Para abordar el estudio es estos artículos, Newman utiliza las Homilías que son sermones
autorizados de la Iglesia de Inglaterra, las reflexiones de los padres de la Iglesia, la reflexión de
los teólogos anglicanos del siglo XVI y XVII, y las conclusiones del concilio de Trento. El fin de
las homilías era evitar que clérigos poco instruidos difundieran doctrinas erróneas. El primer
volumen de las homilías fue publicado en 1547, contiene doce sermones, cinco de ellos
compuestos por el arzobispo Thomas Cranmer. El segundo volumen fue publicado en 1563,
estos sermones fueron escritos por el obispo John Jewel. En 1632 las Homilías se publicaron en
un único volumen: Bookof Homilies1.

II. APUNTES SOBRE ALGUNOS ARTÍCULOS

1. Sagrada escritura y autoridad de la Iglesia

Articulo VI y XX: “La escritura Santa contiene todas las cosas necesarias para la salvación. De
modo que cualquier cosa que ni en ella se lee ni con ella se prueba no debe exigirse de hombre
alguno para que la crea como articulo de fe, ni debe ser tenida por requisito para la salvación”.

A este articulo Newman menciona que, la escritura contiene todos los artículos necesarios de
la fe y no se hará valer como artículo de fe ningún punto que no esté contenido en la Escritura.
A esta cuestión Newman se pregunta: “cuáles son los medios de que se sirve la Iglesia para
interpretar la Escritura: si es un directo don divino, o la tradición católica, o una exegesis critica
del texto o cualquier otro; y, por otro lado, quién decide si esté interpretando correctamente
la Escritura o no”2. Sin embargo, la expresión de que, la escritura en la regla de la fe, es algo
reciente, no tenemos que remitir a los orígenes para abordar esta cuestión.

La Iglesia antigua consideraba que era la tradición apostólica y no la Biblia, la Regula Fidei.
Newman, citando a Jeremy Taylor (1613-1667), obispo de la Iglesia de Irlanda, menciona que,
la Escritura y el Credo de los apóstoles tienen la función de ser, para todas las Iglesias, la Regla
y medida de la fe, mediante la que todas las Iglesias se salvan. Asimismo, Bramhall, arzobispo
de la Iglesia de Irlanda ((1594-1663), dice que, las Escrituras y el Credo no son diferentes
Reglas de fe, sino una y la misma Regla, ampliada en la Escritura y reducida en el Credo.

Pero la declaración mas completa y decisiva sobre esta materia se encuentra en la obra de
Field (1561-1616), sacerdote anglicano, dice que muchas cosas son llamadas reglas de fe. Los
Artículos de fe y otras verdades que expresamente se hayan conocido. La Escritura, en tanto
que contiene en si toda la doctrina de fe que Cristo entrego. La practica uniforme y el juicio de
aquellos que nos precedieron, como explicación cierta de las cosas que se contienen en la
Escritura. Así pues, no hacemos de la Escritura la Regla de nuestra fe, sino que hay cosas de
otro tipo que igualmente pueden ser reglas; de modo que no es seguro, sin referencia a esas
otras cosas, juzgar nada mediante la sola Escritura 3. En este sentido, la sola Escritura no es la
Regla de la fe.

1
Cfr. John Henry Newman, El Tracto 90, Apuntes sobre algunos pasajes de los Treinta y Nueve Artículos,
traducción de José Gabriel Rodríguez Pazos, Salamanca 2017, p. 9-20
2
Ibid. P. 38
3
Ibid. P. 35-42

3
2. Justificación solo por la fe

Articulo XI. “Es doctrina muy saludable y muy llena de consuelo que somos justificados
solamente por la fe”.

Las homilías añaden que la fe es el único medio, el único instrumento de justificación. Pero
Newman menciona que esta afirmación implica reconocer que el bautismo y las obras también
son instrumentos de justificación, y que las homilías lo expresan. El poder instrumental de la fe
no puede interferir con el poder instrumento del bautismo; porque la fe es lo único que
justifica, no en contraposición a toda medio o instrumento, sino a todas las damas gracias. Así
pues, cuando a la fe se la llama el único instrumento, se quiere decir el único instrumento
internos, no el único instrumento del tipo que sea. De igual modo, el asentimiento a la
doctrina de que la sola fe justifica no excluye en modo alguno la doctrina de que las obras
también justifican. Las obras también son un medio 4.

3. Obras antes y después de la justificación

Articulo XII y XIII. “Las obras hechas antes de la gracia de Cristo y de la inspiración de su
Espíritu no son agradables a Dios, porque no nacen de la fe en Jesucristo…”

Newman dice que se mencionan dos tipos de obras: obras antes de la justificación y obras
después. Y establece estas diferencias. 1) las obras antes de la justificación están hechas antes
de la gracia de Cristo y de la inspiración de su Espíritu. 2) las obras antes no nacen de la fe en
Jesucristo; las obras después son fruto de la fe. 3) las obras antes tienen naturaleza de pecado;
las obras después son buenas obras.

El articulo contempla estos dos estados: uno de gracia justificante y otro de total carencia de
gracia; y dice que aquellos que están en una total carencia no pueden hacer nada para obtener
la justificación. No obstante, hay un estado intermedio, del que el artículo no dice nada, pero
que no debe olvidarse, porque ese estado también existe. Los hombres no están siempre en la
luz o en la oscuridad, sino que a veces están entre ambas; a veces no están en un estado de
justificación cristiana, pero, sin embargo, tampoco han sido totalmente abandonados por Dios.
A ellos no les ha sido dada la gracia habitual, pero reciben la visita de influencias divinas, o
gracia actual o asistencia de algún tipo; y estas influencias son los primeros frutos que
preceden a la gracia de justificación. Las obras hechas con la asistencia divina y en la fe, antes
de la justificación, disponen a los hombres a recibir la gracia de la justificación.

Si las obras, incluso antes de la justificación, cuando se llevan a cabo por la influencia de la
asistencia divina, obtienen la gracia, mucho mas la obtienen las obras después de la
justificación. Son obras agradables a Dios; y son aceptables, Dios la premia. Al mismo tiempo,
de igual modo que las obras antes de la justificación pueden ser realizadas bajo un influjo
divino, las obras después de la justificación son susceptibles de ser afectadas por la infección
del pecado original; y, al no ser perfectas, no pueden expiar nuestros pecados ni soportar la
severidad del juicio divino5.

4
Ibid. P. 43-45
5
Ibid. P. 47-50

4
4. La Iglesia visible

Articulo XIX. “La Iglesia visible de Cristo es una congregación de hombres fieles en la cual es
predicada la pura Palabra de Dios y los Sacramentos son debidamente administrados,
conforme a la institución de Cristo en todas aquellas cosas que para ellos necesariamente se
requieren”.

Newman dice que, esta no es una definición abstracta de una Iglesia, sino una descripción de
la que de hecho existe: la Iglesia Una, Santa, y católica dispersa por el mundo. La Iglesia es una
sociedad concreta de fieles. Esto resulta evidente considerar el modo habitual de describir la
Iglesia católica que adoptan todos los escritores desde los primeros tiempos hasta el tiempo de
este artículo. Por ejemplo, san clemente de Alejandría dice: “Cuando digo Iglesia, no quiero
decir un lugar, sino la congregación de los elegidos”. Orígenes: “La Iglesia, la asamblea de
todos los fieles”. San Ambrosio: “Una congregación, una Iglesia”. San Agustín: “La Iglesia es el
pueblo de Dios a través de todos los tiempos”. El papa Gregorio: “La Iglesia, una multitud de
los fieles reunidos, de ambos sexos”. El papa Pio II: “La Iglesia es la multitud de los fieles
dispersos por todas las naciones”. Y sigue Newman una larga lista de los grandes personajes de
los primeros siglos donde se concibe a la Iglesia como la comunidad de los fieles, es una
realidad concreta y no abstracta6.

5. Concilios generales

Articulo XXI. “no pueden congregarse concilios generales sin el mandamiento y autoridad de
los príncipes; y cuando están congregados, ellos pueden errar aun en las cosas pertenecientes
a Dios. Por lo cual, las cosas ordenadas por ellos como necesarias para la salvación no tienen
fuerza ni autoridad, a no ser que pueda evidenciarse que fueron sacadas de las Santas
Escrituras”.

Newman dice que, los concilios generales pueden errar como tales. Los concilios generales no
se congregan únicamente por el mandamiento y autoridad de los príncipes, sino en el Nombre
de Cristo, según la promesa de nuestro Señor. El articulo únicamente considera al príncipe
humano, no al Rey de los Santos. Mientras los concilios son cosa de la tierra, evidentemente,
su infalibilidad no esta garantizada; cuando son cosas del cielo, sus deliberaciones están
controladas por un poder superior y sus decretos son autoritativos.

En este caso Newman se pregunta, ¿Cuáles son las condiciones que hacen que una reunión de
hombres se de en el nombre de Cristo? Algunos han incluido entre esas condiciones la
posterior recepción de sus decretos por la Iglesia universal; otros, una rarificación por parte
del papa. No obstante, el artículo menciona otra de esas condiciones que, en cuestiones
necesarias para la salvación, un concilio debe probar sus decretos mediante la Escritura.

Newman cita a san Gregoria de nacianceno, para ilustrar bien la compatibilidad de esta
articulo con la creencia en la infalibilidad de los concilios ecuménicos: “Mi sentir es, si debo
escribir la verdad, apartarme de toda conferencia de obispos, porque nunca vi salir de
conferencia alguna el bien, o un remedio, sino, mas bien, un aumento de los males. Pues hay
disputas y ambiciones, y estas controlas a la razón”. Sin embargo, por otro lado, habla en otro
sitio de “el santo concilio de Nicea, y aquel grupo de elegidos que el Espíritu Santo junto” 7.
6
Ibid. P. 51 - 53
7
Ibid. P. 55-57

5
6. Purgatorio, indulgencias, imágenes, reliquias, invocación de los santos

Articulo XXII. “la doctrina romana concerniente al purgatorio, indulgencia, veneraciones y


adoración, así de imágenes como de reliquias, y la invocación de los santos, es una cosa tan
fútil como vanamente inventada, que no se funda sobre ningún testimonio de las Escrituras,
sino mas bien repugna a la Palabra de Dios”.

Newman dice que, es a la doctrina romana a la que se plantea objeciones, no condena a la


doctrina primitiva. Hubo una doctrina primitiva sobre todos estos puntos que era ampliamente
aceptada y respetada, esta doctrina no la condena el artículo.

El purgatorio. Hubo una doctrina primitiva relativa al fuego del juicio, la cual no es condenada.
Como se menciona: las llamas que acompaña al juicio será una dura prueba por la que tendrán
que pasar todos los hombres; que los grandes santos como santa María, la pasarán intactos;
que otros sufrirán alguna pérdida; peor ninguno de los que han edificado sobre el cimiento
adecuado sucumbirá. Así mismo, el purgatorio es la purificación, aunque castigo, no es un
daño sensible, y mucho menos un tormento de fuego, sino la ausencia de la presencia de Dios.
Y otro purgatorio es aquel en que la purificación es una santificación progresiva, y no conlleva
dolor alguno. Ninguna de estas doctrinas es condenada por el artículo.

La doctrina reprobada por el articulo se especifica en las homilías, citando a san Agustín dice
que, la sentencia de Dios es irrevocable y no se puede cambiar, el hombre muere en estado de
salvación o de condenación y no podemos ayudar a otros o que otros nos ayuden con sus
oraciones. Por otro lado, el Concilio de Trento enseña que el purgatorio es un lugar para
creyentes, para aquellos que ya han sido perdonados en esta vida pueden limpiarse y
purificarse para contemplar el rostro de Dios.

Indulgencias. Newman cita a las homilías donde se menciona que las indulgencias son enormes
y desproporcionados perdones de la pena merecida por el pecado, que se obtiene mediante el
pago de dinero.

Veneración y adoración de imágenes y reliquias. Newman cita a san Ambrosio donde menciona
que, cuando Elena encontró la Cruz y le titulo sobre ella, Elena veneraba al Rey que había
colgado de la Cruz y no a la madera. Lo que se condena es este articulo son los abusos que se
pueden dar con las imágenes y reliquias, esto es suprimir a Dios o verlas como dioses.

Invocación a los santos. Newman dice que el oficio diario está repleto de invocaciones a los
ángeles para que alaben y bendigan a Dios. Y también nos dirigimos a los espíritus y almas de
los justos en el Benedicite. Lo que es objetable en las homilías es suplantar a Dios invocando a
los santos8.

7. Los sacramentos

Articulo XXV. “Aquellos otros cinco comúnmente llamados sacramentos, a saber,


confirmación, penitencia, orden, matrimonio y extremaunción, no deben reputarse
sacramentos del Evangelio, habiendo en parte emanado de una imitación pervertida de los
apóstoles, y siendo en parte estados de vida aprobados en las Escrituras; pero que no tienen la

8
Ibid. P. 59-76

6
esencia de sacramentos, como la tiene el bautismo y la cena del Señor, porque carecen de
signo alguno visible o ceremonia instituida por Dios”.

Newman dice que, este articulo no niega que so cinco ritos en cuestión sean sacramentos, sino
que sean sacramentos en ele sentido en que el bautismo y la cena del Señor son sacramentos:
sacramentos del Evangelio, sacramentos con un signo visible instituido por Dios. Después de
citar a las homilías donde hacen referencia a los sacramentos Newman concluye diciendo que,
el católico romano considera que hay siete sacramentos; nosotros no determinamos el
numero de manera estricta, definimos la palabra como signo externo de una gracia interna. no
obstante, si establecemos que Cristo ha instituido dos sacramentos especiales, como
generalmente necesarios para la salvación, son los únicos ritos que justifican, o los únicos
instrumentos para la reconciliación con Dios. El orden, por ejemplo, confiere poder, pero sin
hacer que el alma sea aceptable para Dios; la confirmación confiera luz y fortaleza, pero se
limita a completar el bautismo; y la absolución puede considerarse una institución negativa, en
el sentido en que sirve para eliminar la barrera que el pecado ha interpuesto entre nosotros y
la gracia, que es nuestra por herencia. Pero lo dos sacramentos del Evangelio son los
instrumentos de la vida interior, según la declaración de nuestro Señor de que el bautismo es
un nuevo nacimiento y que en la eucaristía comemos el pan vivo 9.

8. La Transubstanciación

Articulo XXVIII. “La transustanciación del pan y del vino en la Cena del Señor no pueden
probarse por las Santas Escrituras: más bien repugna a las palabras terminaste de los Libros
Sagrados, trastorna la naturaleza de sacramento y ha dado ocasión a muchas supersticiones”.

Dice Newman que la transustanciación a la que aquí se objeta es la de esa espantosa doctrina
que sostiene, tal y como el articulo continúa diciendo, que el cuerpo de Cristo no se da, se
tomo y se como en la Cena de un modo celestial y espiritual únicamente, sino que se
comprime carnalmente con los dientes: mientras que nosotros sostenemos que la única
sustancia a la que se pueden atribuir tales características es el pan que vemos.

Pero en las homilías se aclara, refiriéndose a Cipriano dice que, cuando hacemos estas cosas,
no hace falta que preparemos los dientes, sino que con fe sincera partamos y dividamos ese
santo pan. Es bien sabido que la carne que buscamos en esta cena es comida espiritual,
alimento del alma, refacción celestial, no terrenal; una carne invisible, no corporal.

Prosigue Newman que, en el caso de la transustanciación, nuestro articulo no se circunscribe a


una teoría abstracta, sino natural. pero ningún cuerpo natural puede estar en mas de un lugar,
por tanto, el cuerpo natural de Cristo no puede estar en el pan y el vino, o allí donde el pan y el
vino se ven. Dicho de otro modo, no hay una presencia local en el sacramento. Por tanto, hay
una presencia real lo afirma la Escritura y lo confiesan las Homilías, el catecismo y el Comunión
Cervice, y no es una presencia loca. Cristo puede estar realmente cerca de nosotros, aunque
este en el cielo, y su presencia en el sacramento puedo no ser otra cosa que la realización de
esa cercanía al que le rinde culto10.

9. Las misas

9
Ibid. P. 77-81
10
Ibid. P. 83- 90

7
Articulo XXXI. “Los sacrificios de las misas (en las que se decía comúnmente que el presbítero
ofrecía a Cristo en remisión de la pena o culpa por los vivos y los difuntos) son fabulas
blasfemas y engaños perniciosos”.

Newman dice que, aquí no se habla del sacrificio de la misa, sino de los sacrificios de las misas.
Se dice de estos sacrificios que son “fábulas blasfemas y engaños perniciosos”. Ahora bien, la
fabula blasfema es la enseñanza de que hay sacrificios por el pecado distintos de la muerte de
Cristo, y que las misas son esos otros sacrificios. Y el engaño pernicioso es convertir esa
creencia en sórdida ganancia. La oblación de Cristo hecha una sola vez, es la perfecta
redención, propiciación y satisfacción por todos los pecados de todo el mundo.

así mismo, Newman citando al Concilio de Trento dice que, los obispos ordinarios cuiden con
esmero, y estén obligados a prohibir, y quitar todo lo que ha introducido la avaricia, culto de
los ídolos; la irreverencia, que apenas se pueda hallar separada de la impiedad; o la
superstición. Prohíban las condiciones de pagos de cualquier especie, los contratos y cuanto se
da pro la celebración de las Misas nuevas, igualmente las importunas y groseras cobranzas de
las limosnas…

y concluye diciendo Newman, se entiende que, en su conjunto, el artículo que tenemos ante
nosotros no habla en contra de la misa en su misma, ni en contra de que sea una ofrenda en
remisión del pecado por lo vivos y los difuntos; sino en contra de que se vea, por un lado,
como independiente o distinta del sacrificio de la Cruz, lo cual es una blasfemia; y, por otro
lado, que se dirija al enriquecimiento de aquellos a los que corresponde celebrarla, lo cual es,
además, una impostura11.

10. El matrimonio del clero

Articulo XXXII. “Ningún precepto de ley divina manda a los obispos, presbíteros y diáconos
vivir en el estado de celibato o abstinencia del matrimonio”.

Newman dice que, en el articulo no hay motivo para la controversia. El celibato clerical, como
obligación, no se fundamenta en la ley de Dios, sino en la regla de la Iglesia o en el voto.
Nuestra Iglesia deja el asunto a la discreción de los clérigos; y la mayoría de la gente estará de
acuerdo en que, dadas nuestras circunstancias, actúa sabiamente al hacerlo así 12.

11. Las homilías

Articulo XXXV. “el segundo tomo de las Homilías… contiene una doctrina piadosa, saludable y
necesaria para estos tiempos, e igualmente el primer tomo de las Homilías”.

Newman dice que, hay algunos que dicen que se discrepa de su doctrina de que el obispo de
Rimo es el anticristo, contenido en las homilías. Este articulo habla de la doctrina, de la visión,
espíritu o cuerpo doctrinal que en ellas se contiene. Pero dado que a menudo se citan las duras
palabras que en las Homilías se utilizan contra el obispo de Roma para probar que es doctrina
de nuestra Iglesia, puede ser bueno también mostrar que, estaremos introduciendo doctrinas
católicas que pueden ser profesadas por una iglesia que una mera opinión.

A continuación Newman hace un listado de 67 citas donde demuestra que en las homilías se
enseña la autoridad de los padres, de los seis primeros concilios y de los juicios de la Iglesia en
general, la santidad de la Iglesia primitiva, la inspiración de los apócrifos, el carácter
11
Ibid. P. 91-94
12
Ibid. P. 95-97

8
sacramental del matrimonio y otras prácticas, la presencia real en la eucaristía, el poder de la
Iglesia para excomulgar reyes, el carácter provechoso del ayuno, la virtud propiciatoria de las
buenas obras, la conmemoración eucarística y la justificación por la rectitud inherente.

Pero aquellos que insisten en que nuestra Iglesia considera al obispo de Roma el anticristo,
porque las Homilías así lo declaran, deberían recordar que parte de esta, hay otras doctrinas
contenidas en las Homilías; y se entiende que deberían mantener esas doctrinas también, para
que su argumento tenga la fuerza de la coherencia 13.

12. El obispo de Roma

Articulo XXXVIII. “el obispo de Roma no tiene ninguna jurisdicción en este reino de Inglaterra”.

Los anglicanos sostienen que la supremacía del papa no viene directamente de la revelación,
sino que es una disponibilidad de la Providencia. El ministerio del evangelio comenzó con
Cristo y sus apóstoles; y lo que ellos comenzaron solo ellos lo pueden concluir. El papado
comenzó por esfuerzos y pasiones de hombre; y lo que el hombre puede hacer, el hombre
puede destruirlo. Su jurisdicción, mientras duro, fue constituida por Dios; cuando dejo de ser,
dejo de requerir nuestra obediencia; y dejo de ser con la Reforma. Los reformadores, que no
podían destruir un ministerio que había comenzado con los apóstoles, si podían destruir un
dominio que los papa habían fundado.

así pues, el Juramento de Supremacía declara que ningún prelado extranjero tiene, ni debería
tener, jurisdicción alguna, poder, preeminencia o autoridad en este reino. Dicho de otro modo,
no hay nada en el sistema apostólico que confiera al papa autoridad sobre la Iglesia, del mismo
modo que no se la confiere a un obispo. Se trata de una cuestión de organización eclesiástica.
Esta supremacía no se deriva de una obligación o de una revelación, sino de un compromiso
concreto. 14

III. CONSECUENCIAS A RAÍZ DE LA PUBLICACIÓN DEL TRACTO


90

Se ofrecen al lector seis documentos que genero la polémica que siguió a la publicación del
Tracto 90. A saber: 1) carta de los cuatro college tutors; 2) respuesta de Newman a la anterior
carta; 3) censura del Tracto 90 por parte del Hebdomadal Board, firmada por el vicecanciller
Wynter; 4) respuesta de Newman a la anterior declaración, en carta dirigida al vicecanciller
Wynter; 5) carta de Newman a Richard W. Jelf; 6) carta al obispo de Oxford.

El 8 de marzo, Newman recibe la carta de cuatro college tutors: Churton, Wilson, Griffiths y
Tait. El tracto fue rápidamente conocido gracias a Golightly, presbítero de la Iglesia de
Inglaterra, tenía un odio fanático hacia el catolicismo romano. Este presbítero no solo se
preocupó de comprar y enviar ejemplares del Tracto 90 a todos los obispos del país, sino que
mantuvo una entrevista con el vicecanciller de la Universidad de Oxford, Philip Wynter, de
manera que el Tracto 90 fuera conocido por toda la universidad.

Hebdomadal Board, cuerpo que controlaba a la universidad, promulgo una resolución firmada
por Wynter en la que se dice que los modos de interpretación de los Treinta y Nueva Artículos
“van en contra del objeto de los mencionados estatutos y no son conformes con la debida
13
Ibid. P. 99-108
14
Ibid. P. 109-111

9
observancia de los mismo. Newman le responde diciendo que es el autor y responsable del
mismo, lamenta las molestias y la preocupación que he causado a los miembros del consejo.
No obstante, también dice: espero que no les sorprenda que diga se mantiene invariable mi
opinión sobre la verdad y honradez del principio que en ese tracto se sostiene, así como la
necesidad de exponerlo.

El obispo de Oxford, Richard Bagot, le escribe una carta a Newman el 17 de marzo sugiriéndole
que aclare su postura y que, por la paz de la Iglesia, no debe continuar tratándose de los
artículos en las publicaciones de los Tractos para los Tiempos. Newman no duda en contestar
inmediatamente accediendo al deseo del obispo de interrumpir la publicación de los Tractos.
El 31 de marzo Newman responde al obispo incluyendo en su escrito citas de sí mismo
criticando algunas doctrinas de la Iglesia de Roma, con el fin de hacer callar a quienes le
acusaban, después de leer el Tracto 90, de tendencias romanistas. No obstante, cuando
muchos hubieran esperado una total denuncia de la Iglesia de Roma, Newman escribe:

No puedo hablar en contra de la Iglesia de Roma, considerada en su carácter formal de


verdadera Iglesia, porque esta edificada sobre el cimiento de los apóstoles y los profetas,
siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús. Ni puedo hablar en contra de sus miembros
concretos, muchísimos de los cuales son pueblo de Dios, caminan hacia el cielo y son uno con
nosotros, en corazón, aunque no en profesión.

Esta carta al obispo Bagot concluye con un párrafo diciendo: no tengo nada de que
arrepentirme, sino que todo es motivo de regocijo y agradecimiento. Jamás ha sido para mí
motivo de satisfacción al ver que era capaz de movilizar a un grupo de personas me la he
encontrado, no la he buscado. He actuado porque otros no actuaban, y he sacrificado una
tranquilidad que tenía en gran estima. ¡que Dios me acompañe en los tiempos que están por
venir como lo ha hecho hasta ahora! Y lo hará, si soy capaz de mantener limpia mi mano y puro
mi corazón. Creo que puedo soportar cualquier humillación personal, con tal de no verme
obligado a traicionar los sagrados interés que el Señor de la gracia y el poder me ha confiado.

IV. APRECIACIÓN PERSONAL

Me sorprende la actitud de John Henry Newman es un hombre buscador de la verdad. Escribe


el Tracto 90 con la intención de purificar, aclarar la doctrina de la Iglesia anglicana, para evitar
que muchos jóvenes tengan simpatía por la Iglesia de Roma y puedan adherirse a ella. Por eso
emprende este estudio afirmando que los Treinta y Nueve Artículos se fundamentan en la
Iglesia primitiva, en la teología de los primeros padres de la Iglesia, la Iglesia de Inglaterra tiene
sus raíces en la Iglesia que dejaron los apóstoles. Por eso, en este Tracto, Newman cita a los
padres de la Iglesia en los primeros siglos; a las homilías de los teólogos anglicanos donde
explican el contenido de los Artículos, pero que estas homilías también se fundamentan en la
reflexión de los teólogos de los primeros siglos. Entonces la Iglesia de Inglaterra tiene este
carácter reformador, purificador de los abusos cometidos por la Iglesia de Roma.

Pero lo que Newman condena a la Iglesia de Roma son los abusos cometidos en algunos
aspectos de la vivencia de la fe y no condena en su totalidad. Porque está seguro de que Roma
se fundamenta también en la Iglesia que dejaron los apóstoles y continúa siendo la Iglesia
universal también, igual que Inglaterra. Esta postura ocasionó el rechazo de los anglicanos a
Newman por no condenar a Roma en su totalidad y decir que Inglaterra es la verdadera Iglesia.
A lo que Newman responde: “No puedo hablar en contra de la Iglesia de Roma, considerada en

10
su carácter formal de verdadera Iglesia, porque esta edificada sobre el cimiento de los
apóstoles y los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús. Ni puedo hablar en
contra de sus miembros concretos”. Esta postura de Newman le costo rechazo, sufrimiento,
dolor interno, pero no puede decir otra cosa más que la verdad. Y por eso su conciencia la
mantiene tranquila y en paz.

Me impresionó la actitud de Newman ante las críticas que le hacían por el contenido del
Tracto. Es un hombre buscador de la verdad que causa unidad y no la división, por eso dice:
“nuestro deber es hacernos más santo. Dejemos que la Iglesia de Roma haga lo mismo y estará
más cerca de nosotros. Estar preocupados por lo que nos distingue es empezar por el final. Es
la santidad de corazón y conducta la que nos hace dignos ante Dios y seremos uno”. Newman
no está a favor ni en contra de ninguna Iglesia, solo quiere mostrar la verdad. Esta es la
característica de todo santo en la Iglesia de Jesucristo, es propiciador de unidad y sus
convicciones nadie las puede hacer cambiar, y Newman mismo lo expresa: “no tengo nada de
lo que arrepentirme, sino que todo es motivo de regocijo y agradecimiento. No puedo
traicionar los sagrados intereses que el Señor de la gracia y el poder me ha confiado”. Es
sorprendente ver la actitud de Newman, es capaz de soportar cualquier humillación personal
pero no puede cambiar sus principios. Esto es el ejemplo que nos transmite, el camino a la
santidad, la defensa de la verdad y el camino de la unidad.

Bibliografía

John Henry Newman, El Tracto 90, Apuntes sobre algunos pasajes de los Treinta y Nueve
Artículos, traducción de José Gabriel Rodríguez Pazos, Salamanca 2017

11

También podría gustarte