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DICIEMBRE 01 DE 2023
ENSAYO
PRESENTA
Angello Cesar Salse Echeverría
I.- INTRODUCCIÓN
V.- CONCLUSIONES
VI.- BIBLIOGRAFÍA
I.- INTRODUCCIÓN
“No he pretendido en este ensayo dejar un documento inédito que busque ser una guía
exhaustiva o un análisis profundo de los 39 artículos para quien lo lea, eso sería jactancioso de
mi parte, por el contrario, he querido en este ensayo dar una mirada desde la perspectiva
histórica y teológica y su impacto en la Iglesia Anglicana Chilena de este tiempo. Los 42
Artículos, que se convirtieron en los 39 Artículos, son la declaración doctrinal de la Iglesia de
Inglaterra. Estos artículos no pretendían ser una declaración exhaustiva de la doctrina anglicana,
sino aclarar los puntos de diferencia entre la Iglesia Anglicana (la Iglesia de Inglaterra) y la
Iglesia Católica Romana por un lado y varios grupos protestantes no conformistas por el otro.”1
Como una de las comunidades históricas más importantes dentro de la tradición protestante, el
anglicanismo es quizá una de las denominaciones más grandes y con mayor influencia que surgieron
durante la Reforma. Con más de 98 millones de seguidores, la Iglesia anglicana sigue siendo uno de los
grandes referentes del cristianismo.
Pensar que tanto los 39 artículos como el L.O.C nacen juntamente con la Iglesia Anglicana de
Inglaterra, sería desconocer su historia primitiva, El cristianismo en Inglaterra data de tiempos
antiguos. La evidencia histórica sugiere que para el año 180 d.C. ya se había constituido la primera
diócesis en Londres. Posteriormente algunos obispos ingleses asistirían al Concilio de Arles del año
314. Durante los tres siglos siguientes, el cristianismo local sobreviviría tanto al paganismo de los
celtas y al de los invasores anglosajones, así como al pelagianismo. De modo que cuando Agustín de
Canterbury (534-604) fue enviado desde Roma en el año 597, se encontró con una iglesia nativa
conocida como la Iglesia celta.
Los Treinta y Nueve Artículos de la Fe son uno de los tres "formularios" históricos de la Iglesia
de Inglaterra, que dieron a la Iglesia una identidad distintiva durante la Reforma. Estas fórmulas inglesas
han desempeñado un papel esencial en la formación de la Comunión Anglicana y siguen sirviendo como
puntos de referencia para una tradición anglicana común. A pesar de su pasado histórico, el objetivo de
este libro es interpretar y comprender el significado de estos documentos, centrándose en los aspectos
teológicos. El libro aborda la confusión causada por los recientes acontecimientos en la Comunión
Anglicana y pretende ofrecer una comprensión global de la tradición anglicana. 2
Libro de Oración Común y el Ordinal, constituyen los documentos que definen a la Iglesia
Anglicana. Los Treinta y Nueve Artículos de Religión fueron escritos en Inglaterra durante la Reforma
Protestante y alcanzaron su forma actual en el año 1571. Deben ser considerados como una declaración
concisa que busca exponer la postura de la Iglesia Anglicana sobre algunos asuntos que se consideran
esenciales para su buen funcionamiento, otorgándole así un marco doctrinal característico al
anglicanismo.
El artífice detrás de estos Artículos fue el arzobispo Thomas Cranmer. Uno de sus objetivos
principales fue fijar la posición común de la Iglesia en ciertas doctrinas claves, fue el ser el marco
doctrinal que estableciera la sana base doctrinal de los pastores de la Iglesia.
Ahora es muy importante tener en cuenta que los 39 Artículos fueron escritos en un momento
histórico específico en el desarrollo de la Iglesia Cristiana, como resultado de un movimiento teológico
que abandonó dogmas romanos y abrazó las doctrinas bíblicas de la reforma.
Podemos ver que, al no haber cambiado por más de cuatrocientos años, los 39 Artículos todavía
reflejan algo del ambiente teológico de la reforma. Aquel período de intenso estudio y de consolidación
fue también de polémica y a eso se debe que algunas de las críticas contra los abusos romanos fueran
expresadas en forma muy severa. Desde su aprobación oficial por la Asamblea General en 1571, los
ministros de la Iglesia Anglicana han hecho una declaración de asentimiento a los Artículos en ocasión
de su ordenación.
2 Gerald Bray, LA Fe que confesamos (Publicado en © 2017 por Proyecto Nehemías,170 Kevina Road, Ellensburg WA 98926), 7.
La Construcción de la futura Provincia Anglicana de Chile el 2003 en su artículo 2.5 declaró:
De esta forma los Artículos llegaron a ser el estándar doctrinal autorizado de la Iglesia de
Inglaterra: los términos de comunión para los laicos, a quienes les fue prohibido hablar en contra de
ellos, y una confesión de fe por parte de los pastores, quienes estuvieron obligados a subscribirse a
ellos. Como el Dr. Routley dijo correctamente en una de sus exposiciones en Inglaterra: “los Artículos
han sido diseñados para ser la Regla de Fe de cada cristiano inglés.”
3
Anglicansonline.org/basics/thirty-nine_articles.html (consultado el 29/11/20)
III.- SECCION DE LOS 39 ARTÍCULOS
Extensos análisis a los Artículos nos demuestran que no son, por si solos, el compendio
completo de la doctrina anglicana porque no debemos olvidarse gestaron en gran parte a las
circunstancias históricas que hicieron necesario gestarlos. Pero las doctrinas fundamentales de los
Artículos I-V se pusieron sin duda en primer plano para mostrar el acuerdo vital de la doctrina de la
Reforma con la de la Iglesia medieval y primitiva sobre las realidades del teísmo cristiano. La principal
omisión está en relación con la Escatología, y en esto, la Historia de los Cuarenta y Dos Artículos es
interesante y quizás significativa.
Debemos saber que el proceso de creación de los 39 artículos comenzó en 1538 con Thomas
Cranmer (arzobispo de Canterbury y líder de la Reforma inglesa), quien produjo 13 artículos. Sin
embargo, aún quedaban controversias por resolver y cuestiones por abordar en el contexto teológico de
aquel tiempo, es porque en 1553 se publicó una lista más amplia de 42 artículos. Antes de que pudiera
ser aceptado en general por todo el clero, el rey Eduardo VI murió y su hermana María reunió a la
Iglesia anglicana con la Iglesia católica romana y se suprimió el protestantismo. Tras la muerte de
María, Isabel subió al trono y restableció una Iglesia anglicana independiente y el protestantismo. Los
42 artículos fueron nuevamente considerados y en 1571 revisados para convertirse en los 39 artículos.
Los 39 artículos todavía son aceptados por la Iglesia Anglicana hoy en día, así como por la Iglesia
Episcopal los Estados Unidos (con algunas modificaciones como se indica en los propios artículos).
El autor Thomas Griffith en su libro “The pronciples of Theology” nos hace un muy buen
acercamiento indicándonos como lo Artículos de la Iglesia de Inglaterra se encuentran en el lugar de los
"principios católicos", ya que deben distinguirse rígidamente de las Confesiones protestantes del siglo
XVI. Esto significa que la Iglesia ocupa una posición intermedia entre dos extremos, no ni romana ni
puritana, sino "católica". La verdad se encuentra a menudo entre dos extremos, y la Iglesia de Inglaterra
representa una vía media, sino en el sentido popular. Las Confesiones de Augsburgo y Wurtemberg y los
principios de la teología dogmática son esencialmente uno con el Protestantismo Continental. El
experimento de una teología vía media fue hecho por Newman en relación con el Tratado 90, pero se
demostró que era totalmente imposible. El sentido gramatical llano de los Artículos a la luz de la
Sagrada Escritura es la posición anglicana, y la apelación a la Escritura muestra cuál es nuestra
autoridad última.
Los Artículos nos presentan un sistema completo de doctrina, ya que se dependen en muchos
lugares históricos. Si se consideran una exposición completa y sistemática de la doctrina cristiana, los
Artículos VI-VIII eran el primero. Sin embargo, las doctrinas fundamentales de los Artículos I-V fueron
en primer plano para mostrar el acuerdo vital de la Reforma con la Iglesia medieval y primitiva sobre las
realidades del teísmo cristiano. La principal omisión es la Escatología, y la Historia de los Cuarenta y
Dos Artículos es interesante y significativa.
Siguiendo la línea del autor Thomas Griffith, encontramos una adecuada y clara agrupación de
los 39 artículos la cual nos proporciona una visión mucho mas clara del sentido de cada artículo:
Dedicaré el capítulo III y particularmente los artículos IX al XIV que nos presenta como
principios doctrinales de la vida de la Fe y particularmente la justificación por la fe con una mirada
crítica-histórica y su relevancia para nuestra época actual.
La religión personal.
Estos artículos discuten las doctrinas del pecado original y la justificación por la fe (la salvación
es un don recibido por la fe en Cristo). Rechazan las enseñanzas católicas medievales sobre las obras de
supererogación y que realizar buenas obras puede hacer que una persona sea digna de recibir la
justificación (mérito congruente). También rechazan la enseñanza protestante radical de que una persona
puede estar libre de pecado en esta vida. Los artículos abordan la doctrina de la predestinación: que "la
predestinación a la vida es el propósito eterno de Dios". La doble predestinación, la creencia de que Dios
también ha predestinado a algunas personas a la reprobación, no está respaldada por los artículos.
El folleto desplegado por la Constitución de la futura provincia anglicana de Chile señala sobre
esta sección lo siguiente:
En los siguientes artículos vemos presente, por una parte, la justificación por fe como gracia
inmerecida y luego la Santificación. A modo de preámbulo quisiera decir que la gracia no es una especie
de cosa física, sino el favor y la bondad personales de Dios hacia el hombre. La fe no es sólo una
creencia intelectual, sino que es confianza; confianza en Dios implica creer lo que él dice. Debido a que
Dios nos habla en la Escritura acerca de nuestra salvación, confiar en él significa por un lado creer que
nuestros pecados han sido propiciados a través de la cruz de Cristo, y por el otro significa depender en
que por eso él nos acepta, nos preserva, nos perfecciona y nos glorifica.
El hecho de que Dios considere como justos a los creyentes gracias a su fe, no significa que la fe
sea una obra meritoria. La fe viene de Dios y agrada a Dios, pero el único fundamento de la
justificaciónes el sacrificio propiciatorio de Cristo en la cruz, del cual se afianza la fe. Además, el
fundamento de la justificación nunca cambia, aunque la fe "obra por amor," estas buenas obras no son
los fundamentos de la justificación ni tampoco la fe misma. Más bien, son la prueba de que la fe es viva
y verdadera.
Según lo que habla el autor Thomas Griffith, podemos ver como este artículo debe abordar la
naturaleza del pecado como “mal moral” y la característica moral esencial del hombre. La ley es
consciente de que el hombre es imperfecto y culpable a no actuar conforme a ella. La ley se aplica tanto
a la naturaleza inanimada como a la animada. La ley con el Dador de la Ley, es la revelación de que el
hombre está en contacto con otra Voluntad superior. La conciencia es una facultad ulterior y superior
que atestigua su obligación de usar la libertad en obediencia a la ley de su naturaleza.
Este artículo tiene tanta relevancia que incluso el propio Lutero. como respuesta a la tremenda
angustia que sentía ante su propia salvación, encontró el pasaje de Rom 1, 17, que dice que “el justo
vivirá por la fe” y muy probablemente la meditación acerca de este texto le debe haber aportado
enormemente a elaborar la doctrina de la sola gracia.
La condición del hombre después de la caída de Adán es tal, que, por su natural fuerza y
buenas obras, ni puede convertirse ni prepararse a sí mismo a la fe e invocación de Dios. Por
tanto, no tenemos poder para hacer buenas obras gratas y aceptables a Dios, sin que la Gracia
de Dios por Cristo nos proceda para que tengamos buena voluntad y obre en nosotros cuando
tenemos esa buena voluntad.
Interesante lo que nos comenta Griffith sobre este artículo en su libro, podemos ver como el texto
aborda las limitaciones del libre albedrío y la necesidad de la gracia, que es el corazón de este artículo.
Se trata de un resultado del artículo IX, una ampliación del artículo en lo que respecta la "corrupción de
la naturaleza". La primera cláusula del presente artículo fue introducida en 1563 a partir de la Confesión
de Wurtemberg. Esta última cláusula es casi exactamente de la obra de Agustín, De Gratia et Libero
Arbitrio. La enseñanza del artículo aborda la impotencia espiritual del hombre, la provisión divina
contra la impotencia humana, y el ejercicio correcto del libre albedrío. La doctrina romana del Pecado
Original como un mero estado de privación conduciría naturalmente a la opinión de que el hombre
puede cooperar con la gracia divina en la preparación para la justificación.
Somos tenidos por justos delante de Dios solamente por el mérito de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo, por la fe y no por nuestras obras o merecimientos. Por lo cual, es doctrina
muy saludable y llena de consuelo que somos justificados solamente por la fe, como más
largamente se expresa en la Homilía de la Justificación.
La justificación sólo por la fe es un tema amplio y controversial, y la homilía de la justificación
es la tercera homilía sobre la salvación. La posición protestante sobre este tema se encuentra en la
Confesión de Augsburgo y los Diez Artículos de 1536. El principal asunto en disputa era si una persona
era justificada sólo por la fe o si las obras también desempeñaban algún rol. La iglesia medieval no tenía
una distinción clara entre la justificación y la santificación. Martín Lutero explicó que un cristiano es
“simul iustus et peccator” o sea, justificado y pecador al mismo tiempo. Entramos en la presencia de
Dios en virtud de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros. Sin ella, nunca se puede saber si somos salvos
o no, y nuestra relación con Dios se basaría más en el miedo que en la fe, esperanza y amor.
Agustín lanzó una ofensiva contra Pelagio, insistiendo que la caída de Adán y Eva era completa
y que nada era inocencia innata. Desafortunadamente, Agustín agregó la regeneración en el bautismo, ya
que cualquiera que se bautizara, se limpiaba automáticamente del pecado original. Los reformadores
rechazaron este concepto de regeneración en el bautismo, encontrar que nacer de nuevo no es limpiarse
del pecado mediante el bautismo, sino estar unido a Cristo en su muerte y resurrección.
Durante la Reforma, algunas personas rechazaron el bautismo de niños, creyendo que no era una
fe verdadera. Se consideraban a sí mismos pelagianos, creyendo que no se salvarían si no recibían el
sacramento. Sin embargo, el texto original del artículo, originalmente escrito por Thomas Cranmer,
malinterpretó el término "regenerado" y sugirió que el nuevo nacimiento debería considerarse
equivalente al bautismo.
Aunque las buenas obras que son fruto de la fe, y se siguen a la justificación, no pueden
expiar nuestros pecados, ni soportar la severidad del juicio Divino; son, no obstante, gratas y
aceptables a Dios en Cristo, y nacen necesariamente de una verdadera y viva fe; de manera que
por ellas puede conocerse la fe viva tan evidentemente como se juzga al árbol por su fruto.
Durante la época medieval, existía confusión en torno a la cuestión de la salvación por las obras.
Los primeros protestantes fueron acusados de no hacer nada bueno, pero creían que era mejor llevar una
vida moralmente aprensiva para evitar la impresión de estar tratando de obtener la salvación. Este punto
de vista fue repudiado por la Conferencia de Augsburgo, pero sigue siendo común hoy en día. La ética
protestante del trabajo puede haberse visto influida por la imaginación de Max Weber, pero es difícil
creer que la religión desempeñe un papel en ello. Los protestantes del norte de Europa y de Estados
Unidos estaban más desarrollados que los de los países católicos, por lo que es difícil creer que la
religión desempeñara un papel en ello. Los reformadores optaron por un enfoque completamente
distinto, centrándose en dos preocupaciones principales: si la gente podía confiar en las buenas obras
como prueba de su fe y derecho a estar vinculados a Dios, y si la gente fracasara en sus esfuerzos y
perdería el gozo de la salvación.
XIII. De las obras antes de la justificación
La vida cristiana no es una sucesión de buenas obras que no ganan la salvación, sino una vida de
obediencia a Dios. Las buenas obras hechas fuera de ese contexto pueden ser aceptables a los ojos del
mundo, pero la persona que hace aquellas buenas obras actúa de esa forma porque ha decidido
comportarse de esa manera, no porque Dios se lo haya instruido. Las buenas obras hechas fuera de ese
contexto pueden ser bien intencionadas y benéficas para quienes las recibe, pero no son el resultado de
una relación salvadora con Dios y no tienen valor a sus ojos. Hoy en día, muchas personas creen que
mientras lleven una buena vida y no le hagan daño a nadie, no tendrán problemas cuando sean juzgados.
Estas personas no estén esforzándose mucho por obtener su salvación, sino que han llegado a la
conclusión de que, si Dios existe, es alguien amable que verá sus buenas intenciones y debe ser
recompensadas.
Muchos, aún quienes se reconocen cristianos, dicen ser personas buenas, que a veces hacen cosas
malas, siendo que todos somos malos y sólo por la gracia de Dios a veces hacemos cosas buenas (Rom.
3:23)
“Thomas Cranmer y sus compañeros de batalla desearon legarnos “la verdadera doctrina de
Dios” con el fin que las generaciones posteriores tuvieran “una forma verdadera y explicita que
esté de acuerdo con las Sagradas Escrituras” por esta razón en el presente siglo caracterizado
por una galopante apostasía y sincretismo, se hace necesario más que nunca que los 39
Artículos sean el referente dado que: se sostienen en la inalterable Palabra de Dios, la Biblia.
(Mateo 24:35).”
La gran necesidad hoy en día es que los anglicanos confronten los Artículos y entren en
una seria reflexión sobre lo que dicen, para que al hacerlo, puedan ver a través de ellos (pues con
toda seguridad podrán verlo) cuáles son realmente los aspectos esenciales del evangelio. Tal
retorno a los primeros principios tenía que haberse hecho hace tiempo, y la teología anglicana
languidece por falta de ello.
Creo que fueron, son y serán una base sólida y segura para la iglesia anglicana de todos
los tiempos. Los 39 artículos contienen todo lo que necesitamos para vivir de acuerdo con lo que
las sagradas escrituras y el modelo de Jesús estableció, desde cómo manejarnos personal e
individualmente en la iglesia como cristianos y además cómo debe funcionar nuestra iglesia.
Los principios y los preceptos que conforman los 39 artículos son extraordinarios porque
de alguna u otra forma nos enseñan todo lo que está escrito en las sagradas escrituras por tanto
tienen una base bíblica, un respaldo algunas cosas de iglesias como la presbiteriana, de la
bautista, de la alianza cristiana misionera, creo que los 39 artículos le dan una solidez, una
estabilidad y una credibilidad a la iglesia anglicana de ser fiel a las escritura y muy acorde con
los tiempos que se están viviendo hoy día, de hecho 25 de ellos fueron tomados por la Iglesia
metodista Pentecostal lo cual habla de su tremendo respaldo bíblico que implican para este siglo
al igual que lo fueron para el siglo anterior y creo que son para el futuro la gran plataforma para
asentar las bases bíblicas doctrinales de nuestra iglesia y Yo personalmente los tengo como parte
de mi vida cristiana, y creo que creo que si tengo que profesar una religión, la religión basada en
los 39 artículos para mí es la más idónea en este tiempo.
Como lo declara su título, los Artículos fueron escritos “para evitar la diversidad de
opiniones, y para establecer el consentimiento respecto a la verdadera religión,” un propósito que
una ambigüedad deliberada habría derrotado; debido a que la ambigüedad permite la diversidad
de opiniones, no es un mecanismo para evitarlas. De hecho, en relación con las disputas que ellos
debían de resolver, son “singularmente precisos.”
Es por eso que en estos tiempos donde la subjetividad y la relatividad se toman cada vez
más terreno, es que la declaración de los 39 artículos nos aporta, entre otras grandes cosas:
2) Entender que los Artículos, junto con el Libro de Oración Común de 1662 y el
Ordinal, sean usados para perseverar en el "testimonio de la verdad cristiana" que la
Iglesia de Inglaterra, "guiada por el Espíritu Santo," ha publicado. Estos tres
formularios afirman la autoridad en la expresión de la fe en su adoración y ministerio,
por tanto, ejercer su uso y praxis es deber de nuestra iglesia contemporánea.
Como una idea final a expresar luego de recorrer de forma sucinta el contexto y la relevancia de
los artículos, con un análisis a los artículos IX al XIV, es que si bien los artículos datan de más de 3
siglos con su cuna en Inglaterra, no tiene ninguna lógica justificada a mi parecer el rechazarlos o relajar
el énfasis de estos artículos, pero esto no cierra la posibilidad de ser revisados como ha sido su tradición,
pero esto nos podría llevar peligrosamente a intentar justificar “tendencias contemporáneas” y no
debemos nunca dejar de tener presente es que los artículos fueron plasmados en base a lo que las
escrituras nos revelan ya que "están de acuerdo con la Palabra de Dios".
He leído algunos artículos que manifiestan que los artículos debiesen ya pasar por una revisión,
pero esta “petición” me parece que debieran tener presente una máxima y es a mi parecer que no se
revisan los credos, sino que pudiesen escribirse más declaraciones para complementar los artículos ya
existentes. La gran necesidad hoy en día es que los anglicanos confronten los Artículos y entren en una
reflexión sobre lo que dicen, para ver a través de ellos cuáles son realmente los aspectos esenciales del
evangelio.