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¿QUÉ SON LOS LÍMITES PERSONALES?

Saber defenderte, no dejar que el resto invada tu territorio. Saber poner límites
para no ceder a chantajes emocionales ni manipulaciones psicológicas.
Descubre cómo hacerlo.
Los límites personales son los límites y las reglas que nos imponemos en las
relaciones. Una persona con límites sanos puede decir "no" a los demás cuando
quiere, pero también se siente cómoda con la intimidad y las relaciones
cercanas.

PERSONAS QUE NO SABEN PONER LÍMITES.

tenemos personas que no saben poner límites a las personas que les rodean.
Tanto es así que acaban por ceder tanto que sus intereses se ven perjudicados.
En estos casos, las personas suelen tener los siguientes problemas. 

 Se involucran demasiado con los problemas de los demás


 Les resulta difícil decir no
 Comparte información personal con personas no muy cercanas
 Busca complacer a los demás por temor al rechazo

Personas con límites saludables

En cambio, las personas que saben poner unos límites ajustados a lo que
realmente necesitan sin ser fríos con los demás tienen las siguientes
características. 

 Comparte su información personal de la manera más apropiada


 Comprende sus necesidades y sabe comunicarlos a los demás
 Valora las propias opiniones
 Acepta cuando los otros le dicen que 'no'

POR QUÉ ES IMPORTANTE APRENDER A PONER LÍMITES.

Las personas dominantes, por naturaleza, tienden a ocupar más espacio


escénico, por decirlo de alguna manera, que las personas sumisas. No lo hacen
como muestra de menosprecio hacia los demás sino porque suelen tener menos
capacidad de dudar de sus propias decisiones o porque tienen un alto nivel de
energía que necesitan desplegar. Sin embargo, esto no siempre es así; hay
quienes disfrutan no solo dominando, sino, humillando a los demás. Sea por una
razón o por otra, debemos tener en cuenta que cuando nos relacionamos con
personas dominantes corremos el riesgo de vernos avasallados por sus límites
o de tener que ceder un terreno que nos pertenece.
Poner límites es tener muy claro qué consideramos propio, ya sean
pertenencias, derechos, opiniones, etc., y tener la confianza de hacérselo saber
a los demás en el momento oportuno y no dejar que nos quiten el lugar que nos
corresponde. Para poner límites de una forma efectiva, hay que saber controlar
las propias emociones. Ante cualquier muestra de atropello, no dejarse llevar por
la ira ni por el decaimiento, sino mantener una actitud firme y serena. El ceder
ante un abuso, nos minará la autoestima y el abusador volverá a chantajearnos
con aún mayor fuerza. Debemos de ser justos con nosotros mismos y querernos
lo suficiente como para recordar que, la verdadera caridad, “empieza por casa”.

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