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Georg Simmel
El secreto
y las sociedades secretas

Introducción de Daniel Mundo

sequitur
Índice

sequitur [sic: sékwitur]:


Tercera persona del presente indicativo del verbo latino sequor:
procede, prosigue, resulta, sigue.
Inferencia que se deduce de las premisas:
secuencia conforme, movimiento acorde, dinámica en cauce.

Das Geheimnis und die geheime Gesellschaft (1908)

Versión: Javier Eraso Ceballos

Georg Simmel. La contraluz


Diseño cubierta: Róssella Gentile de la claridad moderna
Daniel Mundo 7

© Ediciones sequitur, Madrid, 2015


Todos los derechos reservados
www.sequitur.es El secreto y las sociedades secretas
Georg Simmel 27
ISBN: 978-84-15707-27-l
Depósito legal: M-9895-2015

Impreso en España
GEORG SIMMEL
LA CONTRALUZ DE LA CLARIDAD MODERNA

Daniel Mundo

Georg Simmel nació en Berlín en 1858 y murió en


1918 en Estrasburgo, Francia, a causa de un cáncer de
hígado. En 1876 -dos años después de la muerte de su
padre- Simmel ingresó a la Universidad de Berlín para
estudiar Historia y Filosofía. Se doctoró en filosofía en
1881.
Su obra y su pensamiento influyeron en autores de
peso como Edmund Husserl, Martin Heidegger, Max
Weber, Heinrich Rickert, Auguste Rodin, Rainer Maria
Rilke, Lou Andreas Salomé, entre muchos otros.
Siegfried Kracauer, Georg Lukács, Ernest Bloch,
Martin Buber fueron alumnos suyos. En alguna entre-
vista Hannah Arendt llegó a afirmar que "todo el
mundo leía Simmel en la década del veinte". En fin, a
comienzos del siglo XX Simmel era un autor de refe-

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renda. Y sin embargo, quizás por el estilo errático de su de que en el extranjero sólo se lo reconociera por sus
escritura, por el abanico arbitrario y asistemático de los trabajos de sociología y no por su pensamiento filosó-
temas que investigó, por las digresiones de su prosa, fico. Pero con la filosofía no le ocurriría algo muy dis-
por lo que hoy llamaríamos el carácter interdisciplinar tinto. En ese momento la filosofía seguía sufriendo el
de sus enfoques, y posiblemente también por su condi- terremoto que había provocado la muerte de Hegel
ción de judío, nunca dejó de ser un outsider del mundo (terremoto avivado por las tormentas de Schopenhauer
académico, al que él, por otro lado, deseaba pertenecer. y de Nietzsche, a los que Simmel leería con profundi-
Pasaron muchos años antes de que los pensamientos dad). Y buscaba un modo de volver a la vida. Pero la
disciplina-res de la sociología y la filosofía lo aceptaran manera de pensar de Simmel y los temas que· investiga-
como uno de sus fundadores, y todavía se lo hace con ba eran más inquisidores que edificantes: lo ubicaban
sospecha. Hoy, cuando este mundo engulló otras for- lejos de los centros de interés que la Universidad alen-
mas de pensamiento e instituyó una lengua propi_a -el taba. Su lectura de Kant, por ejemplo, no respondía a la
lenguaje políticamente correcto de los papers-, ese pregonada por el neokantismo, y la lectura de
rechazo se festeja; Simmel lo sufrió. Nietzsche le provocó convulsiones existenciales que los
Simmel fundó, junto con Max Weber y Ferdinand filósofos en ese momento estaban tratando de contro-
Tonnies, la Asociación Alemana de Sociología, de la lar, no de propagar. En pocas palabras, no obtuvo de
que, además, sería su director durante años; escribió en estos campos el reconocimiento que buscaba. . . o que
1908 su monumental Soziologie, del que el presente necesitaba, pues llegado a un momento de su vida
libro constituye un capítulo; colaboró con asiduidad en Simrriel tuvo dificultades pecuniarias que el cargo de
la Année Sociologique, la revista de sociología más profesor y el reconocimiento institucional sin duda le
importante del momento; creyó, o hizo creer que creía, hubieran aliviado.
como Durkheim, en la necesidad de crear un objeto Si había logrado estudiar en la universidad había sido
específico para la sociología, una "sociología pura" o por el apoyo financiero de un amigo de la familia, pro-
formal; en fin, realizó todas las acciones. necesarias pietario de una editorial musical, llamado Julius
para ser incluido en el incipiente campo de la socio- Friedlander. Cuando éste murió le dejó a Simmel una
logía, que tenía a Émile Durkheim como director escé- pequeña herencia que le proporcionó cierto desahogo
nico. Nada alcanzó. Simmel se quejaba, sin embargo, económico, que tendría efectos contradictorios: por un

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lado, al no necesitar con urgencia un trabajo ni depen- informe dictado por la misma universidad, no con-
der en principio de un salario, pudo dedicarse a inves- venían a un "distinguido profesor". En 1901 consiguió
tigaciones que no siempre respondían a los intereses de el puesto de Ausserordentlicher Profesor. Era un puesto
los campos académicos en los que Simmel se desen- docente extraordinario, rentado, pero por períodos
volvía: la sociología, la psicología y la filosofía. Pero limitados de tiempo. Sería el cargo más alto que alcan-
cuando esta especie de subvención se agotó Simmel se zaría en Berlín. El cargo de profesor de la Cátedra de
vio obligado a vivir de sus clases particulares. El eclec- Filosofía con dedicación completa lo conseguiría sobre
ticismo en lo que investigaba como en la manera de el final de su vida, en 1914, pero para aceptarlo -cosa
hacerlo le complicó el ingreso a un sistema de promo- que hizo con resquemor y dudas- debió abandonar su
ción universitario ya de por sí vetusto y burocrático. ciudad, la Berlín cosmopolita de principios de siglo, y
Para colmo tenía ascendencia judía: 1 podría plantearse mudarse a Estrasburgo, Alsacia, en ese momento terri-
que casi sin advertirlo Simmel terminó ocupando el rol torio anexado por Alemania luego de la guerra de 1870.
de un tipo social específico, el del judío alemán deci- Además, el estallido bélico dificultó el dictado de sus
monónico, un ser desarraigado, un paria que pretendía clases. No ~s muy descabellado pensar que la guerra y
asimilarse hasta pasar desapercibido, que deseaba per- la mudanza afectarían a su salud.
tenecer a una sociedad que no dejaba de estigmatizar- Frente al rechazo persistente con el que Simmel se
lo y de practicar de múltiples maneras el rechazo y la topaba para entrar al mundo universitario se vio obli-
exclusión. 2 gado a colaborar con asiduidad en revistas culturales y
Si bien en la temprana fecha de 1885 Simmel había periódicos. Esta práctica lo entrenó en una escritura no
alcanzado el cargo de Privatdozent, nunca logró que la académica, y además lo obligó a interesarse en un arco
Universidad de Berlín lo nombrara profesor con dedi- variadísimo de temas. Es posible, además, que la inter-
cación exclusiva. Los Privatdozent son profesores aso- vención regular en los medios de masas le hubiese
ciados que dependen de los honorarios pagados por los posibilitado comprender que algo esencial del futuro
oyentes, que por cierto a los cursos de Simmel con- de la filosofía se ocultaba fuera del frío del claustro uni-
currían en gran cantidad. El problema radicaba en que versitario, en un lector no avezado en la jerga y que está
los concurrentes eran en su gran mayoría mujeres y como desconcertado, atrapado en el remolino intelec-
personas que venían del este de Europa, que según un tual y sensitivo de la vida moderna. Hasta que ganó el

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cargo en Estrasburgo y se mudó allí, a las charlas que vínculo social, que la sociedad sueña consensuado y
daba en su casa concurría la flor y nata de la sociedad armónico, como si la conciencia fuera omnipotente y
berlinesa. Simmel, sin saberlo posiblemente -o sin pudiera disponer a su antojo de nuestras relaciones, de
poder hacer nada para cambiarlo-, se había instalado nuestros afectos, de nuestro ser. Por ello usualmente se
en una posición límite, un límite ubicado en el medio lo rechaza o por lo menos se sospecha de él.
de la sociedad, hasta en lo más próspero de ésta. No Al secreto se lo relaciona con la mentira o la doblez,
supo advertir que ese centro era un margen. La prime- pues la fecundidad o intensidad de una relación "bien
ra gran guerra pondría fin a estas ilusiones. conformada" se mide por el grado en que cc1:da uno se
revela al otro por confesiones, por palabras o por actos.
Éste es uno de los problemas que la sociedad de masas
II del siglo XIX dejó como herencia: el intercambio de
información, el develamiento de lo que se es, de lo que
La filosofía de fondo que alienta los pensamientos se vivió o se sufrió, como una de las características
simmelianos es una filosofía de la diferencia: los hom- principales del vínculo interpersonal. Además, la socie-
bres somos "seres de la diferencia". 3 Es a partir de ella dad democrática alienta este tipo de publicidad y de
que se organizan la conciencia, el cuerpo, el ánimo y la supuesta transparencia: "nuestra existencia moderna
misma estructura social. Y pocas cosas marcan más la descansa sobre la creencia en la honradez de los
diferencia entre unos hombres y otros que el secreto. demás". Sin ese sentimiento de confianza: "la confianza
Lo que sucede es que el secreto circunscribe con clari- en que no somos engañados", la "economía de crédi-
dad la diferencia, que socialmente no se asume o cues- to"?en un sentido que va mucho más allá de lo mera-
ta asumir, y que querría pasar ignorada o desapercibi- mente económico? sería impensable. Sin embargo la
da -cuanto más progresista la percepción, más desa- mentira existe y funciona. Sería una táctica discursiva
percibida pasaría la diferencia. La diferencia entre que para Simmel tendría un carácter positivo. Es el
nosotros y ellos, entre algunos que saben y otros que mecanismo con el que se cuenta para invertir la supe-
ignoran, entre los que son como yo y los que son dife- rioridad física o numérica, pero además para crear un
rentes. Atracción y rechazo son las dos grandes fuerzas misterio, un aliciente para la comunicación, pues la
que despierta la circulación de un secreto. Tensiona el mentira, como el secreto -que alguien sepa lo que los

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otros, por ahora, ignoran-, suponen una diferencia y pan a los conjurados en el secreto, a los "otros'_', de un
una distancia esencial entre los seres, que de otro modo mal que quizás sufran pero cuya causa en verdad igno-
no estarían juntos o próximos, sino superpuestos o ran, o no quieren asumir. Por ello, independientemen-
amuchados. Para la configuración de la sociedad son te de cuál sea el contenido que se sustrae, "el sujeto des-
tan necesarias "la concordia y la cooperación" como "la taca, por aquello que oculta". 4
distancia, la competencia, la repulsión". Organizar a,conciencia una sociedad secreta propor-
Cada sociedad regula esa distancia y condiciona así ciona el peculiar placer de la construcción en común
los grados de saber y de desconocimiento necesarios con otros de algo arbitrario. Encarna un gesto aris-
para entablar relaciones sociales en un momento histó- tocrático. Instituye la diferencia de manera caprichosa,
rico determinado. El secreto funciona como su motor aunque planificada. De un día para otro puede instau-
invisible, pues así como la mentira implica una ampli- rarse una distancia entre personas que hasta ayer eran
ficación enorme del poder de la lengua, el secreto vecinos o amigos. Ahora él sabe algo que el otro le
supone la posibilidad de abrir otros mundos, mundos contó y que yo ignoro. Pero el secreto tiene otra faz:
paralelos a la realidad cotidiana, y que terminan influ- consustancial con él son las posibilidades de la confe-
yendo en ella. Simmel se cuida de aclarar que habría sión y de la traición -que por cierto también tienen su
que prescindir del sentido moral que acarrea la idea de cuota de placer, el vértigo que genera la amenaza. Hay
secreto -algo negativo para una sociedad que postula la algo de los poderes que los seres humanos tenemos de
transparencia comunicativa como ideal; lo que no sig- construcción y de destrucción que se juega alrededor
nifica que no suceda al revés: el mal es consustancial del secreto: crear un secreto implica también la capaci-
con el secreto, pues es en secreto que se practica lo dad de destruirlo; crear una hermandad supone la
inmoral- y concebirlo como una forma sociológica posibilidad de traicionarla. Creación por ocultación o
pura. El secreto funcionaría a nivel social como una de sustracción, destrucción por develamiento. Por otro
las instancias que 9-espertarían en el otro el deseo de lado está el desencanto, pues no es fácil que la revela-
saber y de ser, alirpentando así su principio vital. El que ción final satisfaga las expectativas que se habían abier-
lo posee lo quiere resguardar; los que no están inicia- to por el desconocimiento que suponía el secreto. Más
dos en él, pero advierten su presencia -o creen adver- vale la promesa incumplida que la constatación consu-
tirla-, lo quieren conocer o poseer, o lo rechazan: cul- mada. En los matices que produce la tensión entre

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todos estos intereses radica la riqueza de la interacción dos tienen una estructura semejante a las del secreto y
social la revelación: las palabras con las que comunicamos
Simmel plantea que hay un conocimiento mutuo servirían como disfraz de un silencio fundamental,
conciente, pero principalmente preconciente, corporal, indecible tal vez, que sin embargo habría también que
entre las personas, pues es importante saber o intuir saber cuidar -el secreto del lenguaje quizás radique en
quién es el otro cuando se entra en relación con él. Es que si se ha conquistado uno . es precisamente para
más, "toda relación entre personas hace nacer en cada poder-no-hacer-uso continuo de él. Simmel de hecho
una una imagen de la otra". Esta imagen no reproduce enumera una cantidad apreciable de sectas .o grupos
su objeto, ya que "el conocimiento psicológico depende anudados alrededor del secreto que durante una cierta
de las formas que el espíritu cognoscente lleva consi- cantidad de tiempo practican un voto de silencio.
go". Se produce una dialéctica entre lo que el otro es y Ahora bien, esta atención en lo que el otro no-dice, en
lo que yo imagino que él es. En todo caso se crea una su silencio, sería una especie de intromisión, estaría
comunicación en la que el otro revela (o también re- violando un principio básico de la sociabilidad moder-
vela, cuida y vela él también) lo que soy, como yo reve- na, el de la discreción -la otra cara de la vergüenza. La
lo lo que él es. Una comunicación en la que se pone en discreción 11 no consiste sólo en respetar el secreto del
juego un saber que idealmente pretende rescatar lo otro, su voluntad expresa de ocultarnos algo, sino en
coherente y desatender lo "irracional y caótico", aunque evitar conocer del otro lo que él positivamente no nos
en verdad este saber no necesariamente es conciente revela". Para bien y para mal, este decoro sujeto a un
-más bien al contrario- y nunca es total. 5 Lo que se dominio racional se complementa, para "quien tenga
conoce del otro pero también de uno mismo, lo que un fino . oído psicológico", como tenía Simmel, con
entonces se "revela" al otro, siempre se conoce o mani- intuiciones y adivinacione-s que escapan al dominio y
fiesta desde una cierta perspectiva, de modo fragmen- permiten elaborar interpretaciones sobre la interiori-
tario y parcial, escuchando lo que se dice pero también dad del otro que el otro muchas veces preferiría man-
lo que se calla, interpretando las palabras y los silen- tener ocultas: "el trato entre los hombres descansa en
cios ... las dudas en el plano del contenido pero antes que cada uno sabe del otro algo más de lo que el otro le
en los tartamudeos de la enunciación. Podría sospe- revela voluntariamente", incluso algo que el otro se
charse que las relaciones entre las palabras y los silen- esfuerza en ocultar, o justamente por ello. 6

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Ahora bien, la ignorancia no sólo atañería a la ima- comunicación amorosa que funda en lo velado la ple-
gen del otro, a lo que el otro es para nosotros, también nitud o la satisfacción, y apuesta por la fantasía antes
lo haría de alguna manera sobre sí mismo. Uno ignora que por el entendimiento, por lo verosímil más que por
una zona suya, una parte de, sí mísmo, que el otro adi- la verdad. "Acaso tenga demasiado para ocultar" este
vina. La tarea consistiría eri ir desperdigando pistas. hombre para entablar una relación como ésta -acaso
Agotar el agujero o la falta que uno es atentaría de algu- esté ansioso de realidad, creyendo que la realidad es
na manera contra el futuro de la propia individualidad asible y que se la puede moldear. Lo que sucede, enton-
y de la relación con los otros -es una falta que se puede ces, según los planteos de Simmel, es que se qrganizan
cubrir pero no colmar, además. Simmel constata este "amistades diferenciadas" que van ligando a una perso-
peligro en varios vínculos sociales, incluso en vínculos na con otra de acuerdo con necesidades específicas: el
íntimos como por ejemplo el matrimonio, que tal estudio, el trabajo, el deporte, la vecindad. Si bien el
como es postulado en la época moderna supone una vínculo es parcial por un lado -con este amigo especí-
entrega y una revelación totales de cada una de las par- fico hablo y hago cosas que sólo puedo hacer con él-,
tes. La consecuencia puede ser calamitosa. Si se satura por otro lado es total -pues sólo con él puedo decir y
la comunicación puede crearse una sensación de vacío hacer eso que digo y hago. Estos síntomas que Simmel
definitiva, pues al revelar el fondo de un ser, al sentir detectaba hace un siglo no perdieron nada de actuali-
que se agotó su misterio, que ya no hay secreto, se des- dad.
truye la sorpresa y el encanto con el que la fantasía lo Una cosa es resguardar una parte de sí y contenerse
había presentado. Llega la hora del entretenimiento y la en la indagación -no querer saber todo del otro, dejar
distracción, la falta de cuidado y de respeto. Con la en uno y en el otro un núcleo no-revelable-, y otra cosa
amistad u otro tipo de "enlaces eróticos", por cierto, es disimular intencionalmente, enmascarar de modo
ocurriría algo apenas diferente. tendencioso. También en ese caso habría que cuidarse
Como en estos casos la entrega es acotada o "no tan de la condena moral. Esta prevención es extensible al
apasionada" habría posibilidades de que la apertura del juicio que provoca para la democracia moderna la
propio ser sea cuidadosa y reticente, lo que a la vez per- organización de una "sociedad secreta". Despierta des-
mitiría un conocimiento mutuo más pleno y fecundo. confianza. Se la relaciona con el despotismo, la oscuri-
Pero quizás al "hombre moderno" le está vedada esta dad, la ocultación, la intriga qu~ no puede hacerse

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pública... en fin con el viejo régimen aristocrático que de callar, auténtica esencia, para Simmel, del ser huma-
se ha dejado atrás. no.
Pues el secreto ejercería sobre la psique el poder En una pequeña digresión sobre la comunicación
terrorífico que tiene lo ignoto o lo inefable, por ello se escrita Simmel presenta con casi todas las letras lo que
lo considera algo amenazador. La democracia moder- podría denominarse una filosofía de conjurados.
na se respalda, en cambio, en leyes generales, públicas, Explicando lo que provoca la redacción y la lectura
abstractas. La comunidad científica lo hace -o lo hacía de una carta -un lugar liberado para los mal-entendi-
hasta que las patentes de los inventos comenzaron a ser dos y las interpretaciones- llega a afirmar que ésta deja
una cuestión de Estado, o a valer millones de dólares- ver mucho más de lo que mpestra, dice algo para dar a
en el libre intercambio de ideas. Y sin embargo Simmel entender otra cosa, que sólo un iniciado -el receptor de
la considera a la sociedad secreta como "una excelente la carta- sería capaz de descifrar. ¿Y en qué consistiría
escuela para las relaciones sociales", pues entre otras la filosofía -como enseñaba Jacques Derrida en
cosas implica la capacidad de mantener la confianza en Políticas de la amistad- si no en un intercambio de car-
los otros y de guardar un secreto por un tiempo pro- tas entre amigos? En rescatar la ambigüedad de los
longado. Además, con sus rituales, las amenazas reales enunciados y la potencialidad del silencio se escon-
o imaginarias entre sus miembros, la obediencia, y, por dería quizás el secreto de la filosofía de Simmel y de su
otro lado, el sentimiento de exclusividad que genera, la pensamiento sociológico. No lo sabemos. Aunque de
autonomía relativa que proporciona, la sociedad secre- este modo podría entenderse el rechazo, la reticencia o
ta le ofrece a los hombres mecanismos para enfrentar la la incomprensión que provocó en su momento, y tam-
homogeneización a la que conduce la sociedad de bién los recaudos con los que los comentaristas la con-
masas y su elemento esencial: el dinero. Simmel hace tinuamos pensando.
hincapié además en otro rasgo de estas sociedades: a la
manía por hablar, al requerimiento permanente a la
palabra -la palabra cura- que practica la sociedad
moderna y sus medios de información, sus métodos
terapéuticos, su sentido común y el chismorreo, la
sociedad secreta acostumbra a actualizar la capacidad

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Notas madre había sido bautizada en la iglesia evangélica, en la
que Georg también habría de ser bautizado, y que abando-
naría formalmente sobre el final de su vida, en los años de
la Primera Guerra Mundial. Georg era el más pequeño de
una típica y numerosa familia de comerciantes, una fami-
l. Cuando Simmel se presentó en 1908 como candidato en la lia berlinesa acomodada que no gozaba de grandes lujos
universidad de Heidelberg, por ejemplo, la evaluación que pero que tenía un buen pasar, algo más o menos común en
redactó el historiador Schaffer, uno de los jurados, lo des- la Alemania del siglo XIX. Si bien Simmel no comulgó con
cribió como un judío íntegro "de pies a cabeza" (aconseja- ninguna religión (aunque el tema de lo religioso acosaría
ba, además, rechazar su postulación dado el carácter "crí- su obra, como le ocurría, por otro lado, a buena parte de
tico y negativo" de su personalidad); en otras palabras, no los sociólogos del momento) la "herencia negada" de su
consideró en ningún sentido el acta de bautismo de familia de algún modo obturaría o por lo menos inter-
Simmel. vendría en su vida, en particular en su carrera académica
Charles Du Bos, uno de los concurrentes a las famosas ter- y en su derrotero intelectual.
tulias intelectuales que daba Simmel en su casa, escribió en 3. Simmel plantea esta idea en "La vida del espíritu y las
su diario un comentario que le hizo Bernard Groethuysen, grandes urbes", en El individuo y la libertad. Ensayos de
otro de los que solían frecuentarlas: "Estaba contento crítica de la cultura, Barcelona, Península, 1998, p. 248. En
[declara Groethuysen, dando cuenta de la última vez que el ensayo que prologamos lo dice con otros términos: una
lo vio, en 1914] por haber sido nombrado profesor. Usted sociedad basada en la posesión de la propiedad privada no
debe recordar cómo había sido siempre humillado por la se agota en la mera posesión, precisa que otros "echen de
inferioridad de su situación oficial en Berlín debida a su menos esa cosa poseída", que la deseen: "esta actitud está
calidad de judío". En Extractos de un diario, Buenos Aires, fundamentada en nuestra sensibilidad para la diferencia"
Emecé, 1947. Era, recordemos, la Alemania del siglo XIX. (cursivas en el original). Las citas que se entrecomillen de
Simmel había intentado inútilmeñte ingresar como profe- aquí en más provienen de "Sociología del secreto".
sor en las universidades de Berlín, Heidelberg y 4. Habría que por lo menos nombrar la contraposición del
Greifswald. secreto con respecto a la función del adorno, la máscara o
2. Sus padres, que provenían de familias judías, habían opta- la cosmética. Simmel entiende que estos se ubicarían en el
do en diversos momentos de su vida por asimilarse a dife- polo opuesto de aquél, aunque cumplirían socialmente una
rentes religiones, como lo hacía en ese momento un núme- significación análoga El adorno atraería la atención sobre
ro apreciable de judíos alemanes: su padre, Edward sí por lo que se ostenta, mientras que el secreto acentuaría
Simmel, se había convertido al catolicismo en la década de la personalidad por lo que oculta. Entre uno y otro, el
1830, durante uno de sus viajes de negocios a París; su mago: el ocultar el truco haciéndolo demasiado evidente.

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5. Protofenomenológicamente Simmel afirma que "el ser y la
representación hacen empíricamente perceptible su miste-
riosa unidad". El ser está dejando de ser una esencia ocul-
ta para pasar a ser un devenir imposible de coagular en Georg Simmel
una entidad. O en otros términos, y para dar cabal cuenta
de su filosofía perspectivista e interpretacionista: "el hom- EL SECRETO
bre no puede separar lo que ve, oye, indaga realmente, de Y LAS SOCIEDADES SECRETAS
aquello en que se transforman estos datos gracias a sus
interpretaciones, adiciones o transformaciones". Plurali-
dad de factores constituyen el fenómeno. Simmel escribe
esto en 1908.
6. Simmel está pensando estas cuestiones contemporánea-
mente a Sigmund Freud. Lo que dejan entrever planteos
como estos es que una sociología fértil se nutre de conoci-
mientos psicológicos. Habría que considerar que sociedad
e individuo, estructura social y psique, constituyen una
unidad.

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Toda relación entre personas depende, es evidente,
del hecho previo de que saben algo unas de otras. El
comerciante sabe que su contraparte quiere comprar
barato y vender caro. El profesor sabe que su alumno
dispone ya de una indeterminada cantidad y calidad de
conocimientos. En cada estrato social, el individuo
sabe más o menos qué grado de cultura puede suponer
en los demás. De no existir este saber, las interacciones
humanas resultarían imposibles. Puede afirmarse -con
la necesaria prudencia- que la intensidad y matices de
cada tipo de relación depende del grado en que cada
parte se revela a la otra a través de la palabra y de los
hechos. Poco importa el grado de error y prejuicio que
pueda haber en ese conocimiento. Al igual que nuestro
conocimiento de la naturaleza contiene, más allá de los

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errores e insuficiencias, la porción de verdad necesaria de nuestras concretas relaciones con él, es decir, de la
para la vida y progreso de nuestra especie, cada cual práctica y de la sensibilidad. Este último punto de
sabe de aquellos con quienes trata lo necesario para investigación en modo alguno debe entenderse como
que el trato sea posible; saber con quien se trata es la que se trata de una falsificación. Antes al contrario, y de
primera condición para tener trato con alguien. La un modo perfectamente legítimo, la representación
representación mutua que se forman dos personas, tras que nos hacemos de un individuo determinado depen-
una conversación algo prolongada o al encontrarse en de del punto de vista desde el que lo consideramos, un
un mismo contexto social, aunque parezca forma punto de vista que depende de la relación total que
huera, simboliza ese conocimiento mutuo que consti- mantenga el que conoce con el conocido. No se puede
tuye la condición previa de toda relación. Esto se le conocer absolutamente al otro -lo que supondría cono-
suele escapar a la conciencia, toda vez que en casi todas cer cada uno de sus pensamientos y sentimientos-,
las relaciones basta con que se reconozcan recíproca- pero sí podemos, con los fragmenten que nos permiten
mente las tendencias y cualidades típicas; esas que, por acceder a él, formamos una idea de esa persona en
su necesidad, sólo se notan cuando llegan a faltar. cuanto unidad y esa unidad dependerá de la parte de él
Resultaría muy útil científicamente investigar qué clase que nuestro punto de vista nos permita ver.
y grado de conocimiento mutuo requieren las distintas Pero estas diferencias de percepción no dimanan sólo
relaciones entre los seres humanos; cómo los supuestos de un mayor o menor volumen de conocimientos.
psicológicos generales, en virtud de los cuales nos Ningún conocimiento psicológico es una reproducción
abordamos unos a otros, se relacionan con las expe- mecánica de su objeto. Como el de la naturaleza exte-
riencias particulares que nos suscita la interacción con rior, el conocimiento psicológico depende de las for-
un individuo determinado; cómo en muchos ámbitos mas con las que cuente el espíritu cognoscente para
el conocimiento mutuo no necesita, o no debe, ser interpretar lo que percibe. Pero, cuando se trata del
igual por ambas partes; cómo el desarrollo de las rela-
ciones puede depender de que aumente el conocimien-
to bien de una parte por la otra bien de las dos por

¡ conocimiento de individuos por individuos, estas for-
mas están muy diferenciadas y no producen esa uni-
versalidad científica y esa certeza supra-subjetiva, que
igual; y, finalmente, al contrario, cómo la imagen psi- se puede conseguir frente a la naturaleza exterior y a los
cológica objetiva que nos formamos del otro depende procesos psíquicos típicos. Si A tiene una representa-

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ción de M distinta de la que tiene B, no quiere decir que más generales y fundamentales es, sin embargo, la ine-
tenga una percepción imperfecta o engañosa; dado el vitable expresión de unidad en que convergen ambos
modo de ser de A y el conjunto de circunstancias en elementos, unidad que nuestras formas de pensamien-
que se encuentra frente a M, su imagen de M es verdad to sólo pueden comprender, construyendo el primero
para A, como lo es la otra, diversa en su contenido, para sobre el segundo, y este sobre aquel al mismo tiempo.
B. No puede afirmarse que existe, por encima de esas Así, nuestras relaciones van desenvolviéndose sobre la
dos imágenes, un conocimiento de M objetivamente base de un saber mutuo, y este saber sobre la base de la
verdadero que las legitime según se ajusten con él. La relación real, como dos elementos indisolublemente
verdad ideal, a la que, sin duda, no hace más que apro- entrelazados que, por su alternancia dentro de la inte-
ximarse asimptóticamente la imagen de M, en la repre- racción, hacen que ésta aparezca como uno de los pun-
sentación de A, es, como ideal, distinta de la que tiene tos en que el ser y la representación hacen empírica-
B; contiene, como supuesto integrador y formativo, la mente perceptible su misteriosa unidad.
especificidad psíquica de A y la relación particular que - Nuestro conocimiento del conjunto de la existencia,
mantienen A y M en virtud de sus respectivos caracte- sobre el que basamos nuestras acciones, se caracteriza
res y condiciones. Toda relación entre personas hace por. tener notables limitaciones y distorsiones. No
nacer en la mente de cada una una imagen de la otra, podemos, en este sentido, dar por bueno el principio de
imagen que está evidentemente en acción recíproca que "sólo el error es vida, y el saber, muerte", pues un
con la relación real: por un lado, esta relación real crea ser sumido constantemente en el error obraría siempre
los supuestos sobre los cuales las representaciones de modo inadecuado y, por consiguiente, moriría. No
mutuas se forman y se verifican y, por otro lado, la inte- obstante, considerando lo casual y deficiente de nues-
racción entre los individuos se basa efectivamente en la tra adaptación a nuestras condiciones de vida, no hay
imagen que cada cual se forma del otro. Se trata de uno duda de que albergamos en nosotros la suficiente ver-
de los procesos circulares más profundos de la vida del dad, así como la suficiente ignorancia y el justo cúmu-
espíritu, en el cual un elemento presupone un segundo, lo de errores como para poder seguir viviendo: ya se
que, a su vez, presupone el primero. Si en otros ámbi- trate de esas grandes ideas que transforman la vida de
tos, más restringidos, esto viene a ser una falacia lógica la humanidad que no llegan a considerarse o materiali-
que invalida todo el proceso intelectivo, en ámbitos zarse si el estado general de la cultura no propicia esas

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transformaciones, o de la "mentira vital" del individuo, pretación que pueda hacerse de sus manifestaciones.
que tan a menudo vive con ilusiones acerca de sus Las manifestaciones externas sirven también para ubi-
capacidades y sentimientos, o con supersticiones acer- car a las personas en sus contextos sociales.
ca de los hombres y los dioses; para poder mantenerse Se ha considerado algo problemático y de no pocas
en su ser y en sus pontecialidades. En este sentido psi- consecuencias el que nuestros procesos mentales, que
cobiológico, el error está coordinado con la verdad. La se desarrollan de modo natural, no se ajusten a las nor-
finalidad de la vida, tanto exterior como interior, per- mas de la lógica. Pero lo cierto es que no deja de ser
mite que una y otra nos proporcionen justamente la curioso que un proceso producido por causas pura-
base sobre la que podemos desarrollar nuestra activi- mente naturales, proceda como si se rigiera por las
dad; una base aproximativa, que permite una amplia leyes ideales de la lógica. Es como si una rama de árbol
latitud de variaciones y de adaptaciones deficientes. estuviese conectada con un telégrafo de modo que sus
Pero en esta esfera del conocimiento objetivo, tanto movimientos, producidos por el viento, pusieran el
la verdad como la ilusión pueden adquirir un carácter telégrafo en función y éste trasmitiera señales a las que
que no se presenta en otros campos: la persona con la podríamos dar un sentido racional. Este singular pro-
que tratamos puede voluntariamente revelarnos la.ver- blema, que no analizaremos aquí, permite señalar que
dad sobre ella o engañarnos con mentiras y ocultacio- nuestros procesos psicológicos se ajustan de hecho
nes. Sólo el ser humano, y ningún otro objeto del cono- mucho menos a la lógica de lo que da a entender su
cimiento, puede, por su propia voluntad, revelarse en expresion formal. Si examinamos atentamente las
su verdad o esconderse. Ningún otro objeto cognosci- representaciones que desfila!). constantemente por
ble modifica su actitud, sabiendo que puede ser cono- nuestra conciencia, sus mutaciones, sus zigzagueas, el
cido certera o equivocadamente. Esta modificación no torbellino de imágenes e ideas inconexas, las combina-
se da en todas las relaciones humanas. A menudo, los ciones injustificables desde el punto de vista de la lógi-
otros no son más que, en cierto modo, objetos de la ca, combinaciones por así decir experimentales, con-
naturaleza que se prestan a ser conocido, por cuanto, cluiremos que todo esto dista mucho de regirse por
ese conocimiento depende de las manifestaciones normas racionales. Pero ocurre que no solemos darnos
externas que los otros hagan de sí mismos de modo cuenta de ello, porque sólo ponemos interés en la parte
espontáneo e inmediato, sin previsión del uso o inter- "utilizable" de nuestras representaciones: pasamos por

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alto los saltos, las locuras, lo caótico de esas representa- cansan sobre este no-saber teleológico en que nos
ciones, a pesar de su realidad psicológica, para fijarnos hallamos unos con respecto a los otros. Esta condición,
en lo que tiene alguna lógica o algún valor. Por eso, evidente a priori y, por así decir, absoluta es en la que se
todo cuanto comunicamos a los demás, incluso lo más dan esas diferencias relativas que llamamos revelación
subjetivo, espontáneo y secreto, es ya una selección de (sincera) y disimulación (mendaz).
ese todo mental real; ya que, si lo expresáramos exacta- Toda mentira, sea cual sea su objeto, propone por su
mente en su contenido y sucesión, nos mandarían, propia naturaleza un error acerca del sujeto que mien-
permítasenos la paradoja, al manicomio. En el sentido te: el mentiroso esconde a su interlocutor la verdadera
cuantitativo, lo que revelamos incluso a las personas representación que posee. Pero la esencia específica de
más íntimas, no son sino fragmentos de nuestra vida la mentira no se limita a que la persona a quien se
real interior. Y estas selecciones tampoco son un mues- miente tenga una falsa representación del hecho; eso
treo proporcionado de esa realidad interior, sino que mismo sucede con el error. Lo característico es que se
son una elección hecha en función de la razón, del le miente respecto a lo que el mentiroso piensa en su
valor, de la relación con el oyente y de su capacidad fuero interno.
· para comprender. Nada de lo que decimos, salvo en la La veracidad y la mentira tienen una gran importan- ·
interjección o la onomatopeya, expresa de un modo cia para las relaciones entre las personas. Las estructu-
inmediato y fiel lo que pasa en nosotros mientras esta- ras sociológicas se distinguen de un modp característi-
mos hablando sino que es una metamorfosis de nues- co por el grado de mentira que opera en ellas. Así, la
tra realidad interior, una metamorfosis teleológica, que mentira es mucho más inocua para la existencia del
descarta y propone. Con un instinto que descarta grupo en las relaciones simples que en las sociedades
automáticamente las contradicciones, no mostramos a complejas. El hombre primitivo que vive en comunida-
nadie el desarrollo de nuestros procesos mentales, cuya des restringidas, que satisface sus necesidades con su
naturaleza es puramente causal y que procede incohe- propia producción o mediante cooperación inmediata,
rentemente, ajeno a la lógica, a la realidad objetiva, al que limita sus intereses espirituales a la propia expe-
sentido. Sólo exhibimos un extracto que hemos estili- riencia o a una tradición uniforme, abarca y controla el
zado por selección y ordenamiento. Y no cabe imagi- material de su existencia con mayor facilidad y más
nar otra interacción ni otra sociedad que las que des- completamente que el hombre que se desenvuelve en

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civilizaciones superiores. Los incontables errores y imposible construir la vida moderna, que es una "eco-
supersticiones que se dan en la vida de los hombres pri- nomía de crédito" en un sentido mucho más amplio
mitivos sin duda le resultan dañinos pero mucho que- el estrictamente económico. Esta relación entre las
menos de lo que pueden resultarle al hombre más evo- épocas, se repite en las distancias de otras dimensiones.
lucionado, por cuanto la práctica de su vida se limita en Cuanto más lejos se encuentren del centro de nuestra
lo esencial a pocos hechos y relaciones, sobre los cuales personalidad terceras personas, tanto más fácilmente
puede, gracias a lo reducido de su horizonte, adquirir podremos avenirnos práctica e interiormente con su
una visión justa. mendacidad. Pero si las pocas personas que están más
En las civilizaciones más ricas y amplias, por el con- cerca de nosotros, nos mienten, la vida se hace inso-
trario, la vida descansa sobre mil presupuestos que el portable. Debemos subrayar la relevancia sociológica
individuo no puede analizar hasta el fondo, ni compro- de esta obviedad, porque indica que la proporción de
bar, sino que ha de admitir de buena fe. La existencia verdad y mentira compatible con la existencia de las
moderna descansa, mucho más ampliamente de lo que relaciones humanas forma una escala que mide el
suele pensarse, sobre la fe y la honestidad de los otros: grado de intensidad de esas relaciones.
desde la economía que es cada vez más una economía Además de la relativa permisividad sociológica de la
de crédito, hasta las actividades científicas, donde los que era objeto, en las situaciones primitivas la mentira
investigadores aplican una infinidad de resultados tenía también una finalidad positiva. La primera orga-
hallados por otros y que no pueden verificar. Basamos nización, jerarquización y centralización del grupo se
/;i!,
nuestras decisiones sobre un complicado sistema de verifica por sumisión de los más débiles a los más fuer-
representaciones, la mayoría de las cuales presuponen tes, física e intelectualmente. La mentira que se impo-
la confianza en que no somos engañados. De ahí que la ne, esto es, que no es descubierta, constituye, sin duda,
mentira en la vida moderna sea más nociva, hace peli- un medio de realizar una superioridad intelectual y de
grar los fundamentos de la vida mucho más que antes. someter y dirigir a los menos avisados. Es una imposi-
Si la mentira siguiera considerándose como un pecado ción desde el espíritu, tan brutal y eficaz como puede
excusable, como hacían los dioses griegos, los patriar- ser la fuerza física, ya sea como selección para repro-
cas judíos o los insulares del Pacífico; si el rigor de la ley ducir la inteligencia, o para proporcionar a unos pocos,
moral no fuera tan disuasivo, resultaría sencillamente para los que trabajan los demás, el ocio necesario a la

~¡;; 37
producción de bienes culturales superiores, o para comunes, es decir, en que ciertos contenidos espiritua-
designar el jefe del grupo. A medida que estos fines les objetivos constituyen un material común que,
puedan conseguirse por medios que no tengan conse- mediante sus relaciones, desarrollan en vida subjetiva.
cuencias tan indeseables, irá siendo menos necesaria la El tipo e instrumento más fundamental es el lenguaje,
mentira y quedará más espacio para la conciencia de su igual para todos. Pero, si la analizamos de cerca, esa
inmoralidad. Este proceso no está aun terminado, ni base común no sólo está constituida por lo que todos
mucho menos. El comercio al por menor cree, aún hoy, saben o por lo que el uno conoce como contenido
no poder prescindir de ciertas mendaces ponderacio- espiritual del otro, sino que está también integrada por
nes de sus mercancías, y por ello las utiliza con la con- lo que sabe uno, pero no el otro. Esto último genera
ciencia tranquila. Los mayoristas han superado ese unos hechos, aún más positivos que los ya menciona-
estadio y pueden ofrecer sus productos con toda since- dos que resultan de la oposición entre la realidad iló-
ridad. Tan pronto como los métodos del pequeño gica y aleatoria del proceso mental de las representa-
comerciante alcancen esa misma perfección, las exage- , ciones y la parte que seleccionamos de manera lógica
raciones o falsedades en sus redamos y recomendacio- y teleológica, para comunicársela a los demás. La dua-
nes, que ahora no se les suele reprochar, sufrirán la lidad del ser humano, en virtud de la cual toda expre-
misma condena moral que ya hoy merecen en aquellas sión exterior del hombre brota de varias fuentes y hace
esferas en que ya no son necesarias. Dentro de un que toda medida parezca grande o pequeña según se
grupo, el trato basado en la veracidad será tanto más compare con otras menores o mayores, hace que las
conveniente cuanto más tenga por norma el bien de los relaciones ·sociológicas también tengan una determi-
muchos y no el de los pocos. Pues los engañados, esto nación ambivalente: las fuerzas socializadoras por
es, aquellos a quienes perjudica la mentira, formarán antonomasia, como la concordia, la armonía, la coo-
siempre mayoría frente al mentiroso, que saca prove- peración, deben entremezclarse con la distancia, la
cho del engaño. De ahí que toda información tendente competencia, la repulsión para generar las configura -
· a eliminar los engaños de la vida social tenga un carác- dones reales de la so~iedad. Las formas organizadoras
ter marcadamente democrático. que parecen sostener o construir la sociedad deben ser
El trato entre los hombres descansa normalmente en constantemente estorbadas, desequilibradas, impedi-
que sus mundos mentales tienen ciertos elementos das por fuerzas individualistas e irregulares, para que,

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con la cesión y la resistencia, sus potencialidades reac- Antes de tratar del secreto, como ocultación delibe-
tivas y evolutivas se realicen. Las relaciones de carácter rada, no debemos olvidar que muchas relaciones pre-
íntimo, cuyo vector formal es la proximidad física y suponen la exclusión del conocimiento mutuo de las
psicológica, pierden el encanto e incluso el contenido personas. Es lo que ocurre con las asociaciones que,
de lo íntimo, si la proximidad no incluye también dis- manteniendo un mínimo de interacción directa, pres-
tancias y pausas. Por último -y esto es lo que aquí nos cinden de ese conocimiento: así, las que se rigen por la
interesa-, el saber mutuo, que determina positivamen- consecución de un fin preciso en las que sus miembros
te las relaciones sociales, no es la única condición de realizan actos puramente objetivos dictados por su
las mismas, sino que estas relaciones presuponen misma pertenencia, como el pago de la cuota de socio.
igualmente algo de no-saber, una cantidad de mutuo En estas asociaciones, la interacción, la cohesión, la
disimulo, que naturalmente puede ser infinitamente comunidad de fines, no dependen de que los miembros
variable en su proporción. La mentira no es más que se conozcan psicológicamente unos a otros. El indivi-
una manifestación grosera y, a menudo, finalmente duo, en cuanto miembro del grupo, no es más que un
contradictoria de esta necesidad. Si es cierto que a vector de acción, importando nada sus motivos indivi-
menudo destroza la relación, también lo es que cuan- duales o1a personalidad que determina su conducta.
do la relación existe, la mentira es un elemento inte- Este tipo de asociación es una formación sociológica
grante de su estructura. El valor negativo que, en lo discreta por antonomasia; sus copartícipes son psicoló-
ético, tiene la mentira, no debe engañarnos sobre su gicamente anónimos y, para constituir la asociación, lo
positiva importancia sociológica, en la conformación único que necesitan saber unos de otros, es que, efecti-
de ciertas relaciones concretas. Además, referida al vamente, la constituyen. La creciente objetivación de
hecho sociológico elemental que aquí interesa, la men- nuestra cultura, cuyas formas nacen cada vez más de
tira no es más que uno de los medios para limitar el energías impersonales y absorben cada vez menos en
conocimiento que uno tiene de otro; es, por así decir, su seno la totalidad subjetiva del individuo -la oposi-
una técnica positiva y agresiva qµe persigue su propó- ción entre el trabajo del artesano y el trabajo de fábrica,
sito mediante un uso simple del secreto y la oculta- es una clara ilustración de esta tendencia-, se extiende
ción. Analizaremos ahora esas dos formas más genera- también a las formas sociológicas. Así, asociaciones
que antes absorbían al individuo por entero y exigían,
les y negativas.

AA 41
pública y la delimitación de las distintas situaciones
además del contenido inmediato de la relación, el
(delimitación tan cerrada que determina la conducta
conocimiento mutuo, se basan ahora, exclusivamente,
del individuo), se han hecho tan firmes y fiables, que
en ese contenido en su mera objetividad.
basta conocer ciertas exterioridades referentes al otro,
De modo que esa forma previa o posterior del cono-
para tener la confianza necesaria a la acción común.
cimiento del otro, es decir, la confianza en el otro (cla-
Las cualidades personales, que podrían en principio
ramente, una de las fuerzas sintéticas más importantes
modificar las conductas en la interacción, dejan de ser
que actúan en la sociedad) adquiere una evolución par-
relevantes: la motivación y regulación de las conductas
ticular. La confianza es una hipótesis sobre la conducta
se han objetivado de tal modo, que ya no es necesario
futura de otro, una hipótesis lo suficientemente segura
para la confianza, conocer verdaderamente a los indi-
como para basar en ella una actividad práctica. En
viduos. En circunstancias más primitivas y menos dife-
cuanto hipótesis, constituye un estado intermedio
renciadas, se sabía mucho más del asociado en lo per-
entre el saber y el no-saber acerca del otro. El que lo
sonal, y, en c~io, mucho menos de la confianza obje-
sabe todo, no necesita transmitir confianza; el que no
1 tiva que pudiera reconocérsele. Ambas cosas iban uni-
sabe nada, no puede pretender infundir confianza. Los
das: a menor confianza, mayor necesidad de conocer
niveles de saber y no-saber que deben combinarse para
mejor al otro.
hacer posible la decisión práctica basada en la confian-
Hoy en día, el conocimiento genérico, que sólo se
za, dependerán de -y caracterizan- las distintas épocas,
refiere a lo objetivo de la persona y que no entra en el
las esferas de intereses y los tipos de individuo. La obje-
secreto de su individualidad, resulta insuficiente cuan-
tivación de la cultura ha diferenciado claramente los
do la asociación de fines adquiere una importancia
grados de saber y no-saber necesarios para que se de la
esencial para la existencia global de sus miembros. El
confianza. El comerciante moderno en sus tratos con
comerciante que ·vende a otro trigo o petróleo, sólo
otros comerciantes, el investigador que investiga con
necesita saber si éste es solvente; pero si toma a otro
sus colegas, el jefe de un partido político que suscribe
como socio, ha de conocer, no sólo su situación patri-
con otro un acuerdo sobre asuntos electorales o legisla-
monial y otras cualidades generales, sino toda su per-
tivos, todos, salvo excepciones, saben de la parte con
sonalidad, su honradez, el grado de confianza que
quien tratan lo necesario para que la relación se de. Las
merece, su temperamento, si es decidido o vacilante,
tradiciones e instituciones, el poder de la opinión

43
etc. Y, sobre este conocimiento mutuo, descansará no sentido del trato social es el lugar propio de la "discre-
sólo el establecimiento de la relación, sino su prosecu- ción". Esta no consiste tan sólo en respetar el secreto
ción, las acciones comunes diarias, la distribución de del otro, su voluntad de ocultarnos tal o cual cosa, sino
funciones entre ellos. El secreto de la personalidad, en en abstenerse de conocer del otro lo que él no nos reve-
este caso, es más limitado sociológicamente: dada la le positivamente. No se trata, pues, en principio, de que
incidencia de las cualidades personales sobre los inte- no debamos saber algo determinado, sino de la reserva
reses comunes, la personalidad debe mostrarse más. general que nos imponemos frente a la personalidad
Más allá de las asociaciones regidas por fines y de las total. Es una forma especial del contraste antitético de
relaciones basadas en la personalidad total, existe otra los imperativos "lo que no está prohibido está permiti-
relación con un carácter sociológico muy peculiar. Me do" y "lo que no está permitido está prohibido". Así, en
refiero a aquella que, en las capas altas, se designa con función del saber recíprolo, se distinguen las distintas
la expresión "trabar conocimiento". Aquí el "conocerse" relaciones: lo que no se oculta, puede saberse, y lo que
mutuamente no significa en modo alguno "conocerse" no se revela, no debe saberse. Este último principio se
propiamente, esto es, penetrar en la individualidad. corresponde con la idea de que alrededor de cada hom-
Significa tan sólo que cada uno de los dos conocidos bre hay como una esfera ideal, de dimensiones varia-
sabe de la existencia del otro. Este conocimiento se bles según las diversas direcciones y las distintas perso-
satisface con el nombre del otro, con "presentarse"; nas a las que se dirija, esfera en la cual no puede pene-
supone que tomamos nota de la existencia de una per- trarse sin destrozar el valor personal del individuo. El
sona, pero no de su personalidad. Aquí, cuando se dice honor traza una de esas esferas: en este sentido, el len-
que se conoce, incluso bastante, a una persona, se guaje, con acierto, señala la invasión del honor con la
entiende que no se ha entablado ninguna relación ínti- expresión "acercarse demasiado". El radio de esa esfera
ma con ella: sólo se conoce del otro lo externo, ya sea marca, por así decir, el límite que no puede traspasarse
su presentación puramente social o lo que el otro quie- sin ofensa para el honor. A otra esfera análoga rodea a
ra mostrarnos. Este conocimiento del ser "conocidos" las personalidades "importantes". Una coacción inte-
no se refiere a lo que el otro es "en sí", a lo que es en su rior nos ordena guardar la distancia frente a ellos. Esa
interior, sino al aspecto exterior· que muestra a los coacción no desaparece fácilmente, incluso en relacio-
demás, al mundo. Por eso el "conocimiento" en este nes más amigables, y sólo el que no advierte la relevan-

LIÁ 45
cia de la persona prescinde de la coacción: así, el "ayuda de qué personas se trate, del mismo modo que el honor
de cámara" del "gran hombre" puede no ver grandeza y la propiedad tienen un radio muy distinto frente a las
en su jefe. En este sentido, la familiaridad excesiva personas cercanas que frente a los extraños e indiferen-
puede denotar una falta de percepción de las diferentes tes. En las relaciones sociales en sentido estricto antes
relevancias que pueden tener las personas; quien se mencionadas, las que se dan entre "conocidos", hay un
comporta con familiaridad con un hombre importan- límite típico infranqueable, sea lo que sea lo que escon-
te, no lo hace porque lo estime o lo subestime, sino da -quizá nada- y que el otro, por los usos de la discre-
simplemente porque no sabe estimar. Al igual que un ción, no debe franquear con preguntas u otras in,geren -
pintor destaca la importancia del personaje central pin- das.
tando a los demás alejados y agrupados, la señal Poder determinar dónde se encuentra ese límite, no
sociológica de la importancia es esa distancia, que es, en principio, nada sencillo. Nos obliga a fijarnos en
mantiene a los demás alejados de esa esfera que la per- lo más hondo de la estructura de las formaciones socia-
sona relevante llena con su poder, su voluntad y su les. El derecho a la propiedad privada, ya sea espiritual
grandeza. o material, no puede afirmarse en términos absolutos.
Un círculo similar, aunque de otro valor, circunda a Sabemos que, en las civilizaciones superiores, la pro-
todas las personas; una esfera que llenan con sus preo- piedad material, en sus tres aspectos esenciales (adqui-
cupaciones y sus cualidades personales: pretender sición, seguridad y aprovechamiento), no depende
conocerla es una afrenta a su personalidad. Al igual que nunca sólo de las fuerzas del individuo, sino que
la propiedad material se considera una extensión del yo requiere también la ayuda del medio social; de suerte
-la propiedad es lo que responde sólo a la voluntad de que las limitaciones a la propiedad, ya afecten a los
su dueño; empezando por el cuerpo, nuestro "primer modos de adquirirla o a los impuestos, son ante todo
bien"- y toda intromisión en las propiedades se consi- un derecho del todo social, no del individuo. Y este
dera una violación de la personalidad, así también hay derecho tiene un fundamento más hondo que el de la
una propiedad espiritual privada, cuya violación hiere proporción entre las prestaciones y contraprestaciones
al yo en lo más íntimo. La discreción no es más que el entre sociedad e individuo: se basa en el principio
sentido del derecho aplicado a la esfera de lo más ínti- mucho más elemental de que la parte ha de soportar, en
mo. También la discreción tiene distinto alcance según su ser y haber, todas las limitaciones necesarias a la

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conservación y propósitos del todo. Este principio rige general, el hombre se atribuye el derecho a saber todo
también en la esfera interior del hombre. En interés del cuanto pueda averiguar sin recurrir a medios externos
trato y de la cohesión sociales, uno debe saber ciertas ilegales, simplemente mediante la observación psi-
cosas del otro, y éste no puede desde un punto de vista cológica y la reflexión. Pero, en realidad, esta indiscre-
moral negar ese conocimiento, no puede reclamar dis- ción no-ilegal puede ser tan violenta y moralmente
creción. El empresario que contrae con otro obligacio- condenable como el escuchar detrás de las puertas o
nes a largo plazo, el señor que contrata a un sirviente, leer a escondidas cartas ajenas. A quien tiene un fino
así como este sirviente mismo, el superior que ascien - oído psicológico, los hombres le delatan incontables
de al subordinado, la dueña de casa que admite a una veces sus pensamientos y cualidades más secretos, no
nueva persona en el círculo de sus invitados, todos tie- sólo a pesar de esforzarse en ocultarlos, sino justa-
nen derecho a saber del pasado y presente de la perso- mente por ello. Interpretar las palabras impensadas,
na con la que tratan, de su carácter y probidad: todo lo cavilar sobre la significación de un silencio, de un
necesario para fundamentar racionalmente su acción u rubor, de unas expresiones, nada de esto traspasa los
omisión. Se trata de unos ejemplos evidentes en los que límites de la discreción externa: no es más que un
el deber de discreción -el renunciar a conocer todo lo esfuerzo intelectual de cada cual y, en este sentido,
que el otro no nos muestre voluntariamente- cede ante aparentemente un derecho incontestable de la perso-
las exigencias de la práctica. na, más aún cuando estos abusos de superioridad psi-
Pero de forma más sutil y ambigua, por los frag- cológica suelen darse involuntariamente: interpreta-
mentos, los matices, los silencios, toda interacción se mos al otro, reconstruimos su vida interior aún sin
basa en verdad en que cada uno sabe del otro algo más quererlo. Aunque la persona honrada se abstenga de
de lo que éste le revela voluntariamente, y con fre- cavilar sobre las cosas que el otro oculta, de aprove-
cuencia cosas que a éste le desagradaría saber que el char sus imprudencias y torpezas, el proceso de cono-
otro conoce. Si esto, desde un punto de vista indivi- cimiento en esta esfera se da de un modo tan automá-
dual, puede pasar por indiscreción, es, socialmente, tico, y su resultado surge tan inopinadamente, que
una condición para el trato estrecho y vivo. De ahí que nada puede contra ello la buena voluntad. Y así, cuan-
resulte tan difícil trazar el límite jurídico de estas do lo que está prohibido no puede, sin embargo, evi-
incursiones en la propiedad privada espiritual. En tarse, la delimitación entre lo permitido y lo prohibi-

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do resulta aún más difícil. ¿Hasta qué punto la discre- se concentra en un elemento, como le sucede al amor
ción ha· de cercenar el alcance propio del proceso inte- con la sensualidad. Sin duda, de los muchos motivos
lectual? ¿En qué medida la relevancia de la interac- que dan pie a una relación, -uno puede acabar priman-
ción, la interdependencia de los miembros de un do y determinando cierta organización de la relación.
grupo, puede limitar el deber de discreción? La solu- Un elemento muy fuerte de interacción puede dar
ción no puede darla por sí sólo el tacto moral, ni lugar a otros que, de lo contrario, habrían permaneci-
puede darla por sí sola la visión global de las relacio- do latentes. En este sentido, es indudable que, en la
nes objetivas y de sus requerimientos, sino que deben mayoría de las personas, el amor sexual es el que abre
intervenir conjuntamente. La finura y complicación más de par en par las puertas de la personalidad.
de este pro~lema lo acaba relegando en mayor medida Incluso, para muchas personas, el amor es la única
a la decisión individual, toda vez que, a diferencia de forma de entregar su yo entero, de la misma manera
la propiedad privada en un sentido material, no hay que para el artista el arte es la única forma de manifes-
una norma de carácter general que lo resuelva. tar toda su interioridad. En las mujeres esto se observa
Frente a esta forma previa o complementaria del con más frecuencia (también en el "amor cristiano"):
secreto, que se refiere no al comportamiento del que cuando aman, no sólo entregan sin reserva todo su ser
esconde, sino al saber y no-saber recíprocos, pasamos y todos sus haberes, sino que todo esto, por así decir, se
ahora a tratar otro tipo de relaciones: aquellas que, a disuelve químicamente en el amor y pasa al otro con el
diferencia de las antes estudiadas, no giran en torno a \ color, la forma y el calor del amor. Por el contrario,
intereses bien delimitados, sino que, al menos así lo cuando el sentimiento amoroso no es bastante expan-
piensan, se basan sobre la totalidad de la personalidad. sivo, cuando los demás contenidos del alma no son
Las principales tipos de esta categoría son la amistad y todo lo maleables, el predominio del vínculo erótico
el matrimonio. El ideal de la amistad, procedente de la puede inhibir los demás contactos, ya sean morales,
Antigüedad y desarrollado en un sentido .romántico, prácticos o intelectuales. La amistad -con su entrega
busca una absoluta intimidad espiritual y, también, la menos apasionada y- menos unidireccional-, es más
comunidad de propiedades materiales. Esta inmersión propicia a ligar por entero a las personas; puede abrir
total del yo en la relación puede ser más plausible en la las puertas del alma con menos virulencia, pero con
amistad que en el amor, en la medida en que aquella no mayor amplitud y continuidad.

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Pero esta intimidad completa se irá haciendo cada sección de la periferia. Y en este sentido, puede tener la
vez más difícil, a medida que aumenta la diferenciación misma profundidad de sentimiento y la misma abne-
entre las personas. Quizá el hombre moderno tenga gación que las épocas y personas menos diferenciadas
demasiado que ocultar, para poder trabar amistades a asocian con las relaciones que abarcan todos los arnbi-
la manera antigua. Quizá las personalidades, salvo en tos de la vida y para las cuales la reserva y la discreción
su juventud, estén demasiado individualizadas, para no son un problema.
que sea posible comprender y aceptar al otro con plena Resulta mucho más difícil medir el grado de comu-
reciprocidad, lo cual requiere no poca intuición e ima- nicación y reserva -con sus complementos, la intromi-
ginación creativa. Parece, por tanto, que la sensibilidad sión y la discreción-, en la relación conyugal. Se trata
moderna se inclina más hacia las amistades diferencia- de un ámbito de análisis de la mayor importancia para
das, amistades que se limitan a uno de los aspectos de la sociología de la relación íntima: saber si el máximo
la personalidad sin entrar en los otros. Esto da pie a un de reciprocidad se logra bien entregándose por entero
tipo muy particular de amistad, ciertamente relevante mutuamente las dos personas bien, al contrario,
para el problema que aquí nos ocupa: el grado de intru- reservándose. Es decir, ¿no se pertenecerán acaso más
sión y de reserva en la relación amistosa. Estas amista- cualitativamente cuanto menos se pertenezcan cuanti-
des diferenciadas que nos ligan a una persona por el tativamente? Esta pregunta no puede responderse sin
sentimiento, a otra por la comunidad espiritual, a una resolver al mismo tiempo esta otra: ¿dónde trazar, den-
tercera por impulsos religiosos, a una cuarta por tro de todo lo que un hombre puede comunicar, el
recuerdos comunes, ofrecen una síntesis peculiar en lo límite más allá del cual empieza la reserva y el respeto
referente al problema de la discreción, la revelación y el del otro? La ventaja del matrimonio moderno -en el
disimulo: exigen que el amigo se abstenga de penetrar cual esas dos preguntas se resuelven sólo caso por
en las esferas de interés y sentimiento que no están caso-, es que ese límite no está fijado de antemano
comprendidas en la relación. De no hacerlo, puede como ocurre en las culturas antiguas. En estas últimas,
hacer peligrar la mutua comprensión. Pero la relación el matrimonio no es en principio una institución eróti-
así circunscrita y rodeada de discreción, puede proce- ca, sino sólo económica y social; la satisfacción de los
der del centro mismo de la personalidad, alimentarse deseos amorosos sólo tiene una relación accidental con
de sus jugos radicales, aunque sólo rieguen luego una él, y los matrimonios se contraen -con pocas excepcio-

t;?. 53
nes-, no por motivos de atracción individual, sino por esta exigencia ideal no es nula, sino que, con frecuen-
razones de familia, de relaciones de trabajo, de descen- cia, ha suministrado espacio e impulso para desarrollar
dencia. Los griegos llegaron en esto a un grado muy una comunidad inicialmente muy imperfecta y limita-
elevado de diferenciación. En palabras de Demóstenes: da. Y si este proceso interminable puede acabar gene-
"Tenemos hetairas para el placer, concubinas para las rando una relación dichosa e íntima, el invertirlo suele
necesidades diarias y esposas para darnos hijos legíti- ser causa de profundas desilusiones: cuando se parte de
mos y cuidar de la casa." Una relación tan mecánica entrada desde la unidad absoluta, desde la entrega
que excluye -como demuestra, con variantes, el análi- absoluta, desde la total reciprocidad.
sis histórico de la institución matrimonial- el centro En los primeros tiempos del matrimonio, como de
del alma: no permite ni requiere el confiarse íntima- las relaciones conyugales libres, se suele imponer la
mente uno a otro, aunque sí permite que desaparezcan tentación de sumirse completamente uno en otro, de
reservas de finura y pudor. entregar las últimas reservas del alma tras las del cuer-
Esta tendencia a excluir a priori, mediante normas po, de perderse totalmente uno en otro. Pero, en la
supra-individuales, determinados contenidos vitales de mayoría de los casos, esto amenaza el porvenir de la
las comunidades matrimoniales, se da en una plurali- relación. Sólo pueden, sin peligro, darse por entero,
dad de formas matrimoniales en distintas culturas; for- aquellas personas que no pueden darse por entero, por-
mas que los contrayentes eligen previamente y que que la riqueza de su alma radica en la renovación cons-
organizan los intereses económicos, religiosos, legales tante, de suerte que tras cada entrega les nacen nuevos
u otros de la familia. Así ocurre en muchos pueblos pri- tesoros, porque tienen un patrimonio espiritual latente
mitivos, entre los indios, entre los romanos, etc. inagotable y no pueden revelarlo o regalarlo de una vez:
También en la vida moderna, el matrimonio suele con- como el árbol que, al dar un año todos sus frutos, no
traerse por motivos convencionales o materiales. No compromete los del año siguiente. No ocurre lo mismo
obstante, por poco que se realice de hecho, la idea con los que, por así decir, agotan de pleno su capital,
sociológica del matrimonio moderno es la de la comu- por los ímpetus del sentimiento, con la entrega incon-
nidad de todos los contenidos vitales, en la medida en dicional, con la revelación de su vida espiritual: carecen
que determinan, inmediatamente y por sus efectos, el de esa fuente de la renovación constante del alma,
valor y destino de las personalidades. La eficacia de fuente que no puede revelarse plenamente ni separarse

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del yo. Puede ocurrir entonces que, un día, se encuen- nos desanima a proseguirla. En esto radica el peligro de
tren con las manos vacías, con que la ofrenda dionisia- la entrega absoluta, especialmente en las relaciones
ca deje tras de sí una pobreza que acabe devaluando las íntimas, donde la entrega aparece como un deber
donaciones y entregas pasadas, los gozos anteriores. -sobre todo cuando no existe seguridad absoluta en el
Estamos hechos de tal manera, que necesitamos como propio sentimiento y cuando por temor a no dar bas-
base de nuestra vida no sólo una determinada propor- tante al otro se acaba dando demasiado. Muchos matri-
ción de verdad y error sino una mezcla de claridad y monios zozobran por esta falta de discreción mutua en
oscuridad en la percepción de los elementos vitales. el dar y tomar: caen en una rutina banal y gds que ya
Percibirlo todo con claridad, es destruir el encanto de no espera sorpresas. Las relaciones profundas y fecun-
la vida e impedir que nuestra imaginación juegue con das, en las que se intuye y respeta tras la última revela-
sus posibilidades; y nada podrá compensar esa pérdida, ción otra aún más sublime, en las que se reconquista
ya que se trata de una actividad autónoma que ningún diariamente lo que se sabe ya poseer, se nutren de estas
gozo pasivo, ninguna serena aceptación puede susti- recompensas de la discreción y contención que, aun en
tuir. No basta con que el otro haga entregas que acep- las relaciones más íntimas que abarcan la persona ente-
tamos, también tenemos que poder donarle al otro, con ra, respeta esa propiedad interior y entiende que el
esperanza e idealizaciones, la posibilidad de que nos derecho a preguntar está limitado por el derecho a
sorprenda con nuevas entregas que ni él aún sospecha. guardar secreto. Todas estas combinaciones se caracte-
Y esta donación de esperanza en el otro crece en el rizan sociológicamente por el hecho de que el secreto
horizonte confuso de su personalidad, en el ámbito del uno es en cierto modo aceptado por el otro, y lo
intermedio donde la fe sustituye al saber. Y no nos esta- ocultado voluntaria o involuntariamente es respetado
mos refiriendo a ilusiones o engaños alimentados por voluntaria o involuntariamente.
el optimismo o el enamoramiento, sino a que una parte Pero la intención de ocultar adquiere una intensidad
de las personas, incluso de las más íntimas, ha de muy distinta cuando frente a ella actúa la intención de
ofrecérsenos en forma oscura y borrosa para que no descubrir. Surge entonces esa disimulación y enmasca-
pierdan su encanto. El hecho de tener del otro un cono- ramiento, esa defensa casi agresiva frente al tercero, que
cimiento psicológico absoluto, nos enfría, aun sin pre- es lo que llamamos el secreto, strictu sensu. El secreto en
vios entusiasmos, paraliza la vitalidad de la relación y este sentido, el disimulo por medios negativos o positi-

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vos de ciertas realidades, constituye una de las más torpe e indiferenciado, y, por otro, se acaban percibien-
grandes conquistas de la humanidad; comparado con do las ventajas del disimulo? ¿En qué medida la rele-
el estado infantil, donde toda representación es comu- vancia o indiferencia de lo escondido modifica la can-
nicada de inmediato, donde toda empresa se muestra a tidad de secreto? Todas estas preguntas ya indican por
todos, el secreto supone una enorme ampliación de la sí solas la importancia del secreto en las interacciones
vida, en la medida en que la publicidad total impide humanas. La negatividad moral que suele acompañar
que muchos contenidos vitales se manifiesten. El secre- al secreto no debe inducirnos a error: en cuanto forma
to permite, en cierto modo, que surja otro mundo, sociológica universal, podemos analizarla con neutrali-
junto al mundo visible, y que éste esté condicionado dad, con independencia de sus contenidos específicos.
por aquél. Toda relación, entre personas o grupos, se Contenidos que, por otro lado, pueden ser de los más
caracteriza por la presencia y grado de secreto que delicados y elevados, como el pudor del alma distin-
comportan; pues incluso si el otro no nota la existencia guida, que oculta justamente lo mejor de ella para no
del secreto, éste modifica la actitud- del que lo guarda y, dar a entender que pretende unas alabanzas y recom-
por tanto, condiciona toda la relación. 2 pensas que, aunque justas, devaluarían el valor de lo
En no pocos ámbitos, la evolución histórica de la premiado. Y, ciertamente, aunque el· secreto no está
sociedad se caracteriza por el hecho de que cosas antes directamente vinculado al mal, el mal sí suele vincular-
públicas pasan a ser protegidas por el secreto e, inver- se directamente al secreto. Por razones fáciles de com-
samente, cosas antes secretas prescinden de esa protec- prender, lo inmoral suele ocultarse, incluso cuando no
ción y se hacen públicas. Esto es similar a esa evolución ha de temer el castigo social, como ocurre con algunos
del espíritu, en virtud de la cual actos que antes se eje- extravíos sexuales. Con independencia de la repulsa
cutaban conscientemente se acaban realizando incons- social y las condenas morales, la inmoralidad tiende
ciente y mecánicamente, mientras otros, que antes eran por sí sola a aislarse. El secreto es también, entre otras
inconscientes e instintivos, ascienden a la claridad de la cosas, la expresión sociológica del mal moral, aunque
conciencia. ¿Cómo afecta esto a las distintas formacio- los hechos suelan contradecir la clásica máxima de
nes de la vida pública y privada? ¿Cómo conduce esto "nadie es tan malo co_mo para querer además parecer-
a situaciones cada vez más adecuadas, cuando por un lo"; pues suele ocurrir que la provocación y el cinismo
lado el secreto es inicialmente demasiado extenso, impiden encubrir el mal, como también el exceso de

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presunción, que puede llevar, incluso, a jactarse de Parlamento fueron durante mucho tiempo secretas, y,
inmoralidades nunca cometidas. en tiempos de Jorge III, se perseguía la publicación en
La utilidad del recurso al secreto como técnica la prensa de noticias acerca de ellas, porque atentaban
sociológica, como forma de acción, sin la cual nuestro contra los privilegios del Parlamento.
contexto social nos impide lograr ciertos fines, resulta El secreto sitúa a la persona en una posición excep-
clara. Pero, más allá de su utilidad, el encanto y valor cional: ejerce una atracción, determinada socialmente
del secreto, la fascinación que puede ejercer la conduc- e independientemente del contenido del secreto; aun-
ta misteriosa, sea cual sea su contenido, no son cosa que esa atracción será mayor según el secreto sea más
evidente. De entrada, la decidida exclusión de todos los importante y amplio. A ello contribuye otra inversión,
demás, produce un sentimiento de propiedad igual- análoga a la ya mencionada: toda personalidad emi-
mente decidido, pero un sentimiento que no es el posi- nente, toda acción superior tiene para el común de los
tivo de poseer sino el negativo de privar a los demás; hombres un carácter misterioso. Sin duda, todo ser y
nace, evidentemente, de nuestra sensibilidad por la todo hacer humanos brotan de unas fuerzas enigmáti-
diferencia. Por otro lado, como se suele excluir a los cas. Esto, entre personas de un mismo nivel o calidad,
otros de poseer algo de gran valor, resulta psicológica- no supone ningún problema, ya que se produce cierta
mente fácil llegar a la conclusión inversa: lo que se comprensión inmediata entre ellas. Mientras que si hay
niega a muchos debe de ser muy valioso. Es así como la una desigualdad esencial, esa comprensión no se pro-
forma del secreto confiere a la propiedad interior un duce y es entonces en esa forma de la diferencia singu-
valor característico: la relevancia de lo callado cede en lar donde actúa el misterio. Es como si, viviendo siem-
importancia ante el hecho de que los demás no pueden pre .en un mismo paisaje, no nos preguntamos la
conocerlo. Los niños suelen vanagloriarse diciendo: "sé influencia que puede ejercer sobre nosotros el medio,
algo, que tú no sabes", y lo dicen con tono de jactancia mientras sí lo hacemos tan pronto corno cambiamos de
y humillación para el otro, aun cuando sólo es una lugar, por la diferencia de sentimiento vital que nos
mentira y no tienen ningún secreto. suscita. Del secreto que rodea todo lo profundo e
En todas las relaciones, desde las más reducidas a las importante, surge el típico error de creer que todo lo
más amplias, aparece esta fascinación por el que cono- misterioso es profundo e importante. Ante lo descono-
ce un secreto. En Inglaterra, las deliberaciones del cido, el instinto natural de idealización y el temor del

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hombre actúan en un mismo sentido: darle una impor- esconder y el de descubrir, brotan matices y fatalidades
tancia y prestarle una atención que lo conocido no sus- que recorren todo el campo de las interacciones. Si
cita. toda relación entre los hombres se caracteriza por la
Curiosamente, los atractivos del secreto, se combinan cantidad de secreto que contiene y la rodea, el desarro-
con los de su opuesto lógico, la traición, la revelación llo de la relación dependerá de la proporción en que se
del secreto. El secreto contiene una tensión que se den las energías que tienden a guardar secreto y las que
resuelve en el momento de la revelación. Ese momento pro-penden a revelarlo: las primeras proceden del
constituye la peripecia en la evolución del secreto: interés práctico y del encanto formal del secreto, las
entonces se concentran y culminan todos sus atractivos segundas de la incapacidad de resistir más tiempo la
-de modo parecido a como el momento del gasto es tensión del secreto; y, también, por esa sensación de
aquel en que más gozamos del valor del objeto: la sen- superioridad que, estando latente, sólo se realiza plena-
sación de poder que da la posesión de dinero, se inten- mente en el momento de descubrirlo. También puede
sifica cuando el dilapidador se desprende de él. intervenir el placer de la confesión, cuando esa sensa-
También al secreto va unido el sentimiento de que ción de poder se expresa en forma perversa y negativa,
podemos traicionarlo, al poder de producir cambios y como humillación de uno mismo.
sorpresas, alegrías y destrucciones, aunque sea la pro- Todos estos elementos que determinan la función
pia destrucción. La posibilidad y la tentación de reve- sociológica del secreto, son de naturaleza individual;
larlo, rodean al secreto; y, al riesgo exterior de ser des- pero la medida en que las disposiciones naturales y las
cubierto, se une el riesgo interior de descubrirse uno situaciones complejas de las personas se constituyen en
mismo, que es como una fascinación por el abismo. El secreto depende también de la estructura social en la
secreto pone una barrera entre los hombres, pero sus- que desenvuelven sus vidas. Llegamos así a un punto
cita, al mismo tiempo, la tentación de romperla con la decisivo: el secreto es un momento de individualiza-
indiscreción o la confesión. Por eso, la significación ción de primer orden, con una doble función típica:
sociológica del secreto se realiza en la práctica en fun- por un lado, las relaciones sociales altamente persona-
ción de la capacidad del sujeto para guardarlo, es decir, lizadas permiten y exigen el secreto y, por otro, el secre-
de su resistencia o debilidad ante la tentación de trai- to genera y aumenta esa diferenciación. En un círculo
cionarlo. Del contraste entre ambos intereses, el de reducido de relaciones estrechas, elaborar y mantener

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secretos resulta más difícil, por cuanto todos se cono- dinero ajeno. De ahí que se dicten medidas de protec-
cen demasiado y los contactos frecuentes e íntimos ción, como la que obliga a publicar datos de las opera-
incitan a la revelación. Pero en estos círculos estrechos ciones financieras de los Estados y de las sociedades
tampoco hace mucha falta el secreto, porque estas for- por acciones. Esto nos sirve para ilustrar mejor esa
maciones sociales suelen nivelar a sus miembros, y no evolución antes señalada, según la cual, los contenidos
dejar que las particularidades del ser, hacer o poseer, del secreto varían constantemente: lo que era público,
esencia del secreto, permanezcan ocultas. se torna secreto, y lo que era secreto, se deja ver; lo cual
Ocurre lo contrario cuando el círculo de la interac- podría dar lugar a una idea paradójica: que)a convi-
ción se agranda considerablemente. Aquí, como para vencia humana necesitaría de una cantidad invariada
muchas otras cosas, donde mejor pueden observarse de secreto, sólo cambiarían los contenidos del mismo.
los rasgos propios de los grandes círculos es en la eco- Esta idea puede precisarse en el siguiente sentido:
nomía monetaria. Desde que la circulación económica parece que, a medida que la civilización se especializa,
de los bienes puede hacerse con el dinero, también los asuntos colectivos se hacen públicos y los -indivi-
puede hacerse con una clandestinidad antes imposible. duales, secretos. Como se ha dicho, en las sociedades
Ayudan tres cualidades de la forma monetaria de los primitivas, los individuos no pueden evitar la intromi-
bienes: el ser comprimible, lo que permite enriquecer a sión de los otros, algo que el estilo de vida moderno,
una persona con un cheque que se desliza impercepti- especialmente en las grandes ciudades, sí permite
blemente en su mano; el ser abstracta y sin cualidades, hacer, dando así lugar a una notable extensión de la
gracias a lo cual las transacciones, las compraventas de discreción y la reserva. Por el contrario, si, en el pasa-
propiedad pueden hacerse disimuladamente, lo que no do, los Estados, los representantes de los intereses
era posible cuando los bienes sólo eran objetos exten- públicos, _solían esconderse tras un halo de autoridad
sos y tangibles; y, por último, el alcance de su acción, mística, a medida que el campo de lo político se ha ido
merced a lo cual se puede invertir en bienes muy aleja- extendiendo y desarrollando, esos representantes
-dos y ajenos a las miradas del entorno más cercano. pasan a usar técnicas más objetivas al mismo tiempo.
Estas posibilidades de disimulación, que aumentan que aumenta la distancia que les separa del resto de los
en la misma proporción que la economía monetaria, individuos, y esto les confiere una seguridad y una dig-
implican unos riesgos -especialmente en el manejo del nidad que les permite soporJ:ar el que sus actividades

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sean públicas. La clandestinidad de los asuntos públi- del todo pertinente. Cuando surge un sistema de poder
cos revelaba su contradicción interna al incitar reac- objetivo, por encima de los intereses individualistas
ciones opuestas: la traición y el espionaje. En los siglos pero que los tiene en cuenta, ese sistema puede legíti-
XVII y XVIII, los Gobiernos aún mantenían en el mamente funcionar secretamente, con autonomía for-
mayor secreto el importe de la deudas del Estado, las mal, sin renunciar ·por ello a la "publicidad", en el sen-
recaudaciones de impuestos o el número de sus solda- tido de cuidar concretamente de los intereses de todos.
dos; de ahí que los embajadores se dedicaran a acechar No existe, por tanto, una conexión lógka que indique
datos, a desviar cartas, a sonsacar entre los que que la publicidad tiene más valor. Sí vemos, no obstan-
"sabían", incluso entre la servidumbre. 3 En el siglo XIX te, operar aquí el esquema de-la diferenciación cultural:
la publicidad se impone en los asuntos del Estado, lo público se hace cada vez más público; lo privado,
hasta el punto que los propios Gobiernos publican ofi- cada vez más privado. Esta evolución histórica refleja
cialmente los datos que hasta entonces todo régimen un significado más profundo: lo que por su esencia es
debía mantener secretos si quería pervivir. Así, la polí- público y por su contenido interesa a todos, acaba
tica, la administración, la justicia, han ido perdiendo · haciéndose cada vez más público externamente, en su
su secreto a medida que el individuo iba reservándose forma sociológica, y lo que se refiere sólo al yo, a los
más y la vida moderna iba elaborando una técnica para asuntos centrípetos del individuo, adquiere una forma
guardar el secreto de los asuntos privados en medio del sociológica cada vez más privada, cada vez más apta
hacinamiento de las grandes ciudades -sin necesidad para permanecer secreto.
de aislarse físicamente. Hay en lo que he dicho antes -que el secreto funcio-
¿En qué medida esta evolución sirye a determinado na también como un adorno que valoriza al que lo
fin? La respuesta dependerá del axioma social que se posee- una contradicción interna: el esconder algo a
considere. La democracia querrá la publicidad como los demás debe estar presente en sus conciencias; el
un estado deseable en sí mismo, en virtud del principio sujeto destaca justamente por aquello que oculta. Esto
de que todos deben conocer los hechos y circunstan- demuestra que la necesidad de destacar sociológica-
cias que les conciernen; pues sólo así podrán decidir al mente recurre a medios contradictorios, también por
respecto; el saber implicaría ya una incitación psicoló- cuanto aquellos contra los que van dirigidos han de
gica a participar. Está por ver si este razonamiento es participar en el juego. Sin duda ha llegado el momento

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de analizar un polo aparentemente opuesto al secreto, ción: se necesita precisamente a las personas sobre las
el adorno, y demostrar cómo sus respectivas significa- que pretendemos encumbrarnos gracias a la sensación
ciones sociales tienen una estructura análoga. La esen- de inferioridad que inspiran.
cia del adorno' consiste en atraer las miradas de los El adorno combina de manera singular estos moti-
demás-hacia el que lo ostenta. En este sentido el ador- vos, en que se entretejen formas exteriores e interiores.
no es lo contrario del secreto. Pero ya hemos visto que Se trata de destacar la propia persona, de acentuarla
el secreto también acentúa la personalidad. El adorno como algo distinguido, pero no con una manifestación
realiza esa misma función mezclando la superioridad inmediata de poder, no mediante una coacción exterior
sobre los demás con una dependencia respecto de ellos, sobre el otro, sino merced al agrado. Uno s'e adorna
es una mezcla de buena voluntad y envidia. para sí mismo, pero no puede hacerlo sin adornarse
también para los demás. Se trata de una curiosa con-
tradicción sociológica: un acto que sirve exclusivamen-
DIGRESIÓN SOBRE EL ADORNO te para acentuar la propia personalidad, consigue su fin
sólo por medio del agrado que proporciona al otro, por
En el deseo que siente el hombre de agradar a los que la suerte de gratitud que recibe a cambio. Incluso si el
le rodean, se entrelazan tendencias opuestas que, en su adorno produce envidia, eso significa que el envidioso
alternancia, permiten realizar la relación entre los indi- desea conseguir para sí el mismo reconocimiento y
viduos. Por un lado, está la bondad, el querer dar admiración, y ese deseo demuestra justamente hasta
alegría a los demás. Y, por otro, el deseo de que esa qué punto considera esos valores ligados al adorno. El
alegría, ese agrado, redunde en reconocimiento y esti- adorno es el objeto egoísta por antonomasia, por cuan-
mación, que se nos valore por ello. Este segundo deseo to destaca a su portador y le comunica un sentimiento
puede llegar a estar en plena contradicción con el pri- de superioridad sobre los demás (ya que el mismo
mero: agradando pretendemos distinguirnos de los adorno usado por todos no adornaría a nadie). Pero es
demás, ser objeto de una atención que los otros no reci- también altruista, pues agrada a los demás, no dis-
ben -llegar, incluso, a producir envidia El agrado se frutándolo el propietario sino como un reflejo de su
convierte así en un medio al servicio de la voluntad de donación, que es lo que da al adorno su valor. En la
poder, y se acaba produciendo la siguiente contradic- interacción sociológica, ahí donde el ser-para-sí y el

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ser-para-losdemás se confrontan, la forma estética del nario, porque la conciencia no lo percibe como una
adorno representa el punto en que las dos tendencias singularidad individual, ni en el aspecto del haber ni en
opuestas dependen una de otra, siendo alternativa- el del ser. Sólo el vestido elegante y sobre todo los ador-
mente medio y fin la una de la.otra. nos preciosos, que condensan su valor e irradiación en
El adorno acentúa o amplía la impresión que produ- un punto, convierten el haber de la persona en una
ce la persona, es como una irradiación de la persona. cualidad visible de su ser -y no a pesar del carácter
De ahí que los metales brillantes y las piedras preciosas "superfluo" del adorno, sino precisamente por ello. Lo
hayan sido desde siempre sustancia del "adorno"; lo son inmediatamente necesario va estrechamente unido al
en un sentido más estricto que el vestido hombre, circunda su ser con un halo mínimo. Pero lo
o el peinado, que también "adornan". Podría decirse superfluo "fluye p~or exceso", se derrama más allá de su
que el ser humano tiene algo de radioactividad; tiene origen, añadiendo en torno al sector de los bienes nece-
un halo de significación que irradia y en el que se sarios un sector más amplio y, por definición, ilimita-
sumerge todo el que tiene relación con él. Este halo do. El concepto de lo superfluo no encierra en sí nin-
contiene inseparablemente unidos elementos corpora- guna escala. A medida que aumenta lo superfluo,
les y espirituales: los influjos perceptibles por los senti- aumenta la libertad e independencia de nuestro ser; lo
dos que la persona desprende son, en cierto modo, los superfluo no impone ninguna ley, ningún límite.
portadores de su resplandor espiritual y actúan como Pero este realce de la persona se verifica justamente
símbolos de ese resplandor, aun cuando sólo sean exte- merced a un rasgo de impersonalidad. Los distintos
riores y nada contienen del poder de sugestión o signi- adornos del hombre se ordenan en una escala, según su
ficación de la persona. Las emanaciones del adorno, la proximidad física a la persona. El adorno más inme-
atención sensual que suscita, amplían o intensifican la diatamente físico es el tatuaje de los pueblos primitivos.
aureola que rodea a la persona: la persona es, por así En el extremo opuesto está la joya de metal o piedras,
decir, más, cuando está adornada. Y, en la medida en que es absolutamente no-individual y que todo el
que el adorno es también un objeto de valor, viene a ser mundo puede ponerse. Entre ambos extremos se
una síntesis del ser y del haber de la persona. Su mera encuentra el vestido, ni tan inamovible y personal
posesión permite percibir literal y sensualmente a la como el tatuaje, ni tan impersonal y separable como la
persona en sí. No sucede lo mismo con el vestido ordi- joya. Pero precisamente en esa impersonalidad radica

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su elegancia. Que un objeto cerrado en sí mismo, que siempre algo general, algo que encaja los contenidos de
no es propio de ninguna individualidad, que es metal o la vida y de la actividad personales en unas formas
piedra, duro y poco maleable, se vea forzado a servir a compartidas por, y comprensibles para, muchos. En la
la personalidad: en eso consiste la elegancia de la joya. obra de arte, propiamente dicha, el estilo interesa tanto
La verdadera elegancia evita el exceso de individualiza- menos, cuanto mayor sea la peculiaridad personal y la
ción, rodea a la persona de una esfera de cosas genera- vida subjetiva que en ella se exprese, pues la obra de
les, estilizadas, abstractas, por así decir, lo que natural- arte se dirige a la personalidad del espectador, que se
mente no es óbice para reconocer el refinamiento deAa encuentra, por así decir, solo en el mundo, frente a ella.
persona. Si los trajes nuevos resultan más elegantes, es En cambio, en todo lo que llamamos artes decorativas,
porque aún son "rígidos", porque no se han amoldado destinadas, debido a su finalidad utilitaria, a un públi-
al cuerpo individual como acaban haciéndolo los trajes co amplio, exigimos formas más generales y típicas: no
muy usados que, reflejando la particularidad corporal buscamos la expresión de un alma singular, sino un
de su portador, delatan su individualidad. Esta "nove- sentimiento de nuestra época que sea compatible con el
dad" del objeto que no cambia en virtud de la indivi- sistema de vida de muchos individuos. No tiene senti-
dualidad es propia de las joyas. El metal no envejece, en do suponer que puesto que el adorno adorna a un indi-
su inmutable frialdad está más allá de la singularidad, viduo entonces ha de ser una obra de arte singular.
más allá del destino de su portador, cosa que no ocurre Antes al contrario, puesto que ha de servir al individuo
con el vestido. Un vestido muy usado acaba, en cierto no puede tener una naturaleza individual; así como no
modo, formando parte del cuerpo; tiene una intimidad pueden ser obras de artE¡ individuales los muebles en
con el cuerpo; está en el polo contrario de la elegancia, que nos sentamos, o los utensilios con que comemos.
pues la elegancia es siempre algo para los otros: es un Todas estas cosas, que llenan el círculo existencial del
concepto social que saca su valor del hecho de que ser humano -a diferencia de la obra de arte que no se
todos pueden reconocerlo. integra en la vida de los otros sino que es un mundo en
El adorno, que amplía al individuo con algo suprain- sí misma-, rodean al individuo de esferas concéntricas,
dividual, con que se muestra a los otros y que los otros que s~ alejan de él y remiten a él. La esencia de la esti-
reconocen y estiman, debe tener también, además de lización consiste en la disolución del acento individual
su forma simplemente material, un estilo. El estilo es en una generalización que va más allá de _la peculiari-

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dad personal, pero que tiene como base o círculo de lo tengamos ante los ojos. Este ser más de lo que apare-
irradiación de lo individual. En este sentido, la estiliza- ce es el valor del adorno; es lo que no se ve, es algo aña-
ción tiene un carácter relativamente estricto. dido a la apariencia, a diferencia de la imitación que
Más allá de su estilización formal, el medio material sólo es apariencia. Y como este valor siempre es reali-
para lograr el propósito del adorno es ese resplandor zable, reconocible_por todos, y es relativamente intem-
que confiere al que lo lleva un halo luminoso que atrae poral, el adorno se sitúa en un sistema de valores que
a cuantos lo ven. La irradiación de la joya, que parece está por encima de la contingencia y de la persona. El
dirigirse a los demás, como el brillo de la mirada, trans- adorno de bisutería no produce más que un efecto
mite la significación social de la joya: el ser-para-los- inmediato para el que lo porta; el valor del adorno
otros que, ampliando la esfera de significación del por- auténtico va más allá: entronca con las ideas sobre el
tador, regresa hacia él. Los radios de este círculo mar- valor de toda la sociedad, y se ramifica en ella. De ahí
can, por un lado, la distancia que el adorno pone entre que el encanto del adorno y el realce de su portador se
los hombres ("tengo algo que tú no tienes") y, por otro, asiente sobre esta base supra-individual: su valor esté-
no sólo hacen participar a los demás, sino que existen tico, que es un "valor para los demás", se convierte, por
para ellos. Por su materia, el adorno es, al mismo tiem- la autenticidad, en símbolo de estimación general y
po, distancia y connivencia. Por eso sirve de un modo muestra de pertenencia a un sistema social de valores.
especial a la vanidad, que necesita de los demás para Durante la Edad Media, se dictó en Francia una orde-
poder despreciarlos. En esto radica la diferencia esen..., nanza prohibiendo llevar alhajas de oro a todos los que
cial entre vanidad y orgullo: éste, que se _basta a sí no pertenecieran a determinados rangos sociales. Esto
mismo, suele desdeñar el adorno en todos los sentidos. expresa bien la combinación característica del adorno:
Por otro lado, hay que tener en cuenta la importancia el realce sociológico y estético de la persona convergen
del material "auténtico". El encanto de lo "auténtico" en el objeto que resplandece y el ser-para-sí y el ser-
consiste en ser algo más que su apariencia inmediata, para-otros se alternan como causa y efecto. La distin-
apariencia que comparte con la falsificación. El autén- ción estética, el derecho a cautivar y agradar, no puede
tico no es, como el falsificado, simple apariencia: sus ir más lejos que lo que determina la esfera de significa-
raíces van más allá de lo visible. Así, el hombre "autén- ciones sociales del individuo: así es como el individuo
tico" es aquel en quien se puede confiar, aun cuando no añade al encanto de su posición social el del adorno,

74 75
que lo realza como individuo: representa a su grupo, propiedad personal tiene un claro significado: amplía
adornándose con la importancia del mismo. Este res- el yo, esa esfera que nos rodea y que llenamos con nues-
plandor que parte del individuo amplía la esfera de tra personalidad y con el éxito que tenemos en nuestro
impresiones que transmite, añadiéndole el valor de su entorno, la admiración que despertamos -y que no
clase social, simbolizada en el adorno, que de ese modo despertarán los que no van adornados, los que no atra-
transforma la fuerza o dignidad sociales en un valor .en a los otros a la esfera ampliada de su personalidad.
personal visible. En las sociedades primitivas, las mujeres se apropjan
Por último, las tendencias centrípetas y centrífugas precisamente de aquello que es para-los-otrqs, es decir
del adorno se combinan de manera singular: en los que realza el valor e irríportancia de quien lo lleva sólo
pueblos primitivos, la propiedad privada de la mujer en la medida en que los otros lo reconocen: esta es la
-que surge después de la del hombre- se refería, en un esencia del adorno. Para las grandes aspiraciones del
principio, sobre todo y a veces exclusivamente, al ador- alma -elevar el yo estando para los demás y existir para
no. Las primeras posesiones del hombre solían ser las los demás realzándose a uno mismo-, el adorno viene
armas, que reflejan su naturaleza activa, agresiva, su a ser una síntesis específica, en forma estética. Una
tendencia a ampliar su esfera personal sin atender al forma que realiza la síntesis por encima de esas aspira-
parecer de los demás. En cambio, en la mujer, más pasi- ciones, de modo que éstas pueden coexistir tranquila-
va, esta ampliación de la esfera -formalmente igual, mente y construirse recíprocamente: el adorno viene a
pese a las diferencias exteriores- depende más de la 1

ser una expresión de la profunda unidad metafísica de


buena voluntad ajena. Ahora bien, toda propiedad sig- esas aspiraciones, al mismo tiempo que una superación
nifica una extensión de la personalidad; mi propiedad de sus conflictos externos.
es aquello que obedece a mí voluntad, es decir, aquello
a través de lo cual mi yo se expresa y realiza exterior- ********
mente. Y esto se verifica antes y más completamente en
el cuerpo que, por eso, es nuestra primera propiedad, la El secreto, por tanto, es un hecho determinado
más absoluta. Con el cuerpo adornado, poseemos más; sociológicamente que caracteriza las relaciones recí-
con el cuerpo adornado, dominados una e~fera más procas entre los elementos de un grupo, o mejor dicho,
amplia y valiosa. Así, que el adorno se convierta en que, junto con otras formas de relación, constituye esa

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relación global. Con la creación de las "sociedades sólo puede hacerse invisible en casos y situaciones pun-
secretas", el secreto se extiende a todo un grupo, como tuales; puede esconderse un tiempo, desaparecer de
tal. Cuando el secreto se refiere al ser, hacer y haber de algún lugar pero, salvo por alguna abstrusa combina-
un individuo, su significación sociológica es el aisla- ción, su existencia misma no puede ser un secreto. En
miento, la oposición y la individualización egoísta. En cambio, una unidad social sí puede ocultar su propia
este caso, el sentido sociológico del secreto es exterior: existencia: sus miembros pueden tener muchos tratos
es la relación entre quién lo posee y quién no lo posee. entre ellos y formar una sociedad -una conjuración o
Se convierte en interior cuando un grupo, como tal, una banda de criminales, un, conventículo religioso o
toma el secreto como forma de existencia: el secreto una asociación para la práctica de extravagancias
entonces determina las relaciones entre quienes lo sexuales- que sea secreta, por principio y de un modo
poseen. Pero también sigue dándose la relación con los permanente. En este tipo de grupo, no se ocultan los
noiniciados, de modo que la sociología de la sociedad individuos, sino el hecho de que constituyen una aso-
secreta plantea un problema complicado: entender las ciación, a diferencia de aquellas sociedades que, siendo
formas inmanentes determinadas por el secreto que un conocidas como tales, mantienen en secreto, o a sus
grupo guarda frente a otros. No hace falta aquí hacer miembros, o su finalidad, o sus decisiones,_ como ocu-
una clasificación sistemática de los distintos tipos de rre con muchas sociedades secretas de los pueblos pri-
sociedad secreta; esto no tendría más que un interés mitivos y con la masonería. Este segundo tipo no saca
histórico superficial; las categorías esenciales de estas de la forma secreta la misma protección absoluta que sí
sociedades quedarán pronto patentes. consigue el primero: pues lo que se sabe de ellas cons-
La primera relación interna, esencial, en la sociedad tituye una falla por donde otros pueden introducirse.
secreta, es la confianza mutua entre sus integrantes. En cambio, estas sociedades, relativamente secretas,
Esta confianza es necesaria en un grado particular, por- suelerr'tener la ventaja de la flexibilidad: al aceptar de
que el propósito de mantener -el secreto es ante todo la entrada cierta publicidad, pueden adaptarse mejor a las
protección. De todas las medidas de protección, la más revelaciones que aquellas sociedades cuya existencia
radical es, sin duda, el hacerse invisible. Esta es la dife- misma es secreta; a menudo, estas últimas, quedan des-
rencia fundamental entre la sociedad secreta y el indi- truidas al primer descubrimiento, porque su secreto
viduo que busca la protección del secreto. El individuo sólo suele valer en la alternativa radical: todo o nada.

78 79
La debilidad de las sociedades secretas está en que los movimientos ascendentes, también la da a los decli-
secretos no se guardan siempre -con razón se dice que nantes. Las aspiraciones y las fuerzas sociales que van
un secreto entre dos, ya no es secreto. Por eso, la pro- siendo desplazadas por otras nuevas suelen refugiarse
tección, aunque es absoluta, no es permanente; y cuan- en el secreto, que constituye, por así decir, un estado
do contenidos existenciales de valor socialmente posi- intermedio entre el ser y el no-ser. Cuando a finales de
tivo son promovidos por sociedades secretas, lo lógico la Edad Medía empezó en Alemania la represión de las
es que éstas sean transitorias y dejen de ser secretas una corporaciones municipales por los poderes centrales
vez se han consolidado. En definitiva, el secreto es fortalecidos, la vida secreta se difundió: en as~bleas y
parecido a la protección que se logra evitando los pro- asociaciones clandestinas, en el ejercicio secreto del
blemas, de ahí que tienda a sustituirse por otro tipo de derecho y el poder, como cuando los animales buscan
protección: la fuerza para atajar los problemas. Por eso el amparo de las cuevas cuando están próximos a
la sociedad secreta es la forma social adecuada para morir. Esta función protectora de la sociedad secreta,
contenidos que, por así decir, están aún en su infancia, como estación intermedia, tanto para poderes ascen-
que son vulnerables por ser incipientes. Cuando son dentes como para fuerzas decadentes, resulta muy
aún jóvenes, los conocimientos, las religiones, las patente en los movimientos religiosos. Mientras las
morales, los partidos suelen ser débiles, deben prote- comunidades cristianas eran perseguidas por el Estado,
gerse, de ahí que se escondan. Las épocas en las que tenían que esconder sus reuniones, sus oficios, su exis-
surgen nuevas ideas, a las que se oponen los poderes tencia toda. Y cuando el cristianismo se tornó religión
existentes, son las más propicias a la aparición de socie- de Estado, los adeptos del perseguido y moribundo
dades secretas, como ocurrió en el siglo XVIII. En paganismo tuvieron que esconder sus ritos, como antes
Alemania, por ejemplo, los elementos del partido libe- ellos habían obligado a los cristianos. De manera gene-
ral ya existían entonces, pero la situación política del ral, puede decirse que la sociedad secreta surge ahí
país impedía que se mostraran abiertamente como un donde hay despotismo y control policial, para prote-
grupo político estable. La sociedad secreta permitía así gerse, tanto defensiva como ofensivamente, de la opre-
que sobrevivieran y crecieran los gérmenes de nuevas sión violenta de los poderes centrales, no ya sólo los
organizaciones, como en el caso de la orden de los políticos, sino también los de la Iglesia, las escuelas o
Illuminati. La protección que confiere el secreto a los las familias.

80 81
A este carácter de protección -cualidad externa- Guardar secreto es tan difícil, son tantas las tentaciones
corresponde, como cualidad interna, la confianza de revelarlo, puede haber un camino tan llano entre el
mutua entre los integrantes de la sociedad secreta. Se silencio y la indiscreción, que en esta clase de confian-
trata aquí de una confianza muy específica: la confían - za predomina notablemente el factor subjetivo. Por eso,
za en la capacidad de callarse. Según sean sus conteni- las sociedades secretas, que van desde el secreto com-
dos, las asociaciones pueden basarse en distintos partido entre dos hasta las de extensión universal (cosa
supuestos de confianza: confianza en la capacidad para aún no estudiada, ni siquiera cuantitativamente), son
los negocios, en la convicción religiosa, en el coraje, en una excelente escuela de solidaridad moral entre los
el amor, en la honradez o, como sucede en las socieda- hombres. En la confianza que un hombre deposita en
des criminales, en la ruptura radical con las veleidades otro hay un valor moral tan alto como el hecho de no
morales. Pero cuando la sociedad es secreta, a estas for- traicionarla; quizá un valor aún más libre y meritorio,
mas de confianza determinadas por el fin de la asocia- porque la confianza que se nos otorga contiene un jui-
ción, se añade otra: la confianza en la -capacidad de cio previo sobre nuestra persona, que nos obliga y que
guardar secreto. Se trata, entonces, de tener fe en la sólo desde la efectiva maldad podemos traicionar. La
persona, ·una fe sociológicamente más abstracta que confianza se da, no se exige, pero sí se exige que no sea
ninguna otra, pues cualquier contenido propio del traicionada una vez otorgada.
grupo puede quedar cubierto por ella. A esto se añade Las sociedades secretas buscan, como es natural,
que, salvo excepciones, ninguna otra clase de confian- medios psicológicos para favorecer la discreción, que
za exige, como ésta, una constante renovación subjeti- no puede imponerse por la fuerza. En primer lugar,
va; pues cuando se trata de creer en la inclinación o en están el juramento y la amenaza de castigo; que no es
la energía, en la moral o en la inteligencia, en la honra- preciso que expliquemos. Más interesante es la técnica
dez o en el tacto de una persona, es más fácil que se frecuente que consiste- en enseñar al neófito a callar.
observen hechos sobre los que basar el grado de con- Teniendo en cuenta la dificultad de callar, así como el
fianza y reducir al mínimo las posibilidades de desen- vínculo estrecho que existe entre lenguaje y pensa-
gaño. Pero la indiscreción depende de una impruden- miento en los estadios primigenios -para los niños y
cia momentánea, de un contexto que propicie debili- para muchos pueblos primitivos pensar y hablar es casi
dad o excitación, de una entonación inconsciente. lo mismo-, conviene, ante todo, aprender a callar de

sn R~
una manera general, para saber luego ocultar determi- imponía una severa autodisciplina y una pureza estili-
nadas cosas. 4 Se sabe de una sociedad secreta, en la isla zada de la vida; y el que conseguía no hablar durante
de Ceram, en las Molucas, que impone al novicio no unos años era capaz de resistir muchas tentaciones, no
sólo callar cuanto presencia en su iniciación, sino man- sólo la de la indiscreción.
tenerse en absoluto silencio durante semanas, no Otro medio de proporcionar una base objetiva a la
pudiendo hablar ni con su familia. No se trata aquí tan discreción era el usado por los druidas de las ·Galias.
sólo del valor pedagógico del silencio absoluto, sino Sus secretos consistían principalmente en cantos reli-
que la prohibición general de hablar, cuando sólo se giosos, que todo druida tenía que aprender de memo-
trata de ocultar determinadas cosas, se corresponde ria. Pero en razón de determinadas reglas -especial-
con los estadios de indiferenciación mental: se trata de mente la prohibición de escribir los cantos- necesita-
ese radicalismo que lleva a los pueblos poco desarrolla- ban mucho tiempo para aprenderlos, hasta veinte años.
dos a recurrir a la pena de muerte para castigar delitos Este largo aprendizaje permitía que, antes de llegar a
menores o a entregar a cambio de un objeto que les conocer algo importante, digno de revelación, se entre-
atrae una parte desproporcionada de sus bienes. Son naban gradualmente en la discreción; la tentación de
expresión de una "torpeza" específica: de la incapaci- hablar no se atajaba de una vez sino que el espíritu se
dad de ajustar el medio al fin, algo así como agitar todo acostumbraba lentamente a resistirla. La prohibición
el brazo para mover dos dedos o todo el cuerpo para de escribir los cantos se da también en estructuras
mover un brazo. Por la asociación psicológica entre sociológicas más amplias. Es algo más que una precau-
Jenguaje e indiscreción se acaba prohibiendo toda la ción contra la revelación de secretos. El hecho de que la
función del habla para evitar una indiscreción puntual. transmisión tenga que ser de persona a persona, de que
En cambio, cuando la asociación secreta de los pitagó- la iniciación proceda exclusivamente desde el interior
ricos i:rµponía a los neófitos un silencio de varios años, del grupo y no de un texto objetivo, vincula aún más
probablemente, pretendía algo más que enseñar aguar- estrechamente a los miembros del grupo: les hace sen-
dar los secretos de la asociación; pero no se trataba ahí tir en todo momento que si se separan de esa sustancia
de atajar la torpeza sino de ampliar la finalidad del· colectiva, perderán también la suya propia y que no
silencio: no ya sólo callar algo determinado, sino podrán recobrarla de ninguna otra manera. Quizá aún
aprender a dominarse en/ general. La asociación no se haya tomado debidamente en consideración

Q,1 85
hasta qué punto, en las civilizaciones maduras, la obje- culos particularmente estrechos entre sus miembros
tivación del espíritu favorece la emancipación del indi- -sobre los que luego volveré y donde la "confianza" es
viduo. Mientras la vida espiritual del individuo viene la categoría afectiva-, permiten, cuando sus contenidos
determinada por la tradición inmediata, por la intelectuales se trasmiten por tradición, evitar fijarlos
enseñanza individual, y, sobre todo, por normas traza- por escrito.
das por autoridades personales, el individuo está enca-
jado solidariamente en el grupo vivo que le rodea; sólo
el grupo le da la posibilidad de realizarse intelectual- DIGRESIÓN
mente; los canales por donde le llegan sus contenidos ACERCA DE LA COMUNICACIÓN ESCRITA
existenciales proceden todos y siempre de su entorno
social. Pero cuando el trabajo de la especie capitaliza Algunas consideraciones sobre la sociología de la
sus productos en forma escrita, en obras visibles y carta resultan aquí pertinentes por cuanto la carta pre-
ejemplos perdurables, la corriente orgáni_ca entre el senta unas características muy peculiares, también
grupo y sus miembros individuales se interrumpe; el dentro de la categoría del secreto. En primer térmi:µo,
proceso vital del individuo no está vinculado de modo la esencia del escrito se opone a la del secreto. Antes de
exclusivo y permanente al grupo, sino que puede que se generalizara la escritura, toda transacción jurí-
nutrirse de fuentes objetivas, qu,e no requieren la pre- dica, por sencilla que fuese, se hacía ante testigos. Este
sencia de alguien. El hecho de que el acervo disponible requisito se torna inútil con la forma escrita, en la
haya surgido de los procesos del espíritu social, ya no medida en que ésta supone una "publicidad", aunque
es relevante; ese acervo puede recoger ideas y acciones potencial, ilimitada; significa que no sólo los testigos,
de generaciones muy distantes de los sentimientos sino cualquier persona, puede saber que se ha acorda-
actuales del individuo, y esta objetividad formal, esta do algo. Nuestra conciencia dispone de esa forma sin-
ausencia de vínculos ofrece al individuo unas referen- gular que sólo cabe llamar "espíritu objetivo": las leyes
cias suprasociales, cuyo contenido intelectual, tanto de la naturaleza y los i19-perativos morales, los concep-
cualitativo como cuantitativo, depende mucho más de tos y las creaciones del arte, que en cierto modo están
la capacidad de asimilar las cosas que de la disponibili- al alcance de todos los quieran y puedan aprehenderlos
dad de las mismas. En las sociedades secretas, los vín- y que, en su intemporalidad, son independientes del

86 87
hecho de que sean o no aprehendidos, cuando o por persona con su corolario: su personalidad y la subjeti-
quien. La verdad, una forma intelectual de una esencia vidad con que la lee. Esto es, precisamente, lo que con-
muy distinta a su objeto real· y efímero, sigue siendo fiere a la carta su singularidad. Cuando dos interlocu-
verdad sea sabida y reconocida o no: la ley moral y jurí- tores se encuentran, cada uno de ellos da al otro algo
dica es verdadera, vivamos o no. Esta categoría, de infi- más que el mero contenido de las palabras. Al ver a la
nita importancia, tiene en la escritura su símbolo, su otra persona, entramos en la esfera de sus sentimien-
vector sensible. Una vez fijado por escrito, el contenido tos, no expresable en palabras, pero manifiesta en los
intelectual adquiere forma objetiva, adquiere una exis- matices de la entonación, en el ritmo del hablar; de esto
tencia fundamentalmente intemporal, puede reprodu- modo, el contenido lógico e intencionado dé las pala-
cirse infinidad de veces, simultánea o sucesivamente, bras se enriquece y modifica. La carta apenas puede
por las conciencias subjetivas sin que su sentido y rele- hacer algo similar, y, si lo hace, suele ser como fruto del
vancia dependan de que efectivamente los individuos recuerdo del trato personal. La ventaja y el inconve-
lo hagan. Así, lo escrito posee una existencia objetiva, niente de la carta radica en que refleja sólo el tenor
que renuncia a toda garantía de secreto. Pero, precisa- específico de nuestras representaciones en el momento
mente, porque la carta se expone a ser leída por cual- de escribirla, callando lo que no podemos o no quere-
quiera, la indiscreción respecto de la misma nos resul- mos decir. Y, sin embargo, la carta -aunque se diferen-
ta particularmente vil, de modo que, para las personas cia del ensayo tan sólo por no estar impresa- es algo
de finos sentimientos, esa indefensión de la carta se completamente subjetivo, momentáneo, puramente
convierte en su mejor protección. Así pues, la carta personal, no ya sólo cuando se trata de explosiones líri-
debe justamente a la supresión objetiva de todo seguro cas, sino también de comunicaciones absolutamente
contra la indiscreción, el aumento subjetivo de esa concretas. Esta objetivación de lo subjetivo, este desnu-
seguridad, en una convergencia de dos tendencias dar lo subjetivo de todo aquello que en el momento no
opuestas que la convierten en un singular fenómeno se quiere revelar, sólo es posible en épocas de cultura
sociológico. elevada, cuando se domina la técnica psicológica lo
La forma de la expresión epistolar es una objetivación bastante para conferir una forma duradera a los senti-
de su contenido, al tiempo que se combina, en una sin- mientos y pensamientos momentáneos, que, por otro
gular síntesis, con el hecho de que va destinada a una lado, sólo se piensan y sienten en el instante, en la situa-

88 89
ción del momento. Cuando un producto interior tiene coI1formarse con el sentido puramente lógico de las
el carácter de "obra", esta forma duradera es absoluta- palabras, que la carta transmite sin duda con más pre-
mente adecuada: pero hay en la carta una contradic- cisión que la conversación; más aún, en incontables
ción entre el carácter de su contenido y el de su forma; casos no puede hacerse esto, porque tan. sólo para
un contenido que necesita ser objetivado y diferencia- entender el sentido lógico hace ya falta algo más. Por
do para poder formalizarse, ser entendido y usado. eso la carta, a pesar de su claridad, o más exactamente,
Esta síntesis tiene otra analogía en la mezcla de pre- gracias a ella, da lugar, más que el discurso, a interpre-
cisión y ambigüedad propia de la expresión escrita, taciones y equívocos. Según el nivel de cultura, estas
sobre todo de la carta. Aplicadas a las interacciones, se determinaciones cualitativas resultan más diferencia-
trata de categorías sociológicas de primer orden. Aquí, das: al expresar algo esencialmente claro, la carta será
no se trata sencillamente de saber si uno da a conocer más clara que el discurso; si se trata de algo esencial-
al otro más o menos acerca de sí mismo, sino si lo mente ambiguo, la carta será más ambigua que el dis-
comunicado es más o menos claro para el que lo r~ci- curso. Dicho con las categorías de la libertad y la suje-
be, y si, a modo de compensación, la falta de claridad ción: la comprensión del destinatario estará más vin-
da lugar a mayores posibilidades de interpretación. culada, por lo que al núcleo lógico de la carta se refie-
Seguramente en toda relación duradera entre los hom- re, y más libre, respecto a su sentido profundo y perso-
bres, la proporción variable de claridad y de interpre- nal. Puede decirse que el discurso revela su se\reto
tación en las manifestaciones, juega, al menos en sus merced a lo que de visible y no audible lo rodea, a los
resultados prác.ticos, un papel cada vez más conscien- imponderables del que habla. Nada de esto hace la
te. La expresión escrita aparece primeramente como la carta. La carta es más clara cuando no trata del secreto
más segura, como la ó.nica a la que no puede quitarse del otro y más ambigua cuando lo hace. Por "secreto
ni ponerse una coma. Pero esta prerrogativa de lo del otro", entiendo los sentimientos y cualidades exis-
escrito es simple consecuencia de un defecto; proviene tenciales que no pueden expresarse lógicamente, pero
de que le falta el acompañamiento de la voz y del acen- a los que recurrimos para comprender informaciones
to, del gesto y de la mímica, que en la palabra hablada incluso muy concretas. En el discurso hablado, estos
son fuente tanto de mayor confusión como de mayor elementos auxiliares de la interpretación están tan ínti-
claridad. En realidad, el que recibe la carta no suele mameii.te ligados con el contenido conceptual, que for-

90 91
man una unidad de comprensión. Quizás sea este el pronto se perdería el secreto; pero la socialización ofre-
ejemplo más evidente de una condición del ser huma- ce a 'cada uno de ellos un apoyo psicológico, para
no: su incapacidad de distinguir claramente entre lo librarle de la tentación de ser indiscreto. Si, como ya he
que ve, oye y percibe, y cómo tiende a interpretar aña- señalado, el secreto tiene un efecto aislador e indivi-
diendo, restando, modificando lo que recibe. Uno de dualizador, su socialización viene a ofrecer un contra-
los logros intelectuales de la correspondencia escrita, peso. Toda asociación alterna, en sus formas y hasta en
es que sabe distinguir y separar de esa ingenua homo- sus contenidos, la necesidad de individualización con
geneidad uno de sus elementos, poniendo así de relie- la de socialización, como si tuviera que ir yariando el
ve la pluralidad de factores esencialmente distintos que orden de grandeza para acomodar cualitativamente
constituyen nuestra "comprensión" mutua, aparente- cambiantes proporciones de esas dos tendencias. Así la
mente tan sencilla. sociedad secreta compensa el aislamiento propio de
todo lo secreto con el hecho de ser sociedad.
******** El secreto y el aislamiento individual son de tal modo
correlativos que la socialización puede representar para
No conviene olvidar, al analizar la técnica del secreto, el secreto dos funciones completamente opuestas. Por
que éste no es, en modo alguno, el único medio que un lado, puede ser directamente buscada, como acabo
permite proteger los fines materiales de la comunidad de decir, para compensar el efecto aislador del secreto,
y que, antes al contrario, la constitución de la cómuni- para satisfacer, dentro del secreto, el instinto de sociabi-
dad permite garantizar el secreto de determinados con- lidad. Pero, por otro lado, el secreto pierde importancia
tenidos. Este es el caso de aquellas sociedades secretas cuando por razones de contenido se rechaza el princi-
.cuya sustancia está constituida por una doctrina secre- pio de singularización. La masonería, por ejemplo, pre-
ta, por un "saber" teórico, místico o religioso. El secre- tende ser la sociedad más universal, la "alianza de las
to es, entonces, un fin sociológico en sí mismo: se trata alianzas", la única que rechaza todo fin específico y
de conocimientos que no deben difundirse entre la toda tendencia particularista y que no quiere tener otro
multitud y los iniciados se constituyen en comunidad contenido que lo que es común a todos los hombres
para garantizarse mutuamente el secreto. Si los inicia- buenos. Y conforme a esta tendencia, el carácter secre-
dos fueran tan sólo una suma de personas inconexas, to de las logias se hace cada vez más indiferente, con-

92 93
centrándose cada vez más en formalidades meramente cia de un proceso judicial. Los líderes de la Omladina
externas. Por tanto, no hay contradicción en que el se dividían en "pulgares" y "dedos". En sesión secreta,
secreto pueda ser bien favorecido bien destruido por la los presentes elegían al "pulgar" y éste elegía a cuatro
socialización. Estas no son sino distintas formas en que "dedos"; los dedos elegían a un pulgar, y este segundo
se expresa el vínculo con la individualización - un poco pulgar se presentaba al primero. El segundo pulgar
como el vínculo entre la debilidad y el miedo: el débil elegía otros cuatro dedos, y éstos a su vez un pulgar, y
puede bien buscar la socialización para protegerse, bien así sucesivamente. El primer pulgar conocía a todos los
rehuirla, por creer que ésta traerá mayores peligros que pulgares; pero estos no se conocían entre sí. Los dedos
el aislamiento. sólo se conocían entre sí, por grupos de cuatro, y a su
La iniciación gradual de los miembros pertenece a un pulgar. Toda la actividad de la Omladina estaba dirigi-
ámbito muy amplio de formas sociológicas, dentro del da por el primer pulgar, "el dictador". ·Este ponía en
cual las sociedades secretas destacan de un modo espe- . conocimiento de los demás pulgares todas las acciones
cial: me refiero al principio de la jerarquía, de la orde- planeadas; los pulgares transmitían las órdenes a sus
nación de los elementos de una sociedad. La sutileza y respectivos dedos.
sistematización con que las sociedades secretas organi- El hecho de que la sociedad secreta se construya,
zan su división del trabajo y la jerarquía de sus miem- desde sus cimientos, reflexivamente, mediante una
bros depende de otro de sus rasgos, que analizaré más voluntad consciente, ofrece un amplio margen de liber-
adelante: el de la marcada conciencia que tienen de su tad para el peculiar placer de concebir construcciones
vida y que las lleva a suplir con una constante voluntad arbitrarias. Todo sistema -científico, ético o social-
reguladora las fuerzas organizadoras instintivas y a sus- implica una manifestación de poder; somete una mate-
tituir el crecimiento interno con una previsión cons- ria, exterior al pensamiento, a una forma modelada por
tructiva. el pensamiento. Y si esto vale para todo intento de
El carácter racional de su estructura se expres~ clara- organizar un grupo ajustándose a unos principios, vale
mente en la arquitectura de estas sociedades. Como el aún más para la sociedad secreta, que no surge de
caso ya mencionado de la sociedad checa Omladina, manera natural sino que se construye y lo hace con aún
creada según el modelo de los grupos de carbonarios y menos elementos ya constituidos que cualquier sistema
cuya organización salió a la luz en 1893, a consecuen- despótico o socialista.

94 95
A la elaboración de proyectos y al deseo de cons- ción respecto a los fines de la asociación que tienen sus
truirlos -sendas expresiones de la voluntad de poder- rituales: pueden defender más los secretos de sus ritos
se suma la tentación más específica de ejercer poder que los fines de la asociación. La masonería progresis-
sobre un amplio círculo de seres humanos, ya someti- ta declara expresamente que no es · una asociación
dos o predispuestos a la sumisión, mediante un esque- secreta, que no tiene ningún motivo para ocultar sus
ma de posiciones y jerarquías. En ocasiones este placer intenciones, sus actividades o los nombres de sus inte-
deja de tener una utilidad y se explaya en la construc- grantes, y que el juramento de secreto se refiere exclu-
ción de estructuras jerárquicas totalmente fantásticas. sivamente a las formas del ritual masón. El artículo pri-
Así ocurrió en los "altos grados" de la masonería en mero de los estatutos de la Orden estudiantil de los
decadencia; como en la organización de la "Orden de Amicistas, estipula: "El deber más sagrado de cada
los constructores africanos", creada .en Alemania y miembro es guardar el mayor silencio sobre las cosas
Francia a mediados del siglo XVIII y organizada según que atañen al bien de la Orden. Entre ellas figuran: las
los principios masónicos pero con el propósito de ani- insignias y las señales de la Orden, los nombres de los
quilar la masonería: el gobierno de esta pequeña socie- hermanos, las ceremonias, etc." Y por lo demás, el resto
dad, estaba en manos de quince dignatarios: summus del estatuto, ¡expone abiertamente la naturaleza y fines
magíster, summi magistri locum tenes, prior, etc. Los de la Orden! En un pequeño libro donde se describen
grados de la asociación eran siete: el aprendiz, el her- la constitución y naturaleza de los carbonarios, la enu-
mano, el maestro, el caballero, el eques regii, el eques de meración de las fórmulas y de los ritos de iniciación y
secta consueta, el eques silentii regii, etc. de las reuniones, ocupa 75 páginas. La función del
El ritual de las sociedades secretas surge en las mis- ritual en las sociedades secretas es suficientemente
mas condiciones que su jerarquía. También aquí, como conocido, desde las asociaciones religiosas y místicas
no tienen modelo que seguir y se construyen a sí mis- de la antigüedad hasta los Rosacruz del siglo XVIII,
mas con los principios que se dan, tienen mucha liber- pasando por las peores bandas de criminales. Las cau-
tad para crear las más variadas formas rituales. Quizá el sas sociológicas de la importancia del ritual son, apro-
rasgo exterior que más distingue a la sociedad secreta ximadamente, las siguientes:
de la pública, es el valor que aquélla concede a los usos, Lo que llama la atención en el ritual de las sociedades
fórmulas y ritos, así como la preponderancia y la posi- secretas es no sólo la severidad con que se observa,

96 97
sino, sobre todo, el cuidado con que se guarda su secre- contenido sea tan sólo una asociación de fines específi-
to, como si su descubrimiento fuese tan peligroso cos, reclama el compromiso pleno del hombre entero,
como el de los fines y actividades de la asociación o el vincula y compromete a las personas en una medida
de su _propia existencia. El motivo radica en que la mucho más amplia que lo haría una asociación pública
sociedad secreta se convierte en unidad completa sólo con los mismos fines. El simbolismo del rito hace nacer
cuando el conjunto de sus formas exteriores forman una gran cantidad de sentimientos, unos sentimientos
parte del secreto de su actividad e intereses. La socie- con límites borrosos y que van más allá de todos los
dad secreta trata de constituir, bajo las categorías que le intereses individuales racionalizables: así la sociedad
son propias, una totalidad de vida; alrededor de su fin, secreta abraza al individuo, en su totalidad, con esos
construye un sistema de fórmulas, como un cuerpo que· intereses. La forma ritual amplía el fin específico hasta
rodea al alma, y pone todo ello bajo la protección del formar una unidad, una totalidad tanto sociológica
secreto, como única manera de construir un todo, en el como subjetiva. A esto se añade que, gracias al forma-
que las partes se apoyan mutuamente. La razón por la lismo -y también a la jerarquía-, la sociedad secreta se
que insiste en el secreto de lo externo, es porque el convierte en una especie de réplica del mundo oficial,
secreto no está tan claramente justificado con respecto al que se contrapone. Se trata de una norma sociológi-
a estas formas exteriores como lo está respecto a los ca universal: los organismos que se desligan de, y opo-
fines reales de la asociación. Algo parecido ocurre en nen a, otros mayores, acaban repitiendo en su seno las
los ejércitos o en las comunidades religiosas: el esque- formas de estos. Sólo un organismo que de algún modo
matismo, las fórmulas, las conductas regladas tienen se constituye en un todo puede mantener unidos sus
gran relevancia porque estas comunidades exigen el elementos. Esa conexión orgánica, por medio de la cual
compromiso total de la persona, es decir, que el indivi- sus miembros se compenetran en una corriente de vida
duo proyecte su vida entera sobre un plano particular. unitaria, el organismo menor lo imita del mayor que lo
Así, ejércitos y comunidades religiosas consiguen crear engloba, aprovechando la costumbre ya adquirida de
una unidad específica con una pluralidad de energías e sus miembros y proporcionándoles, en virtud de la
intereses. A esto mismo suele aspirar la sociedad secre- imitación, una alternativa al mayor.
ta. Uno de sus rasgos esenciales es que, aunque tome al Por último, las mismas condiciones producen otro
individuo sólo por sus intereses parciales, aunque su motivo en la sociología del ritual de la sociedad secre-

98 99
ta. Toda sociedad secreta implica un grado de libertad, rituales de las distintas logias. En Alemania, en cambio,
que no está propiamente previsto en la estructura del donde no es fácil que nadie sienta la necesidad de com-
grupo mayor que la rodea. Ya sea que la sociedad secre- pensar un exceso de libertad, cada logia es más libre de
ta complemente la deficiente justicia administrada ofi- fijar su modos y rituales. Las obligaciones rituales, a
cialmente o que, con conspiraciones y crímenes, se veces absurdas, que se impone la sociedad secreta a sí
rebele contra el derecho, o, incluso, que se sitúe más misma no entran, por lo tanto, en contradicción con su
allá de la ley, como en las asociaciones mistéricas, siem- libertad cercana a la anarq~ía; antes al contrario: si la
pre implica apartarse del derecho imperante y conquis- extensión de las sociedades secretas suele ser síntoma
tar un margen de libertad. La esencia de la sociedad de poca libertad política y de excesivo control policia-
secreta como tal es la autonomía. Pero se trata de una co, es decir, una reacción provocada por la necesidad
autonomía que se aproxima a la anarquía. El apartarse de libertad, el reglamentado ritual interno de estas
de las reglas generales suele tener por consecuencia sociedades expresa un grado de libertad y autonomía
para la sociedad secreta la falta de raíces profundas, de respecto a la sociedad englobante que exige, como
estabilidad existencial y de base normativa. Y estas complemento para preservar el equilibrio, el contrape-
carencias son las que vienen a suplir la precisión y deta- so del esquematismo ritual.
lle del ritual. Se ve aquí en qué medida el hombre nece- Todas estas consideraciones nos llevan al principio
sita un cierto equilibrio entre libertad y ley, y que, metódico con el que quiero analizar los rasgos de las
cuando las cantidades necesarias de una u otra no le sociedades secretas aún no tratados: y, en concreto,
son dadas por una única fuente, busca otra que le sumi- saber hasta qué punto estas sociedades representan
nistre lo que falta para restablecer el equilibrio. Con el modificaciones esencialmente cuantitativas de los ras-
ritual, la sociedad secreta se impone a sí misma una gos típicos de la socialización. Para ello tendremos pri-
coacción formal, para compensar su aislamiento mate- mero que analizar de nuevo la posición de las socieda-
rial y su auto-referencialidad. Es significativo, en este des secretas en el conjunto de las formas sociológicas.
sentido, que entre los masones sean, precisamente, los El secreto en las sociedades es un hecho sociológico
norteamericanos, es decir, los que disfrutan de mayor primario, un determinado modo de estar juntos, una
libertad política, los que exigen la más severa unidad coloración, una calidad formal de las relaciones que
en su funcionamiento y la mayor uniformidad entre los determinan, en la interacción directa o indirecta, el

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comportamiento de la persona o del grupo. Desde un de la socialización no suele ser relevante. La sociedad
punto de vista histórico, sin embargo, la sociedad secreta, por el contrario, no puede permitir que sus
secreta es una formación secundaria, es decir, sólo miembros no tengan una conciencia clara y decidida
surge dentro de una sociedad ya formada. O dicho de de que constituyen una sociedad; Frente a otros gru-
otro modo: la sociedad secreta está tan caracterizada pos, el pathos del secreto confiere al vínculo formal una
por su secreto, como otras -o ella misma- lo están por importancia mayor que a su contenido. La sociedad
sus relaciones de superioridad y subordinación, por sus secreta está completamente desprovista del crecimien-
fines agresivqs, o por su carácter de imitación. Pero to orgánico, del carácter instintivo y acumulativo, del
sólo puede constituirse con estas características si otra sentimiento natural de cohesión y unidad. Por mucho
sociedad ya está previamente constituida. Frente al cír- que sus contenidos puedan ser irracionales, místicos o
culo más amplio, la sociedad secreta se opone como un emocionales, su modo de constituirse siempre es cons-
. círculo más reducido; y este enfrentamiento, cualquie- ciente e intencionado. La conciencia de ser sociedad,
ra que sea su objeto, siempre supone aislamiento; inclu- una conciencia constantemente presente, hace de la
so la sociedad secreta que no se propone más que pres- sociedad secreta lo contrario de todas las comunidades
tar desinteresada y temporalmente un servicio deter- instintivas, en las cuales la asociación es en mayor o
minado a toda la comunidad, necesita inexorablemen- menor grado expresión de una conjunción arraigada
te recurrir al apartamiento temporal, como técnica en sus elementos. Estas condiciones explican que las
para realizar sus propósitos. De ahí que de los muchos formas típicas de la formación de los grupos se
grupos reducidos, que están rodeados por otros mayo- acentúen en las sociedades secretas, y que algunos de
res, ninguno necesite acentuar tanto su autonomía sus rasgos sociológicos esenciales sean tan sólo una
como la sociedad secreta. Su secreto la envuelve como intensificación cuantitativa de los tipos habituales de
una valla, más allá de la cual no encuentra más que relación.
oposiciones materiales o, al menos, formales que la Ya se ha mencionado uno de esos rasgos: la caracte-
incitan a encerrarse en sí misma como perfecta. En rización y cohesión del grupo por su exclusión del con-
todos los otros tipos de asociaciones, el contenido de la texto social que lo rodea. Los signos de reconocimien-
vida colectiva, la actividad de los miembros llenan de to, a veces muy complejos, por medio de los cuales los
tal manera la conciencia de estos, que el hecho formal miembros de la sociedad secreta legitiman su perte-

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nencia a la sociedad, tiene esa finalidad. Antes de la bre, sino al hombre mismo. La asociación no hace nada
generalización de la escritura, estos signos eran mucho en secreto; la totalidad de sus miembros es el secreto.
más necesarios: sin documentos, archivos o registros, Esta forma de asociación secreta responde perfecta-
una sociedad con secciones en distintos lugares, no mente a la mentalidad primitiva, para la cual el sujeto
tenía otro medio para excluir a los profanos y para que se emplea enteramente en toda acción específica; la
sus acciones y comunicaciones llegaran a su verdadero mentalidad primitiva no objetiva las distintas activida-
destino que el recurso a unos signos conocidos tan sólo des, no las diferencia del sujeto total. Así se explica que
por los iniciados. Estos signos eran secretos y per- una vez descubierto el secreto de la máscara, fracase
mitían identificarse en cualquier sitio como miembro todo el apartamiento, J'la asociación pierda, al mismo
de la asociación. El principio de exclusión queda muy tiempo que sus medios de manifestación externa, su
patente en la evolución de determinadas sociedades significado interno.
secretas de los pueblos primitivos, especialmente en El apartamiento expresa aquí un valor: hay separa-
África y entre los indios. Estos grupos están formados ción porque no se quiere compartir con los demás, por-
sólo por hombres y tienen como principal propósito que se quiere hacer notar que se es superior a los
marcar su separación de las mujeres. Cuando actúan demás. En todas partes, este motivo lleva a formar gru-
como tales, sus miembros se presentan enmascarados, pos, que se distinguen claramente de los que se consti-
y con amenazas prohíben a las mujeres acercarse a tuyen para fines concretos. Al reunirse los que quieren
ellos. Pero, algunas mujeres lograron penetrar el secre- apartarse, se crea una aristocracia, que, con el peso de
to para descubrir que las terribles apariciones no eran su suma, fortalece y amplía la posición y conciencia del
tales fantasmas, sino sus propios maridos; entonces, las individuo. La vinculación entre apartamiento y asocia-
sociedades secretas perdieron toda su importancia y ción, la motivación aristocrática, confiere a sus inte-
sus rituales se convirtieron en inofensivas mascaradas. grantes el sello de "especiales", de superiores. Ya entre
La mentalidad indiferenciada del hombre primitivo no los escolares puede apreciarse cómo los círculos redu-
puede representarse el apartamiento más perfectamen- cidos que forman algunos compañeros, suelen conside-
te que escondiéndose, haciéndose invisible. La forma rarse como una élite frente a los demás desorganizados,
más grosera y radical del secreto es aquélla en la que el por el hecho puramente formal de constituir un grupo
secreto no se refiere a una actividad concreta del hom- separado que el resto, por su animosidad y hostilidad,

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reconoce involuntariamente como superior. En estos recurso al secreto _!n los regímenes aristocráticos no es
casos, la introducción del secreto supone elevar el más que la exaltación del apartamiento y del privilegio
muro aislador, acentuar el carácter aristocrático del -consecuente con el rechazo aristocrático a promulgar
grupo. Esta significación del secreto, como acentuación leyes basadas en principios universales.
del apartamiento sociológico, se da de manera eviden- Cuando el concepto aristocrático pasa de la política
te en las aristocracias políticas. La clandestinidad siem- del grupo a la mentalidad del individuo, la relación
pre ha sido uno de los accesorios del poder aristocráti- entre apartamiento y secreto se manifiesta en un nivel
co. Aprovecha, primero, un hecho psicológico para muy distinto. El individuo distinguido, ya sea _moral
disimular el reducido número de la clase dominante: lo o intelectualmente, rechaza los disimulos; por la con-
desconocido, por serlo, siempre parece terrible, pode- fianza en sí mismo, es indiferente a lo que los otros
roso, amenazador. En Esparta procuraban mantener en puedan saber o no de él, a las opiniones buenas o malas
secreto el número de los guerreros. En Venecia, se pre- que tengan de él. Para él, el secreto no es más que una
tendía lo mismo cuando se ordenaba a todos los nobili concesión a los demás, una manera de tener en cuenta
que vistieran un sencillo traje negro: los trajes llamati- la opinión de los demás. De ahí que la nmáscaran, que
vos habrían revelado el reducido número de potenta- muchos consideran como signo y prueba de un alma
dos. Este disimulo llegaba en Venecia hasta ocultar el aristocrática, la máscara que separa de la muchedum-
círculo de los altos dignatarios: los nombres de los tres bre, demuestra hasta qué punto esa muchedumbre
inquisidores del Estado sólo eran conocidos por el importa al individuo que se cree distinguido. La más-
Consejo de los Diez, que los elegía. cara del nombre verdaderamente distinguido consiste,
En algunas aristocracias suizas, los cargos más sin embargo, en que, incluso mostrándose abiertamen-
importantes se llamaban los "las personas secretasn, y te, la muchedumbre no lo comprende y, por así decir,
en Friburgo, las familias aristocráticas se llamaban nlas no lo ve.
estirpes secretasn. La publicidad, por el contrario, va La separación respecto a todo lo que queda fuera del
unida al principio democrático y a la tendencia a dictar círculo es, por tanto, un hecho sociológico universal
leyes universales y fundamentales, es decir, leyes que que recurre al secreto como técnica para acentuar-se.
por definición se refieren a la generalidad de los indi- Esa separación adquiere un colorido particular, ·gracias
viduos y son, por lo tanto, públicas por naturaleza. El a los múltiples grados de iniciación, que terminan en

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los misterios últimos de la sociedad secreta. Esta ini- vista distintos: unir y separar. Aquí también se ve con
ciación pone en evidencia otro rasgo sociológico de claridad la unidad de dos actividades aparentemente
estas sociedades: por regla general, se exige del neófito opuestas: precisamente porque los grados inferiores de
que declare solemnemente guardar secreto sobre todo la asociación forman un tránsito intermedio hacia el
lo que vea, aun antes de entrar en el círculo. De esta centro propiamente dicho del secreto, rodean a este de
manera, el secreto sirve para provocar la separación una atmósfera de repulsión, que va espesándose poco a
absoluta y formal. Pero como el neófito sólo puede poco, y lo protegen de manera más eficaz que con el
acceder al contenido y fin últimos de la asociación pau- dualismo radical entre los que están completamente
latinamente, la separación real, material, se hace de dentro y los que están completamente fuera.
manera continuada y relativa. El nuevo miembro está El ser-para-sí sociológico se manifiesta, en la prácti-
aun próximo al estado del no-iniciado, y necesita ser ca, como un egoísmo de grupo: el grupo persigue sus
probado y educado, antes de poder conocer todos los fines con esa misma indiferencia a los de los grupos
fines de la asociación y acceder a su centro. Así, se con- que le son ajenos que, en el caso del individuo, se llama
sigue proteger ese centro último, aislarlo del exterior, egoísmo. Para la conciencia del individuo, el grupo
en un grado mucho mayor que el producido por el suele darse una justificación moral sosteniendo que sus
juramento de ingreso. Se pretende, como en el caso de fines tienen un carácter objetivo, supra-individual, del
los druidas, que el neófito aún no probado no tenga que un miembro individual no podría sacar provecho
mucho que revelar; así el secreto fundamental de la inmediato con su egoísmo; unos fines que, es más, exi-
sociedad queda rodeado de secretos graduales, como gen de los miembros abnegación y espíritu de sacrifi-
una esfera elástica de protección. cio. Pero no importa en verdad la valoración ética,
La distinción entre miembros exotéricos y esotéricos, como la separación efectiva entre el grupo y su entor-
que se atribuye a las asociaciones pitagóricas, es la no, separación definida por el egoísmo de grupo. En los
forma más señalada de esta protección. El círculo de grupos menores, que quieren vivir y mantenerse den-
los parcialmente iniciados constituye una especie de tro de otro mayor y se desarrollan públicamente, este
valla previa entre la asociación y los no-iniciados. La egoísmo deberá tener límites. Por muy radical que sea
función del "intermediario" es siempre doble, aunque una asociación pública en su combate con otras o todas
se trate de una sola función vista desde dos puntos de las pertenecientes al círculo mayor, _siempre deberá

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afirmar que sus propósitos buscan el bien del todo, y Iglesia que pretende abarcar en su seno a toda la huma-
esta afirmación exterior pondrá un límite al egoísmo nidad, de suerte que sólo accidentes históricos, obsti-
efectivo de su conducta. Pero tratándose de sociedades naciones pecaminosas o un designio particular de Dios
secretas, esta necesidad desaparece, y existe la posibili- excluyen algunos seres de una comunidad religiosa que
dad real de la hostilidad absoluta contra otros grupos y virtualmente es la suya. Se trata aquí de dos opciones
contra el todo, una hostilidad que la sociedad abierta esencialmente distintas en la constitución de las socie-
-en régimen de publicidad- no puede confesar ni, por dades en general, por mucho que la práctica las pueda
tanto, practicar. Nada simboliza mejor y fomenta más confundir o matizar su oposición: el "todo el que no
la independencia de las sociedades secretas respecto a está claramente fuera está dentro" y el "todo el que no
su contexto social, como la ausencia de esa hipocresía está claramente dentro está fuera". Este último princi-
o condescendencia que acaba inexorablemente inte- pio tiene su máxima expresión en las sociedades secre-
grando a la sociedad pública en la teleología del todo tas. El carácter absoluto y perfectamente consciente de
que la rodea. su separación implica, como causa y efecto, que todos
Aunque toda COIJ?-unidad verdadera tiene unos lími- los no expresamente admitidos son automáticamente
tes cuantitativo~ coticretos, existen sin embargó, algu- excluidos. La masonería para apuntalar la afirmación
nas que se rigen por este otro principio: quien no está de que no es una "sociedad secreta" no podía aducir
fuera, está dentro. En determinados sectores políticos, nada mejor que declarar que pretendía acoger a todos
religiosos o sociales, todo aquel que reúne determina- los hombres y representar a toda la humanidad.
das condiciones externas, no voluntariamente adquiri- A esta acentuación de la separación frente al exterior
das sino dadas con la existencia misma, es considerado corresponde aquí, como en todas partes, el repliegue
como que "forma parte". Por ejemplo, el nacido en el interior: dos aspectos o manifestaciones de una misma
territorio de un Estado, pertenece a la compleja comu- actitud s_ociológica. Los fines que inducen al hombre a
nidad nacional del mismo, salvo excepciones. El miem- entrar en asociación secreta con otros, suelen excluir a
bro de determinada clase social será incluido en todas un sector tan considerable de la sociedad general, que
las convenciones y relaciones de dicha clase, a no ser los copartícipes reales y posibles son, en consecuencia,
que se declare voluntaria o involuntariamente disiden- escasos, raros. El individuo no puede, por tanto, per-
te. La forma extrema' de esta pertenencia está en la mitirse malograrlos, pues le será mucho más difícil sus-

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tituirlos por otros que en una asociación abierta. A esto secreta, por las singulares y excepcionales condiciones
se añade que toda disensión en el seno de la sociedad de ésta. A esto puede añadirse que la simple forma del 1

lleva consigo el peligro de la traición, algo que, por ins- secreto mantiene a los copartícipes más libres de otros
tinto de conservación, tanto el individuo como el influjos y obstáculos, facilitándoles así la unanimidad.
grupo procuran evitar. Por último, la independencia de Un político inglés sostiene que la fuerza del Gabinete
la sociedad secreta respecto de las síntesis sociales que inglés radica en el secreto que lo rodea: le resulta tanto
la rodean, elimina toda una serie de posibles conflictos. más fácil conseguir la unanimidad por el pequeño
Entre todos los vínculos del individuo, el que nace de número de personas que participan en sus deliberacio-
su socialización secreta siempre ocupa una posición nes secretas.
excepcional; frente a la cual, los lazos familiares, políti- Al grado de cohesión interna de las sociedades secre-
cos, religiosos, económicos, sociales y amistosos, por tas se corresponde su marcada centralización. Se dan
variados que sean sus contenidos, pueden entrelazarse en ella ejemplos de obediencia ciega e incondicional a
de un modo y en una dimensión muy distintos, y ten- los jefes, que, aunque se dan también en otras partes,
derán a chocar y, por así decir, a competir para con- sorprenden más, considerando el carácter anárquico de
quistar las fuerzas e intereses del individuo. En las la asociación, que suele negar toda otra ley. Cuanto más
sociedades secretas, debido a su aislamiento, estas coli- criminales sean los fines de la sociedad secreta, tanto
siones son muy limitadas. Sus fines y sus actividades más ilimitado tenderá a ser el poder de los jefes y tanto
exigen que los intereses en competencia propios de la más cruel su ejercicio. Los "Asesinos" de Arabia, los
sociedad abierta se aparquen. Toda sociedad secreta "Chauffeurs" -extensa sociedad de malhechores que
ejerce una suerte de autoridad absoluta sobre sus inte- floreció en Francia en el siglo XVIII-, "La Garduña"
grantes -aunque sólo sea porque suele llenar por sí sola -sociedad española de delincuentes que tuvo relacioc:
su propio espacio, ya que .difícilmente un individuo nes con la Inquisición desde el siglo XVII hasta princi-
pertenecerá a varias sociedades secretas- lo que evita pios del XIX-, todas estas sociedades, esencialmente
que surjan conflictos propios de la coordinación con basadas en la rebeldía y la negación de la ley, estaban
otros grupos e intereses. La "paz interna", que debería sometidas a un jefe supremo, nombrado en parte por
reinar dentro de toda asociación, se ve favorecida, de ellas mismas y al que obedecían sin crítica ni reserva.
un modo formalmente inmejorable, en la sociedad Esto no se debe sólo al mencionado vínculo entre liber-

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tad y sumisión, que se percibe en la severidad del ritual: dad central. Como sólo comparten unos principios y
aquí, en efecto, se reúnen los extremos de ambas, el unos signos de identificación, se relacionan en pie de
exceso de libertad que estas sociedades tenían frente a igualdad y de persona a persona, y no a través de la
las leyes vigentes, necesita, para lograr el indispensable centralización que condensa las energías de los ele-
equilibrio, compensarse con un exceso análogo de mentos y es el complemento del aislamiento propio de
sumisión y renuncia a la propia voluntad. Pero hay un toda sociedad secreta.
motivo más esencial para explicar esa obediencia: la El hecho de que, frecuentemente, las sociedades
necesidad de centralización, condición vital de toda secretas estén dirigidas por superiores desco11,ocidos, no
sociedad secreta; sobre todo, sí ésta, como ocurre en las es sino una exageración de este principio formal: los
de delincuentes, vive del círculo que la rodea, se mez- grados inferiores no tienen que saber a quién obede-
cla de muy diversas maneras con este, y está amenaza- cen. Sin duda, en primer término, se trata de guardar el
da de traición y confusión si no reina en ella la cohe- secreto sobre los jefes. En este sentido, la sociedad de
sión más inflexible, controlada por un centro. los "Caballeros güelfos"?que operó en Italia a principios
Por eso la sociedad secreta está expuesta a los más del siglo XIX por la liberación y unidad del país? tenía
graves peligros, cuando por la razón que sea no llega a en sus distintas sedes un consejo supremo de seis per-
constituirse en ella una autoridad que le preste cohe- sonas, que no se conocían entre ellas y se comunicaban
sión. Los Valdenses no constituían una sociedad secre- por un intermediario llamado "el visible". Pero más allá
ta, pero tuvieron que serlo cuando en el siglo XIII se de la protección del secreto, el que los jefes sean desco-
vieron forzados a esconderse. Esto les impidió reunirse nocidos representa la más extrema y abstracta subli-
normalmente y, como consecuencia, su doctrina per- mación de la sumisión centralizadora. La tensión entre
dió su unidad y proliferaron varias ramas, incluso hos- el subordinado y el jefe llega a su máximo grado cuan-
tiles entre ellas. Se debilitaron porque les faltó el com- do el jefe deja de ser visible: sólo queda entonces el
plemento esencial de la sociedad secreta: la centraliza- hecho crudo y, por así decir, implacable, de la obedien-
ción ininterrumpida. Y si el poder de la masonería no cia pura y llana, sin matices. La obediencia a una ins-
se corresponde con su difusión y sus recursos, es, sin tancia impersonal, a un cargo, al representante de una
duda, por la amplia autonomía de sus elementos, que ley objetiva, ya tiene de por sí un carácter de severidad
no poseen ni una organización unitaria ni una autori- inflexible, pero esta severidad se acentúa hasta llegar a

114 115
ser absoluta e inquietante, cuando la persona que mente enmascarados; hasta el punto de que una perso-
manda es desconocida, por principio. Al ser invisible y na muy competente ha podido decir que, cuando en un
desconocida, desaparece la fuerza de la sugestión, el pueblo primitivo se encuentran máscaras, debe presu-
poder de la persona: desaparecen todas las limitacio- mirse por lo menos la existencia de asociaciones secre-
nes, las relatividades, por así decir, "humanas", que tas. La esencia de la sociedad secreta exige, sin duda,
caracterizan a la persona singular y conocida. La obe- que sus miembros, como tales, se escondan. Pero cuan-
diencia se acompaña así del sentimiento de estar some- do el hombre actúa inequívocamente como miembro
tido a un poder inasequible y con límites indetermina- de la sociedad, y lo único que oculta es el rostro, los ras-
bles, un poder que no se ve en ninguna parte, pero que gos conocidos de su individualidad, está acentuando la
puede imaginarse por todas partes. Cuando el jefe es despersonalización, la desaparición de la personalidad
desconocido, la unidad de mando único transfiere la detrás de la función que desempeña en la sociedad
cohesión general, sociológica, del grupo a un especie secreta. En la conspiración irlandesa que se organizó en
de focus imaginarius, adquiriendo así su forma más Norteamérica entre 1870 y 1880 bajo el nombre de
pura e intensa. Clan na Gael, los miembros eran designados no por sus
El rasgo sociológico que corresponde a esta subordi- nombres, sino por números. Claro está que esto tenía
nación centralizadora a unos elementos aislados de la también como fin práctico el garantizar el secreto; pero
sociedad secreta, es la "desindividualización". Cuando también prueba hasta qué punto la sociedad secreta
la sociedad no tiene como finalidad inmediata los inte- extingue la personalidad. Con personas que sólo figu-
reses de los individuos que la integran, sino que utiliza ran como números y que, probablemente, no son cono-
sus miembros como medios para fines y acciones supe- cidas de los otros miembros por su nombre personal,
riores a ellos, la despersonalización, la nivelación de las los jefes procederán más desconsideradamente, con
individualidades, se acentúa mucho más en la sociedad más indiferencia hacia los deseos y capacidades indivi-
secreta que en la sociedad. Así es como la sociedad duales, que si los miembros figuran en la asociación en
secreta compensa el carácter individualizador y dife- cuanto personas. La función y rigor del ritual van en
renciador del secreto. Este fenómeno ya se daba en las esa misma dirección: lo objetivo domina sobre el carác-
asociaciones secretas de los pueblos primitivos, donde ter personal de la colaboración y la acción. El orden
los miembros se presentaban y actuaban casi exclusiva- jerárquico tolera al individuo sólo como actor de una

116 /
117
función determinada de antemano; cuenta, en cierto· de la selva" que comete todo tipo de violencias, llegan-
modo, para cada uno de sus miembros con un vestido do al robo y al asesinato, contra todo el que se cruce en
estilizado en el que desaparecen los rasgos personales. su camino. Y no se le considera responsable de sus crí-
Cuando las sociedades secretas permiten una liber- menes, no se le persigue, sencillamente por el hecho de
tad relativamente grande entre sus miembros, es sólo llevar una máscara: así es como esas asociaciones hacen
otra manera de abolir las diferencias personales. Esto desparecer la personalidad de sus adeptos, que de lo
no sólo no contradice su carácter despótico, sino que, contrario verían caer sobre ellos la venganza y el casti-
como en todas las formas de despotismo, busca la nive- go. La responsabilidad está ligada tan inmediatamente
lación de los sometidos. Dentro de la sociedad secreta al yo -desde el punto de vista filosófico, el problema de
suele haber entre sus miembros una igualdad fraternal, la responsabilidad está estrechamente ligado al del yo-
que se opone clara y tendenciosamente a las diferencias que para la mentalidad primitiva el no conocer a la per-
que puedan separarles en las demás situaciones de la sona anula toda responsabilidad. La astucia política
vida. Este rasgo es muy propio de las sociedades secre- también recurre, sin embargo, a este expediente. En la
tas de naturaleza místico-religiosa (que subrayan la Cámara de representantes de los Estados Unidos, las
experiencia de la "hermandad") y, también, de las decisiones más relevantes se toman en las comisiones
sociedades ilegales. Bismarck se refiere en sus permanentes y el pleno se suele limitar a refrendarlas.
Memorias a una sociedad de pederastas, que investigó Pero ocurre que las deliberaciones de las_ comisiones
en Berlín cuando era un joven funcionario judicial, y son secretas, con lo cual se oculta al público la parte
menciona "el efecto igualador que, en todas las clases fundamental de la actividad legislativa. Esto borra en
sociales, produce la práctica de lo prohibido". Esta des- gran medida la responsabilidad política de los diputa-
personalización, por la que las sociedades secretas lle- dos; pues no puede hacerse a nadie responsable de unas
van unilateralment~ al extremo una relación típica deliberaciones de hecho no fiscalizadas. La participa-
entre el individuo y la sociedad, adopta, por último, la ción de los miembros individuales en las decisiones
forma característica de la "irresponsabilidad". También queda oculta, de modo que éstas se presentan como el
aquí, la máscara es el ejemplo más primitivo. La producto de una instancia supra-individual. La irres-
mayoría de las asociaciones secretas africanas están ponsabilidad es también aquí consecuencia o símbolo
representadas por un hombre disfrazado de "espíritu de la marcada despersonalización sociológica, que

118 119
I
corresponde al secreto de las actividades de los grupos. para el todo que las rodea, se multiplica en el caso de la
Lo mismo puede decirse de los comités, consejos, sociedad secreta. No suele ocurrir que el hombre tenga
directivas, etc., cuyas deliberaciones sean secretas; el una actitud serena y racional frente a lo que conoce
individuo, en cuanto persona, desaparece tras su con- poco o nada. Su comportamiento suele dividirse entre
dición, por así decir anónima, de miembro del grupo. la ligereza -tratar lo desconocido como si no existiera-
De este modo, desaparece también la responsabilidad, y la angustia delirante -hinchar lo desconocido con
que no puede atribuirse a un ser inaccesible en su con- todo tipo de peligros espantosos. Así es como la socie-
ducta personal. dad secreta aparece como peligrosa, por el simple
Finalmente, esta acentuación uniforme de los rasgos hecho de ser secreta. No se puede saber de antemano si
sociológicos generales se confirma en el peligro que, una asociación particular no acabará usando la fuerza
con razón o sin ella, cree ver el círculo mayor en las que ha reunido para fines no legales; de ahí la suspica-
asociaciones. Cuando se desea instaurar -especialmen - . cia que en principio inspiran a los poderes centrales las
te en lo político- una fuerte centralización, suelen abo- asociaciones, y tanto más fácil es sospechar que las aso-
rrecerse las asociaciones particulares, sean cuales sean ciaciones ocultas esconden en su secreto algún peligro.
sus propósitos y contenidos. Por el simple hecho de Las sociedades orangistas que se organizaron en
existir compiten, por así decir, con el principio centra- Inglaterra a principios del siglo XIX para luchar contra
lizador, que pretende reservarse la facultad de reunir el catolicismo, evitaban toda discusión pública y traba-
los elementos en una unidad. La preocupación que ins- jaban en secreto. Pero fue justamente este misterio el
pira a los poderes centrales toda "unión particular" se que hizo que se las considerara un peligro público. Se
ha dado siempre. Un ejemplo significativo es el de la sospechaba "que hombres, que temen apelar a la opi-
Convención helvética de 1481, que prohibía a los can- nión pública, meditan un golpe de fuerza". La sociedad
tones confederados concluir alianzas particulares. Otro secreta, por el simple hecho ser secreta, parece estar
ejemplo es la persecución de las asociaciones gremiales conspirando contra los poderes existentes. Esto no es
por parte del despotismo durante los siglos XVII y más que una exageración de la sospecha que despierta
XVIII. Un tercer ejemplo es la tendencia del Estado en el poder político todo tipo de asociación. Las guil-
moderno a desposeer de sus derechos a los Municipios. das germánicas más antiguas ofrecían a sus miembros
La amenaza que representan las uniones particulares una eficaz protección jurídica, sustituyendo así a la que

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/
ofrecía el Estado. Por eso, los reyes daneses vieron en Notas
ellas un recurso para mantener el orden público, y las
favorecieron. En cambio, y por la misma razón, se per-
1. Hay otro tipo de confianza que aquí no interesa analizar
cibían como competidoras del Estado y, por eso, los directamente, porque está más allá del saber y del no-
capitulares carolingios las prohibieron, calificándolas saber: es aquella que se llama fe de un ser humano en otro
como conjuraciones. Hasta tal punto la sociedad secre- ser human, y que pertenece a la categoría de la fe religiosa.
ta pasa por ser enemiga del poder central, que inversa- La creencia en Dios suele justificarse aduciendo las "prue-
mente se acaba calificando de tal a todo grupo político bas de la existencia de Dios", pero éstas no son sino una
justificación ex post del reflejo intelectual de una actitud
indeseado. inmediata de la sensibilidad. Lo mismo ocurre en la fe en
una persona: se cree en ella sin disponer de pruebas o,
incluso, disponiendo de pruebas contrarias, de que se
merezca confiar en ella. Esta confianza, esta aceptación
incondicionada de otra persona no procede ni de la induc-
ción de las hipótesis: se trata de una conducta primaria del
alma. Esta fe probablemente sólo se da en forma pura, libre
de toda consideración metafísica, en la religión. Si se trata
de seres humanos, siempre acabará siendo suscitada o
confirmada por el saber o la hipótesis. También es cierto
que las formas sociales de la confianza, por precisas e inte-
lectualmente fundadas que parezcan incluyen siempre un
poco de fe sentimental, incluso mística entre los hombres.
Quizá se trate de una categoría fundamental del compor-
tamiento humano que las causas empíricas de la concien-
cia realizan sólo de manera empírica, aleatoria, fragmenta-
ria.
2. La ocultación suele traer consigo un paradójico efecto
ético. Así como una relación entre dos puede quedar des-
truida si uno comete un error para con el otro sabiéndolo
ambos, también puede favorecer la relación si sólo lo sabe
el culpable. Puede llevarle a ser más atento, a intentar

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/
":-"<:'~t::.~:::¡:_( --;,.
__ ·v>-' <c,1,0..., /-,
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secretamente reparar el daño, con concesiones y generosi-
dades que, de tener la conciencia tranquila, no tendría.
3. También se da la reacción la inversa. En la historia de la
corte inglesa, se ha dicho que la cábala, las camarillas
secretas y las intrigas no se desarrollaron con el despotis-
mo, sino cuando el rey empezó a tener consejeros consti-
tucionales, es decir, cuando el Gobierno se convirtió en un
sistema público. Sólo entonces el rey (especialmente
Eduardo II) empezó a constituir en paralelo a estos cola-
boradores en cierto modo impuestos, un círculo de conse-
jeros no oficiales, secretos, círculo que generaría toda una
serie de secretos e intrigas.
4. Si la socialización humana está determinada por la capa-
cidad de hablar, está moldeada por la capacidad de callar.
Cuando todas las representaciones, sentimientos, impul-
sos, brotan libremente en el discurso, surge una· confusión
caótica, en vez de un concierto orgánico. Pocas veces se
advierte claramente la necesidad del silencio para el trato
regularizado, porque nos parece cosa obvia, aunque se
trata, sin duda, de su evolución histórica, que arranca de la
charla del niño y del primitivo (que necesitan para que sus
representaciones adquieran alguna concreción y seguri-
dad) y termina en la urbanidad de las culturas elevadas,
uno de cuyos requisitos es el sentimiento de saber cuándo
hemos de hablar y cuándo calla; así, el dueño de la casa
debe callar mientras sus invitados sostienen la conversa-
ción, y debe intervenir, tan pronto como se produce un
vacío. Un ejemplo de situación intermedia lo encontramos
en las guildas medievales, cuyos estatutos establecían el
castigo al que interrumpiera al presidente.

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