En ese momento, junto a Él, vi a una mujer de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada punto del mismo fuera una estrella muy refulgente. Contemplándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, hizo señas para que me acercara a Ella y, tomándome bondadosamente de la mano, me dijo:' '- Mira.' 'Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado y, en su lugar, observé una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros muchos animales.' '- He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos 'Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel y a la señora.' 'En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al hombre me hablase de forma que pudiera comprender, pues no sabía qué quería explicarme.' Entonces Ella me puso la mano sobre la cabeza, diciéndome:' '-A su tiempo lo comprenderás todo.' Dicho lo cual, un ruido me despertó; y todo desapareció. CAPSULA 3 (CARLOS DE LEON) EL INICIO DE TODO Don Bosco, joven sacerdote de 26 años, llega a Turín en 1841. Don José Caffaso, su Director Espiritual, le da este consejo: “Camina y mira a tu alrededor”. Es así como explora la miseria humana y esta lo sacude con fuerza. Los suburbios de la ciudad, en plena revolución industrial, son hervideros juveniles, focos de vicio y de peleas, verdaderas zonas de desolación: adolescentes ociosos y aburridos vagabundean por las calles, muchos de ellos huérfanos que venían a la ciudad a ganarse la vida. Las cárceles, de las que era capellán, causan en Don Bosco una impresión sobrecogedora. Sale de ellas totalmente decidido: “Como sea, debo hacer lo imposible para evitar que encierren en ellas a chicos tan jóvenes”, decía. Viendo la situación de los chicos: hambre, falta de amigos y solidaridad, sin sentido de su propia vida… e insatisfecho de los modelos que ve a su alrededor, intenta escribir el Evangelio de las Bienaventuranzas para los jóvenes, sobre todo para los más pobres.
CAPSULA 4 (Glendy Hernandez)
EL ORATORIO El 8 de diciembre de 1841 acoge a Bartolomé Garelli, el primer chico de la calle. A los tres días tiene consigo a 9; seis meses más tarde a 80. Así nace el Oratorio salesiano. Más de uno de aquellos mismos chavales que encuentran en Don Bosco un padre y un maestro quieren “llegar a ser como él”. Y así nace la Congregación Salesiana con el nombre de Sociedad de San Francisco de Sales. En otoño de 1853 empiezan a funcionar en Valdocco los primeros talleres. Don Bosco es el primer maestro.
Capsula 5 (Alejandro SOTO)
LA MAXIMA Da mihi animas, cetera tolle. Este es la máxima que impresionó a Domingo Savio cuando entró en la oficina de Don Bosco y la trasladó a un comentario que fue famoso: «He veo que aquí no se trata de un negocio de dinero, sino de las almas. Me di cuenta: espero que mi alma también sea parte de este comercio». Por lo tanto, estaba claro que Don Bosco no solo ofrecía educación y vivienda, sino sobre todo una oportunidad para el crecimiento espiritual. Su deseo de ser santo y el deseo de ser sacerdote lo concretó con algunos amigos del Oratorio, entre ellos Miguel Rúa y Giovanni Massaglia, fundando de la Compañía de la Inmaculada Concepción, de la cual florecerá la primera generación de salesianos.
Capsula 6 (Cristian Tizol)
NOS LLAMAREMOS SALESIANOS En 1854, hablando con el grupo de jóvenes con quienes Don Bosco fundará una congregación religiosa, les dijo: “La Virgen quiere que fundemos una Sociedad. He decidido que nos llamaremos Salesianos. Pongámonos bajo la protección de San Francisco de Sales.” Pero, ¿Quién fue San Francisco de Sales? ¿Por qué Don Bosco lo admiraba tanto y lo eligió como modelo y protector? San Francisco de Sales fue un obispo que vivió en Annecy, al sur de Francia. Nació en 1567 y murió en 1622, unos 200 años antes que Don Bosco naciera. San Francisco siendo sacerdote trabajó por la conversión de los protestantes que vivían en Chablais, una población ubicada en la costa sur del lago de Ginebra en Suiza. La misión fue dura, pero obtuvo muchos éxitos gracias a su trabajo incansable, su creatividad, su caridad, amabilidad y buen trato con las personas.
Capsula 7 (Cristopher de León)
DON BOSCO Y EL COLERA En 1854, la realidad de Italia era muy similar a la que vive el mundo hoy. Europa era azotada por una de las pandemias más arrasadoras hasta ese momento, el cólera, enfermedad temida por su alta tasa de letalidad. Seis de cada 10 personas que la contraían morían. Al anunciarse los primeros casos, las autoridades comunicaron las normas de precaución al Vicario General de Turín, para que el clero cooperase con las autoridades civiles. Los párrocos obedecieron y los religiosos contemplativos se ofrecieron para asistir a los enfermos. El gobierno de Turín trató de hacer frente a esta amenaza, la cual, sin duda, afectaría más a la población pobre, entre ellos un gran porcentaje de jóvenes que vivían en las calles. Preocupado por aquellos que más necesitaban y con más de 50 jóvenes en el oratorio, Don Bosco se dio cuenta de que no bastaba con quedarse en casa manteniendo las medidas de sanidad. Debía cumplir el llamado de ser Jesucristo en medio de los desfavorecidos. “Dios mío, herid al pastor, pero mirad por la salud del tierno rebaño”, dijo el santo, y volviéndose a la Santísima Virgen expresó: “Oh María, Madre potente y amorosa, heme aquí dispuesto a morir cuándo y cómo a Él plazca”. Era el buen pastor que ofrecía la vida por sus ovejas. Esa era su entrega por los jóvenes.
CAPSULA 8 (PABLO SIGUENZA)
DON BOSCO Y LA BÁSILICA DE MARIA AUXILIADORA En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia". Desde aquel Santuario comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos. CAPSULA 9 (Mercedes ) La Muerte de Don Bosco Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales. Su cuerpo permanece incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia. Sus últimas recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso". Cuarenta mil personas desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle durante tres días a honrar a Don Bosco por última vez. Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y "Padre y maestro de la juventud"