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CAPSULA 2: (ALEJO HERNANDEZ)

EL SUEÑO DE LA MISIÓN (SUEÑO DE LOS 9 AÑOS)


En ese momento, junto a Él, vi a una mujer de aspecto majestuoso, vestida con un manto
que resplandecía por todas partes, como si cada punto del mismo fuera una estrella muy
refulgente. Contemplándome cada vez más desconcertado en mis preguntas y
respuestas, hizo señas para que me acercara a Ella y, tomándome bondadosamente de la
mano, me dijo:'
'- Mira.'
'Al mirar, me di cuenta de que aquellos chicos habían escapado y, en su lugar, observé
una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros muchos animales.'
'- He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y
cuanto veas que ocurre ahora con estos animales, lo deberás hacer tú con mis hijos 
'Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos
corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre
aquel y a la señora.'
'En tal instante, siempre en sueños, me eché a llorar y rogué al hombre me hablase de
forma que pudiera comprender, pues no sabía qué quería explicarme.' Entonces Ella me
puso la mano sobre la cabeza, diciéndome:'
'-A su tiempo lo comprenderás todo.' Dicho lo cual, un ruido me despertó; y todo
desapareció.
CAPSULA 3 (CARLOS DE LEON)
EL INICIO DE TODO
Don Bosco, joven sacerdote de 26 años, llega a Turín en 1841. Don José Caffaso, su
Director Espiritual, le da este consejo: “Camina y mira a tu alrededor”. Es así como
explora la miseria humana y esta lo sacude con fuerza. Los suburbios de la ciudad, en
plena revolución industrial, son hervideros juveniles, focos de vicio y de peleas,
verdaderas zonas de desolación: adolescentes ociosos y aburridos vagabundean por las
calles, muchos de ellos huérfanos que venían a la ciudad a ganarse la vida. Las cárceles,
de las que era capellán, causan en Don Bosco una impresión sobrecogedora. Sale de
ellas totalmente decidido: “Como sea, debo hacer lo imposible para evitar que encierren
en ellas a chicos tan jóvenes”, decía.
Viendo la situación de los chicos: hambre, falta de amigos y solidaridad, sin sentido de su
propia vida… e insatisfecho de los modelos que ve a su alrededor, intenta escribir
el Evangelio de las Bienaventuranzas para los jóvenes, sobre todo para los más pobres.

CAPSULA 4 (Glendy Hernandez)


EL ORATORIO
El 8 de diciembre de 1841 acoge a Bartolomé Garelli, el primer chico de la calle. A los tres
días tiene consigo a 9; seis meses más tarde a 80. Así nace el Oratorio salesiano. Más de
uno de aquellos mismos chavales que encuentran en Don Bosco un padre y un maestro
quieren “llegar a ser como él”. Y así nace la Congregación Salesiana con el nombre
de Sociedad de San Francisco de Sales. En otoño de 1853 empiezan a funcionar en
Valdocco los primeros talleres. Don Bosco es el primer maestro.

Capsula 5 (Alejandro SOTO)


LA MAXIMA
Da mihi animas, cetera tolle. Este es la máxima que impresionó a Domingo Savio cuando
entró en la oficina de Don Bosco y la trasladó a un comentario que fue famoso: «He veo
que aquí no se trata de un negocio de dinero, sino de las almas. Me di cuenta: espero que
mi alma también sea parte de este comercio». Por lo tanto, estaba claro que Don Bosco
no solo ofrecía educación y vivienda, sino sobre todo una oportunidad para el crecimiento
espiritual. Su deseo de ser santo y el deseo de ser sacerdote lo concretó con algunos
amigos del Oratorio, entre ellos Miguel Rúa y Giovanni Massaglia, fundando de la
Compañía de la Inmaculada Concepción, de la cual florecerá la primera generación de
salesianos.

Capsula 6 (Cristian Tizol)


NOS LLAMAREMOS SALESIANOS
En 1854, hablando con el grupo de jóvenes con quienes Don Bosco fundará una
congregación religiosa, les dijo: “La Virgen quiere que fundemos una Sociedad. He
decidido que nos llamaremos Salesianos. Pongámonos bajo la protección de San
Francisco de Sales.”
Pero, ¿Quién fue San Francisco de Sales? ¿Por qué Don Bosco lo admiraba tanto y lo
eligió como modelo y protector?
San Francisco de Sales fue un obispo que vivió en Annecy, al sur de Francia. Nació en
1567 y murió en 1622, unos 200 años antes que Don Bosco naciera.
San Francisco siendo sacerdote trabajó por la conversión de los protestantes que vivían
en Chablais, una población ubicada en la costa sur del lago de Ginebra en Suiza. La
misión fue dura, pero obtuvo muchos éxitos gracias a su trabajo incansable, su
creatividad, su caridad, amabilidad y buen trato con las personas.

Capsula 7 (Cristopher de León)


DON BOSCO Y EL COLERA
En 1854, la realidad de Italia era muy similar a la que vive el mundo hoy. Europa era
azotada por una de las pandemias más arrasadoras hasta ese momento, el cólera,
enfermedad temida por su alta tasa de letalidad. Seis de cada 10 personas que la
contraían morían.
Al anunciarse los primeros casos, las autoridades comunicaron las normas de precaución
al Vicario General de Turín, para que el clero cooperase con las autoridades civiles. Los
párrocos obedecieron y los religiosos contemplativos se ofrecieron para asistir a los
enfermos. El gobierno de Turín trató de hacer frente a esta amenaza, la cual, sin duda,
afectaría más a la población pobre, entre ellos un gran porcentaje de jóvenes que vivían
en las calles.
Preocupado por aquellos que más necesitaban y con más de 50 jóvenes en el oratorio,
Don Bosco se dio cuenta de que no bastaba con quedarse en casa manteniendo las
medidas de sanidad. Debía cumplir el llamado de ser Jesucristo en medio de los
desfavorecidos.
“Dios mío, herid al pastor, pero mirad por la salud del tierno rebaño”, dijo el santo, y
volviéndose a la Santísima Virgen expresó: “Oh María, Madre potente y amorosa, heme
aquí dispuesto a morir cuándo y cómo a Él plazca”. Era el buen pastor que ofrecía la vida
por sus ovejas. Esa era su entrega por los jóvenes.

CAPSULA 8 (PABLO SIGUENZA)


DON BOSCO Y LA BÁSILICA DE MARIA AUXILIADORA
En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era
de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más
tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a
Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había
construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir:
"No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia". Desde aquel Santuario
comienza a extenderse por el mundo la devoción a María bajo el título de Auxiliadora de
los Cristianos.
CAPSULA 9 (Mercedes )
La Muerte de Don Bosco
Pero sus días tocaban a su fin. Dos años antes, los médicos habían declarado que el
santo estaba completamente agotado y que la única solución era el descanso; pero el
reposo era desconocido para Don Bosco. A fines de 1887, sus fuerzas empezaron a
decaer rápidamente; la muerte sobrevino el 31 de enero de 1888, cuando apenas
comenzaba el día, de suerte que algunos autores escriben, sin razón, que Don Bosco
murió al día siguiente de la fiesta de San Francisco de Sales. Su cuerpo permanece
incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín, Italia. Sus últimas
recomendaciones fueron: "Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María
Auxiliadora y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los
enfermos, a los ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes
bendiciones y ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso". Cuarenta mil personas
desfilaron ante su cadáver en la iglesia, y sus funerales fueron una especie de marcha
triunfal, porque toda la ciudad de Turín salió a la calle durante tres días a honrar a Don
Bosco por última vez. Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don
Bosco, que el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis
años de su muerte (en 1934) y lo declaró Patrono de los que difunden buenas lecturas y
"Padre y maestro de la juventud"

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