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Testigos del ayer

TESTIGoS DE LA MISIóN
Hay vidas que marcan, que dejan huellas… vidas en las cuales Dios decide
hablar fuerte, marcar un rumbo, dar una orientación para la propia persona,
pero sobre todo para toda la Iglesia que después de ver esta huella, encuentra
un modo concreto para vivir aquí y ahora el dinamismo misionero de la vida
cristiana que el Evangelio nos propone.
En este mes misionero para Venezuela, tan probada en tantos campos, las
OMP desean promover a través de la Obra de San Pedro Apóstol, la vivencia de
personas (sacerdotes, religiosos y laicos ) que hayan entendido que la Misión del
Señor es algo tan grande que no podían quedarse tranquilos e inactivos,
entendieron que el mundo necesitaba tanto de Dios que decidieron actuar en
consecuencia.

MADRE EMILIA
Es testigo misionera porque nos revela que la Misión de Jesús es un servicio
a los Pobres.
Cuando a Jesús le preguntan los discípulos de Juan si era el Mesías su
respuesta es elocuente los ciegos ven los cojos andan y a los pobres de se les
anuncia la buena noticia. De modo que los signos mesiánicos están todos
ligados a la curación de enfermos y la atención de los pobres, señales todas que
ayudan a entender el Reino de Dios. La Madre Emilia de San José entra en esta
categoría de Misioneros, ella entiende la Misión como un amor apasionado a
Jesús y un amor así de fuerte a los pobres y a los enfermos.

Hija espiritual de un Misionero

El Padre Olegario de Barcelona había llegado a Caracas en 1843 como


parte del grupo de capuchinos que venían a reabrir las misiones entre los
pueblos indígenas, uno de los trabajos que la providencia le había
encomendado era el de acompañar espiritualmente a la futura Madre Emilia de
San José, mediante las preguntas oportunas y concretas la ayuda a descubrir ese
deseo que estaba en su corazón de consagrase a Dios mediante la emisión de los
votos de la vida religiosa.

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Comienzo fuera de sus fronteras…Curazao.

Estando en vigor las leyes guzmancistas, el Padre Olegario


encamina a la Madre Emilia a que haga una opción de consagración
religiosa en el convento de Hermanas Terciarias Franciscanas de
Curazao. Con una recomendación de Mons. Críspulo Uzcátegui (el
mismo que abre la Obra de la Propagación de la Fe en Venezuela) se va
dispuesta a consagrase al servicio de los más pobres y enfermos.
Enferma que se hace enfermera.

Una vez, en el Convento la Madre Emilia se enferma gravemente, y las


superioras llaman a la familia para que la pueda a volver a casa. Esta misma
salud precaria que la hará morir joven, será para ella el lugar en el que Dios le
va abriendo el camino de su santificación.
De vuelta Caracas, su salud mejora un poco, pero no tanto como se
desearía, así que su padre la envía a Maiquetía para que termine de
reestablecerse.
Madre Emilia vivió este tiempo
entre la Misa diaria, el paseo
matinal y en constante encuentro
de reflexión con el P. Machado. El
sacerdote ve en ella un enorme
espíritu de oración y de servicio y le
invita después de varias
conversaciones a ponerse al
servicio de los enfermos. Le asigna
un enfermo llagado, ella
venciendo la humana resistencia
comienza a limpiarlos, le trae
alimentos y le prepara para recibir
los sacramentos. Madre Emilia que
había ido a buscar su salud a
Maiquetía, olvidándose de sí,
comienza su MISION entre los
pobres, poco a poco intuye que el
Señor le pide más y junto al P.
Machado deciden fundar una
comunidad exclusivamente al
servicio de los pobres.

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San josÉ SÁNCHEZ DEL RÍo (JoSELITo)
“¡Nunca fue tan fácil ganarse el cielo!”

Nacido en Sahuayo,
Michoacán, el 28 de marzo de
1913, hijo de Macario Sánchez y
de María del Río. José Luis
Sánchez del Río, fue asesinado el
10 de febrero de 1928, durante la
persecución religiosa de México
por pertenecer a «los cristeros»,
grupo numeroso de católicos
mexicanos levantados en contra
la opresión del régimen de
Plutarco Elías Calles. Murió
apuñalado dando vivas a Cristo
Rey y a Santa María de
Guadalupe, durante la Guerra
Cristera.

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El Padre Santiago Machado.
Es un Testigo porque nos enseñó que la Misión que nace del bautismo debe
defenderse y realizarse aun en medio de las adversidades.
El Padre Machado fue un sacerdote Venezolano nacido en La Victoria (Edo
Aragua), en el año de 1850, año crucial que veía levantarse un país después de
la tremenda guerra de la Independencia, la cual había dejado a la nación, más
devastada que ninguna otra del continente. Nació de una familia cristiana y de
quien recibió la Fe, junto con el enorme cariño, que estos buenos padres
supieron prodigarles.

ordenado sacerdote en un campo de refugiados.

El Padre Machado fue ordenado sacerdote en la capilla del Calvario en la


ciudad de Puerto España en Trinidad y Tobago, ya que mientras estaba
estudiando en el seminario sobrevino la persecución guzmancista que obligó al
cierre de los seminarios y la expulsión de los Obispos. Ordenado por su obispo,
Mons. Silvestre Guevara y Lira (Arzobispo de Caracas) en la capilla de las Hnas.
Dominicas, ellas mismas refugiadas en aquella ciudad. Este modo de iniciarse
no es casual, no corresponde solo al azar, es una prueba en que en las mayores
adversidades cuando se es generoso y se confía en el Señor, él puede hacer
cosas grandes. No solo no tenía nada de pretensión en su ordenación sino que
inicia su vida sacerdotal aun a riesgo de su propia vida.

Corazón de misericordia: La Misión como caridad.

El corazón del padre Machado fue abierto a las necesidades de los pobres
de todas las edades que le circundaban y no había espacio en donde no quisiera
ayudar, no había lugar donde estuviesen los pobres, que el padre no visitara,
para llevar alimentos, medicinas y hasta camas (catres), cuenta que los
mandaba hacer, pues no quería que nadie durmiese en el suelo.
Su amigo el Padre Luis dice de él: “Escuchen, el Padre Machado ha
fundado escuelas de instrucción y de artes y oficios, ha hecho pozos artesanos,
tiene imprenta y redacta un periódico… ha abierto calles y construido
acueductos, ha erigido estatuas de la Madre de Dios y levantado capillas, ha
sido MISIONERO y perseguido por los que en el poder son naturalmente
enemigos de Dios.”

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ARISTIDES CALvANI SILvA “Cumanés nacido en
Trinidad”

La Misión cristiana. Ite Missa est.


Don Aristides Calvani es un testigo de la Misión porque nos enseñó que la
misión del bautizado debe impregnar de modo sencillo toda la vida cotidiana…
la Misión hace extraordinario lo Ordinario.
Aristides Calvani nació en Trinidad el 19 de enero de 1919 y falleció junto
con Adelita su esposa y dos de sus hijas en accidente aéreo en Guatemala en
1986, la víspera de su cumpleaños.
Fue militante de Acción Católica, y con su esposa, fundador del Movimiento
Familiar Cristiano, abogado litigante y laboralista, prestigioso profesor de
Filosofía del Derecho en la Universidad Central de Venezuela y en la UCAB,
donde fundó la Escuela de Trabajo Social, líder formador de la Democracia
Cristiana en América, artífice de paz en América Central en la década de los
ochenta. Allí encontró la muerte:
“Sorprendente… desconcertante… novedoso, distinto: COHERENTE” son
calificativos recurrentes en la evocación de su memoria.
Pudiera afirmarse que lo original de Calvani es la normalidad elegante sin
estridencias de ser un tipo “al revés”: ¿no es eso lo que quiere decir con-vertido?
¿No es precisamente eso lo que se espera de un cristiano?
Esperemos que su pensamiento pueda iluminar nuestra vida de bautizados
y enviados: “Queremos ser cristianos integrales: miembros vivos del Cuerpo
Místico de Cristo. Toda nuestra vida de estudiante, de profesional, de obrero debe
respirar un cristianismo razonado y profundo. El cristianismo es ante todo un
pulso vital; hay que comenzar por tenerlo en nosotros mismos para poder
infundirlo en los demás (…) Ser cristiano significa transformar la vida entera,
cristianizarla, infundir en ella el espíritu de Cristo (…) Hemos de ser levadura en
la masa, pero antes hemos de empaparnos del amor de Cristo pues es Él quien
trabajará por medio de nosotros. Conocerán que somos sus discípulos si tenemos
amor a nuestros amigos, amor a nuestros enemigos y a todo lo que existe,
porque es obra de Dios... ”
nos envía a ser testigos suyos en el Mundo. La Misión es la que hace la
Iglesia, la determina. La Iglesia es misionera por naturaleza, nace y se funda en
la Pascua de la Muerte y Resurrección de Jesús y en el acontecimiento de
Pentecostés.
Somos misión porque somos el Amor de Dios comunicado; somos Santidad
de Dios creada a su imagen.

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FRAY CESÁREo DE ARMELLADA
Es un Testimonio porque nos enseñó que la Misión es a veces salir hasta los
últimos confines de la tierra…
El padre Indio “Emasense tuari”… Así le gustaba que lo llamaran…porque
así lo “bautizaron” los indígenas Pemón. ¿Quién era?... la Misión de la Iglesia del
siglo XX le debe mucho, conozcamos este testimonio.
Nace el 1 de febrero de 1908, en Armellada, León, España. Ingresa al
Noviciado de los Hermanos Menores Capuchinos el 2 de agosto de 1923. Se
ordena de sacerdote el 11 de octubre de 1931.Llega a la misión del Caroní el 8 de
marzo de 1933. Desempeñó muchos servicios en su andadura de misionero con
mucho esmero y entrega. Durante estos años recorrió casi toda la Gran Sabana
conociendo y compartiendo la vida de la cultura de los indígenas Pemón, los
escucha, observa y valora toda la riqueza que existe en la misma cultura,
llegando a recoger sus tradiciones, las narraciones de su cosmovisión y
existencia, escribirá también la gramática y el diccionario de la lengua Pemon.
Es un gran explorador del territorio, recorriendo por caminos y ríos grandes
extensiones, compartiendo la fe y llevando la esperanza de la buena nueva de
Jesucristo. Es el fundador del Centro Misional Santa Teresita de Kavanayén y
otros muchos pueblitos.
En el año de 1945 se incorpora a la misión de Machiques, en el estado Zulia
y al recorrer parte de la Sierra de Perijá, se convierte en el fundador de la Misión
del Tucuco, entre los indígenas Yukpas. Fue uno de los promotores de la
campaña aérea en favor de la pacificación de los indígenas Motilones o Barí.
Después de pasar unos años por España regresa de manera definitiva a
Venezuela, porque ya no podía vivir sin los indígenas. Decía: “soy parte de ellos,
como ellos son parte de mi vida, con ellos he vivido y compartido tantos años
que los llevo metidos muy dentro de mi alma, por no decir clavados en mi
corazón, como una flecha. Por eso regreso para seguir trabajando, luchando,
escribiendo y dando la vida como siempre por los indígenas y las misiones…”
Ya residenciado en Caracas, continúa su investigación, publicaciones y
comparte muchas reflexiones en conferencia por tantos lugares donde es
invitado a dar a conocer las culturas indígenas “Me hice misionero para ir entre
los indígenas, a su propia casa en fraternal visita y no esperar que ellos vengan a
mendigar a nuestras puertas, ir para llevarles servicios y bienes materiales,
sociales y culturales, para compartir con ellos el evangelio de Jesucristo. Ir con el
convencimiento de que allí encontraremos hombres y mujeres con valores
culturales de todo género, de los cuales nosotros debemos respetar, estudiar,
recoger y cultivar. Ir para comprender y estimar sus valores, para entregar la vida
en su servicio, porque esto es verdadero indigenismo integral…”

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NIÑoS MÁRTIRES DE TLAXCALA
Cristóbal, Antonio y Juan, los “Niños Mártires de Tlaxcala”, asesinados por
odio a la fe en México entre 1527 y 1529. Cristóbal, Antonio y Juan fueron
beatificados, el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe de Ciudad de
México; fueron canonizados el 15 de octubre de 2017 en una ceremonia en el
Vaticano. Son considerados los primeros mártires de América.
Cristóbal nació en Atlihuetzia, en el actual estado mexicano de Tlaxcala, en
el entonces Virreinato de Nueva España. Fue hijo del cacique Acxotecatl. Su
educación se debió a la labor evangelizadora que los frailes franciscanos
realizaban en la región entre los años 1524 y 1527.
Después de recibir el bautismo, trató de que su familia iniciaran un camino
de conversión y que abandonaran la adoración de los ídolos. Este compromiso
de Cristóbal por la conversión de su familia provocó el rechazo de su progenitor,
que no dudó en responder con ira ante su hijo. A los 12 años, producto de los
golpes y quemaduras provocadas por su padre, Cristóbal murió. Tras su
fallecimiento, sus restos se enterraron en el antiguo convento de San Francisco,
que en la actualidad es la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de
Tlaxcala.
Por su parte, Antonio y Juan nacieron en la localidad de Tizatlán, señorío de
Tlaxcala. Al igual que Cristóbal, fueron educados por los franciscanos, aunque
luego su formación la continuaron los dominicos.
Los niños trataron de erradicar la adoración de ídolos en su pueblo y en las
aldeas de los alrededores. Sin embargo, fueron descubiertos por pobladores de
Cuautinchán, en Puebla, tratando de poner fin a la idolatría y, como venganza,
los golpearon hasta matarlos.

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CARLo ACuTIS
“Ciberapóstol de la Eucaristía”
Nace 1991 en Londres
(Inglaterra). Hizo su Primera
Comunión a los siete años y desde
entonces su vida estuvo marcada por
un profundo amor hacia la
Eucaristía, a la que consideraba
como una “autopista hacia el cielo”.
Le encantan los ordenadores y los
usaba para difundir la Fe. Una de sus
aficiones más significativas era
catalogar todos los milagros
eucarísticos del Mundo.
“Cuantas más Eucaristías
recibimos, seremos más como Jesús,
para que tengamos en esta tierra un
anticipo del Paraíso”. Murió de
Leucemia el 12 de octubre de 2006,
de 15 años.

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CHIARA LuCE BADANo, una vida luminosa
“No tengo nada más, pero tengo aún mi corazón y con él
siempre puedo amar”
Chiara Badano nace en Sassello el 29 octubre 1971. Esperada por mucho
tiempo, es única hija, y recibe de su familia una fuerte educación cristiana. Llena
de talentos, bella y deportista, tiene muchísimos amigos. Se adhiere al
Movimiento de los Focolares cuando tiene tan solo nueve años; allí descubre a
Dios como Amor, y lo convierte en su ideal de vida.
A los 17 años, golpeada por un terrible tumor, lo enfrenta apoyándose
completamente en Dios, también en los momentos más duros. A quienes se
acercan, comunica alegría y serenidad. En un clima de “extraordinaria
normalidad”, donde Cielo y Tierra parecen encontrarse, Chiara advierte que el fin
está llegando, y se prepara como para un casamiento.
Fallece al amanecer del 7 octubre 1990. Poco antes, se había despedido de
su mamá diciéndole: “Que seas feliz, porquéé yo lo soy”.

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BeaTo PIER GIoRGIo FRASSATI
Pier Giorgio nació en Turín, Italia, el 6
de abril de 1901. Creció en el seno de una
familia muy rica. Su padre fue el fundador y
director del diario La Stampa y su madre
una notable pintora que le transmitió la fe.
En su adolescencia cultivó una profunda
vida espiritual, se hizo activo miembro de
la Acción Católica, el Apostolado de la
oración, la Liga Eucarística y la Asociación
de jóvenes adoradores universitarios.
Llevó una vida austera y destinaba a obras
de caridad buena parte del dinero que sus
padres le daban para sus gastos
personales. Su fuerza estaba en la
comunión diaria y la frecuente adoración
al Santísimo.
Fue deportista, esquiador y
montañista. Escaló los Alpes y el Valle de
Aosta. Asimismo, nunca perdió la
oportunidad de llevar a sus amigos a la
Santa Misa, la lectura de las Sagradas
Escrituras y el rezo del Santo Rosario.
Cuando cumplió 24 años de edad le
diagnosticaron poliomielitis fulminante,
una enfermedad que lo llevó a la muerte
en solo una semana.
Partió a la casa del Padre el 4 de julio
de 1925 y tuvo un multitudinario funeral
entre amigos y personas pobres. San Juan
Pablo II lo beatificó en 1990 y destacó que
“él proclama, con su ejemplo, que es
‘santa’ la vida que se conduce con el
Espíritu Santo, Espíritu de las
Bienaventuranzas, y que solo quien se
convierte en ‘hombre de las
Bienaventuranzas’ logra comunicar a los
hermanos el amor y la paz”.

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