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Organización y división social del trabajo.

La división del trabajo es la fragmentación o descomposición de una actividad en tareas más


elementales, así como su reparto entre diferentes personas, según su fuerza física, habilidad y
conocimientos. Aunque desde la prehistoria fue consustancial a toda actividad humana, la división del
trabajo se intensificó con la revolución neolítica que originó las sociedades agrarias y aceleró de modo
extraordinario su contribución al cambio tecnológico y social con el desarrollo del capitalismo y
la revolución industrial.

En general, la división del trabajo es la separación de tareas en cualquier sistema económico para que
los participantes se especialicen. Los individuos, las organizaciones y las naciones están dotados o
adquieren capacidades especializadas y forman combinaciones o intercambios para aprovechar las
capacidades de otros además de los suyos. Las capacidades especializadas pueden incluir equipo o
recursos naturales, además de destrezas y entrenamiento, y combinaciones complejas de tales activos
que a menudo son importantes, como cuando se usan múltiples artículos de equipo especializado y
operadores especializados para producir un solo producto.

Existen varias características de la división del trabajo que permiten que se aumente la producción de la
sociedad en general, al aprovechar todas las capacidades del trabajador y los recursos disponibles, que
en muchos casos son escasos.

La evolución de la división del trabajo representa un proceso complejo de interacción entre los seres
humanos. Se pueden considerar diversas etapas a lo largo de la historia humana, pero el referente más
común para observar la división del trabajo son los modos de producción. Cada etapa nació como
producto de las contradicciones de la etapa anterior y son las condiciones generales (necesidades
sociales, avances tecnológicos, tamaño de la población, extensión de tierras, etc.) que prevalecieron en
su momento quienes determinan su permanencia o extinción.

La historia de la división del trabajo confirma que esta división implica la solidaridad humana, puesto que
obliga a todos los hombres a auxiliarse mutuamente ya que todas las tareas en el proceso de producción
están ligadas

La división del trabajo ha sido un tema muy importante para los escritos económicos desde los primeros
tiempos, y fue tratado con gran detalle por los principales economistas, siendo Adam Smith y Karl
Marx los que la estudiaron con mayor profundidad.

En An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations (1776), Adam Smith previó la esencia
del industrialismo al determinar que la división del trabajo representa un aumento cuantitativo de la
productividad. En sus estudios, Smith analizó la manera en que las naciones aumentaban su riqueza,
siendo una de las principales causas la “división de trabajo”.

Señaló que gracias a la división de trabajo se ahorraba tiempo, lo que redundaba en un aumento de la
producción pues el obrero no tenía que estar cambiando sus herramientas constantemente, además de
que se ahorraba capital porque el obrero no tenía que disponer de todas las herramientas, solo las
necesarias para la función que desempeñaba. Smith establecía que a través de la división de trabajo los
trabajadores desarrollaban más habilidad y destreza en sus tareas. Los trabajadores especializados
tenían más posibilidades de inventar máquinas que hicieran más eficientes las tareas que realizaban
diariamente. Smith advertía que la división del trabajo trajo consigo una diversificación de sueldos que
correspondían a diferentes tareas. Según Smith, los distintos salarios dependían de los siguientes
factores:

Pero, a pesar de los grandes beneficios que le generaba a un país la división de trabajo, Smith
consideraba que esta era la causa principal de que un grupo importante de la población se quedara en
la ignorancia, esto al tener que realizar labores muy mecánicas. Debido a esto, Smith resalta la
importancia de que el Estado incentive la educación y la religión como formas de mitigar esta ignorancia.

Adam Smith plantea como ejemplo la fabricación de alfileres, cuya manufactura no es de mucha
importancia, pero sirve mucho como ejemplo cuando hablamos de la división del trabajo.

Un obrero que no haya tomado clases de cómo fabricar alfileres ni sabe cómo usar la maquinaria para
fabricarlos, difícilmente podría fabricar un alfiler al día y por consiguiente no podrá confeccionar más de
10. Hoy, la fabricación de alfileres está dividida en distintas etapas que requieren la participación de
varios obreros, un obrero estira el alambre, otro lo endereza, el tercer obrero lo va cortando en trozos
iguales, un cuarto hace la punta del alfiler, un quinto obrero lima el extremo donde coloca la cabeza: la
confección de la cabeza requiere de operaciones distintas: fijarla, pintar los alfileres, y todavía es un
proceso diferente colocarlos en el papel. El trabajo de hacer un alfiler queda dividido en unos dieciocho
pasos diferentes, con la cooperación de varios obreros, haciendo un trabajo en equipo para obtener
mejores resultados en la producción.

Por su parte, Marx argumentó que el aumento de la especialización puede generar trabajadores con
peores habilidades y falta de entusiasmo por su trabajo. Describió el proceso como una alienación: los
trabajadores se vuelven cada vez más especializados y el trabajo se vuelve repetitivo, llevando
finalmente a una completa alienación del proceso de producción. El trabajador entonces se "deprime
espiritualmente y físicamente a la condición de una máquina".
Además, Marx argumentó que la división del trabajo crea trabajadores menos cualificados. A medida que
el trabajo se vuelve más especializado, se necesita menos entrenamiento para cada trabajo específico,
y la mano de obra, en general, es menos calificada que si un trabajador hiciera un trabajo completamente.
Entre las aportaciones teóricas de Marx está su clara distinción entre la división económica y social del
trabajo. Es decir, algunas formas de cooperación laboral se deben exclusivamente a la "necesidad
técnica", pero otras son resultado de una función de "control social" relacionada con una jerarquía de
clase y de estatus. Si se combinan estas dos divisiones, podría parecer que la división del trabajo
existente es técnicamente inevitable e inmutable, y no (en buena parte) socialmente construida e
influenciada por las relaciones de poder. También sostiene que, en una sociedad comunista, la división
del trabajo es trascendida, lo que significa que el desarrollo humano equilibrado ocurre donde las
personas expresan plenamente su naturaleza en la variedad de trabajo creativo que realizan.

Entre las ventajas de la división del trabajo se encuentran que el obrero adquiere mayor habilidad en
operaciones sencillas y repetidas con frecuencia, además de que no pierde tiempo en pasar de una
operación a otra, ya sea por cambiar de sitio, postura o herramienta. De igual forma, gracias a la
repetición de las mismas actividades, se consigue facilidad para descubrir técnicas y procedimientos más
rápidos y sencillos.

Uno de los inconvenientes de la división del trabajo es que se limita el espíritu del hombre al forzarlo a
realizar la misma actividad, que la mayoría de las veces representa una tarea mecánica; y esto convierte
a los trabajos en monótonos por su igualdad y repetición. Además, se hace aprender al trabajador sólo
una parte del sistema de producción, por lo tanto, se genera una dependencia con el fabricante pues no
podría desempeñar todo el oficio por sí solo. Finalmente, una especialización trae consigo un aumento
en la producción, pero si este sobrepasa los niveles más altos, puede dar lugar a la generación de crisis
industriales que afectan a distintos sectores de la población.

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