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10M- LA AMABILIDAD, LA SONRISA, EL BUEN HUMOR, DERRIBAN MUROS

Extraído del audio “ El poder de la amabilidad “ (24-10-2022) JBA


https://www.youtube.com/watch?v=XgdzVhQslqI
https://www.ivoox.com/24-10-2022-el-poder-amabilidad-10-audios-mp3_rf_94535303_1.html
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Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda
reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracias para hacer con fruto este rato de oración, Madre mía
Inmaculada, san José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda, interceded por mí.
Recuerdo que cuando tenía no muchos años, quizá 10, estaba en mi casa, en la sala de estar, la televisión
estaba encendida, alguien veía una película, no recuerdo quién, una película sobre Jesús. Y salía Jesús
con los Apóstoles, y era un Jesús como con cara de enfadado, muy pensativo, muy profundo, muy serio
muy serio. Los apóstoles estaban como en un segundo plano, parecía que no se atrevían a acercarse a
ese Jesús malhumorado, un poco áspero, hosco.
A los cinco o diez minutos me fui. Me fui porque aquello me estaba transmitiendo tristeza y yo tampoco
quería ni ver ni estar con ese Jesús tan rollo, tan enfadado
Sin embargo, los evangelios nos dicen un poco lo contrario. Nos cuentan que en muchas ocasiones la
multitud iba buscando a Jesús porque están a gusto. Qué bien se está contigo. Jesús.
Como la hermana de Marta, María, que sentada a tus pies te escucha sin darse cuenta del paso del
tiempo, o como toda esa gente que al escucharte se siente comprendida, a la vez que exigida, con
aquellas historias, las parábolas, que les habrían nuevos y maravillosos horizontes.
También algunos acudían llenos de fe, y esperaban ser curados de sus dolencias con un milagro. Quizá
alguno acudiría para comer gratis, como cuando diste de comer a una multitud con unos pocos panes y
peces.
En fin, que yo me imagino a Jesús lleno de misericordia de compasión y paciencia ante nuestros errores y
pecados ante nuestras meteduras de pata o ante nuestra dificultad para entender las cosas más sencillas
Tampoco le falta a Jesús energía y fuerza cuando alguna situación lo requiere, como en la expulsión de los
vendedores del templo, o cuando corrige a san Pedro, o para denunciar la hipocresía de algunos
personajes. A la hora de enfrentarse al mal no hay medias tintas.
Pero me imagino a Jesús con buen humor, lleno de mansedumbre, amable, oportuno, y generalmente
sonriente, preocupado también por las pequeñas cosas de los demás. Jesús no es una especie de ortiga o
erizo que si te acercas pincha. No, no es así.
No es difícil acercarse a ti Jesús, porque qué bien se está contigo, incluso esos personajes esos
personajes que son apartados, señalados, condenados, por los demás por su comportamiento, como la
mujer samaritana, Zaqueo el publicano, la mujer adúltera, o el ladrón, el buen ladrón en la cruz, ellos
también se sienten a gusto contigo, a pesar de su currículum de errores cuando se encuentran contigo,
Señor, dicen que bien se está con Jesús, porque tú Jesús eres amable y lleno de misericordia.
Hoy San Pablo, en la primera lectura, nos invita a ser benévolos unos con otros, compasivos, perdonaos
mutuamente como Dios os perdonó en Cristo.
Hace tres días leíamos también en la carta a Los Efesios, “Os exhorto a que viváis de una manera digna
de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia sobre
llevándoos unos a otros con caridad”.
La amabilidad, el buen humor, derriba muchos muros, elimina dificultades
En este último mes, en un lugar donde celebro la santa misa, varios días a la semana, suele venir una
mamá con la más pequeña de sus hijas, de aproximadamente un año, no sé muy bien, porque yo calculo
mal. La criatura ni sabe andar ni hablar, aunque ya va haciendo sus primeros intentos. Durante la misa, al
fondo de la nave donde se sienta, se oye alguna vez algo así como “ala” que repite, y repite a veces una y
otra vez la verdad es que ni me molesta, ni me distrae, pero alguna vez, al terminar la misa, me he
acercado a la criatura, haciendo un poco de teatro con cara de malas pulgas, frunciendo el ceño,
apretando los dientes, y dispuesto a colgarla del techo por una pata, pero cuando estoy a medio metro la
muy sinvergüenza me mira, sonríe como solo los niños saben sonreír, y moviendo su pequeña manita, a
modo de saludo, dice, “ala”. Y ahí se acaba, o se desploma, todo mi teatro para aparecer enfadado, ante
esa sonrisa de una pequeña criatura que todavía no sabe decir ni “hola”, dice ala.
Es difícil enfadarse con alguien que te sonríe, con alguien que responde con amabilidad. Qué bien se está
con alguien así. La amabilidad, la sonrisa, derriban muros
Me acuerdo ahora de un libro de espiritualidad que leí hace unos años, un libro encantador, me parece
recordar que se titulaba algo así como “El poder oculto de la amabilidad”. Pues sí, la amabilidad tiene
mucho poder, tiene una gran fuerza. ¡Si fuéramos amables!
Si fuéramos amables cuántas dificultades y problemas nos ahorraríamos.
La amabilidad facilita la comunicación, facilita poder decir las cosas con serenidad, facilita escuchar con
cariño. La amabilidad nos transmite optimismo.
Y esto es un buen propósito, un gran propósito, no fácil es pero es un buen propósito: ser amable
La amabilidad es como como un muro de contención donde se estrella, o facilita que se estrelle, el mal
humor, los enfados, los reproches… Tantas cosas que nos separan de los demás.
Hay personas que por su carácter, su modo natural, son amables, tienen bondad, facilidad para sonreír.
Pues muy bien. Hay otras personas que son también por naturaleza, pero son como más secas, más
serias, incluso a veces cortantes, pero que luchan y luchan con empeño por ser amables, y que tienen un
gran corazón, y unas veces vencen, y otras veces pues no tanto, pero ahí están, ahí están en esa batalla
tan bonita y necesaria.
El evangelio de hoy nos muestra a Jesús que se llena de compasión ante una mujer que llevaba 18 años
encorvada, y no podía enderezarse, en modo alguno. Al verla Jesús la llamó y le dijo, “mujer quedas libre
de tu enfermedad”.
¿Te imaginas cómo sería la mirada de Jesús? ¿Con qué respeto la trataría?
¿Te imaginas el tono amable de sus palabras? Bueno, pues como cuando vas a un hospital para una
urgencia o para cualquier cosa y te recibe alguien con amabilidad, con una sonrisa, es delicioso.
Yo a veces he pensado, al pasar por una autopista, por un peaje, hoy generalmente suele haber una
máquina, pero hay veces que hay una persona y que después de pagarle. Va y te dice: “Muchas gracias,
buen viaje”…
Y cuando sigo de largo pienso, qué persona tan buena, Cuántas horas llevará diciendo a un montón de
gente que pasa por ahí, y está cada uno ahí nada muy poco tiempo, y les dice muchas gracias buen viaje.
Pues mira trabajes donde trabajes, trabajes en un hospital, en un lugar de atención a los demás, seas el
jefe o no seas el jefe… me da lo mismo, sé amable, lucha por ser amable, facilita mucho las cosas, es
una gozada ser amable
¿Cómo te imaginas a la Virgen i a san José?
Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en
esta meditación, te pido la ayuda para ponerlos por obra, Madre mía Inmaculada, san José mi padre y
señor, Ángel de mi guarda interceded por mí.

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