Está en la página 1de 2

.

10M- DEJATE QUEMAR


Extraído del audio “Déjate quemar” (12-01-2019)
https://www.ivoox.com/12-01-2019-dejate-quemar-10-minutos-jesus-audios-mp3_rf_31392169_1.html
https://www.ivoox.com/podcast-10-minutos-jesus_sq_f1633739_30.html
https://www.youtube.com/watch?v=bSTDJDsBTgU
Vídeo explicativo realizado para el portal www.10minutosconjesus.es Únete en la web para recibir la
meditación cada mañana por WhatsApp o, si lo prefieres, únete al canal de Telegram.
https://www.youtube.com/watch?v=XVjfvht_S3M

Señor mío y dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda
reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracias para hacer con fruto de este rato de oración, Madre
mía Inmaculada, san Jose, mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí.
El tiempo litúrgico de Navidad se acaba mañana domingo, con esa fiesta que vamos a vivir del Bautismo
del Señor. Ahora se trata de vivir lo que hemos vivido hace pocos días, así se recoge en latín in extenso,
para hacerlo entender lo que hemos vivido durante ese nuevo tiempo, que, como no recordaban hace
pocos días una de las meditaciones de 10 minutos, la iglesia nos pone por delante
Este tiempo conocido como Ordinario, habitual, normal, que fíjate que con la ayuda de nuestro Dios, ese
Dios hecho hombre, que acaba de visitarnos, porque ha querido venir al mundo para estar con nosotros, y
recibirnos, no dejará nunca de darnos su gracia para ayudarnos a nuestra tarea más importante que es la
de ser santos para esto hemos venido tú y yo aquí a la Tierra.
Creo que sería completamente ilusorio el hecho de que tú yo pretendiéramos adelantar en nuestra vida
cristiana si nuestra vida o toda nuestra vida no estuviera marcada por un profundo y un sincero deseo de
darnos por completo a Dios, De conformarnos lo más plenamente posible a su voluntad. Es de las cosas
que, yo creo, que más nos puede costar
Existe un objeto litúrgico que a mi entender guarda un paralelismo con el tiempo que vamos a comenzar.
Se trata de un objeto de metal. En mi tierra lo trabajan bastante bien, pero no solo mi tierra, en muchas
zonas de España, porque artesanalmente no tiene siempre muchos detalles, es un cazo tapado y unas
cadenas para que pueda ser sujetado y movido por un brazo. Su misión es la de ser utilizado en las
ceremonias litúrgicas para simbolizar lo que recoge muy bien el Salmo 141.
Este salmo dice: “Mi oración suba hasta ti, como el incienso, y mis manos en alto como la ofrenda de
la tarde” Ojalá, también, en estos diez minutos suba en nuestra oración este diálogo que está siendo tan
bonito con nuestro Señor como el incienso que se quema ahí.
Estamos hablando de ese objeto litúrgico que es conocido como turibulo, pero que tú y yo lo conocemos
mejor por incensario. Porque viene el nombre del latín incienso. Y ahí es donde se quema el incienso, esa
segunda ofrenda que pusieran, a los pies del Señor, los Reyes Magos
Su significado principal, del incensario, de este objeto litúrgico, es hacer uso del incienso, y el de nosotros
el de simbolizar tu oración, nuestras oraciones, elevándolas hasta Dios.
Así cuando lo vemos en las ceremonias recordamos, cuando es usado habitualmente por un sacerdote o
por un diácono o incluso por un monaguillo, están ahí justo para reunir todas nuestras peticiones y rogar
por nosotros ante Dios.
Pues ese incienso, en esa especie de caso, que es tapado, cubierto, se va quemando poco a poco, y va
siendo consumido por una pastilla de carbón, que hace las veces de fuego, hasta que prácticamente no
queda nada. Y ese humo ya desaparece, no queda nada como los antiguos holocaustos, acuérdate de la
Sagrada Escritura, Antiguo Testamento, pues esto es lo que viene a significar el tiempo ordinario en
nuestra vida, en un ir poco a poco quemando esa vida nuestra diaria ordinaria, habitual, y siempre cara
Dios.
El evangelio que posiblemente has escuchado, incluso has leído, posiblemente muchas veces, y estas
palabras del Señor, creo que son unas palabras, en su mensaje, duras, porque son muy claras, en el que
dice; “el que no renuncia a su padre y a su madre, a su mujer a sus hijos, a sus hermanos y
hermanas, e incluso su propia vida, no puede ser mi discípulo”.
Qué razón tienen estas palabras de nuestro Señor, porque el que no coge su cruz, ya lo dice nuestro
Señor, y le sigue, no es digno de él, porque el que no está dispuesto a renunciar, incluso a su propia vida,
no es digno de él, porque el que quiera encontrar su vida, de verdad, porque tú y yo queremos encontrarla,
tiene que estar dispuesto a darlo todo, a quemarlo todo, a quemarse por completo, y sólo así, en su vida,
encontrará todo su sentido
Lucia, una de las tres videntes de Fátima, que después estuvo en un convento, sor Lucia, que es mucho
más conocida por este nombre, y cuenta en su biografía como su madre pues la llevó a tener, en esos
sacramentos de iniciación cristiana, su primera confesión en la parroquia. Y después de estar un buen rato
esperando, la dejo en la fila para confesarse, y se fue a esperarla fuera de la iglesia. Cuando llegó su turno
sor lucia se arrodilló y comenzó su confesión con esas palabras que usamos, Ave María Purísima, de
introducción. Y empezó a decir sus pecados.
Por lo visto lo estaba diciendo con una voz fuerte y alta, y la gente, que estaba alrededor se estaba
partiendo de la risa. Fueron pecadillos, bueno de una niña de siete años, niña pequeña llena de sencillez y
de ignorancia, e iba contando sus cosas. Y la gente se enternecía, y entre ellos el sacerdote que estuvo
partiéndose de la risa sin parar.
Cuando hubo terminado ella de decir sus pecadillos, el sacerdote le dijo, como penitencia acércate a la
imagen de la Virgen de la iglesia, que se puede visitar en una de las capillas laterales, una escultura con
un rosario en la mano, y dile sencillamente: “Te ofrezco mi corazón”. Fíjate qué bonito.
Cuenta sor Lucia como la Virgen al escuchar esas palabras de su boca, le respondió con una mirada llena
de ternura, una mirada que se prolongó durante mucho tiempo.
Su madre, que ya estaba un poquito impaciente de esperarla, fue a buscarla, y al verla allí ensimismada,
mirando a la Virgen María, claro, después de decirle esas palabras de “Te ofrezco mi corazón”, pues
prácticamente a la cogió de una mano y la retiró, y se la fue llevando hasta la puerta de la iglesia.
Ella cuenta como la Virgen no dejo de mirarla con una sonrisa, mientras se marchaba. Y ella veía como el
rosario de la mano de la Virgen estaba continuamente moviéndose, un poquito.
Una anécdota. Creo que es una bonita anécdota. Pero sobre todo porque es una bonita forma de
quemarse, de hacerse holocausto. De poner nuestra vida entera delante de nuestro Señor, porque solo así
uno está dispuesto a entregar su vida, esa vida que ahora tenemos por delante, ese tiempo litúrgico, una
vida de los trabajo, de tu estudio en tu casa, en el que podemos entregarle al Señor todas estas cosas, lo
que tú y yo hacemos, elevarse, quemarse, y que suba arriba, como esa oración, para dar mucha gloria a
Dios, nuestro Señor.
Pues, ojalá, que tú y yo seamos capaces de convertir nuestro día en esa oración grata que Dios está
esperando de ti, para que también sea, como sor Lucia, un bonito te ofrezco mi corazón, para que no
tengamos. Tú y yo, miedo de ofrecer, a nuestro Señor, también nuestro corazón, nuestra vida y hagamos
un acto de ofrecimiento de todo.
Te animo ahora, para que así terminamos estos 10 McJ, que te dirijas al Señor diciéndole que le quieres
con toda tu vida, y que está dispuesta a darlo todo, porque estamos en sus manos.
Creo que así, no te quepa duda, que provocarás una sonrisa también a la Virgen María y también la
provocarás de su hijo
Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos afectos e inspiraciones que me has comunicado en
estos diez minutos contigo Jesús, te pide ayuda para ponerlos por obra, Madre mía Inmaculada, san José
mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí

También podría gustarte