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Cierra los ojos del alma y dime con calma: “JESUS YO CONFIO EN TI”.
Necesito las manos libres para poder obrar, no me ates con tus
preocupaciones inútiles. Satanás quiere eso, aislarte, angustiarte,
quitarte la paz. Confía en mi, abandónate en mi. Así que no te
preocupes hecha en mi tus angustias y duerme tranquila, dime
siempre: “JESUS YO CONFIO EN TI”. Y veras grandes milagros. Te lo
prometo por mi amor.
Tu amigo,
Jesús
Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me
ves, que me oyes; te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de
mis pecados, y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre
mía Inmaculada, San José, mi Padre y Señor, Ángel de mi guarda,
interceded por mí.
Hola Jesús,
¿Cómo estás? Hoy quería contarte como me ha ido el día. Me cuesta un poco
ponerme a hacer la oración y buscar estos ratos de tranquilidad Contigo pero
sé que salgo ganando porque te encanta verme y poder estar juntos.
Gracias por enseñarme siempre a ser mejor. Ya sabes que a veces me cuesta
dar la cara, decir que voy a misa o decir que quiere visitarte. Perdóname y
dame la ayuda para que haga siempre lo que Tú quieras.
Quiero darte mi corazón porque es lo más que tengo. ¡Ahí está todo! Desde
mis pensamientos hasta mis deseos. Pienso en mi futuro y no sé qué será de
mi pero sí que tengo una cosa clara: quiero estar siempre cerca de Ti. ¿Me
ayudarás?
Hace poco han leído en misa el Himno de la Caridad que escribió San Pablo.
Dice así:
“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo
caridad, sería como el bronce que resuena o un golpear de platillos.
Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo para dejarme
quemar, si no tengo caridad, de nada me aprovecharía.
La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra
con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se
irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se
complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
La caridad nunca acaba”
Jesús a veces me cuesta entender a mis padres, a mis hermanos y me pongo
un poco furiosa porque me ponen nerviosa, no me entienden. Pero leo esto y
pienso que Tú esperas de mi mucho más: esperas que sea paciente con los
pequeños o con los pesados, esperas que no sea egoísta y piense en los
planes que les gustaran a los demás, esperas que sea humilde y que no
piense que todo lo hago bien.
Entre tanta gente hay un corazón que sí que ve: hay uno que empuja,
que late con más fuerza a cada paso que da. Es alguien que lo que le
mueve es distinto. Le mueves Tu! Y no le mueve la curiosidad o el
morbo.
Es increíble Jesús.
Tengo tantos juicios, miedos y dudas. ¡Tengo tan poca fe! Ahora sé
que con tocarte basta! ¡Con pedirte que vengas a mi casa basta!
Fe, Jesús, hoy sólo dame fe. Fe para seguirte, Fe para confiar.
Para dejarlo todo y sin dudar, lanzarme a ti, a esos brazos que sólo
me piden que me deje abrazar.
Que me deje hacer. Que me deje amar. Jesús, que no dude que con
sólo tocarte basta.
Que con llamarte una sola vez, basta.