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10M- EL PODER DE UN TROZO DE PAN

10 Minutos Con Jesús. Extraído del audio “El poder de un trozo de pan“ (08-01-2019)
https://www.ivoox.com/08-01-2019-el-poder-trozo-pan-audios-mp3_rf_31286002_1.html
https://www.ivoox.com/podcast-10-minutos-jesus_sq_f1633739_30.html
https://www.youtube.com/watch?v=5tdjV7Fk5Ss
Todos los videos en YouTube de 10M con Jesús
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Vídeo explicativo realizado para el portal www.10minutosconjesus.es Únete en la web para recibir
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https://www.youtube.com/watch?v=XVjfvht_S3M

Señor mío y Dios mío creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes te adoro con profunda
reverencia te pido perdón de mis pecados y que me ayudes para hacer este rato de oración, Madre mía
Inmaculada, san José, mi padre y señor, ángel de mi guarda, interceded por mí
San Mateo nos cuenta en su evangelio que Jesús se encontraba en Galilea, y saliendo de aquella región
se retiró a Tiro y Sidón, No lo sabemos, pero lo más probable es que para descansar con sus discípulos.
Tiro y Sidón que se encuentran al sur del Líbano, a orillas del mediterráneo, a unos 50 kms de la frontera
con Israel.
Y la tranquilidad que allí tenían se vio interrumpida por una mujer que supo de la presencia de Jesús en
aquella región. Se trataba de una mujer sirofenicia, nos dice el evangelio, pagana, pero una mujer que
nos dejaría un ejemplo maravilloso de oración, por su perseverancia y por su fe.
El Cielo se le había abierto ante los ojos, nunca mejor dicho, y dio la oportunidad de ser escuchada por
aquel maestro de Israel, aquí no conocía, pero de quien había escuchado verdaderas proezas.
No era por ella, era por su hija, que estaba atormentada por un demonio. Ningún médico, había logrado
curarla. Y ella, como madre, nadie podía consolarla, nadie podía ayudarla, pero ¿quién era ella para
pedirle nada aquel maestro de Israel?
Como buena madre, y tratándose de su hija, no dudó en acudir a Él.
De hecho nos cuenta san Mateo: una mujer cananea sirofenicia, que había salido de aquel territorio,
gritaba diciendo, ¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David, mi hija está malamente endemoniada!, Jesús
¿cómo la miraría? y ¿cómo la escucharía? Esas palabras, Jesús, entrarían hasta el fondo de tu corazón.
Ten piedad de mí, no por ella, sino por su hija. Si para eso has venido a la tierra, si no es otra cosa más
que tener piedad y compasión.
Tú y yo haremos nuestra oración no en la medida en que nos propongamos a hacerla, mira esa mujer,
sino en la medida en que seamos conscientes de que tenemos necesidades y que solo Jesús puede
ayudarnos,
Tú eres consciente que las tienes. Jesús hazme ver que las tengo. Madre mía que lo vea. Que no me
considera autosuficiente, porque sólo así acudir en oración a tu Hijo y dejaré que tu Hijo me pueda
ayudar.
Sigue contando san Mateo, pero él no le respondió palabra, Como tantas veces haces conmigo cuando
acudo a ti. Porque no es que no te apiades, no es que no te importe, no es que no quieras ayudarme,
Señor. Muchas veces esperas porque haces que nuestro deseo aumente y después nos puedas dar más
de lo que inicialmente te pedíamos.
Sus discípulos acercándose le rogaban, concédeselo porque vienen gritando detrás de nosotros. Y tú
sigues esperando con paciencia, y yo me impaciento, y tú esperas porque sabes que es lo que más nos
conviene.
Él respondió, no he sido enviado más que a las ovejas pérdidas de la casa de Israel.
Ella, no obstante, se acercó y se postró ante él, y le dijo, Señor socorre me. Así es como se conquista al
Señor, con el corazón.
Él respondió, mujer no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perrillos
Y ella, sin darse por vencida, conformándose con un poco de su bondad, viendo su señorío sobre las
cosas, le contestó, Si Señor, pero también los palillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
amos
Entonces Jesús le respondió, mujer grande es tu fe, que te suceda como deseas. Y desde aquel
momento quedó curada su hija,
Que te suceda conforme a tus deseos. Los deseos hechos realidad y con la espera unos deseos cada
vez más grandes.
Un antiguo autor espiritual hablaba de un campesino, al que nos parecemos con frecuencia cuando
hacemos la oración. Había recibido la noticia de que sería recibido en persona por el rey. Era la
oportunidad de su vida, podría presentarle con sus mismas palabras su petición, pedirle lo que quería,
seguro de que le sería concedido.
Llegó el día. Y el buen hombre, emocionadísimo, se acercó a la presencia del rey. ¿Y qué le pidió?: un
quintal de estiércol para sus campos, que son unos 45 kilos.
45 kilos de estiércol era lo máximo en lo que aquel campesino había logrado pensar
A veces, así, con unas miras tan pequeñas, nos dirigimos a Dios.
A nosotros nos mueve hacer un favor el sentimiento o nuestra fe. A Dios le mueve la fe, la confianza con
la que le pedimos. Y mira si le hubiese concedido a aquella mujer sobre la marcha, sobre la marcha
habría sido un milagro. Más ahora por esa espera, por la que le hizo pasar el Señor, esa mujer es un
ejemplo para todos de perseverancia en la oración-
Y fue objeto de un doble milagro, porque su hija se curó, y ella creyó, una de las primeras creyentes
procedentes del paganismo.
Todo un ejemplo de perseverancia de la oración, y todo un ejemplo de fe, de confianza en Jesús.
“También los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de los amos”, Con gran humildad
reconoce su indignidad, pero también reconoce, con esas palabras, la gran compasión del Señor.
Y efectivamente, lo consigue. Consigue que unas migajas se alimenten, desde entonces, a todo aquel
que tenga necesidad de compasión o de fortaleza. Es Cristo en la Eucaristía
Jesús, te ofreces te regalas te adelantas escondido en esas migas de pan a cualquiera que tenga
necesidad cada día de nuestra vida.
¡Cómo le cambió la vida a aquella mujer su encuentro con el Señor!
Y como nos irán cambiando, a ti y a mí, estos minutos que procuremos pasar a diario con el Señor.
Iremos experimentando una confianza en el Señor cada vez más grande, y con la confianza, la paz de
nuestro interior ante lo que nos pueda suceder,
Un sacerdote al regresar a su casa por las mañanas, después de celebrar la misa, pasaba por un kiosco
y compraba la prensa. El kiosco lo llevaba un matrimonio del que poco a poco se fue haciendo cada vez
más amigo. Durante unos días encontraba solo a la mujer atendiendo el kiosco, y le preguntó por su
marido, ella se puso muy triste, había dejado de atender el kiosco porque le habían diagnosticado un
cáncer, y lo tenía ya muy avanzado. Se ofreció para ir a su casa y estar un rato con él. La mujer se lo
agradeció.
Este sacerdote comenzó a hacerle visitas con regularidad. Y le fue ayudando a sobrellevar la
enfermedad, confiando mucho en Dios. Le animó a hacer oración, y le fue llevando la comunión. Un día,
al llamar a la puerta, la mujer le dijo que su marido se encontraba muy mal. Llamó a la puerta de la
habitación, y entró con delicadeza, se acercó a la cama, y vio que lloraba. Al sentarse junto a la cama, el
enfermo le dijo, le estoy diciendo a Jesús te quiero, no porque me cures, te quiero porque te quiero.
La enfermedad evolucionaba, pero en su interior muchas cosas habían ido cambiando. Ahora afrontaba
la misma enfermedad pero con una gran paz en su interior, sabiendo que estaba en los brazos de Dios.
Te quiero, no porque me cures, te quiero, no por lo que me des, te quero porque te quiero, por ser quien
eres, Señor.
Hoy aprendemos a perseverar en la oración, y aprendemos que la oración siempre da fruto, el fruto de
una confianza grande en nuestro Padre del Cielo y nuestra Madre Santa María.
Te doy gracias Dios mío por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en
este rato de oración, te pido ayuda para ponerlos por obra, Madre mía Inmaculada, san José, mi padre y
señor ángel de mi guarda, interceded por mí.

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