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FACULTAD TEOLÓGICA U.E.B.E.

Informe de lectura
Alumno: Eliezer Bueno Martín Fecha: 16/11/2017
Asignatura: Ética II Tema: La pobreza

La pobreza

La pobreza tal y como la conocemos y entendemos hoy en día siempre ha existido. Incluso
en sociedades nómadas había aquellos que poseían mucho ganado (véase el caso de Abraham,
hombre considerado rico) y otros que no tienen nada y se ven obligados a servir.
Para entender bien la pobreza y por qué Jesús habla tan mal del rico en contexto del Nuevo
Testamento debemos saber que en ese tiempo la sociedad era de “bienes limitados”, es decir que el
rico lo era por acumulación de bienes y si este tenía mucho significaba automáticamente que alguno
o varios no tenían esas mismas posesiones. Jesús ataca duramente al rico precisamente porque su
riqueza significaba que había muchos pobres a su alrededor.
Podríamos pensar que eso solamente ocurría en el contexto histórico, político y social del
Nuevo Testamento, que hoy en día no vivimos en esa sociedad de bienes limitados, el problema es
que eso no es cierto. Primero, para que haya riqueza o para que alguien se pueda llegar a considerar
rico debe haber necesariamente pobres, el rico es el que posee más que los demás. El problema es
que esta gran diferencia no se nota tanto en la sociedad occidental moderna ya que existe un grupo
social intermedio llamado “clase media”, este no es pobre pero tampoco rico, puede acceder a
diversas posesiones, pero no a todas las que querría. Entonces podemos concluir que sí que sigue
habiendo pobres y ricos y que la existencia de ambos grupos depende del otro: el rico necesita que
haya pobres para poder seguir siendo rico.
Por otro lado, lo anterior dicho se ve mejor cuando trabajamos a gran escala y comparamos
países. Europa, Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia son considerados países ricos, si nos
fijamos todos estos países pertenecen al hemisferio norte de la tierra. Si los comparamos con el
resto de países (los africanos, sudamericanos y los del sureste asiático) podemos ver que unos son
pobres y otros ricos. Unos dependen de los otros, los países ricos lo son porque los pobres son
expropiados y expoliados, sus gentes son pagadas con sueldos ínfimos para alimentar los caprichos
y necesidades de los habitantes de países “ricos”. Encontramos países que derrochan alimentos y los
tiran a mansalva; y en el otro extremo países enteros que perecen bajo el hambre y la escasez.
¿Cómo cristianos qué debemos pensar acerca de esta situación?

Siempre tendréis a los pobres.

El Señor Jesús habló mucho acerca de los pobres y del trato con los mismos. Alentó a ricos a
repartir sus bienes con los que sufren carencia (Marcos 10:21), a no despreciarlos y a tratarlos con
dignidad. Pero algo que nos quedó claro es que “a los pobres siempre los tendréis con vosotros;
pero a mí no siempre me tendréis.” (Juan 12:8; Marcos 14:7; Mateo 26:11) Jesús admite que la
pobreza siempre existirá, la pobreza estará presenten como una carga en el ser humano, al menos
hasta que él vuelva. Este tema puede ser considerado como una excusa para admitir la pobreza: es
algo que no se puede evitar y siempre existirá. Se acomoda el ser humano a esta realidad y se
excusa en ella para no hacer nada. ¿El cristiano puede tomar esta posición de comodidad?
El ejemplo de vida para un creyente siempre debe ser Jesús. Durante su ministerio podemos
encontrar cómo interacciona con los necesitados: “Siento compasión de esta gente porque ya llevan
tres días conmigo y no tienen nada que comer.” (Marcos 8:2) Jesús tuvo compasión de aquellos que
no tenían nada que llevarse a la boca, este texto está justo antes del milagro de la multiplicación de
los panes y los peces. Es decir, la compasión de Cristo no se quedó en simple teoría o en un acto
emocional, sino que actuó en consecuencia. Cristo da de comer al pobre, al que pasa hambre, a
pesar de que esta no es una solución definitiva para el problema de aquellos hace algo para paliar su
situación, este es un ejemplo claro de cómo nosotros debemos actuar.
No solamente en los evangelios encontramos ejemplos de cómo debemos actuar para con los
pobres. Los escritos apostólicos también hablan de este tema: “Si alguien que posee bienes
materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede
decir que el amor de Dios habita en él?” 1 Juan 3:17. Los que hemos sido salvados por la gracia y
restaurados por el Espíritu Santo, que decimos amar a Dios, no podemos quedar impasible ante la
pobreza. Si podemos ayudar a los demás debemos hacerlo, como hemos visto, la compasión de
Cristo fue consecuente y actuó en necesidad, por tanto, si tenemos compasión del hermano que pasa
necesidad debemos actuar. Ya sabemos que no acabaremos con la pobreza mundial pero sí podemos
ayudar al prójimo y mejorar su situación actuar.
En los Proverbios encontramos también esta acción moral para con el pobre: “El que oprime
al pobre ofende a su Creador, pero honra a Dios quien se apiada del necesitado.” Proverbios 14:31.
Las dos posturas son claras: o bien oprimes al pobre o te apiadas de él. La indiferencia es también
una forma de opresión, como el odio al hermano de asesinato (1 Juan 3:15). Esa indiferencia a la
opresión y al sufrimiento deshonra a Dios y su obra, especialmente la obra redentora de Cristo,
como seguidores de sus pisadas debemos apiadarnos del que necesita de su amor y de necesidades
físicas.
Como hemos visto el pensar que podemos erradicar la pobreza es algo utópico e irreal, no lo
podremos hacer definitivamente. Sin embargo, esto no puede ser usado nunca como excusa para no
hacer nada, somos llamados a amar al prójimo, a apiadarnos del pobre y en lo que esté en nuestra
mano ayudarles en la medida de lo posible, todo esto siempre y cuando busquemos ser imitadores
de Cristo.

Bienaventurados los pobres.

¿Por qué son bienaventurados los pobres? ¿Por qué lo son hambrientos y los que sufren?
Estas afirmaciones de Jesús parecen más bien ridículas ya que estos son más bien desgraciados, o
siempre se les ha considerado así. Estos son bienaventurados no por su condición material y física,
sino por la condición espiritual. “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar
un rico en el reino de Dios.” Marcos 10:25 Los ricos encuentran la perdición en el dinero, sin
embargo el pobre no tiene este amor al dinero y el impedimento que ello conlleva a aceptar el
mensaje del evangelio.
La bienaventuranza no es en la situación mala en la que viven los pobres, sino la
restauración que hará Dios en ellos, en lo que Cristo puede hacer en sus vidas, aunque pasen
hambre y sufran Jesús promete aquellos que le siguen su consolación. Esto tampoco puede servir a
los cristianos para permitir o justificar la situación de pobreza en el mundo y en nuestro contexto: se
debe predicar el evangelio a ricos y pobres. Y a los primeros se les debe alentar para que ayuden a
los segundos.

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