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GESTIÓN PÚBLICA
Índice
Aprendizaje Esperado....................................................................................................................................3
Introducción...........................................................................................................................................................4
1. Dirección Estratégica............................................................................................................................7
2. Formulación y Gestión De La Estrategia...............................................................................10
2.1. Análisis Externo..............................................................................................................................10
2.2. Análisis Interno................................................................................................................................15
3.Implementación De La Estrategia...............................................................................................21
4.Evaluación De La Estrategia...........................................................................................................29
Comentario Final.............................................................................................................................................31
Referencias.............................................................................................................................................................32
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Introducción
La administración se configura como “un arte o ciencia de formular, implementar y evaluar decisiones
multifuncionales que le permita a una determinada organización alcanzar sus objetivos” (David, 1998, p. 5).
De ahí su complejidad.
En este contexto, la gestión estratégica es una herramienta para enfrentar esta realidad. Para ello, cuenta
con tres etapas claramente definidas: formulación, implementación y evaluación de la estrategia. Su
desarrollo será el principal objetivo de este documento, además de proponer un modelo de análisis para
abordar las disciplinas de la ejecución, de manera de operacionalizar todo lo anterior.
En términos generales, cuando se habla de estrategia, se hace alusión a una serie de proyectos, objetivos y
lineamientos estratégicos necesarios, para alcanzar la visión definida para el período. Una forma de
visualizar cada uno de ellos y un ejercicio práctico, es colocarlos en distintas cajas (Govindarajan, 2009):
La gran mayoría de las organizaciones se focaliza y se queda en la primera caja, identificando brechas de
desempeño, pensando que están haciendo estrategia, en circunstancia que se encuentra en las cajas 2 y 3,
asociadas a brechas de oportunidades, es decir, se relaciona más a cómo se crea futuro mientras se
gestiona el presente.
Lo anterior no significa que no se deban gestionar proyectos en la primera caja, asociada eso sí a cambios
lineales, sino que la competencia para el futuro supone cambios diferentes, obligando a las organizaciones
a transformarse, generando con ello nuevos modelos de negocios. A estos cambios no lineales, es necesario
sumar transformaciones en términos de clientes o usuarios, discontinuidades tecnológicas, cambios
demográficos, globalización y competidores no tradicionales.
Una vez finalizadas las cajas, es necesario definir la estrategia e inmediatamente después, los horizontes
hacia los que están definidos los proyectos dentro de cada una de ellas. Estos horizontes pueden ser
descritos como (Govindarajan, 2009):
• Horizonte 1: son aquellos proyectos destinados a obtener ganancias del principal negocio
de la organización. Aquí se integran la mayoría de los proyectos.
Con estos elementos presentes en el análisis, en teoría, se puede llegar diseñar una estrategia que
permita a la organización transitar desde donde se encuentra actualmente, a un estado deseado.
Para ello, la intención estratégica debe superar tres consideraciones (Govindarajan, 2009):
Lo anterior queda mucho más claro cuando se identifican, como se señalará preliminarmente, las etapas de
la administración estratégica, a saber (David, 1998, pp. 5-7):
Las decisiones que se tomen en esta etapa, vincularán a la organización con un producto, un servicio, un
mercado, recursos y tecnologías específicas por un largo tiempo, de ahí su relevancia.
Claves son en este sentido, las habilidades interpersonales de los líderes al interior de la organización, toda
vez que determinarán o no su implementación exitosa.
a. Revisar los factores externos e internos que constituyan la base de las estrategias
actualmente implementadas.
b. Medir el desempeño.
c. Realizar actividades correctivas.
Estas tres etapas son necesarias, si lo que se quiere es implementar adecuadamente la estrategia
de la organización, y que esta perdure en el tiempo. No hay que olvidar que “para lograr que una
estrategia evolucione con el tiempo debe ser capaz de adecuarse a las circunstancias cambiantes
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y que se debe incorporar algunas medidas administrativas de forma permanente para mejorarla”
(Thompson, Strickland, Gabmle, 2008, pp. 8-9).
De ahí que el trabajar con la estrategia sea un proceso de constante, no un suceso que se lleva a
cabo una sola vez.
Platón
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1. DIRECCIÓN ESTRATÉGICA
Inicialmente podríamos decir que la estrategia de la institución trata de servir de motor e impulsor de
acciones. A través de una búsqueda de diversos planes de acción que descubran y potencien la ventaja
competitiva. Señala los objetivos a alcanzar y, por tanto, supone un compromiso de los participantes en la
institución, y una guía que facilite la actuación diaria.
Hablar de estrategia es hacer referencia a decisiones de tipo cuyos plazos, referencias, alcances y
actividades se diferencian significativamente de las de tipo cotidiano. Luego, sus principales características
son (Johnson, Scholes, 2001):
• Las decisiones estratégicas son aquellas relacionadas con la dirección a largo plazo de la
organización.
• Hacen referencia, normalmente, a cómo lograr ciertas ventajas para la organización, por
ejemplo, en relación con la competencia.
• Suelen estar relacionadas con el alcance de las actividades de una organización. En este
sentido, el tipo de preguntas que hay que formular es: ¿debería centrarse la organización
en un ámbito de actividad o en muchos?
• Finalmente, la estrategia se puede considerar como la adecuación de las actividades de una
organización al entorno en el que opera.
Si bien esta definición da cuenta de una postura que busca rentabilidad en la organización, en el
caso de la gestión pública debe adecuarse a la búsqueda de una mayor eficiencia y eficacia, desde
el principio de legalidad. De esta manera, la naturaleza en cuanto a la entrega de bienes públicos,
políticas públicas o servicios públicos, requiere de una mirada que reemplace el concepto de
rentabilidad por satisfacción de demandas e interés social o bien común.
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El plan estratégico, por su parte, se conforma de dos partes. La primera es el fondo, elemento menos
visto pero que existe. Lo conforman los sueños, la cultura, la emoción, la historia y otros aspectos
más. El primer plano, el segundo elemento, está confirmado por la misión, la imagen deseada, los
objetivos y el programa o plan de acción para alcanzarlos (Bravo, 2011).
La visión, representa una idea, un estado o un futuro deseado, que da cuenta de cómo la
organización deberá evolucionar, adaptar su estructura y su cultura para orientar su desempeño
hacia la satisfacción de una necesidad, interés o demanda. Constituye el deber ser de la
organización. Es más, puede modificarse la estrategia y mantenerse la visión por un largo tiempo.
2. FORMULACIÓN Y GESTIÓN DE LA
ESTRATEGIA
El escenario que enfrentan en la actualidad las distintas organizaciones, da cuenta de una permanente
ruptura entre el equilibrio de los escenarios competitivos y el mercado. Este contexto no es indiferente al
Estado, ni a los distintos organismos e instituciones públicas que lo conforman. Reynoso y Kovacevic (2010)
lo describen de la siguiente manera:
Estos cambios han traído consigo dos consecuencias claras, en términos de gestión estratégica para los
niveles superiores de cualquier organización o alta dirección. El primero se refiere a la necesidad
permanente de buscar diferenciación competitiva a través de innovaciones y cambios en su modelo de
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negocio. El segundo se refiere a enfocar todo el potencial hacia la búsqueda de impacto y efectividad en el
uso de sus recursos (Reynoso y Kovacevic, 2010).
Con lo anteriormente expuesto, es posible señalar que aún tan importante como la estrategia, es el
alineamiento estratégico en torno a ella. Esto no se agota en la estrategia, sino que considera además
proyectos, recursos, controles, sistemas, entre otros. Todo debe actuar en sincronía bajo la misma dirección.
Ahora bien, para iniciar el proceso de formulación de la estrategia, es necesario abordar una serie
de etapas, que se detallan a continuación.
El análisis de la realidad externa de la organización puede ser llevado a cabo de diversas maneras.
Una de ellas es una auditoría externa, para lo cual es necesario tener claridad de cuáles son las
fuerzas externas claves, las que pueden ser clasificadas en cinco categorías (David, 2008):
• Fuerzas económicas: estos factores ejercen un efecto directo en el mayor o menor atractivo
que tenga una estrategia. Aumentos de tasas de interés, disponibilidad de crédito, inflación,
desempleo, PIB, política monetaria, política fiscal, reformas tributarias, o laborales, son
solo algunas variables económicas claves que se deben explorar al momento de realizar
una auditoría externa.
En el caso del sector público es clave tener claridad si existe otro organismo que esté entregando
el mismo servicio, sea público y/o privado, y en caso de mayor eficiencia, conocer qué está haciendo
para lograrlo.
Para realizar un análisis externo en general y una auditoría externa en particular, se debe recopilar
la mayor cantidad de información posible de manera de poder formular la estrategia, integrando
la totalidad de los elementos y variables aquí considerados.
Estas cinco fuerzas, a su vez, generan consecuencias que de una forma u otra afectan los distintos
productos, servicios, mercados y organizaciones, por lo que gestionar considerando sus
implicancias es sumamente necesario.
En términos simples, este proceso consiste en reunir conocimientos e información relevante sobre
las cinco fuerzas, suministrando un continuo flujo de información a un comité que será el
encargado de procesarla, asimilarla y evaluarla; y a partir de ello, mediante reuniones periódicas,
identificar las oportunidades y amenazas que enfrenta la organización.
Otras metodologías para realizar un análisis externo similar al planteado, son las siguientes (Hax
y Majluf, 2008):
a. Modelo de 5 fuerzas de Michael Porter: este modelo es muy usado para desarrollar
estrategias en las distintas industrias del mundo. Según este modelo, la naturaleza de la
competitividad en una industria se compone de cinco fuerzas:
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Desarroll
potencial
productos
sustituto
Ingres
potencial
nuevo
competidor.
Para usar este modelo, es necesario además tener claridad sobre cada una de estas etapas y
operacionalizar tres pasos que permitirán determinar si una organización podrá o no obtener
beneficios en una industria o área de servicio determinada. Estos pasos son (David, 2008):
A continuación, se analizarán con más detalles cada una de las cinco fuerzas destacadas
anteriormente (Hax y Majluf, 2008):
• Capacidad de negociación de los proveedores: generar una alianza con empresas de una
misma industria puede ser determinante en la estrategia de una organización. La capacidad
de negociación será clave cuando sólo existen pocos insumos sustitutos, cuando el costo
de cambiar de materia prima es alto, o cuando existe un gran número de proveedores. En
estas circunstancias, el ayudarse mutuamente a través de una estrategia de integración
puede ser determinante, en estas circunstancias, para mejorar la rentabilidad a largo plazo
de todos los involucrados.
De esta manera, estas cinco fuerzas conforman la estructura de la industria, contexto que es
necesario observar. Así, delimitan los precios, los costos y requerimientos de inversión, dando paso
a una mayor rentabilidad en el largo plazo y una mayor sustentabilidad de la industria en la que
está inmerso.
b. Examen del medio a nivel del negocio: este modelo busca identificar aquellos factores
externos críticos que de alguna u otra forma determinan el atractivo de la industria, desde
la perspectiva de los directivos claves del negocio (Hax y Majluf, 2008).
Para ello, es necesario indagar en las temáticas más relevantes y significativas, y evaluar su
atractivo en la industria. Los factores a analizar son cinco:
A este análisis, que integra variables en cierta forma comunes con el modelo de Porter, se le
pueden adicionar otros, según sea la necesidad y definición de la organización que se está
examinando.
• Balance.
• Estado de resultados.
• Estado de cambios en la posición financiera.
Para llevar a cabo esta comparación, se deben llevar a cabo los siguientes procedimientos:
A través de ambos procedimientos, se podrá analizar de manera más completa la salud financiera
de una organización.
El análisis interno hace referencia a las “formas que tiene una organización para alcanzar una
ventaja competitiva sostenible en el largo plazo” (Hax y Majluf, 2008, p. 158). En lo específico, son
los factores que determinan su posición competitiva, generando a su vez una posición estratégica
de valor en la industria.
El análisis interno está asociado a las fortalezas y debilidades de una organización, principalmente
en las áreas internas asociadas al negocio, es decir, operaciones. Un análisis externo e interno,
junto a una sólida misión, constituyen las bases para determinar objetivos y estrategias.
El realizar una auditoria interna es algo muy similar a la externa, en el sentido de que requiere que
todas las personas de la organización participen en la identificación de las distintas fortalezas y
debilidades, recopilando información de administración, marketing, finanzas y contabilidad,
producción y operaciones, investigación y desarrollo, además de los sistemas de información
gerencial de la empresa (David, 2008, p.123). Este proceso permite a quienes forman parte de la
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Postula que los factores internos de la organización son más importantes que los externos, a la
hora de generar una ventaja competitiva en una industria determinada. Estos factores se clasifican
en (David, 2008):
Estos aspectos son de vital importancia al momento de formular una estrategia, favoreciendo la
ventaja competitiva. La administración estratégica, bajo este enfoque, significa desarrollar y
administrar de manera eficiente y efectiva los recursos y capacidades.
b. Administración
Estas funciones integran cinco actividades que son básicas a nivel interno, para el diseño de la
estrategia (David, 2008), a saber:
Cuando los miembros de una organización hacen su mejor esfuerzo por alcanzar altos niveles de
productividad, es posible inferir que cuentan con un alto nivel de dirección y por ende, con muy
buenos líderes. Su gestión es clave en todo este proceso.
Estas actividades cumplen un rol clave en los esfuerzos que se hagan para alcanzar la estrategia,
en tanto suponen una participación activa de todas las jefaturas y áreas de la organización en su
gestión, influyendo así en el nivel de proactividad y productividad que tenga un determinado equipo
de trabajo.
5. Control: contempla básicamente que todas las actividades que fueron planeadas en las
etapas anteriores cumplan con los estándares definidos y alcancen los objetivos y metas
propuestos. Supone básicamente cuatro etapas:
c. Marketing
El marketing, en la mayoría de las empresas, se define como el proceso de definir, anticipar, crear
y satisfacer las necesidades y deseos de productos y servicios de los clientes o usuarios. Hay siete
funciones básicas del marketing:
1. Análisis de los clientes o usuarios: análisis, examen y evaluación de sus necesidades, deseos,
demandas, expectativas e intereses.
2. Venta de productos y servicios: contempla visualizar y evaluar la capacidad de una
organización para vender un producto o proveer un servicio.
3. Planeación de productos y servicios: incluye actividades de prueba, sobre la recepción de un
producto o la entrega de un servicio, sobre su posicionamiento, planeación de garantías,
empaque, entre otros factores a evaluar en la planeación y desarrollo de nuevos productos
o servicios.
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Estas funciones, al igual que las variables analizadas con anterioridad, son claves para la
implementación de una estrategia, sobre todo cuando supone la implementación de un nuevo
servicio o producto, o bien lleva intrínseco un cambio organizacional de envergadura. En este
sentido, es clave la habilidad que tengan los líderes para gestionarlo dentro o fuera de la
organización.
d. Finanzas y contabilidad
A partir de esto, la organización debe definir qué indicadores financieros va a utilizar de manera
de determinar sus fortalezas y debilidades en las respectivas áreas. Estos aspectos son claves
para alcanzar la estrategia del período.
En este análisis, la organización evalúa los costos asociados con todas las actividades de la
organización, desde la compra de insumos, hasta la entrega del producto o servicio y su
comercialización. En base a este enfoque, los niveles superiores de la organización pueden
determinar dónde se sitúan las ventajas y desventajas, dependiendo de si se encuentran frente a
una situación en que el proceso está generando más o menos costos para la empresa.
Para todo efecto, se entenderá por cadena de valor “el negocio de una organización o empresa
determinada en términos de cómo los ingresos totales menos los costos totales de todas las
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Esta herramienta permite resumir y evaluar las fortalezas y debilidades más relevantes de las
distintas áreas de una organización, constituyéndose en una base para integrar relaciones a partir
de ella.
1. Elaborar una lista con los factores internos clave, identificados en el proceso de auditoría
interna, en un número no superior a 20 ni inferior a 10. A continuación, se deben enumerar
fortalezas y debilidades en torno a cada uno de ellos.
2. A continuación, se le debe asignar una ponderación que vaya desde 0,0 (irrelevante) hasta
1,0 (muy importante). Esta ponderación está directamente asociada a la importancia de ese
factor a la consecución de la estrategia de la organización. La suma de todas las
ponderaciones, debe ser igual a 1.0.
3. Luego, a cada factor, se le debe asignar una clasificación que va desde 1 a 4, esto es:
• Debilidad importante: 1
• Debilidad menor: 2
• Fortaleza menor: 3
• Fortaleza importante: 4.
El puntaje en esta matriz va de 1,0 a 4,0, siendo considerada una organización débil cuando
promedia menos de 2,5. Asimismo, puede integrar de 10 a 20 factores claves a considerar.
Como se observa en el ejemplo, las mayores fortalezas son sus bajas comisiones, sus cuentas
bancarias y los servicios para los inversionistas, tal y como lo señala la clasificación 4.
Las debilidades, por su parte, son las cada vez menores cuentas de correduría y el limitado número
de sucursales.
En definitiva, al utilizar todas estas herramientas y modelos, es posible auditar de forma interna a
la totalidad de las operaciones esenciales dentro de una organización. Estas le permitirán no solo
ser visualizadas en el mercado por su desempeño o saldo final, sino que también podrán obtener
ventajas competitivas en una misma industria.
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3. IMPLEMENTACIÓN DE LA
ESTRATEGIA
Cuando se diseña una estrategia, se habla básicamente de una actividad guiada por el mercado, o bien, de
demandas e intereses en el caso de organismos e instituciones públicas. Implementarla y ejecutarla supone
la intervención del área de operaciones o de gestión, a través de procesos de administración de personas y
de negocios.
En lo específico, “contempla trabajar bien, con y a través de otros, acumular y fortalecer capacidades
competitivas, motivar y recompensar a las personas de manera que apoyen la estrategia e inculcar la
disciplina para que se realicen cosas” (Thompson, Strickland, Gamble, 2008, p. 359).
Para llevar la estrategia a la práctica, es necesario tener en consideración una serie de etapas o pasos que
es necesario observar antes de operacionalizar el plan de acción. Así como esto es relevante, también lo es
la alineación estratégica tal y cómo se mencionó anteriormente. Este concepto es clave, toda vez que
proporciona a la alta dirección, la capacidad de (Reinoso y Kovacevic, 2010, p. 16):
Estos son aspectos que deben ser revisados con la finalidad de reforzar algunos de ellos o hacer los ajustes
que ameriten, todo esto, con el propósito que cumplan adecuadamente con su cometido. El resultado de la
implementación está dada, en gran medida, por el conocimiento que el líder tenga de sus jefes, teniendo
siempre la responsabilidad de evaluar los aspectos que, como ya se ha dicho, tendrán mayor o menor
relevancia dependiendo de la naturaleza de las operaciones de la empresa y de la profundidad de los
cambios que deban realizarse a partir de los nuevos propósitos estratégicos. Es claro que quedarse sólo en
el diagnóstico, de poco o nada sirve. Se deben llevar adelante las medidas que conduzcan a la acción.
De esta manera, la implementación de la estrategia se inicia teniendo resuelto bajo qué condiciones, se
decide competir en una industria determinada, es decir, creando las estrategias genéricas conocidas como
liderazgo en costos, liderazgo en diferenciación o la estrategia de nicho o enfoque. Esto, como se abordó
anteriormente, tiene exigencias importantes para la organización en términos de la consistencia que debe
existir entre el camino elegido y las capacidades y recursos que se deben crear a lo largo de la cadena de
valor de la organización, constituida, en primera instancia, por procesos, cultura y el liderazgo entre los
aspectos más destacados.
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Es a partir de lo señalado que, en todo proceso de implementación estratégica, se deben cubrir al menos 8
tareas administrativas (Thompson, Strickland y Gamble, 2008):
1. Crear una organización con las competencias, capacidades y fortalezas de recursos para
ejecutar con éxito una estrategia.
2. Asignar suficientes recursos y personas para dirigir la ejecución de la estrategia.
3. Instituir normas y procedimientos que faciliten y no entorpezcan la ejecución de una
estrategia.
4. Adoptar mejores prácticas y presionar por la mejora continua en el desempeño de las
actividades de la cadena de valor.
5. Instalar sistemas operativos y de información, que permitan al personal de la organización
llevar a cabo de manera competente las funciones estratégicas.
6. Vincular las recompensas y los incentivos directamente con el logro de los objetivos
estratégicos y financieros.
7. Inculcar una cultura corporativa que promueva una buena ejecución estratégica.
8. Ejercer un liderazgo firme para impulsar la ejecución y alcanzar la excelencia operativa.
La forma cómo los niveles superiores de la organización lleven a cabo estas tareas, tendrá un impacto
decisivo en el resultado final del proceso de ejecución.
Tomando en cuenta lo anterior, la alta dirección debe optar entre varias posibilidades que se encuentran en
función del área, ámbito o industria en la que se sitúa la organización. De ahí que se reitera la necesidad de
desarrollar las distintas herramientas analíticas planteadas y de mantener la atención sobre el medio, pues
el cambio y sus consecuencias son un fenómeno que debe ser observado de manera permanente.
Finalmente, vienen nuevas decisiones que se deben adoptar en torno al cómo se abordará la dirección
definida, teniendo como alternativas el desarrollo propio a través de la capitalización de utilidades,
aumentos patrimoniales y apalancamientos vía financiamiento externo u otras posibilidades como son
crecer por la vía de adquisiciones de otras empresas o mediante alianzas estratégicas con otras empresas.
Existe tal abundancia conceptual en materias relacionadas con la estrategia, que a ratos produce confusión
y se superponen una diversidad de conceptos. Un investigador muy destacado, como el profesor Henry
Mintzberg (2001), en el título de una de sus últimas obras refleja con mucha fuerza lo indicado: Safari a la
estrategia. En este trabajo, en el cual es coautor con otros investigadores, identifica al menos 10 escuelas
sobre las cuales se agrupan conceptos y modelos explicativos de una gran cantidad de autores, que a partir
de mediados de los años 50 comenzaron a desarrollar diversas investigaciones. En tal sentido, los propios
autores aportan una panorámica adicional, con lo cual se completan 11 formas de configurar la estrategia
competitiva de la empresa.
Por esta razón, no es fácil entregar un modelo integrador desde el punto de vista de decidir en relación con
alternativas estratégicas. Al respecto, la propuesta de Gerry Johnson, Kevan Acholes y Whittington (2009),
se visualiza en la figura siguiente:
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Este modelo se inicia siempre que esté resuelta la problemática sobre qué base se decide competir o qué
servicio producir, es decir, liderazgo en costos, diferenciación o especialización o enfoque, lo cual se sabe
tiene exigencias importantes para la organización en términos de la consistencia que debe existir entre el
camino elegido, y las capacidades y recursos que se deben crear a lo largo de la cadena de valor en la
organización, constituida por procesos, cultura y liderazgo entre los aspectos más destacados.
Diversos autores focalizan sus modelos en la implementación de la estrategia, a juicio de muchos, donde se
marca la diferencia al momento de alcanzar finalmente los objetivos. Es donde se lleva a la práctica el
proceso de excelencia organizacional.
Reynoso y Kovacevic (2010) plantean un modelo que busca mejorar la implementación de la estrategia. De
acuerdo a lo señalado por los autores, el proceso común que siguen las organizaciones para el diseño de su
estrategia se resume en:
Generalmente, todos concluyen que la sesión fue muy productiva y vuelven a casa bastante
ilusionados con lo acordado. Sin embargo, de regreso a la oficina, cada uno de los gerentes
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Lo anterior sucede porque el objetivo se centra en el diseño del plan y no en el alcanzar los resultados
propuestos. Para alcanzarlos, es necesario la implementación, medición, análisis y ajuste sistematizado de
la estrategia y los planes definidos para alcanzarla. Lo anterior se logra viendo la gestión del negocio y la
planeación desde otra perspectiva, es decir, como:
En esta figura, se plantean una serie de etapas, de las que se dará cuenta a continuación:
Una vez definido lo anterior, las acciones deben ir orientadas a focalizar los esfuerzos en generar un modelo
de negocios o de operación bajo la forma de un conjunto de actividades siempre interrelacionadas que se
traduzcan en la entrega de valor para los destinatarios finales, y mantener en mente una posición de ventaja
competitiva para, de esa manera, alcanzar mejores resultados, mayor crecimiento, rentabilidad o
productividad en la entrega de un servicio final cuando se refiere a instituciones u organismos públicos.
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Cuando se plantea que una organización ha alcanzado el diamante de la excelencia en esta etapa, se hace
alusión a que poseen un foco estratégico único, además de modelos de negocios claramente definidos y
diferenciados, que le permiten la entrega de valor a los distintos usuarios o clientes del sistema. La
innovación estratégica facilita el proceso de diferenciación y generación de valor. Clave es en todos lo
señalado, que se vea la diferenciación e innovación como un proceso, no como una meta de la organización.
b. Diseño de 3MS (medida, metas, medios): esta etapa supone el inicio de la operacionalización,
donde los objetivos estratégicos, definidos en la etapa anterior, derivan en esquemas de
implementación, seguimiento y ajuste. La matriz 3MS tiene precisamente que ver con lo
anterior, es decir, con la integración de un sistema de mediciones, metas y medios.
Para ello, se debe generar un tablero de indicadores focalizados de información crítica que genere
constantemente alertas que faciliten los ajustes durante la operacionalización. Una de las principales
herramientas es el balanced score cardo cuadro de mando integral, creado por los doctores Robert Kaplan
y David Norton. Para ellos, uno de los principales problemas observados en la ejecución de la estrategia son
los inadecuados sistemas de medición, enfocados hacia el logro de resultados financieros o de eficiencia,
mercado y ventas. Esta herramienta será analizada más en detalle cuando se trate la evaluación de la
estrategia.
Ahora bien, en lo que al diamante de la excelencia se refiere, la excelencia organizacional radica en:
• Permitir operar el foco que la organización busca implementar, mediante el traslado del
modelo de negocios a una serie de objetivos, metas, medidas, iniciativas y, muy importante,
presupuestos.
• Facilita la alineación de las distintas partes y componentes de la organización con el foco
estratégico que se espera alcanzar. Para generar esta alineación, es clave utilizar
indicadores de gestión o distintos sistemas de medición claramente definidos y
debidamente validados.
Finalmente, los elementos críticos que se deben considerar para determinar debidamente las EMS son:
En definitiva, lo que busca la estrategia de las 3MS es operacionalizar el foco estratégico seleccionado, la
propuesta de valor y el modelo de negocio a seguir, que siempre se debe traducir en acciones y actividades
concretas.
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La analogía es un imán, que produce el efecto de atraer a todos los elementos metálicos a un punto
determinado. En la organización, todos deben sentirse atraídos por la estrategia y seguirla.
De acuerdo a esto, la alineación podría ser definida como “la acción y efecto de vincular las unidades de
negocio, departamentos, procesos y personas con el foco estratégico de la organización, para garantizar la
optimización de esfuerzos y recursos, y lograr así los resultados esperados” (Kovacevic y Reynoso 2010, p.
28).
Esta vinculación debe llegar hasta los empleados o funcionarios, alineando su trabajo diario y
comportamiento con el estado deseado que se busca alcanzar. De ahí la relevancia de involucrarlos en la
definición de planes y estrategias sobre todo cuando los involucra, y empoderarlos en su ejecución e
implementación.
Al ser un proceso constante, puede ser corregido o mejorado. Así, tanto el plan estratégico como las
mediciones de desempeño (matriz 3MS) son una herramienta adecuada para ello. Los componentes que
deben ser alineados son, entre otros: objetivos, metas, mediciones, incentivos, proyectos, recursos y
presupuestos, estructura, procesos, cultura, manejo de recursos humanos y sistemas de información.
Lo importante es definir los indicadores adecuados del desempeño, así como la adecuada integración de
metas, planes y programas.
d. Cultura de ejecución: La cultura, por su parte, supone modificar la conducta de los líderes
principalmente hacia una serie de nuevos comportamientos esperados, denominados,
competencias organizacionales genéricas; y fomentar habilidades y conocimientos
específicos (competencias técnicas). Para generar estos cambios, deben estar alineados
los procesos de recursos humanos, impactando tanto el estilo de liderazgo, definido por la
organización, como el clima organizacional, lo que favorece o retarda el logro de los
resultados.
Básicamente con ello se logra la conexión entre la estrategia y las personas, creando el hábito de la
excelencia organizacional.
Para la creación de una cultura de este tipo es relevante integrar lo siguiente (Reynoso y Kovacevic, 2010):
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Cuando estos tres elementos se encuentran alineados con la estrategia, la organización cuenta con una
buena estructura organizacional. Dicho de otra manera, si una organización define su estrategia en la
necesidad de orientarse hacia los usuarios o clientes, y a poco andar, se da cuenta que su estructura
organizacional se orienta al tipo de producto o servicio entregado en vez de segmentar por destinatario final,
su estructura no se encuentra alineada.
• Procesos: la clave en este aspecto es determinar y asegurar que los distintos procesos
asociados a la estrategia no se constituyan en cuellos de botella, por lo que es necesario
realizar los ajustes necesarios para que ello no suceda.
Todas estas etapas deben ser vistas en la práctica como eslabones de la misma cadena.
Sean Covey, Chris Mc Chesney, Jim Huling y José Gabriel Millares plantean en su libro Las 4 disciplinas de la
ejecución (2012) que una vez que la organización ha decidido qué hacer, el reto más grande es lograr que
las personas lo ejecuten con el nivel de excelencia que se requiere.
Lo anterior está completamente ligado al liderazgo en la organización, toda vez que involucra un cambio de
conducta de otros. En este sentido, los autores agregan que más allá de cómo se denomine, metas,
estrategia o simplemente un esfuerzo para mejorar, los esfuerzos del líder entran siempre en dos
categorías de estrategia.
La primera se denomina estrategia de poder de la firma, es decir, aquellas que se llevan a la práctica cuando
se autoriza o se ordena que se lleven adelante. Se considera en su ejecución el nivel de autoridad y de poder
de quien la instruye (inversiones de capital, cambios de sistemas de compensación, reasignación de roles y
responsabilidades, contrataciones, entre otros).
Las segundas son las estrategias de cambio de conducta y suponen que, para ejecutar la estrategia, las
personas deben cambiar, de manera de hacer algo de forma diferente.
4. EVALUACIÓN DE LA ESTRATEGIA
En términos generales, no es habitual hablar de evaluación estratégica. Lo más cercano al concepto de
evaluación es el control de gestión, que cuando existe se centra en lo relativo a indicadores de tipo financiero,
como los presupuestos, índices y ratios aplicados al balance, estado de resultado y análisis por centros de
costos, con lo cual efectivamente se controla, pero no focalizando la evaluación en la estrategia.
Ello no debiera ser anómalo, pues la evaluación o el control en su forma más básica se relaciona con aquello
que se definió previamente, llámese estándar, objetivo o propósitos con sus respectivas metas vinculadas.
Un requisito para efectuar un adecuado control es que se encuentren explícitos aquellos controles que se
deben cumplir. De lo contrario, se está frente a un problema en el que el parámetro contra el cual se controla
o se evalúa está sujeto a interpretación, aspecto que efectivamente ocurre en la gran mayoría de casos.
La siguiente figura muestra un resumen muy bien logrado de lo que es la evaluación estratégica.
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Definición
de
objetivos
Medición Resultados
de obtenidos
resultados
Evaluación de
Estrategias
Ejecutar Análisis de
acciones brechas
correctivas
Bajo este esquema, la evaluación se concentra por su mecánica más en el resultado final en términos de
metas que en el origen del problema, por lo que la fase de ejecutar medidas correctivas tiene
necesariamente que estar precedida de muchos recursos a aplicar al análisis de brechas, toda vez que es
clave apuntar al origen de los problemas y no a sus síntomas.
La visión más integradora de la evaluación de la estrategia pertenece a Fred David (2008), respecto de lo
cual indica: “La evaluación estratégica debe identificar y determinar la dirección de las tendencias externas
e internas que afectan a la organización y ser capaz de desarrollar habilidades de manejo y anticipación de
estas” (p. 78).
En opinión del autor, el proceso de evaluación integra tres actividades básicas: 1) examinar las bases
subyacentes a la estrategia de la empresa, 2) comparar los resultados esperados con los resultados reales
y 3) tomar acciones correctivas para asegurarse de que el desempeño va de acuerdo a con los planes
previamente definidos.
La evaluación como concepto no se debe circunscribir solo a realizar un análisis de consecuencias, sino que
también se debe entender en términos más amplios, para lo cual hay tres momentos, a saber (Welch, 2008):
• El primero se realiza cuando la gerencia está planificando las bases de la estrategia, para
determinar si estas son coherentes con el ambiente interno y externo, como asimismo si
los contenidos del plan estratégico son consistentes con la estrategia.
• El segundo momento evalúa los impactos en la estrategia, producto de los cambios que se
producen en el entorno y la manera en que afectará a su ejecución.
• En tercer lugar, se evalúa la gestión de la empresa para determinar si los resultados reales
están de acuerdo con lo planificado por la compañía.
Existe coincidencia en el hecho de que la evaluación es necesaria, pues las organizaciones operan en
industrias y mercados con una influencia creciente de aspectos como las alianzas estratégicas, las compras
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hostiles, cambios de ejecutivos claves, concentración de mercado, llegada de operadores a de nivel mundial,
cambio en la tecnología, aspectos de políticas económica, etc.
El ciclo más tradicional de evaluación estratégica se presenta en el siguiente esquema, que da cuenta de un
ciclo secuencial que consta de objetivos esperados, medición de aquello que efectivamente ocurrió, análisis
de brecha, ejecución de acciones correctivas y medición de resultados.
Plantea asimismo el desarrollo de tres actividades para la evaluación estratégica Connolly, (2010):
La información que se desprende de las tres actividades descritas en el párrafo anterior se resume en la
matriz que el autor denomina matriz para definir la evaluación de estrategias. Su finalidad es determinar el
destino de la estrategia actual, lo que se realiza respondiendo a las interrogantes contenidas en la siguiente
matriz:
Es posible apreciar claramente que este autor sugiere que se deben adoptar medidas correctivas
prácticamente en todos los casos, salvo cuando los factores externos e internos no han cambiado
significativamente y además, la empresa está efectivamente logrando resultados satisfactorios con su
estrategia.
Como indica el cuadro resumen de esta perspectiva de evaluación, se realiza en primer término un análisis
de interno, tanto de fortalezas como de debilidades, en relación con lo que se fijó como meta y aquello que
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Gestión Pública 30
se consiguió (igual situación respecto de oportunidades y amenazas). Si la conclusión del cuerpo directivo
en relación a estos aspectos es que existe una brecha significativa, se deben arbitrar cuanto antes las
medidas correctivas. Si, por el contrario, no es una brecha significativa, se recomienda controlar de cerca
la brecha con la finalidad de que no se salga de curso.
Esta perspectiva tiene la debilidad de incorporar una cuota alta de subjetividad. Sin embargo, esta debilidad
se disminuye o se tiende a minimizar cuando existen varias perspectivas (cuerpo ejecutivo) y se discute en
busca tanto de concordar en el diagnóstico como de las medidas a tomar.
Clave es en todo este proceso la retroalimentación adecuada y oportuna. Richard Rumelt (citado en David,
2008) señala cuatro criterios de gran utilidad para evaluar la estrategia: consonancia, ventaja, consistencia
y viabilidad. Los dos primeros se basan en la evaluación externa, y los segundos en la interna:
Una herramienta de suma utilidad en todo este proceso, como se planteaba anteriormente, es el cuadro o
tablero de mando integral que evalúa las estrategias a partir de cuatro perspectivas: desempeño financiero,
conocimiento del cliente, procesos internos del negocio; y aprendizaje y crecimiento.
Robert Kaplan y David Norton buscaron no solo la evaluación de la estrategia, sino que también su control
permanente. En la práctica, supone un listado de objetivos permanentes hacia los que se deben orientar los
esfuerzos en la organización, junto a una variable de tiempo asociada, que indica el momento en que debe
lograrse cada objetivo, el responsable y con quién se debe interactuar para cada objetivo.
Comentario Final
La gestión estratégica en la organización marcará la diferencia en cómo se alcancen los objetivos a mediano
y largo plazo. De esta manera, el contar con una visión clara sobre el futuro deseado y una misión que oriente
las acciones y los esfuerzos al interior de la organización, así como valores que encuadren la conducta de
las personas, es solo el punto de partida.
Lo relevante, es tener claridad de que lo más importante en todo el proceso son las personas y que en su
involucramiento y dirección, la labor del líder es imprescindible. En este sentido, las habilidades con que
cuente, la capacidad para visualizar posibilidades de mejora y necesidades de alineación o modificaciones,
en el proceso de toma de decisión, son parte de las responsabilidades que debe asumir el líder.
A partir de lo anterior, la ejecución de la estrategia es clave, pues es ahí donde se debe colocar atención,
más allá de la organización de que se trate. De esta manera, es un error considerar que en el sector público
no es posible gestionar estratégicamente las instituciones, independiente de si se refiere al nivel central,
regional o local. Es más, cuánto más relevancia adquiera en una organización la planificación estratégica,
más posibilidades de alcanzar sus objetivos tiene la gestión pública.
Lo relevante es tener presente que de manera permanente se debe revisar la estrategia para mantenerla o
reformularla, para así seguir orientados a la consolidación del estado deseado.
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Referencias
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IACC (2021).
Contenido Módulo III – Lección 6
GESTIÓN PÚBLICA