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A veces, perder tiempo es ganar vida. Porque más allá de lo que nos han
hecho creer, el tiempo no es oro, ni siquiera estaño. Permitirnos instantes
donde no hacer nada y limitarnos a ser, sentir y disfrutar, es sinónimo de
bienestar y felicidad.
Perder el tiempo es un concepto muy relativo. Tanto, que convendría sanear un poco
esta idea e incluso aplicarla desde otra perspectiva: como valiosa clave de bienestar.
Pensémoslo bien, vivimos en una sociedad que nos ha convencido de que el tiempo
es ‘oro’ y que cada segundo de nuestra vida debe estar bien aprovechado para sacar
de él un beneficio, un rendimiento.
Asumir este enfoque al pie de la letra nos aboca sin duda a ese laberinto ya familiar
y recurrente de los trastornos de estrés y ansiedad. Son esas condiciones que como
un termómetro, reflejan una enfermedad latente en nuestro mundo, que no es otra
que la de descuidarnos a nosotros mismos. Por tanto, el tiempo no es oro, ni plata ni
sentir y estar’ es ganar en salud. Sin embargo, nos cuesta mucho poner en práctica
esta idea. Cuando pasamos tantas horas de nuestra vida en modo “productividad”
incluso la mente llega a interpretar que echarnos en el sofá y descansar es perder el
tiempo.
Por otro lado, expertos en gestión del tiempo, como el doctor Alex Soojung-Kim
Pan, conocido también por su trabajo como consultor en Silicon Valley, nos explica
en su libro Descansa, cómo ser más productivo trabajando menos, que es momento de hacer
una reformulación profunda sobre nuestro estilo de vida y trabajo. Debemos tomar
“Trabajar mejor no significa trabajar más sino trabajar menos, de forma más productiva y
descansar mejor”.
-Alex Soojung-Kim Pan-
nos legó una valiosa reflexión que parece haber quedado diluida por el tiempo.
Según él, con la llegada de la revolución industrial, las personas empezamos a
relacionar la actividad laboral casi con un principio moral. Trabajar no era solo un
modo de ganar dinero para subsistir, era (y es) mucho más que eso.
televisión.
Disfrutamos viendo películas y series, pero una parte de nosotros mismos actúa a
menudo como un juez severo. ¿La razón? Nos recriminamos la inactividad y estar
perdiendo el tiempo.
tenemos algo que hacer, siempre estamos ocupados mirando el reloj y con la
indefinible angustia de no poder llegar a nuestras obligaciones.
autoexigencia. Hay que cumplir rápido y hay que hacerlo a la perfección, dos
dimensiones que sin duda nos abocan al abismo de la ansiedad y a esos estados
psicológicos tan desgastantes.
por el mero hecho de darnos un tiempo donde “no hacer nada“. A veces, hasta
intentando disfrutar de unas merecidas vacaciones, nuestra mente nos tortura con
esos pensamientos sobre todas las cosas que, supuestamente, deberíamos estar
haciendo.
ello, es momento de eliminar de nuestra mente “los debería y los tengo que”. Es el
instante idóneo para permitirnos ser niños de nuevo, dejándonos llevar por el
aburrimiento, incluso por esa dimensión donde surge por fin la voz de nuestro ser
El arte de hacer nada está permitido, y practicarlo varias horas al día no deja secuelas,
en su libro Descanso antes citado: debemos entender que trabajar mejor no significa
Aprendamos por tanto a obsequiarnos con ese regalo que excepcional que por
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Bibliografía
Los contenidos de La Mente es Maravillosa se redactan solo para fines informativos y educativos.
No sustituyen el diagnóstico, el consejo o el tratamiento de un profesional. Ante cualquier duda, es
recomendable la consulta con un especialista de confianza.
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