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INTRODUCCIÓN
1. LA ARABIA PREISLÁMICA
2. MAHOMA E ISLAM DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
3. CALIFAS RASHIDUN (632-661)
3.1. Primera Gran Fitna
4. EL CALIFATO OMEYA (661-750)
5. EL CALIFATO ABBASÍ (750-861)
5.1. Esplendor económico y urbano
5.2. Desestabilización y caída
6. EL FIN DE LA HEGEMONÍA ISLÁMICA MUNDIAL
6.1. Siglos XI-XIII
6.2. Siglos XIII-XV
INTRODUCCIÓN
Estudiaremos a continuación la emergencia en el siglo VII de una nueva potencia fundamentada en
una nueva religión, el Islam, cuya consecuencia más importante va a ser, según GARCÍA DE
CORTÁZAR, el segundo reparto del Mediterráneo. El primer foco de este fenómeno es la Península
(“subcontinente”) Arábiga.
1. LA ARABIA PREISLÁMICA
El extensísimo terreno, de más de 3 millones de km² posee una increíble diversidad geográfica que
se manifiesta en grandes barreras climáticas, produciendo zonas que van desde la insalubridad
(OMÁN), a los grandes desiertos inhóspitos, a las zonas de oasis de paso de rutas comerciales (La
Meca o Yatrib), hasta la Arabia Felix que llamaban los romanos, muy fértil y ubicada en el SW y
correspondiente aproximadamente al actual Yemen. (Omán, Meca-Yatrib, Yemen)
La región geográfica de Arabia albergaba múltiples sociedades: los yemeníes, los núcleos de Petra y
Palmira en contacto con el mundo clásico y las ciudades comerciales dependientes de Persia o
Bizancio, donde habitaban los GASSANÍES o LAJMÍES. Aparte estaban los BEDUINOS, nómadas
habitantes de los bordes de los desiertos autoproclamados árabes originarios. En esta diversidad,
solos los núcleos comerciales y religiosos de La Meca o Yatrib suponían puntos de referencia
comunes.
Existía un nexo de carácter antropológico que unía a todos: la importancia del parentesco. En mayor
o menor medida, todas estas sociedades se subdividían en FAMILIAS EXTENSAS en torno a una
descendencia común PATRILINEAL, ya fuera real o ficticia. Así, el clan o la tribu fue la piedra
angular del mundo árabe preislámico, bajo un panorama geográfico y social hostil.
En cuanto a las creencias, estas no revestían las formas de una religión organizada. Se fundían
concepciones animistas (espíritus, Djinn), politeístas con tradiciones judías y cristianas arameas
(como el NESTORIANISMO), así como un gusto de otras comunidades por el ascetismo y el
eremitismo.
Sin embargo, el siglo VI trajo consigo avatares de descontento y crispación social, provocados por
la insuficiencia del precario status quo que existía en Arabia, los problemas tribales (ascenso de los
beduinos) y por las constantes injerencias del Imperio Bizantino y Sasánida, buscando el control de
las rutas comerciales y las salidas al Mediterráneo. Se empezó entonces a forjar la idea de que solo
la unidad traería la independencia y la soberanía, algo que el tribalismo y el politeísmo nunca pudo
garantizar.
En cualquier caso, se acepta que este imperio mejoró y estimuló la economía de las zonas
conquistadas. Con una nueva lengua oficial, el árabe, y un sistema monetario deudor directo de
Bizancio y Persia, bimetalista y duodecimal (12 dirham de plata = 1 dinar de oro), se crearon rutas
como las de la seda y el oro (reinos subsaharianos). La ciudad era el centro de la vida
administrativa, donde las actividades como el comercio y la artesanía estaban altamente reguladas y
fiscalizadas. Pero por otro lado, la base de la economía era la agricultura, y los propietarios
latifundistas se integraron muy bien con los árabes, por lo que la situación del campesinado no
cambió.
El principal factor de decadencia del califato omeya fue su claro favoritismo hacia los árabes, lo
cual se evidenció después de las conversiones en masa al Islam es las zonas conquistadas. Lo que en
un principio era una tolerancia tanto a las creencias como a las instituciones locales, se transformó
en una relación de subordinación cuando estos se convirtieron al Islam. Así, los conversos se
transformaban en MAWALI (clientes), con una situación social y fiscal distinta de la de los árabes.
Las reivindicaciones de igualdad adquirieron verdadera fuerza en Egipto y en Irán, zonas donde
existía de antemano una fuerte tradición nacional.
La cuestión religiosa de la Primera Fitna fue además reavivada, con reivindicaciones de mayor
rigorismo por parte de los jariyíes y los chiítas. Este clima de descontento fue recogido por un
descendiente de ABBAS, tío de Mahoma, (MUHAMMAD IBN ALÍ) que derroca a los omeyas en
el 750 mediante una revuelta.
La revuelta anti-omeya y anti-árabe en esencia fue protagonizada por las MAWALI y apoyada por
los chiitas y los jariyíes. La revuelta comenzó en el JURASÁN y se extendió hacia otras áreas
desafectas, por lo que el califa omeya se vio obligado a trasladarse a la región de Mesopotamia para
sofocar a los rebeldes. El último estertor omeya se produjo en la BATALLA DEL GRAN ZAB, en
Irak. Paradójicamente, el primer abbasí y sus descendientes eran árabes, del clan BANU HASHIM,
su principal baza para legitimarse en el poder.
El establecimiento en el poder de AL-MANSUR significó una reestructuración territorial del
imperio y una cruenta represión contra los adversarios y los descendientes de los omeyas. En los 20
años de su reinado, tiene que hacer frente además a la rebeldía de chiitas y jariyíes, que consiguen
hacerse fuertes e independizarse en el norte de África. ABD-AL RAMÁN, superviviente de las
purgas contra los omeyas, funda el EMIRATO independiente en España. Así, el imperio abbasí se
orientaliza aún más y traslada su capital a BAGDAG, ciudad fundada por Al-Mansur.
CONCLUSIÓN
Hemos realizado un breve repaso del nacimiento y expansión del Islam, hechos históricos que dan
pie a la realidad del mundo de hoy, donde más de 1800 millones de personas procesan dicha
religión y se sienten en mayor o menor medida en conexión con su patrimonio histórico. Asistimos
en la actualidad a un triunfo indiscutible de la ortodoxia sunnita, dominando el chiismo en Irak, Irán
y Azerbayán. El jariyismo únicamente predomina en Omán. Hay que decir, sin embargo, que de
cerca el mundo islámico es más complejo, siendo por sí mismo heterogéneo en cuanto a corrientes,
escuelas y sectas. De todos los creyentes solo un 20% es étnicamente árabe, y el país con mayor
proporción de población musulmana es Indonesia.
El legado de los musulmanes en el patrimonio cultural de la humanidad no es un asunto baladí.
Puede decirse que durante la plena Edad Media fueron los principales legados de la cultura clásica y
los máximos exponentes en cuanto a cultura, ciencia y tecnología. Puede decirse, incluso, que el
Renacimiento no hubiera sido posible de no ser por la enorme labor de difusión y recopilación que
hicieron los estudiosos orientales.