Está en la página 1de 6

TEMA 27: Nacimiento y expansión del Islam

INTRODUCCIÓN
1. LA ARABIA PREISLÁMICA
2. MAHOMA E ISLAM DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO
3. CALIFAS RASHIDUN (632-661)
3.1. Primera Gran Fitna
4. EL CALIFATO OMEYA (661-750)
5. EL CALIFATO ABBASÍ (750-861)
5.1. Esplendor económico y urbano
5.2. Desestabilización y caída
6. EL FIN DE LA HEGEMONÍA ISLÁMICA MUNDIAL
6.1. Siglos XI-XIII
6.2. Siglos XIII-XV

Granate: expansión con Mahoma


Salmón: expansión con los Rashidun
Amarillo: expansión con los Omeyas

INTRODUCCIÓN
Estudiaremos a continuación la emergencia en el siglo VII de una nueva potencia fundamentada en
una nueva religión, el Islam, cuya consecuencia más importante va a ser, según GARCÍA DE
CORTÁZAR, el segundo reparto del Mediterráneo. El primer foco de este fenómeno es la Península
(“subcontinente”) Arábiga.

1. LA ARABIA PREISLÁMICA
El extensísimo terreno, de más de 3 millones de km² posee una increíble diversidad geográfica que
se manifiesta en grandes barreras climáticas, produciendo zonas que van desde la insalubridad
(OMÁN), a los grandes desiertos inhóspitos, a las zonas de oasis de paso de rutas comerciales (La
Meca o Yatrib), hasta la Arabia Felix que llamaban los romanos, muy fértil y ubicada en el SW y
correspondiente aproximadamente al actual Yemen. (Omán, Meca-Yatrib, Yemen)
La región geográfica de Arabia albergaba múltiples sociedades: los yemeníes, los núcleos de Petra y
Palmira en contacto con el mundo clásico y las ciudades comerciales dependientes de Persia o
Bizancio, donde habitaban los GASSANÍES o LAJMÍES. Aparte estaban los BEDUINOS, nómadas
habitantes de los bordes de los desiertos autoproclamados árabes originarios. En esta diversidad,
solos los núcleos comerciales y religiosos de La Meca o Yatrib suponían puntos de referencia
comunes.
Existía un nexo de carácter antropológico que unía a todos: la importancia del parentesco. En mayor
o menor medida, todas estas sociedades se subdividían en FAMILIAS EXTENSAS en torno a una
descendencia común PATRILINEAL, ya fuera real o ficticia. Así, el clan o la tribu fue la piedra
angular del mundo árabe preislámico, bajo un panorama geográfico y social hostil.
En cuanto a las creencias, estas no revestían las formas de una religión organizada. Se fundían
concepciones animistas (espíritus, Djinn), politeístas con tradiciones judías y cristianas arameas
(como el NESTORIANISMO), así como un gusto de otras comunidades por el ascetismo y el
eremitismo.
Sin embargo, el siglo VI trajo consigo avatares de descontento y crispación social, provocados por
la insuficiencia del precario status quo que existía en Arabia, los problemas tribales (ascenso de los
beduinos) y por las constantes injerencias del Imperio Bizantino y Sasánida, buscando el control de
las rutas comerciales y las salidas al Mediterráneo. Se empezó entonces a forjar la idea de que solo
la unidad traería la independencia y la soberanía, algo que el tribalismo y el politeísmo nunca pudo
garantizar.

2. MAHOMA E ISLAM DESDE EL PUNTO DE VISTA HISTÓRICO


Al Corán, que es la principal fuente de la vida de Mahoma, se le atribuye una gran veracidad
histórica por parte de los estudiosos occidentales. Esta parte que nos interesa es excelentemente
expuesta por MONTGOMERY WATT en Mahoma, Profeta y hombre de Estado, obra respetada
incluso por la comunidad de creyentes.
Se sabe que nace en el 570 en el seno del clan BANU HASHIM, rama colateral de los quraysíes
dominantes. A los 40 años recibe la revelación de Dios y comienza a tener los primeros choques con
los quraysíes, defensores del politeísmo y el precario orden tribal de La Meca. Las tensiones crecen
y en el 622, con sus seguidores, lleva a cabo la HÉGIRA (separación del tronco tribal, algo inaudito
y escandaloso en el mundo árabe de entonces) asentándose en Yatrib, que luego se llamaría
MEDINA.
La madurez de Mahoma está marcada por buscar el dominio sobre los mequíes y la imposición del
Islam por las armas. Medina consigue autonomía económica practicando razzias contra las
caravanas de mercaderes, y los enfrentamientos militares con La Meca se se producen en la
BATALLA DE BADR. La hegemonía sobre los mequíes se consolida en la BATALLA DEL FOSO
y en el interior de Medina, expulsa a los judíos aliados de La Meca y ejecuta a los cabecillas.
En el 630 entra en La Meca sin resistencia y consagra el santuario de la Kaba al Islam. Muere dos
años después, habiendo creado un nuevo orden en el había sometido a las tribus de la fachada
suroccidental de la Península.

Según R. MANTRAN, lo genuino de la revelación de Mahoma es que comporta aspectos sociales y


políticos, que configuran una comunidad de creyentes unida, teóricamente, en lo espiritual y lo
político: la UMMA. El Corán, redactado para ser recitado exclusivamente en árabe, es canonizado
por el califa UTMAN en el siglo VII. El Corán, que tiene naturaleza de revelación, es
complementado por la SUNNA (hadices), que vienen a ser comentarios e interpretaciones atribuidas
a los mensajeros humanos de Dios, es decir, Mahoma y sus íntimos colaboradores. Ambos
configuran la SHARIA, ley básica de la comunidad islámica. Precisamente una de las diferencias
entre chiitas y sunnitas es la consideración de distintos hadices canónicos.
Es entonces un pacto de naturaleza religiosa pero de consecuencias políticas, sin el cual no podemos
entender la expansión territorial e imperial de los primeros califatos.

3. LOS CALIFAS RASHIDUN


El precario orden puesto por el Profeta no duraría mucho tiempo. La élite de esta recién creada
UMMA buscó acrecentar el poder de los estamentos urbanos de La Meca y Medina, en detrimento
de otras tribus y de los beduinos. Por ello, al morir Mahoma, la improvisación fue la tónica
dominante en la cuestión sucesoria. Comienza así el periodo de los cuatro califas Rashidun (632-
661), conocidos como los “bien guiados”, dado que conocieron personalmente al Profeta. Estos
fueron ABU BAKR, UMAR, UTMÁN Y ALÍ.
El breve califato de dos años de ABU BAKR estuvo marcado por los dos grandes problemas que
evidenciaban el precario orden instaurado por Mahoma. El primero, la proliferación de profetas
radicales que dijeron ser continuadores de Mahoma, a los que el califato tuvo que reprimir. Y aún
más grave la revuelta de los beduinos que, descontentos con el nuevo orden, decidieron dar por
finalizado su trato con el Profeta y sublevarse.
Tras su muerte, nombra a UMAR para que le suceda. Este reinado está marcado por una de las
expansiones territoriales de toda la Historia: conquistó la totalidad de la Península Arábiga, las
Marcas Sirias de Bizancio, Egipto y Persia; desde Cirenaica al Mar Caspio. La historiografía ha
dado muchas explicaciones para esta expansión espectacular: por supuesto, el fervor religioso de
los nuevos creyentes y también el desastroso estado de las potencias colindantes. Pero otros
aspectos menos evidentes son el económico y el social: tengamos en cuenta que la capacidad
productiva de la Península Arábiga respecto a la cuenca mediterránea, por ejemplo, es ínfima; por
lo que los árabes se ven obligados a la expansión y la conquista para competir en el tablero
geopolítico de su época. Por otro lado, la política imperialista puede leerse como una hábil
maniobra de UMAR para atraerse a su causa a las ingobernables tribus árabes para con las que la
religión no bastaba.

3.1. Primera Gran Fitna


De ninguna manera puede decirse que este califato ortodoxo se caracterizara por la estabilidad. Con
el asesinato de Umar en el 644, dos tendencias opuestas encabezadas por sendos yernos del Profeta,
UTMÁN y ALÍ, denominadas imperialista y mística respectivamente. Utmán es nombrado califa, y
con el cese de la fiebre conquistadora, se empieza a hacer evidente su nepotismo, por lo que es
asesinado. Al sucederle ALÍ, de una corriente más fanática y austera del Islam, el gobernador de
Siria MOAWIYA, pariente de Utmán, le declara la guerra y Alí se ve obligado a aceptar un arbitraje
que dividiría a los musulmanes.
Solo por aceptar el arbitraje, un grupo de seguidores de Alí lo abandonan y fundan la rama JARIYÍ
del Islam. Los seguidores de Moawiya son los SUNNITAS, partidarios de la ortodoxia califal, y los
CHIITAS, partidarios de Alí, defienden el imanato y la soberanía del pueblo. Existen muchas más
diferencias doctrinales y de credo, pero básicamente así es como el Islam queda dividido en tres
ramas hostiles.

4. LA DINASTÍA DE LOS OMEYAS (661-750)


Finalmente MOAWIYA se impone sobre Alí, lo asesina y establece el cargo de califa hereditario, y
además convierte al califato en una auténtica estructura imperial, fijando la capital en DAMASCO.
Este imperio queda dividido en provincias administradas por gobernadores, en un marco flexible
pero unitario, y marcado en un principio por la tolerancia con las costumbres y las élites locales.
El imperio gozó de cierta aceptación en tierras conquistadas por favorecer los intereses económicos
de las élites locales, ya que el principal interés era el de controlar las rutas de comercio con India y
Asia Central. Los omeyas trataron de expandirse hacia occidente, llegando hasta las mismas puertas
de CONSTANTINOPLA, donde fueron repelidos por la artillería y el fuego griego. Conquistaron
todo el norte de África, y en el 711 el general bereber Tarik y Musa Ibn Nussair someten a la
debilitada monarquía visigoda, pero en el 732 son frenados por Carlos Martel en Poitiers. Aún con
la máxima extensión alcanzada, su proyecto occidental fracasa y desplazan el eje del Islam hacia
Asia, expandiéndose hacia el Indo y Asia Central, presa fácil por su fraccionamiento feudal.

En cualquier caso, se acepta que este imperio mejoró y estimuló la economía de las zonas
conquistadas. Con una nueva lengua oficial, el árabe, y un sistema monetario deudor directo de
Bizancio y Persia, bimetalista y duodecimal (12 dirham de plata = 1 dinar de oro), se crearon rutas
como las de la seda y el oro (reinos subsaharianos). La ciudad era el centro de la vida
administrativa, donde las actividades como el comercio y la artesanía estaban altamente reguladas y
fiscalizadas. Pero por otro lado, la base de la economía era la agricultura, y los propietarios
latifundistas se integraron muy bien con los árabes, por lo que la situación del campesinado no
cambió.

El principal factor de decadencia del califato omeya fue su claro favoritismo hacia los árabes, lo
cual se evidenció después de las conversiones en masa al Islam es las zonas conquistadas. Lo que en
un principio era una tolerancia tanto a las creencias como a las instituciones locales, se transformó
en una relación de subordinación cuando estos se convirtieron al Islam. Así, los conversos se
transformaban en MAWALI (clientes), con una situación social y fiscal distinta de la de los árabes.
Las reivindicaciones de igualdad adquirieron verdadera fuerza en Egipto y en Irán, zonas donde
existía de antemano una fuerte tradición nacional.
La cuestión religiosa de la Primera Fitna fue además reavivada, con reivindicaciones de mayor
rigorismo por parte de los jariyíes y los chiítas. Este clima de descontento fue recogido por un
descendiente de ABBAS, tío de Mahoma, (MUHAMMAD IBN ALÍ) que derroca a los omeyas en
el 750 mediante una revuelta.

5. EL CALIFATO ABBASÍ (750-861)

La revuelta anti-omeya y anti-árabe en esencia fue protagonizada por las MAWALI y apoyada por
los chiitas y los jariyíes. La revuelta comenzó en el JURASÁN y se extendió hacia otras áreas
desafectas, por lo que el califa omeya se vio obligado a trasladarse a la región de Mesopotamia para
sofocar a los rebeldes. El último estertor omeya se produjo en la BATALLA DEL GRAN ZAB, en
Irak. Paradójicamente, el primer abbasí y sus descendientes eran árabes, del clan BANU HASHIM,
su principal baza para legitimarse en el poder.
El establecimiento en el poder de AL-MANSUR significó una reestructuración territorial del
imperio y una cruenta represión contra los adversarios y los descendientes de los omeyas. En los 20
años de su reinado, tiene que hacer frente además a la rebeldía de chiitas y jariyíes, que consiguen
hacerse fuertes e independizarse en el norte de África. ABD-AL RAMÁN, superviviente de las
purgas contra los omeyas, funda el EMIRATO independiente en España. Así, el imperio abbasí se
orientaliza aún más y traslada su capital a BAGDAG, ciudad fundada por Al-Mansur.

El califato abbasí, estrictamente un IMANATO, tuvo una idiosincrasia propia, aumentando la


influencia bizantina y persa en detrimento de la árabe. El califa aumentó su carácter sagrado y no
mantenía relación directa con los súbditos; podía ser depuesto en caso de indecencia, pero en la
práctica su poder era absoluto. Relegaba la gobernanza en la figura del VISIR. La élite
administrativa y palaciega se trasladó hacia el grupo de los KUTTAB, funcionarios de origen iranio-
iraquí, en detrimento de los clanes árabes.
Se acentuó el centralismo y se produjo un mayor control sobre la vida cotidiana, llegando a
instaurar una suerte de policía religiosa y un funcionario, el ALMOTACÉN, que vigilaba los
espacios públicos como el mercado. Este centralismo y este “totalitarismo” provocaría a la larga la
desafección y los nacionalismos periféricos en tiempos de crisis.
La estratificación social también se reestructuró. Tomaron importancia los MAWALI, que
alcanzaron la igualdad jurídica respecto a los árabes, aunque en la práctica seguían estando
subordinados ya que las oligarquías árabes eran muy difíciles de deponer. Pero esta igualdad
jurídica fue un incentivo para las conversiones en masa, algo que alcanzó niveles nunca vistos en el
imperio sin que las autoridades intervinieran directamente.
Los DIMNI (cristianos, judíos, zoroastrianos) gozaron de tolerancia y aceptación, siempre que
pagasen el impuesto especial que les correspondía. La mayor parte constituían la masa de
trabajadores del campo y pequeños propietarios, algo que mejoró su situación ya que el agro fue
muy mimado en la época de los abbasíes. Aunque no pocos desempeñaron cargos administrativos y
profesiones liberales.
A finales del siglo VIII y principios del IX se da lo que se ha llamado “Edad de Oro del Islam”, una
época de esplendor cultural correlativa al gobierno de HARUM AL-RASHID, personaje de las Mil
y una Noches. Las ciencias, las letras, el derecho, etc, alcanzaron un desarrollo nunca visto en el
mundo islámico, en parte gracias a los avances económicos.

5.1. El esplendor urbano y económico


Aunque la actividad que generaba más beneficios era siempre el comercio, los administradores
sabían que el campo era la base de la economía, por lo que se esforzaron en potenciar ese aspecto.
Introdujeron técnicas de regadío y nuevos cultivos en zonas donde eran prácticamente
desconocidos, por lo que la productividad del campo aumentó en todo el imperio, teniendo
consecuencias en el nivel de vida de la población.
Por otro lado, la mayor cantidad de oro de las explotaciones de Sudán y el valle del Nilo hicieron
que este sustituyera a la plata en el pago, fijando así el PATRÓN ORO, válido tanto para los
intercambios comerciales como para las arcas estatales. El estado abbasí tenía atribuciones
gigantescas, por lo que sus ingresos fueron enormes: conquistas, aduanas, expropiaciones,
impuestos directos e impuestos indirectos. Controlaba además las actividades industriales,
imponiendo la ESPECIALIZACIÓN POR REGIONES para mayor rédito de la administración
central.
Pero paradójicamente, el mercado fue una actividad que no regularon y dejaron en manos de la
iniciativa privada, sabiendo de su dinamismo intrínseco. Gracias a esto se desarrollaron por primera
vez en la historia los INSTRUMENTOS DE PAGO como los cheques, y el dinamismo mercantil
alcanzó tales cotas que compensaba la falta de dinamismo de las numerosas empresas estatales.
Puede decirse que se produjo un pacto viable entre un estado colosal y la iniciativa privada, una
rara avis en la Historia económica universal.

5.2. Disgregación del imperio abbasí


Pero la segunda mitad del siglo IX trae problemas políticos resultado del precario equilibrio
palaciego y de los frecuentes problemas sucesorios. La institución del califato cae en desprestigio, y
esto se manifiesta en revueltas periféricas y en descarnadas luchas internas. Por esto mismo, los
últimos califas abbasíes contratan a mercenarios bereberes y sobre todo turcos, ya que ni el mismo
ejército les mostraba fidelidad.
Las principales revueltas se dan en Oriente, donde hay importantes rebeliones de esclavos y de
minorías periféricas, sobre todo en las zonas mal islamizadas como el JURASÁN y el SISTÁN.
Ante el caos, vuelven a la palestra las antiguas rencillas tribales entre los árabes.
El califato, ya completamente desprestigiado y controlado por la GUARDIA TURCA, hace subir al
poder a AL-MUTAWAKKIL, último califa abbasí, que es controlado por los intereses de potencias
extranjeras. El derrumbe es total y el imperio musulmán se disgrega, acabando por controlar solo el
extremo oriental a duras penas. Surgen nuevos califatos: el de Córdoba, el fatimí de Egipto y las
tres dinastías bereberes del norte de África. Del siglo XI-XIII, las ruinas del imperio abbasí van a
ser controladas por los chiitas BUYÍES, que conservan al califa solo a título nominal.

6. FIN DE LA HEGEMONÍA ISLÁMICA GLOBAL

6.1. Siglos XI-XIII


Recogeremos en este punto los principales acontecimientos que tocan al Islam del siglo XI al XV,
hasta la simbólica fecha de la toma de Constantinopla en 1453. La época que abre el siglo XI está
marcada por las CRUZADAS, resultado de la disgregación del Islam y la recuperación del ámbito
cristiano en occidente.
Turcos SELYUQÍES, originarios del centro septentrional de Eurasia, se islamizan en el siglo X y a
partir del siglo XI son la principal fuerza de presión a las puertas de Europa, llegando a vencer al
emperador bizantino DIÓGENES y estableciendo el SULTANATO DEL RÜM (“romano”, en
lengua túrquica) que, aunque pronto sería conquistado por los mongoles, sería el antecedente del
imperio otomano. La dinámica de las Cruzadas y el ascenso de los selyuqíes es el principal
responsable de la desaparición del Egipto fatimí, que es ocupado por SALADINO a finales del siglo
XII.
Respecto al norte de África, este consigue acumular fuerzas y se establece el IMPERIO
ALMORÁVIDE, que en los siglos XI y XII toman además el relevo de Al-Andalus. Su decadencia
es aprovechada por los ALMOHADES, secta integrista de guerreros bereberes que los sustituyen en
el dominio del imperio norafricano e ibérico. Pero esto es correlativo al avance de la cristiandad
occidental, por lo que el Papa INOCENCIO III promueve la Cruzada en Al-Andalus y son
aniquilados en el 1212 en las Navas de Tolosa, significando el fin del dominio almohade en la
Península Ibérica.

6.2. Siglos XIII-XV


Estos siglos están marcados por el dominio de otras etnias en el ámbito islámico, por lo que el
sustrato original árabe-islámico queda desplazado. Solo en el Egipto de los mamelucos se refugian
los restos de la familia abbasí y mantienen el título de califa de forma honorífica. Así, los
principales pueblos que se islamizan y establecen su dominio son los TÚRQUICOS y los
MAMELUCOS. Por mamelucos entendemos aquellos esclavos de origen generalmente caucásico
que ascienden en la jerarquía militar, llegando a conseguir un estatus superior al de los ciudadanos
comunes.
Los mamelucos crean un estado en Egipto y son los principales responsables de alejar a los
mongoles del ámbito islámico, por lo que estos no pasarán en el siglo XIII de la línea del
EÚFRATES. Se anexionan el área del MAR ROJO y pervivirán hasta el siglo XVI, ya que serán
conquistados por los otomanos.
Por su parte, los OTOMANOS llegan en el XIII a Anatolia desplazados por los mongoles. Se
instalan sobre las ruinas del sultanato del Rüm y durante la baja Edad Media van a expandirse por
Asia Menor, los Balcanes y Oriente Próximo, hasta que MAHOMET II toma Constantinopla en
1453, para muchos fecha que marca el fin de la Edad Media. La máxima extensión de dicho imperio
se produce en tiempos del célebre SOLIMÁN EL MAGNÍFICO.

CONCLUSIÓN
Hemos realizado un breve repaso del nacimiento y expansión del Islam, hechos históricos que dan
pie a la realidad del mundo de hoy, donde más de 1800 millones de personas procesan dicha
religión y se sienten en mayor o menor medida en conexión con su patrimonio histórico. Asistimos
en la actualidad a un triunfo indiscutible de la ortodoxia sunnita, dominando el chiismo en Irak, Irán
y Azerbayán. El jariyismo únicamente predomina en Omán. Hay que decir, sin embargo, que de
cerca el mundo islámico es más complejo, siendo por sí mismo heterogéneo en cuanto a corrientes,
escuelas y sectas. De todos los creyentes solo un 20% es étnicamente árabe, y el país con mayor
proporción de población musulmana es Indonesia.
El legado de los musulmanes en el patrimonio cultural de la humanidad no es un asunto baladí.
Puede decirse que durante la plena Edad Media fueron los principales legados de la cultura clásica y
los máximos exponentes en cuanto a cultura, ciencia y tecnología. Puede decirse, incluso, que el
Renacimiento no hubiera sido posible de no ser por la enorme labor de difusión y recopilación que
hicieron los estudiosos orientales.

También podría gustarte