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La aparición y expansión del Islam a lo largo del Próximo Oriente y del Norte de
África es un hecho fundamental, no solo en la historia del Mediterráneo, sino en la
historia de la Humanidad, puesto que supuso la aparición de una nueva religión
universal y de una nueva civilización, la árabe-islámica, con unos caracteres propios y
muy definidos que desde entonces ha jugado un importantísimo papel en la historia del
mundo.
Durante los siglos VII y VIII, la Historia del Islam puede ser dividida en tres
grandes períodos:
La Arabia preislámica
La Arabia preislámica de principios del siglo VII estaba dividida en tres
regiones:
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productos de lujo, tales como los perfumes, el incienso y la mirra. En esta región
surgieron distintos reinos sedentarios, el más famoso fue el conocido Reino de
Saba. Ya en el siglo VII la zona más pujante era el reino del Himyar, habitada
por los llamados árabes yemeníes o meridionales.
- La zona centro y norte de la península arábica, era conocida como la Arabia
Deserta. Se caracterizaba por la existencia de algunos asentamientos
permanentes, establecidos en los grandes oasis (como el de Al-Yamama). Pero la
norma general era que los habitantes de esta región fuesen tribus nómadas y
seminómadas que han sido tradicionalmente conocidos por el nombre de
Beduinos. Estas tribus nómadas vivían del pastoreo de rebaños de camellos y
ovejas; tenían una organización social tribal-clánica, basada en vínculos
familiares que daban lugar a los clanes, grupo de parientes descendientes de un
antepasado común del que la tribu tomaba su nombre (Banu Tamim: hijos de
Tamim; al-Tamimí: el tamimés, nisba usada como último elemento del nombre).
Aunque obedecían a la autoridad de un jeque o jefe de tribu, eran pueblos muy
inestables y belicosos, por lo que esta región destacaba por su inestabilidad
política.
- Por último, en la costa del mar Rojo, en la zona occidental destaca la región del
Hiyaz. El clima permitía el establecimiento de pueblos sedentarios y allí
surgieron los principales núcleos urbanos (Taif, Yatrib o Medina, La Meca)
como estaciones comerciales situadas en las rutas caravaneras comerciales.
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Entre las zonas de la península Arábiga existían grandes diferencias económicas
y sociales. Mientras el norte y centro nómada (beduinos saqueadores), el sur era
agrícola y sedentario (agricultores y artesanos).
La vida y los hechos de Mahoma (570-632) han sido estudiados repetidas veces
durante los últimos años, destacando las dos monografías del arabista británico
Montgomery Watt, resumidas en español en un único libro, Mahoma, Profeta y hombre
de Estado. Su vida aparece claramente dividida en dos partes: El periodo de La Meca, y
el periodo de Medina.
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Nacido hacia el año 570 en el seno del clan de Banu Hashim, importante familia
comercial de La Meca, durante los primeros años de su vida participó activamente en el
comercio caravanero. Hacia el año 600 contrajo matrimonio con Khadija, una rica viuda
propietaria de caravanas cuarenta años mayor que él, destinada a jugar un importante
papel en su vida como madre de Fátima (hija primogénita del Profeta).
En el año 610 se dio La Revelación, dando a conocer los primeros suras 1 del
Corán, que tienen un marcado carácter religioso, insistiendo en la idea de Allah como
único Dios. Esto le granjeó la enemistad del poderoso clan Omeya, gobernante de La
Meca, cuyos miembros veían en su doctrina un evidente peligro la ciudad pues una de
las ventajas era el politeísmo, encarnado en la figura del Haram, lo cual era muy
beneficioso para la ciudad y sus gobernantes.
Al principio solo habló de estas revelaciones a las personas más allegadas. Pero
más adelante comenzó a predicar en la ciudad la creencia en un único Dios, en la
resurrección de los muertos y en la paz eterna. Estas prácticas corrían el peligro de
arruinar las grandes peregrinaciones, por ello se opusieron a él los ricos mercaderes.
Estas nuevas ideas calan primero entre los más jóvenes y desfavorecidos, en lo que
algunos piensan que fue el inicio de un movimiento social. Así, Mahoma envía un
grupo de sus seguidores a Abisinia.
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Cada uno de los 144 capítulos en los que se divide el Corán.
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nómadas beduinos, unidos a la naciente comunidad islámica mediante alianzas. Cuando
Mahoma falleció, en el año 632, había conseguido conquistar Taif y La Meca, y unificar
políticamente el Hiyaz bajo dominio islámico.
Por el contrario, las más extensas, que suelen estar situadas al inicio del texto,
son más tardías, fueron dictadas por Mahoma durante la estancia en Medina y tienen un
carácter más sociopolítico, relativas a las normas de convivencia de los miembros de la
Umma y a la organización de la comunidad islámica. Las normas de convivencia
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supusieron, en la mayoría de los casos, elevar a la condición de dogma, de voluntad de
Allah, las costumbres practicadas por los árabes preislámicos.
Estas tres bases tuvieron una importancia capital al determinar la unidad futura
de la Península Arábiga (más adelante, de todo el mundo islámico medieval) y conferir
a la autoridad del Califa un carácter, no solo temporal, sino espiritual, de forma de que
el gobierno de los asuntos de carácter político permanecerá siempre vinculado al de los
asuntos de carácter religioso en el Islam medieval.
La muerte de Mahoma en el año 632 dio paso al período conocido como Califato
Ortodoxo o Rashidun (632-660), así llamado porque durante el mismo los califas que
gobernaron lo hicieron con el acuerdo de toda la comunidad islámica. En esos años se
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situaron al frente del gobierno los cuatro primeros califas o sucesores de Mahoma: Abu
Bakr, Omar, Utmán y Alí. Entre esa fecha (632) y el fin de la dinastía Omeya (750) la
evolución del estado islámica estuvo marcada por tres grandes temas:
El primer califa, Abu Bakr, había sido amigo íntimo del Profeta, compañero desde los
primeros tiempos de La Meca y el primer árabe convertido al Islam fuera de la propia
familia de Mahoma. Su relación con el Profeta y sus cualidades morales (los califas
debían suceder a Mahoma en el ejercicio de su autoridad política, pero también en el del
liderazgo religioso y espiritual, de ahí la importancia de nombrar a personas con una Fe
y una moral reconocidas) le convirtieron en el sucesor del Profeta. En sus dos años de
gobierno (632-634) el Estado islámico dominó todo el territorio de la Península
Arábiga.
El segundo Califa, Omar (634-647), fijó la capital del estado islámico en Medina,
asumió el poder político religioso que en adelante va a caracterizar la actuación de los
califas y fue el gran protagonista de la primera gran expansión del Islam al conquistar
los territorios de Siria y Egipto y otras plazas fuertes al Imperio Bizantino, y de
Mesopotamia a la Persia sasánida.
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serie de gobernadores provinciales (emires) pertenecientes a la élite árabe afín al clan
Omeya. De ahí que su califato supusiera un reforzamiento para el ya extenso poder de
los Omeyas y pusiera las bases de su definitivo acceso al Califato.
Este fue el origen de la primera gran división interna en el mundo islámico y del
nacimiento de las dos principales corrientes político-religiosas del islam: los Chiies
(chiíes, corriente de la Shí'a), que reclamaban el derecho a la sucesión de Alí (asesinado
en el 661) y de sus descendientes (Hasan y Huseyn); y los sunníes u ortodoxos, que
aceptaron el arbitraje y su resultado y se convirtieron en los partidarios de los Omeyas y
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en el partido "oficial" en el poder. Ambos partidos existieron durante toda la Edad
Media y, aun en nuestros días, dividen práctica política y religiosa del mundo islámico.
Califato Omeya
Su nieto Abd al-Malik, que reinó entre los años 685 y 705, procedió a arabizar la
administración, imponiendo el uso de la lengua árabe en los documentos y escritos y
realizando las primeras acuñaciones de monedas árabes. Estableció también una nueva
división provincial, mediante la creación de cinco grandes regiones (Iraq con capital en
Kufa, Arabia en Medina, Siria en Mosul, Egipto en Fustat y Norte de África en Cairuán)
al frente de cada una de las cuales colocó un emir.
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Entre los años 634 y 750, mientras los califas ortodoxos y Omeyas ocupaban el
poder, el estado islámico árabe se extendió por todo el Próximo Oriente y el Norte de
África en uno de los movimientos de conquista más rápidos y vigorosos de la Historia
de la Humanidad. Dicho movimiento tuvo tres fases principales:
- Primer periodo, 634 – 656: es decir, durante el mandato de los cuatro primeros
califas, los musulmanes conquistan Siria (634-637), Egipto (639-646) e Irán
occidental a Persia (634-642). Después el Norte de África bizantino Túnez (642-
650)
Causas de la Expansión
Es difícil establecer cuáles fueron las razones que impulsaron la expansión más
allá de la Península Arábiga, es decir, a emprender todas esas guerras de conquista.
Estaba, sin duda, el deseo de extender la nueva Fe (; también, quizá, el deseo de
asegurar las rutas de comercio mediante el control de los puertos sirios; y quizá también
el de consolidar el estado musulmán dominando la amenaza exterior que representaban
las tribus nómadas fronterizas de Siria e Iraq.
En todo caso, los autores que se han ocupado del tema se han preguntado con
frecuencia si esa expansión había estado o no en la mente de Mahoma, es decir, si fue
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algo previsto por el Profeta (lo que parece indicar el envío de una expedición a Siria en
el último año de su vida) o si la expansión fue emprendida por los primeros califas sin
seguir un plan preconcebido. Y si dicha expansión se habría producido con Islam o sin
él, es decir, hasta qué punto fue la nueva religión la que posibilitó las conquistas o éstas
fueron sólo el resultado de una necesidad de expansión por parte del pueblo árabe. La
respuesta a esta segunda cuestión parece clara: solo el Islam permitió la cohesión
necesaria a las tribus árabes para llevar a cabo las conquistas.
Tan difícil como establecer claramente cuáles fueron las motivaciones que
empujaron a los árabes fuera de su Península, resulta explicar el éxito y la rapidez con
que las conquistas se llevaron a cabo. Los argumentos tradicionalmente empleados
inciden en la aparición de un poder militar superior, determinado por la existencia de un
ejército dotado de brillantes generales, una buena organización interna, el uso del
caballo y del camello como principales medios técnicos de combate, el empuje que la
nueva Fe habría otorgado a los combatientes y el empleo de las energías y capacidad
bélica de las combativas y bien entrenadas tribus beduinas en un plan organizado.
Pero sigue sin verse demasiado claro cómo pequeños ejércitos de árabes
lograron derrotar con tan aparente facilidad a tropas bizantinas y sasánidas muy
superiores en número y respaldadas por Estados de mayor tradición. Y esas victorias no
solamente se obtuvieron en escaramuzas o pequeños combates, sino sobre todo en las
grandes batallas para la conquista de Siria (Ajnadayn, Yarmuk) y Persia (Qadisiya,
Nehavend).
Consecuencias de la Expansión
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como Siria y Egipto, ligadas desde época de Alejandro al mundo helenístico y
depositarias de la tradición cultural de la Antigüedad (Antioquía, Alejandría, Jerusalén),
se integraron a partir de entonces al mundo islámico; la aparición de los musulmanes en
la orilla meridional del Mediterráneo cambió las condiciones económicas de la
Antigüedad, rompiendo la unidad cultural de ese Mar, dificultando los contactos
comerciales Asia Europa y dando paso en definitiva a una nueva época (tesis de
Pirenne); y, sobre todo, se creó una civilización original, de caracteres bien distintos a
los de Europa Occidental y el Mundo bizantino –ambos cristianos— que marcó el
desarrollo histórico de la Edad Media y del mundo actual.
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