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TEMA 5: LA ACCIÓN HUMANA SOBRE EL MEDIO.

PROBLEMÁTICA ACTUAL
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
1. EL HOMBRE Y EL MEDIO EN LA GEOGRAFÍA
2. ÁMBITOS DE RELACIÓN
3. EL MEDIO AMBIENTE Y SU DEGRADACIÓN
3.1. Biosfera
3.2. Atmósfera
3.3. Hidrosfera
3.4. Ciudad y medio ambiente
4. PROBLEMÁTICA ACTUAL
4.1. Cambio climático antropogénico
4.2. Acciones gubernamentales
4.3. Posturas ante el medio ambiente
CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA

- Bielza de Ori: Geografía General vol. II.


- P. Georges: Diccionario Akal de Geografía.
- Cuerda Quintana: Atlas de ecología.
- 6º Informe del IPCC.

INTRODUCCIÓN

La relación entre el hombre y el medio ambiente ha sido una cuestión ampliamente estudiada por
disciplinas como la geografía, la antropología o la etnología. En la presente exposición nos
centraremos en la relación del ser humano con el medio ambiente en el contexto de la sociedad
(pos)industrial contemporánea, lo que lleva aparejado unos problemas específicos tanto
conceptuales como prácticos.

1. EL HOMBRE Y EL MEDIO EN LA GEOGRAFÍA

La relación del hombre con el medio ha sido un tema nuclear en la geografía desde sus orígenes.
Las primeras posturas de raigambre evolucionista (tanto el positivismo de la escuela de Ratzel como
el evolucionismo cooperativista de Réclus y Kropotkin) acusaban un determinismo geográfico que
en la actualidad está descartado.
El paradigma de finales del XIX que mejor resistió el paso del tiempo es el regionalismo o
posibilismo de la escuela de Vidal de la Blache. Puso en el centro la libre iniciativa humana como
una especie de puente entre la “naturaleza” y lo cultural, conceptualizando así la noción de espacio
geográfico.
Puede decirse que a partir de la geografía regional francesa, las relaciones entre el hombre y el
medio se estudian desde un punto de vista generalmente posibilista. El enfoque ha sido desarrollado
por la geografía radical, la de la percepción o la humanista, entre otras.
Para la óptica que nos interesa, destacamos la GEOGRAFÍA AMBIENTAL o ecológica, que recoge
las aportaciones de las CIENCIAS DE LA TIERRA y la FÍSICA para ofrecer una explicación lo
más integradora posible de la relación del hombre con el medio y del impacto provocado por esas
relaciones.
2. ÁMBITOS DE RELACIÓN

Los principales ámbitos de relación del hombre con el medio ambiente son el clima, la vegetación y
la fauna, el suelo y más ampliamente el ecosistema. Desde la “revolución” neolítica el hombre ha
contado con la capacidad de constituir microclimas (irrigación, coberturas, barreras eólicas y
solares, etc) y modificar ecosistemas enteros mediante la cría y selección de especies animales y
vegetales. Siempre atendiendo a unos condicionantes climáticos y edáficos de partida que limitaban
las posibilidades de las comunidades humanas.

La base material de esta relación es el ecosistema. Según Lacoste un ecosistema es una


organización compleja estructurada por una biocenosis que comparte las mismas condiciones de
vida. El principio funcional de un ecosistema es la luz solar interceptada por la fotosíntesis y
administrada por el resto de organismos asegurando en última instancia la pervivencia del mismo.
Los ecosistemas no han de ser supuestos como un estado de equilibrio perpetuo sino que por el
contrario se degradan o alcanzan su clímax periódicamente, por lo que el ser humano ha
aprovechado siempre su plasticidad.
Según el ecólogo canadiense DANSEREÁU, el medio geográfico solo es “natural” cuando los
ecosistemas de origen holocénico desempeñan un papel principal. Desde que el hombre llega a una
fase agroindustrial, el medio natural deja de considerarse como tal. Por lo tanto, es más correcto
referirse al medio ambiente en calidad de espacio geográfico que como espacio natural
estrictamente hablando.
Por lo tanto en el contexto contemporáneo el medio geográfico se cosifica y se gestiona de la forma
más racionalizada y cuantificable que sea posible, llegando este a unos extremos de alienación en
los que el paisaje degradado y contaminado puede poner en peligro la existencia de los humanos.
No por ello se ha de concluir en que las sociedades preindustriales no degradaban los ecosistemas
(caza, pastoreo, tala y quema, fiebre roturadora, etc). Pero sí que es insólito que una sociedad global
tenga por sistema usar recursos naturales a mayor velocidad de lo que se regeneran.
Algunos autores desarrollistas sugieren que este nuevo estado de cosas debe considerarse un
ecosistema tan natural como cualquier otro, pero la cuestión está bajo discusión.

3. LA DEGRADACIÓN DEL MEDIO AMBIENTE

Como hemos mencionado, es legítimo hablar de las relaciones ambientales en términos de


degradación dadas las circunstancias actuales. La degradación se expresa sobre todo en el ámbito de
la biosfera. En términos generales puede decirse que a cambio de un indiscutible acrecentamiento
de los recursos y diversificación de especies, se ha sacrificado la biocenosis y la biodiversidad que
otrora jugaría un papel preponderante.

3.1. Biosfera

La introducción antrópica de diversas especies animales y vegetales con la consiguiente alteración


de los ecosistemas locales ha sido una constante a lo largo de la historia. Sin embargo, en el último
siglo la tendencia se ha acelerado, ha crecido en dimensión y se ha llegado incluso a exterminar
especies consideradas perjudiciales. Los efectos más sensibles se han notado en la alteración de la
cadena trófica, donde la desaparición de depredadores naturales ha llevado al crecimiento
vermicular de otras especies que han de ser controladas artificialmente mediante la caza por
ejemplo.
Si bien la ganadería tradicional tiende a modificar el ecosistema de manera más armónica y gradual,
un número excesivo de cabezas de ganado deja tras de sí un medio degradado de difícil
recuperación al dejar el suelo más expuesto a la erosión. A esto hay que sumar la tala y quema
indiscriminada practicada por los ganaderos en épocas de crecimiento para la plantación de
gramíneas entre otros fines.
El mayor desafío es la regeneración del suelo. La pérdida de cobertera vegetal implica fases
regresivas en la edafogénesis. En la gestión forestal, cuando se sustituye una especie dominante por
otra (pino carrasco por encina, por ejemplo) cambian los caracteres químicos del suelo, y por tanto
la formación de humus y la tasa de descomposición orgánica, además de la modificación del
sistema radicular que contribuye al lavado de suelos.

3.2. Atmósfera

No existe el “aire puro”, sino que este siempre lleva partículas en suspensión, hasta el punto de que
estas forman núcleos de condensación para la formación de nubes. Decimos que el aire está
contaminado cuando las partículas presentan potenciales riesgos para la salud y el ecosistema, sobre
todo cuando son de origen antrópico (combustión de basuras, vehículos, plaguicidas, calefacciones,
etc). En general las zonas deprimidas son más sensibles a la contaminación que las altas debido a la
densidad de las partículas contaminantes.
Los efectos meteorológicos de la contaminación atmosférica son el smog, la lluvia ácida, la
destrucción del ozono en altura por la acción de los CFC (con la consiguiente concentración de O3
en las capas bajas) y el efecto invernadero por las altas concentraciones de CO2 en la atmósfera.

3.4. Hidrosfera

En general existiendo estaciones depuradoras y redes de alcantarillado el riesgo para las aguas
continentales es mínimo. El problema es cuando se carece de estas (problema bastante frecuente
incluso en el mundo desarrollado) y cuando se vierten cantidades masivas de deshechos industriales
y agrícolas de origen sintético o cuando estos se infiltran en las corrientes subterráneas,
envenenando paulatinamente el agua de los ríos. El exceso de materia orgánica en descomposición
también da lugar a nitritos que conllevan graves riesgos para la salud animal y humana.
Quizá el problema más grande para las aguas continentales sean los vertidos industriales y urbanos,
que en algunas zonas del planeta han acabado por convertir ríos en cloacas inertes y pestilentes.
El mismo problema se da en el mar, sobre todo en las aguas costeras. El verter aguas residuales
industriales y urbanas crea paulatinamente una capa de aceite sobre el mar que hace imposible la
fotosíntesis del fitoplancton, además de infiltrar agentes químicos extraños en la cadena trófica
marina que repercuten sobre el consumo humano.
Otros problemas de contaminación de la hidrosfera son los vertidos térmicos de las centrales
eléctricas y los plásticos. En especial los microplásticos (< 5mm), cuya problemática trasciende este
mismo punto. Y la acidificación del océano por los crecientes niveles de CO2 en la atmósfera.

3.4. La ciudad y el medio ambiente

Los medios urbanos si bien presentan indiscutibles ventajas vitales llevan aparejados problemas
ambientales difíciles de obviar.
La demanda de agua corriente se ha triplicado desde comienzos del siglo XX, lo que ha provocado
el descenso de los mantos acuíferos y la necesidad de buscar fuentes más lejanas y costosas. El
pavimento y la desaparición de llanuras de inundación conlleva la pérdida de aguas superficiales
por falta de infiltración y aumento de evaporación. Además del ya mencionado problema de las
aguas residuales.
Por otro lado, señalar el gran impacto paisajístico causado por las ciudades, que modifican abanicos
fluviales, naturaleza de los suelos, frentes marítimos o corrimientos de tierras. Una planificación
urbanística que no tenga en cuenta las circunstancias ambientales hace a la ciudad menos resiliente
ante catástrofes naturales periódicas.
4. PROBLEMÁTICA ACTUAL

Los problemas ambientales mencionados anteriormente han sido desde 1970 hasta 2020
parcialmente mitigados en el mundo desarrollado gracias a la legislación ambiental. La tendencia es
positiva, sin que esto signifique que el problema no persista.
La problemática actual más discutida es el cambio climático antropogénico, tanto por los líderes
mundiales como por los grupos ambientalistas.

4.1. El cambio climático antropogénico

Entendemos por cambio climático las variaciones a largo plazo en la dinámica atmosférica desde la
era industrial con especial énfasis desde 1970 hasta hoy. Estas variaciones se relacionan en mayor o
menor grado con la quema de combustibles fósiles.
En este asunto la principal autoridad científica a nivel mundial es el IPCC (Intergovernmental Panel
on Climate Change), estando ahora vigente su 6º Informe. La parte más divulgada de sus informes
es el abanico de escenarios posibles de continuar emitiendo gases de efecto invernadero hacia el
final de este siglo.
Aunque algunos escenarios pueden contradecirse, de aquí a final de siglo puede esperarse a nivel
global: un aumento entre 1’4 y 4’8ºC en la temperatura media mundial, un cambio del régimen de
precipitaciones, un aumento de la intensidad y recurrencia de ciertas catástrofes naturales, la
expansión de los desiertos subtropicales y el retroceso de las zonas polares con la previsible subida
del nivel del mar.

4.2. Acciones gubernamentales

Puede decirse que las acciones globales coordinadas contra la degradación del medio ambiente
surgen en los años 70, siendo pioneros el Informe Meadows del Club de Roma y la Conferencia de
Estocolmo, donde por primera vez se menciona la noción de “desarrollo sostenible”. El énfasis se
pone en el equilibrio entre recursos y población, y en cómo la rápida industrialización pone en solfa
la continuidad de recursos naturales.
Se debe mencionar el auge del movimiento conservacionista en los años 80 como un punto de
inflexión. Asuntos como las catástrofes medioambientales, la alarmante pérdida de biodiversidad o
la crisis del petróleo movilizaron tanto a la opinión pública como a los agentes gubernamentales.
El CC sube a la palestra internacional en 1992, cuando la AGENDA21 ratifica el Convenio sobre
Cambio Climático. Se plantea la necesidad de que los países desarrollados establezcan un marco
para reducir sus emisiones de GEF progresivamente y facilitar los mecanismos financieros
pertinentes. En 1997 la propuesta se materializa con el Protocolo de Kioto, aunque también surgen
las diferencias de intereses entre países. Dinámica que continuará hasta 2012 en cumbres
posteriores.
El “consenso” entre 195 países (EEUU y China incluidos) comienza a materializarse en el acuerdo
de París de 2015, estableciendo un marco común de actuación que modifica el Protocolo de Kioto,
reforzado por las posteriores COP25 y COP26. Se habla de regular el mercado de emisiones de
carbono, un Fondo Verde del Clima y apoyo a los países en vías de desarrollo para su transición a
un nuevo modelo energético.

4.3. Posturas ante el medio ambiente

La disciplina de la geografía se halla dividida entre los distintos partidos de la sociedad civil. La
geografía ambiental y ecológica, tradicionalmente vinculada al movimiento conservacionista, ha
desplazado su atención al cambio climático.
Merece hacer una mención al llamado “negacionismo”, un término más mediático y político que
científico, pero valga a título vehicular. No es muy frecuente encontrar negacionistas “puros”, es
decir, que niegan el consenso del efecto invernadero y proponen teorías alternativas al
calentamiento basadas en factores astronómicos y naturales. Véase: Richard Lindzen, Nir Shaviv,
Fred Singer o Harrison Schmidt, casi todos provenientes de la física y la astronomía.
Por parte de la meteorología y la climatología surgen voces disidentes que no discuten la
rigurosidad de los informes del IPCC, sino el apriorismo y la vinculación corporativa de la
organización. Se discute el alarmismo climático, los cuellos de botella corporativos y la excesiva
confianza en los modelos computacionales. Véase: Carlos Madrid, F. Dyson o J. Curry, esta última
integrante del propio IPCC.

Se plantea además un binomio ambientalismo-desarrollismo. Respecto al ambientalismo, se parte


de la premisa filosófica de que la naturaleza posee un equilibrio intrínseco en el que el hombre es un
intruso. Aboga por tanto por el decrecimiento y la reducción de nuestros estándares vitales. Cuenta
con poco predicamento en la academia actualmente y ha sido relegada al mundo activista. El
desarrollismo, por su parte, defiende una adaptación a las eventualidades del calentamiento dando
prioridad al igual acceso a los recursos. Se considera entonces que la Tierra es regenerable y que en
cualquier caso el desarrollo tecnológico permitirá corregir males posteriores.

Decir que muchos ecólogos y naturistas tradicionalmente conservacionistas han acercado posturas
hacia el desarrollismo en las últimas décadas. Autores como Velarde o Careaga denuncian que desde
el Club de Roma la problemática hombre/recursos se aborda desde un prisma unilateralmente
malthusiano. Abogan por una fuerte legislación ambiental además de una apuesta por la energía
nuclear, intentando hacer compatibles la protección ambiental con la mejora del nivel de vida. L.
Anderson incluso habla de una “ecología de mercado”, desvinculándose del anticapitalismo típico
de la geografía radical.
En cualquier caso, el binomio ambientalismo-desarrollismo parece estar superado y la postura
mayoritaria por parte de académicos, políticos y periodistas es una noción confusa de “desarrollo
sostenible”.

CONCLUSIÓN

La propuesta oficial de Occidente para paliar la grave situación ambiental en la que nos
encontramos consiste en un modelo de desarrollo sostenible. Según Norman Myers es técnicamente
posible mediante ecoagricultura/multicultivo, uso de renovables, reciclaje y reducción de nuestros
estándares energéticos. Teniendo en cuenta que este modelo tendría que ser global y que en el
propio Occidente se ha traducido en medidas cosméticas, cabe preguntarse qué predicamento puede
tener en Asia, África y el resto de países no alineados a EE.UU.

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