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Las ventajas del Just In Time

Unas de las consecuencias más inmediatas de la implantación de modelos just in time es


la reducción de los inventarios. Cada paso de nuestro sistema de producción solo va a
demandar la cantidad necesaria al eslabón anterior y va a entregar la cantidad solicitada al
siguiente, haciendo que el flujo sea lo más fluido posible y eliminando -o disminuyendo
notablemente- las necesidades de almacenamiento.

Durante la fabricación de un producto podemos diferenciar dos momentos: el tiempo en el


que se está trabajando directamente en el producto, mejorándolo y añadiéndole valor, y
el tiempo en el que este producto está en espera, ya sea almacenado o yendo de un lugar a
otro para seguir siendo elaborado. El Just in Time busca eliminar estos tiempos muertos y
aumentar el tiempo efectivo en el que se está trabajando sobre el producto.

Entre las implicaciones de esta reducción de los inventarios están: una menor necesidad de
espacio para almacenar, una menor cantidad de producto perdida en inventarios, la
reducción de los productos que quedan obsoletos, caducados o que pierden valor mientras
están almacenados, ahorro de horas de trabajo dedicadas a ubicar la mercancía y al resto de
procesos asociados, etc. Además, también reduciremos el dinero invertido y que aún no ha sido
rentabilizado, al haber menos producto circulando o almacenado a la espera de ser vendido.

Las exigencias del Just in Time


Sin embargo, lograr implantar un sistema de trabajo JIT requiere de esfuerzo. No debe ser
visto simplemente como un modelo de gestión de inventario, sino que incumbe al trabajo y a
las decisiones de toda la compañía. Por ejemplo, los departamentos de compras,
acostumbrados a buscar descuentos a través del volumen, se verían influidos por una nueva
forma de trabajar en la que no se podrían realizar esas grandes compras para tener almacenada
la materia prima o los componentes. Incluso se pueden tener que revisar acuerdos con
proveedores que incluyeran el modelo de entrega en nuestras instalaciones, que puede no ser
viable bajo la nueva situación, ya que podría realizarse en cantidades incompatibles con el
nuevo modelo.

Lo mismo sucede con la logística. Nuestra cadena de suministro tendría que acostumbrarse a
que los nuevos lotes serán más pequeños y más numerosos. La logística es muy sensible a
la economía de escala y es necesario valorar el posible cambio en los costes. Incluso se puede
llegar a necesitar un cambio en los proveedores logísticos, si estos están especializados en los
grandes volúmenes pero no consiguen darnos el nuevo tipo de servicio que necesitamos al pasar
a partidas más pequeñas y más frecuentes.

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La logística interna de nuestra empresa también se verá afectada. Cuando antes tal vez
recibíamos un tráiler, ahora puede que recibamos una decena de envíos de palets en pequeñas
partidas, modificando nuestra manera de recepcionar la mercancía. O donde antes nuestra
empresa hacía almacenaje ahora se ve obligada a hacer labores de consolidación de mercancía.

La integración con los proveedores y con los clientes es otro de los grandes retos del just in
time. Para poder mantener el flujo productivo necesitamos una colaboración muy estrecha con
todos ellos. Lograr saber cuánta cantidad necesitamos en cada momento, integrar el
procesamiento de pedidos y poder confiar en una entrega puntual. Partiendo desde la fluidez
en la información, que en los sistemas pull va desde delante hacia atrás; es decir desde el cliente
-que tira del resto a través de la demanda- hacia el origen de la mercancía. Lo que se repite en
el proceso productivo: cada eslabón productivo es el que demanda al anterior la necesidad de
material.

También necesitaremos poner a prueba el rendimiento de nuestros proveedores. Es


imprescindible trabajar con empresas que nos aseguren que el suministro va a
producirse en las condiciones acordadas de calidad, cantidad y tiempo. De no ser así, estas
disrupciones pueden llegar a parar el proceso productivo.

La existencia de volúmenes mínimos de compra también puede suponer un problema, en caso


de que nuestra nuevo sistema de demanda nos sitúe por debajo de esos mínimos, así como una
posible incapacidad de nuestros proveedores actuales para trabajar con unos tiempos de
respuesta inferiores. Lo ideal es integrar tecnológicamente todo el proceso, para que haya una
información completa y en tiempo real.

A la hora de buscar proveedores, la idea de “la calidad suficiente al menor coste” ya no es


el único parámetro, sino que entran en juego estos aspectos de fiabilidad, integración y
capacidad de respuesta que nos permitan mejorar los costes a través del mejor funcionamiento
global, además de mediante la reducción de stocks. Otros aspectos, como pueden ser la cercanía
geográfica, también cobran mayor relevancia en los entornos just in time. Ya que tener un
proveedor muy lejano complica la reducción de tiempos y dificulta la solución de los problemas
de abastecimiento que puedan surgir.

No podemos asumir que el Just In Time siempre será la respuesta


correcta a nuestras necesidades

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¿Es el just in time siempre la mejor respuesta?
Si algo te permite ahorrar costes y mejorar el servicio a tus clientes. ¿No debería ser la solución
ideal para todo el mundo? Pero no es tan sencillo. No se puede asumir que pasarnos al JIT
siempre será beneficioso y que es la solución ideal para todas las empresas.

Un cambio tan profundo no es fácil y depende de varios factores para tener éxito. Necesita de
un cambio de la cultura empresarial, de la implicación de la dirección, del tipo de proveedores
que tenemos -tal vez un proveedor clave para nosotros no pueda adaptarse al modelo y no
podamos encontrar un reemplazo-, etc.

Además, hay empresas que se adaptan mejor que otras. Si tenemos una demanda muy volátil y
difícil de predecir, el JIT puede que nos ayude cuando la demanda caiga bruscamente -al tener
menos cantidad de los componentes necesarios para la producción- pero podría encontrarse
con dificultades en picos imprevistos. Por ejemplo, podemos tener problemas para obtener
materias primas de nuestros proveedores al no tener almacenada una gran cantidad en nuestras
instalaciones.

Dificultades para tener en cuenta antes de aplicar JIT: cultura empresarial, las dificultades que
pudieran tener pequeños proveedores, los factores logísticos, el tipo de demanda (si es muy
previsible y estable o si es muy loca tal vez convenga tener stock), cambios en los precios de
las materias primas (que puede aconsejar compras más masivas y evitar posibles carencias o
subidas de precios) o en su obtención (problemas con los proveedores) que puedan dejarnos
sin stock. Los imprevistos climatológicos, laborales, etc. Estos factores también pueden dañar
especialmente a una organización JIT.

Por último, hay que considerar que cuanto más nos ajustamos a un funcionamiento puramente
JIT más expuestos estaremos a los posibles riesgos. La reducción continua de stock, hasta un
teórico stock cero, podría incluso eliminar la existencia del stock de seguridad, lo que implica
trabajar ‘sin red’. Las empresas deben ser capaces de medir muy bien qué stocks quieren
conservar, qué consecuencias tendría una rotura de stock o una parada de la producción y cómo
y en cuánto tiempo podrían solventarlo.

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Conclusiones
El JIT aumenta la importancia de la logística en la empresa. Es necesario hacerla más corta
y rápida, más consistente en los tránsitos e integrar todas las actividades logísticas, incluyendo
a los proveedores en esa visión de conjunto.

Las exigencias del modelo just in time orientan a las empresas hacia la mejora de procesos,
pues les resulta imprescindible el cumplimiento de las entregas en fecha y forma para su
funcionamiento, simplificar los procesos, estandarizarlos al máximo y asegurar su
replicabilidad. Además de mejorar la relación con proveedores y clientes.

La posibilidad de conocer más de cerca al cliente permite, además, definir mejor sus
necesidades y ser capaces de incorporarlas al sistema de producción de valor de nuestros
procesos.

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