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188669_CUB_ConnotacionesPsicologicasSimulacion_ok-v.pdf - 10/05/22
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CONNOTACIONES PSICOLÓGICAS
DE LA SIMULACIÓN
EN EL MATRIMONIO CANONICO
CONNOTACIONES PSICOLÓGICAS
DE LA SIMULACIÓN
EN EL MATRIMONIO CANONICO
Este libro ha sido sometido a evaluación por parte de nuestro Consejo Editorial
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ISBN: 978-84-1377-623-1
Depósito Legal: M-13436-2022
Preimpresión:
Besing Servicios Grá icos, S.L.
besingsg@gmail.com
A mis padares y hermanos
Índice
ABREVIATURAS...................................................................................... 11
1.1. Introducción............................................................................. 15
1.2. Concepto de “causa simulandi”................................................ 15
1.3. La causa simulandi.................................................................... 17
1.3.1. Connotaciones................................................................ 17
1.3.2. Clases............................................................................ 18
1.4. La prueba de la causa simulandi y su conexión con la
exclusión implícita................................................................... 21
9
Índice
ANEXOS.................................................................................................... 157
10
ABREVIATURAS Y SIGLAS
11
Abreviaturas
12
Abreviaturas
13
I.- LA CAUSA SIMULANDI
1.1. Introducción
15
Julio Ortiz Herráiz
5
J. Balmes, Fhilosophia fundamentale, lib. 10, op. cit., c. 23, n. 16; A. Stankiewicz, “Concretizzazione
del fatto simulatorio nel positivus voluntatis actus”, en Periodica 87, (1988), 257-286. Para la parte jurispru-
dencial puede verse: coram De Jorio, 29 abril 1964, n. 7, en SRRD 56, 314; coram Pinto, 30 julio 1969, n. 5,
en SRRD 61, 903; coram Egan, 19 julio 1984, n. 4, en SRRD, 76, 479; coram Burke, 13 junio 1988, nn. 21-23,
en RRD 80, 383-384; coram Giannecchini, 14 junio 1988, nn. 10-11, en SRRD 80, 394-395.
6
S. Thomas, Suma Contra los Gentiles, 3, c. 23, Porrua, México, 2004, p. 16.; Cfr. F. Amigo Revuelto,
Los capítulos de nulidad en el ordenamiento canónico vigente, op. cit. pp. 103-104.
7
Sent. c. Giannecchini, 25 octobris 1988, en ARRT 80,1993,pp.551-52, n.2.
8
Sent. c. Palestro, 27 maii 1992, en Monitor Ecclesiasticus 117, 1992,pp.459-60, n.5.
9
León del Amo señala que junto con este indicio capital y en torno a él van otros hechos indi-
ciarios congruentes, los cuales si se dan antes, a la vez o después del matrimonio, sea como circunstancias
coherentes, sea como causas o efectos o como actitudes relacionadas con la motivación complementan
el indicio capital, aclaran su significado unívoco, revelan su verdad objetiva, si hay pruebas que aseveran
suficientemente la existencia del conjunto de todo los indicios: Al grupo de indicios asociados a la causa
motiva, si todos son coherentes y convergentes, se les concede a modo de síndrome característico gran va-
lor probatorio”. Cfr. L. del Amo, La clave probatoria en los procesos de matrimoniales (indicios y circunstancias), ed.
Univ. de Navarra (EUNSA), Pamplona, 1978, p. 263.
10
Sent. c. Many, 21 enero 1911, en SRRD 3, 16-17.
16
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
ria”, entendida como “acto soberano de la voluntad o del yo” 11. Se insiste por
la doctrina y la jurisprudencia en que no basta, ciertamente el acto presunto,
ni el interpretativo, ni una actitud de mera inercia, ni un simple ‘no querer’
ya que es necesario ‘no querer contraer’; etc. 12, pero conforme se indica más
adelante no deviene ocioso investigar cuál es la verdadera voluntad en esos
casos. Para la demostración de una voluntad simulatoria, pesa mucho la com-
probación de sus motivaciones y estas motivaciones en el sentir unánime de la
doctrina y de la jurisprudencia, se presumen orientadas en la causa simulandi.
La causa simulandi se configura como un medio de prueba que bien de
forma directa (confesión judicial del simulador, testifical) o indirecta (indi-
cios y presunciones) 13, nos van a permitir averiguar la razón que impulsó y
determinó a simular el matrimonio. Dentro de la causa simulandi resulta inne-
gable un trasfondo psicológico 14.
1.3.1. Connotaciones
11
Sent. c. Mori, 24 junio 1909, en SRRD 1, 108.
12
J.J GARCÍA FAÍLDE, “Simulatio totalis matrimonii canonici et metus”, en Periodica, 72, (1983),
pp. 239-272.; F-Gil de las Heras, “El concepto canónico de la simulación”, en Ius canonicum 65, (1993), pp.
229-257 y, especialmente, pp. 231-33.
13
Con gran acierto el Profesor R. Navarro Valls reconoce las limitaciones probatorias de la si-
mulación. En cuanto a las presunciones hominis considera que se han introducido por la doctrina y juris-
prudencia con el fin de superar la dificultad de la prueba y teniendo en cuenta unas veces el principio del
favor matrimonii como conclusión presuntiva, y otras en la fuerte incidencia del hecho concluyente en la
consecuente actitud simuladora del contrayente. (Cfr. M. López Alarcón y R. Navarro Valls, Curso de
Derecho matrimonial canónico y concordado, 6ª ed. Madrid, 2006, p.180).
14
La jurisprudencia antigua ya lo tiene en cuenta: “Muchos Psicólogos modernos y psiquiatras
dicen que para que haya acto humano, no se requiere solo el movimiento ab intrinseco, conforme al conoci-
miento del fin, es decir con advertencia de la inteligencia y con decisión de voluntad, sino que introducen
otro elemento, la estimativa por el que la voluntad decide sobre la naturaleza e importancia del acto…”
(Sent. c. Canestri, 16 -7-1943, vol.35).
15
Cfr. Sent. c. Quattrocolo, 21-12-1941, n. 4, en SRRD 33, 207: “talis esse debet ut cum vero ma-
trimonio componi nequeat”.
17
Julio Ortiz Herráiz
1.3.2. Clases
a) Simple o compuesta
16
Cfr. Sent. c. Prior, 10-8- 1912, n. 11, SRRD 4, 405: “Talis debet esse ut saltem in opinione simu-
lantis componi nequeat cum vero consensu”.
17
Cfr. Sent. c. Colagiovanni, 9-4-1991, en ARRT 83, 1994, p.233,n.18.
18
Cfr. Sent. c. Heard, 25-3-1941, n. 3-5, en SRRD 33, 193-194. Según esta sentencia, si la causa es
compuesta, basta que una de ellas sea poderosa y las demás sean leves y sirvan como ayuda y sustentamien-
to, o ambas pueden ser poderosas pero diversas de tal modo que hayan permitido mover emotivamente al
simulador a casarse sólo por apariencia.
19
Cfr. Sent. c. De Lanversin, 30-1- 1991, en ARRT 83, (1994), p.58, n.12.
20
Cfr. Sent. c. Boccafola, 16 -1-1989, n. 9, en SRRD 81, 12; Sent. c. Jarawan, 19-2-1985, n. 5, SRRD
77, 119; Sent. c. Davino, 15-10-1987, n. 13, en SRRD 79, 537; Sent. c. Ragni, 16 -6- 1987, n. 12, en RRD 79,
379.
21
Sent. c. Corso, 18-1-1989, nn. 13-14, en SRRD 81, 25-26.
22
Cfr. Sent. c. De Lanversin, 24-7-1985, n. 17, en SRRD 77, 422.
18
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
ser algo personal, como el egoísmo, o algo extrapersonal, como los bienes y las
riquezas; por la relación con el contrayente, causa dependiente o independiente
de la voluntad del simulador 23.
23
Cfr. J.J. García Faílde, La prueba presuntiva en los procesos rotales de nulidad matrimonial por simula-
ción total y parcial (Años 1909-1959), CSIC, 4ª ed., Salamanca, 1960, p. 74; Vid. También, C. Badii, “La simula-
zione del consenso nel matrimonio”, Il Diritto Ecclesiastico 40, (1929) pp.64-67.
24
Cfr. Sent. c. Jullien, 13-11- 1937, n. 3, en RRD 29, 664; Sent. c. Brennan, 27-6- 1950, n. 2, en
SRRD 42, 403.
25
Cfr. Sent. c. J.J. García Faílde, La prueba presuntiva en los procesos rotales, op. cit., 73.
26
En una sentencia rotal de 1941, se dice que en un caso en el que un hombre por obtener el dine-
ro de su compañera, primero pensó unirse con YYYY como amante, y mas tarde, no habiendo encontrado
resultados positivos decidió mejor, casarse con ella fingiendo el matrimonio, como único modo de sacarle
el dinero a YYYY para organizar su propio negocio. Cfr. Sent. c. Wynen, 23 mayo 1941, n. 6, en SRRD 33,
437.
27
Cf. P.-J. Viladrich, Estructura esencial del matrimonio y simulación del consentimiento, Pamplona,
1997, pp. 109-110.
28
B. Boccardelli, “La prova della simulazione del consenso matrimoniale” en AA. VV., La simula-
zione matrimoniale canonica, Città del Vaticano, 1990, p.230.
19
Julio Ortiz Herráiz
c) Manifiesta e inequívoca
20
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
d) Preponderante
mismas ni por las circunstancias del caso podían se tenidas como causa urgens o causa manifesta para excluir
el fin propio del matrimonio y para celebrarlo fingidamente, como reza una Sent. c. Morano, 26-6-1934, n.
11, en SRRD 34, 456. También, Sent. c. Jullien, 1 junio 1943, n. 4, en SRRD 35, 38.
35
J.J. García Faílde, La prueba presuntiva, op. cit. p. 73. En este apartado se pueden ver las siguien-
tes sentencias rotales: c. Bonet, 2-5-1953, n. 2, en SRRD 45, 311; c. Bonet, 22-3- 1955, n. 2, en SRRD 46, 251;
c. Pinna, 4-8-1953, n. 3, en SRRD 45, 563; c. Canestri, 10-12-1953, n. 2, en SRRD 45, 759.
36
Cfr. Sent. c. Mundy, 26-5-1970, nn. 9-10, en SRRD 62, 534; Sent. c. Abbo, 30-1-1978, n. 2, en SRRD
70, 93.
37
Cfr. Sent. c. Fiore, 18-10- 1972, en SRRD, 64, 563-564. También puede verse las siguientes senten-
cias: c. Heard, 22-5-1947, n. 2, en SRRD 39, 47; c. Sabattani, 17-1- 1958, n. 2, en SRRD 58, 19; c. Filipiak,
25-5-1968, n. 2, en SRRD 60, 366; c. De Jorio, 24-7- 1968, en SRRD 60, 601-604.
38
Cfr. P.B. Boccardelli, “La prova della simulazione del consenso matrimoniale”, op. cit., pp.
224-225.
21
Julio Ortiz Herráiz
timiento; además, deben ser probadas las circunstancias, las presunciones, los
indicios ciertos y determinados 39.
La exclusión implícita 40 es mirada con recelo en la praxis de los tribunales
eclesiásticos, prevaleciendo la expresa. Se considera que la exclusión ha de
hacerse a través de “un acto positivo de voluntad”, lo cual es normativamente
exacto; y se exige incluso que esta exclusión deba formularse mediante un
“acto humano”. Partiendo del supuesto de lo intercambiable entre “acto de
voluntad” y “acto humano” en la filosofía corriente, los añadidos adolecen o
de redundancia o de nuevas inexactitudes como cuando se exige que el acto
de la voluntad simulatorio tiene que ser “coherente con la causa de contraer”.
El que la voluntad simulatoria deba ser coherente con la causa de contraer,
no es exacto: lo que es verdad es que, para la demostración de una voluntad
simulatoria, pesa mucho la comprobación de sus motivaciones que en el sen-
tir unánime de la doctrina y de la Jurisprudencia, se presumen orientándose
no tanto en la causa contrahendi, sino sobre todo y mucho más en la causa
simulandi.
En el análisis de las valoraciones probatorias hay sentencias 41 que exigen
que el simulador diga expresamente que excluyó, y desde este enfoque se re-
quiere también que los testigos declaren expresamente que han oído decir
al simulante que ha excluido los bienes del matrimonio cuya nulidad se pos-
tula, cerrando el paso a la forma de la exclusión implícita, que según hemos
indicado antes, es una vía universalmente admitida como también hipotéti-
camente expresiva de un acto positivo de la voluntad del simulante. Se trata
de deficiencias que se erigen en criterios valorativos que están deformando
gravemente los resultados probatorios, y en muchos tribunales eclesiásticos
españoles se ha convertido en una exigencia habitual que parte de los propios
defensores del vínculo.
39
Sent. c. Brennan, 27-6-1950, n. 2, en SRRD 42, 403; Sent. c. Bruno, 15-2-1985, nn. 3-5, en SRRD
77, pp. 76-77.
40
S. Benigni, “la simulazione implicita: aspetti sostanziali e processuali”, Pontificia Università
Lateranense, Roma, 1999, pp.91-168; así mismo Panizo Orallo, “Exclusión de la indisolubilidad del matrimo-
nio”, en Ius canonicum 33 (1993), pp. 259-293; L. Gutiérrez Martín, La incapacidad para contraer matrimonio:
comentarios al c. 1095 del Código De derecho Canónico para uso de los profesionales del foro. Universidad Pontificia
de Salamanca, 1987, pp.56-63.
41
Las principales sentencias sobre la materia son las siguientes; la c. Fiore, de 31-1-1984; la c.
De Jorio, de 22-2-1984; la c. Bruno, de 22-6-1984; la c. Funghini, de 22-1- 1986: la c. Colagiovanni, de
8-7-1986; la c. Pinto, 20-6-1986; la c. Colagiovanni, 8-7-1986: la c. Pinto, 14-11-1986; la c. Lanversin, 25
-7- 1990; la c. Lanversin, 31-7-1990; la c. Pompedda, 18-10-1990; la c. Doran, 22 -11-1990; la c. Pompedda,
29 -11- 1990; la c. Funghini, de 5-12-1990; la c. Giannechini, de 18-12-1990; la c. Lanversin, de 30-1-1991;
la c. Bruno, de 22-3-1991; la c. Davino, de 18-4- de 1991; la c. Civili, de 23-10-1991; la c. Giannechini, de
22-11-1991; etc. En todas ellas se comprueba que la confesión judicial del simulante no constituye prueba
en absoluto y por tanto la realizada contra el valor del matrimonio deberá considerarse sospechosa.
22
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
No hace falta que los testigos hayan oído al presunto simulante mani-
festarse a favor de la exclusión, si esos testigos aportan hechos que, una vez
comprobados procesalmente, impongan al juez presunciones a favor la ex-
clusión, presunciones las cuales se desprenden de los indicios ciertos y deter-
minados encontrados en la causa simulandi, considerada ésta, tanto objetiva-
mente como en relación con la índole o naturaleza y cualidades de la persona
en quien influye 42. Es necesario por tanto tener presente que el entramado
y pluralidad de las circunstancias motivan el complejo de las causas, que in-
ducen a que los motivos sean algunas veces idénticos para que un cónyuge
celebre el matrimonio pero al mismo tiempo esté fingiendo el consentimien-
to 43. Ciertamente, algunos influjos serán más o menos directos, más o menos
próximos, o bien para aceptar el fin, o bien para elegir los medios, o bien para
aplicar éstos y poder efectuar la simulación 44. La respuesta no puede ser a
nivel de una norma general, pero sí la podemos hacer en casos particulares
y será deducida por el juez sopesando el conjunto de todas las pruebas y cir-
cunstancias 45; pues de todo aquello que pueda ser deducido, y de la precisión
y concisión de tales circunstancias, dependen las presunciones que puedan
formarse al respecto 46.
Si de los indicios se deduce razonablemente que el contrayente no dio,
ni aceptó derechos y obligaciones, y que la razón para excluirlos −causa si-
mulandi− aunque sólo influyera de modo un tanto indirecto y menos próximo 47,
era la misma que había influido directamente para celebrar las nupcias, y no
hay inconveniente para admitir que pueda alegarse legítimamente la misma
causa, en unión con otras quizá próximas e inmediatas capaces de motivar a la
celebración del matrimonio en modo fingido, es lo que podría llamarse “cau-
sa contrahendi simulante” 48.
42
Cfr. Sent. c. Jullien, 13-11- 1937, en SRRD 29, 664.
43
Cfr. Sent. c. Parisella, 15-3- 1984, n. 23, en SRRD 76, 165; Sent. c. Fiore, 5-3-1985, n. 4, en SRRD
77, 143; Sent. c. Jarawan, 30-9- 1987, n. 7, en SRRD 79, 226; Sent. c. Boccafola, 16-1-1989, n. 9, en SRRD
81, 12.
44
Cfr. A. Stankiewicz, “De iurisprudentia rotali recentiore”, 223; Sent. c. Huber, 26 -11-1993, n. 7,
en SRRD 85, 725.
45
Cfr. can. 1608/83. Pueden verse también: O. Giacchi, “La certezza morale nella pronuncia del
giudice ecclesiastico”, in AA. VV. Ius Populi Dei. Miscellanea in honorem Raymundi Bigador, Roma 1972, II,
pp. 605-620; F. Harman, “Certitudo moralis praesupposita in normis processualibus tribunalis Statuum
Americae....”, art. cit. pp. 379-393; P. Erdö, “La certezza morale nella pronuncia del giudice”, art. cit., pp.
83-93.
46
L. Del Amo, La defensa del vínculo, Madrid, 1954, p. 7.
47
Cfr. E. Labandeira, Las presunciones en derecho canónico, Eunsa, Pamplona, 1967, p. 181.
48
Nuestras afirmaciones se basan en la Jurisprudencia constante, de la cual citamos algunas sen-
tencias rotales. Según una c. Heard, 19-6-1943, n. 10, en SRRD 35, 474: no faltó causa porque el contra-
yente se hallaba en el dilema de casarse o de ir a la cárcel. Por una parte temía mucho la cárcel; por otra, le
repugnaba el matrimonio. Pudo ello moverle a casarse en apariencia ante los hombres y a no dar interna-
mente consentimiento verdadero, para evitar así el ir a la cárcel y para quedar con esperanza de liberarse
un día de la mujer. En esta sentencia se examinaba si el miedo podría ser causa simulandi o no; se sostiene
23
Julio Ortiz Herráiz
que lógicamente el miedo es solamente causa remota e indirecta que induce a la simulación. La causa
próxima es la aversión u otra; pero como el simulador simplemente se propuso fingir el casamiento, no es
absurdo el alegar que fue el miedo la causa de la simulación. Cfr. Sent. c. Wynen, 22-1-1944, n. 2, en SRRD
36, 57. En una Sent. c. Jullien de 1943, se dice que si la coacción y la repugnancia mueven a decir con pa-
labras fingidas lo que interiormente se niega y se rechaza, no dejan de ser causa simulandi por el hecho de
que sean causa más o menos directa, cuando realmente son causa influyente. (Cfr. c. Jullien, 8-2-1943, n. 2,
en SRRD 35, 123).
49
Sent. c. Staffa, 21-5-1948 en SRRD, (1948), dec. 40, n. 2, pag.186.
50
Merece la pena insistir en ello: Basta que el acto sea implícito, pues “implícito” no se opone a
“positivo”, sino a “explícito”, ya que el acto positivo puede ser explícito o implícito siendo característico de
éste el que su objeto, si bien no parece directa e inmediatamente en la voluntad del agente, está conteni-
do real y positivamente, y no como simple presunción o interpretación dentro de otra manifestación de
voluntad. (Sent. c. Sabattani, 29-10-1963, en SRRD, p. 706, n.3,). Así, por ejemplo en la aceptación del
matrimonio tal y como uno lo concibe, si es eso lo que en realidad se pretende y no otra cosa, hay un acto
implícito de voluntad excluyente. Lo cual es suficiente para invalidar el matrimonio que dicho acto sea
verdaderamente positivo (Sent. c. Stankiewicz, 23-6-1978, en Eph.I.C..,(1979), p. 290.
51
J.M. Serrano Ruiz, Incapacidad y exclusión…, art. cit. p.192.
24
II.- ¿ES POSIBLE HABLAR
DE “CAUSA SIMULANDI PSICOLÓGICA”?
25
Julio Ortiz Herráiz
hay varias causas simulandi, tal como se indica en las actas: la falta de amor en
el actor, su precaria condición de salud, su joven edad, etc. Por otra parte, la
personalidad desordenada de la mujer, que mantuvo relaciones sexuales con
el hermano del actor y con otros varones, animaba al actor contra el vínculo
indisoluble. Pero la principal causa simulandi era el temor del actor a incurrir
en las penas establecidas por la ley a causa de la menor edad de la esposa, a
la que había dejado embarazada. La causa simulandi aparece proporcionada-
mente grave y prevalente en relación a la causa contrahendi que radica en las
presiones sobre todo de la madre del actor, para que celebrara el matrimonio
religioso 58.
Otra c. Faltin, que contempla un supuesto de exclusión del bonum sacra-
menti, dice lo siguiente:
entre las causas de la simulación también se debe enumerar el defecto de un
verdadero amor hacia la comparte. Pues quien al contraer matrimonio, por
falta de un sano amor esponsalicio, excluye la plena y exclusiva donación
de sí mismo, rechaza el sacramento y gravemente ofende a la dignidad de la
persona humana 59.
En fin, una sentencia c. Jarawan, de 16 de octubre de 1991 contempla un
caso de simulación total por parte de la mujer. Dice así:
no hay ninguna duda de que, en la celebración del matrimonio religioso la
mujer demandada accedió simuladamente al altar, dio solo un consentimien-
to externo y positivamente no quiso realizar nada más que una especie de
simulacro de celebración. Desprovista de todo amor hacia el actor, comple-
mente agnóstica en su instrucción, atea y contra la Iglesia, agriamente admi-
tió la celebración religiosa y como sólo externa y nuda ceremonia, sin nin-
guna adhesión, no atribuyéndole ningún valor, celebrado ya su matrimonio
civil, querido prevalente y directamente impuesto 60.
Nuestra conclusión final es que en la jurisprudencia expuesta se atiende
a la conducta humana (actos internos), en definitiva a la naturaleza las per-
sonas 61, siendo la razón que impulsa a simular la propia psicología del sujeto.
Sobre este punto hay sentencias que además de las anteriormente expuestas
confirman este extremo del perfil psicológico del simulador: se apunta como
causas simulandi del bonum sacramenti el deseo desmesurado de libertad, el de
gozar de las relaciones sexuales de un muchacha honesta, el sólo amor volup-
tuoso y carnal, el deseo de sólo establecer una mera convivencia informal, el
casarse por la obediencia a los padres y así gozar de los beneficios económi-
cos, etc. Como causas simulandi del bonum prolis, se señala el temor al parto
58
Sent. c. Jarawan, 17-4- 1991, en ARRT 83, (1994), p.267, n.8.
59
Sent. c. Faltin, 30-10- 1991, en ARRT 83, (1994), p.696,n.12 y p.704 n.22.
60
Sent.c. Jarawan, 16 -10-1991, en ARRT 83, (1994), p.550, n.5.
61
Sent. c. Giannecchini, 25-10-1988, en ARRT 80 (1993), p.552, n.2.
26
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
62
Sent.c. Colagiovanni, 9 aprilis, en ARRT 83, (1994), pp.230-31, n.12; Sent. c. Funghini, 17-4-
1991, en ARRT 83, (1994), pp.250-51, nn.7-8.
63
Sent.c. García Faílde, 28-9-1978, en Algunas Sentencias y Decretos, Salamanca, Bibliotheca
Salmanticensis, Estudios 451981, p.62, n.11; León del Amo, “La clave probatoria...”, op. cit. p.273 y 348.
27
Julio Ortiz Herráiz
64
P. J. Viladrich, Comentario Exegético al Código de Derecho Canónico, Vol.III, Pamplona, 1996, p.
1329.
65
“Ahora bien, en ocasiones hay conexiones de especial interés, así un problema psíquico puede
inducir a simulación. Algunas funciones psíquicas graves según dictamen pericial, pero no lo suficiente-
mente jurídicamente para invalidar un matrimonio canónico, pueden encajar en la fisonomía de la causa
simulandi y, como bien sabemos, las causas motivas, en este caso explican un escenario biográfico que
permite suponer razonablemente la existencia de un acto positivo de exclusión”. Este es el criterio de las
profesoras Irene Briones Martínez y María Domingo Gutiérrez en su brillante artículo “Simulación
parcial por exclusión del bien de la prole”, en Revista española de derecho canónico 56 (1999), pp. 733-734.
66
P. J. Viladrich, Comentario Exegético al Código de Derecho Canónico. Vol. III, op. cit., p. 1331.
28
III.- LA PRUEBA PERICIAL PSICOLÓGICA
¿PUEDE SER UN MEDIO DE PRUEBA
PARA LA SIMULACIÓN
29
Julio Ortiz Herráiz
72
Sent. c. Moran, 22-12-2005.
73
R.R. dec, 59, p. 251, n.9.
74
En base a lo anterior, recordamos una vez más que la sentencia c. Giannechini, de 25-6-1985,
recomienda que se examine el conjunto de circunstancias que constituyen el elemento ético psicológico y objetivo
que movieron al simulante, para limitar su consentimiento atendiendo no solo a las palabras, sino funda-
mentalmente a los hechos.
30
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
75
Thomas G. Doran “Comentario exegético al Código de Derecho Canónico”, p.1299.
76
Antonio Carlos Martín Martín, “El informe sobre los autos”, en Curso de Derecho matrimonial y
procesal Canónico para profesionales del Foro, Vol. XIX, pag. 225.
77
Carmen Peña García, “Las pruebas” (arts,155-216 DC), en C. Peña García y C. Moran Bustos,
Nulidad de matrimonio y Derecho Canónico, Dykinson, Madrid, 2007, p.319.
31
Julio Ortiz Herráiz
78
La prueba de confesión será sin duda menos reveladora y habría de estarse también y en buena
medida al resultado sobre todo de las pruebas técnico-periciales. Víd. S. Panizo Orallo, Temas procesales y
nulidad matrimonial, op. cit. p. 489.
79
En este extremo me reafirmo en que se sigue notando en este sentido las reminiscencias de la
legislación anterior de 1917 y de la jurisprudencia: En una c. León del Amo de 1976 no se prueba la simula-
ción con el siguiente argumento: “por muchos dichos que haya…si ninguno de ellos se casaron excluyendo
con un acto positivo de la voluntad el consentimiento interno…hemos de concluir que la falta de confesión
del demandado como presunto simulador, arguye que ni él se casó fingidamente, si supo que la esposa se
casase por pura comedia”. Incluso levanta sospecha cuando se comprueba que de las respuestas del deman-
dado se deduce un interés por obtener la declaración de nulidad, según estas sus palabras: “Estoy en total
acuerdo en que se lleva a cabo la nulidad del matrimonio religioso…”.
80
Víd. Curso de Derecho matrimonial y procesal…. Canónico para profesionales del Foro, vol. IX, (La exclu-
sión del “bonum prolis” y del bonum fidei”), Estudios en honor al profesor A. Mostaza Rodríguez, p. 356.
81
Indudablemente el Derecho Canónico recibió el principio del Derecho romano, según el cual
incumbe probar al que afirma, no al que niega (canon 1526; Instr DC art 156: la carga de la prueba incumbe
al que afirma). Por ello el demandado se encuentra, en cuanto a la prueba, en la misma posición que el
demandante tratándose de hechos que alega la defensa, aunque su aplicación dependerá en mucho del
recto criterio del juez, quien debe atender a las especiales circunstancias de cada caso y conforme a ellas
distribuir la carga de la prueba.
32
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
82
Este es el criterio de Carlos Morán Bustos, Decano del Tribunal de la Rota: “Cierto es que
comparecer en el proceso canónico de nulidad es una carga, pero no una obligación, de hecho no puede
ser exigida judicialmente, pero insertos en un proceso que terminará en una sentencia que involucra al
demandado, es innegable que es responsable de su propia conducta que no puede por menos que ser ca-
lificada como de indiferente a la vez que hacerle cargar con las consecuencias perjudiciales que procedan
de su propia negligencia o de su propia táctica, toda vez que desde nuestro punto de vista, la inacción de la
parte demandada siempre merece una consideración especial”. (De esta forma lo recoge el autor en su artí-
culo “La parte voluntariamente ausente en el proceso de nulidad”, en Curso de Derecho matrimonial y procesal
canónico para profesionales del foro, vol 18, Salamanca 2007, pp.107-109).
83
Antonio Carlos Martín Martín, “El informe sobre los autos”, en Curso de Derecho matrimonial y
procesal Canónico para profesionales del Foro, Vol.XIX, p. 224.
84
Sent. c. Serrano, 13-12-1991, en ARRT 83, (1994), pp.729-80, nn.6-7.
85
L. del Amo, La clave probatoria…, op. cit., p. 276.
33
Julio Ortiz Herráiz
estrecha conexión con la simulación de que se trata. Pues entonces las pre-
sunciones del hecho prevalecen sobre las presunciones de derecho 86.
Cuando en clave jurídica se trata de diseccionar un acto tan humano y
trascendente como el consentimiento, lo que comporta adentrarse en las raí-
ces más profundas del yo, en el modo como éste se ha proyectado hacia el otro
conyugal, no hay duda que el recurso a estas ciencias se consigue a través de
la “prueba pericial”. Gracias a ella es posible efectuar un análisis y estudio de
las carencias o deficiencias del psiquismo del sujeto en el momento de con-
traer, convirtiéndose en un elemento imprescindible. Es preciso añadir que
ello no significa “psicologizar” o “psiquiatrizar” los procesos de nulidad ma-
trimonial 87, sino −tan solo− utilizar un soporte científico, de la mano de un
experto en la materia, con el objeto de conseguir una aclaración técnica de
aquellos hechos relacionados con las facultades humanas que afectan al con-
sentimiento. En este sentido, resulta especialmente oportuna y clarificadora
la argumentación de M. R. García Vilardell, dice asi:
La exclusión (…) debe realizarse por un acto positivo de voluntad, pero tam-
bién el consentimiento que hace surgir el vínculo matrimonial ha de ser un
acto de voluntad por el que el varón y la mujer se entregan y aceptan mutua-
mente; por ello, del mismo modo que se presume la existencia implícita del
acto de voluntad por el que se quiere contraer matrimonio, pueden existir
indicios de los que se deduzca igualmente una ausencia de voluntad matri-
monial no menos implícita, pues una disposición contraria al matrimonio
mismo o a alguno de sus elementos o propiedades esenciales, puede origi-
nar una verdadera voluntad no matrimonial, siendo la persona misma, ese
substrato psicológico, sociológico y cultural del contrayente, el hecho indi-
ciario de dicha ausencia de voluntad matrimonial, máxime si tenemos en
cuenta que la voluntad simulatoria no puede circunscribirse a un instante
temporal, sino que debe ser encuadrada en todo ese substrato al que venimos
refiriéndonos. 88
Para esta autora, en aquellas causas en las que se analice el consenti-
miento matrimonial −y por tanto en las de simulación−, desde el punto de
vista procesal, la pericia psicológica se presenta como uno de los medios
de prueba convenientes y esenciales para conocer a la persona y las rela-
ciones conyugales interpersonales. Y es que insiste en que “es en la per-
sona misma y en su actitud para con el matrimonio en donde debe fijarse
el punto de atención en orden a determinar la posible exclusión del ma-
86
Sent. c. Giannecchini, 12 -7- 1991, en ARRT 83, (1994), pp. 441-42, n.2.
87
Carlos Moran Bustos, “Condiciones de la realización de la prueba pericial”, en Curso de Derecho
Matrimonial y procesal Canónico para profesionales del Foro, Vol. XIX, p. 230.
88
Mª. Rosa García Vilardell, “El acto positivo de la voluntad excluyente: algunas consideracio-
nes en clave personal”, en AA. VV., Religión, Matrimonio y Derecho, Iustel, Madrid, 2013, p. 1903.
34
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
35
Julio Ortiz Herráiz
96
Ibíd.,p.1015.
97
Juan Pablo II, Alloc.:Ad Rotae…, 5-2-1987, en AAS 79 (1987), p.1454.
98
Juan Pablo II, Alloc.: Ad Rotae…, 5-2-1987, p.1454.
36
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
99
M. J. Arroba Conde, “Características generales y valoración jurídica de la pericia. Ámbito canó-
nico”, en Estudios de derecho matrimonial y procesal, Salamanca, 1999, pp. 399-400.
100
Carlos Moran Bustos, “Las condiciones de la realización de la prueba pericial”, en Cortés
Diéguez, M. y San José Prisco, J. (Coords.). Curso de Derecho Matrimonial y Procesal Canónico para Profesionales
del Foro, Vol. XIX, Publicaciones de la Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 2009. ISBN: 978-84-
7299-841-4, p. 240.
37
Julio Ortiz Herráiz
101
Sent. del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica c. García López de 20 de no-
viembre de 2010. Sin publicar.
102
No debemos olvidar que todas las pruebas, directas o indirectas, inmediatas o mediatas pueden
contener e incluir apoyos unas con otras, para llegar a la certeza moral sentencias, en este sentido Víd. las
sentencias siguientes: c. Rogers, 10 -12-1962, nº 4 o c. Fagiolo, 8-6-1968, nº 3. Bajo nuestro punto de vista
el artículo 203§ 2 de la Instrucción Dignitas Connubii señala que la prueba pericial no es obligatoria; pero
en un caso concreto sí es obligatoria, a saber, cuando el juez la considere necesaria o conveniente; si la con-
sidera conveniente es porque con las otras pruebas no ha adquirido la certeza y, por lo tanto, considerarla
“conveniente” equivale en la práctica a considerarla “necesaria”.
103
En este sentido me refiero a que la prueba pericial jamás tendrá cabida en la simulación mien-
tras se centre única y exclusivamente en las llamadas pruebas directas: confesión judicial del simulador
avalada por testigos conocedores de los hechos en tiempo no sospechoso, que es la praxis habitual de los
tribunales eclesiásticos españoles, cuando en realidad las vías de prueba son mucho más indirectas a partir
de indicios que configuran presunciones. En definitiva, que las obras y la conducta, dentro de unas circuns-
tancias elocuentes, interpelan al juez con mucha más fuerza que las declaraciones de los propios interesa-
dos o testigos.
104
M.A. Jusdado ha realizado un trabajo digno de elogio acerca de este tema. Víd., M. A. Jusdado
Ruiz-Capillas Derecho y Derecho Canónico, Madrid 2006, p.29. En este interesante estudio también se pone
de manifiesto otras cuestiones importantes que desbordan el objetivo de este trabajo como son: que la jus-
ticia divina es siempre más benevolente que la humana en cuanto aquélla siempre perdona, pero al mismo
tiempo es también siempre más exigente que la justicia humana, en cuanto que no puede transigir con
aquello que es injusto. De esta última aseveración se desprende otra cuestión importante que versa sobre
los límites del Derecho Canónico.
38
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
105
R. Navarro Valls, “La valoración de la prueba en Derecho Canónico” en AA. VV., La norma en
el Derecho canónico. Actas del III Congreso internacional de Derecho Canónico, Pamplona, 10-15 Octubre de 1976.
Efectivamente, tal y como puede apreciarse en el citado trabajo, este autor se adelanta a los tiempos, toda
vez que la actual regulación de la prueba pericial en la Instrucción Dignitas Connubii conserva las remi-
niscencias del Codex del 17 y el actual de 1983 y se limita a las causas de incapacidad (arts.203 y 209), no
diciendo nada sobre simulación.
106
Antonio Foderaro lo explica así: “Considerata la prassi, crediamo però che, probabilmente, il
disposto codiciale 1680 ha condizionato l’applicazione del canone 1574. L’obbligatorietà dell’intervento
del perito nei casi sanciti dal canone 1680 ha implícitamente escluso la possibilità di utilizzo della pericia in
altri casi, come prevede il canone 1574.” (cfr. Antonio Foderaro, Opportunità della prova periziale nelle cause di
esclusione, op.cit. p. 131).
39
IV.-REPERCUSIÓN DE LAS DISFUNCIONES PSÍQUICAS
EN LA VOLUNTAD EXCLUYENTE
107
El Código de Derecho Canónico de 1983, al igual que el de 1917, no utiliza el término de ‘simu-
lación’ sino el de ‘exclusión’ del matrimonio o de un elemento esencial, o una propiedad esencial del
mismo, (can. 1.101. 1.0). En realidad, aunque en el primer caso existe una auténtica simulación –total– en
el segundo no puede hablarse correctamente de simulación, entendida en sentido estricto, pues ésta lle-
va consigo una discrepancia entre la voluntad manifestada externamente, de contraer matrimonio, y la
reservada internamente, contraria al mismo. Sin embargo, en el supuesto de exclusión de alguno de los
elementos o propiedades esenciales del matrimonio, puede no existir tal discrepancia pues, por una parte,
no se manifiesta, al prestar consentimiento, una voluntad expresa acerca de tales elementos y propiedades
esenciales que, por tanto, no puede diferir de la verdadera voluntad; por otra, en la llamada simulación
parcial el sujeto que contrae quiere realmente contraer matrimonio, pero no el matrimonio tal como está
configurado, esencialmente, por el ordenamiento canónico. Vid., en el mismo sentido, L. DEL Amo, “La
prueba de la simulación en las causas matrimoniales”, en REDC 18, (1963) 388-389.
41
Julio Ortiz Herráiz
42
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
113
Comparto su criterio, si bien, desde un punto de vista práctico y como expongo a continuación
la causa motiva no prueba la existencia de un acto positivo de exclusión.
114
Irene Briones Martínez, en Ius canonicum 39, Nº Extra 1, (1999), pp. 817-828. (ISSN 0021-325X).
(Escritos en honor de Javier Hervada).
115
Sentencia sin publicar.
43
Julio Ortiz Herráiz
116
Está fuera de duda de que se trata de un verdadero acto positivo de voluntad, sin embargo resul-
ta interesante la valoración de la prueba que se hace en 1ª y 2ª instancia.
44
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Análisis de la prueba
45
Julio Ortiz Herráiz
no creía en el matrimonio canónico y que si se casaba por la Iglesia era sólo por
condescender con las creencias y gustos de su entonces novia, pero no por pro-
pias convicciones. Sobre el tema de la indisolubilidad afirma la demandada:
Durante el noviazgo él comentó alguna vez que era partidario de la separación
o el divorcio, si el matrimonio no funcionaba, así por ejemplo no entendía por
qué su padre no había tomado esta opción, al igual que con respecto a mi her-
mano. Antonio llegó a decir incluso que si a él le sucediese lo mismo que a su
padre, o a su futuro cuñado, que él haría lo mismo.
Así pues, deja bien claro la esposa la voluntad de rechazo de la indisolubili-
dad del matrimonio por parte del esposo debido a su falta de creencia religiosa y
ello ya en tiempo antematrimonial, por tanto tempore non suspecto. Y en la siguien-
te respuesta vuelve a insistir en la misma idea la demandada, contraponiendo
sus creencias y convicciones religiosas a las del entonces novio en relación con el
matrimonio: “Él se casó creyendo que el matrimonio era disoluble, aunque no
me hizo ningún comentario en el momento de contraerlo (…)”.
Estima que es comprensible que el esposo ocultara en aquel momento su
exclusión a su esposa en los precisos momentos de contraer, siendo sabedor,
como lo era, de sus ideas y convicciones religiosas. En la versión de la esposa es
el mismo actor quien toma la iniciativa de separarse y divorciarse rompiendo
el matrimonio, mientras que en la declaración del esposo se decía que él había
obrado así respondiendo a una invitación de la esposa. El primer caso, si la ini-
ciativa es del esposo, concordaría más aún con sus ideas divorcistas y disolubistas.
La sentencia responde afirmativamente a la fórmula de dudas y decla-
ra la nulidad del matrimonio por exclusión de la perpetuidad por parte del
esposo 117.
Segunda instancia
117
Compartimos el planteamiento de la sentencia de 1ª instancia en cuanto a la exclusión de la
indisolubilidad.
46
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
118
Cuyo posicionamiento dista mucho del expuesto en el análisis que hemos hecho de la sentencia
del Tribunal de la Rota, c. Panizo Orallo de 12 de julio de 2002, que fue confirmada por Decreto c. de
Celis Fenández de 28 de mayo de 2004.
47
Julio Ortiz Herráiz
virtual, sin que sean suficientes las intenciones habituales o, menos aún, las
interpretativas.
Exigencia primordial para la exclusión es el acto positivo y prevalente de
la voluntad en ese sentido, sea explícito o implícito 119; actual o virtual. En fra-
se de García Faílde es: “un velle non”.
A continuación, el Ponente apartándose de la línea de Panizo Orallo en
cuanto a la elocuencia de los hechos sobre las palabras, y la importancia de
los indicios y presunciones, se va por otros derroteros totalmente distintos vol-
viendo al viejo esquema probatorio de la simulación. Dice así:
No podemos confundir la verdadera voluntad excluyente con actitudes pu-
ramente intelectivas, porque los actos que radican sólo en la esfera del en-
tendimiento, no conllevan voluntariedad, y nada representan en cuanto a la
intencionalidad, o acto positivo de la voluntad 120.
Valoración de la prueba
48
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Se podría haber apelado contra esta sentencia de conformidad con los c.c.
1628 y 1630, pero a la vista de la exigencia probatoria que se hace de la simula-
ción consideramos imposible seguir intentando convencer al tribunal senten-
122
Tomado de una sentencia de c. Bruno, 1-2-1991 en SRRD V, 83, pp. 67-68.
123
Esta sentencia es un claro ejemplo de lo que indicamos de la prueba testifical y, bajo un punto de
vista objetivo, es imposible esa prueba.
124
Ante la duda que se plantea el Juez debería haber acordado la práctica de una prueba pericial.
Este es uno de los puntos donde observo el límite de la prueba de la simulación.
49
Julio Ortiz Herráiz
Valoracion de la prueba
125
Estos datos aportados se extraen del informe pericial que forma parte del dossier de la causa
en cuestión, no publicada pero localizable en su tribunal de origen, Tribunal Eclesiástico de Madrid. Estos
datos pueden confrontarse en los folios que indicamos del mencionado dossier.
50
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
51
Julio Ortiz Herráiz
52
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Valoracion de la prueba
Como en el supuesto anterior, he recogido literalmente lo que declaran porque el relato de cada
131
53
Julio Ortiz Herráiz
54
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
eso, no es de extrañar que las declaraciones del actor resulten ambiguas: ¿co-
nocía la esposa su propósito contrario a la perpetuidad o sólo lo conocían su
propia familia y sus amigos? La esposa, por su parte, se opone por completo a
la versión del actor. Mientras que entre los testigos, divididos en dos bloques,
los de la esposa dan la impresión de ser más sinceros; percibiéndose a veces
cierto “amiguismo” mal entendido entre los que apoyan al actor 132.
Valoración de la prueba
55
Julio Ortiz Herráiz
134
Más sorprendente resulta el criterio de la Defensa del Vínculo respecto al amor del demandante
a otra mujer: “aún prescindiendo, en este momento, de analizar el influjo del amor en el consentimiento
matrimonial -ya que no es el caso-, el hecho de que él se enamorara de otra mujer tras haber contraído ma-
trimonio, no significa necesariamente que no estuviera enamorado de su esposa”.
135
No compartimos el criterio de la Defensa del Vínculo: el esposo simula el matrimonio, incluso
de su confesión judicial se confirma que excluye, pero lo ocurre es que la prueba es contradictoria.
136
En este punto es donde coexisten la simulación e incapacidad para asumir las obligaciones esen-
ciales del matrimonio que trato en otro epígrafe.
56
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
bos esposos y de dos testigos, hermanas del esposo, una de las cuales ya había
declarado judicialmente en la anterior instancia. Así mismo, entre la prueba
documental, el esposo aporta tres informes de su credibilidad acerca del espo-
so, que, como viene a valorar la Defensa del Vinculo, “a nuestro juicio, poco
aportan al mérito de la causa”.
Tras el complemento de prueba practicado en la segunda instancia del
Proceso, las deficiencias probatorias que se produjeron en el tribunal eclesiás-
tico no han sido superadas, en cuanto al capítulo de exclusión de la indisolu-
bilidad por parte del esposo, juzgado como en segundo grado de Jurisdicción.
El Juez Ponente coincide con la Defensa del Vínculo en lo siguiente:
los datos obrantes en autos, a nuestro juicio, no permiten afirmar una exclu-
sión prenupcial de la indisolubilidad por parte del esposo”. En primer lugar,
prácticamente ninguno de los deponentes aporta hechos concluyentes sobre
una verdadera voluntad excluyente por parte del esposo. A lo más, cabe ha-
blar de las ideas que éste tenía al casarse y a estos efectos es necesario precisar
que las ideas, opiniones, creencias, etc. no tienen naturaleza de acto de vo-
luntad, que es lo que importa a efectos del capítulo de simulación 137.
En este sentido, el juez ponente 138 sigue la misma argumentación que la
Defensa del Vínculo. Veamos:
en las pruebas morales, el supuesto acto de voluntad del esposo aparece en
ocasiones forzado 139. No aparece con claridad la causa simulandi 140 y los he-
chos posteriores no favorecen en modo alguno la existencia de la pretendida
exclusión: la convivencia conyugal ha durado doce años y de este matrimonio
han nacido tres hijos. No es de recibo el que la mera mentalidad divorcista
lo sea, y ello porque las propensiones animi, que se quedan en el ámbito del
intelecto y no obran con un acto positivo de la voluntad excluyente de la indi-
solubilidad, no causa la nulidad matrimonial.
Pues bien, en la valoración global de la prueba, conforme venimos sos-
teniendo en el presente trabajo de investigación, la simulación se agota. Por
esta razón no se declaraba la nulidad de este matrimonio por exclusión de la
indisolubilidad del matrimonio por parte del esposo.
Sin embargo, queda el capítulo de la INCAPACITAS ASSUMENDI
DE ALGUNO DE LOS CÓNYUGES, JUZGANDO COMO EN PRIMERA
INSTANCIA.
137
La conclusión final de las sentencias que versan sobre este capítulo es la misma.
138
Francisco Ponce Gallén.
139
El subrayado es nuestro.
140
Sin embargo en la prueba pericial, el Psiquiatra sí que descubre la causa de simular que la
Defensa del Vínculo y el Ponente pasan por alto al no ser un medio de prueba de la simulación.
57
Julio Ortiz Herráiz
141
Vemos como gracias a la prueba pericial se refuerza la credibilidad del esposo.
142
Cfr., causa referida en nota 22; DSM (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos menta-
les). Clasificación americana de enfermedades mentales.
58
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
mente entrega y donación al otro cónyuge... así como de la prole (para lo cual
su personalidad obsesivo compulsiva le incapacitaba).
En su Informe o Voto técnico sobre la esposa practicado sobre el estudio
de los Autos, concluye el Sr. Perito que no se puede afirmar que la esposa pa-
deciera, al tiempo de contraer matrimonio, ningún trastorno de la personali-
dad, ni otro tipo de anomalía psíquica 143.
La conclusión del Tribunal de la Rota 144 es que del estudio de las prue-
bas personales morales y del contenido de la pericial psiquiátrica, el criterio
del Tribunal de 2ª instancia es que las deficiencias psíquicas del esposo, en el
momento de contraer matrimonio, eran suficientemente graves como para
poder hablar de verdadera incapacidad consensual en la faceta de instaurar
una auténtica comunidad de vida y amor, y por tanto para poder ser cónyu-
ge, −incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por
causa de naturaleza psíquica−, que hacen moralmente imposible instaurar la
comunidad de vida y amor propia del estado matrimonial. No se ha probado
suficientemente la incapacitas assumendi por parte de la esposa.
Bajo nuestro punto de vista es que agotada la prueba de la simulación en
cuanto a la pretendida exclusión de la indisolubilidad, en algunos supuestos
como los que analizamos, lo que subyace es una verdadera incapacidad psí-
quica que le impide al esposo gravemente asumir las esenciales obligaciones
matrimoniales y que es a la vez la causa que motiva la simulación.
Después del análisis de estos casos y volviendo a la pregunta inicial de la
repercusión que los trastornos graves y leves pueden tener sobre el proceso
voluntario, MI CONCLUSION PERSONAL es que en ocasiones ante la apa-
riencia de un simulador lo que subyace en realidad es una anomalía del psi-
quismo grave que le hace ser incapaz para asumir las obligaciones esenciales
del matrimonio del canon 1095.3, sin negar por ello que coexistan incapaci-
dad y simulación o más aún, que el incapaz pueda simular.
143
Cfr. II Inst. f. 94, del dossier de esta 2ª causa, loc. cit. nota 22.
144
En la PARTE DISPOSITIVA de la sent. c. Ponce Gallén de 11 de mayo de 2010 declaratoria
de la nulidad matrimonial en primer grado de jurisdicción, se indica: “QUE SÍ CONSTA LA NULIDAD
DEL MATRIMONIO DEBIDO A FALTA DE VÁLIDO CONSENTIMIENTO POR INCAPACIDAD DEL
ESPOSO PARA ASUMIR LAS OBLIGACIONES ESENCIALES DEL MATRIMONIO POR CAUSAS DE
NATURALEZA PSÍQUICA.”
“QUE NO CONSTA LA NULIDAD DE ESTE MATRIMONIO POR INCAPACIDAD DE LA
ESPOSA PARA ASUMIR LAS OBLIGACIONES ESENCIALES DEL MATRIMONIO POR CAUSAS DE
NATURALEZA PSÍQUICA.” JUZGANDO COMO EN SEGUNDA INSTACIA: Que procede confirmar, en
segundo grado de proceso, la sentencia dictada por el Tribunal Metropolitano de Madrid en la causa de
nulidad de matrimonio con fecha once de diciembre de dos mil siete, en cuanto a exclusión de la indi-
solubilidad del matrimonio por parte del esposo, y NO CONSTA LA NULIDAD DEBIDO A FALTA DE
VÁLIDO CONSENTIMIENTO POR EXCLUSIÓN DE LA INDISOLUBILDAD DEL MATRIMONIO POR
PARTE DEL ESPOSO.
59
Julio Ortiz Herráiz
Las factispecies pueden ser diversas y muy variadas; de entre ellas, nos
gustaría referirnos sucintamente, a los supuestos de exclusión de la fidelidad
al llamado acting-out. Se trata de una cuestión pionera de la relación entre si-
mulación e incapacidad −que ya ha cumplido más de 60 años, pues se planteó
por vez primera en la famosa sentencia c. Heard, de 19 de enero de 1942−; en
aquella ocasión, se trataba de evaluar la hipersexualidad (ninfomanía) como
incapacitas bonum fidei servandi, la cual habría llevado a la mujer a simular.
Se trata de hipótesis en las que la extrema frecuencia de relaciones con
partners diversos no es sino la respuesta a situaciones humanas de “desadapta-
ción” que van más allá de la plena consciencia del sujeto; es decir, situaciones
en las que el sexo se convierte en un escape, en un intento inconsciente de
evadirse, de evitar los problemas que afectan seriamente a la esfera psicoló-
gica del individuo. Está claro que este recurso –basado, en última instancia,
en comportamientos exteriores que responde a la estructura de estímulo-res-
puesta–, no puede satisfacer las diversas inquietudes del individuo, de modo
que la insatisfacción permanecerá, incluso se agravará, y necesitará de nuevas
“escapadas-huidas”; así sucesivamente. Este acting-out no es sino un sustituto
de la consciencia y de la verbalización de los sentimientos y de los problemas,
una respuesta inmadura y primitiva a ciertos eventos de la vida. Este tipo de
individuos, cuyo comportamiento suele tener una etiología patológica, irán
construyendo una especie de superestructura que poco a poco va suplantan-
do la personalidad, convirtiéndose en un auténtico modus vivendi. Son sujetos
que son víctimas de una psicología patológica, que en el ámbito volitivo le
hará incapaz de responder a los problemas afectivos, haciendo imposible el
control de la propia esfera sexual. Semejante debilidad volitiva implicará un
estado de incapacidad a la hora de decidir sobre sí, sobre la propia donación
total y exclusiva al otro cónyuge. En estos casos, más que ante un sujeto que
excluye la unidad-fidelidad conyugal, estaremos ante sujetos que no pueden
cumplir con la entrega-donación exclusiva y fiel y se trate de una hipótesis
de incapacidad de asumir las obligaciones esenciales del matrimonio; en este
caso, se requerirá un mayor empeño probatorio, con el fin de demostrar la
existencia de una patología subyacente a este particular tipo de incapacidad
(hiperestesia sexual, en las formas de satiriasis y de ninfomanía). Esto es:
Sustinui mus postea quod cum consensus nuptialis in essentia certe vitiatur
ab illo qui unicitatem vinculi non acceptat, propositum in ipso momento
nuptiarum exclusivitatem copulae fragendi, id est, commercium sexualem
cum tertia habendi, consensum simulatum et proinde invalidum non ex se
inducit. Sub aspectu yero morali, colere talem intentionem absdubio pecca-
tum secum fert, et quiden grave; sub aspectu tamen jurídico, non necessarie
implicat simulationem, quae consistit nempe in quodam consensu deficien-
60
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
145
Sent. c. Burke, 17 -6-1993, en Ius Ecclesiae 7, (1995), p. 221.
146
Rosa María López López, “El Derecho Canónico ante las patologías y carencias en la forma-
ción de la personalidad”, en Jorge Otaduy (Editor), Derecho Canónico en tiempos de cambio, (Actas de las XXX
Jornadas de Actualidad Canónica), Dykinson, Madrid, 2011, pp. 69-90, y en concreto p. 89.
147
S. Panizo Orallo, “La normalidad/anormalidad para consentir en el matrimonio: criterios
psicológicos y canónicos”, en Curso de Derecho matrimonial y Procesal Canónico para Profesionales del Foro, X,
Salamanca 1992, p.59.
61
V.- EL SUJETO INCAPAZ PARA EL MATRIMONIO
PUEDE TAMBIÉN SIMULAR
63
Julio Ortiz Herráiz
148
El Código de Derecho Canónico de 1983, al igual que el de 1917, no utiliza el término de ‘si-
mulación’ sino el de ‘exclusión’ del matrimonio o de un elemento esencial, o una propiedad esencial del
mismo, (can. 1.101. 1.0). En realidad, aunque en el primer caso existe una auténtica simulación –total– en
el segundo no puede hablarse correctamente de simulación, entendida en sentido estricto, pues ésta lle-
va consigo una discrepancia entre la voluntad manifestada externamente, de contraer matrimonio, y la
reservada internamente, contraria al mismo. Sin embargo, en el supuesto de exclusión de alguno de los
elementos o propiedades esenciales del matrimonio, puede no existir tal discrepancia pues, por una parte,
no se manifiesta, al prestar consentimiento, una voluntad expresa acerca de tales elementos y propiedades
esenciales que, por tanto, no puede diferir de la verdadera voluntad; por otra, en la llamada simulación
parcial el sujeto que contrae quiere realmente contraer matrimonio, pero no el matrimonio tal como está
configurado, esencialmente, por el ordenamiento canónico. Vid., en el mismo sentido. L. Del Amo, “La
prueba de la simulación en las causas matrimoniales”, en REDC 18, (1963) 388-389.
149
Sentencias: c. Sabattani, 21-6- 1957, en SRRD 49, dec. 132; c. Pinna, 4-4-1963, en SRRD 55, dec.
50; c. Mattioli, 22-10-1964, en SRRD 56, dec. 134; c. Ewers, 22-6- 1968, en SRRD 60, dec. 133; c. Lefebvre,
10-7- 1971, en SRRD 63, dec. 159, etc.,
64
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
150
SRRD 55, dec. 157, pp. 961-962.
151
Sent. c. Sabattani, 11-1-1963, en SRRD 55, dec. 4.
152
Sent. c. Parrillo, 12-8-1929, en SRRD 21, dec. 52; c. Lamas, 15-3-1956, en SRRD 48, dec. 57; c.
Mattioli, 11-12- 1958, en SRRD 50, dec. 210.
153
Sentencias: c. Lefebvre, 26-4- 1958 en SRRD 50, dec. 85; c. Heard, 27-6- 1959, en SRRD 51, dec.
115; c. Lefebvre, 19 -12-1959, en SRRD 51, dec. 185.
154
Ya en el período de revisión del Código fue rechazada una sugerencia que pretendía incluir una
referencia expresa a los tres bienes clásicos –“bonum fidei”, “bonum prolis” y “bonum sacramenti”−, Víd.
Communicationes 9, (1977) 374-375.
155
J.M. Martinell, “Matrimonio canónico y simulación: Cuestiones controvertidas del can. 1.086
y de su modificación en el Proyecto de la reforma del C.I.C., J.C. 21 (1981) 188 y SS”, en Ius Canonicum
Vol. XXI, nº 41 (1981); A. BERNÁRDEZ CANTON, Compendio de Derecho Matrimonial Canónico,Tecnos, 9ª
ed., Madrid, 2006, pp. 188-189; J.J. GARCÍA FAILDE, “Nulidad matrimonial. Inexistencia o ineficacia jurí-
dica del consentimiento”, en Curso de Derecho matrimonial y procesal canónico para profesionales del foro, Vol. 5,
Bibliotheca Salmanticensis. Estudios 50, Salamanca, Universidad Pontifica, 1982, pp. 91-124. El mismo autor
recoge una serie de sentencias que se expresan en este sentido, a saber: c. Lefebvre, 31 -1-1976, en EIC
32, (1976), p. 285; c. Parisella, 11-5- 1987, en M.E. 103, (1978), p. 395; c. Pinto, 20 -4-1979, en M.E. 104,
(1979), p. 396; idém., 23-11-1979, en M.E. 105, (1980), p. 393; idém., 18 -12-1979, en M.E. 105, (1980), p. 376.
(102) “Ninfomanía e causa di nullita matrimoniale”, en IDE 71, (1970) pp. 162-163 y 179. En el mismo sen-
tido, F.R. Aznar Gil, “La incidencia de las desviaciones sexuales en el consentimiento matrimonial (1965-
1984)”, en REDC 41, (1985), p. 93.
156
Y se complica mucho más si nos adentramos en el análisis de la exclusión del derecho y el ejerci-
cio del derecho. Una cuestión determinante que requiere sin duda un análisis teórico y doctrinal.
65
Julio Ortiz Herráiz
Un sector que sigue la línea de Serrano Ruiz se decanta tanto por la pure-
za de la naturaleza de los capítulos como por la pureza del criterio canónico,
y considera que hasta ahora las causas de nulidad por exclusión −como todas
las demás que no sea de incapacidad e impotencia− han recabado para sí un
tratamiento que por mantenerse más alejado de la técnica psiquiátrica se con-
sidera más jurídico y judicial 157 y, sin descartar la influencia de las ciencias psi-
quiátricas, se pone en tela de juicio las aportaciones de la pericia psicológica
y psiquiátrica, en el sentido de que se produce una contaminación procesal
indebida, llegando a la conclusión de que los jueces que han apostado por “la
conexión” violentan el sentido de la ley.
En este sentido, Serrano afirma lo siguiente:
Quien excluye en el matrimonio es consciente, al menos objetivamente, de la
reserva que vicia su consentimiento, mientras que la incapacidad no advierte
con precisión- según los casos, hasta ignora y no percibe-, lo que invalida el
acuerdo consensual y lo hace meramente aparente 158.
Desde este punto de vista, resulta imposible la acumulación por razones
obvias: el individuo puede carecer de uso de razón, de discreción de juicio o
simplemente ser incapaz para asumir las obligaciones matrimoniales y, por
tanto, no puede contraer; de ahí que, el matrimonio celebrado por una per-
sona que adolece de este perfil psicológico “es un negocio jurídico imposible
porque el sujeto carece de la facultad de disponer del objeto del contrato, es
decir, no puede comprometer la realización de las prestaciones personalísi-
mas que están en la esencia del objeto del matrimonio” 159. Por el contrario, el
individuo simulante no quiere celebrar nupcias o tiene intención de contraer
pero excluye positivamente algún elemento o propiedad esencial, teniendo
plena capacidad para asumir dichas obligaciones conyugales; es un problema
de voluntad.
Dentro de esta línea, S. Villeggiante sostiene que una persona incapaz
no puede ser sujeto de simulación pues, según él, sólo aquel que es capaz de
obligarse puede ser considerado capaz de excluir, por un acto positivo de la
voluntad, las obligaciones inherentes al contrato matrimonial. Sólo el que es
capaz de formular y prestar válidamente el consentimiento puede ser capaz
de simularlo. Y añade el autor:
157
J. Mª. Serrano Ruiz, “EL acto de voluntad por el que se crea o se frustra el consentimiento”, en
Revista Española de derecho Canónico, (1994), 587.
158
J. Mª. Serrano Ruiz, “Incapacidad y exclusión: afinidades y divergencias entre los dos temas de
nulidad de matrimonio”, en Curso de Derecho matrimonial... 5 (1982) 191-192; idém., Sentencia, c. de 5 abril
1973, en Nulidad de matrimonio coram Serrano, Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 1981, p. 23,
n. 6.
159
M. LOPEZ ALARCÓN – R. NAVARRO VALLS, Curso de Derecho Matrimonial canónico y concordado,
Tecnos, Madrid 1994, p.162.
66
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
160
“Ninfomanía e causa di nullità matrimoniale”, en IDE, 71 (1970), 162-163 y 179. En el mismo
sentido, F.R. AZNAR GIL, “La incidencia de las desviaciones sexuales en el consentimiento matrimonial
(1965-1984”), en REDC 41 (1985) 93.
161
Ya en el período de revisión del Código fue rechazada una sugerencia que pretendía incluir una
referencia expresa a los tres bienes clásicos –“bonum fidei”, “bonum prolis” y “bonum sacramenti”–. Víd.
Communicationes 9, (1977), 374-375.
162
J.M. Martinell, “Matrimonio canónico y simulación. Cuestiones controvertidas del can. 1.086 y
de su modificación en el Proyecto de la reforma del C.I.C.”, J.C. 21 (1981) 188 y ss; A. Bernárdez Canton,
Compendio de Derecho Matrimonial Canónico, op. cit., pp. 188-189; J.J. García Faílde, “Nulidad matrimo-
nial. Inexistencia o ineficacia jurídica del consentimiento”, en Curso de Derecho..., 5 (1982), pp. 107-108.
El mismo autor recoge una serie de sentencias que se expresan en este sentido: c. Lefebvre, 31-1-1976, en
EIC 32, (1976), 285; c. Parisella, 11-5-1987, en M.E. 103, (1978), 395; c. Pinto, 20-4- 1979, en M.E. 104,
(1979), 396; idém., 23-11-1979, en M.E. 105, (1980), 393; idém., 18 -12-1979, en M.E. 105 (1980), 376. (102)
“Ninfomanía e causa di nullita matrimoniale”, en IDE, 71, (1970). 162-163 y 179. En el mismo sentido, F.R.
Aznar Gil, “La incidencia de las desviaciones sexuales en el consentimiento matrimonial (1965-1984)”, en
REDC 41, (1985), 93.
67
Julio Ortiz Herráiz
163
0. GIACCHI, Il consenso nel matrimonio canonico, op. cit., pp. 96-97; J.M. Martinell, Matrimonio
canónico y simulación, op. cit., p. 172.
164
Quizá en estos casos es donde podría plantearse la posibilidad de que existiese una simulación
implícita o virtual.
165
Cfr. Monitor Eccleiasticus CXII, (1987), 464 ss.
166
Una sentencia que presenta las mismas características es la del Tribunal Eclesiástico de
Barcelona, de 6-IV-1987, siendo Ponente de la misma D. Jaime Riera Rius, en Colectánea de Jurisprudencia
canónica 28, (1998), 393 ss.
167
L. Ruano, La incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas psíqui-
cas, como capítulo de nulidad, Bosch, Barcelona, 1989, pp. 79-80. En el mismo sentido, F.R. Aznar Gil,,
Incapacidad de asumir (c.1095,3º) y jurisprudencia de la Rota Romana, en REDC 53 (1996), 24; Víd., sobre las
diferencias entre esta incapacidad y la del nº 2, M. l’abbé Gaston Candelier, “La relation entre le 2º et le
3º du canon 1095”, en Studia Canonica 312, (1998) 47-95.
68
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Se ha podido sustentar esta hipótesis con más solidez en el caso del 1905
§ 3 o “l’incapacité exécutive”, como lo denomina Pompedda 168. El nº 2 se descarta
mayoritariamente por la jurisprudencia 169 y no le falta razón. Si tenemos en
cuenta que la simulación consiste en una voluntad positiva de exclusión del
matrimonio mismo, o de alguno de sus elementos o propiedades esenciales,
es claro que en cualquiera de estos supuestos se necesita, en el que excluye, la
discreción de juicio y libertad que, al menos, es necesaria para prestar el acto
de consentimiento matrimonial, lo cual no sería posible si, al mismo tiempo,
quien se dice simulador no tiene la discreción de juicio y libertad suficiente
para consentir en el matrimonio.
Según estos principios de teoría, 170 se impone que procesalmente estos
dos capítulos, cuando se invocan en una y sola persona que solicita por ambas
razones la nulidad de su matrimonio, debe hacerse subsidiariamente, es decir,
ha de tratarse, en primer lugar, por el capítulo de grave defecto de discreción
de juicio y falta de libertad; si consta la nulidad del matrimonio por este ca-
pítulo no ha lugar a tratarse por el capítulo de simulación, porque si no es
capaz de consentir el matrimonio tampoco se es capaz de excluir. Si no consta
de la nulidad por el primer capítulo se ha de tratar por el segundo capítulo
invocado, porque el contrayente puede tener capacidad para consentir, pero
puede haber excluido el consentimiento al excluir algún elemento esencial
del mismo. Así lo recoge una c. Egan, que cuando trata sobre los capítulos en
cuestión, dice así:
Si alguien es incapaz de contraer matrimonio válido porque no puede pres-
tar el acto del consentimiento con la “voluntad deliberada” que exige un
asunto tan grave como el matrimonio. i.e., porque le falta “la discreción de
juicio debida”, es incapaz también de excluir el bien de la fidelidad con una
acto positivo de voluntad. Así pues, en las causas de nulidad de matrimonio
por estos dos capítulos de nulidad es necesario preguntarse primero por el
defecto de discreción debida, y, sólo cuando aparezca que no consta esto, es
lícito investigar sobre la exclusión del bien de la fidelidad. 171
Hasta aquí grave defecto de discreción versus simulación, sin embargo,
difícilmente sería posible la acumulación si se trata de incapacidad por amen-
168
M. Pompedda, “Lectura du canon 1095 du Code de 1983 á la Lumière de la Doctrine et de la
jurisprrudence”, en L’annèe canonique 35, (1992), 263.
169
En este sentido, la sentencia coram Faltin, Reg. Insubris seu Brixien: 14-12- 1994, alcanzada la
certeza de la falta de discreción de juicio por alcoholismo, considera que no cabe proponer ni exami-
nar la exclusión del bounm sacramenti. Cfr. en Jurisprudentia Tribunalis Apostolici Roate Roamane, en Monitor
Eccleiasticus, pp. 380-398. En el mismo sentido, la sentencia c. Bruno, Reg. Flaminii seu Bonnonien, 7-7-
1995, Jurisprudentia Tribunalis Apostolici Rotae Romanae, en ME, (1997), 198-213.
170
Bajo mi punto de vista no dejan de ser una mera teoría, toda vez que como expongo más adelan-
te no tiene que ver nada con la práctica.
171
TASRRD, sent. c. Egan, 1-3-1984, en F. Della Rocca, op.cit., p. 221.
69
Julio Ortiz Herráiz
cia, propiamente dicha, pues en tal caso sí que había que admitir el mayor
grado de deliberación que se requiere para excluir 172.
La sentencia de 24 de octubre de 1996, del Tribunal Diocesano de
Tournai, 173 declara la nulidad por incapacidad, c.1095 § 2 y 3 y por exclusión de
la indisolubilidad en el mismo contrayente incapaz. En este supuesto, el esposo
entra en el cuadro patológico del narcisismo, lo que le impide desarrollar en la
vida conyugal, la alteridad. Planteadas las relaciones vitales e insoslayables entre
los planos intelectivo/volitivo con respecto al objeto formal del matrimonio y,
ponderados todos los hechos, el Tribunal se decanta por considerar que “el nar-
cisismo provoca una incapacidad para realizar el bien de los cónyuges en igual-
dad, y un rechazo consciente de la indisolubilidad del lazo conyugal”.
Como bien apunta la Profesora Briones Martínez, se refleja con claridad
una conexión que sería imposible establecer en el contexto de un Derecho
Canónico estático y a los trabajos preparatorios del mismo; de ahí que el ar-
mazón central y decisivo en una causa sea la prueba y la ponderación correcta
de los hechos 174. En este mismo sentido advierte Viladrich:
Un defecto radical en la estructura esencial del matrimonio si es constitu-
tivamente estructural, se manifiesta siempre en precedentes, en el período
coetáneo y en el subsiguiente al momento nupcial, constituyendo, sea cual
sea la modalidad de los hechos singulares, un continuo biográfico, que es
precisamente la línea a probar para alcanzar la certeza de que el defecto es
de índole radical 175.
Nosotros disentimos de la visión mayoritaria doctrinal y jurisprudencial,
toda vez que se queda en lo teórico y no se ajusta a la complejidad que se en-
cierra en la biografía de cada persona. Una jurisprudencia minoritaria así lo
recoge en sus fundamentos de Derecho, como la sentencia, c. Pompedda, de
19 de octubre de 1992, admitiendo que, cuando la incapacidad para asumir
las obligaciones esenciales supone no tener capacidad de poner un acto hu-
mano para la generación de la prole, se puede examinar al mismo tiempo la
simulación 176.
172
J.M. Serrano Ruiz, “Incapacidad y exclusión: afinidades y divergencias entre los dos grandes
temas de nulidad de matrimonio”, en AA.VV., Curso de derecho matrimonial y procesal para profesionales del foro
V, Salamanca 1982. pp. 175-202.
173
Cfr. en Il Diritto Eccleiastico II, (1997-2), 35-50.
174
Irene María Briones Martínez, “La simulación parcial: Conexión y diferencias con la incapa-
cidad psíquica consensual” en Ius canonicum 39, Nº Extra 1, 1999 (ejemplar dedicado a: Escritos en honor
de Javier Hervada), págs. 817-828.
175
P.J. Viladrich, Estructura esencial del matrimonio y simulación del consentimiento, EUNSA, Pamplona,
1997, p.55.
176
Leemos una buena distinción entre incapacidad y exclusión voluntaria en la sentencia del
Tribunal del arzobispado de Barcelona, con fecha 30 de septiembre de 1993, en Revista Española de derecho
Canónico, (1194), 830.
70
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Sin embargo, la praxis judicial es otra realidad bien distinta. Desde hace
años como refieren las estadísticas fiables y confirma la práctica en los tribu-
nales eclesiásticos, un altísimo porcentaje de las demandas de nulidad matri-
monial cursa invariablemente por alguno de los títulos que se consigna en los
apartados del canon 1095, más especialmente en el 2º y más todavía en el 3º.
177
Estas veinte causas de nulidad que presento son en su mayoría y hasta la fecha inéditas, salvo la
causa nº 20, que aparece en un libro publicado, al que refiero cuando procede. Estas veinte causas provie-
nen de mi práctica profesional y han sido seleccionadas por su valor paradigmático en la cuestión que nos
ocupa, sin por ello haber utilizado un criterio de selección que favorezca llegar a unas conclusiones previs-
tas de antemano. Tal y como se verá, estas veinte causas de nulidad son un fiel reflejo del panorama real de
la praxis jurídica de los tribunales eclesiásticos.
178
La prueba pericial fue realizada por un experto Perito, cuya identidad no referimos por motivos
obvios de confidencialidad, y sin cuya colaboración esta parte de nuestra investigación no hubiese sido
posible, ya que a su buen hacer profesional hay que añadir todas las posteriores valoraciones-resumen, que
introduce en cada uno de los casos, y que recapitula en una visión de conjunto, llevando a cabo en todo
momento cualquier aclaración que ha considerado necesaria para un lector que no esté familiarizado con
este campo concreto de la psicología y psiquiatría.
71
Julio Ortiz Herráiz
PRUEBA PERICIAL.
(Practicada a los esposos)
179
Estos resúmenes de los peritajes se encuentran depositados en los archivos de mi despacho
profesional y referimos fielmente el contenido de los mismos, tan solo ocultamos la identidad real de los
protagonistas sometidos a pericia, así como el nombre de familiares, amigos, empresas, etc., respetamos,
por ejemplo, cuestiones fundamentales como nº de hijos, años de duración del matrimonio, etc., pero
ocultamos sus nombres y cualquier otro dato que pudiese servir para identificar a los protagonistas de las
causas de nulidad o de sus diagnósticos psicológicos. Por ello hemos sustituido sus nombres por D. XXXX
y Dª. YYYY, el esposo, la esposa, él, ella, el periciado, la periciada, etc., Cuando mencionamos a los testigos,
los llamamos XYXY o simplemente con una inicial, también lo sustituimos por el padre, la madre, el hijo, la
hermana, el amigo, etc.
180
Sentencia no publicada, al igual que las dieciocho siguientes, únicamente la nº 20 se recoge en
un trabajo que referimos en su momento, sin embargo, huelga decir que todas estas causas se encuentran
depositadas en los Archivos de causas de nulidad de mi despacho profesional y en los tribunales eclesiásti-
cos originarios de la causa.
72
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Fue un noviazgo que duró 17 meses, tormentoso desde sus inicios, con
constantes enfrentamientos y desencuentros 181, que no cesaron con la proxi-
midad de la boda. El esposo, para salir de las discusiones, se disculpaba por
todo, aunque fuera ella quien provocara las situaciones violentas, que no aho-
rraba durante estas peleas los malos modos, las agresiones verbales y los insul-
tos obscenos, cuando estaba enfadada, con evidente pérdida de control.
Ambos hablaron en varias ocasiones que el matrimonio no era para siem-
pre, basándose en las experiencias ajenas, sobre todo a partir de los fracasos
de los padres del esposo y del hermano de la esposa. Ella quería casarse en
los Jerónimos, con posterior celebración en el Ritz, porque los consideraba
una necesidad social. La boda se decidió en un café, con un calendario en la
mano, porque la madre de ella les dijo que, si ya tenían trabajo y casa 182, era
hora de que se casaran. Todo ello envuelto en una gran frivolidad, puesto que
ninguno de los dos estaba enamorado.
Una vez juntos en convivencia, no coincidían en nada: ni en su carácter,
ni en sus aficiones, ni en sus deseos, ni en su educación y ambiente familiar.
No obstante, el primer año de matrimonio se soportaron mutuamente.
Las relaciones íntimas continuaron –como antes de contraer− muy espo-
rádicamente, marcando la esposa los tiempos y los momentos y que única-
mente se normalizaban cuando ella impuso quedarse embarazada. Es muy
importante destacar en qué consistió el deseo de embarazo de la esposa: tenía
como proyecto inexcusable “tener la parejita”. Cuando consideró que era el
momento de cada embarazo, accedía y presionaba para mantener relaciones
íntimas frecuentes. Y ante la negativa del esposo a tener hijos, ella intenta-
ba comprarle. El paradigma de esta actuación fue el embarazo de la 2ª hija,
ante el que el esposo se negaba rotundamente, pero ella, sabiendo el deseo de
aquél por comprarse un coche nuevo, negoció con él quedarse embarazada a
cambio de permitirle el capricho del nuevo coche.
Tras el nacimiento de la hija pequeña, se inició una temporada en la que
ella le trataba sádicamente, hasta llegar a empujarle en algunas discusiones e
impedirle entrar a la habitación conyugal para ocupar su lugar en el lecho.
Por parte de la esposa era una necesidad social el tener “la parejita”; y no
dudó en comprar al esposo para tal menester, puesto que sus relaciones se-
xuales, fuera de esta misión eran prácticamente inexistentes. Por parte del pa-
dre, existía una negativa nítida a tener hijos, en aquellos momentos al menos,
quizás por tener conciencia de su inmadurez personal, quizás por su negativa
experiencia como hijo.
181
Decl. del esposo (15/04/04), p. 1, a la 1ª: “Fue un noviazgo tumultuoso, cuando yo decía blanco ella
decía negro”.
182
Al esposo le había regalado su padre un piso.
73
Julio Ortiz Herráiz
74
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Con su madre alcohólica desde que él era niño es fácil deducir las caren-
cias, en cuanto a investimiento afectivo, que hubo de padecer. La intoleran-
cia que esto provocaba en su padre −lógica, por otra parte−, generaba cons-
tantes peleas a las que la madre reaccionaba agresivamente haciendo gala de
una incontinencia verbal. El drama familiar impidió que durante su infancia
y adolescencia el periciado pudiera establecer unos criterios mínimos de lo
que significaba una relación afectiva y de cuáles pudieran ser los parámetros
sobre los que han de discurrir las emociones en clave gratificante y de bien-
estar interior. Desde esta perspectiva teórico-clínica se pueden entender sus
declaraciones 183.
Ante su ambiente familiar de inestabilidad crónica y generadora de an-
gustia, en un niño pequeño se produce el impedimento de poder crecer or-
ganizándose un criterio de qué elementos son esenciales en la formación de
una pareja. Puede tener una clara aversión a repetir situaciones parecidas,
pero no siempre es así, ya que nuestro psiquismo tiende a reactualizar lo vivi-
do traumáticamente en reiterados intentos –fallidos casi siempre− de resolver
aquellas situaciones en las que quedamos anclados y atrapados, sobre todo si
se trata de nuestras relaciones parentales.
A esto debemos añadir la circunstancia de haber sido rechazado por mo-
tivos socio-económicos, por una novia a quien él quería, justo antes de su en-
cuentro con quien después sería su esposa.
Lo que sí que es cierto es que en el noviazgo ya quedó patente la imposibi-
lidad del esposo para establecer en aquellos momentos una relación de amor
basada en una adecuada y saludable canalización de sus sentimientos. Su in-
madurez afectiva le aboca a ubicarse en una relación de dependencia de otras
personas que prometen −tácita o expresamente− un avance en los aspectos
externos y superficiales de su vida (trabajo, posición social, dinero, etc.).
Su tendencia a utilizar los mecanismos de defensa de idealización y regre-
sión ante la desestabilización que le producen las situaciones conflictivas fa-
cilitaron su conducta acomodaticia y su dejarse llevar hacia algo tan impor-
tante como es el matrimonio, sin importarle demasiado su desacuerdo con
algunas de las obligaciones esenciales que comportaba 184, y sin poder hacer
una reflexión sobre las características personales de la mujer con quien iba a
183
Decl. del esposo (15/04/04), pág.3, a la 3ª: “... pero que comentados los hechos después con algunos
amigos, me han reconocido que aquella inmadurez que he hecho referencia a algunos pasos de mi vida como este matri-
monio, no son más que consecuencia de aquel desorden de ideas, sentimientos que son la única explicación a la vorágine
de impulsos que yo viví desde niño. Una persona así no puede ver claro, ni puede responder muchas veces por qué hace
ciertas cosas y por qué omite otras.”.
184
Avalado por la experiencia de sus padres, separados tras una desastrosa vida en común, no creía
en la indisolubilidad del matrimonio ni tampoco era proclive a tener hijos que sufrieran como él había
sufrido.
75
Julio Ortiz Herráiz
185
Decl. del testigo D. XYXY (1/04/04), pág. 2, a la 4ª: “... el esposo creo que, entre los motivos que tenía,
era salir del problema familiar y vio una puerta para salir el casarse con YYYY” “... por eso se casó, porque me consta que
él lo que quería era salir de la infelicidad en que vivía.”
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 3, a la 3ª: “Yo nunca he manifestado a YYYY que estuviera enamorado de
ella ni de que la quisiera... ni manifestado cualquier clase de ternura o cariño.”
186
CIE-10 (clasificación internacional de enfermedades mentales). Clasificación europea de enfer-
medades mentales.
187
(F60.8) es la numeración que corresponde al Trastorno de Personalidad Inmadura.
188
Facilitaba las infidelidades de su hermano, conminando incluso al esposo a que participara de la
mentira.
76
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
189
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 2, a la 2ª: “A mí de YYYYY la obsesión que ella tenía con el no comer
en un culto clarísimo al cuerpo. No ha habido tratamiento psicológico, pero sí tenía que haber habido por este tema.”
190
Decl. de la testigo Dª XYXY (15/04/04), pág. 1, a la 3ª: “...poco cariñosa y muy pendiente de sí mis-
ma”... “En aquella relación de noviazgo faltaba el amor, no se manifestaba, no había manifestaciones ni afectivas ni
cariñosas”·
Decl. del testigo D. XYXY (16/04/04), pág. 1, a la 2ª: “Ella era una mujer muy apática, introvertida, muy
seca y seria en sus manifestaciones afectivas (manifestaciones que yo no he visto nunca)”.
191
En los Jerónimos y en el Ritz.
192
Desde hace dos años imposibilita que se cumpla el régimen de visitas impuesto por el Juez.
193
La contratación de entre 15 o 20 niñeras diferentes para atender a sus hijas durante su etapa de
bebés y primeros años de vida de éstas.
194
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 2, a la 2ª: “A mí me desagradaba de ella su egoísmo, prepotencia y que
era incapaz de reconocer sus faltas.”
195
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 2, a la 2ª: “YYYY venía de un noviazgo de 10 años cuando empezó
conmigo, hasta el punto que hubo un momento que salía con los dos a la vez, por eso le dije que optara por uno de los
dos”.
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Julio Ortiz Herráiz
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 1, a la 1ª: “Una ruptura fue con motivo de un flirteo de ella con un terce-
ro.... fue diez días antes de la boda”.
196
Decl. del esposo (15/04/04), pág. 3 y 4, a la 3ª:... “personalmente yo no quise tener la segunda hija y
lamentablemente tengo que añadir que por ser una decisión de ella, consultada previamente a su hermano, yo accedía por
el precio de un coche, que es lo que ella me compró.”
78
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
como una puesta en escena manipuladora para el logro de sus propios intere-
ses. Así pensamos que no ha podido establecer una comunidad de amor en la
solidaridad, en la comprensión y en el diálogo. Del mismo modo, considera-
mos la relación con sus hijas como un factor generador de inestabilidad para
las menores, ya que antepondrá su imagen social y sus ambiciones al bienestar
de la prole.
Las dificultades en la relación sexual, declaradas por el esposo, encajan
en las patologías descritas, puesto que la entrega del cuerpo en el amor es una
prolongación de los sentimientos y de la conexión entre sus espíritus.
Las relaciones sexuales fueron muy poco frecuentes, salvo cuando quería
tener las hijas. Esto también es una manipulación de los encuentros sexuales
con el esposo. Quería la parejita: cuando él decidió no tener ya más hijos de
una forma irreductible, ella se enojó porque “si se muere una de mis hijas,
qué hago yo”. Es una necesidad alejada del deseo de hijo, es más bien es un acto
marcado por la necesidad de hijo y fundamentado en la completud narcisista
que parece haber perseguido permanentemente, ya que esta frase implica un
mayor dolor por lo que a ella le faltaría si falleciera una de sus hijas, importan-
do menos lo que a la niña hipotéticamente pudiera sucederle. Pertenece al
tipo de personas a quienes cualquier desgracia ajena lo es en tanto en cuanto
repercute de alguna forma en ella.
***********************
PRUEBA PERICIAL.
(Practicada a la esposa)
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Julio Ortiz Herráiz
80
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
197
Fol. 150 de 1ª instancia (Sentencia definitiva del V. T. ECCO. de Bilbao).
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Julio Ortiz Herráiz
PRUEBA PERICIAL:
(Practicada al esposo)
198
Tal y como hemos explicado en una nota anterior, cada trastorno o anomalía contemplada en
estas dos clasificaciones (CIE y F60) tiene su número identificador y que en este caso refieren un “Trastorno
Antisocial de la Personalidad”.
199
Decl. de la esposa: “La iniciativa de casarse fue de él, insistiendo reiteradamente en que nos casáramos”.
200
Decl. del esposo: “Nuestro tiempo de convivencia duró tan solo seis meses y en este tiempo, si yo quería estar
con ella, tenía que estar volando. El mayor periodo de tiempo que hemos estado juntos ha sido durante la luna de miel”.
201
Decl. del esposo: “Lo que vi en principio en YYYY es lo que entra por los ojos, que era una mujer bonita y
rodeada del encanto propio de su profesión y edad.”
82
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
83
Julio Ortiz Herráiz
***********************
208
Decl. del esposo: “Entonces nos planteamos, para darle cierta estabilidad a esa relación, vemos que la
salida lógica es el matrimonio. Por eso decidimos casarnos”.
209
Decl. de la madre del esposo: “Se casaron porque les dio el siroco, porque yo ya dije más arriba que ambos
salían de una relación de experiencia negativa y pensaron que ésta era la salida a su situación angustiosa. Por lo menos,
eso pienso de mi hijo”.
210
Decl. de la madre de la esposa: Mi hijo se casó por la Iglesia porque no se podía pensar que lo hiciera de
otra manera, por tradición familiar”.
84
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
PRUEBA PERICIAL:
(Practicada a la esposa)
85
Julio Ortiz Herráiz
aceptaba casarse, pudiera quedarse solo (fol. 34, a la 3ª) fue determinante, y la
presión de la madre también.
En cualquier caso, la boda se preparó rápidamente; ambos tenían pri-
sa, aunque por causas diferentes. Los padres del esposo colaboraron desde
Madrid, ante la ausencia de los contrayentes, para las gestiones burocráticas.
El esposo cree que estaba enamorado de ella y que este amor estaba basa-
do exclusivamente en el importante atractivo físico que ella ejercía sobre él,
puesto que no encontraba en su novia ni el diálogo y la comunicación a los
que él estaba acostumbrado, ni una actitud comprensiva hacia su forma de
sentir y de pensar; no obstante, creía que todo mejoraría con el matrimonio y
que éste sería para toda la vida. Es decir que confundió deseo imaginario con
realidad.
Ni antes ni después de la celebración del matrimonio existió una comu-
nicación fluida entre los esposos, debido al carácter voluble de la esposa, a
quien le resultaba muy difícil mantener una conversación sobre temas de cier-
ta profundidad, sin alterarse y provocar el corte del diálogo.
Curiosamente, del mismo modo que la abstinencia propuesta por el espo-
so durante el noviazgo no provocó ningún tipo de ansiedad en la esposa, tam-
poco supuso conflicto alguno para el esposo el hecho de que, una vez casados
y durmiendo en el mismo lecho, los problemas de la esposa no permitieran
desarrollar una sexualidad normal, con la fluidez propia de una pareja joven
de recién casados.
La imposibilidad por parte de la esposa de mantener relaciones sexuales
completas perduró en la pareja durante todo el primer año de casados. Las
consultas al ginecólogo dieron como resultado el conocimiento de que la es-
posa no sufría ninguna patología física, por lo que el especialista les indicó
que era un problema psicológico y les prescribió ayuda en este sentido, que la
esposa rechazó.
Pasados dos años tuvieron un hijo, a quien, con pocos meses dejaron en
manos de terceras personas, dedicándose ambos progenitores con avidez a
sus respectivos trabajos.
La esposa propuso la separación a raíz de que el esposo la encontró en
actitudes amorosas con otro hombre y, ante la demanda de explicaciones, ella
contestó que ya no le quería y que deseaba separarse. Ante esta situación, que
él mismo presenció, asumió la inminencia de la separación. No obstante, du-
rante el periodo de la tramitación de la separación, el esposo insistió en que
juntos pidieran ayuda especializada, por si se podía salvar el matrimonio, a lo
que ella se negó en rotundo.
86
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Unos meses después, ella decide cerrar su empresa y se traslada por mo-
tivos de trabajo a Nueva York, desentendiéndose de la custodia de su hijo y
delegando su educación en el padre
Dª YYYY durante su infancia y adolescencia transitó por unas relaciones
materno-filiales presididas por importantes carencias afectivas, que en parte
pudo paliar su padre desplegando actitudes protectoras hacia sus hijos. Sin
embargo, las frecuentes discusiones intrafamiliares, marcadas por el alcoholis-
mo de su madre, y las consecutivas expulsiones de los hermanos enturbiaron
considerablemente el desarrollo psicoevolutivo de aquella niña, que tuvieron
su disruptiva continuidad en la etapa adolescente.
De este modo se entiende la necesidad de huir de la presencia de su ma-
dre que, en vez de aportarle contención y tranquilidad, le provocaba inquie-
tud y angustia. Por este motivo se marcha de su hogar, cuando tiene asegura-
do otro entorno que le acoja y le proteja, trasladándose a otra ciudad con su
novio.
Su intolerancia para participar en los momentos de diálogo y comunica-
ción con la familia del esposo no es más que la imposibilidad de presenciar
escenas que denuncian las carencias sufridas en su familia. Por este motivo
es muy difícil que ella pudiera mantener un clima de comunicación con su
esposo.
Pero, tal como suele ocurrir con las personas poco investidas afectivamen-
te y carenciadas desde su niñez, tiene gran dificultad para amar, en el sentido
de entregarse y de compartir. Son personas que en su psiquismo más profun-
do sienten que el mundo les debe algo y desarrollan una gran capacidad para
unirse a quienes les puedan entregar mucho a cambio de nada. Y, cuando
sienten que una persona ya no les satisface en su insaciable demanda, pierden
todo interés por ella y la desprecian. Eso sí, para despegarse de la persona con
la que están, como ocurrió respecto a su madre, es imprescindible que haya
otra instalada en su vida, supliendo a la anterior. Esto explicaría su compul-
sión a establecer relaciones sentimentales antes de concluir con la actual 211.
Por esto mismo se procura hombres que, en principio, superen al anterior en
la escala social y económica, de acuerdo con sus propios criterios. En ningún
caso permite que se produzca un proceso de duelo por la relación perdida,
imprescindible y necesario desde el punto de vista de la salud psíquica, para
poder transitar con garantías hacia otro hombre de quien enamorarse.
211
Esto ha sido una constante: empezó con D. XXXX cuando no había roto con el novio anterior,
inició una relación estando aún casada y volvió a comenzar una nueva relación después, en Madrid, cuando
aún no se había producido la ruptura con el hombre que había sustituido al esposo.
87
Julio Ortiz Herráiz
***********************
PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
212
Tendencia a actuar en activo aquellas situaciones que hemos padecido en pasivo.
88
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
213
Decl. de la esposa, fol. 50, a la 3ª: “Aunque procurábamos no completar el acto sexual, para evitar un
posible embarazo, éste sobrevino, con el consiguiente disgusto para nosotros y con el terror a la reacción de nuestros padres,
cuando supieran lo que nos había pasado. Nosotros dependíamos por completo de ellos”.
214
Decl. del esposo, fol. 48, a la 6ª: “Desde el principio discutíamos mucho”.
89
Julio Ortiz Herráiz
posa hacia el esposo que, por momentos, tomó un carácter masoquista, pero
la respuesta del esposo fue siempre despectiva hacia ella, materializándose su
principal desprecio en la infidelidad permanente.
El esposo nació y creció en una familia estructurada, con un padre tra-
bajador pero ausente del hogar en cuanto a la atención directa a sus hijos.
Tampoco su madre, dadas las condiciones laborales que tenía (trabajaba du-
rante los horarios extraescolares de los niños) pudo atenderlos como reque-
rían las necesidades propias de las edades más tempranas. Por todo ello la
infancia del periciado se desarrolló carente de normas, y, ubicado en la calle
más tiempo y más libre de lo esperable y aconsejable en aquella etapa, pre-
sentó conductas transgresoras. No se plegaba a situaciones donde pudiera ser
controlado por los adultos, como era el caso del colegio, medio este en el que
fracasó durante los cursos de la enseñanza primaria, tanto a nivel académico
como en todo lo relacionado con la disciplina propia de la situación escolar.
Su temprano acceso al mundo laboral le proporcionó algún dinero que él
manejaba a su antojo, derivando en actitudes omnipotentes ante sus amigos.
A sus 16 años, edad en la que entabló la relación sentimental con Dª YYYY,
era por tanto un joven afectivamente inmaduro pero con maneras y costum-
bres de adulto, siendo esto último lo que seducía a las chicas de su entorno.
Sus dificultades para poner en juego los afectos, detectadas en la evalua-
ción de las pruebas psicológicas aplicadas, ya estaban presentes entonces. Por
lo que fue la facilidad que encontró para la relación sexual completa lo que le
ancló a su novia, con quien compartía únicamente este aspecto, manteniendo
la continuidad en la conducta de salidas nocturnas con los amigos, y los deva-
neos con otras chicas, puesto que su grado de compromiso no había variado
lo más mínimo 215.
El embarazo no lo vivió como un grave conflicto para él, por irresponsa-
bilidad y porque los demás (sus padres) tomaron las riendas del problema 216.
Se dejó llevar, mitad inconsciente y mitad a sabiendas de que su vida de liber-
tinaje, sobre todo el frecuentar a mujeres varias no cambiaría por el hecho de
convivir con su futura esposa 217.
215
Decl. del esposo, fol. 48, a la 5ª: “Entre nosotros no había más que una atracción física que procurábamos
satisfacer cuando podíamos”.
216
Decl. del esposo, fol. 48, a la 4ª: “Ambas madres se encargaron de los preparativos de la boda que nos
vimos obligados a celebrar cuanto antes”.
217
Decl. del esposo, fol. 47, a la 4ª: “Aguantamos en silencio mientras pudimos, unos dos meses, hasta que
nos vimos obligados a descubrir lo sucedido. La madre de ella se llevó un enorme disgusto... Mis padres reaccionaron tam-
bién muy contrariados y disgustados y mi padre me dijo tajantemente que tenía que hacer frente a lo que había hecho... No
fue una amenaza pero me dio a entender que yo tenía que casarme para responsabilizarme de lo que había hecho”.
90
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
218
Rorschach: Test de psicodiagnóstico de H. Rorschach (Sistema Comprehensivo de Exner). Nos
referimos a esta prueba psicológica de evaluación de la personalidad porque es considerada por todas las
teorías sobre psicodiagnóstico la más completa, estudiada e investigada, así como la menos manipulable de
las existentes a nivel mundial.
219
Ambos tests a partir de ahora se referirán con las siglas TPG y TAT, respectivamente.
220
Lejos de hacer una valoración moral o ética del concepto de perversión, nos estamos refiriendo
a la anomalía psíquica que representa la tendencia, establecida como conducta habitual, a salirse de la
norma social y estadística, como es la práctica periódica y muy frecuentemente del sexo pagado, con el
agravante de contraer riesgos importantes para la salud de su esposa y la suya propia.
221
Es el número identificador del Trastorno de Satiriasis en la Clasificación CIE-10, que ya hemos
explicado. Dicho trastorno consiste en un estado de exaltación morbosa de las funciones genitales, pro-
pio del sexo masculino. El nombre de esta enfermedad proviene del mito clásico de los sátiros, que eran
unos seres de aspecto bastante desagradable que pululaban por los bosques de la antigüedad clásica con el
91
Julio Ortiz Herráiz
cia sexual que el sujeto necesita evacuar imperiosamente como algo impues-
to por su condición biológica extraordinaria −tal como lo describen algunas
enciclopedias psiquiátricas−, en Psicología se entiende que esta conducta
responde a un importante inseguridad respecto a su propia potencia sexual
que genera una permanente necesidad de demostrarse a sí mismo que po-
see unos incontestables atributos varoniles 222; y nada mejor que probarse
con mujeres a quienes no es necesario satisfacer y que no exigen sobrepasar
ningún umbral en este sentido: las prostitutas. Aquí es necesario traer el
dato aportado por la esposa en la entrevista diagnóstica sobre la eyaculación
precoz que padecía el esposo, lo que viene a demostrar que se cumplía una de
las premisas descritas.
¿Por qué decimos que está encuadrada esta anomalía en una estructura
de personalidad perversa? Porque observamos una serie de conductas
trasgresoras de la ley natural y social como eran sus fechorías infanto-juveniles
con daño para otros, sus constantes infidelidades independientemente de con
qué mujeres, su exceso en la bebida, el abandono de la esposa y, sobre todo, el
abandono de los hijos 223 y su egocentrismo. Desde la valoración de los test uti-
lizados en la exploración se confirma plenamente este diagnóstico: por la per-
severancia de respuestas sexuales y la falta de represión proyectada (T.A.T.),
marcando los caracteres sexuales femeninos, exceso fantasías sexuales y des-
precio hacia las figuras femeninas (T.P.G.). A esto tenemos que añadir la grave
dificultad que tiene para controlar sus impulsos, rasgo que ha quedado paten-
te en todas y cada una de las pruebas diagnóstica aplicadas.
***********************
principal pasatiempo de perseguir a las ninfas y utilizarlas como objetos sexuales. Etimología: saturο (gr.)
[sátiro (divinidad fálica)] +-asι (gr.) [enfermedad].
222
Decl. del esposo, fol. 48, a la 6ª: “Yo reconozco que bebía en exceso y me gustaba jugar a las cartas y tam-
bién me he ido con mujeres de club y volvía a casa de madrugada muy a menudo”...”Ella ha sido buena madre, pero yo
reconozco que no me he comportado bien como padre ni como esposo”.
Este comportamiento pertenece a las defensas hipomaníacas, que hemos descrito anteriormente en
este informe, y que están entre las que utiliza el periciado habitualmente.
223
Decl. del esposo, fol. 48, a la 6ª: “Yo, después del trabajo, pasaba más tiempo con los amigos que con mi
mujer y con mi hijo, cuando nació”.
Decl. de la esposa, fol. 51, a la 6ª: “Nuestra convivencia como esposos ha sido completamente nula, porque él no
se ha responsabilizado de lo que es ser esposo y padre”.
Decl. del testigo D. XYXY, fol. 54, a la 2ª: “... es muy buena persona, pero reconozco que no se ha comportado
bien con su esposa y no ha afrontado sus deberes en el matrimonio”.
92
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
PRUEBA PERICIAL:
(Practicada al esposo)
93
Julio Ortiz Herráiz
224
“Los motivos por los que yo excluía los hijos, primero porque no me gustan los niños, segundo, me parecen los
hijos una carga de responsabilidad que no estoy dispuesto a asumir porque no quiero”.(del. del esposo demandante).
225
Decl. de la esposa a la 2ª: “Él es inmaduro por la infancia tan traumatizante que tuvo”.
Decl. del testigo XYXY: XXX, “quizás por la infancia que había tenido, el caso es que tenía una postura clara de
rechazo a los hijos.... El motivo del rechazo de XXX –insisto- que es algo que se remonta a su infancia como causa, como
originario”.
226
Decl. de la esposa, a la 2ª: “Hasta los cinco años vivió con los abuelos, todo esto lo sé por él”. “Él dice que
de su madre no tiene recuerdos, porque al año de estar aquí viviendo con sus padres, la madre trabajaba y se encargaba de
él una chica interna”.
227
“Al año muere la madre en un accidente de coche. Él va para M. con su tía y abuela, al año muere la tía y al
año siguiente el abuelo”.
228
“El padre se casa en segundas nupcias y obliga al niño a venirse con ellos, pero la infancia es espantosa.
Recuerda su infancia con horror, con carencia de afecto y de atenciones y con una terrible inseguridad, viendo que perdía
a sus seres queridos más cercanos”.
Decl. de un hermanastro del esposo: “... el hecho es que mi hermano nunca se ha sentido en casa con nuestros
padres, como yo me siento, esto no solamente es impresión sino que él me lo ha dicho.”
229
Decl. de un hermano del esposo: “Yo a mi madre la he oído comentar que tanto ella como un padre ya
sabían ellos el modo de pensar de XXXX. Sobre este punto de los hijos”.
230
Decl. de la esposa a la 3ª “Es patológicamente egoísta”.
Decl. del testigo XYXY: “Le gusta hacer las cosas a su manera y que los demás lo hagan como él quiere”.
231
Decl. de la esposa a la 3ª: “Me gustó de él su formación -era un hombre culto- y su simpatía”.
232
Decl. de la esposa a la 3ª: “Conocía la Doctrina de la Iglesia, pero no quería tener hijos porque le espantaba
y se encerraba en este miedo y no pasaba de ahí. Yo siempre pensé que le iba a convencer, nunca pensé que fuera tan a
rajatabla”.
233
Decl. de la esposa a la 7ª: “Él nunca me dijo que no quería tener hijos por su infancia, se limitaba a decir
que no quería; a lo largo del tiempo yo creo ver la causa de esto en su infancia; ni él mismo hablando del tema reconoce que
puede haber algo de lo vivido en su infancia como causa del rechazo a los hijos”.
94
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PRUEBA PERICIAL:
(Practicada al esposo)
234
Decl. Del esposo: “Yo estudié en el colegio de los claretianos y después Derecho.... Conocía la doctrina del
matrimonio cristiano. Ella lo aceptaba, yo tenía mis reservas sobre el carácter indisoluble del matrimonio y que fuere esen-
cial la procreación”.
235
Decl. del testigo XYXY: “No conozco a sus padres; sé que tiene cinco hermanos”.
Decl. del testigo XYXY: “... y a mí me sorprendió porque él no es hijo único, porque él es de una familia numero-
sa, pues tiene cinco hermanos”.
236
Decl. de la esposa: “Yo nunca he entendido por qué no quería tener hijos y manifestaba cosas muy raras
con relación a su padre, a la autoridad y cosas por el estilo”.
Decl. del testigo XYXY: “y decía que no quería tener hijos porque no quería repetir los mismos errores que su pa-
dre había tenido con él”. “Daba la impresión, por sus conversaciones, un tanto de aversión a su padre”.
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237
Decl. de la esposa: “... y lo manifestaba con cosas vagas”.
238
Decl. del testigo XYXY: “... él era despectivo con los niños. Él decía que nuestra hija nos tenía tiranizados”.
239
Decl. de la esposa: “Él incluso me decía que si yo quería tener hijos que los tuviese con otro y no con él, cosa
que a mí me indignaba y me molestaba”.
240
Decl. del esposo: “El motivo de nuestra separación es la negativa mía a tener hijos”.
241
Decl. del esposo: “Yo en mi fuero interno excluí los hijos y el carácter indisoluble del matrimonio”.
242
Decl. de la esposa: “Quiero añadir que mi esposo es firme y tozudo en sus decisiones. Él lo decía a todos su
familiares y amigos y que de él no esperasen descendencia”.
Decl. del testigo XYXY: “Tiene un temperamento fuerte y prepotente y siempre quería tener la razón”.
243
Decl. del testigo XYXY.: “Yo por lo que veía el motivo por el que XXXX no quería tener hijos era porque era
excesivamente egoísta”.
244
Decl. de la esposa: “En la actualidad estamos divorciados y él está casado y que yo sepa, no tiene hijos.
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PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
245
Son todos términos que hemos destacado en las declaraciones de los testigos.
246
La caracteropatía, aunque es un término algo genérico, conlleva una serie de comportamientos
caracterizados por su rigidez. Respondería a la afirmación de que “Las cosas son como son porque así tienen que
ser”; es decir que se basa en una rigidez defensiva –se defiende de todo lo que signifique afecto o emocio-
nes- sin mediación de la elaboración mental. El caracterópata es dependiente de sus propios tópicos, que
aún basados en la norma social, él los utiliza sin posibilidad de interpretación o modulación alguna, inde-
pendientemente de las circunstancias y desoyendo cualquier razonamiento externo.
Para esta cuestión víd.: R. Fernández, “Carácter y psicosomática”, IEPPM 35-36, (oct. 1997); W.
Reich, Análisis del carácter, Paidós Ibérica, 2005; S. Pérez Galdós, “Una neurosis de comportamiento”,
IEPPM 29, (abril 1995); IEPPM (revista de Psicoterapia y Psicosomática del IEPPM Instituto de Estudios
Psicosomático y Psicoterapia Médica) APM es la revista de la Asociación Psicoanalítica de Madrid.
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PRUEBA PERICIAL:
(Practicada al esposo)
256
En este caso se debe considerar la mentira a la esposa sobre su grave conflicto, los débitos impa-
gados a los amigos y a los bancos, la desaparición personal tras haber provocado un embarazo, etc.
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— Los problemas que tenía con sus padres, de alguna forma estaban
relacionados con la función de autoridad 266.
— Era reacia a tener hijos, al menos por el momento 267. Tomaba anti-
conceptivos, aduciendo prescripción médica, lo cual no era cierto 268.
— Da mucha importancia a las apariencias 269.
— Imposibilitaba el diálogo 270.
— La esposa culpa a la madre del esposo de no tolerarla a ella, haberla
agredido y haber provocado la separación 271. Sin embargo ella mis-
ma se contradice, puesto que a la psicóloga perito le dijo que con
quien tenía los problemas era con sus propios padres.
— En el reparto de bienes −más bien de deudas−, la esposa chantajeó al
esposo 272.
— Las declaraciones de la esposa son contradictorias con las del esposo
y sus testigos, ofreciéndose ella como víctima. Además tacha al espo-
so de drogadicto, sin aportar prueba ninguna.
En su informe psicológico la psicóloga perito llega a las siguientes conclu-
siones sobre la personalidad de la esposa:
— Nivel de inteligencia superior a la media.
— Personalidad fría y excesivamente calculadora, que carece de capaci-
dad de entrega y que presenta una clara tendencia a la manipulación
de las personas y situaciones de su entorno.
— Para no mostrarse dañada por su propia inseguridad se presenta ante
los demás en actitud rígida y fía, falta de espontaneidad.
— Egocéntrica, que antepone la satisfacción de sus necesidades perso-
nales al cumplimiento de cualquier tipo de obligación.
266
Decl. del esposo: “Ella se quejaba constantemente de que sus padres quisieran dirigirle a ella su vida”.
267
Decl. del esposo: “También decía que no quería tenerlos hasta no ver cómo funcionaba nuestro matrimo-
nio. Esta conversación la tuvimos recién casados”.
268
Decl. de la esposa: “Después de casada tuve que seguir tomando la píldora anticonceptiva por prescripción
médica”.
Decl. del esposo: “Fuimos al médico y nos dijo que estaba totalmente normal”.
269
Decl. del esposo: “Como ella es muy dada a guardar las apariencias, yo no podía desechar mis dudas de
que lo que hacía, es decir casarse por la Iglesia, era por eso mismo”.
270
Decl. del esposo: “... con ocasión de su trabajo tenía que salir fuera. Yo intenté hablar con ella sobre este
cambio que noté y no hubo forma de tener un diálogo con ella”. “A los tres meses de casados se fue de casa definitivamente
y no volvió y no he podido hablar con ella, aunque lo he intentado y no he logrado explicarme aún el porqué de esta mar-
cha definitiva conmigo”.
271
Decl. del esposo: “No hubo tal episodio; sino que su madre, que había ido a visitarles a su casa salió ha-
blando con ellos normal sobre diversas cuestiones y no hubo violencia por parte de nadie”.
272
Decl. del esposo: “Ella me dijo que o yo me hacía cargo de todos los gastos o si no ella trataría de hacerme la
vida imposible”.
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274
Apdo. 3.1.- Defensas.
275
Decl. del esposo, fol. 50, a la 3ª: “Ella me decía que estaba dividida entre dejar de vernos y cortar definiti-
vamente o casarnos sin pensar en más”.
276
Este extremo ha sido relatado por la periciada a este Perito durante la entrevista diagnóstica.
277
Decl. de la esposa, fol. 54, a la 3ª: “Nos reconciliamos por darnos nueva oportunidad y seguimos más por
rutina que por verdadero enamoramiento”.
108
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*****************************
Decl. de la hermana del esposo, fol. 57, a la 3ª: “A mí nunca me parecieron verdaderamente enamorados. Yo
veía que era una relación no profunda y más bien fría”.
278
Decl. de la testigo Dª XYXY, fol. 67, a la 6ª: “Ya a la vuelta del viaje me contó su desilusión y me dijo que
los dos coincidían en haberse equivocado. Ni siquiera en el viaje de novios se sintieron felices y ya vinieron con la misma
frialdad que antes de casarse”.
279
Decl. de la esposa, fol. 55, a la 6ª: “… como así lo hicimos durante los ocho meses que duró nuestro ma-
trimonio en las escasas veces que hicimos uso del matrimonio, porque desde el principio el distanciamiento afectivo fue
aumentando”.
109
Julio Ortiz Herráiz
PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
280
Decl. del esposo, fol. 44, a la 3ª: “Como yo sabía con certeza que me equivocaba... por eso mismo quise
hacer separación de bienes, para facilitar las cosas en caso de ruptura, como yo preveía... No puedo decir que estuviera
enamorado y acepté casarme, más por rutina, que por otra cosa, porque estaba seguro de que mi matrimonio no iba a
durar”.
281
Fol. 3, apdo. 5º: “Yo siempre –dice la esposa- ponía la excusa de mi trabajo porque pensaba que era priorita-
rio consolidar la relación antes de tener hijos”.
282
Fol. 3, apdo. 5ª: “... Él y su familia, especialmente el padre, querían que tuviéramos un hijo.... le pregunté
por qué había querido tener hijos. Su respuesta fue “para ver si nos unían”.
110
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
283
Decl. de la esposa, fol. 49, a la 6ª: “Tengo muy claro que somos dos caracteres incompatibles totalmente”.
284
Decl. del hermano del esposo, fol. 60, a la 4ª: “Eran dos críos caprichosos, incapaces de afrontar juntos
un mínimo problema. Yo ya les veía muy despegados el uno del otro”.
285
Decl. del testigo D. XYXY, tío materno del esposo, fol. 54, a la 2ª: “Ha sido muy protegido por sus
padres hacia los que tiene adoración y ha sido también un chico bastante inmaduro y caprichoso”.
111
Julio Ortiz Herráiz
112
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
falta de amor, que, salvo en los primeros años de noviazgo, estuvo ausente a lo
largo de toda la relación.
En resumen a todo lo expuesto, el esposo, en el momento de contraer
padecía un TRASTORNO DE PERSONALIDAD POR DEPENDENCIA, de
acuerdo con la descripción de la Clasificación DSM-IV [301,6].
Todas estas dificultades y necesidades conforman un conjunto sintomal
que presupone una imposibilidad real para poner un juego su libertad interna en
la tarea de tomar decisiones, y, de acuerdo con lo reflejado en autos y tal como
lo hemos documentado, tenemos la certeza de que coexistían en el momento
de contraer.
Comentario resumen sobre la esposa:
La información más primitiva e importante de la que disponemos es la
aparición de su diabetes a los 16 años aproximadamente y la consecuente in-
sulino-dependencia a la que desde entonces se ve sometida.
No vamos a entrar en los posibles orígenes psicosomáticos de su diabe-
tes, ya que sería trabajar con hipótesis endebles, dado que no sabemos de sus
antecedentes familiares en este campo. Pero sí podemos afirmar que esta en-
fermedad y sus consecuencias en la vida cotidiana de la periciada suele −cuan-
do surge en edades infantiles o adolescentes−, aportar a su funcionamiento
psíquico una tendencia a conductas caracteropáticas 286 como una forma de
defensa reactiva ante el sentimiento de enfermedad y las limitaciones que ésta
conlleva, salvo que se hubiera sometido a un proceso de psicoterapia intensi-
va, de lo que no tenemos noticia alguna, antes de contraer. Si a esto añadimos
una sobreprotección por parte de sus padres, que al parecer, pudo producirse
en forma de abundancia económica hasta sus 18 años, es muy probable que
su comportamiento caprichoso, dominante y poco dialogante fuera tan real
como lo describen algunos testigos en la causa.
Muy probablemente en sus elecciones de objeto amoroso estará ausente el
amor, en el sentido de entrega, reciprocidad, generosidad y solidaridad, crite-
rios estos que se aproximan al concepto de verdadero amor 287. De ahí las decla-
raciones de los testigos en la línea coincidente de adjudicarle como elementos
básicos de su comportamiento, los calificativos de egoísta, caprichosa y voluble 288.
286
Equivalente al Trastorno Límite de la Personalidad.
287
Decl. de la testigo Dª XYXY, fol. 58, a la 5ª: “Era claro que no había amor entre ellos, no para formar un
hogar. Eran dos caprichosos que se habían juntado: ella para que él le siguiera dando mimos, no para darse ella y hacerle
feliz a él. Y él porque no tuvo valor para romper a tiempo”.
288
Decl. de la madre del esposo, fol. 51, a la 2ª: Es muy caprichosa y voluble, por lo que resulta muy difícil
de contentar.”; y a la 4ª: “Es una persona muy egoísta, y muy consentida en casa, porque como estaba diabética desde que
tenía catorce o quince años, siempre le dejaban salirse con su capricho”.
113
Julio Ortiz Herráiz
*****************************
PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
114
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
290
Decl. del esposo, fol. 55: “yo me movía en un ambiente de juego, cabarets, era una persona jugadora,
conocido en cualquier juego de azar desde los 17 años, porque mi padre y mi abuelo también lo eran”.
291
Decl. del esposo, fol. 55: “Yo veía como normal el que un hombre tenga relación con distintas mujeres”.
Decl. del testigo D. XYXY, fol. 74: “él empezó a manejar dinero muy joven, con 19 años. Él ha sido siempre
muy emprendedor en cuanto a negocios, en aquel momento tenía una agencia de viajes y algunas cosas más. El hecho de
tener acceso a posibilidades económicas mayores, le superaba un poco esta situación, él en aquella época lo único que le
preocupaba era irse de juerga, ir con mujeres, muy acusadamente, esta actitud la ha mantenido durante su noviazgo y
su matrimonio.”
292
Decl. de la esposa, fol. 60: “... su vida estaba marcada por mucha libertad, era demasiado independiente
y no tenía ningún tipo de control”.
115
Julio Ortiz Herráiz
del entorno familiar 293, y su pareja representa para ellos una mujer que sexual-
mente no les interesa demasiado.
Esto explica la conmoción que sufrió cuando, al poco de separarse, co-
menzó a convivir con una prostituta, mucho más joven que él, y, al unificarse
en esta relación ambas vertientes de la mujer, que él había mantenido diso-
ciadas (el sexo y el amor), le generó una importante desestabilización en lo
psíquico y una serie de trastornos psicosomáticos, que solo pudo afrontar con
el convencimiento de que se trataba de fenómenos paranormales 294 y, conse-
cuentemente, repudiando a aquella mujer.
Cuando tenía 52 años −hacía varios que se había separado−, experimentó
lo que él llama “una visión” 295, que consistió en tomar consciencia, después de
haber desplumado en la mesa de juego a un amigo, del mal que sus ganancias
producían a los demás; a partir de ese momento no volvió a jugar nunca más.
Desde un análisis psicológico, tenemos que entender que aquel fenómeno co-
rresponde a la irrupción de sentimientos de culpa y que está en la misma línea
que el especial acercamiento que experimentó hacia su propio hogar cuando
nació su primer hijo. Pero lo más importante de este análisis es que nos aleja
de un diagnóstico en la línea de los trastornos antisociales, a pesar de que sus
conductas generaban angustia y daños importantes a los demás, especialmen-
te a su esposa e hijos.
Dando rienda suelta a sus impulsos de jugador y de bebedor, no solo es-
taba cumpliendo fielmente las pautas que su padre le había marcado en el
lecho de muerte, sino que estaba poniendo en práctica una elevada capacidad
intelectual y su capacidad de previsión. No obstante, ésta le falló en dos oca-
siones en las que se arruinó por arriesgar demasiado en negocios excepcional-
mente ambiciosos.
Se desataba su impulsividad de jugador no solo en la mesa de juego, sino
en, como acabamos de decir, negocios no suficientemente estructurados por
los que apostaba más de lo que tenía. Todo jugador pone en acto sus defen-
sas maniacas, aplicando la fantasía de éxito a hipotéticas y urgentes ganancias
que −estadísticamente demostrado− son siempre inferiores a las pérdidas, en
el devenir vital de cualquier ludópata.
293
Decl. de la esposa, fol. 61: “... me enteré de su infidelidad a los 17 años de estar casados. Por lo que él me
ha dicho considero que antes de casarnos era infiel y mantenía relaciones íntimas con otras mujeres”.
294
Entre las defensas psíquicas utilizadas por el peritado está la de pensamiento mágico, que hemos
podido observar en la valoración de las pruebas aplicadas.
Decl. del esposo, fol. 55: “He sido jugador de perder y ganar mucho dinero, hasta los 52 años”.
295
Nuevamente recurre al pensamiento mágico, como defensa a la angustia que le generan sus senti-
mientos de culpa.
116
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Como parte de este todo que hemos llamado personalidad perversa con-
fluían, a tenor de lo descrito en las clasificaciones de psicopatología, las si-
guientes anomalías en el esposo demandante, al tiempo de contraer:
— Juego patológico (DSM-IV, F63.0)
— Abuso del alcohol (DSM-IV, F10.1)
— Trastorno sexual de satiriasis (CIE-10, F52.7) 296.
***********************
296
Ya hemos explicado anteriormente en que consiste dicho trastorno.
117
Julio Ortiz Herráiz
PRUEBA PERICIAL
(Practicada a la esposa)
297
Decl. del testigo D. XYXY (2/07/1975), fol. 100: “Ella tenía problemas serios con sus familiares, según
la interesada me ha manifestado repetidas veces”.
298
Decl. de la madre de la esposa (18/06/74), fol. 89: “Hemos tenido en casa problemas familiares y esta
hija nunca se ha llevado bien con su padres. Me atengo a mis propias observaciones”.
299
Decl. del testigo D. XYXY, (16/06/71) fol. 79: “... pero sí que es de un carácter más bien hipócrita”.
118
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Comentario resumen:
119
Julio Ortiz Herráiz
una relación de noviazgo de la que se sirvió para manipular al que después se-
ría su esposo 303. Lo utilizaba como un “pelele” a su servicio 304, convirtiéndolo
en un trofeo para ella, ya que gracias a él salía en la prensa porque pertenecía
a la élite de la moda. El “salir en la foto” junto a él fue un sucedáneo de su pro-
yecto e ilusión nunca cumplido: ser actriz de teatro, para lo que nunca puso
los medios necesarios.
Si combinamos los datos enumerados en el apartado anterior, nos encontra-
mos con una mujer que presenta el perfil de un TRASTORNO ANTISOCIAL
DE LA PERSONALIDAD 305, de acuerdo con los criterios establecidos por la
Clasificación DSM-IV, ya que se cumplen sintomalmente los rasgos exigidos por
dicha clasificación para ser considerado este trastorno como tal.
***********************
303
Decl. del testigo D. XYXY (1/06/04), pág. 2, a la 2ª: “todos los compañeros le repetía que se iba con otros
hombres y hasta le daban nombres concretos, pero eso no le hacía reaccionar. En aquel noviazgo había muchas discusiones y
choques, ella quería llevar siempre la razón e imponer su criterio por encima de todo. D. XXXX era siempre el que cedía.”
304
Decl. de la madre de la esposa (18/06/74), fol. 87: “Lo único que veía antes de casarse es que ella le
dominaba a él, pues tenía más genio que él”.
305
Es un patrón de conducta que, en general, refleja un desprecio y violación de los derechos de
los demás que se presenta desde la edad de 15 años, aproximadamente, según la definición de DSM-IV.
306
La Exclusión de los hijos es un capítulo muy repetido (por el momento, aparece en los casos
analizados 1, 2, 6, 7, 9, 10, 15 y 16, y adelantamos que también lo encontramos en dos de las cuatro causas
que seguidamente examinamos). La experiencia nos dice que este capítulo se suele parcializar al tener en
cuenta solamente la obligación de procrear. Por lo que convendría dejar claro que este capítulo se refiere
no solo a dicha obligación sino también a la obligación de procurar el bien de la prole. Cuando los hijos no
son concebidos bajo el deseo expreso de darles una individualidad, sino que lo son por necesidades narci-
sistas de los padres, salvo que después se haga un importante movimiento en la dirección de erigirles a ellos
como protagonistas de su propio crecimiento, vienen a la vida con un futuro psíquico patógeno ya marca-
do, que muy probablemente se va a materializar durante sus etapas infanto-juvenil, con ineludibles conse-
cuencias en su adultez. En el caso que nº 1 la dinámica de la causalidad de sendos embarazos, la crianza en
manos extrañas y cambiantes durante los primeros años, y el estatus actual de impedimento de las visitas
del padre, nos abocan a ser pesimistas respecto al devenir psico-afectivo de los menores. En cualquier caso,
desde el punto de vista jurídico canónico, procurar la paternidad como remedio a la patología narcisista o
como fórmula para conseguir un bien material, lo que viene a ser lo mismo, no es la manera adecuada de
cumplir con esta obligación esencial. Una mención especial merece el caso nº 7, que tiene cierta similitud
con el caso nº 9, en relación a la exclusión de la prole por la existencia de una fobia específica. La ineludible
e insuperada asociación de su traumática infancia con una hipotética paternidad le abocaba al esposo a
renunciar de forma voluntaria a tener hijos. La dificultad con la que ocasiones se cuenta para contar con
una contundente prueba testifical sobre la simulación hace que infravaloremos en muchas ocasiones este
capítulo, y se recurra a la psicopatología que la acompaña para estimar o desestimar la nulidad. Sin embar-
go, creemos que hay bastantes causas de nulidad por simulación, con sus diferentes exclusiones, que verían
cimentada la prueba testimonial con la aportación de una prueba pericial.
120
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
PRUEBA PERICIAL
(Practicada a la esposa)
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Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
dio datos falsos acerca de su identidad, por ejemplo un nombre que no era el suyo, me dijo que era licenciada en derecho
cuando no era así”.
315
Decl. del esposo en 2ª instancia, pág.1: “Yo le insistí en el que tuviéramos hijos y me dijo que no íbamos a
hablar más de eso, pues no quería casarse por la Iglesia, ya que para ella el matrimonio eclesiástico era ‘papel mojado’”.
Decl. de la esposa en 2ª instancia, pág. 2: “Al acceder al matrimonio mi voluntad firme era no tener hijos, ni
me lo planteé… No me hubiera gustado que fuera el padre e mis hijos. Ni me gustaba como padre ni me gustaban sus
padres. Pensaba que me habrían robado a los niños”.
Decl. de la esposa en 2ª instancia, pág. 1: “Antes de casarnos convivimos en el piso que tenía alquilado… La
idea de casarse parte de él, a mí ni se me había ocurrido… Después lo pensé mejor y, como estaba enamorada, no pensé
en ciertas cosas”.
316
Decl. del esposo en 2ª instancia, pág. 1: “La matriculé en la universidad, que era el sueño de su madre,
con la que no se hablaba. Todo esto que yo hacía no servía para nada, pues no estudiaba; tampoco hacía nada en casa”.
317
Decl. del esposo en 2ª instancia, pág. 2: “Esto me produjo ese ataque de ansiedad, ella no me ayudó, me
dejó solo en la habitación. Después de una hora me sentí mejor”.
Decl. del esposo en 1ª instancia, fol. 64, a la 9ª: “Al final de nuestra convivencia, un día, al llegar a casa me
sentí francamente mal, con mareos y nauseas, sin poder sujetarme en pie. Cuando llamé a YYYY al trabajo para que me
llevara al hospital me dijo que lo haría cuando saliera del trabajo… Llegué al hospital con una gastroenteritis vírica muy
fuerte y con alta fiebre”.
123
Julio Ortiz Herráiz
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PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
318
Decl. del esposo en 2ª instancia, pág. 2: “Cuando yo le dije que así no se podía vivir, que debía marchar-
se de casa, me dijo que no. Tuvimos que llegar a un acuerdo económico porque, si no, no se iba de casa”.
319
Decl. de la esposa en 2ª instancia, pág. 2: “Más que él sometido a mí, sería al contrario, yo sometida a él.
Yo he intentado ser lo más dulce y agradable posible. Pero he estado constantemente amenazada por él y por su familia”.
124
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
320
Decl. del testigo XYXY, a la 6ª: “por los hermanos de XXXX, sé que tuvo unos celos atroces, incluso tras-
tornos psicológicos, porque ella había tenido una aventura y no le había sido fiel; él tomó una actitud de venganza irra-
cional contra ella y no fue capaz de perdonarla, aunque ella sí que le había perdonado algunas infidelidades que había
tenido tiempo atrás...”.
125
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PRUEBA PERICIAL
(Practicada al esposo)
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Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
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Julio Ortiz Herráiz
128
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
321
Se trata de un rasgo o criterio de los que conforman el Trastorno Antisocial de la Personalidad.
322
Rorschach. Fr+rF = 0 con T = 0.
323
Rorschach. S: 7 (30%), de las que 6 van acompañadas de “u” como cualidad formal.
324
COP es uno de los muchos ítems del test Rorschach, y alude a las respuestas de cooperación.
325
Rorschach. EB: ambigual coartativo.
326
Rorschach. Zd: -2.
327
Rorschach. C+CF> FC.
129
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Comentario resumen:
328
Decl. de la esposa, a la 3ª: “Por la madre de XXXX y por éste sé que ha tenido una infancia traumá-
tica y extraña, por el comportamiento que su padre tenía con su propia hija,… que tenía la hermana hacia el propio
XXXX...”.
Decl. de la esposa, a la 34ª: “XXXX me ha comentado que su padre era alcohólico y que recibió malos tratos de
su familia…”.
Decl. Del esposo a 2ª: “Desde pequeño he presenciado en mi casa peleas, incluso agresiones físicas de mi padre a
mi madre. Y, algunas veces acababa pegándonos a nosotros”.
329
Decl. de la esposa, a la 12ª: “XXXX siempre se consideró inferior a mí. Se vio muy cautivado por mi figura
física y por mis dotes profesionales, que son ciertos. A XXXX eso le daba mucha seguridad, pero a él le agradaba y en el
130
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
131
Julio Ortiz Herráiz
***********************
331
Decl. del esposo a la 11ª: “Yo reconozco que siempre me ha costado mucho entrar en el campo laboral”.
Decl. de la esposa, a la 6ª: “Él no tenía dinero, tampoco tenía trabajo, ni hacía por encontrarlo. A mí me decía
que yo no quería que él trabajase, pero no es cierto, porque los trabajos puntuales que él hizo yo se los había proporcionado”.
Decl. de la esposa, a la 10ª: “Otra cosa es que yo no valoré suficiente la falta de esfuerzo con que XXXX se com-
portaba en buscar trabajo o en tomar decisiones… Cuando, ya de casados, estuvo trabajando en APAM, recibió dinero,
pero tampoco aportó nada…”.
332
Decl. de la esposa, a la 9ª: “Después de casados él siguió haciéndolo y después de quedar embarazada casi
todos los fines de semana me pegaba o me zarandeaba porque yo le reprochaba que llegara habiendo bebido con exceso”.
Decl. de la esposa, a la 27ª: “Al poco de casarme y quedar embarazada comenzó XXXX a tener un comporta-
miento violento que me vi con el mundo encima de mí, y con sentimientos de toda clase, vergüenza, fracaso, el compor-
tamiento de malos tratos psicológicos y psíquicos de XXXX hacia mí fue creciendo hasta el punto de llegar a necesitar
separarme, como ya hice”.
Decl. de la esposa, a la 33ª: “El resto del embarazo fue una repetición de las mismas cosas y con agresiones más
feas por su parte. Reconciliarnos y enfrentarnos, y así una y otra vez, hasta tirarme por las escaleras o arrastrarme por
ellas, muchas veces en todo el embarazo. Los golpes que recibí me ha dejado lesiones en cervicales y tres hernias discales.
Esto me lo han diagnosticado en 2007, cuando me han estudiado profesionalmente y que creían era consecuencia de un
accidente, cosa que no he tenido, sino lo que ya he contado del maltrato recibido de XXXX en los años anteriores…·
333
Decl. de la esposa, a la 9ª: “Creo que antes de casarnos ya sucedió alguna vez que, cuando terminaban de
jugar al fútbol pasaba el resto de la tarde bebiendo con los amigos y llegaba a casa muy bebido. Yo se lo reproché, con ese
motivo teníamos violencia verbal. … XXXX se mostraba violento también conmigo, cuando yo le expresaba mi extrañeza
de que su hermana o sus amigos le hubieran dejado coger el coche en esas condiciones”.
Decl. de la esposa, a la 5ª: “XXXX volvía bebido por las noches desde Madrid conduciendo su coche bebido, ha-
biendo recorrido en muy precarias condiciones 40 kms. de autovía. Esto ocurría con mucha frecuencia”.
334
Decl. de la esposa, a la 6ª: “XXXX siguió trabajando hasta finales del 91 en la empresa ZZZZ y desde
entonces no vuelve a trabajar, hasta que nos separamos en el 2000, aunque ha picado en dos sitios pero los ha dejado en
seguida porque decía que no le iban… En el año 1993 nos fuimos a vivir juntos y desde que él dejó el trabajo en el 91
hasta que nos vamos a vivir juntos, en esos dos años, él no le dijo a su madre que no trabajaba, pero a mí me pedía que yo
le ayudara dándole dinero con el que colaboraba con su familia a los gastos de la casa… En ese año 93 yo me hacía cargo
de todos los gastos económicos de los dos años y también de lo correspondiente a las cuotas que él tenía pendiente de haber
comprado el coche”.
335
Decl. de la esposa, a la 18ª: “La idea de casarnos por la Iglesia fue cosa mía. XXXX no quería, pero lo
aceptó por mí también aunque no era practicante. De hecho yo creía que cambiaría de opinión respecto al matrimonio,
pero nunca reconoció haberse casado convencido ni haberse convencido después de la validez del matrimonio cristiano
para él”.
132
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Respecto al esposo:
Dinámica de la pareja:
133
Julio Ortiz Herráiz
entre sus amigos, que podrían disgustar a Dª. YYYY, haciendo aún más patente
su interés.
Él trabajaba duramente en la mina de carbón y tenía turnos, por lo que
únicamente podían coincidir dos o tres tardes por semana, que dedicaban
a pasear, ir al cine y visitar a sus respectivas familias que les acogieron con
entusiasmo. A la madre de Dª. YYYY le encantaba este chico. El padre de Dª.
YYYY le buscó trabajo en su empresa de montaje de automóviles.
También dificultaba los encuentros entre ellos el hecho de que el padre
de D. XXXX estaba gravemente enfermo y él −al menos esta era su excusa− en
muchas ocasiones tenía que cuidarle.
Este hombre, que consideraba que Dª. YYYY era una buena chica para su
hijo, consiguió que ella le prometiera que se casaría con él. Y se lo pidió desde
el chantaje emocional que suponía su grave estado de salud. El padre de D.
XXXX falleció un mes antes de la fecha de la boda, pero tanto el novio como
su propia madre insistieron en que debían cumplir con la fecha prevista.
Boda
Convivencia
134
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Separación
135
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Comentario resumen:
336
Se trata de una de las variables del test Rorschach que se refiere a cómo se maneja el sujeto con
los afectos y sentimientos, relacionados con el control/descontrol de los mismos.
337
Rorschach: R C = 0.
338
Rorschach: EB.
339
Rorschach: H<(H)+Hd+(Hd).
340
Decl. de la testigo Dª EEEE, a la 2ª: “Era un hombre dominante, cuando él decía algo, tenía que ser como
él decía. Parecía un hombre frío y no era cariñoso”.
341
Rorschach: H.
342
Apdo. 3.5.
343
Decl. de la esposa a la 2ª: “El padre tenía un carácter muy duro, era una persona muy estricta, el ambiente
de su casa era muy tenso y a mí no me gustaba ir allí… La relación entre sus padres no era buena…XXXX me decía que
el padre era muy estricto y que las relaciones entre los miembros de la familia no eran buenas…”
136
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
137
Julio Ortiz Herráiz
349
Decl. de la esposa a la 2ª: “No es una persona digna de crédito, él me ha mentido muchas veces y también
me ha mentido su madre, yo jamás le he hablado mal a nuestro hijo de él, pero mi hijo por sí mismo se ha dado cuenta de
cómo es”.
350
Decl. de la esposa a la 6ª: “cuando yo intentaba resolver nuestros problemas, él me ignoraba o se reía de mí
y me culpaba a mí como si yo fuera la causante de todos los problemas… Él buscaba siempre excusas para iniciar discusio-
nes y procuraba echarme la culpa de todo”.
351
Decl. de la esposa a la 1ª de la Letrada: “Él ha llegado borracho a casa y me ha pegado y estos fueron los
motivos de la separación definitiva, no mi mal carácter”.
352
Decl. de la esposa a la 6ª: “Cuando el niño tenía dos meses, él se marchó de casa definitivamente, adu-
ciendo una excusa absurda como él mismo reconoce en la carta aportada por mi abogada-.. Él me dejó sin nada y tuvie-
ron que ayudarme mis padres, luego me mandó dos veces algo de dinero para el niño, para que yo no le denunciara en
Polonia, pero en cuanto consiguió el visado, se marchó del país y no volvió a mandar dinero nunca más”.
Doc. nº 3, escrito del esposo: “Ahora no podré mandarte dinero, porque me quedaré algo más en España y
necesito juntar cierta cantidad de pasta, simplemente se me ha ocurrido una idea y la tengo que realizar. Así que no podré
ayudarte”.
353
Decl. de la esposa a la 2ª: “… no es un hombre responsable en absoluto, me abandonó con un niño de dos
meses, sin dejarme dinero alguno y pude salir adelante gracias a la ayuda de mis padres.”
Decl. del testigo D. XYXY, a la 2ª: “Yo, cuando conocía XXXX, aquí en España, me pareció un hombre muy
irresponsable. Luego, cuando vinieron su mujer y su hijo tampoco los atendía, solo pensaba en sí mismo, tenía a su hijo
pequeño en el hospital y no se ocupaba de él”.
Decl. del testigo D. YXYX a la 2ª: “A XXXX le gustaba mucho la fiesta, tomar cubatas, pero a día de hoy es un
‘niñato’, un inmaduro, no ha sabido ser buen marido ni buen padre. Nunca ha dado importancia a su matrimonio ni
a su hijo…”.
354
La culpabilización hacia la esposa del fracaso matrimonial, que continúa defendiendo actual-
mente, tal como el mismo esposo expresa en las declaraciones ante el Tribunal, adjudicando este fracaso
a la infidelidad de la esposa, quien resalta que su relación actual comenzó tras la separación legal activada
por el esposo.
138
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
***********************
Dª. YYYY es hija única. Las vivencias que conserva de su infancia son muy
gratificantes para ella. Sus padres, emigrantes peruanos, que se trasladaron
a España cuando ella contaba con solo dos años de edad, habían retarda-
do cinco años en concebir a su primera y única hija, debido a problemas de
infertilidad.
Una vez en España intentaron por todos los medios −incluidos la aplica-
ción de técnicas de reproducción asistida− ampliar la familia inútilmente.
La peritada, muy unida a sus padres, vivía muy de cerca y con gran in-
tensidad aquellas ilusiones, expectativas incumplidas, embarazos fallidos y de-
presiones que conllevaba la lucha por tener más hijos. Recuerda de forma
especial −con 12 años− que, estando de campamento de verano, le dieron la
noticia de un embarazo, llevándose una gran desilusión, cuando, al volver, se
encontró a su madre en el hospital ante el padecimiento de un nuevo aborto.
355
Esta sentencia aparece recogida en la obra de Panizo Orallo, El Matrimonio a debate hoy.
Nulildades en el 2000, Trivium, Madrid, 2001. pp. 573- 585.
139
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Dinámica de la pareja:
140
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
Comentario resumen:
Dª YYYY fue una niña muy deseada por sus padres, que nació después de
cinco años de matrimonio y de haber presentado su madre serios problemas
para lograr este su primer embarazo. Si ya son de por sí unos padres muy afec-
tuosos, la necesaria emigración a un país lejano les unió aún más a los tres,
haciendo una piña familiar en la que cada miembro se identificaba intensa-
mente con las alegrías y con el sufrimiento de los otros dos.
Nacida su primera hija, y ya estables en España, persiguieron tenazmente
la consecución de nuevos hijos, siendo esta una empresa que se les resistió, a
pesar de que accedieron a todos los medios posibles, incluidas las técnicas de
reproducción asistida que la técnica moderna les ofrecía. La peritada, enton-
ces niña, se identificó con el sufrimiento de su madre y vivenciaba los intentos
de embarazo y las visitas médicas como algo propio. Los reiterados fracasos
−entre ellos cuatro abortos− también lo eran para ella, que solapaba su deseo
como el de tener un hermanito, puesto que así se lo habían enfocado sus pa-
dres y ésta era la fórmula social de entenderlo.
Creció como una jovencita extremadamente leal a sus padres, lejos de
cualquier rebeldía, muy responsable y cumplidora de sus obligaciones, sien-
do ésta una cualidad que abundó para el éxito de sus estudios y en los inicios
laborales.
Así, cuando inició su primer noviazgo serio, ella parecía más responsable
y madura que su novio y se desarrolló esta etapa en unos parámetros de nor-
malidad 357. Del mismo modo, el proyecto de casarse fue una decisión respon-
sable por su parte. Aunque una de las condiciones del proyecto de la pareja
−el tener hijos− para ella no estaba en el horizonte 358, pero lo que la avocaba
al matrimonio por encima de otras consideraciones era su deseo de convivir
con su entonces novio, de quien estaba enamorada y por quien se sentía ama-
da, deseada y protegida 359.
356
Denominación que hace alusión a una variante del trastorno histérico.
357
Decl. del esposo, a la 4ª: “Ella era una persona muy seria, educada, óptima, responsable, era muy tratable.
Yo presumía de novia”.
358
Decl. del esposo, a la 11ª: “Mostraba un temor a tener hijos que yo pensaba que se le pasaría“.
359
Decl. de la esposa, a la 6ª: “Yo accedí porque lo que quería era estar junto con él”.
141
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360
Decl. del esposo, a la 13ª: “Ella ponía excesivos medios para no tenerlos. Yo al principio no le daba impor-
tancia a que ella me lo exigiese siempre.
361
Decl. del esposo, a la 13ª: “... y al año o así se lo planteé seriamente y entonces ella me dijo que no quería
tener hijos nunca y me quedé asombrado... Al año justo de casarnos. El año 2.002”.
Decl. de la esposa, a la 2ª: “Sí, porque yo no quise tener hijos en el matrimonio”.
362
Decl. del esposo, a la 13ª: “A los cinco o seis meses del viaje la convivencia se hacía malísima. Yo me sentía
muy mal y había muy mal ambiente en la casa. Fue tema de conversación con cierta frecuencia”.
363
Decl. del esposo, a la 15ª de la Letrada de la parte demandante: “Me pareció una falta de respeto
hacia mí porque lo consideré un engaño. Yo así lo viví, me sentí engañado”.
364
Decl. de la esposa, a la 10ª: “Yo me fue a casa de mis padre y él se quedó en casa y ya nunca hemos vuelto
a tener ningún acercamiento. Después del viaje no tuvimos relación”.
Decl. del padre de la esposa, a la10ª: “La separación fue antes de esas navidades. YYYY se vino a mi casa. La
situación fue muy triste. A ella la vimos fatal”.
365
Decl. de la esposa, a la 7ª: “Yo sufría mucho cuando tenía cinco o seis años tengo el recuerdo de ver sufrir
a mi madre que tenía problemas para tener hijos. Cada aborto que tenía era mucho dolor; tuvo cuatro y cuando yo tenía
trece o catorce años mi madre tuvo un embarazo ectópico y le hubieron de cortar las trompas y entonces ya no tuvo posibili-
dad....Yo he ido todos los fines de semana con mis padres a Madrid siempre que iban a la consulta de fertilidad... Yo veía
todo lo que ellos han sufrido y yo creo que no podría con todo eso”.
142
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
366
Apdº 3.1. (Afectos), de la pericia.
367
Apdº 3.2. y 3.3. de la pericia.
368
Apdº 3.1. (Controles) de la pericia.
369
Apdº 3.5.- Defensas, de la pericia.
370
Decl. de la esposa, a la 9ª: “Tenía miedo a todo lo que lleva el tener un hijo”.
371
Decl. de la esposa, a la 10ª: “Yo, cada vez que él se acercaba a mí, creía que solo me buscaba para eso y para
las Navidades tuvimos una discusión y yo planteé que así no podíamos seguir”.
372
Decl. de la esposa, a la 9ª: “Yo veo un niño y digo ‘sería maravilloso’, pero mi cabeza me impide ver que eso
es normal.”
143
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*******************
373
Decl. del padre de la esposa, a la11ª: “La situación mental de YYYY. No veo otra razón.”
374
Consideramos que la imposibilidad de mantener relaciones sexuales con su esposo, a quien de-
seaba, por miedo al embarazo, es una grave interferencia en su vida.
144
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
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146
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
4,5
4
3,5
3 TRAST. ANTISOCIAL
2,5 TRAST. NARCISISTA
2 SATIRIASIS
1,5
1 TRAS. DPENDIENTE
0,5 INM. AFECTIVA
0
TRAST. LÍMITE
D
D
LO
LE
HOMOSEXUALIDAD
DA
DA
O
CU
LI
PR
LI
FOBIA ESPECÍFICA
BI
N
DE
VÍ
LU
FI
OS
DI
IN
147
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148
VI.- valoración conclusiva
375
Prueba psicológica de evaluación de la personalidad considerada como la más completa y me-
nos manipulable, a la que ya hemos aludido.
149
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376
Cuando en psicología se habla de vivencias, este concepto se refiere a un compuesto de realida-
des y fantasías que conforma nuestra interpretación de todo aquello que nos rodea y de nuestras tensiones
y emociones internas. La predominancia de unas y otras (realidad o fantasía) está marcada por nuestro sen-
tido de realidad y por la utilización más o menos intensa de mecanismos de defensa basados en el campo de
lo imaginario.
377
J. J. García Faílde, La nulidad matrimonial hoy, Simulación del matrimonio, op. cit., pp. 128-129.
150
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
151
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este miedo sea provocado por causas reales o imaginarias 378. Por mie-
do también se puede simular, como suele ocurrir en algunos casos de
embarazos prematrimoniales, en los que las reacciones de los padres
son vividos por la persona contrayente como amenazantes. Por tanto
el capítulo sobre el miedo y la simulación no son incompatibles 379.
— Otra causa de simulación puede ser la dependencia, bien sea de su fa-
milia o de la sociedad que nos rodea, o de ambas. Ocurre en aquellos
casos en los que se contrae matrimonio porque toca, porque las cir-
cunstancias familiares y amicales que rodean al contrayente le exigen
−según sus vivencias−, casarse. Un ejemplo puede ser el de lograr de-
terminado estatus social, económico, etc., que el mismo contrayente,
confundido con su entorno, espera y desea por encima de los medios
para lograrlo.
— Un denominador común que aparece en los casos analizados y en
la jurisprudencia es la falta de amor. Mucho se ha escrito y hablado
sobre si la existencia del amor por parte de uno o ambos esposos al
tiempo de contraer es determinante o no en las causas de nulidad 380,
pero previamente a la consideración de esta premisa deberíamos
analizar si el sujeto en cuestión es capaz de amar. Porque la incapa-
cidad de amar −al menos como lo entiende la jurisprudencia rotal−
está asociada siempre a algún tipo de anomalía psíquica crónica o
transitoria. La incapacidad de amar tiene mucho de anomalía psí-
quica, porque en la esencia del psiquismo humano está implícita la
capacidad para intercambiar sentimientos positivos, que va más allá
de lo que en psicología se entiende por experimentar emociones,
hecho este que se suele confundir con amar. El amor del sujeto que
padece trastorno narcisista es un cúmulo de sensaciones que tienen
más relación con su necesidad de completud de su falla narcisista 381,
378
Si el miedo es provocado por causas reales estaríamos ante ideas paranoides, es decir ante el temor
a que nuestros actos generen muy probablemente reacciones externas perjudiciales para nosotros. Si el
miedo es provocado por causas no reales, estaríamos ante ideas paranoicas, es decir un temor a que nuestros
actos generen improbables o imposibles reacciones externas perjudiciales para nosotros. Si los males espe-
rados provienen del propio cuerpo, como el miedo a enfermar, estaríamos en una variante de la paranoia
que es la hipocondría.
379
J. J. García Faílde, La nulidad matrimonial hoy, Simulación del matrimonio, op. cit., pp. 126-127.
380
Sent. n. 31: “…Sin embargo la jurisprudencia rotal no ha aceptado, hasta ahora, la relevancia jurídica
del amor, conyugal, como capítulo autónomo de la nulidad del matrimonio fundamentalmente por el miedo de pecar de
‘divorcista’; así, ‘el defecto de amor no impide de por sí el consentimiento matrimonial y no hace al contrayente del todo
incapaz para obtener los fines del matrimonio…” (de Sent. coram Pinto, 30-07-69, en SRR., en Rev. Esp. Der. Can.,
XXIX, (1973), n. 83, pág. 424, n. 3).
381
Entendemos por falla narcisista un conjunto de carencias experimentadas por el ser humano
durante sus primeros años de vida, en la línea de la estimulación y el investimiento afectivo, que en la vida
152
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
que de entrega al otro, ya que el otro o incluso los hijos 382 son perci-
bidos como una prolongación utilitarista de sí mismo (casos nn. 1,
4 y 19); por lo que estos individuos excluyen implícitamente el bien
común de los cónyuges. Cuando este intercambio de sentimientos
está vedado o muy limitado para un sujeto, es porque alguna ano-
malía psíquica impide esta función humana. Por este motivo Sifneos
hace menos de medio siglo acuñó del griego (α-lexiς-timη) el térmi-
no “alexitimia” −que significa ‘sin palabras para los sentimientos’−, para
englobar la constelación de factores cognitivo-afectivos propios del
estilo comunicativo de los pacientes psicosomáticos en la consulta.
Aunque no creó un concepto nuevo, ya que estas características ha-
bían sido señaladas anteriormente, fue este autor quien organizó en
una entidad conceptual las observaciones clínicas y fenomenológicas
descritas a partir de pacientes psicosomáticos 383. Ejemplos de esta in-
capacidad para amar son los casos nn. 11 y 13.
En cuanto a la exclusión de los hijos (casos nn. 1, 2, 6, 7, 9, 10, 15, 16, 19
y 20), la experiencia nos dice que este capítulo se suele parcializar al tener en
cuenta solamente la obligación de procrear. Por lo que convendría dejar claro
que este capítulo se refiere no solo a dicha obligación sino también a la lo que
de obligación tiene el procurar el bienestar y la educación de la prole.
Cuando los hijos no son concebidos bajo el deseo expreso de darles una
individualidad, sino que lo son por necesidades narcisistas de los padres, salvo
que después se haga un importante movimiento en la dirección de erigirles
a ellos como protagonistas de su propio crecimiento, vienen a la vida con un
futuro psíquico patógeno ya marcado, que muy probablemente se va a mate-
rializar durante sus etapas infanto-juvenil, con ineludibles consecuencias en
su adultez.
En el caso nº 1 la dinámica de la causalidad de sendos embarazos, la
crianza en manos extrañas y cambiantes durante los primero años y el estatus
actual de impedimento de las visitas del padre, nos abocan a ser pesimistas
respecto al devenir psico-afectivo de los menores. En cualquier caso, desde
adulta le proveen de una precariedad en su autoestima, y que trata de compensar mediante conductas ego-
céntricas tendentes a compensar aquellas carencias estructurales.
382
Sobre esta cuestión víd. J.J García Faílde, La nulidad matrimonial hoy, op. cit., pp.157 y 158, se
pregunta: “¿A qué clase de educación de la prole está ordenado el matrimonio por su naturaleza, de modo que la exclu-
sión del derecho u obligación a la misma y/o la incapacidad para ejercer ese derecho y para cumplir esa obligación anule
el matrimonio?”.
383
Lo hizo público en un congreso de psicosomática, en 1.972, celebrado en Inglaterra.
Taylor y cols., basándose en otras revisiones, resume las características alexitímicas más sobresalientes:
1) dificultad en identificar y describir sentimientos; 2) dificultad para distinguir entre sentimientos y sen-
saciones corporales propias de la activación emocional; 3) proceso imaginario empobrecido, evidenciado
por la escasez de fantasías; 4) estilo cognitivo orientado hacia el exterior.
153
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******************
384
En esta delicada cuestión, el criterio de J. J. García Failde, es de nuevo muy valioso, veamos:
¿A qué clase de educación de la prole está ordenado el matrimonio por su naturaleza, de modo que la exclusión
del derecho u obligación a la misma y/o la incapacidad para ejercer ese derecho y para cumplir esa obligación anule el
matrimonio?
La doctrina y la jurisprudencia más común la reducen a la educación física, es decir a conservar la
prole, a procurar la educación física y nada más. Es demasiado poco para cifrar en ello el mínimo de la
donación del matrimonio por su naturaleza a la educación. Lo menos que se puede admitir es que se trata,
además de la educación física, de la educación humana a la que alude precisamente el c. 795, al describir
en qué consiste en realidad la verdadera educación, es decir, una educación que ponga a la persona en
condiciones de poderse desarrollar en todas sus dimensiones: la física, la afectiva, la intelectual, la cultural,
la familiar, la social...
Contraerá inválidamente matrimonio aquél contrayente que al celebrar el matrimonio esté incapaci-
tado por causas de naturaleza psíquica para dar cumplimiento en la convivencia matrimonial a esta obliga-
ción”. (La nulidad matrimonial hoy, op. cit., pp. 157-158).
154
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
155
ANEXOS
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Codicis luris Canonici Fontes. Ed. Gasparri-Seredi, Roma, 1926- 1939.
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Código de Derecho Canónico y legislación complementaria. Texto latino y versión castellana, con jurispru-
dencia y comentarios, ed. Pontificia Universidad Eclesiástica de Salamanca, Madrid 1962.
Comentarios al Código de Derecho Canónico (Cabreros-Alonso Lobo-Alonso Morán), Madrid,
1963.
Derecho Canónico Posconciliar. Suplemento al Código de Derecho Canónico. Ed. Miguélez-Alonso
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Código de Derecho canónico. Edición anotada. A cargo de P. Lombardía y J. I. Arrieta, Pamplona, 1983.
Código de Derecho Canónico. Edición Comentada por Profesores de la Universidad Pontificia de Salamanca,
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Codex Iuris Canonici, promulgado por S.S. el Papa Juan pablo II el 25 de enero de 1983, en AAS
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Codex luris Canonici. Fontium Annotatione et indice analytico- alpphabetico auctus, Ed. Pontificia
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157
Julio Ortiz Herráiz
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Romanae Roate necnon eiusdem Tribunalis Advocatus el Procuratores, 3-10-1941, en AAS
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• Alloc.: ad Romanae Rotae Auditores coram admissos, 30-I-1986, en AAS 78 (1986).
• Alloc.: Ad Rotae Romanae Auditores, coram admissos, 5-2-1987, en AAS 79 (1987).
• Alloc.: Ad Rotae Romanae Auditores, 25-1-1988, en AAS 80 (1988).
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• Alloc.: Ad Rotae Romanae Iudices, 10-2-1995, en AAS 87 (1995).
• Aloc.: al Tribunal de la Rota Romana, 22-1-1996, en AAS 88 (1996).
• Aloc.: a los Miembros del Tribunal de la Rota Romana de 21-1-1999, en AAS 91, (1999.
• Alloc.: ad Romanae Rotae Auditores coram admissos, 21-I-2000, en AAS 92 (2000).
Benedicto XVI:
• Discurso en el Encuentro mundial de las Familias, 8-VII-2006.
• Discurso a los participantes en el Congreso eclesial de la diócesis de Roma sobre “Familia y comu-
nidad cristiana: formación de la persona y transmisión de la fe”, 6-VI-2006.
158
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159
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Otras fuentes doctrinales y jurisprudenciales son las distintas revistas puntualmente referidas.
(Apollinaris; Communicationes; Estudios eclesiásticos; Il Diritto Ecclesiastico; Ius Canonicum
(IC); Ius Ecclesiae; L’anné e canonique; Monitor Eccleiasticus; Periódica; Revista de Derecho
Privado (RevDerPriv); Revista Española de Derecho Canónico (REDC); Studi di Diritto processua-
le; StuGiu¸ etc.
Asi como los distintos volúmenes de Curso de Derecho Matrimonial y Procesal Canónico para profe-
sionales del Foro (CDMPC), (vols. V; VIII; IX; X; IX, etc.,) Bibliotheca Salmanticensis. Estudios,
Salamanca, Universidad Pontificia.
http://portaljuridico.lexnova.es/
http://www.iustel.com/
www.bac-editorial.com/
http://elpais.com/tag/
http://dialnet.unirioja.es/
http://www.news.va/es
http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html (Audiencias, Cartas, Cartas Apostólicas,
Constituciones Apostólicas, Discursos, Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas, etc.,)
http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/index_sp.htm [Catecismo
de la Iglesia Católica, Libros y Documentos del Concilio Vaticano II (Constituciones,
Declaraciones, Decretos) ]
http://biblioteca.ugr.es/pages/biblioteca_electronica/bases_datos/aranzadi-online-westlaw
(Bases de datos: Westlaw-Aranzadi, Base del Conocimiento Jurídico IUSTEL).
II. Jurisprudencia
160
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Julio Ortiz Herráiz
162
Connotaciones psicológicas de la simulación en el matrimonio canonico
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