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Walter Krämer
Editorial
Tébar Flores
www.tebarflores.com
Todos los derechos reservados. Queda prohibida, salvo excepción prevista en
la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y
transformación de esta obra sin contar con la autorización expresa de Editorial
Tébar Flores. La infracción de estos derechos puede ser constitutiva de delito
contra la propiedad intelectual (arts. 270 y siguientes del Código Penal).
¿Puede haber una alegría mayor para un autor que le pidan que es-
criba un prólogo para un libro que salió hace 25 años? Imposible.
Eso significa que la gente todavía lo está comprando. Y no fue pre-
cisamente algo que estuviera entre mis planes, mientras lo escribía
durante el verano de 1990 en una granja antigua de Devonshire, en
Inglaterra. Desde entonces, se ha convertido en un clásico, con do-
cenas de ediciones y traducciones al italiano, al coreano, al chino...
Como autor es algo genial, como experto en estadísticas sin em-
bargo, es tan bueno como malo. Bueno, por un lado, porque signi-
fica que las personas se interesan por el tema, y malo, por el otro,
porque este asunto de la estadística sigue siendo polémico. Hay que
decir que cierto tipo de manipulaciones parecen haberse vuelto me-
Por supuesto que Büchner no podía conocer estos datos con exacti-
tud. ¿De dónde los sacó? No lo sabemos. Probablemente conocería
Este tipo de tickets son muy difíciles de ver: normalmente todos estos decimales nunca se
convierten en un número redondo.
Por esta razón, Goliat no era “bastante grande” o “muy grande”, sino
que medía exactamente seis codos y un palmo, y la tienda santa que
acarreaban los israelíes en su travesía del desierto no era simple-
mente extraordinariamente larga y ancha, sino que medía exacta-
empleos por cuenta ajena no queda claro qué se debe incluir en esos
ingresos (¿se incluye la comida del comedor de la empresa?, ¿debería
incluirse también el coche de la misma?). Solo Dios sabe cuántos
daneses se alojan sin registrarse en campings alemanes, y esos 61,6
kilos de carne también son poco fiables, porque, por ejemplo, queda
abierta la posibilidad de que parte de esa carne se tire a la basura o
se dé a perros o gatos.
Sin embargo, estos números aparecen con mucha autoridad. Pero
se trata de un maquillaje, rascando ligeramente en las cifras más
pequeñas sale todo el montaje a la luz.
Así que cuando leemos en la revista Nature que en Inglaterra hay
30.946 prostitutas y que se producen 4.641.900 contactos sexuales al
año, no nos lo deberíamos tomar al pie de la letra. Según la revista
Zeit, las olimpiadas de Londres 2012 costaron en total 12 billones
538 millones de euros, pero cualquier cifra entre 10 y 20 billones
hubiese sido igualmente correcta. Y esto vale para todo un abanico
de modernas cifras precisas.
Un fabricante de galletas publica en una nota de prensa que en Es-
tados Unidos cada mes se comen 59.080.165 unidades de sus pro-
ductos. Según el periódico Bild, un ama de casa típica trabaja al día
una hora, 50 minutos y 13 segundos solo para su marido (un tiempo
que, entre otras tareas, se divide de la siguiente manera: 4 minutos
dedicados al planchado de camisas, 2 minutos y treinta segundos
para hacer la cama, 1 minuto para sacar pelillos del afeitado del la-
vabo y 15 segundos dedicados a cerrar la tapa del váter). El total de
compra y venta de acciones en la bolsa de Frankfurt en un determi-
nado día sumó 5.000.607.978 euros. Según la revista La Atalaya, de
los testigos de Jehová, en el año 1995, 244.591 argentinos partici-
paron en comidas de la organización, comparados con 287.321 ale-
manes, 21 libios, 2.262 macedonios y 3.109 chipriotas. La Primera
Guerra Mundial tuvo unos costes para los países participantes de
Este es el número de paquetes de galletas de la marca Keebler que se comen los americanos
cada mes.
Divide y vencerás
Estas pequeñas triquiñuelas no tienen por qué tener malas inten-
ciones, lo normal es que los expertos en estadística del ministerio
correspondiente tengan la obligación por ley de publicar los datos
tal y como vienen, no pueden redondearlos, a pesar de que segura-
mente les encantaría hacerlo.
En otros casos, los números irregulares se producen por las sumas y
las restas y, casi a regañadientes, como en el caso de aquel estudiante
que a la pregunta sobre la edad de la Tierra respondió “4.000 años
y una semana”.
—¿Cómo estás tan seguro?
—¡La semana pasada aprendimos que la edad de la Tierra era exac-
tamente de 4.000 años!
Bibliografía
El clásico de las apariencias en el mundo de la economía es el libro
de O. Morgenstern On the Accuracy of Economic Observations,
Princeton, 1950. Es destacable el capítulo 1.
“Con qué facilidad se crea uno una falsa opinión, deslumbrado por el
resplandor de las apariencias”.
Molière
Beneficio
110
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
102 © Editorial Tébar Flores. Prohibida la reproducción sin la autorización expresa de la editorial
101
100
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
102
50 101
40 100
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
30
20 Atención, ¡curvas! 33
Beneficio
10 110
que todo
0
1 el mundo
2 3 vea que
4 se 5ha cortado.
100
6 Si no se
7 8 ve, 9estamos
10 ante
una manipulación. 90
80
Beneficio
105 70
104
60
103
50
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101 40
100 30
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
10
Beneficio
En el
110siguiente paso se estira0 el eje vertical y los resultados ya son
100
90 Beneficio
105
80
70
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60
50
40 103
30
20 102
10
0
101
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Estiramos el eje vertical,
estrechamos el eje horizon-
tal, y la curva ya es mucho
Beneficio
más dinámica. 100
105 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
104
104
6,6 6,5
6,6 Consumo medio de los vehículos diésel
6,4 aprobado en Europa (promedio-ECE)
6,5 Consumo medio de los vehículos diésel
100 km
Año
5,0
modelos diésel de Peugeot
Consumo medio de los
/ 100 /km
5,0
4,0
modelos diésel de Peugeot
LitrosLitros
4,0
3,0
3,0
2,0
2,0
1,0
1,0
0
Año
0
...y en la realidad. Año
Este gráfico quiere demostrar que los motores diésel de este fabri-
cante de automóviles son más económicos que los de la competen-
cia. Y el consumidor tiene que creer que los números son verdade-
ros (que lo son, aunque no del todo). Para inflar este intervalo, en
el anuncio se corta la mayor parte del eje vertical. Imágenes como
esta se pueden encontrar en periódicos y revistas muy a menudo.
Sin embargo, dado que en realidad no buscamos la verdad en los
anuncios, la mentira lo es solo a medias.
Molestan más estas estadísticas distorsionadas en textos de periódi-
cos y revistas. Del siguiente gráfico se ha cortado la vertical y se ha
estirado el eje horizontal. La curva dramatiza el índice bursátil es-
tadounidense Dow Jones en el texto original. Bajo el título “Raging
Bull”, que en castellano significa “el toro furioso”, sirvió a la revista
Newsweek para confirmar, una vez más, la teoría de que el merca-
do de valores estadounidense es simplemente extraordinario, algo
enormemente exagerado.
3000
2500
El índice del Dow-Jones durante cuatro meses
2000
1500
1000
500
2900
Promedio
industrial del
© Editorial Tébar Flores. Prohibida la reproducción sin la autorización expresa de la editorial
2850 Dow
Jones
Cierre semanal
1500
1000
500
0
Atención, ¡curvas! 37
2900
Promedio
industrial del
2850 Dow
Jones
Cierre semanal
2800
2750
2700
2650
La misma
distancia vertical
80 75
60
74
73
40
72
20
El desarrollo de los clientes 71
de los últimos cinco años,
tal como fue realmente.
(Número en miles). 0 70
80 75
60
74
73
40
72
20
71
Así presentó el banco los
números en la revista de la
0 70
compañía.
30
20
10
0
Las elecciones presidenciales Actual Candidato
en Venezuela. presidente
Mediante el recorte de una parte de las columnas se convierte en una victoria aplastante
que da escalofríos.
Este gráfico quiere aumentar la distancia entre el segundo y el tercero y reducir la distancia
entre primero y el segundo.
En realidad, las dos emisoras más populares tienen entre las dos
aproximadamente el 7 % del total de los oyentes, la tercera y las
demás tienen el 4 %. Con otras palabras, tanto la primera emisora
como la segunda más escuchadas son casi tan buenas como cual-
quier otra en lo que se refiere a fines promocionales, ninguna de las
dos domina el mercado radiofónico por encima de las demás emiso-
ras, la gran diferencia se encuentra entre las dos primeras y el resto.
El siguiente gráfico se tiene que mirar dos veces para ver dónde
está el truco. Este gráfico de barras muestra cuántas personas en
diferentes grupos de edad contraen la gripe. Y, como se puede ver,
Influencia de la enfermedad
7000
7095
por tramo de edad
6000
5457
5000
4000
3689
3000
2000
2160 2160
1725
1000
1345
928 900
565 583
0
0–4 5–9 10–14 15–19 20–24 25–29 30–39 40–49 50–59 60–69 70+
Rangos de edad
Desigualdad en los intervalos de edad y mismo ancho en las columnas del gráfico.
Lunes y viernes
Las ausencias de los trabajadores en porcentajes
37
31
16
10
6
Viernes
Jueves
Miércoles
Martes
Lunes
Intervenciones quirúrgicas
Las manipulaciones de las curvas presentadas hasta ahora se cen-
tran, sobre todo, con respecto al eje vertical: si este se recorta, inclu-
so las fluctuaciones más pequeñas pueden ser cuestionables, ya sea
hacia arriba o hacia abajo. Pero el eje horizontal no se libra de ser
1 1 2 2 1 3 3 2 4 4 3 5 5 4 5
2 2 3 3 2 4 4 3 5 5 4 1 1 5 2 2 1 3 3 2 4 4 3 4
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Una línea recta que indica un aumento absoluto por periodo.
1 6 7 8 9 10
1 6 7 8 9 10
1 6 7 8 9 10
Al estirar la segunda parte del eje horizontal, el crecimiento parece nivelarse.
1 2 3 4 5 10
1 2 3 4 5 10
Al estirar la primera parte del eje horizontal, parece que el crecimiento aumenta.
durante mucho más tiempo del que aquí se presentaba (por ejem-
plo, un sello de Pensilvania las conservó durante más de una déca-
da) y, probablemente, esa es la principal razón por la cual la fecha de
inicio de la empresa no está en el gráfico. En este caso, simplemente
estirando el borde derecho del eje horizontal se crea una ilusión
óptica de constancia, donde realmente no la hay.
Querido cliente, véalo con sus propios ojos: Esto significa un periodo legislativo sin aumento de franqueo,
desde 1983 las tarifas de envío de cartas, postales ¡por primera vez en veinte años!
y paquetes no han aumentado. Y ustedes también
se mantienen fieles, siempre con nosotros, desde 1986.
1979 80 80 80 80 80
1974
60
1972 50
1966 40
30 + 33,3% +0%
20 + 20%
+ 25%
+50%
Deutsche Post
desde 1983. 1983–1986 +0 %
Bibliografía
El pionero en gráficos de datos es el ya mencionado economista e inge-
niero escocés William Playfair (1759-1823), en su libro The Commer-
cial and Political Atlas: Representing, by Means of Stained Copper-
Plate Charts, the Progress of the Commerce, Revenues, Expenditure
and Debts of England during the Whole of the Eighteenth Century,
Londres 1786.
“Los perros prefieren morder a los hombres, los gatos prefieren a las
mujeres mayores y los caballos a las niñas. Esto fue lo que descubrió
Ellif Dahl, de la asociación médica de Noruega”.
Molière
Un minorista compra productos por 100 euros y los vende por 200
euros. ¿Qué porcentaje de margen comercial obtiene?
—¡Qué vergüenza! —decimos como clientes— ¡tiene un beneficio
neto del 100 %!
—Tampoco es tan bueno para el minorista —dice el distribuidor—.
Las ganancias porcentuales realmente no son para tanto.
De hecho, ambos tienen razón: 100 euros son el 100 % de 100 euros
y el 50 % de 200 euros.
FUMADORES
Católicos:
20 %
Otros:
40 %
Protestantes:
40 %
Entre los fumadores estadounidenses hay dos veces más protestantes que católicos.
zones por las cuales los hombres empiezan a beber no es otra que
sus propias esposas. Esta razón se ha extraído del hecho de que dos
tercios de los alcohólicos están casados, por lo que se supone que la
esposa es quien promueve este compulsivo impulso por la bebida.
De hecho, la proporción de alcohólicos que están casados, extraída
de manera aislada, no quiere decir nada en absoluto. Para que esta
afirmación quisiera significar algo tendríamos que saber la propor-
ción de esposos en el grupo en riesgo en total (es decir, hombres en
edad de casarse) que son alcohólicos y, si esto supera los dos tercios
(algo que dudo mucho), la conclusión final apuntaría a un efecto
aleccionador de la vida de casados.
Bibliografía
El diferente efecto de las proporciones de un total en la percepción
de cifras y datos de cualquier tipo también se conoce como “efecto
marco”, véase A. Tversky y Kahneman D: “Rational Choice and the
Framing of Decisions”, Journal of Business 1986, p. 251–278. Por la
investigación de este efecto, Daniel Kahneman fue galardonado con
el Premio Nobel de Economía en 2002, investigación que plasmó en
su libro, que fue un éxito internacional, líder en ventas.
Incluso mi amigo y coautor ocasional Gerd Gigerenzer sigue seña-
lando la importancia de la base en las comparaciones, para saber más
lea Das Einmaleins der Skepsis. Über den richtigen Umgang mit
Zahlen und Risiken, Berlín 2002, o nuestro libro (con Th. Bauer):
Warum dick nicht doof macht und Genmais nicht tötet, Frankfurt
am Main 2014.
Una lectura especialmente recomendable sobre conclusiones erró-
neas de las llamadas “probabilidades condicionales” es W. Krämer
und G. Gigerenzer: “How to confuse with statistics: the use and mi-
suse of conditional probabilities”, Statistical Science 20, 2005.
asesinado a sus propios hijos. Y así Sally Clark fue encarcelada, con
gran probabilidad de manera injusta, porque tanto el fiscal como el
jurado tomaron la probabilidad condicionada como prueba de ino-
cencia, en el caso de dos muertes súbitas de niños, confundida con la
probabilidad condicionada de dos muertes súbitas de niños cuando
se es inocente. Y este último caso es realmente improbable. De esta
forma, fiscal y jurado concluyeron de forma injusta que, por lo tan-
to, el primer caso era también muy improbable.
Por suerte para Clark, unos expertos ingleses en estadística des-
montaron el planteamiento equivocado que la llevó a la cárcel, y
fue finalmente liberada. Pero según los cálculos del experto Gerd
Gigerenzer, miles de acusados de crímenes se hallan en la actualidad
entre rejas, o en peores circunstancias, únicamente porque jueces y
fiscales no fueron capaces de entender qué es la probabilidad con-
dicionada.
Miedo al sida
También ocurren estos desajustes en la diagnosis clínica. Suponga-
mos que todos los ciudadanos sexualmente activos debieran hacerse
la prueba del VIH. El médico se dirige a una de estas personas y le
dice: “Señora X, le tengo que comunicar, que desgraciadamente, el
test da positivo”. ¿Con qué probabilidad esa señora tiene realmente
el sida?
Demos por hecho que es un test realizado con todas las de la ley. En
el caso de infectados por sida, lo detecta en un 99 % de los casos, y en
no infectados da igualmente un resultado fiable en un 99 %. De esta
forma, los pacientes, y por desgracia también los médicos, piensan
que estos tienen sida con un 99 % de seguridad. Y se dan casos que,
por desesperación, algunos diagnosticados con sida se han llegado
a suicidar.
Bibliografía
El experto en estadística I.J. Good mostró en la revista Nature el uso
correcto de la probabilidad condicionada en el caso del juicio de O.J.
Simpson: When batterer becomes murderer, 1996, pág. 481.
Sobre la confusión de fiscales con la estadística se puede leer a Gige-
renzer: Calculated risks: How to know when numbers deceive you,
Nueva York 2002 (Simon & Schuster).
ca: dos hombres están en un bar, uno se está comiendo una paletilla
de cordero, el otro se está bebiendo dos jarras de cerveza. Estadís-
ticamente, cada uno de ellos se está comiendo media paletilla y be-
biendo una jarra, pero realmente uno de ellos se está hartando de
comer y el otro está borracho.
La media aritmética a veces produce una masa compacta que di-
luye los valores que se encuentran alrededor del promedio. Si en
nuestro pueblo tenemos diez granjeros, uno de ellos tiene 40 vacas
y los demás ninguna, entonces de media cada uno de ellos tendrá
cuatro. Para los otros nueve pobres granjeros, este dato es un triste
e inútil consuelo. Aparentemente supone una diferencia si los datos
se agrupan alrededor del promedio o se reparten en todas las direc-
ciones, pero esta diferencia no se aprecia en el valor del promedio.
La temperatura media de Plymouth, Inglaterra, es de 13 grados du-
rante el año (valores diurnos), y se iguala a la temperatura de Min-
neapolis, Estados Unidos. Pero el clima no es equiparable entre una
ciudad y otra. El promedio anual de esos 13 grados en Plymouth
oculta una reducida dispersión de la temperatura a lo largo del año.
En febrero, el mes más frío del año, el termómetro baja solo hasta
los 8 grados, mientras que en julio sube solo hasta los 21. Las hela-
das y el calor extremo no existen. “Los veranos relativamente fres-
cos obligan a plantar melocotones y albaricoques bajo la protección
de muros o vallas, los meses de invierno con temperaturas agrada-
bles permiten aclimatar muchas plantas de origen subtropical”, po-
demos leer en una guía de viajes. “En el campo se pueden encontrar
tanto el mirto como los arbustos sudeuropeos”.
Los agricultores de Minneapolis ni se imaginan contar con este tipo
de cultivo… A ellos las orejas se les congelan en los meses de invier-
no. En enero, el termómetro marca 15 grados, pero bajo cero, y en
verano, asciende hasta los 30 grados, llegando en algunas ocasiones
ciudadano medio alemán sea más pobre que un súbdito del sultán.
Más bien todo lo contrario, porque en ambos casos al referirse al
promedio se usa la media aritmética, o sea, ingresos a nivel nacional
dividido entre el número de ciudadanos del país. Pero el reparto de
los ingresos es dramáticamente más desigual en Brunei que en Ale-
mania. Si dejamos a un lado al sultán, que figura como el hombre
más rico del mundo, vemos una imagen de Brunei muy diferente.
Estos extremos atraen a las medias aritméticas como un imán.
“¿Optamos por la media aritmética para definir la altura media del equipo, y asustamos al
contrario, o usamos la mediana y le engañamos?”.
mento del arancel, los coches tenían un peso del 0,8, tras el aumento
cae al 0,1, aumentando el de los alimentos hasta un 0,9, y así baja el
arancel medio. Ahora su valor es este:
0,1 x 200 % + 0,9 x 10 % = 29 %
De forma menos llamativa, podemos encontrar esta paradoja del
arancel en el índice de precios del coste de la vida. Esta famosa esta-
dística es una media aritmética ponderada, en concreto, una media
aritmética de la relación del índice de precios al consumo con los
que se calcula la cesta de la compra: alimentos, vacaciones, alqui-
leres, automóviles, etc. Sus respectivos precios de ese momento se
dividen entre los precios del periodo de referencia, y esa relación de
precios se condensa en un promedio calculado a través de la media
aritmética ponderada para sacar el índice de precios para el coste de
la vida.
El Estado pone su peso en los gastos relativos para cada producto,
que se adaptan de manera periódica a modificaciones de consumo.
Pero cuando un determinado bien, por ejemplo los viajes de vaca-
ciones a Acapulco, aumenta su precio y por tanto su volumen de
negocio, su peso relativo desciende, por lo que de manera regular la
inflación, con nuevos pesos, es más reducida que con antiguas. Los
sindicatos insisten en que no se puede mantener invariable la mis-
ma cesta de la compra; puesto que no se adapta a los consumidores,
no se corresponde con la realidad. Las bases de los cálculos del Go-
bierno, al menos en Alemania, son favorables a los trabajadores. Si
se tomasen referencias nuevas cada año, los aumentos de precios no
serían mayores, como piensan algunos sindicalistas, sino menores.
Miedo a volar
Otra confusión característica y recurrente es el número por el cual
se divide la suma para hacer la media aritmética. Por ejemplo, la
seguridad de los medios de transporte. ¿Qué es más seguro: la ca-
rretera, el avión o el tren? (El coche como asesino número uno lo
dejamos claro desde el principio).
En este caso hay dos respuestas, una que viene de la cabeza y otra
que viene del estómago. Nuestra cabeza nos dice que volar es más
seguro. Lo hemos leído mil veces en la prensa, que no se pierde
ningún acontecimiento y menos una catástrofe con la que, además,
muestran los restos de aviones y de partes del cuerpo de los falleci-
dos. En promedio, según el argumento estándar, se mueren menos
personas que en ferrocarril.
La pregunta es, ¿cómo calculamos el promedio?, ¿cómo dividimos
el número de víctimas al hacer la media?, ¿qué tenemos como deno-
minador común?
Los denominadores comunes son el total de pasajeros por reco-
rrido. Esto nos da un promedio aproximado de los primeros cinco
años de la segunda década del este milenio:
Tren: 20 muertos por 100 mil millones de pasajeros/km.
Avión: 10 muertos por 100 mil millones de pasajeros/km.
Este tipo de estadísticas ya lo conocemos, tranquilizan porque con-
forman la fórmula que asegura que en este sentido viajar en tren es
mucho más peligroso y mueren el doble de personas que en avión.
¿Por qué nos entran los sudores cuando nos subimos a un avión,
pero no cuando nos subimos a un tren? Como muestra la siguiente
estadística, este miedo no es tan irracional como muchas personas
piensan. Con la misma razón con la que relacionamos el número
Bibliografía
Se puede encontrar más información sobre los promedios en todos
los libros de texto estándar de estadísticas. Para una introducción
sin fórmulas y símbolos, vea capítulos 2 y 3 de mi libro Statistik
verstehen.
Para más información sobre los riesgos relativos a la aviación lea A.
Weir: The Imperative Tombstone-Truth about Air Safety, Nueva
York 1999.
La base volátil
Los porcentajes también pueden sumarse o restarse mal. Si una
obra de arte pierde el 50 % de su valor dos veces seguidas, el precio
no acaba siendo cero.
En uno de sus artículos, el periódico alemán Der Spiegel fue res-
tando por porcentajes todos los alimentos desde que nacían en el
campo hasta que llegaban al plato: el tanto por cien que se pierde en
la cosecha, menos lo que se pierde durante el transporte, menos lo
que se pierde en el almacén, menos el porcentaje de lo que se pierde
en el supermercado. Y si sumamos todo esto…
El ejemplo que mejor ilustra este fenómeno proviene de un pro-
yecto del Gobierno de México que se parece un poco al cuento de
la lechera. Uno lee The Economist y se cree que puede aumentar la
capacidad de las autopistas de dos a tres carriles.
= +17 %
Crecimiento vs. consistencia.
El riesgo inflable
Hace algunos años, se recomendó a las mujeres moderar el uso de
píldoras anticonceptivas de lo que se conocía como “tercera gene-
ración”. Simplemente, el riesgo de sufrir trombosis aumentaba un
100 %. Las consultas de los médicos se inundaron de cartas, las far-
macias daban explicaciones detalladas en todos los medios, incluso
en Inglaterra las autoridades sanitarias terminaron por eliminar los
anuncios de la píldora en los principales periódicos, lo que redundó
en que muchas mujeres dejaron de tomarla. Solamente en Inglate-
rra se contabilizaron más de 10.000 abortos adicionales a la media
debido a embarazos no deseados.
¿Qué pasó? Varios estudios han demostrado que entre las 7.000
mujeres que tomaron la píldora, una de ellas sufrió una trombo-
sis. Entre las mujeres que tomaron la píldora de tercera generación,
fueron dos las mujeres que sufrieron una trombosis, es decir, hubo
un aumento del 100 %. Pero solo fue un aumento relativo. El riesgo
absoluto era insignificante, tanto en la segunda como en la tercera
generación. El resultado paradójico fue que, debido a todos los em-
barazos adicionales que hubo, y que un embarazo supone un mayor
riesgo de trombosis, muchas más mujeres murieron por trombosis
de las que hubieran muerto por efectos secundarios de las píldoras.
Un efecto similar se produjo con el tratamiento informativo que dio
en su momento la prensa alemana al creciente peligro de contraer
cólera. “El cólera puede llegar a Alemania a través del Mar Báltico”
(Die Welt), “Gérmenes peligrosos en el Mar Báltico” (Frankfurter
Rundschau) o “Cambio climático: gérmenes peligrosos se esparcen
por el Mar Báltico” (Hamburger Abendblatt). Se temía un aumento
del riesgo de infección. Actualmente, tan solo unas dos personas
son diagnosticadas de cólera cada año en toda Alemania. Si el pe-
ligro se duplicara, serían cuatro personas, el doble que la cifra ex-
puesta. Cuatro de 80 millones es el 0,0005 % del total, es verdad que
para los afectados sigue siendo igual de malo, pero en general, sean
dos o sean cuatro no es prácticamente nada. Los riesgos relativos
son enormemente populares, especialmente entre aquellas personas
interesadas en generar pánico.
Pero los porcentajes también dan beneficios, por ejemplo, si uno
quiere creer un estudio especializado que dice que la dieta medite-
rránea logra reducir el riesgo de diabetes en un 30 %. Eso puede ser
cierto, pero en términos absolutos, la disminución es mucho más
modesta, entre el 8 y el 6 %.
Se usa este tipo de porcentajes a la hora de engañar cuando se pre-
sentan determinadas tasas de crecimiento, que convierten una brisa
Bibliografía
La problemática de nuestro manejo erróneo de porcentajes se re-
toma desde otro punto de vista en Th. Bauer, G. Gigerenzer y W.
Kramer: Warum dick nicht doof macht und Genmais nicht tötet,
Frankfurt am Main 2014. En ese libro encontrará muchas más
fuentes y referencias.
¡Seguimos!
En casi todos los casos, las tendencias a corto plazo deben usarse
como guía. Los llamados pronósticos ingenuos, que mantienen un
crecimiento o un nivel del período anterior, a menudo son más efi-
caces que los sofisticados modelos de los expertos. Respecto al tiem-
po, por ejemplo, el dicho de los agricultores es que “para el próximo
día el tiempo será el del día anterior”, y muchas veces tienen más
razón que los sofisticados estudios de meteorología.
Sin embargo, cuanta más información tengamos sobre una tenden-
cia, más improbable es que esta tendencia siga igual. Una vez leí algo
relacionado con esta idea sobre las vacas de un pueblo de Alemania.
En 1990, las vacas de ese pueblo daban un promedio de 4.200 litros
de leche; en el año 2000, sin embargo, daban un promedio de 4.700
litros e incluso en 2010 llegaron hasta los 5.200 litros. Y, a pesar de
esta maravillosa tendencia, si fuera yo, iría con mucho cuidado en
pronosticar que en 2020 las vacas lecheras darán 5.700 litros y que
en el año 2030 darán 6.200 litros...
Un reportero de deportes predijo el récord mundial de atletismo
en un futuro muy lejano, después de que el primer registro oficial
(de un inglés llamado Webster en 1865) mejorara en 30 segundos.
El primero tardó 4 minutos 44 segundos y, 30 años después, el si-
guiente en batir el récord lo consiguió en 4 minutos 17 segundos. El
reportero argumentó lo siguiente: “Conseguimos un segundo me-
nos por año. Los cuatro minutos se reducirán a más tardar en 1920”.
3
Número de esposos
0
Ayer Hoy
Según esta imagen, vas a tener más de dos docenas de maridos a finales del próximo mes.
Casi mejor que vayas buscando una empresa que haga descuentos en pasteles de boda.
El fin se acerca
La ciencia tampoco es inmune a las tendencias. El famoso econo-
mista del siglo XVIII, el venerable reverendo Robert Thomas Mal-
thus, en sus predicciones en relación a alimentos y población, había
calculado que la población humana tendería a duplicarse, al igual
que tenía que ocurrir con el vidrio en la ciudad de San Luis, a inter-
valos constantes, a menos que la frenaran, claro. Malthus aseguraba
que estaba comparando la población, en crecimiento exponencial,
con un producto social eternamente lineal. De modo que la comida
que había en el mundo nunca sería capaz de alimentar a la pobla-
ción, lo que suponía el hambre y la miseria para la mayoría de per-
sonas como una consecuencia inevitable.
En aquel momento, Malthus tenía toda la razón, pero como sabe-
mos hoy, esto pronto se revirtió, al menos en las naciones indus-
trializadas occidentales. Poco después de la muerte de Malthus, el
pastel del producto nacional comenzó a crecer más rápido en vez
de más lento que la población que lo consumía. Hoy en día, el pro-
blema no es cómo alimentar a toda la población mundial sino qué
hacer con los excedentes de leche, de mantequilla o de trigo.
Los herederos modernos de Malthus son los apocalípticos del Club
de Roma. Su famoso informe de 1972 conmocionó al mundo sobre
todo por la extrapolación de la tendencia de la producción de ali-
mentos o el consumo y suministro de energía. Según ellos, ahora
casi no tendríamos petróleo, y apenas podríamos alimentarnos. El
hecho de que la especie Homo sapiens sea cada vez más eficiente
con sus recursos y desarrolle nuevas fuentes de energía no cabe en
la mente de los profetas más catastróficos.
Bibliografía
Una prueba estrictamente científica de que la Tierra se caería en
2026, proporcionada por Heinz von Foerster et al.: Doomsday: Fri-
day 13. November A.D. 2026, Science, Nov. 1960, pp. 1291-1295.
La extrapolación de las tendencias del Club de Roma se puede leer
en D. Meadows et al.: Die Grenzen des Wachstums, Stuttgart 1972.
Long John Silver: ¿El pirata cojo más rico al sur del Ecuador?
Bibliografía
Una fuente inagotable de superlativos artificiales es el Libro Guin-
ness de los Récords, que se reedita anualmente y aparece en este
capítulo. Estas son algunas de las personas que han batido récords:
Pete Czerwinski, de Canadá, que batió el récord en comer la mayor
cantidad de huevos de chocolate en un minuto, al comer alrededor
de 100; la ciudad de Hamburgo, que animó a 19.897 ciudadanos a
Pero no es tan sencillo. En primer lugar, faltan las cifras totales tan-
to de niños como de niñas del instituto de Baden-Württemberg. Si
hubiese un total de 4.000 niñas en ese instituto, que de esas 4.000
suspendiesen 3.800 no dejaría, precisamente, en muy buen lugar al
sexo femenino.
Pero aparquemos este aspecto y supongamos que tanto el número
absoluto (el del total de chicas y chicos) como el número relativo de
chicas es más pequeño que el número total de chicos. Incluso en ese
supuesto, las estadísticas no significarían nada. En segundo lugar,
los estudiantes de secundaria de este instituto no son una muestra
aleatoria de todos los jóvenes en edad escolar. Podríamos suponer,
por ejemplo, que de media son un poco más inteligentes que otros.
Por lo tanto, nadie pensaría que el cociente de inteligencia de es-
tos estudiantes de secundaria es representativo; esta muestra es un
ejemplo bastante claro de lo que los expertos en estadística conside-
ran una “estadística distorsionada”.
“Distorsionado” es lo opuesto a “representativo”: ciertos subcon-
juntos de la población, como en este caso los adolescentes más
inteligentes, están sistemáticamente sobrerrepresentados en las
muestras, mientras que otros apenas están representados. Después
de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno militar estadounidense
examinó al azar el estado nutricional de la población alemana. Se
instalaron en las calles básculas donde pesaban a las personas que
pasaban por ahí. ¿Qué tipo de personas pasaba por esos sitios? Sobre
todo, personas bien alimentadas que podían desplazarse, lo que im-
plicaba que todos sus compatriotas hambrientos y enfermos fueron
totalmente ignorados.
La distorsión en nuestro ejemplo inicial era que, probablemente, los
estudiantes a quienes se les hicieron las pruebas eran más inteligen-
tes que la media. Lo importante no es el resultado, sino la respuesta
a la pregunta: “¿Los niños son más tontos que las niñas?”, porque a
Asesinato y homicidio
De modo que, cuando sacamos conclusiones de un estudio, muchas
veces nos equivocamos porque la estadística de la que extraemos
Las cruces marcan los lugares donde los misiles habían herido a los soldados de regreso a
casa; los soldados que estaban dentro del rectángulo ya no regresaron.
Bibliografía
Sobre las muestras aleatorias correctas se aprende en todas las in-
troducciones de cualquier libro de estadística, uno de los ejemplos
es Warum dick nicht doof macht und Genmais nicht tötet, Frank-
furt am Main 2014.
Cómo invertir en arte lo explica Horst Wagenbach muy sensible-
mente en Kunst als Kapitalanlage, Stuttgart 1965. Los argumentos
citados en el texto contra dicha inversión de capital pueden encon-
trarse, por ejemplo, en William J. Baumol: Unnatural value, or art
investment as floating crap game, American Economic Review
1986, o B. S. Frey und Werner W. Pommerehne: Muses and Mar-
kets: Explorations in the Economics of Arts, Oxford 1995.
Tiene truco: el área del billete de la derecha es cuatro veces más grande que el área del
billete de la izquierda.
Tiene truco: el volumen del lingote de la derecha es ocho veces mayor que el de la izquierda.
ca. 82 m2
ca. 58 m2
Volkswagen
27 %
Opel
17 %
Ford
10 %
Del mismo modo, los gráficos siguientes exageran los hechos reales.
El primero quiere mostrar que el carbón quema más CO2 que otros
combustibles fósiles, pero dispara mucho más allá de su objetivo:
mientras que el carbón produce el doble de CO2 que el gas natural,
la nube de humo mostrada es cuatro veces mayor.
0,40
0,26
0,20
50 mt
40 mt
Zar-Bomb
30 mt
20 mt
20 kt
15 kt Trinity Bravo
10 mt
Hiroshima Mike
10 kt
5 kt
Así pues, tiene lugar una reducción en la que el área del círculo para
1950 es aproximadamente cuatro veces más grande que el área del
círculo para 2050. Pero la tierra de cultivo per cápita es solo 2,5
veces más grande.
El efecto Matterhorn
El siguiente ejemplo pone otro factor de distorsión en juego. Lo
llamaremos el efecto Matterhorn. El gráfico muestra el Zugspitze,
la montaña más alta de Alemania, y el Matterhorn, la montaña más
alta de Suiza. El Matterhorn tiene 4.478 metros y el Zugspitze mide
2.962 metros. En un gráfico, el Matterhorn está al lado de Zugspitze
y, en el otro, el Zugspitze está más atrás: el tamaño de las montañas
es siempre el mismo, pero en el gráfico de la derecha el Matterhorn
parece mucho más grande porque está detrás. Si colocamos los ob-
jetos en una imagen al fondo, nuestros cerebros magnifican ese ob-
jeto para compensar la distancia.
1950
2050
1950 de la población.
Una visualización correcta del crecimiento
1950 2050
1950 2050
1950 2050
126 Así se miente con estadísticas
Así que id con cuidado con los gráficos de datos en grandes dimen-
siones, sobre todo si hay dos imágenes encajadas, es decir una de-
lante de la otra. A lo sumo, si los dibujos que se muestran tienen las
mismas áreas o volúmenes, las figuras de dos o tres dimensiones
se podrán usar de manera significativa para los gráficos de datos.
Por otro lado, los datos unidimensionales también pertenecen a una
vista unidimensional.
Bibliografía
Los clásicos absolutos de los gráficos de datos son los hermosos li-
bros Envisioning Information y The Visual Display of Quantitative
Information, de Edward Tufte.
Otras introducciones para los recién llegados son las obras de H.
Riedwyl, ya mencionadas en el Capítulo 2: Graphische Gestaltung
von Zahlenmaterial, Bern 1975, y G. Zelazny: Wie aus Zahlen Bil-
der werden, Wiesbaden 1988.
“Si exiges una respuesta inteligente debes hacer una pregunta inteligente”.
Goethe
Trabajadores del Metal (IG Metall). Por eso, este resultado estaba
programado. Me pregunto por qué se ha llegado a esta conclusión
tan dispar con más de 2 millones de cuestionarios.
Al mirar las encuestas ves que las preguntas en sí son sugestivas;
se aseguran de que todos los encuestados sepan qué poner. Por
ejemplo, la pregunta ya contiene las palabras “fin de semana”: “Los
sindicatos impusieron durante las décadas de los 50 y los 60 que la
semana laboral fuera de 5 días, de lunes a viernes... Esto ha supuesto
que nos acostumbremos a tener un tiempo de ocio, en los fines de
semana, en el que es fácil que surjan momentos para compartir este
tiempo con otras personas”. Y sigue, “(…) y tú ¿qué opinas?”. Y ofre-
ce las siguientes alternativas:
1. En mi opinión, eliminar los fines de semana supondría un
fuerte impacto para la familia, los amigos, las parejas, los
deportes y la vida cultural.
2. No considero que los días para hacer cosas en común sean
tan importantes. La eliminación de los fines de semana da-
ría lugar a un mejor uso de las instalaciones de ocio y de
transporte.
3. No sabe / no contesta.
Estas opciones no dejan lugar a dudas: los que no están de acuerdo
con la frase número 1 sufren patologías sociales.
De la misma manera, la respuesta que los sindicatos desean que des
incluye la palabra clave: sábado. “Los empresarios y, sobre todo, al-
gunos políticos quieren que el sábado vuelva a ser día laboral”, y la
pregunta de la encuesta es: “¿Qué te parecería si tuvieras que traba-
jar los sábados?”. A esta pregunta, las alternativas son: “No me im-
portaría” o “Perdería calidad de vida”. El 95 % de todos los votos son
para la segunda alternativa y no sorprende a nadie. Por el contrario,
debería ser bastante preocupante que, a pesar de esta pregunta tan
También hay una gran diferencia entre prohibir algo o “no permi-
tir” algo. El 54 % de los participantes en una encuesta estadouniden-
se cree que Estados Unidos debería prohibir los ataques públicos a
la democracia. Por el contrario, el 75 % cree que Estados Unidos no
debería permitir los ataques públicos contra la democracia. Cuan-
do preguntamos: “¿Le parece adecuada la legalización del aborto?”,
obtenemos resultados diferentes que al preguntar: “¿Está a favor de
la legalización del aborto?”. Un ejemplo (el que se sepa el chiste, por
favor, que continúe leyendo más abajo):
Dos monjes discuten si se puede fumar mientras se reza. “¡Pregun-
temos a nuestros superiores!”
Negando con la cabeza, regresa el primer hombre.
—Yo pregunté: “¿Puedo fumar mientras rezo?”
—¿Y? ¿Cuál fue la respuesta?
—El abad me dijo que no.
—Es curioso —dice el segundo monje— a mí me dijo que sí.
—¿Qué le preguntaste?
—¿Puedo rezar mientras fumo?
Tales coincidencias de la pregunta pueden incluso cambiar el cur-
so de la historia mundial. Al comienzo del escándalo Watergate, el
encuestador Gallup les pidió a los estadounidenses su opinión sobre
una acusación contra el presidente. “¿Estás a favor o en contra?” La
mayoría estaba en contra. Y dado que los senadores y congresistas
estadounidenses escuchan la opinión pública más que a Dios, esa
fue una carta blanca para el presidente Nixon (que agitó estas en-
cuestas como una bandera durante meses para los periodistas).
Pero luego se descubrió que la mayoría de los estadounidenses ni
siquiera saben lo que significa la palabra acusación. Muchos creye-
ron que significaba condena, y eso iba demasiado lejos incluso para
aquellos que desaprobaban el comportamiento del presidente. Así
Di que sí
Otra fuente de resultados que tienen truco en las encuestas son las
opciones de respuestas que ofrecen. Un informe periodístico ase-
guraba que “el 59 % de los alemanes son felices”. La pregunta era la
siguiente:
Se siente:
feliz
infeliz
ni la una ni la otra
El resultado tendría un porcentaje totalmente diferente si la pre-
gunta fuera:
Se siente:
feliz
satisfecho
bastante satisfecho
bastante insatisfecho
insatisfecho
infeliz
En el caso de respuestas en las que solo se puede contestar sí o no,
también es importante identificar qué alternativa se puede contes-
tar con un “sí”. Porque la mayoría de la gente prefiere decir “sí”. Los
Problemas de contacto
La siguiente “trampa” forma parte de la misma naturaleza de la en-
cuesta. En las encuestas que se llevan a cabo por escrito, por ejem-
plo, mucha gente simplemente no contesta, normalmente las perso-
nas que no le dan especial importancia a lo que están haciendo. Si en
un periódico adjuntamos una tarjeta en la que aparezca la pregunta:
“¿Crees que la Tierra se va a destruir en un futuro cercano? Respon-
da sí o no y envíe la tarjeta a la editorial”. ¿Quién va a contestar? So-
bre todo, contestarán los profetas del día del juicio final y a los que
el agujero de la capa de ozono o el calentamiento global les quitan el
sueño, y el periódico acabará afirmando con el titular: “¡El 90 % de
los alemanes cree que la Tierra se destruirá pronto!”.
Cuando leo en Reader’s Digest que más del 80 % de las carteras per-
didas en los Estados Unidos se devuelven al propietario, simple-
mente no me lo creo. Esta estadística se basa en una encuesta de un
periodista que en un editorial preguntó a sus lectores: “¿Alguna vez
ha perdido su cartera o bolso? Por favor, escríbame si lo recuperó o
no”. Respondieron alrededor de 600 personas de las cuales más del
80 % habían conseguido recuperar su cartera.
Desafortunadamente, eso no significa que el 80 % de todas las carte-
ras que se pierden se devuelven; solamente significa que el 80 % de
los que perdieron la cartera respondieron a la revista que se les ha-
bía devuelto la cartera; todas aquellas personas que no recibieron su
cartera de nuevo, seguramente la mayoría, no vieron la razón para
contestar. Solo aquellas que experimentan un acontecimiento poco
común sienten la necesidad de comunicarlo a su entorno, y, en mi
experiencia, que no te devuelvan un bolso o una cartera que habías
perdido es una experiencia de lo más común.
“¿Se usan demasiados anglicismos en la lengua alemana?”. El perió-
dico Dortmund Ruhr una vez les preguntó a sus lectores: “Díganos
hoy por teléfono desde las 11 a.m. hasta las 6 p.m. si cree que se usan
demasiados anglicismos, diga “sí” o “no” a la grabación”.
Desgraciadamente, me enteré demasiado tarde de esta encuesta. Me
gustaría haber llamado varias veces y gritar: “Sí” (estoy realmente
harto del Pidgin English en nuestro hermoso idioma). Pero ¿real-
mente habría llamado si este tema me fuera indiferente? Por eso no
me sorprende haber visto un 97,4 de votos afirmativos.
Pero las encuestas cara a cara tampoco están libres de riesgos. Un
experto en estadística del instituto electoral Emnid me dijo una vez
cómo realizó una encuesta sobre el nivel de conciencia de los fabri-
cantes de ordenadores, y cómo, él mismo como encuestador, sin
ninguna intención, metió la pata: “¿Qué fabricantes de ordenadores
Del mismo modo, tiene poco sentido preguntar quién pega a sus
hijos o si es alcohólico. Preguntas como “¿Crees en Dios?”; “¿Tienes
miedo a volar?”; “¿Te duchas todos los días?” o “¿Te gustaría ser
presidente del Gobierno?” provocan sistemáticamente mentiras
por una infinidad de razones. Así que, cuando leí en la prensa que
el 76 % de todos los gerentes alemanes se esfuerzan, principalmen-
te, por tener “una vida en la que haya un equilibrio ideal entre la fa-
milia, el trabajo y el ocio”, pensé, ¿con qué fin? Cualquiera que real-
mente aspire a ser el director ejecutivo de Daimler-Benz no debería
tener ninguna consideración por todo esto, ya que lo va a perder
seguro. Entonces, si las encuestas nos dicen que a los alemanes les
encantan los niños o que los extranjeros ven a los alemanes como
culturalmente ricos a los que les gusta leer un buen libro, sabemos
lo que tenemos que contestar cuando nos pregunten tanto dentro
como fuera del país.
Bibliografía
La clásica encuesta de opinión sigue estando en E. Noelle-Neumann:
Umfragen in der Massengesellschaft (Einführung in die Methoden
der Demoskopie), Reinbek 1963.
Sobre esto y sobre H. Schuman y St. Presser: Questions and Answers
in Attitude Surveys, New York 1981, así como de W. Schneider:
Unsere tägliche Desinformation, Hamburg 1984, también se ex-
traen varios de mis ejemplos.
Una nueva introducción altamente recomendada es Thomas Peter-
sen: Der Fragebogen in der Sozialforschung, Stuttgart 2014.
Reservas ocultas
La respuesta es: ambas partes tienen razón. El desempleo es uno de
los términos más amplios de todos, con un margen lo suficiente-
mente grande para docenas de definiciones, donde una de ellas tiene
el mismo derecho a existir que cualquier otra. Y, dependiendo de la
definición, el resultado final son unos números u otros.
La Oficina Federal del Trabajo de Nuremberg facilita especialmente
las cosas (no por conveniencia, sino porque las cifras están dispo-
nibles de una manera muy simple), y cuenta como desempleados a
aquellos que están registrados en la oficina de empleo como solici-
tantes de empleo y que además:
• Quieren trabajar más de 18 horas a la semana.
• No solo están buscando trabajo temporal.
• Son mayores de 15 años y menores de 65 años.
• Están disponibles de inmediato para incorporarse al mer-
cado laboral.
De modo que no es fácil estar oficialmente desempleado en este
país. Si alguien busca un trabajo a tiempo parcial de menos de 18
horas a la semana o quiere unas vacaciones, o no está disponible
temporalmente debido a una enfermedad o simplemente ha dejado
de buscar trabajo desde la oficina de empleo, no se le considerará
desempleado. Desde esta perspectiva, las cifras oficiales son dema-
siado bajas.
Otros países son o han sido incluso más restrictivos que Alemania.
En Francia o Inglaterra, los desempleados a tiempo parcial no con-
taron en absoluto durante mucho tiempo, incluso requiriendo más
de 18 horas semanales. En otros lugares, antes de considerar que
estás parado debes haber trabajado, es decir, los adolescentes que
salen del colegio o los recién graduados después de salir de la uni-
versidad, por definición no pueden estar desempleados.
Pero incluso se ven definiciones más liberales. En los Estados Uni-
dos, por ejemplo, un jubilado de 80 años que busca ingresos adicio-
nales como cuidador durante algunas horas a la semana también
estaría desempleado según las estadísticas. Allí, las estadísticas son
mucho más completas.
Un término que probablemente se acerca más a nuestra idea in-
tuitiva de parado es el conocido paro. Un parado es cada persona,
sin importar su edad, que quiera trabajar a cambio de una remu-
neración, sin importar cuánto tiempo, y que no encuentre un tra-
bajo. Esta definición incluye (se podría pensar) lo que el Gobierno
considera como desempleados oficiales, pero también se incluyen
muchos otros: las personas desanimadas que ya no se registran en la
oficina de empleo, pero también la esposa del millonario que quiere
emanciparse, la estudiante desempleada o el jubilado que está bus-
cando un puesto de conserje; y así aumenta el desempleo a simple
vista.
Sin embargo, muchos olvidan que las estadísticas oficiales de des-
empleo también incluyen desempleados de transición, trabajadores
ilegales o los conocidos parados con subsidio familiar, que están re-
gistrados como desempleados principalmente para cobrar las pres-
taciones. Dado que el interés en el empleo remunerado está crecien-
do, estas personas están oficialmente desempleadas pero no están
desempleadas en el sentido anterior. Por lo tanto, las cifras oficiales
son demasiado elevadas.
Parados
Parados no registrados
Qué medialuna es más grande no queda del todo claro. Por lo ge-
neral, el Gobierno de turno niega que el circulo derecho exista y la
oposición niega que el de la izquierda sea tal y como se especifica,
pero en realidad ambos círculos contienen cientos de miles de per-
sonas.
Cuotas mágicas
Sin embargo, esto no significa que se hayan agotado los problemas
de las estadísticas de desempleo. Además de los desempleados, esto
también muestra la tasa de desempleo, el cociente de desempleo real
y los desempleados potenciales, y como si no tuviéramos suficientes
problemas con el numerador, todavía hay una ignorancia generali-
zada sobre cuál es el denominador de la tasa de desempleo. “¡Shock!
¡Una de cada diez personas está en paro!”, anunció en una ocasión
en letras enormes el periódico Bild Zeitung. Uno de cada diez de los
80 millones de ciudadanos alemanes nos da la cifra de 8 millones de
desempleados, y nunca habíamos tenido tantos.
De hecho, los desempleados están divididos por la mano de obra.
Todas las llamadas personas inactivas están fuera del denominador.
Pero incluso ciertas personas activas laboralmente, como autóno-
mos, funcionarios y soldados, que en conjunto suman más de tres
millones de personas, estuvieron fuera del denominador durante
mucho tiempo y aún hoy están fuera del denominador en Alema-
nia, que es más pequeño que el de otros lugares y hace que la tasa de
desempleo sea más grande (si el denominador crece, una fracción
se vuelve más pequeña, y si el denominador se reduce, la fracción
se hace más grande). En otras palabras, con un aumento del deno-
minador, que es mucho menos obvio que retocar las cifras del nu-
merador, la tasa de desempleo alemana se reduciría abruptamente
(como se demostró en el Reino Unido en 1986, donde, sin un solo
desempleado nuevo, la tasa cayó de la noche a la mañana del 13,6 al
12,2 %).
Si las tasas de desempleo internacional se reducen al mismo deno-
minador (incluyendo en los datos oficiales tanto a los demandantes
activos de empleo como a los considerados ‘inactivos’), algunos de
esos éxitos nacionales que nos venden se traducirían a la hora de
revisar los datos simplemente en una buena voluntad. En Bélgica y
los Países Bajos, por ejemplo, la tasa de desempleo para este cálculo
está aumentando significativamente, mientras que en Alemania y
Francia está disminuyendo.
Por lo tanto, podemos ver que, como en el caso del vino y el queso,
las tasas de desempleo son muy variadas. El verdadero problema
no es la posible diversidad de queso y vino, todas tienen sus ven-
tajas y sus desventajas, y obviamente no hay ninguno mejor que
otro, sino la ignorancia de los consumidores sobre la amplia gama
de oferta que existe. Siempre que definamos una sola variedad, no
hay problema. Pero si el experto en estadísticas nos ofrece una cifra
que solo él conoce, entonces tendremos que ser muy precavidos con
ella.
Bibliografía
El dilema de que los hechos y los términos utilizados para describir-
los no siempre coinciden se denomina problema de adecuación en
estadística; es ampliamente reconocido en muchos libros de texto
de estadística económica y social. Para una descripción general del
problema del desempleo, lea W. Krämer: “Der Nürnberger Trich-
ter. Or who counts the unemployed”, Kursbuch 152, junio de 2003,
pp. 93-102.
mos tres o cuatro películas del mismo tema y hacemos una serie. En
las series se pueden poner anuncios más a menudo…
O, ¿qué es un turista? El sector turístico alemán, al que le encanta
informar de los nuevos récords de los viajes que se hacen a Alema-
nia por vacaciones, también incluye los viajes de negocios, los viajes
de estudios y los visitantes de fin de semana, por tanto, podemos
llegar a 50, 60, 70 u 80 millones de viajes de vacaciones al año, de-
pendiendo de a quién le preguntemos, claro.
O, ¿qué es una vivienda de protección oficial? La estadística de la
antigua república alemana celebraba, año tras año, el nuevo récord
de construcción de viviendas, pero muchas de estas viviendas de
protección oficial eran tan solo plazas en residencias de ancianos o
apartamentos en edificios muy antiguos. En total, las estadísticas de
la construcción de viviendas fueron exageradas en más de un millón
de unidades.
Incluso la misma población puede aumentar o disminuir, depen-
diendo de lo que englobemos dentro del concepto de población. Lo
mostraba un registro en Canadá: los aborígenes aumentaban cada
vez más; desde el último censo (cinco años antes), el número de
aborígenes en Canadá casi se había duplicado. Pero no porque real-
mente hubieran nacido más, sino porque muchos canadienses se
veían a ellos mismos como aborígenes. Esto implicó determinados
beneficios sociales y una mejora de la autoestima, que supone que
cada vez se considere más atractivo ser aborigen, lo que hace que a
las personas les cueste cada vez menos admitir quienes son, así, si el
tatarabuelo de un canadiense era indio o esquimal, hoy el tataranie-
to de ese señor se considera indio o esquimal.
Si hacemos caso a este método, todas las personas que están por
debajo de la media o por debajo de un cierto porcentaje de la media
se consideran hambrientas o pobres. De modo que regiones como
Münchausen, en Alemania, que ya se ven como regiones pobres, no
necesitan buscar más justificaciones.
Entonces, realmente, ¿qué es ser pobre? Según el estudio, “un pobre
es aquel que tiene menos ingresos que la mitad de la media”, pero
en la letra pequeña se puede encontrar (y ahí se ve claro, porque la
pobreza no se puede esconder), que incluso si todos los alemanes,
tanto ricos como pobres, cobraran el doble o el triple del dinero
que cobran actualmente o se les pagara igual que hace unos años,
la proporción de personas que estarían por debajo de la media sería
exactamente la misma; si multiplicáramos los ingresos de las perso-
nas por diez o, incluso, por cien, no cambiaría nada. La proporción
de personas por debajo de la mitad del promedio no se movería ni
un milímetro. Igual que ocurre con el calado de un barco, siempre
es el mismo independientemente del nivel del agua; así pues, la po-
breza seguirá siendo la misma independientemente de lo ricos que
seamos o dejemos de ser.
“La verdad pura no existe, pero mucho menos existe el error puro”.
Friedrich Hebbel
Tierra es una esfera, con una superficie sin un centro natural, por
lo que cualquier mapa bidimensional ya contiene un juicio de va-
lor. Por ejemplo, el primero de los siguientes dos mapas muestra el
mundo tal y como nos gusta verlo a los europeos: Europa como una
araña en su red, más o menos en el centro, y el resto de la Tierra a
su alrededor. Estamos acostumbrados a esta imagen, la mayoría de
europeos no nos damos ni cuenta, pero optamos siempre por ser los
dueños del globo terráqueo.
Europa en el centro…
GRENOBLE
LYON PARIS
DIGNE
AVIGNON
moustiers
autoroute A7
SAINTE MARIE
CAVAILLON
CASTELLANE
NICE
MARSEILLE
TOULON
Por tanto, incluso este mapa, que puso en mis manos una querida
amiga de la oficina de información turística de un pueblo de mon-
taña del sur de Francia, debía considerarse como una manipulación.
No solamente se muestran en el centro las ciudades o pueblos que
uno visita, otros aspectos del entorno también se muestran en el
centro de los mapas turísticos. Le animo a observar en diferentes
Pero como en los folletos turísticos rara vez se busca la verdad, estos
pecados se perdonan. Solo faltaría que el lector no esperara este tipo
de exageración o, si como hacía el KGB en algunos lugares de Rusia,
no marcáramos nada en absoluto o lo marcáramos erróneamente
Aunque está hecho con mala intención, estos tipos de mapas no son
tan fáciles de entender si las superficies están dibujadas de modo
diferente, dependiendo de según qué datos. Supongamos, por ejem-
plo, que queremos saber la densidad de ciudadanos en Alemania. El
siguiente mapa muestra los 16 Estados de Alemania, indicando en
gris oscuro los que tienen más de 200 habitantes por kilómetro cua-
drado; y si no tiene más de 200 habitantes, se deja en blanco.
corro hasta que llega la asistencia al lugar del accidente. Dado que el
tiempo de espera es, naturalmente, mayor en las áreas escasamente
pobladas, es fácil que dé la impresión de que los servicios de emer-
gencia tienen a todo el país desatendido (cuando la realidad es que
Alemania tiene muchos puestos de emergencias).
El siguiente mapa de densidad muestra los crímenes por cada 1.000
ciudadanos en un año en diferentes cantones de Suiza (cuanto más
oscuro esté el dibujo, más crímenes se han denunciado). Así que,
según este mapa, en Suiza casi no hay crímenes. Pero, en realidad,
hay muy pocas áreas que sean totalmente blancas.
< 40,0
40,0–54,9
55,0–79,9
Basel
80,0–149,9 113,5
Winterthur
≥ 150,0 BASEL-LAND- 123,8
SCHAFT Zürich 71,6
Cantidad de
crímenes en
SOLOTHURN
las ciudades
LUZERN
NEUENBURG Bern
139,2
WAADT
Lousanne
167,3
Genf
143,9
Bibliografía
Una visión general sistemática de la mentira de los mapas se puede
encontrar en el libro de Mark Monomonier: Eins zu einer Million.
Die Tricks und Lügen der Kartographen, Basel 1996.
Química
Economía Física
Salario inicial
y Admon.
de Empresas
Periodo de estudio
Si solo atendemos a los estudiantes de una carrera, los salarios iniciales disminuyen a me-
dida que aumenta la duración del estudio. Si pones todas las carreras en un mismo saco, el
salario inicial parece aumentar con un estudio largo.
sultar paradógico que cada vez más personas mueran a causa de esta
enfermedad (actualmente alrededor del 27 %, en comparación con
menos del 5 % a principios del siglo XX), la única razón es porque,
de media, vivimos más años que antes. Otra vez se pasa por alto una
variable de fondo necesaria: la edad. El hecho de que los contempo-
ráneos del Imperio Alemán raramente tuvieran cáncer no se debe a
su estilo de vida saludable, sino a que morían a la edad de 45 años a
causa de otras enfermedades.
Estas variables de fondo que obviamos producen, en muchas oca-
siones, correlaciones sin ningún sentido. Por ejemplo, se relaciona
el número de nacimientos de cigüeñas con el número de nacimien-
tos de los ciudadanos, el número de tías solteras de una persona y
el contenido de calcio de su esqueleto (inversamente proporcional),
la alergia al polen y el precio del trigo (inversamente proporcio-
nal), tamaño del zapato y legibilidad de la escritura (directamente
proporcional), la educación escolar y el ingreso (directamente pro-
porcional), o hasta la proporción de extranjeros y el delito (directa-
mente proporcional), abarcando un amplio abanico de un concepto
de correlación mal entendido, o un abuso intencionado.
La correlación entre los nacimientos y las cigüeñas no es relevante.
Aunque en realidad están estrechamente relacionados en algunas
áreas, nadie cree que la cigüeña traiga a los bebés a casa. La correla-
ción positiva entre la proporción de extranjeros y la delincuencia en
los municipios de la República Federal ya es más peligrosa; aquí las
estadísticas respaldan este hecho, ya que las grandes comunidades
atraen del mismo modo a extranjeros que a criminales.
La correlación negativa entre las alergias al polen de trigo y el pre-
cio del trigo se debe al clima: si el trigo crece bien debido al buen
tiempo, el precio disminuye, como todo estudiante de Economía
aprende en el primer semestre, debido a la elevada oferta. En cuanto
a las tías solteras y el contenido de calcio en los huesos, así como
“Dice que estamos arruinando la correlación que tenía montada entre altura y peso”.
Bibliografía
Un clásico sobre seudocorrelaciones que vale la pena leer es G.U.
Yule: “Why Do We Sometimes Get Nonsense Correlations Be-
tween Time Series? – A Study in Sampling and the Nature of Time
Series”, Journal of the Royal Statistical Society.
El debate sobre la discriminación de género en la admisión univer-
sitaria aparece recopilado de modo exhaustivo en P.J. Bickel, E.A.
Hammel y J. W. O’Connell: Sex Bias in Graduate Admissions: Data
from Berkeley.
1:100 que tenía antes, sin importar lo bien o lo mal que los alemanes
jueguen al fútbol.
A menudo, sin embargo, esta consecuencia de la independencia se
pasa por alto, ya sea intencionadamente o por ignorancia. Cuan-
do, por ejemplo, el Frankfurter Allgemeine Zeitung escribe sobre
la lotería: “Si juega dos veces a la semana a la lotería es casi inevita-
ble que se lleve el bote; siempre y cuando llegue a cumplir 135.000
años”, eso no es para nada cierto. Si tiene mala suerte, el jugador de
lotería puede llegar a jugar hasta el fin de sus días sin ganar ni una
sola vez. Aunque la probabilidad de obtener un gran premio, como
calculó correctamente el Frankfurter Allgemeine Zeitung, es de
1:13.983.816, esto no significa que el que quiera ganar tenga que ju-
gar 13.983.816 veces (o dos días por semana) durante 135.000 años
para asegurarse el bote. En sorteos independientes, y los números
de lotería son claramente independientes entre sí, es posible que
aparezca una combinación dos veces, pero también que nunca salga.
También es incorrecto cuando el periódico Frankfurter Rundschau
titula un artículo con esta afirmación: “La catástrofe nuclear tam-
bién puede ocurrir aquí”; “Una catástrofe nuclear cada 10.000 años.
Hasta la fecha se cumplen 3.500 años”. Se refiere a que hay una pro-
babilidad de 1:10.000 al año de que una central sufra un accidente.
Si esa probabilidad de 1:10.000 de sufrir una catástrofe es correcta,
debemos calcular unos 10.000 años hasta que ocurra, pero ese pe-
riodo se mantiene inalterado independientemente del periodo de
vida de cada central nuclear. No se debe descartar la probabilidad
de que ocurra un grave accidente nuclear, pero esta no aumenta con
la duración de la vida de las centrales, más bien se reduce por las
crecientes mejoras técnicas en seguridad nuclear.
A menudo olvidamos esta verdad tan simple. “Abuela, acaba de sa-
lir el cero —dice Dostoyevski en el libro El jugador—, así que no
volverá a aparecer durante mucho tiempo. Perderá mucho dinero
Bibliografía
Más sobre el presunto ataque de leucemia a través de centrales nu-
cleares en A.K. Dewdney: 200 % of Nothing, Nueva York 1993 (iró-
nicamente, la sección sobre peligros significativos de las centrales
nucleares fue omitida en la traducción alemana), o W. Krämer y G.
Arminger: True believers or: Numerical terrorism at the nuclear
power plant, Jahrbücher für Nationalökonomie und Statistik 2011.
Sobre los problemas generales de las pruebas de significación estadís-
tica y especialmente sobre el sinsentido que causan, ver Capítulo 8
de mi libro Denkste! Trugschlüsse aus der Welt des Zufalls und der
Zahlen o Stephen T. Ziliak y Deirdre N. McCloskey: The Cult of
Statistical Significance: How the Standard Error Costs Us Jobs,
Justice and Lives, Ann Arbor 2008.
pecto. ‘Ah, nadie puede morir aquí porque dan el alta a los enfermos justo
a tiempo’, dijo Kostoglotkov”.
Y así, rápidamente, reconoceremos a simple vista incluso a los ma-
yores falsificadores de estadísticas. Si, por ejemplo, el historiador
griego Herodoto nos hace creer que el ejército persa de Jerjes había
cruzado el Bósforo con más de 5.283.220 hombres, lo calificaremos
de tontería. Primero, el número es demasiado exacto; es únicamen-
te para que el lector sienta que está leyendo a un autor que sabe lo
que dice (ver Capítulo 1), en segundo lugar, un ejército como ese
no cabe en el campo de batalla en el que los persas se enfrentaron a
los griegos. “He calculado —escribe el historiador Hans Delbrück—
que si nos imaginamos a este ejército marchando uno tras otro, en
fila, en una carretera, la hilera hubiera tenido 420 millas de largo, es
decir, cuando el primero llegaba a las Termópilas, el último tendría
que empezar a marchar desde Susa...”.
Las mentiras oficiales a gran escala son como una bola de nieve:
cuanto más tiempo las aplastamos, más duras se hacen: a la larga,
no se puede engañar al mundo con estadísticas. O, para usar las pa-
labras de Abraham Lincoln: “Puedes engañar a algunas personas de
vez en cuando, pero no puedes engañar a todas las personas todo el
tiempo”.
Un consuelo final: los números falsos suelen ser más fáciles de re-
conocer que las palabras falsas, y nadie nos puede tratar como igno-
rantes a largo plazo
Amén.