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ISBN: 978-84-313-2916-7
Depósito legal: NA 545-2013
RÉGIMEN LEGAL
DE LOS LUGARES DE CULTO
Nueva frontera
de la libertad religiosa
Actas del IX Simposio Internacional
del Instituto Martín de Azpilcueta
(Pamplona 9, 10 y 11 de noviembre de 2011)
Presentación ........................................................................................................... 11
Giorgio Feliciani
Régimen de los lugares de culto en el Derecho internacional
y en la jurisprudencia del TEDH
1. El derecho internacional ............................................................................. 15
2. La jurisprudencia del TEDH ...................................................................... 20
Jorge Otaduy
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura
1. Observaciones preliminares ....................................................................... 93
2. El uso religioso como actividad no sujeta a licencia de apertura. In-
terpretación jurisprudencial ....................................................................... 101
3. Opiniones doctrinales favorables a la sujeción a licencia de la activi-
dad religiosa .................................................................................................. 105
4. Nueva licencia municipal de apertura y uso de centros de culto en la
ley 16/2009, de 22 de julio, de la Generalidad de Cataluña .................. 113
5. La licencia de apertura de centros de culto a la luz de las nuevas ten-
dencias del Derecho administrativo en materia de autorizaciones . ... 125
Antonio S. Sánchez-Gil
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados.
La experiencia de la Iglesia en Italia y de la Diócesis de Roma
1. Consideraciones introductorias ................................................................. 163
2. La deputatio ad cultum, origen y fundamento del régimen jurídico de
las iglesias y demás lugares de culto, en el CIC y en las disposiciones
de la CEI ......................................................................................................... 168
3. La reparatio iniuriae en caso de profanación de un lugar de culto . ...... 174
4. La reductio ad usus profanos de un lugar de culto . ................................... 176
5. Actos de la autoridad eclesiástica en el ejercicio de sus poderes y
funciones sobre los lugares de culto en la praxis italiana ..................... 179
6. Actos relativos a iglesias, oratorios, capillas privadas y santuarios . .. 185
7. Actos e indicaciones específicas establecidas en las disposiciones de
la CEI .............................................................................................................. 179
8. La praxis de la Diócesis de Roma en la construcción de nuevas igle-
sias: l’Opera Romana per la Preservazione della Fede e la Provvista di nuo-
ve Chiese in Roma ........................................................................................... 196
Anexos . .......................................................................................................... 200
Francisca Pérez-Madrid
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos.
Una aproximación de Derecho comparado
1. Introducción .................................................................................................. 429
2. Francia ............................................................................................................ 431
3. Italia ................................................................................................................ 458
4. Estados Unidos ............................................................................................. 470
5. Breves consideraciones finales ................................................................... 477
Presentación
Jorge Otaduy
ticos más bien pobres. A la vuelta de tres años, parece que los objetivos
de clarificación normativa y de pacificación social que pretendía lograr el
nuevo régimen autonómico están lejos de cumplirse, quizá más que antes
de la intervención del legislador. Las ruidosas disputas de 2011 a propósi-
to de la ubicación de mezquitas y centros de culto evangélico en Cataluña
podrían ser el emblema de un fracaso anunciado.
Las ínfulas normativistas no se dejaron sentir solamente en el terreno
autonómico sino que también el legislador orgánico pareció dispuesto a
intervenir sobre el particular y, efectivamente, hubimos de transitar a lo
largo de una entera legislatura, entre 2008 y 2011, bajo el anuncio de una
nueva ley orgánica de libertad religiosa que, entre otras cosas, podría ha-
ber cambiado también el guión del Simposio que se encuentra en el origen
de estas Actas. Si bien el hermetismo en torno a los contenidos de aquel
anteproyecto de ley fue total durante esos casi cuatro años, personas bien
informadas, situadas en los aledaños del poder, aseguraban que uno de
los aspectos novedosos de la ley sería, precisamente, el establecimiento
de un nuevo régimen jurídico para los lugares de culto. Ignoro si esta
temática encontraría encaje en el propósito de «incorporar a la ley la ju-
risprudencia del Tribunal Constitucional en materia religiosa» o en el de
«avanzar la laicidad», según las crípticas expresiones que resumían los
objetivos de la fallida reforma legal.
De regreso al ámbito autonómico, cabe recordar otras iniciativas de
diversa naturaleza relativas a centros de culto religioso.
Ante los problemas sociales suscitados por la implantación en Bilbao
de varias mezquitas –una de ellas con la pretensión de constituirse en el
centro religioso de mayor aforo de Euskadi ‒una verdadera «catedral del
Islam» en la ciudad del Nervión‒ el Ayuntamiento de la localidad decidió,
según parece, afrontar la revisión de las Ordenanzas municipales. El alcal-
de de Vitoria, por su parte, ante problemas análogos, instó al defensor del
pueblo del País Vasco a plantear en el Parlamento autonómico una posible
regulación sobre el tratamiento urbanístico de los centros de culto y el Go-
bierno vasco de entonces anunció la existencia de un anteproyecto de ley
sobre centros de culto, que deseaba ver aprobado en marzo de 2012.
El cambio de clima político y social, consecuencia en gran parte de la
profunda crisis económica por la que atraviesa el país, ha modificado de
manera contundente las prioridades de los ciudadanos y determinadas
iniciativas, que no parecen tan urgentes, han resultado aparcadas.
Presentación 13
Sumario: 1. El derecho internacional. 1.1. Advertencia preliminar. 1.2. Las declaraciones y resoluciones de
las Naciones Unidas. 1.3. Las convenciones de la UNESCO. 1.4. El documento de la CSCE. 1.5. El Convenio
Europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertades fundamentales y la Carta de los dere-
chos fundamentales de la Unión Europea. 1.6. Prerrogativas de los edificios de culto en las fuentes del derecho
internacional. 2. La jurisprudencia del TEDH. 2.1. Ámbito y método de esta reseña. 2.2. La sentencia de 26
de septiembre de 1996 en el caso Manoussakis y otros contra Grecia. 2.3. La sentencia de 9 de junio de 1997
en el caso Pentidis y otros contra Grecia. 2.4. La sentencia de 24 de junio de 2004 en el caso Vergos contra
Grecia. 2.5. La sentencia de 10 de mayo de 2001 en el caso Grecia contra Turquía. 2.6. La sentencia de 3 mayo
de 2007 en el caso Miembros de la Congregación de los Testigos Jehová de Gldani y otros contra Georgia. 2.7.
La sentencia de 27 de enero de 2011 en el caso Boychev y otros contra Bulgaria. 2.8. Reflexiones finales.
Una total sintonía con las fuentes internacionales hasta ahora men-
cionadas la encontramos en el documento final de la Conferencia sobre
la seguridad y la cooperación en Europa, que se celebró en Viena del 4
de noviembre de 1986 al 19 de enero de 1989. En dicho documento, en
efecto, «a fin de asegurar la libertad de la persona de profesar y practicar
una religión o creencia», los Estados participantes se comprometen, entre
otras cosas, a respetar el derecho de «las comunidades de creyentes que
practiquen o deseen practicar su religión en el marco constitucional de
sus Estados» a «establecer y mantener lugares de culto o de reunión libre-
mente accesibles» (n. 16.3-4). De este modo, se acogió la propuesta hecha
por la Santa Sede en el mensaje de uno de septiembre de 1980, dirigido a
las autoridades firmantes del acto final de la Conferencia de Helsinki (1
de agosto de 1975), de reconocer, como parte del contenido de la libertad
religiosa, el derecho de toda persona a «realizar, individual y colectiva-
mente, en privado y en público, actos de oración y de culto, y de tener
iglesias o lugares de culto según lo requieran las necesidades de los cre-
yentes» (n. 4, letra a, segundo párrafo). Por lo demás, hay que señalar una
Régimen de los lugares de culto en el Derecho internacional 19
nos o degradantes»– y del art. 14, que exige que «el goce de los derechos
y libertades» reconocidos en el Convenio sea «asegurado sin distinción
alguna», incluida, entre otras posibles causas, la basada en la religión.
De ahí cabe deducir que, a juicio del Tribunal, todas las violaciones de
los derechos y deberes consagrados en el Convenio, cuando están provo-
cadas por la intolerancia hacia la religión y sus manifestaciones, implican
también necesariamente una violación del art. 9.
Y, por lo que respecta a los lugares de culto, se puede considerar tam-
bién que, con esta sentencia, el Tribunal hace notar, implícita, pero clara-
mente, que la libertad religiosa afirmada en el art. 9 incluye, además, el
derecho de los creyentes de reunirse en sus respectivos lugares de culto,
libres de toda perturbación indebida y, en especial, de cualquier forma de
violencia.
Como hemos podido ver, las sentencias del Tribunal con relevancia a
efectos del presente encuentro, aunque no sean muchas, sí definen con
claridad algunas importantes cuestiones de principio. De hecho, recono-
cen que la libertad religiosa, tal y como está afirmada en el art. 9 del Con-
venio, implica necesariamente el derecho de instituir y mantener abiertos
lugares de culto, de poder acceder a ellos libremente y de reunirse allí sin
sufrir indebidas perturbaciones, incluso por parte de los poderes públi-
cos. A primera vista, podría parecer que esta reseña no ha añadido nada
importante a las conclusiones a las que ya habíamos llegado tras examinar
las fuentes del derecho internacional. Pero, en realidad, cabe señalar que
estas sentencias ofrecen al menos dos elementos nuevos y originales en
relación con la protección de la libertad religiosa, por lo que se refiere,
en particular, a los lugares de culto. Ante todo, los derechos que hemos
ido recordando se expresan de manera absolutamente explícita y formal
y, además, se indica la motivación, aunque sea de modo sucinto. En se-
gundo lugar, y este es el aspecto más interesante, se señalan de manera
precisa, más allá de lo expresamente previsto por el Convenio, las condi-
ciones que pueden legitimar una injerencia en su ejercicio, tanto respecto
al modo de formular las correspondientes leyes, como respecto al modo
en que las autoridades administrativas y judiciales han de aplicarlas.
RÉGIMEN LEGAL DE LOS LUGARES DE CULTO EN EL DERECHO
ESPAÑOL: ASPECTOS CONSTITUCIONALES Y LEGALES
José María Vázquez García-Peñuela
Sumario: 1. Introducción: los precedentes históricos del termino «lugar de culto». 2. Concepto ac-
tual de lugar de culto en el derecho español. 2.1. El plano material. 2.2. Plano teleológico: destinación al
culto. 2.2.1. Características de la destinación al culto: publicidad. 2.2.2. Características de la destinación al cul-
to: exclusividad. 2.3. El plano formal: las certificaciones de la autoridad confesional. 3. El estatuto legal de los
lugares de culto: la inviolabilidad. 3.1. Alcance de la inviolabilidad. 3.2. Contenido de la inviolabilidad.
1. No sin algún titubeo significativo: el legislador autonómico catalán promulgó la Llei
16/2009, del 22 de juliol, dels centres de culte, (DOGC, n. 5432 30 juliol de 2009).
30 José María Vázquez García-Peñuela
«El Estado no tiene religión oficial. Todas las Confesiones podrán ejercer
libremente el culto dentro de sus templos. Para ejercerlo fuera de los mismos
se requerirá autorización especial gubernativa en cada caso.
»(…)
»Los letreros, señales, anuncios o emblemas de los edificios destinados al
culto estarán sometidos a las normas generales de policía».
Debe tenerse en cuenta que durante la Restauración el tema de los car-
teles y rótulos de las capillas protestantes (que no tenían aspecto exterior
de templos y que, por tanto, debían darse a conocer a través de ellos) fue
una recurrente cuestión objeto de frecuente y contradictoria regulación
durante la vigencia de la Constitución de 1876, al compás de los cambios
de signo impuestos por el turno gubernamental tan propios de esa etapa
política de nuestra historia contemporánea.
Por otro lado, cuando la Ley republicana procede a nacionalizar, en
el artículo 11, determinados bienes de la Iglesia católica, se refiere por
una parte a «los templos de toda clase y sus edificios anexos, los palacios
episcopales y casas rectorales, con sus huertas anexas o no, seminarios,
monasterios» y por otra a las «demás edificaciones destinadas al servicio
del culto católico o de sus ministros». Aunque en ese precepto lo más
llamativo es, como resulta obvio, que la nacionalización sólo opera res-
pecto de los católicos, sobre lo que se pretende llamar la atención es que
nuevamente reserva para éstos el vocablo templos, que distingue bien
de otros edificios que les resultan accesorios.
Restaurado el sistema confesional durante el régimen de Franco, nue-
vamente, el término genérico de templo es el más frecuente en los títulos
de las disposiciones de todo rango que fueron publicadas durante los tres
primeros decenios de dicho régimen. Ello no obstante, se debe mencionar
que, dada, precisamente por la intensa confesionalidad del ordenamiento
jurídico inmediatamente anterior a la vigente Constitución de 1978, la fre-
cuencia con la que se acudía a las técnicas nomogenéticas de la remisión
y del presupuesto, aparece también abundantemente el término canónico
de lugares sagrados cuyo significado desborda, en mucho, el de templos
pues se incluyen en dicho significado, por ejemplo, los cementerios.
Con todo, como sucede con otros muchos términos jurídicos (lo cual
resulta explicable aunque solo fuera por la larga extensión en el tiempo
del régimen de Franco) especialmente en campos como el de la previsión
social, el urbanístico y el tributario, la expresión lugar de culto comienza
a utilizarse en dicha etapa. Concretamente, con la Ley de Libertad Reli-
giosa de 28 de junio de 1967.
32 José María Vázquez García-Peñuela
Conviene recordar, siquiera muy someramente, que esa Ley fue fruto
del autoimpuesto compromiso por el Régimen de Franco de adaptar su
legislación a la doctrina de la Iglesia católica y que en ésta, con la De-
claración Dignitatis Humanae, del Concilio Vaticano II, se había dado una
formulación nueva a la cuestión de la libertad religiosa al considerarla,
primariamente, como un derecho civil fundado en la dignidad de toda
persona. Ese derecho civil a la libertad religiosa debería ser respetado y
protegido, en sus dimensiones individual y comunitaria, por todos los Es-
tados. Tal formulación doctrinal llevó, aparte de a una reforma del artículo
6 del Fuero de los Españoles, imprescindible en buena técnica legislativa
si de lo que se trataba era de dar cabida a tal derecho, a la promulgación
de la Ley de Libertad Religiosa de 1967.
Esa norma incluía en distintos preceptos la expresión «lugares de cul-
to», que la venía a hacer equivalente o prácticamente sinónima a la de
«templos». El artículo 21, 1º, daba pie para pensar en esta sinonimia cuan-
do expresaba: «Podrá practicarse libremente el culto público y privado en
los templos y en los lugares de culto debidamente autorizados». Conse-
cuentemente, el artículo 22, proclamaba el derecho (a la vez que reiteraba
que su ejercicio estaba sometido a la previa autorización gubernativa) al
establecimiento de lugares de culto por parte de las asociaciones confe-
sionales no católicas, que fue la veste jurídica que, con carácter exclusi-
vo y obligatorio, el legislador creó ex profeso para dotar de personalidad
a las confesiones distintas de la Iglesia católica. En el artículo siguiente,
se garantizaba la inviolabilidad de los lugares de culto debidamente au-
torizados «con arreglo a las leyes». Las previsiones legales a ese efecto
resultaron muy parcas. Eran las que se contenían en el propio artículo
22: «a tal efecto lo solicitarán al Ministerio de Justicia, detallando en la
solicitud el emplazamiento y las características de los edificios así como
los símbolos y denominaciones expresivos de su confesionalidad». En un
nivel inferior al legal, la Orden 5 abril 1968, en la que se dictaban medidas
complementarias para el ejercicio del derecho civil de libertad religiosa,
preveía que, una vez autorizado el establecimiento de un lugar de culto de
una asociación confesional, debía procederse a la anotación en el Registro.
Dicho registro era el que preveía la propia Ley de 27 de junio de 1967 para
la inscripción de las asociaciones confesionales 2.
2. Cfr. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lu-
gares de culto, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2000, 360-361.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 33
3. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares
de culto, cit., 25.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 35
resulta más preciso que el de lugar de culto, pero no cuenta con el arrai-
go que éste ha adquirido, si bien que recientemente, en el ordenamiento
español.
Desde un punto de vista lógico y sistemático, seguramente lo más co-
rrecto (y en este sentido apuntaban algunas de las primeras disposiciones
normativas de implantación del derecho urbanístico español contemporá-
neo 4, sería referirse a edificios [destinados a usos] religiosos y, dentro de
éstos, distinguir como una clase o tipo especial los edificios de culto.
4. Me refiero al Decreto 736/1962, de 5 de abril (BOE nº 89, de 13 de abril), sobre cons-
trucción de edificios religiosos. Esta norma, dictada para ejecutar el Plan Nacional de la
Vivienda del año anterior, es analizada en J. A. Rodríguez García, Urbanismo y confesiones
religiosas, Editorial Montecorvo, Madrid 2003, 54-58.
5. En efecto, las organizaciones de ateos, sin entrar ahora en la discusión de si están
amparadas por el derecho de libertad de pensamiento o por la libertad religiosa, pueden
desarrollar, al menos en su materialidad, en mayor o menor medida, las otras actividades
que realizan las confesiones religiosas, pero en absoluto lo pueden hacer con la de culto,
si no es al precio de pasar a convertirse en aquello a lo que pretenden oponerse frontal y
militantemente.
36 José María Vázquez García-Peñuela
6. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares
de culto, cit., 33.
38 José María Vázquez García-Peñuela
7. Canon 1223.
8. Canon 1225.
9. Canon 1226.
10. Canon 1228.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 39
11. Es, por ejemplo, el caso de los Salones del Reino de los Testigos Cristianos de Jehová
que se cuentan por cientos a lo largo de la geografía española.
12. Es el caso de numerosas mezquitas de comunidades islámicas que no pertenecen a
ninguna de las dos entidades que, en su día, constituyeron la CIE.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 41
13. «2) La residencia de los Obispos, de los Canónigos y de los Sacerdotes con cura de
almas.
3) Los locales destinados a oficinas, la Curia diocesana y a oficinas parroquiales.
4) Los Seminarios destinados a la formación del clero diocesano y religioso y las Univer-
sidades eclesiásticas en tanto en cuanto impartan enseñanzas propias de disciplinas ecle-
siásticas.
5) Los edificios destinados primordialmente a casas o conventos de las Ordenes, Con-
gregaciones religiosas e Institutos de vida consagrada».
42 José María Vázquez García-Peñuela
14. Cfr. A. Castro Jover, Los lugares de culto en el derecho urbanístico: un análisis desde la
igualdad material, Laicidad y Libertades 7 (2007) 12 y 13; y R. M. Ramírez Navalón, Los luga-
res de culto y los cementerios, en Vv. Aa., Acuerdos del Estado español con los judíos, musulmanes
y protestantes, Salamanca 1994, 122.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 43
15. R. M.ª Ramírez Navalón, Las certificaciones eclesiásticas en la nueva disciplina pacticia,
Revista Española de Derecho Canónico 140 (1996) 133-155.
16. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares
de culto, cit., 50-56.
44 José María Vázquez García-Peñuela
17. Ramírez Navalón se refiere expresa y únicamente a las confesiones inscritas, las de-
más, como vimos que ya sostenía en un trabajo anterior, no podrían, en su opinión, establecer
lugares de culto: «Cumplido el trámite de la previa inscripción, la certificación eclesiástica es
determinante del régimen jurídico civil de las categorías confesionales de ministro y de lugar
de culto» (R. M.ª Ramírez Navalón, Las certificaciones eclesiásticas en la nueva disciplina pacticia,
cit., 150). Rodríguez Blanco, por su parte, no hace ese distingo (cfr. M. Rodríguez Blanco,
Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares de culto, cit., 50).
18. Cfr. Ibidem.
19. R. M. Ramírez Navalón, Las certificaciones eclesiásticas en la nueva disciplina pacticia,
cit., 150.
20. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares
de culto, cit., 55.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 45
que son lugares de o para el culto religioso ¿Qué dicen los respectivos ar-
tículos 2 de los Acuerdos de 1992 sobre los lugares de culto que no digan
las dos normas antes citadas? En los Acuerdos solo se añaden dos tipos
de cosas. Por un lado, y como se ha visto hace poco al tratar sobre la nota
de exclusividad, que, aparte de los actos de culto, pueden realizarse otras
actividades: «asistencia religiosa» (FEREDE); «formación o asistencia reli-
giosa» (FCI) y «oración, formación o asistencia religiosa islámica» (CIE).
Es claro que las autoridades o los poderes públicos estatales no gozan
de mayor legitimidad o competencia para decir cuando hay o no oración,
asistencia o formación religiosa que para señalar cuando hay culto. Al con-
trario: son igualmente incompetentes para decir cuando un ministro o un
fiel está rindiendo culto, que para expresar que está asistiendo o confor-
tando espiritualmente a un tercero o que está catequizando, adoctrinando
o formando religiosamente.
El segundo tipo de cuestiones que añaden los Acuerdos de 1992 con
relación a los lugares de culto respecto del AJ y de la LOLR, es que
los lugares de culto deben destinarse al culto o a esas otras activida-
des de naturaleza religiosa (oración, asistencia y formación) de forma
«permanente y exclusiva» (FEREDE y FCI) o «de forma exclusiva [a la
práctica habitual de]» (CIE). Esta especificación, el que la destinación al
culto (y eventualmente las otras actividades religiosas admitidas junto
a éste) deba revestir la nota de exclusividad no me parece que pueda
ser considerada como un elemento, noción o categoría civil que viniera
a incrustarse en una categoría o categorías confesionales (culto, oración,
asistencia y formación religiosas) y a operar una suerte de civilización
o secularización de todo o de algunos elementos del concepto o de la
noción de lugar de culto que contienen los Acuerdos de 1992 y, en esa
misma medida, a legitimar a las autoridades estatales para revisar que
si lo que consideran lugares de culto las confesionales realmente lo son
o no.
En puridad, certificar sobre si un edificio está destinado «a secas», y
sin más distinción, al culto no es una actividad más confesional que certi-
ficar que está dedicado en exclusiva al culto. De la misma manera que no
es más –ni menos– confesional el certificado de dedicación exclusiva a
su ministerio de un pastor, un rabino o un imán, que el que refleje que la
dedicación es a tiempo parcial. Otra cuestión es que el Estado con el acuer-
do, o no, de las confesiones disponga que en el ordenamiento jurídico se
deriven distintas consecuencias, como en el caso de los ministros: el que
46 José María Vázquez García-Peñuela
21. «Immunitas localis ecclesiarum seu privilegium asyli non competit ecclesiis aliisque piis
locis de iure naturali et divino, sed solum de iure humano, tum civil, tum canonico» (F. Lucii Ferra-
riis, Bibliotheca canonica iuridica moralis thologica, necnon ascética, polémica rubricistica
histórica, t. IV. Romae, MDCCCXXXVIII, 170).
22. A. Longhitano, Comentario al c. 1213, en Comentario Exegético al Código de Derecho
Canónico, t. III, Eunsa, Pamplona 1996, 1811.
23. Ibid.
Régimen legal de los lugares de culto en el derecho español 49
1. Introducción
En el tiempo reservado a esta intervención, sería desde luego insensato
pretender colmar todas las expectativas que un título como el que aparece
en el programa permite y sugiere.
Para evitar cualquier clase de equívoco, vamos a tratar de hacer una
breve distinción inicial que afecta de manera general a todas las manifes-
taciones religiosas, tanto en el campo de lo sagrado como en el de los ri-
tuales y el culto, para luego referirnos de manera más concreta al islam.
En casi todas las tradiciones religiosas, tanto en aquellas aún vivas
como en las ya extinguidas, hallamos algún término que se refiere a lo
“sagrado” o “sacro” que, entre otras posibles connotaciones como las de
lo mistérico, lo inefable, etc. ‒que entrarían más en el campo de lo metafí-
sico y teológico‒ se refieren a una idea espacial.
Es decir, la manifestación de lo sagrado comporta un componente es-
pacial 1 que, en primer lugar, puede aparecer ligado tanto a lugares na-
turales (árboles, montes, ríos, volcanes, etc.), donde se ha producido una
teofanía o que representa un valor simbólico significativo en la tradición
1. M. Delahoutre, Lo sagrado y su expresión estética: Espacio sagrado, arte sagrado, monu-
mentos religiosos, en J. Ries (coord.), Tratado de antropología de lo sagrado, vol. I, Madrid 1995,
127 y ss.
54 Montserrat Abumalham Mas
2. J. Ries, Las enseñanzas del budismo (trad. A. Viñas), Editorial Nerea, San Sebastián
2008.
3. J. Ruiz Calderón, Breve historia del hinduismo: de los Vedas al siglo XXI, Biblioteca Nue-
va D.L., Madrid 2008.
4. S. Ono, Sintoísmo: El camino de los Kami, Satori, Gijón 2007; A. J. Falero (coord.),
Aproximación al Shintoismo, Amarú D.L., Salamanca 2007.
Lugares de culto y sus especificaciones en diversas tradiciones religiosas 55
se cumplen por parte de los fieles una vez en la vida y otros que son fre-
cuentes. Algunos son individuales y otros colectivos. No necesariamente
algunos de esos rituales se llevan a cabo siempre en recintos denominados
sagrados o con características especiales, pues pueden formar parte de las
devociones particulares o responder a muy diversos planteamientos.
Dentro de la tradición musulmana, los términos árabes que hacen refe-
rencia a conceptos más o menos cercanos al de “sagrado” o “sacro” serían
los términos haram y muqaddas. El primero de ellos, que contiene una clara
referencia espacial, nos remite al Haram al-sharif, es decir a la explanada
del Templo de Jerusalem sobre la que se yerguen las mezquitas de Al-
Aqsa y de la Roca (Qubbat al-Sajra). Por su parte, muqaddas, posee más
bien una connotación abstracta, y lo encontramos en Al-Bayt al-Muqaddas
que es un término que se aplica al santuario de la Ka`ba en Meka, y que
se construye por analogía con la denominación del Templo de Jerusalem
(Beyt ha-Miqdash).
Por otra parte, si la raíz qds se refiere a la idea de “santidad” o “sa-
cralidad” de una manera espiritual, en cambio, la raíz hrm en realidad
hace referencia a aquello a lo que no es lícito aproximarse en estado de
impureza. Es decir, se refiere a un espacio u objeto, que exige del creyente
o el orante un determinado estado, por otro lado, transitorio. En el mun-
do musulmán existen diversos espacios a los que se designa mediante el
término haram; son, por una parte, las ciudades de Meka y Medina y, por
otra, las de Jerusalem y Hebrón que, constituyendo parejas, se denominan
con el nombre dual Al-Haramayn. Es decir, dos lugares a los que acuden
los creyentes en situación de pureza ritual.
Esto, en sí mismo, no significa que de ello se derive de manera natural
y seguida el carácter sagrado de esos espacios. Es más bien una forma de
expresión ritual de veneración o respeto por un espacio significativo desde
el punto de vista de la historia de la revelación, y el “estado de sacrali-
dad” o “pureza” afecta a los individuos y no tanto al espacio en sí mismo.
Son, no obstante, lugares que han presenciado momentos clave del de-
sarrollo de la revelación o donde se conmemora algún acontecimiento de
alto significado simbólico, como en el caso de la Mezquita de la Roca que
reúne la tradición del sacrificio de Abraham y el ascenso a los cielos del
profeta Muhammad.
Por lo tanto, el concepto de “espacio sagrado” o lo “sacro”, como abs-
tracción, no son directamente aplicables en el mundo musulmán cuando
nos referimos a lugares de oración comunes. Dicho de otro modo, no se
Lugares de culto y sus especificaciones en diversas tradiciones religiosas 57
7. X. Pikaza, El fenómeno religioso, Madrid 1999, 271 y ss.; J. Ries (coord.) et alii, Tratado
de antropología de lo sagrado, 3 vols., ed. española, Madrid 1995, en particular volúmen I. Así
mismo, G. van der Leeuw, Fenomenología de la Religión, FCE, México 1964, 517-560 o G. Wi-
dengren, Fenomenología de la religión, Madrid 1986, 169-300.
8. J. Chevalier y A. Gheerbrant, Diccionario de los símbolos, Barcelona 1995, 298-300.
58 Montserrat Abumalham Mas
Se le llama Ka`ba por su altura y su forma circular, de ahí que también se hable
del ka`b (talón) del pie, o del ka`b (pezón) del pecho de la mujer cuando es alto y re-
dondo 9.
9. Muslim, Al-Sahih, ed. de Dar al-Fikr, 9 vols., Beirut, s/d, comentario al h. 169, vol. I, 188.
Lugares de culto y sus especificaciones en diversas tradiciones religiosas 59
10. J. Chelhod, Les structures du sacré chez les arabes, Paris 1964, 100-101.
60 Montserrat Abumalham Mas
4. Lugares de culto
No obstante, los lugares de culto en el mundo musulmán no poseen
este carácter sagrado. Son simplemente lugares de oración y, por su tama-
Lugares de culto y sus especificaciones en diversas tradiciones religiosas 61
12. M. Abumalham, El Islam: De religión de los árabes a religión universal, Ed. Trotta, Ma-
drid, 2007; Textos fundamentales de la tradición religiosa musulmana, Ed. Trotta, Madrid 2005,
231.
Lugares de culto y sus especificaciones en diversas tradiciones religiosas 63
Departamento de Urbanismo
Universidad Politécnica de Valencia
Valencia
Sumario: 1. Objeto del trabajo. 2. El carácter normativo de los planes de urbanismo. 3. Dotaciones,
equipamientos y usos religiosos. 4. Dotaciones y equipamientos públicos y privados. 5. La exigencia
de los equipamientos religiosos desde el punto de vista urbanístico. 6. Las cargas urbanísticas de ce-
sión y las dotaciones de uso religioso. 7. La obtención gratuita de suelo dotacional o de otros inmue-
bles con destino a equipamientos religiosos. 8. Los templos dentro del régimen de compatibilidad
de usos en los edificios. 9. Los equipamientos religiosos como sistemas generales o sistemas locales.
10. La implantación de templos en las operaciones de reforma interior. 11. El suelo dotacional de uso
múltiple. 12. La obtención de suelo para equipamientos religiosos en las actuaciones asistemáticas.
13. La obtención de suelo para equipamientos religiosos en las actuaciones sistemáticas. 14. La adju-
dicación de edificabilidad de uso religioso o de uso dotacional múltiple privado en las actuaciones
sistemáticas. 15. La implantación del uso religioso mediante el sistema de concesión administrativa
sobre suelo dotacional público. 16. Posibles soluciones ante la extinción de la concesión. 17. La des-
afectación de los bienes demaniales. 18. La valoración del suelo a efectos de su adquisición una vez
obtenida la desafectación demanial. 19. Los convenios urbanísticos.
1. El estudio tiene como base las experiencias de la Comisión de Nuevos Templos insti-
tuida en el año 1991 por el Cardenal de Valencia D. Agustín García-Gasco y Vicente (1931-
2011) en aquella diócesis y que, entre otras diversas actuaciones, auspició la construcción
en Valencia de los templos, como edificios exentos, de El Espíritu Santo, Nuestra Señora de
los Dolores, San Maximiliano Kolbe, Los Mártires Valencianos, San Josemaría Escrivá, San
Luis Obispo y San José Obrero, éste último en Sagunto. Actualmente se encuentran en fase
de promoción el dedicado a San Isidro Labrador y otro más.
Las abreviaturas que se emplean en este trabajo son las siguientes:
– RDU Revista de Derecho Urbanístico y Medio ambiente
– RPOTAU Decreto 248/2004, de 14 de septiembre, de Castilla-La Mancha, por el que se
aprueba el Reglamento de Ordenación del Territorio y de la Actividad Urbanística
– RPU Reglamento de Planeamiento Urbanístico. Real Decreto 2159/1978
– RUCL Decreto 22/2004, de 29 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Urba-
nismo de Castilla y León
– TRLS 1976. Real Decreto 1346/1976, de 9 de abril, por el que se aprueba el Texto Re-
fundido de la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana.
– TRLS 2008 Real Decreto Legislativo 2/2008, de 20 de junio, por el que se aprueba el
Texto Refundido de la Ley de Suelo.
2. J. M. Baño León, Derecho Urbanístico Común, Madrid 2009, 128. «Los planes jurídica-
mente tienen el rango, no la naturaleza, del instrumento a partir del cual se aprueban. Si un
plan se aprueba mediante ley, será una ley. Si se aprueba mediante un acuerdo administra-
tivo, será un reglamento».
Lugares de culto y régimen urbanístico 67
3. R. Galán Vioque, Fundamentos de Derecho Urbanístico, Pamplona 2009, 406. «El TRLS
2008 conmina a las administraciones públicas competentes, con carácter general a los muni-
cipios, a impulsar la publicidad telemática en la elaboración de sus planes urbanísticos para
garantizar la difusión, entre otros aspectos, del anuncio de su sometimiento a información
pública».
68 Fernando Romero Saura
5. J. Moreno López, Dotaciones, equipamientos urbanísticos, Madrid 1999, 86. Cita a Ji-
ménez de Cisneros para quien «el concepto de dotación/dotación pública para describir
aquellos usos urbanísticos destinados a satisfacer necesidades colectivas, sin que, por el
contrario se hubiere establecido su definición o régimen jurídico».
6. P. Valcárcel Fernández, Introducción a la gestión de las dotaciones públicas, redes pú-
blicas, sistemas generales y dotaciones locales: actualidad de la distinción, RDU nº 222 (diciembre
2005), 33.
7. J. Fernández Criado y L. Quintana Quintana, Dotaciones de las normas municipales,
su régimen, según la legislación urbanística de Castilla y León, Revista Técnica Especializada en
Administración y Justicia Municipal. El Consultor, nº 13, (2010), 26.
8. A. Ruiz Checa, Dotaciones públicas, espacios libres y zonas verdes como factor de calidad
de la ciudad. Revista Técnica Especializada en Administración y Justicia Municipal. El Con-
sultor, n. 6 (2011), 73.
70 Fernando Romero Saura
11. E. Argullol Morgadas, Notas sobre el régimen jurídico de los equipamientos, RDU nº
84, (julio-septiembre) 1983, 14.
12. J. Moreno López, Dotaciones, equipamientos urbanísticos, Madrid 1999, 113.
13. G. González Romero, En torno a la problemática de los equipamientos, RDU nº 51, (ene-
ro-febrero 1977), 39.
Lugares de culto y régimen urbanístico 73
14. M. Pons González y M. A. del Arco Torres, Diccionario de derecho urbanístico, Gra-
nada 1993, 176.
74 Fernando Romero Saura
15. Un ejemplo reciente de la imprecisión con que se siguen empleando los conceptos, nos
lo ofrece la Ley 2/2012, de 23 de enero, de modificación de la Ley 7/2002, de 17 de diciembre,
de Ordenación Urbanística de Andalucía (BOE 23 de febrero de 2012), cuyo Art. Ocho, dice:
«Las reservas para dotaciones, tales como parques y jardines, centros docentes, sanitarios o
asistenciales, equipamiento deportivo, comercial, cultural o social, alojamiento transitorio de
promoción pública y aparcamientos, deberán localizarse de forma congruente con los criterios
establecidos en el apartado E) del artículo nueve…». A mi juicio, según se ha razonado, los cen-
tros docentes, sanitarios o asistenciales, conceptualmente son equipamientos, al mismo nivel
que el equipamiento comercial, cultural o social y no deben calificarse como dotaciones. Por
otra parte, si se trata de un aparcamiento en superficie anejo a red viaria, no puede equipararse,
por ejemplo a un centro cultural, y merece la calificación de dotación y no de equipamiento.
16. L. Fajardo Spínola, Sistema de planeamiento en Canarias, Madrid 2006, 299.
17. Art. 154.3 RPU: «Se entiende por revisión del Plan la adopción de nuevos criterios
respecto de la estructura general y orgánica del territorio o de la clasificación del suelo,
motivada por la elección de un modelo territorial distinto…».
Lugares de culto y régimen urbanístico 75
18. R. Del Caz Enjuto, J. Lorente Ruesga y M. Saravia Madrigal, Derecho Urbanístico
de Castilla y León, Madrid 22005, 764. «De manera que no debe confundirse la tipología edi-
ficatoria con el uso. Ésta también ha de definirse para cada zona (para cada tesela), y tiene
sus propias ordenanzas (altura máxima, posibilidades de vuelos o aleros, determinado tipo
de cerramiento o de cubiertas, etc.), que se aplicarán a la edificación que allí vaya a cons-
truirse, sea residencial o comercial, oficina o taller, o mezcla de ambos. Pero tiene, en prin-
cipio, poco sentido hablar de uso “vivienda unifamiliar”, integrando en un solo concepto
las condiciones de edificación y las de uso, cuyas lógicas son diferentes. Sólo cabría esa
simplificación (hablar de uso de “vivienda unifamiliar”) cuando la correspondencia fuera
biunívoca y exclusiva, lo que no es frecuente. De manera que en cada tesela habría un uso
pormenorizado (digamos, por ejemplo “residencial 1”, por el que se permitirían instalar allí
un buen grupo de los usos básicos previstos, con sus específicas condiciones de compatibi-
lidad), y una tipología edificatoria, más o menos determinada (quizá reducida a unos pocos
parámetros)». A nuestro juicio, si bien es cierto que una cosa es el uso y otra la tipología, es
ésta la que se desagrega en usos pormenorizados posibles.
76 Fernando Romero Saura
19. STSJ de Andalucía de 17 enero 2010, Sección 2ª (EDJ 2007/30622). Los sistemas gene-
rales «no sólo se prevén y desarrollan bajo criterios puramente urbanísticos o territoriales,
sino que entran a ponderación otra serie de criterios y elementos fundamentales para su de-
terminación, como son los económicos, diversificados en aspectos tales como industriales,
comerciales, turísticos, comunicación… en definitiva los sistemas generales forman parte
de la ordenación estructural, para cuyo desarrollo no sólo se tienen en cuenta aspectos pu-
ramente urbanísticos, sino también aquellos que determinan la función llamada a cumplir y
el servicio a prestar, lo que excede del marco estrictamente urbanístico, abarcando aspectos
como los citados».
78 Fernando Romero Saura
Reguladora de las Bases de Régimen Local que determina que los bienes
de las entidades locales son de dominio público o patrimoniales. Sobre
los primeros el régimen de explotación por parte de un particular es el
régimen de concesión que examinamos. Para que la administración pueda
enajenar el suelo público que ha sido objeto de una concesión, existen dos
posibles itinerarios que examinamos seguidamente.
Sumario: 1. Observaciones preliminares. 1.1. Marco normativo básico. 1.2. La autorización como técnica
de intervención administrativa. 1.3. Licencias para lugares de culto. 2. El uso religioso como actividad
no sujeta a licencia de apertura. Interpretación jurisprudencial. 3. Opiniones doctrinales favorables
a la sujeción a licencia de la actividad religiosa. 4. Nueva licencia municipal de apertura y uso de
centros de culto en la ley 16/2009, de 22 de julio, de la Generalidad de Cataluña. 4.1. Motivos de la ley.
4.2. Reserva de ley orgánica. 4.3. Respeto del contenido esencial del derecho de libertad religiosa. 4.4. Retro-
actividad de la ley. 4.5. El Proyecto de Ley de 2011 de modificación de la ley catalana de centro de culto. 5. La
licencia de apertura de centros de culto a la luz de las nuevas tendencias del Derecho administrativo
en materia de autorizaciones.
1. Observaciones preliminares
1.1. Marco normativo básico
del sujeto autorizado con terceros y sobre el derecho de propiedad, régimen de transmisibili-
dad y de revocación, etc. han encontrado oportuna fijación en dicho Reglamento, tan modesto
de rango formal como influyente desde el punto de vista práctico, y “didáctico” desde el doc-
trinal», Autorización, en Enciclopedia Jurídica Básica, I, Civitas, Madrid 1995, 712.
5. Decreto 2414/1961, de 30 de noviembre. Aprueba el Reglamento de Actividades Mo-
lestas, Insalubres, Nocivas y Peligrosas. BOE de 7 de diciembre.
6. Real Decreto 2816/1982, de 27 de agosto. Aprueba el Reglamento General de Policía
de Espectáculos públicos y actividades recreativas. BOE de 6 de noviembre.
7. La normativa europea fue introducida en España, en el ámbito estatal básico, por
medio, principalmente, de las dos leyes siguientes: Ley 17/2009, de 23 de noviembre (Ley
Paraguas). Libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio. BOE 24 noviembre 2009;
y Ley 25/2009, de 22 de diciembre (Ley Omnibus). Modificación de diversas leyes para su
adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio (RCL
2009/2256). BOE de 23 diciembre 2009.
96 Jorge Otaduy
8. J. A. Santamaría Pastor, Principios de Derecho Administrativo General, II, Iustel, Ma-
drid 2004, 260.
9. Vid., por ejemplo, J. L. Meilán Gil, Sobre la determinación conceptual de la autorización
y la concesión (a propósito del régimen jurídico de las centrales lecheras), Revista de Adminis-
tración Pública 71 (1973) 80. Una interesante exposición acerca de la crisis del concepto de
autorización y la posición actual de la doctrina administrativista sobre el particular puede
encontrarse en T. R. Fernández Rodríguez, Breves reflexiones sobre la autorización administra-
tiva, en La autorización administrativa. La Administración electrónica. La enseñanza del Derecho
administrativo hoy, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor (Navarra) 2007, 15-23.
10. Villar Palasí identificó los síntomas de esta evolución en los años cincuenta del pa-
sado siglo. Vid. J. L. Villar Palasí, La intervención administrativa en la industria, DEP, Madrid
1965. Citado por T. R. Fernández Rodríguez, Breves reflexiones sobre la autorización adminis-
trativa, cit., 16.
11. Un meritorio esfuerzo de reconstrucción de la figura de la autorización como cate-
goría unitaria, en línea con el planteamiento tradicional de remoción de obstáculos para el
libre ejercicio del derecho prexistente puede encontrarse en J. C. Laguna de Paz, La autoriza-
ción administrativa: entre la escila del dogmatismo y el Caribdis del relativismo, en La autoriza-
ción administrativa. La Administración electrónica…, cit., 25-48. Más ampliamente, del mismo
autor, La autorización administrativa, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor (Navarra) 2006.
12. F. López Menudo, Autorización, en Enciclopedia Jurídica Básica, I, Civitas, Madrid
1995, 712.
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 97
19. El estudio más completo es el llevado a cabo por M. Rodríguez Blanco, Libertad reli-
giosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares de culto, Boletín Oficial del Estado, Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2000.
20. Vid. Dirección General de Asuntos Religiosos, Guía de entidades religiosas de Es-
paña (Iglesias, Confesiones y Comunidades minoritarias), Madrid 1998, elaborada por Joaquín
Mantecón Sancho. El autor hace notar que las confesiones religiosas suelen hacer la ins-
cripción de estos lugares «ya que de ello se pueden derivar algunos beneficios o exenciones
contributivas», e indicaba que en esa fecha, ya algo lejana, eran 2.672 los lugares de culto
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 101
ñalados por la ley [orgánica de libertad religiosa]». El nuevo régimen jurídico de las licencias de
apertura: adaptado a la Ley 17/2009, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio,
La Ley, Madrid 2010, 135-136.
23. La difundida concepción de la licencia como instrumento al servicio de la inter-
vención de los poderes públicos en el ámbito de la iniciativa privada hacía, a los ojos de
la propia Administración, que la figura resultara poco apta para incidir sobre la actividad
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 103
religiosa. Esta sensibilidad, fruto de un fino sentido jurídico, es la que está siendo lamenta-
blemente “superada” en la actualidad.
24. Sentencia de 29 de enero de 1980 (RJ 1980/286).
104 Jorge Otaduy
«se exige licencia con carácter preceptivo, no sólo en los supuestos de pri-
mera utilización de edificios, sino también para la modificación del uso de
los mismos, lo que reiteran los núms. 10 y 13 del art. 1.º del Reglamento de
Disciplina Urbanística y que implica que cuando el edificio va a ser utilizado
por primera vez sea necesaria una licencia y que si con posterioridad a la
licencia de primera utilización se produce una modificación objetiva del uso,
tal modificación está también sujeta a licencia».
26. Ya he citado con anterioridad los artículos 84.2 LBRL y 6 RSCL, que obligan a some-
ter la intervención pública en la actividad de los ciudadanos a los principios de congruencia
con los motivos y fines justificativos y respeto de la libertad individual. En este sentido,
añade Laguna de Paz que «la exigencia de autorización ha de justificarse debidamente y
–además– debe ser objeto de una interpretación restrictiva. En cada caso no puede dejar de
hacerse la pregunta de si el sometimiento de la actividad a autorización resulta necesaria y
proporcionada», La autorización administrativa, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor (Navarra)
2006, 71.
27. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones…, cit., 192-216.
106 Jorge Otaduy
28. Ibidem, 211-212.
29. Ibidem, 215.
30. Ibidem, 215.
31. Ibidem.
32. Cfr. Ibidem, 215-216.
33. Ibidem, 194.
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 107
34. Ibidem, 193.
35. Cfr. Ibidem, 211 y nota 556, relativa al error de planteamiento de la jurisprudencia;
al supuestamente equivocado enfoque de la doctrina en esta materia alude principalmente
en nota 576.
36. Ibidem, 193.
37. Ibidem, 216. Reitera en nota 576 que entiende «este tipo de licencias como consus-
tanciales al ejercicio del derecho a establecer lugares de culto, no siendo éste un tema de
límites».
108 Jorge Otaduy
45. Entre las publicaciones sobre la ley catalana pueden mencionarse las siguientes: J.
J. Guardia Hernández, La relación entre urbanismo y libertad religiosa en Cataluña: Llei
16/2009 dels centres de culte, Ius Canonicum 101 (2011) 277-328; J. L. Llaquet de Entramba-
saguas, Normativa catalana sobre centros de culto (I), Revista General de Derecho Canónico y
Derecho Eclesiástico del Estado núm. 27 (2011) en www.iustel.com; M. Moreno Antón, El
tratamiento urbanístico de los lugares de culto: a propósito del Proyecto de Ley de Cataluña sobre
centros de culto o de reunión con fines religiosos, Revista General de Derecho Canónico y Dere-
cho Eclesiástico del Estado 17 (2008) en www.iustel.com; J. Ponce Solé, Derecho urbanístico
y libertad religiosa en España: aspectos competenciales y materiales. La ley catalana 16/2009, de 22
de julio, de los centros de culto, en Ciudades, derecho urbanístico y libertad religiosa. Elementos
comparados de Europa y Estados Unidos, Barcelona 2011; M. M. Martín García, Derecho de
libertad religiosa y establecimiento de centros de culto. A propósito de su desarrollo legal en Cataluña,
Revista Española de Derecho Constitucional 94 (enero-abril 2012) 239-265.
46. Con estos argumentos arranca el Preámbulo de la Ley: «Cataluña está en un proceso
de crecimiento demográfico y urbanístico. Muchos municipios experimentan un progresivo
aumento de población y nacen nuevos barrios y zonas de viviendas. Junto con ese hecho, la
realidad religiosa de Cataluña es cada día más plural, en parte por el fenómeno de la inmi-
gración, y en ella conviven distintas confesiones, algunas de ellas con una gran diversidad
interna. La nueva situación plantea nuevos retos y pide nuevas respuestas».
47. Este es el tenor del párrafo segundo del Preámbulo: «El vacío legal existente hasta
ahora sobre los centros de culto ha provocado disparidad de criterios entre los ayunta-
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 115
pretende ser una ley general sobre centros de culto que aborde tanto los
aspectos urbanísticos como los de seguridad constructiva 48. Tras el trámi-
te parlamentario, sin embargo, los aspectos urbanísticos se diluyeron en
gran parte dejando las cosas prácticamente como estaban. Esta circuns-
tancia ha venido a acentuar la inadecuación de un texto legislativo cuyos
efectos se circunscriben, a la postre, a la introducción en el ordenamien-
to español de una nueva licencia municipal específicamente destinada al
control de los centros religiosos. El núcleo de la ley, en efecto, se concentra
actualmente en la licencia municipal de apertura y uso de los centros de
culto, artículos 8 a 11, a los que hay que añadir la disposición transitoria
3ª, que establece la aplicación retroactiva de la norma a todos los templos
existentes no incluidos en el patrimonio cultural catalán 49.
El legislador –como no podría ser de otra manera– es quien establece o
crea esta licencia, si bien añade que será el Gobierno, mediante disposición
reglamentaria, quien determine –según la expresión literal del número 2
del artículo 8– las condiciones técnicas y materiales mínimas que hayan
de cumplir los mencionados centros en materia de seguridad, salubridad,
accesibilidad, protección acústica, aforo, evacuación así como para evitar
molestias a terceros.
Esta disposición legal fue recibida con notable aprensión por parte de
amplios sectores de la sociedad, pues el ejercicio del derecho fundamental
de libertad religiosa queda, mediante la remisión al reglamento, a la dis-
crecionalidad del poder ejecutivo de turno.
48. El párrafo sexto del Preámbulo resume los propósitos que persigue la ley: «De acuer-
do con ello, la presente ley parte del reconocimiento del derecho fundamental de libertad
religiosa y tiene como finalidad facilitar el ejercicio del derecho de libertad de culto, apoyar
a los alcaldes a la hora de facilitar el ejercicio de este derecho y velar por unas condiciones
adecuadas –y proporcionadas a la actividad– en cuanto a la seguridad, la higiene y la dig-
nidad de los locales de culto. También es una finalidad de la presente ley evitar posibles
molestias a terceras personas. A su vez, la Ley evita causar problemas a los centros de culto
que ya prestan sus servicios sin dificultades». En el párrafo séptimo, añade: «La aportación
de la presente ley a la garantía del ejercicio del derecho de libertad de culto consiste en esta-
blecer que los planes de ordenación urbanística municipal prevean suelos con la calificación
de sistema de equipamiento comunitario donde se admitan los usos de carácter religioso.
La apertura de locales de culto es un derecho por el que deben velar las administraciones».
49. Disposición Transitoria tercera: «Los centros de culto de concurrencia pública existen-
tes en el momento de la aprobación de la presente ley, no incluidos en el inventario al que se
refiere la disposición transitoria segunda, deben cumplir las condiciones básicas de seguridad
que establezca el reglamento al que se refiere el artículo 8. La adaptación debe hacerse en el
plazo de cinco años a partir de la aprobación del reglamento. A tales efectos, los titulares de
los centros deben comunicar a los ayuntamientos que cumplen los requisitos mencionados».
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 117
Hubo que esperar solamente un año para comprobar que estos rece-
los no eran infundados, pues en el Decreto de 2010 se dan cita los malos
presagios que habían sido insinuados. Se trata, en efecto, de una norma
sumamente intervencionista, que regula el régimen de los centros de ma-
nera muy detallada y deja en manos de la Administración municipal po-
deres extraordinarios de control, que dudosamente resultan compatibles,
a mi juicio, con la integridad del derecho de libertad religiosa.
En mi opinión, el Decreto debería ser derogado íntegramente, conside-
rando que los inconvenientes que presenta no son de detalle, sino que pro-
ceden del planteamiento global del autor de la norma sobre el tema, difí-
cilmente armonizable con la construcción de los derechos fundamentales y
sus garantías que diseña la Constitución. El Decreto en su conjunto adolece
de vicios de legalidad que reclaman, a mi juicio, su anulación completa.
de derechos civiles y políticos, se destina a reflexionar sobre el sentido preciso del termino
culto y el conjunto de actividades que ampara: «La libertad de manifestar la propia religión
o las propias creencias puede ejercerse “individual o colectivamente, tanto en público como
en privado”. La libertad de manifestar la religión o las creencias mediante el culto, la cele-
bración de los ritos, las prácticas y la enseñanza abarca una amplia gama de actividades. El
concepto de culto se extiende a los actos rituales y ceremoniales con los que se manifiestan
directamente las creencias, así como a las diversas prácticas que son parte integrante de
tales actos, comprendidos la construcción de lugares de culto, el empleo de fórmulas y
objetos rituales, la exhibición de símbolos y la observancia de las fiestas religiosas y los días
de asueto».
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 119
Y también que
56. Vid., por ejemplo, Ley 1/1998, de derechos y garantías de los contribuyentes, art. 4.3,
sobre retroactividad de las normas tributarias favorables.
57. Sorprenden por eso las afirmaciones del Preámbulo en el sentido de que el propósi-
to de la Ley es «evitar causar problemas a los centros de culto que ya prestan sus servicios
sin dificultades» (párrafo sexto); o el cuidado del legislador para que «la regulación de los
centros de culto no signifique un perjuicio para las confesiones que disponen de locales que
prestan servicios religiosos desde ya hace tiempo con normalidad y sin problemas» (párrafo
décimo).
58. Así, por ejemplo, en el Preámbulo, párrafo segundo.
Control administrativo de los lugares de culto. La licencia municipal de apertura 123
59. Puede consultarse el texto del proyecto en Butlletí Oficial del Parlament de Catalunya,
núm. 147, de 3 de octubre de 2011, 21-23.
124 Jorge Otaduy
60. La movilización de los entes locales de Cataluña en contra de las previsiones legales
que amenazaban su autonomía fue desde el inicio de los trabajos parlamentarios suma-
mente vigorosa y, a la postre, han logrado su objetivo de anular los efectos de la ley en esa
materia. Las confesiones religiosas, obviamente, no tiene la misma capacidad de presión
que la agrupación de las entidades locales.
126 Jorge Otaduy
69. R. Rivero Ortega, Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid: análisis del Proyecto
de Ley Ómnibus, en Vv.Aa., Retos y oportunidades de la transposición…, cit., 328.
70. S. Muñoz Machado, Ilusiones y conflictos…, cit., 302.
Lugares de culto.
Marco de la regulación canónica y tipología
José Tomás Martín de Agar
Sumario: 1. Introducción. 2. Noción y normas generales. 2.1. Noción. 2.2. Dedicación y bendición de
los lugares sagrados. 2.3. Disciplina eclesiástica de los lugares sagrados. 2.4. Violación de lugar sagrado.
2.5. Pérdida de la condición sagrada de un lugar. 2.6. Uso y cuidado de los lugares sagrados. 3. Iglesias.
3.1. Características jurídicas. 3.2. Edificación, disposición y reparación. 3.3. Dedicación o bendición. Título
de una iglesia. 3.4. Culto y cuidado de las iglesias. 3.5. Execración y reducción a uso profano de iglesias. 4.
Oratorios y capillas privadas. 4.1. Oratorios. 4.2. Capillas privadas. 5. Santuarios. 5.1. Definición. 5.2.
Clasificación de los santuarios. 5.3. Estatutos de los santuarios. 5.4. Pastoral de los santuarios. 6. Altares. 7.
Cementerios.
1. Introducción
Hablar de lugares sagrados en el derecho canónico parece requerir una
referencia preliminar a los diferentes conceptos o significados de sacro, y
en qué sentido esta cualidad se atribuye a determinados lugares (y cosas):
si se les reconoce una santidad que de por sí tienen o más bien se les atri-
buye, segregándolos de lo común y profano.
Aunque el dilema pueda parecer un artificio, pues sus opciones más
que excluirse se necesitan (siempre desde una religión), no es ociosa desde
luego una reflexión sobre el sentido intramundano de lo sacro y su loca-
lización 1; pero no puede ser muy extensa en una ponencia cuyo objeto es
ya de por sí bastante amplio, necesariamente panorámico y apegado a la
normativa en vigor.
He sabido no ha mucho que en la India los sacerdotes suelen celebrar
descalzos; también los fieles cuando se acercan al altar para llevar las ofren-
1. Vid. p.e. M. Calvi, L’edificio di culto è un «luogo sacro»? La definizione canonica di «luogo
sacro», Quaderni di Diritto Ecclesiale (2000) 228-247.
132 José Tomás Martín de Agar
2. Vid. A. Longhitano, De los lugares y tiempos sagrados. Introducción a Lib. IV, Pars III cc.
1205-1253, en A. Marzoa, J. Miras, R. Rodríguez-Ocaña, Comentario Exegético al C.I.C., III/2,
Pamplona 32002, 1782-1793.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 133
3. Vid. J. T. Martín de Agar, sub cc. 1205-1243, en Código de Derecho canónico, EUNSA,
Pamplona 72007.
4. Como pone de relieve R. Naz, Lieux sacrés, en Diccionario de Derecho Canónico DDC,
VI, Paris 1957, col. 529-530.
5. Que distingue entre cosas sacras, santas y religiosas.
134 José Tomás Martín de Agar
6. Vid. B. Pighin, Configurazione e gestione dei luoghi di culto, en J. I. Arrieta (ed.), Enti
ecclesiastici e controllo dello Stato, Venecia 2007, 117-123.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 135
ya aquella exención pero, como aquél, afirma que «la autoridad eclesiás-
tica ejerce libremente sus poderes y funciones en los lugares sagrados» (c.
1213). En verdad una limitada inviolabilidad de los lugares de culto suele
estar garantizada a todas las religiones por las leyes civiles de libertad
religiosa, y se puede bien fundar en la autonomía de las confesiones para
organizar el culto y su vida interna, pero no es una exención total del
poder civil 8. En España lo está en virtud de la ley Orgánica de libertad
religiosa (art. 2.2 y 6.1) 9, y además en virtud del acuerdo Iglesia-Estado
español sobre asuntos jurídicos del 3-I-1979 (Art. I, 5) y de los acuerdos
con las confesiones minoritarias (Art. 2).
A la autoridad eclesiástica le incumbe ordenar el culto y establecer
normas para que se respeten los lugares sagrados (c.1213). La disciplina
canónica sobre los lugares sagrados afecta a todos en cuanto que en ellos
se celebra la liturgia de la Iglesia, independientemente de quién sea la
persona, física o moral, pública o privada, civil o eclesiástica dueña de
ellos. En los países donde estos lugares pertenecen al Estado (o al Ayun-
tamiento, como Francia), el derecho civil suele asegurar la afectación per-
manente y exclusiva al culto 10 atribuyendo a la autoridad eclesiástica su
organización 11.
8. A. Longhitano, Sub can. 1213, en Com.Ex. Vol, III/2, Pamplona 32002.
9. También la Ley colombiana de Libertad religiosa (33/1994 de 23 de mayo), art. 7.a.
10. Por ejemplo el Codice civile italiano, art. 831 establece que «gli edifici destinati
all’esercizio pubblico del culto cattolico, anche se appartengono a privati, non possono es-
sere sottratti alla loro destinazione neppure per effetto di alienazione, fino a che la desti-
nazione stessa non sia cessata in conformità delle leggi che li riguardano». El art. 13 de la
Ley francesa de separación, de 9.XII.1905 (modificado en 1998), dispone a su vez que «les
édifices servant à l’exercice public du culte, ainsi que les objets mobiliers les garnissant,
seront laissés gratuitement à la disposition des établissements publics du culte, puis des
associations appelées à les remplacer auxquelles les biens de ces établissements auront été
attribués… La désaffectation et ces immeubles pourra, dans les cas ci-dessus prévus être
prononcée par décret rendu en Conseil d’Etat. En dehors de ces cas, elle ne pourra l’être
que par une loi».
11. Vid., entre otros, el acuerdo con el Estado libre de Sajonia de 2.VII.1996: «Arti-
colo 17 Edifici ecclesiastici di proprietà non-ecclesiastica (1) Per le chiese e gli altri edifici
ecclesiastici, che sono di proprietà dello Stato Libero e vengono usati per scopi ecclesiastici
o caritativi, viene garantilo illimitatamente il fine di destinazione. Nel quadro del proprio
obbligo di contribuire al mantenimento dei fabbricati, lo Stato Libero si prenderà cura della
manutenzione di tali edifici o parti di edifici. (2) Per mezzo di un’intesa con la rispettiva
diocesi, il proprietario obbligato al mantenimento dell’edificio si può impegnare a trasferire
la proprietà del terreno destinato a scopi ecclesiastici o caritativi, svincolandosi dall’onere
di contribuzione al mantenimento del fabbricato, eventualmente dietro indennizzo». En
el mismo sentido el concordato portugués (2004) art. 22. Los textos concordatarios citados
pueden verse en J. T. Martín de Agar, Raccolta di concordati 1950-1999, Librería Editrice
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 137
Vaticana, Città del Vaticano 2000; Íd., I concordati dal 2000 al 2009, Librería Editrice Vaticana,
Città del Vaticano 2010.
12. Vid. p.e. el Documento Concerti nelle chiese (5.XI.1987), sobre los conciertos de músi-
ca profana en las iglesias, Enchiridion Vaticanum 10/2244-2265.
138 José Tomás Martín de Agar
3. Iglesias
3.1. Características jurídicas
tas, al menos algunas horas al día, para que puedan los fieles orar ante el
Santísimo (c. 937) y que la entrada en ellas sea libre y gratuita 13 durante
las celebraciones sagradas (c. 1221).
Este carácter público hace de cada iglesia un foco de vida cristiana;
donde especialmente los fieles rinden culto al Señor, se acercan a los me-
dios de santificación (la palabra y los sacramentos), viven sus devociones.
Por esto las iglesias están siempre bajo la autoridad eclesiástica del lugar
donde se hallan, principalmente en lo que se refiere a la ordenación de la
liturgia y al nombramiento y funciones del rector, independientemente de
a quién pertenezcan (cc. 392 § 2, 397 § 1, 557 ss, 838).
Salvo que la hubieran recibido expresamente, de por sí las iglesias no
tienen personalidad canónica. Hoy la tendencia suele ser que funcionen
como parte del ente al que pertenecen: diócesis, casa religiosa, parroquia,
cofradía 14.
En razón del estatuto canónico-pastoral existen diversos tipos de igle-
sias, las más relevantes son las catedrales y las parroquias, las iglesias
rectorales (c. 556), las anejas a una casa religiosa o seminario, los santua-
rios; existen también las basílicas (mayores 15 y menores) las colegiatas, etc.
Muchas veces en una misma iglesia concurren varios de estos títulos 16.
Una Instrucción de la Conferencia episcopal italiana establece una clasi-
ficación de las iglesias en función de «la persona jurídica responsable del
culto» y atribuye al obispo de la diócesis la calificación de las iglesias que
no la tuvieren 17.
13. En este sentido, la Nota del Consiglio Episcopale Permanente de la Conferencia ita-
liana de 31.I.2012, pide que no se cobre por entrar en las iglesias.
14. M. Petroncelli, por influjo quizá del c. 99 del CIC 1917, estima que la iglesia, por
ser edificio público de culto, «goza de personalidad jurídica desde el momento y por el he-
cho mismo de su destino al culto» (La disciplina dei luoghi sacri e la nuova classificazione degli
edifici di culto, en Vv.Aa., Vitam impendere vero. Studi in onore di Pio Ciprotti, Città del Vaticano
1986, 273-274, trad. mía). En Italia la normativa creada por el Acuerdo de 1984 prevé la su-
presión en principio las iglesias parroquiales y catedrales como sujetos a sé, agregándolas
a la parroquia y diócesis respectivamente (Norme sugli enti e i beni ecclesiastici, art. 29-31).
Pueden ser reconocidas como ente civil si no son anejas a otro ente, están abiertas al público
y tienen medios económicos para funcionar (ibíd. art. 11).
15. Son las romanas del Salvador de Letrán, S. Pedro en el Vaticano, S. María Mayor en
el Esquilino, S. Pablo extramuros y S. Lorenzo extramuros; a estas e añaden por concesión
pontificia las de S. Francisco y S. María de los Ángeles en Asís.
16. Por ejemplo la ‘Villa’ de Ntra. Sra. de Guadalupe (México) es basílica, colegiata,
parroquia, y santuario nacional.
17. Istruzione in materia amministrativa (2005), nn. 120-122, Notiziario CEI 8-9 (2005) 393-
394. Vid. la ponencia de A. Sánchez Sánchez-Gil en este volumen de actas.
140 José Tomás Martín de Agar
18. En este sentido el concordato polaco (28.VII.1993) dice en su art. 24 que «della
necessità di edificare una chiesa o di erigere un cimitero, decide il Vescovo diocesano o
l’Ordinario competente», el cual para proceder se pondrá de acuerdo con las autoridades y
obtendrá los consiguientes permisos y licencias.
El AJ con Croacia (19.XII.1996) art. 11 dice: «1. La Chiesa Cattolica ha il diritto di cos-
truire chiese… 2. Il Vescovo diocesano decide sulla necessità di costruire edifici ecclesiastici
e ne sceglie il luogo in accordo con gli organi competenti della Repubblica di Croazia. 3.
Le competenti autorità della Repubblica di Croazia non prenderanno in considerazione le
richieste per la costruzione di edifici ecclesiastici senza aver ricevuto il consenso scritto del
vescovo diocesano».
El art. 10 del acuerdo con el Gabón (12.XII.1997): «… § 2. Solo il vescovo diocesano può
decidere in merito all’opportunità di costruire nuove chiese o nuovi edifici ecclesiastici su un
terreno acquistato nel quadro delle normative vigenti: in questo caso, il vescovo informerà
le autorità civili competenti. § 3. Di conseguenza, queste stesse autorità non prenderanno in
considerazione le domande relative alla costruzione di chiese se non dopo aver ottenuto il
consenso scritto del vescovo della diocesi sul cui territorio è prevista la costruzione».
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 141
19. Vid. A. Acquaviva, Gli ‘edifici’ e i ‘luoghi di culto’ tra Stato, Chiesa cattolica e confessioni
di minoranza, (pro manuscripto), Università Roma Tor Vergata - Dottorato di ricerca in Di-
ritto pubblico, Roma AA 2008/2009, 88-107.
20. Sobre estas F. de Andrés, Régimen jurídico de las iglesias catedrales, Tesis doctoral (pro
manuscripto), Roma 2001.
21. No es que existan diversos ritos de dedicación de iglesia, sino que del único rito
pueden hacerse simplificaciones y acomodaciones (p.e. en lo que se refiere al ministro). Lo
que pide el c. 1217 § 2 es que en el caso de las catedrales y parroquias no se hagan simplifica-
ciones innecesarias de las ceremonias, y se evite en lo posible el que sólo sean bendecidas.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 143
Las iglesias en cuanto tales son aptas para que puedan realizarse en
ellas todos los actos de culto divino (c. 1219). Sin embargo el derecho ge-
neral o particular determina, a veces, que ciertas ceremonias se realicen
en una iglesia concreta, excluyendo a las demás. Uno de estos casos son
los derechos o funciones parroquiales, según los cuales corresponde a la
iglesia parroquial, en principio, la celebración de bautismos, matrimo-
nios, funerales, Misa mayor (c. 530); pero esas mismas funciones pueden
realizarse en otra iglesia si el derecho o el Ordinario del lugar lo establecen
(c. 560) o con permiso del párroco. Del mismo modo, hay ceremonias que
deben realizarse en la iglesia catedral (cc. 382 § 4, 1011, 1178). En caso de
necesidad, el Ordinario del lugar puede permitir que se celebren actos de
culto cristiano no católico (Dir. Ecuménico, 137).
En las catedrales, colegiatas, parroquias e iglesias anejas a una casa
religiosa o de una Sociedad de vida apostólica, debe estar reservado el
Santísimo Sacramento. También puede haber reserva Eucarística en las
demás iglesias, con licencia del Ordinario local (c. 934, § 1). Esas iglesias
deben permanecer abiertas a los fieles durante algunas horas del día, para
que puedan rezar ante el Sagrario (c. 937). En ellas debe celebrarse la Misa
al menos dos veces por mes (c. 934 § 2) y se han de renovar con frecuencia
las formas consagradas, (c. 393). Ante el Sagrario debe lucir permanen-
temente la acostumbrada lamparilla, para honrar al Señor e indicar su
presencia a los fieles (c. 940).
La iglesia es la Casa de Dios, por eso quienes la tienen confiada deben
atender a su limpieza, conservación y decoro, evitando en ellas todo lo
que desdiga de su santidad (c. 1220).
Deben también tomarse las medidas de seguridad que las circunstan-
cias aconsejen. Es notable la insistencia del nuevo Código en este punto,
principalmente lo que se refiere a la custodia de la Santísima Eucaristía 22.
También deben protegerse las imágenes sagradas y los objetos de culto,
sobre todo si son preciosos (c. 1220 § 2).
22. En concreto, aparte de las normas ya dichas sobre la inviolabilidad de los Sagrarios,
los cánones abundan en indicaciones y sugerencias: Debe haber siempre alguien al cuidado
de todo lo referente a la reserva Eucarística (c. 934 § 2); donde alguna causa grave lo aconse-
je, el Santísimo puede estar reservado en un lugar digno y especialmente seguro, sobre todo
durante la noche; y la llave del Sagrario debe guardarse con gran diligencia (c. 938).
144 José Tomás Martín de Agar
23. El decreto del Obispo debería especificar, de algún modo, el uso profano a que que-
da destinada la iglesia, uso que no debe ser sórdido, es decir, demasiado ajeno o contrario
a la dignidad que, como sagrado, tuvo la iglesia. En mi opinión sería sórdido destinar una
antigua iglesia, por ejemplo, a restaurante o cine y no lo sería destinarla a museo de arte
sacro o sala de reuniones de una cofradía; pero esto depende también de si la iglesia se
enajena o sigue siendo propiedad eclesiástica.
24. H. Wagnon, Églises. XIII. Désaffectation des Églises, en Diccionario de Derecho Canónico,
V, Paris 1953, col. 209.
25. G. P. Montini, La cessazione degli edifici di culto, Quaderni di Diritto Ecclesiale (2000)
281-299.
26. F. Daneels O.Praem., Soppressione, unione di parrocchie e riduzione ad uso profano della
chiesa parrocchiale, Ius Ecclesiae (1998) 111-148.
27. Íbid., 117.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 145
28. Ibíd., 127-128.
29. Pero al peligro aducido de que la iglesia suprimida sirviera como sede de un asocia-
ción ‘paralela’ que celebra el culto sin atención a las orientaciones del obispo, la Signatura
admite que, siendo así, este peligro constituye una causa grave que requiere la intervención
del Obispo (Sent. 18.I.1997, n. 7-10, citada por F. Daneels O.Praem., Soppressione, unione
di…, cit., 130, nota 42).
30. Teniendo en cuenta que no todos los recursos económicos pueden destinarse al cul-
to descuidando las demás finalidades del patrimonio eclesiástico. Pero G. P. Montini estima
que cuando las razones son económicas, el Tribunal Apostólico no debería contentarse con
aceptar como graves las causas que el obispo considera graves pues de este modo «il pre-
supposto di un atto legittimo dell’autorità amministrativa sembra divenire una praesumptio
iuris ac de iure» (La cesazione degli…, cit. 289).
31. «Conservatio trium ecclesiarum intollerabile onus oeconomicum novae paroeciae
imponeret… venditio illarum ecclesiarum confestim efficax subsidium necessitatibu urgen-
tioribus novae paroeciae praestat, quod secus prorsus deficeret. Nam numerus fidelium
quorum oblationibus nova paroecia praesertim sustinetur, in dies minuit» (Sent. 4.V.1996, n.
9, citada por F. Daneels O.Praem., Soppressione, unione di…, cit., 130, nota 42).
146 José Tomás Martín de Agar
4.1. Oratorios
32. En los oratorios anejos a una casa religiosa o a otra pia domus debe haber reserva
de la Santísima Eucaristía; en los demás puede haberla si da licencia el Ordinario del lugar
(cc. 608, 934). También deben observarse en los oratorios las normas y cautelas, que hemos
dejado dichas al tratar de la reserva eucarística en las iglesias.
148 José Tomás Martín de Agar
5. Santuarios
5.1. Definición
33. SC 42; Juan Pablo II, Litt. Ap. Dies Domini, 35-36; Instr. Eucharisticum mysterium,
25.V.1967, 26, AAS 59 (1967) 555.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 149
pular, cuyo tratamiento jurídico específico había sido solicitado por algu-
nos autores sobre todo italianos 34.
Los cánones que se dedican a los santuarios son una novedad del Có-
digo vigente 35 y constituyen un principio de reglamentación unitaria, un
marco jurídico general, dentro de la cual tienen cabida supuestos fácticos
y jurídicos muy diferentes. Esta regulación no ha creado o definido un nue-
vo tipo de lugar de culto, sino que ha pretendido dar cauce jurídico espe-
cífico a una realidad tan antigua y variada como es la de los innumerables
lugares que, por uno u otro motivo, atraen la concurrencia de peregrinos,
a cuya atención pastoral específica se debe proveer.
Pues si se compara la temática que abordan los cánones que se refieren
a los santuarios, con la de los demás lugares de culto, fácilmente se advier-
te que el interés del legislador es muy diferente en uno y otro caso. De los
santuarios no se trata sobre su construcción o instalación, ni de su dedi-
cación o bendición, ni de las ceremonias que pueden realizarse en ellos o
del uso que debe dárseles: en estos particulares se les aplican las normas
relativas a las iglesias o demás lugares de culto (cfr. cc. 1214-1229) 36. Lo
que interesa al legislador sobre los santuarios son otros temas, como se
verá al tratar de los estatutos (c. 1232 § 2).
El c. 1230 trae una definición de santuario que, con las limitaciones de
toda definición legal, se propone delinear jurídicamente el fenómeno de
los santuarios: «con el nombre de santuario se designa una iglesia u otro
lugar sagrado al que, por un motivo peculiar de piedad, acuden en pere-
grinación numerosos fieles, con aprobación del Ordinario del lugar». Se
trata de una definición amplia, abarcante, que al mismo tiempo, señala los
hechos y condiciones que deben darse para que un lugar que de hecho es
meta de peregrinaciones pueda ser considerado de derecho santuario 37.
38. En sentido diverso M. Petroncelli, La disciplina dei luoghi sacri…, cit., 265.
39. Cf. G. Feliciani, I santuari cristiani, cit., 607-609.
40. Para una breve historia de los santuarios españoles cfr. Aldea-Marín y Vives, voz
«Santuarios» en Diccionario de historia eclesiástica de España, IV, Madrid 1975, 2205-2380.
41. Cfr. Communicationes (1980) 342.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 151
46. El texto de las disposiciones de las Conferencias Episcopales a que hacemos referen-
cia puede verse en J. Martín de Agar - L. Navarro, Legislazione delle Conferenze Episcopali
complementare al CIC, Coletti, Roma 22009.
47. Que por ser pontificios, junto a los de Asís, ya dependían directamente de la Santa
Sede que los gobierna mediante Delegado apostólico.
154 José Tomás Martín de Agar
dad 49, y en este caso sí que deben tener estatutos a tenor del c. 117; otros
dependerán de una persona física o jurídica (civil o canónica). En todo
caso la existencia de estatutos indica la presencia de un sujeto diferen-
ciado cuya capacidad y autonomía se determinan en ellos 50.
La elaboración de los estatutos corresponde al sujeto titular del san-
tuario. Una primera redacción del canon 1232 iniciaba diciendo: Ad con-
denda statuta… 51, pero ya en el Schema Codicis de 1980 (c. 1183) aparece la
actual redacción: Ad approbanda statuta…, circunscribiendo justamente la
competencia de la autoridad a aprobar o no los estatutos que le sean pre-
sentados. De todas formas el requisito de la aprobación implica una cierta
dependencia administrativa con la autoridad, que quedará reflejada en
los mismos estatutos del santuario.
La aprobación de los estatutos es un acto administrativo de control que
mira a garantizar el cumplimiento de la disciplina eclesiástica en la vida y
actividad del santuario. Quien está llamado a dar esta aprobación puede
exigir algunos requisitos o condiciones concretos para otorgarla, en orden
a asegurar en el tiempo el respeto de la ley y a precisar las relaciones del
santuario con la autoridad. Pero tales requisitos no deben limitar arbitra-
riamente la legítima autonomía del santuario ni de sus propietarios, ni
someterlo a exacciones injustificadas; ni desde luego el acto de aprobación
significa que el santuario pase a pertenecer a la diócesis, a la Conferencia
Episcopal o a la Santa Sede 52. En resumen, parece que la sujeción del san-
tuario a la autoridad que lo aprueba será en general semejante a la de las
personas jurídicas o asociaciones diocesanas, nacionales o internaciona-
les, y en concreto la que establezcan los estatutos.
Por otra parte el Obispo diocesano tiene sobre los santuarios situados
en su diócesis, independientemente de que sean nacionales o internacio-
nales, los mismos derechos y deberes que sobre los demás lugares de cul-
49. Feliciani afirma que en este caso el santuario debe constituirse como persona ju-
rídica pública no colegial en virtud de los cc. 115 y 116 (voz «Santuario» en Enciclopedia del
Diritto XLI, Varese 1989, 302).
50. Petroncelli, por el contrario, piensa que todo santuario debe tener sus estatutos,
cuya aprobación comporta automáticamente la adquisición de personalidad eclesiástica,
caso que no la tuviera (La disciplina dei luoghi…, cit., 266).
51. Schema canonum Libri IV de Ecclesiae munere sanctificandi, Pars II, Typ. Pol. Vat. 1977,
c. 26.
52. No han faltado interpretaciones en este sentido, sobre todo por lo que se refiere al
patrimonio de algunos santuarios nacionales, cf. X. Brossa T., Régimen jurídico de…, cit.,
167-169.
156 José Tomás Martín de Agar
53. Vide p.e. cc. 381 §1, 386, 391, 392, 394, 397.
54. Por ejemplo los santuarios pontificios (Loreto, Pompeya, Asís, S. Antonio de Padua)
que están exentos de la jurisdicción del Obispo diocesano al ser regidos por un Delegado
pontificio (cfr Pío XI, Const. Ap. Iam annus elapsus, 13.VI.1933, AAS 25 (1933) 325-328; Const.
Ap. Lauretanae Basilicae, 15.IX.1934, AAS 26 (1934) 578-579; Pío XII, Decr. Pompeiana Praela-
tura, 21.III.1942, AAS 34 (1942) 203-204; Pablo VI, Const. Ap. Lauretanae Almae, 20.VI.1965,
AAS 58 (1966) 265-268; M.P. Inclita toto, 8.VIII.1969, AAS 61 (1969) 553-555.
55. Feliciani observa que un santuario puede resultar «ya suficientemente disciplinado
en sus actividades por las normas del derecho universal y particular en cuanto iglesia de
una diócesis, de una parroquia, de un istituto religioso o de otro ente de naturaleza eclesiás-
tica o no» (voz «Santuario», cit., 301).
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 157
57. Cfr. Decreto Sagrada Congregación de Ritos, Domus Dei decorem, 6.VI.1968, AAS
60 (1968) 536-539; Enchiridion Vaticanum 3, 456-460; Normas de la Sagrada Congregación
de Sacramentos Ecclesia congruenti, 15.VIII.1975, Notitiae 11 (1975) 260-262; Enchiridion
Vaticanum, Supplementum (S1) vol. 1 - Documenti ufficiali della Santa Sede. Omissa (1962-
1987), 572-584.
Lugares de culto. Marco de la regulación canónica y tipología 159
58. Muchos santuarios gozan desde antiguo de diversos privilegios y gracias; los esta-
tutos que eventualmente se elaboren a tenor del c. 1232, pueden servir también para con-
firmar o no su interés, utilidad o vigencia, con el fin de resolver dudas, evitar pleitos y cla-
rificar en lo posible esta materia a veces complicada (Cfr. Sentencia del S.T. de la Signatura
Apostólica de 29.IX.1989 c. Stickler, REDC 48 [1981] 307-319).
160 José Tomás Martín de Agar
6. Altares
Altar es la mesa sobre la que se celebra el Sacrificio de la Misa. En esta
definición cabe cualquier mesa, pero el c. 1235 se refiere al altar en cuanto
lugar sagrado, que es la mesa destinada exclusivamente al culto divino
Como lugares sagrados que son, los altares sólo deben utilizarse para
el culto divino; está prohibido cualquier uso profano. Bajo un altar no
debe haber enterrado ningún cadáver y, si lo hubiera, no es lícito celebrar
en él la Misa (c. 1239). Sí puede existir una cripta, separada por bóveda,
bajo el altar.
7. Cementerios
Ya hemos visto en la definición de lugar sagrado, que también lo son
los lugares destinados a la sepultura de los fieles (c. 1205) debidamente
bendecidos, aunque no sean lugares de culto. La Iglesia reivindica el dere-
cho a poseer sus propios cementerios, pero donde las leyes estatales no lo
permitan, debe procurarse reservar un espacio en los cementerios civiles,
que, bendecido, haga sus veces. Donde ni siquiera esto sea posible debe
bendecirse cada sepultura: los fieles difuntos deben reposar en lugar sa-
grado. Con ello la Iglesia manifiesta su fe en la resurrección de la carne.
Las parroquias y los Institutos religiosos pueden tener su propio ce-
menterio, que deberá bendecirse siempre. Las demás personas jurídicas y
las familias pueden tener también su propio cementerio o panteón, pero
éstos sólo pueden bendecirse si así lo juzga el Ordinario del lugar (c. 1241).
Esta diferencia parece responder a la necesidad de asegurar el respeto a
la disciplina eclesiástica sobre los lugares sagrados; por eso, el Ordinario
sólo autorizará la bendición de un cementerio particular cuando sus pro-
pietarios garanticen que se cumplirán en él las normas eclesiásticas. Mien-
tras el cementerio no sea bendecido, deberá bendecirse cada sepultura.
Según las circunstancias de cada lugar, el derecho particular estable-
cerá las normas disciplinares sobre los cementerios católicos, en orden a
proteger y resaltar su carácter sagrado (c. 1243). Parece que esta remisión
al derecho particular pretende que los cristianos den en todas partes testi-
monio de su fe en la vida eterna, sean cuales sean las actitudes y las leyes
de la sociedad civil en que vivan.
Práctica administrativa canónica
en materia de iglesias y lugares sagrados.
La experiencia de la Iglesia en Italia
y de la Diócesis de Roma
Antonio S. Sánchez-Gil
Sumario: 1. Consideraciones introductorias. 1.1. Una doble opción metodológica. 1.2. Delimitación de la
materia de estudio. 2. La deputatio ad cultum, origen y fundamento del régimen jurídico de las iglesias
y demás lugares de culto, en el CIC y en las disposiciones de la CEI. 2.1. Autoridad competente y efectos
litúrgicos y pastorales. 2.2. Relevancia canónica y civil en Italia. 2.2. La prueba de la deputatio ad cultum. 3.
La reparatio iniuriae en caso de profanación de un lugar de culto. 4. La reductio ad usus profanos de un
lugar de culto. 5. Actos de la autoridad eclesiástica en el ejercicio de sus poderes y funciones sobre
los lugares de culto en la praxis italiana. 5.1. Los conciertos en iglesias. 5.2. Las visitas y las exposiciones
en las iglesias. 5.3. El sonido de las campanas. 6. Actos relativos a iglesias, oratorios, capillas privadas
y santuarios. 6.1. La licencia para la construcción de una iglesia. 6.2. La licencia para la constitución de
un oratorio o de una capilla privada. 6.3. La autorización para la reserva de la Santísima Eucaristía. 6.4. La
dispensa para la sepultura en una iglesia. 6.5. La aprobación de un santuario y de sus estatutos. 7. Actos
e indicaciones específicas establecidas en las disposiciones de la CEI. 7.1. La «calificación jurídico-
pastoral de una iglesia». 7.2. Los acuerdos sobre el uso de una iglesia. 7.2.1. El acuerdo para encomendar una
iglesia a un instituto. 7.2.2. El acuerdo para conceder una iglesia a una comunidad oriental no católica. 7.3.
Las indicaciones de la CEI sobre las diversas categorías de iglesias. 7.3.1. La iglesia catedral. 7.3.2. La iglesia
rectoral. 7.3.3. La iglesia santuario. 7.3.4. La iglesia parroquial. 7.3.5. La iglesia aneja a una persona jurídica.
8. La praxis de la Diócesis de Roma en la construcción de nuevas iglesias: L’Opera Romana per la
Preservaziones della Fede e la Provvista di nuove Chiese in Roma. 8.1. Origen y desarrollo de la ORPF. 8.2.
Configuración jurídica y modus operandi de la ORPF. Anexos.
1. Consideraciones introductorias
El estudio de la práctica administrativa de la Iglesia en materia de
iglesias y lugares sagrados comprende el análisis, desde el punto de vista
de la praxis, de aquellos actos y funciones que la Administración ecle-
siástica y, eventualmente, otros sujetos jurídicos pueden o deben realizar
en relación con las iglesias y lugares sagrados de la Iglesia católica. Se
trata, como se verá, de actos y funciones de naturaleza muy diversa (pa-
trimonial, administrativa, pastoral, litúrgica, técnica, artística, cultural,
164 Antonio S. Sánchez-Gil
económica, etc. 1), en los que pueden intervenir sujetos también muy di-
versos (la autoridad eclesiástica, la persona física o jurídica responsable
del culto, la persona física o jurídica propietaria de la iglesia o del lugar
sagrado –privada o pública, eclesiástica o civil–, los simples fieles, la au-
toridad civil, etc.), que tienen, sin embargo, en común la producción de
efectos jurídicos, primariamente en el ámbito canónico, pero también en
el ámbito civil, de acuerdo con las leyes de cada Estado.
Es útil recordar, en este sentido, que en la praxis canónica sobre iglesias
y lugares sagrados deben ser tenidas en cuenta, de modo coordinado y se-
gún su jerarquía, todas las fuentes del derecho que se refieren a la materia,
sin olvidar el oportuno respeto de los legítimos usos y tradiciones locales.
Concretamente constituyen fuentes del derecho en materia de iglesias y
lugares sagrados las normas canónicas universales y particulares ‒en el
plano de la Conferencia Episcopal o en el provincial o diocesano‒ y las
normas concordatarias y estatales en materias relacionadas (tutela de la li-
bertad religiosa, reconocimiento civil de los entes eclesiásticos, cuestiones
patrimoniales, administración de bienes, contratos, normas urbanísticas,
etc.), así como las costumbres locales canónicas y civiles.
1. A propósito de la variedad de actos que pueden afectar a una iglesia piénsese, por
ejemplo, en el consentimiento escrito del Obispo para su construcción (acto de naturaleza
administrativa motivado por razones pastorales y con importantes implicaciones patrimo-
niales y económicas), o en su dedicación (acto de naturaleza litúrgica con efectos canónicos
y civiles), o en su restauración (acto de naturaleza técnica o artística o litúrgica, según se
trate de elementos arquitectónicos estructurales o artísticos o propiamente litúrgicos, con
relevantes implicaciones económicas), o en la realización en ella de un concierto o de una
exposición (acto de naturaleza artística y cultural con relevancia religiosa), etc.
2. Acerca de la expresión «edificios o lugares de culto», ausente en la normativa ca-
nónica universal ‒que habla en cambio de «edificios y lugares sagrados»‒, pero frecuente
en las normas concordatarias, en las leyes civiles y en algunas normativas canónicas par-
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 165
ticulares, así como en la normativa litúrgica, cfr. A. Acquaviva, Gli «edifici» e i «luoghi» del
culto tra Stato, Chiesa cattolica e confessioni di minoranza, Roma 2009, 88-92; B. F. Pighin, Con-
figurazione e gestione dei luoghi di culto, en Vv.Aa., Enti ecclesiastici e controllo dello Stato. Studi
sull’Istruzione CEI in materia amministrativa, a cargo de J. I. Arrieta, Venezia 2007, 117-138;
M. Calvi, L’edificio di culto è un «luogo sacro»? La definizione canonica di «luogo sacro», Quader-
ni di diritto ecclesiale 13 (2000) 228-247.
3. Como se recordará, en la vigente normativa canónica, se entiende por “iglesia” «un
edificio sagrado destinado al culto divino, al que los fieles tienen derecho a entrar para la
celebración, sobre todo pública, del culto divino» (c. 1214 CIC); por “oratorio” «un lugar
destinado al culto divino con licencia del Ordinario, en beneficio de una comunidad o gru-
po de fieles que acuden allí, al cual también pueden tener acceso otros fieles, con el consen-
timiento del Superior competente» (c. 1223 CIC); por “capilla privada” «un lugar destinado
al culto divino, con licencia del Ordinario del lugar en beneficio de una o varias personas
físicas» (c. 1226 CIC); y por “santuario” «una iglesia u otro lugar sagrado al que, por un
motivo peculiar de piedad, acuden en peregrinación numerosos fieles, con aprobación del
Ordinario del lugar» (c. 1230 CIC). En adelante se empleará la expresión «edificio de culto»
como equivalente a iglesia y otros «lugares de culto» para referirse a los oratorios, a las
capillas privadas y a los santuarios que no son iglesias.
166 Antonio S. Sánchez-Gil
4. Accordo tra la Santa Sede e la Repubblica italiana che apporta modificazioni al Concordato
lateranense, 18 febrero 1984, AAS 77 (1985) 521-531; Protocollo addizionale, 18 febrero 1984,
ibidem, 532-535; Protocollo, 15 noviembre 1984, ibidem, 536-337; Allegati, 15 noviembre 1984,
ibidem, 538-544; Processo-Verbale, 3 junio 1985, ibidem, 545-546.
5. CEI, Istruzione in materia amministrativa, 1 septiembre 2005, Notiziario CEI 31 (2005)
325-427. Promulgada mediante Decreto del Presidente de la CEI (en Notiziario CEI 31 [2005]
329), después de ser aprobada por la Asamblea General con mayoría absoluta, «a sus deter-
minaciones, aunque no sean jurídicamente vinculantes, cada Obispo se atendrá en relación
con la unidad y el bien común, a no ser que razones de especial relieve lo disuadan, a su jui-
cio, de su adopción en la propia diócesis» (art. 18 Statuti della CEI, Notiziario CEI 26 [2000]
257-280). (La traducción española de éste y otros textos italianos es mía). En este sentido se
trata de un texto que ofrece indicaciones comunes, útiles para instaurar una praxis común
en materia administrativa. Cfr. M. Rivella, L’Istruzione in materia amministrativa 2005
della Conferenza Episcopale Italiana, Ius Ecclesiae 18 (2006) 187-197; J. Miñambres, Evoluzione
nella prassi amministrativa della Chiesa in Italia: dalla «Istruzione in materia amministrativa» del
1992 a quella del 2005, ibidem, 199-216.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 167
6. De especial utilidad para nuestro estudio ha sido también el vademécum, preparado
por los ecónomos de las principales diócesis italianas: Economi delle grandi diocesi, La
gestione e l’amministrazione della parrocchia, a cargo de P. Clementi e L. Simonicelli, Bologna
2008. En él se recoge la experiencia de las curias diocesanas italianas, constituyendo ‒con
palabras de Mons. Mauro Rivella, Subsecretario de la CEI y entonces Director del Ufficio
Nazionale per i problemi giuridici‒ «una extensión y una traducción en la praxis de los princi-
pios contenidos en la Instrucción en materia administrativa. El texto (…) nace de la experiencia
concreta y mantiene un carácter de ejemplaridad, pero no quiere ni puede ocupar el lugar
del derecho particular y de las disposiciones diocesanas, pretendiendo más bien favorecer
la adopción sobre el territorio nacional de praxis virtuosas, con el fin de favorecer una co-
rrecta administración de los recursos confiados a nuestras Iglesias para su misión de evan-
gelización y testimonio» (Premessa, ibidem, V).
168 Antonio S. Sánchez-Gil
para que, sucesivamente, pueda ser destinado a usos profanos (cfr. cc.
1223-1225 CIC); la licencia para la constitución de una capilla privada y la
sucesiva licencia para que en ésta puedan celebrarse la Santa Misa u otras
funciones sagradas, ambas a cargo del Ordinario del lugar (cfr. cc. 1226 y
1228 CIC); la licencia del Ordinario del lugar para que pueda conservarse
la Eucaristía en otras iglesias, oratorios y capillas ‒diversas a la iglesia ca-
tedral o equiparada, a la iglesia parroquial o a la iglesia u oratorio anejos a
la casa de un instituto religioso o sociedad de vida apostólica, o a la capilla
privada del Obispo‒ (cfr. c. 934 § 1 CIC); y la aprobación de un santuario
y de su estatuto, por parte de la autoridad competente (cfr. cc. 1230-1232
CIC) y la eventual concesión de privilegios (cfr. c. 1234 CIC).
Entre los actos señalados por las indicaciones de la CEI destacan por
su importancia y por su originalidad desde el punto de vista canónico: la
«calificación jurídico-pastoral» de la iglesia, acto que compete realizar al
Obispo diocesano (cfr. IMA, nn. 120-121) y tiene por objeto la determina-
ción de la función pastoral de la iglesia y de la persona responsable de la
misma, tanto en materia pastoral y litúrgica, como en materia administra-
tiva (cfr. IMA, nn. 125 y 128); y el «acuerdo» o convenio, previsto en ciertos
casos, sobre el uso de una iglesia (cfr. IMA, nn. 122, 125, 135 y 138).
7. En este sentido, Martín de Agar señala: «dos son los elementos jurídicos que constitu-
yen un lugar en sagrado: a) el destino del lugar al culto o a sepultura, hecho por la autoridad
competente; y b) la dedicación o bendición litúrgica. Estos elementos, si bien están conecta-
dos, pueden considerarse de algún modo independientes en cuanto puede darse el primero
sin el segundo, no al revés (cfr. Communicationes 12 [1980] 339), pero sólo cuando se den los
dos el lugar se considera sagrado» (Comentario al c. 1205, en Vv.Aa., Código de Derecho Canónico.
Edición anotada, a cargo de P. Lombardía y J. I. Arrieta, Pamplona 1984, 722-723). Cfr. también
A. Longhitano, Comentario al c. 1205, en Vv.Aa., Comentario exegético al Código de Derecho Canó-
nico, a cargo de A. Marzoa, J. Miras y R. Rodríguez-Ocaña, Pamplona 1996, III, 1796-1800.
8. Cfr. cc. 1169 y 1206-1207 CIC; Pontificale Romanum, Ordo dedicationis ecclesiae et
altaris, In Civitate Vaticana 1994, II, 6 y IV, 2. Acerca de «las iglesias en las que se celebra y se
conserva la santísima Eucaristía», el Directorio para los Obispos Apostolorum Successores [=
AS] señala que «no son simples lugares de reunión para los fieles, sino la morada de Dios y
símbolo de la Iglesia que se encuentra en aquel lugar. Porque son lugares destinados perma-
nentemente al culto de Dios, el Obispo debe celebrar en forma solemne el rito de la dedicación
o favorecer que lo haga otro Obispo o, en casos excepcionales, un sacerdote» (n. 154).
9. Por ejemplo, el c. 1217 § 2 CIC establece que se “dediquen” «con rito solemne las
iglesias, sobre todo las catedrales y parroquiales».
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 171
stessa non sia cessata in conformità delle leggi che li riguardano». Para un estudio de esta dispo-
sición, cfr. A. Bettetini, Gli enti e i beni ecclesiastici. Art. 831, Milano 2005; C. Minelli, La rile-
vanza giuridica della «Deputatio ad cultum» (art. 831 Codice Civile), en Vv.Aa., Enti ecclesiastici
e controllo dello Stato, cit., 257-271.
12. A este propósito, vid. infra 5, sobre las actuaciones de la autoridad eclesiástica en el
libre ejercicio de sus poderes y funciones sobre los lugares de culto, y 7.1, sobre la califica-
ción jurídico-pastoral de una iglesia.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 173
13. Sobre la relevancia civil del consentimiento del propietario del lugar para su des-
tinación al culto, interesa señalar una resolución de la Corte suprema italiana que declara:
«Para que la provisión constitutiva eclesiástica de la “deputatio ad cultum” (…) produzca
efectos civiles, es necesario el consentimiento, expreso o tácito, del propietario para la des-
tinación de la cosa al específico uso religioso» (Cass. civ., sez. I, 16 marzo 1981, n. 1474, en
G. P. Montini, La cessazione degli edifici di culto, Quaderni di diritto ecclesiale 13 [2000] 281-
299; cfr. nota 56 de su artículo, donde reenvía a M. Petroncelli, Edifici di culto cattolico, en
Enciclopedia del diritto, XIV, Milano 1965, 297-311).
174 Antonio S. Sánchez-Gil
del culto hasta que se repare la injuria (cfr. c. 1211 CIC). Por su parte, las
leyes litúrgicas establecen que «a la injuria causada a una iglesia se debe
poner remedio lo más rápidamente posible con un rito penitencial» y que
«hasta que tal rito no haya sido realizado, no se celebren en ella ni la eu-
caristía, ni los demás sacramentos o ritos litúrgicos» 17. También señalan la
conveniencia de que el rito penitencial sea presidido por el Obispo dioce-
sano, el cual, junto al rector de la iglesia, establecerá si se debe cumplir la
celebración del Sacrificio eucarístico o una Liturgia de la Palabra 18.
En consecuencia, desde el punto de vista de la praxis, es necesario que
la noticia de una acción injuriosa cometida en un lugar de culto sea in-
mediatamente comunicada al Ordinario del lugar, a quien corresponde
tomar personalmente la decisión oportuna. En este sentido conviene dis-
tinguir el acto de la autoridad eclesiástica, de naturaleza administrativa y
pastoral, que puede revestir modalidades diversas (un decreto, una carta,
una declaración, una visita personal o de un delegado, etc.), en el que se
establece lo que debe hacerse, y la reparatio iniuriae, acto de naturaleza
litúrgica que debe celebrarse en el lugar de culto que ha sido profanado,
en el que interviene toda la comunidad cristiana, «de la que el edificio
sagrado es signo e imagen» 19.
Aparte de hechos sucedidos recientemente en España de todos conoci-
dos 20, me parece útil citar dos casos acaecidos en Roma. En primer lugar,
el suicidio de un anciano en la Basílica de San Pedro el 26 de agosto de
1999. El Arcipreste de la Basílica, el Cardenal Virgilio Noè, si bien conside-
22. Con referencia a este canon, en el vademécum preparado por los ecónomos de las
diócesis italianas se recuerda a los párrocos ‒pero es aplicable a todas las personas respon-
sables de un edificio o lugar de culto‒ la necesidad de tutelar el patrimonio de la parroquia
ante situaciones de riesgo, con la obligación de suscribir un seguro contra incendios y otros
eventos, fortuitos o no, que puedan afectar a los edificios y a los bienes en ellos conteni-
dos, así como la conveniencia de suscribir un seguro contra otros infortunios que cubra
los eventuales daños a terceros. También se señalan los criterios que deben ser tenidos en
cuenta en la estipulación de tales contratos y se recuerda la necesidad de respetar los pla-
zos de denuncia de los siniestros previstos en los contratos de seguros (cfr. La gestione e
l’amministrazione della parrocchia, cit., 137-146).
23. Cfr. Relazione della Commissione paritetica Italia-Santa Sede istituita per la soluzione di
questioni interpretative ed applicative delle norme relative ai beni e agli enti ecclesiastici approvate
con il Protocollo del 15 novembre 1984, 24 febrero 1997, AAS 90 (1998) 702-709.
24. Se debe tener en cuenta que la reductio ad usus profanos de hecho puede tener su origen
no sólo en actos ilegítimos de diverso tipo ‒por parte del Estado, del propietario o de terceros‒,
sino también en la falta de medios económicos para mantener abierto el lugar de culto, en el
gradual abandono de la práctica religiosa, o en la falta de ministros, etc. (cfr. G.P. Montini, La
cessazione degli edifici di culto, cit., 281-282 y 290-292). Cfr. también F. Daneels, Soppressione, unio-
ne di parrocchie e riduzione ad uso profano della chiesa parrocchiale, Ius Ecclesiae 10 (1998) 111-148.
25. A este propósito se puede citar el Tassario de la Archidiócesis de Milán, en el que, a
propósito de las prácticas que se refieren a edificios de culto, a continuación de la «dedica-
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 179
ción del culto, sin que haya una decisión formal ‒mediante decreto del
Obispo diocesano‒ de reducción a uso profano y sin que hayan podido
intervenir los sujetos interesados 26. Será, por tanto, necesario examinar
las circunstancias concretas de cada caso, para determinar la naturaleza
de la situación de hecho, la legitimidad de las actuaciones de la autoridad
eclesiástica, y las posibilidades de intervención de los demás sujetos afec-
tados.
ción o bendición de iglesias, oratorios, etc.», se contempla la «licencia para el cierre al culto
de un edificio sagrado». Para ambas prácticas se establece la tasa de 50 €, a lo que se añade
el reembolso de los eventuales gastos sostenidos por el organismo competente.
26. Como ha señalado Daneels, y recuerda Montini, es praxis constante de la Signatura
Apostólica considerar la clausura de una iglesia para el culto divino como equivalente a su
reducción a uso profano (cfr. F. Daneels, Soppressione, unione di parrocchie e riduzione ad uso
profano della chiesa parrocchiale, cit., 130; G. P. Montini, La cessazione degli edifici di culto, cit., 291).
27. Como establece la normativa canónica, «están sujetos a la visita episcopal ordinaria
las personas, instituciones católicas, cosas y lugares sagrados que se encuentran dentro del
ámbito de la diócesis» (c. 397 § 1 CIC), con algunas limitaciones en lo referente a las iglesias
y oratorios de los Institutos de derecho pontificio (cfr. cc. 392 § 2; 615; 628 § 2; 637 y 683
CIC; AS, n. 220). Acerca de la visita pastoral a las parroquias, el Directorio para los Obispos
recuerda que «en la visita no se debe omitir el examen de la administración y conservación de
la parroquia: lugares sagrados y ornamentos litúrgicos, libros parroquiales y otros bienes.
180 Antonio S. Sánchez-Gil
de, entre otras cosas, fijar los criterios para la organización de conciertos
de música sagrada, de exposiciones de arte sagrado o de visitas guiadas
en iglesias y lugares sagrados, de acuerdo con las normas canónicas y, en
Italia, con las disposiciones de la CEI. Según éstas últimas corresponde el
Obispo diocesano establecer ‒si lo considerara oportuno‒ una regulación
diocesana sobre el sonido de las campanas, en el respeto de las legítimas
costumbres y del contexto social.
Sin embargo, algunos aspectos de este examen pueden ser asignados a los vicarios foráneos
o a otros clérigos idóneos, para que sean realizados en los días precedentes o sucesivos a
la visita, de manera que el Obispo pueda dedicar el tiempo de la visita sobre todo a los en-
cuentros personales, como corresponde a su oficio de Pastor» (AS, n. 221).
28. Congregación para el Culto Divino, Conciertos en las iglesias, 5 noviembre 1987
en Notitiae 24 (1988) 25-32. El documento distingue entre música y canto para la liturgia,
música de inspiración religiosa y música no religiosa, y ofrece algunas orientaciones para la
decisión de la autoridad diocesana.
29. La gestione e l’amministrazione della parrocchia, cit., 53, en donde se recuerda al párro-
co la necesidad de informarse sobre las normas civiles ‒en particular, sobre los derechos de
autor‒ así como sobre la existencia de una normativa canónica local en la materia.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 181
que pueden ser organizados sin necesidad de obtener el permiso del Or-
dinario previsto en el c. 1210 CIC: «La ejecución musical en una iglesia
fuera de la liturgia constituye una actividad institucional del ente oficiante
sólo cuando concurren conjuntamente las siguientes condiciones: a) or-
ganización por parte de un ente eclesiástico; b) ejecución preponderante
de música sagrada; c) ingreso libre y gratuito. Si falta una de estas tres
condiciones, el concierto constituye una actividad cultural, diversa de la
actividad de culto, que requiere, a tenor del c. 1210 CIC, la licencia escrita
del Ordinario diocesano para el uso profano de la iglesia per modum actus
y a la que es aplicable la normativa [civil] sobre los espectáculos» (IMA,
n. 130).
Criterios análogos pueden también aplicarse a la realización en otros
lugares de culto de otro tipo de actuaciones de contenido religioso ‒por
ejemplo, autos sacramentales u otras representaciones artísticas que sean
expresión de piedad popular‒, de modo que se garantice su dignidad y su
valor estético, conforme a las tradiciones y costumbres de cada lugar.
30. Como afirmó el Beato Juan Pablo II: «La nueva evangelización exige un renovado
compromiso en el culto litúrgico, que es también una rica fuente de instrucción para el
pueblo fiel (cf. Sacrosanctum Concilium, 33). Como es sabido, el culto ha encontrado desde
siempre un aliado natural en el arte, de modo que, además de su intrínseco valor estético,
los monumentos de arte sacro poseen también el catequístico y cultual. Por eso, es preciso
valorarlos teniendo en cuenta su hábitat litúrgico, conjugando el respeto a la historia con la
atención a las exigencias actuales de la comunidad cristiana, y haciendo que el patrimonio
histórico-artístico al servicio de la liturgia no pierda nada de su elocuencia» (Discurso a la
Asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia, 31 de marzo
de 2000, n. 5, en www.vatican.va).
182 Antonio S. Sánchez-Gil
31. En el que se establece expresamente que «la entrada a la iglesia debe ser libre y gra-
tuita durante el tiempo de las celebraciones sagradas» (c. 1221 CIC); y se declara que «los
fieles tienen derecho a entrar [en la iglesia] para la celebración, sobre todo pública, del culto
divino» (c. 1214 CIC); razón por la que también se establece que «la iglesia en la que está re-
servada la santísima Eucaristía debe quedar abierta a los fieles, por lo menos algunas horas
al día, a no ser que obste una razón grave, para que puedan hacer oración ante el santísimo
Sacramento»T (c. 937 CIC).
32. Tratándose de una materia particularmente delicada, en la que debe evitarse «hasta
la más pequeña apariencia de negociación o comercio» ‒como establece el c. 848 CIC en
materia de ofrendas de Misas, pero aplicable, en mi opinión, a todo lo que se refiere al
culto‒, resulta oportuno que el Ordinario del lugar, antes de aprobar este tipo de medi-
das, verifique que no son practicables otras soluciones (como las ofrendas voluntarias, o
la destinación de fondos públicos ‒teniendo en cuenta que tales visitas favorecen el interés
general‒ o privados) y vigile que la cantidad solicitada sea moderada, que lo recaudado
se destine exclusivamente al mantenimiento y seguridad de la iglesia de que se trate, y se
garantice la entrada libre y gratuita a los fieles que desean entrar para fines de culto. Cfr. G.
Feliciani, La questione dei ticket d’accesso alle chiese, en Vv.Aa., Studi in onore di Mario Romano,
IV, Napoli 2011, 2809-2816; en donde se señalan las incongruencias de la praxis seguida en
algunas iglesias italianas.
33. Se trata de un numero ciertamente reducido si se tiene en cuenta que en Italia exis-
ten alrededor de 95.000 iglesias, de las cuales alrededor de 85.000 están sujetas a la tutela
prevista en la legislación estatal sobre bienes culturales; cfr. G. Feliciani, Le chiese nel quadro
della tutela del patrimonio culturale, en Vv.aa, Gli edifici di culto tra Stato e confessioni religiose, a
cargo de D. Persano, Milano 2008, 255-269.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 183
la tradición italiana, se opta por favorecer del modo más amplio posible el
acceso libre y gratuito a todas las iglesias abiertas al culto, salvo en casos
excepcionales a juicio del Ordinario del lugar, y se limita la admisibilidad
de un ticket «solamente para la visita turística de partes del complejo (crip-
ta, tesoro, baptisterio autónomo, torre, claustro, capilla singular, etc.), cla-
ramente distintas del edificio principal de la iglesia, que debe permanecer
disponible para la oración» 34.
En la práctica de la Iglesia en Italia también se recomienda a las pa-
rroquias que promuevan o acojan con favor iniciativas «dirigidas al más
amplio conocimiento del patrimonio cultural, también a través de visitas
guiadas y exposiciones» 35, con la condición de que «la destinación al cul-
to de los lugares sagrados no reciba ningún perjuicio y se garanticen las
condiciones de seguridad del patrimonio» 36. En este sentido se establece
que la creación de un museo parroquial o interparroquial debe ser estu-
diada por los organismos competentes de la curia diocesana y obtener la
debida autorización por parte del Ordinario. Asimismo se aconseja a las
parroquias que, para la organización de exposiciones, acudan a la curia
diocesana para obtener el oportuno asesoramiento 37.
Acerca del uso de las campanas, que en los últimos tiempos ha sus-
citado algunos problemas por razones de diverso género (acciones judi-
ciales para obtener el «silenciamiento» de las campanas; ordenanzas mu-
nicipales sobre la denominada «contaminación acústica»; el pretendido
«respeto» de las minorías religiosas; etc.), es útil señalar un documento
de la CEI de mayo de 2002 38, en el que se afronta la cuestión, tanto desde
el punto de vista de los principios como de las normas canónicas y litúr-
34. CEI-Consiglio Permanente, Nota L’acceso nelle chiese, 31 enero 2012 (en www.chie-
sacattolica.it [página web de la CEI]). Vid Anexo 1. El acceso a las iglesias.
35. La gestione e l’amministrazione della parrocchia, cit., 105. Interesante a este respecto la
iniciativa de la Pontificia Universidad Lateranense de ofrecer un programa de formación
para «guías turísticas pastorales», con el fin de que desarrollen una función, no sólo cultu-
ral, sino también de formación y evangelización.
36. Ibidem.
37. Ibidem, 106.
38. CEI-Comitato per gli enti e i beni ecclesiastici, Circolare 33. La regolamentazione del
suono delle campane, 10 mayo 2002, en www.chiesacattolica.it.
184 Antonio S. Sánchez-Gil
39. Es útil señalar a este respecto el examen que se hace en el documento de la CEI de la
evolución normativa en esta materia y de la laguna legal provocada por la no inclusión en
el CIC 83 de las disposiciones contenidas en el c. 1169 §§ 1-4 CIC 17: «§ 1. Cuilibet ecclesiae
campanas esse convenit, quibus fideles ad divina officia aliosque religionis actus invitentur. § 2.
Etiam ecclesiarum campanae debent consecrari vel benedici secundum ritus in probatis liturgicis
libris traditos. § 3. Earum usus unice subest ecclesiasticae auctoritati. § 4. Salvis conditionibus,
probante Ordinario, appositis ab illis qui campanam ecclesiae forte dederint, campana benedicta ad
usus mere profanos adhiberi nequit, nisi ex causa necessitatis aut ex licentia Ordinarii aut denique
ex legitima consuetudine». En la fase de elaboración del CIC 83 se consideraron suficientes
las normas contenidas en los libros litúrgicos (cfr. Communicationes 12 (1980) 336), que, sin
embargo, sólo tratan de las campanas a propósito de su bendición (cfr. Rituale Romanum,
De Benedictionibus, editio typica, In Civitate Vaticana 1994, Praenotanda, nn. 1455-1460).
40. Vid. Anexo 2. Reglamento diocesano sobre el sonido de las campanas.
41. En el caso de que se presenten acciones judiciales o se emanen ordenanzas admi-
nistrativas tendentes a silenciar la campanas o a regular los horarios en que pueden usarse,
el vademécum citado recuerda al párroco que, antes de tomar cualquier decisión, “debe”
informar oportunamente a la curia diocesana, «con el fin de evitar que la inercia o la supina
obediencia a los lamentos de algunos constituyan un precedente después difícil de superar»
(La gestione e l’amministrazione della parrocchia, cit., 53-54).
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 185
parte del Ordinario (cfr. cc. 1223-1225 CIC). En este documento se hace
constar: el sujeto solicitante, especificando si se trata del capellán o del
superior o superiora; la indicación del lugar ‒mediante documentación
planimétrica y fotográfica‒ en donde será constituido el oratorio; que se
ha oído el parecer del párroco y del arcipreste competentes por territorio;
que se ha tenido en cuenta el parecer del organismo competente en mate-
ria de liturgia, sobre la base de la visita realizada en tal fecha; que se da,
contemporáneamente, mandato al Vicario general o episcopal de proveer
a la bendición del lugar (cfr. c. 1229 CIC) y de levantar la correspondiente
acta en doble copia; que, una vez bendecido, el oratorio quedará reserva-
do únicamente al culto divino y no podrá ser destinado a usos profanos
sin autorización del mismo Ordinario (cfr. c. 1224 § 2 CIC); y la indicación
expresa de que la celebración de la Santa Misa y de los otros actos de culto
en el oratorio deberán tener lugar con el debido respeto de los derechos
de la parroquia en donde se encuentra y de la normativa universal y dio-
cesana 44. Acerca de los oratorios interesa también señalar cuanto afirma
la instrucción administrativa de la CEI: «El oratorio no tiene jamás per-
sonalidad jurídica sino que está anejo a otra persona jurídica, que puede
también ser un ente no eclesiástico. La responsabilidad pastoral del ora-
torio compete al sacerdote encargado, mientras que la responsabilidad
económica compete al administrador de la persona jurídica a la que el
oratorio está anejo» (IMA, n. 141).
Similar al anterior es el acto ‒realizado igualmente por escrito en la
praxis italiana‒ por el que el Ordinario del lugar concede la licencia para
la constitución de una capilla privada y, eventualmente, para que en ésta
puedan celebrarse la Santa Misa u otras funciones sagradas (cfr. cc. 1226 y
1228 CIC). En él se debe hacer constar: el sujeto solicitante, habitualmente
un fiel laico, hombre o mujer, propietario del lugar; la indicación precisa
‒mediante documentación planimétrica y fotográfica‒ del lugar en donde
se constituirá la capilla; que se ha oído el parecer del párroco y del arci-
preste competentes por territorio; que el edificio o el ambiente indicado
quedará reservado únicamente al culto con exclusión de cualquier uso
doméstico (cfr. cc. 1226 y 1229 CIC); eventualmente, que se pueden cele-
brar la Santa Misa y otros actos de culto, dejando a salvo los derechos de la
parroquia y en el respeto de la normativa universal y diocesana; eventual-
su uso estará regulado mediante acuerdo del Ordinario del lugar con el
ente propietario; y que el rector, en su calidad de representante legal del
santuario, puede realizar todos los actos de ordinaria y extraordinaria ad-
ministración en el respeto de las autorizaciones canónicas establecidas 49.
Por lo que se refiere a los santuarios nacionales en Italia, la CEI ha es-
tablecido que «el órgano competente para declarar nacional un santuario
y para aprobar los correspondientes estatutos, a tenor de los cc. 1231-1232
CIC, es el Consejo Episcopal Permanente, previa instrucción a cargo de la
Presidencia de la CEI» 50.
d) iglesia santuario;
e) iglesia aneja a una persona jurídica:
– a un capítulo;
– a una casa de un instituto religioso clerical o de una sociedad
clerical de vida apostólica, de un instituto religioso laical o feme-
nino o de una sociedad laical o femenina de vida apostólica o de
un instituto secular;
– a una asociación o a una cofradía [en italiano: confraternita];
– a un seminario o a otro ente eclesiástico;
– a una parroquia.
Según la misma instrucción de la CEI, en donde todavía no se haya he-
cho «el Obispo diocesano proceda a examinar las iglesias existentes en el
territorio de la diócesis, de modo que se pueda certificar la propiedad y la
calificación jurídica de cada lugar de culto. Donde la calificación no resul-
te de los actos de la curia, proceda mediante decreto a la determinación»
(IMA, n. 122). También se aconseja, en caso de duda sobre la calificación
que se debe dar a una iglesia, «elegir la calificación de iglesia aneja a la pa-
rroquia en cuyo territorio se encuentra el edificio de culto, de modo que la
responsabilidad de la iglesia corresponda al párroco» (ibidem). En el caso
de una iglesia con dos o más funciones pastorales, se establece que «com-
pete al Obispo diocesano, oídas las partes interesadas, determinar cuál
función pastoral sea la preponderante, es decir dar la calificación jurídica
de modo que quede individuada, también a los efectos civiles, la persona
jurídica responsable del ejercicio del culto» (ibidem).
Además del caso, apenas mencionado, de una iglesia con dos o más
funciones pastorales, en que las indicaciones de la CEI consideran nece-
sario un «acuerdo» entre las partes, en el que se precisen las modalidades
de colaboración en el ejercicio del culto (cfr. IMA, n. 122), y del caso, al que
nos hemos referido anteriormente (vid. supra 2.3), de que el propietario
del edificio de culto sea una persona física o un ente civil, en el que se pre-
vé, eventualmente, un «acuerdo» en el que se determinen la condiciones
de la concesión del uso del edificio a la persona jurídica responsable del
ejercicio del culto (cfr. IMA, n. 125), las normas administrativas de la CEI
prevén expresamente ‒en conformidad con la normativa canónica (cfr. c.
681 § 2 CIC)‒ la necesidad de un «acuerdo» escrito en el caso de que una
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 191
7.2.2. El acuerdo para conceder una iglesia a una comunidad oriental no
católica
52. Vid. Anexo 10. Acuerdo entre una diócesis y un instituto religioso para encomendar una
iglesia rectoral, art. 5.
53. CEI-Ufficio Nazionale per l’ecumenismo e il dialogo interreligioso-Ufficio Na-
zionale per i problemi giuridici, Vademecum per la pastorale delle parrocchie cattoliche verso gli
orientali non cattolici, 23 febrero 2010, en www.chiesacattolica.it. El vademécum ‒con pala-
bras de don Gino Battaglia y de Mons. Adolfo Zambon, Directores de los respectivos Uffici‒
«se propone una finalidad práctica de índole pastoral, como ayuda para las Iglesias parti-
culares. (…) Ajeno a cualquier intento de proselitismo, quiere ofrecer algunas indicaciones
útiles para las relaciones con la jerarquía oriental no católica, en el caso de que ésta pida la
colaboración de las diócesis italianas. Se publica en vía experimental bajo la responsabili-
dad conjunta de los dos Uffici, competentes por razón de la materia, de la Secretaría General
de la CEI, con la autorización del Consejo Permanente de la CEI» (Introduzione, en ibidem, 1).
192 Antonio S. Sánchez-Gil
Cfr. P. Gefaell, L’attenzione agli orientali cattolici nei documenti delle Conferenze episcopali, Ius
Ecclesiae 22 (2010) 367-382.
54. Acerca del tratamiento que se debe dar a estas solicitudes, se señala: «Cuando una
Iglesia oriental no católica no tenga un edificio sagrado o un cementerio y pida ayuda a un
Obispo católico (cfr. c. 670 § 2 CCEO), éste, antes de valorar la petición, verificará la canoni-
cidad de tal Iglesia, con la indicación de la eparquía y del Obispo del que depende, así como
la identidad del sacerdote, el número de fieles orientales no católicos que deberían valerse
de la iglesia y la periodicidad de las celebraciones. Además se tendrá en cuenta la situación
del diálogo ecuménico con la Iglesia en cuestión y de la devolución de los edificios de culto
a las comunidades orientales católicas en el país de origen según el criterio ecuménico de la
reciprocidad (cfr. Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos,
Directorio ecuménico, nn. 105-106)» (ibidem, n. 67).
55. A propósito de la concesión se sugiere en concreto: «Si el Obispo diocesano conside-
ra oportuno conceder iglesias católicas a una comunidad oriental no católica (cfr. Directorio
ecuménico, n. 137; Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes,
Instr. Erga migrantes caritas Christi, 3 mayo 2004, n. 56), elija preferiblemente edificios sagra-
dos que no estén en uso. La concesión, como norma, sea formalizada mediante un contrato
de comodato por un tiempo no superior a diecinueve años. Exíjase que el edificio sagrado o
el local sean mantenidos de modo idóneo y decoroso, según las propias normas litúrgicas.
No se admita absolutamente que sean nombrados párrocos, o en cualquier caso encargados
de la pastoral en estos lugares, sacerdotes que pertenecieron a la Iglesia católica» (ibidem,
n. 68).
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 193
La CEI define la iglesia rectoral [en italiano: chiesa rettoria] como «una
iglesia destinada al culto público para los fieles de la diócesis, según una
finalidad específica determinada por el Obispo diocesano» que «está re-
gulada por los cc. 556-563 CIC y por el eventual estatuto» (IMA, n. 134).
56. En particular las denominadas fabbricerie, entes civiles regulados por normas esta-
tales, que así las definen: «Bajo el nombre de fabbricerie se comprenden todas las adminis-
traciones, que, con varias denominaciones, fabbriche, opere, maramme, cappelle, etc., proveen,
según las disposiciones vigentes, a la administración de los bienes de las iglesias y a la
manutención de los respectivos edificios» (art. 15, comma secondo, de la ley n. 848/1929). Si
bien no se trata de entes eclesiásticos directamente sujetos a la autoridad eclesiástica, la CEI
reconoce su gran relevancia por la importancia de los lugares de culto a los que se refieren
(cfr. IMA, n. 131).
57. A este propósito la CEI sugiere al Obispo diocesano que «contextualmente a la de-
terminación de la condición jurídica de la iglesia catedral, provea también a definir las fun-
ciones del capítulo catedral, a tenor del c. 503 CIC, y a disponer la separación del capítulo
de la parroquia, a tenor del c. 510 § 1 CIC, en el caso de que el capítulo fuera todavía titular
de la cura de almas. A petición de la autoridad eclesiástica competente, puede ser revocado
el reconocimiento civil de los capítulos, en el caso de que éstos ya no respondan a particu-
lares exigencias o tradiciones religiosas o culturales de la población (cfr. art. 14 de la ley n.
222/1985). Es útil recordar que la erección, la modificación o la supresión del capítulo cate-
dral están reservadas a la Sede Apostólica (cfr. c. 504 CIC)» (IMA n. 133).
194 Antonio S. Sánchez-Gil
58. En este caso se precisa: «El Código prevé que el capellán de la casa religiosa haga
también de rector, a menos que la cura de la comunidad o de la iglesia no exija otra cosa (cfr.
c. 570 CIC), y que el Ordinario del lugar no proceda al nombramiento del capellán sin haber
consultado al Superior, el cual tiene derecho, oída la comunidad, de proponer un sacerdote
(cfr. c. 567 § 1 CIC)» (IMA, n. 140).
59. Si bien en el Vicariato de Roma también existe un Ufficio per l’Edilizia di Culto, la
competencia sobre las nuevas iglesias es de la ORPF, que se sirve de la colaboración de tal
Ufficio. Por otra parte, el encargo de Director del Ufficio per l’Edilizia del Culto está confiado
a la misma persona que tiene el encargo de Secretario de la ORPF. Además de los docu-
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 197
64. Ibidem.
65. Cfr. ibidem.
66. Juan Pablo II, Litterae Apostolicae Motu Proprio datae I mutamenti quibus orga-
nismo vulgo «Pontificia Opera per la preservazione della Fede e per la provvista di nuove
Chiese in Roma» nova denominatio et ordinatio datur, 1 julio 1989, AAS 82 (1990) 1510-
1511.
67. Cfr. ibidem, 1510.
68. Vid. Anexo 11. Estatutos de la ORPF.
69. Cfr. Statuto dell’ORPF, arts. 3-4.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 199
ANEXOS*
Anexo 1. El acceso a las iglesias
73. Ibidem.
* Los formularios contenidos en los Anexos 3-10 están tomados de la página web de
Quaderni di diritto ecclesiale (www.quadernididirittoecclesiale.org).
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 201
Il significato del suono delle campane è delineato nel n. 1455 del Bene-
dizionale: «Risale all’antichità l’uso di ricorrere a segni o a suoni particolari
per convocare il popolo cristiano alla celebrazione liturgica comunitaria,
per informarlo sugli avvenimenti più importanti della comunità locale,
per richiamare nel corso della giornata a momenti di preghiera, special-
mente al triplice saluto alla Vergine Maria. La voce delle campane esprime
dunque in certo qual modo i sentimenti del popolo di Dio quando esulta
e quando piange, quando rende grazie o eleva suppliche, e quando, riu-
nendosi nello stesso luogo, manifesta il mistero della sua unità in Cristo
Signore».
Da tempo immemorabile l’uso delle campane è espressione cultuale
della comunità ecclesiale, strumento di richiamo per le celebrazioni litur-
giche e per altre manifestazioni della pietà popolare, nonché segno che
caratterizza momenti significativi della vita della comunità cristiana e di
singoli fedeli. Esso rientra nell’ambito della libertà religiosa, secondo la
concezione propria della Chiesa cattolica e gli accordi da essa stipulati con
la Repubblica italiana. Come tale, la Chiesa intende tutelarlo e disciplinar-
lo in modo esclusivo, con attenzione alle odierne condizioni sociali.
Anche nella nostra diocesi si rende opportuna una regolamentazione
del suono delle campane, che ne salvaguardi le caratteristiche tipicamente
religiose nel rispetto delle attuali esigenze della popolazione.
Pertanto con il presente atto
202 Antonio S. Sánchez-Gil
Decretiamo
che nella nostra diocesi si osservino le seguenti disposizioni:
1. Il suono delle campane è consentito solo per i seguenti scopi:
– indicare le celebrazioni liturgiche e le altre manifestazioni di pre-
ghiera e di pietà popolare;
– essere segno, in particolari circostanze, che accompagna le sud-
dette celebrazioni;
– scandire i momenti più importanti della vita della comunità cri-
stiana (feste, lutti, ecc.);
– richiamare al mattino, a mezzogiorno e alla sera il saluto a Ma-
ria.
Altri utilizzi potranno essere richiesti e consentiti, in via eccezionale,
da parte dell’Ordinario del luogo.
2. Il suono delle campane, per gli scopi sopra indicati, è consentito:
– nei giorni feriali dalle ore __ alle ore __ (in città dalle ore __ alle
ore __)
– nei giorni festivi dalle ore __ alle ore __ (in città dalle ore __ alle
ore __)
Costituiscono eccezione la Veglia pasquale e la Notte di Natale;
3. Gli orari indicati nel n. 2 devono essere rispettati anche per gli even-
tuali rintocchi dell’orologio campanario, qualora il suo utilizzo sia di com-
petenza della parrocchia o di altro ente ecclesiastico a cui spetta l’ufficia-
tura dell’edificio di culto. I rintocchi dovranno essere limitati alle ore o, al
più, alle mezz’ore, e non essere ripetuti.
4. La durata del suono per l’avviso delle celebrazioni liturgiche non
deve mai superare i __ minuti (__ minuti in città), con eccezione delle so-
lennità, in cui non si dovrà però superare la durata di __ minuti (__ per la
città). La durata del suono per altri scopi (per l’Angelus o in occasione di
particolari solennità, della festa patronale, della morte di un fedele, ecc.)
non deve comunque superare quella tradizionale ed essere ispirata a cri-
teri di moderazione.
5. L’intensità del suono deve essere, se possibile (agendo per esempio
sull’eventuale amplificazione), regolata in modo tale che, con attenzione
al contesto ambientale in cui l’edificio di culto è inserito, le campane man-
tengano la funzione di segno (siano quindi percepibili da parte dei fedeli),
ma non siano fonte di disturbo;
6. Le presenti disposizioni si applicano, per quanto possibile, anche
quando il suono è riprodotto mediante strumenti meccanici o elettronici.
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 203
Protocollo n. ________
VISTO la richiesta presentata in data ___________ dal/la Rev.do/Rev.
da _________________ (qualifica ecclesiastica), a nome della parrocchia
(dell’istituto religioso, della società di vita apostolica, della cappellania,
__) __________ , intesa a ottenere la costruzione di una nuova chiesa nella
parrocchia di __________, comune di __________, via __________;
UDITI, a norma del c. 1215 § 2 CIC, il Consiglio presbiterale in data
____________ (cfr. c. 495 § 1 CIC) e i rettori delle chiese viciniori;
RITENENDO che la nuova chiesa potrà servire al bene delle anime;
VERIFICATO che non mancheranno i mezzi necessari per la sua co-
struzione e per il culto divino;
SENTITO il parere espresso dall’ufficio liturgico (commissione liturgi-
ca, commissione di arte sacra, commissione nuove chiese, __), a ciò da Noi
deputato, in data __________;
AI SENSI del c. 1215 CIC
con il presente atto
concediamo Licenza
perché venga costruita una nuova chiesa a___________, nella parroc-
chia di __________, in via __________
Nella costruzione della chiesa si osserveranno le indicazioni date
dall’ufficio liturgico
(commissione liturgica, commissione di arte sacra, commissione nuo-
ve chiese, ___).
Compiuta opportunamente la costruzione la nuova chiesa sarà quanto
prima dedicata (benedetta) con rito solenne secondo le leggi della sacra
liturgia e le verrà assegnato un titolo proprio (cfr. cc. 1217-1218 CIC).
Luogo e Data _____________________
L.S.
Il (L’Arci)vescovo
Il cancelliere (arci)vescovile
204 Antonio S. Sánchez-Gil
Protocollo n. __________
VISTO la richiesta presentata in data _________ dal/la Rev.do/Rev.da
______________, _______________ (qualifica ecclesiastica), intesa a ottene-
re che il luogo meglio descritto nell’acclusa documentazione fotografica
e situato nella struttura denominata __________________sia costituito in
oratorio;
PRESO ATTO del parere espresso dal Parroco e dal Vicario foraneo
competenti per territorio;
SENTITO il parere espresso dall’Ufficio liturgico, a ciò da Noi deputato,
sulla base dell’ispezione a detto luogo effettuata in data ____________;
AI SENSI dei cc. 1223 e 1225 CIC
con il presente atto
concediamo Licenza
affinché l’ambiente di cui in premessa _________ sia destinato al culto
divino quale Oratorio.
Contestualmente, diamo mandato al nostro Vicario generale (o Vicario
Episcopale) di provvedere, ai sensi del c. 1229 CIC, alla benedizione del
suddetto luogo, avendo altresì cura di redigere in duplice copia il relativo
documento (cfr. cc. 1207-1208 CIC).
Una volta benedetto (cfr. c. 1229 CIC), l’Oratorio dovrà essere conside-
rato un luogo sacro riservato unicamente al culto divino e non potrà esse-
re convertito ad usi profani senza l’autorizzazione di questo ordinariato
(cfr. c. 1224 § 2 CIC).
La celebrazione di S. Messe nell’Oratorio dovrà avvenire nel rispetto
dei diritti della Parrocchia in cui esso si trova, della normativa universale e
di quella diocesana. Per la celebrazione degli altri atti di culto si osservino
le disposizioni del diritto.
Luogo e Data ___________________
L.S.
Il (L’Arci)vescovo
Il cancelliere (arci)vescovile
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 205
Protocollo n. _________
Vista la richiesta presentata in data ___________ dal/la Sig./Sig.ra
___________, intesa ad ottenere la licenza per destinare il luogo denomi-
nato _____________, meglio descritto nell’acclusa documentazione plani-
metrica e fotografica e di sua proprietà, a cappella privata (con possibilità
di celebrazione della S. Messa o di altre funzioni sacre), con riserva unica-
mente al culto ed esclusione di qualsiasi uso domestico (cfr. c. 1229 CIC);
vista la lettera del parroco territorialmente competente in data
_____________;
sentito il parere del competente Vicario foraneo;
con il presente atto
decretiamo e concediamo
– che l’edificio (l’ambiente) indicato in premessa sia destinato a Cap-
pella privata, ai sensi del c. 1226 CIC, con riserva unicamente al culto ed
esclusione di qualsiasi uso domestico (cfr. c. 1229 CIC);
– (eventualmente) che in detto edificio (ambiente) si possano celebrare
la S. Messa o le altre funzioni sacre (cfr. c. 1228 CIC), salvi i diritti della Par-
rocchia di ___________ e nel rispetto della normativa canonica universale
e quella vigente in questa (Arci)diocesi, in particolare _____________1.
– (eventualmente) che in detto edificio (ambiente) si possa custodire
l’Eucaristia (cfr. c. 934 § 1 CIC).
Diamo mandato al nostro Vicario generale (o Vicario episcopale terri-
torialmente competente) di benedire il suddetto edificio (ambiente) (cfr. c.
1229 CIC) e di redigere in duplice copia il relativo documento (cfr. c. 1208
CIC).
Luogo e Data ______________________
L.S.
Il (L’Arci)vescovo
Il cancelliere (arci)vescovile
1
. Per esempio: «non è consentita nella cappella la celebrazione di matrimoni, …»; …; «si
chieda licenza all’Ordinario del luogo per la celebrazione di matrimoni (cfr. c. 1118 CIC)».
206 Antonio S. Sánchez-Gil
Protocollo n. ___________
VISTA l’istanza presentata in data _________, da _______________,
(qualifica del richiedente: cappellano, superiore ) ________________ intesa
ad ottenere l’autorizzazione a conservare il SS. Sacramento nell’Oratorio
(chiesa, cappella privata, …) situato nella casa _____________ (nome della
comunità o della casa), nel territorio della Parrocchia di _____________;
SENTITO il delegato vescovile per la liturgia e il Parroco del luogo in
cui sorge il luogo sacro indicato;
PRESO ATTO del parere espresso dall’Ufficio Liturgico, dopo il sopral-
luogo effettuato in data _______________;
VISTI i cc. 934, 936 e 938 CIC;
con il presente atto
concediamo l’autorizzazione richiesta
precisando che:
a) almeno due volte al mese, se possibile, vi si celebri la S. Messa (cfr.
c. 934 § 2 CIC);
b) giorno e notte risplenda la speciale lampada davanti alla S. Eucari-
stia (cfr. 940 CIC);
c) venga custodita con particolare cura la chiave del Tabernacolo (cfr.
c. 938 § 5 CIC);
d) le ostie consacrate devono essere rinnovate di frequente (cfr. c. 939
CIC);
e) siano osservate le altre prescrizioni delle leggi ecclesiastiche riguar-
danti la custodia e il culto del SS.mo Sacramento.
Salvi i diritti parrocchiali.
Il presente Decreto avrà la durata di _____________ (per esempio un
quinquennio), al termine del quale si dovrà rinnovare la richiesta.
Luogo e Data __________________________
L.S.
L’Ordinario del luogo
Il cancelliere (arci)vescovile
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 207
———————————
1. Si precisi la collocazione del sepolcro, eventuali indicazioni in merito alla sua cos-
truzione rimandando, se del caso, ad ulteriori autorizzazioni necessarie.
Protocollo n. _________
La chiesa di __________, collocata nella nostra diocesi, nel territorio
della parrocchia di ___________, è divenuta un punto di riferimento spiri-
tuale e un luogo di pellegrinaggio.
Infatti _____________ (breve cronistoria delle vicende della chiesa che
hanno contribuito a renderla un luogo di pellegrinaggi e un centro di vita
spirituale).
Desiderando dunque dare un assetto canonico alla chiesa che ne evi-
denzi il carattere di luogo di pellegrinaggio e punto di riferimento spiri-
tuale, sentito il vicario foraneo;
208 Antonio S. Sánchez-Gil
Casa Madre»). Potrà essere rimosso dal suo ufficio a norma del c. 563
CIC.
Art. 4. Nel Santuario si svolgono tutte le celebrazioni liturgiche e di pie-
tà popolare, eccetto quelle propriamente parrocchiali, destinate a offrire al
popolo di Dio occasioni di preghiera e di vera conversione.
L’orario delle Sante Messe e di altre funzioni liturgiche domenicali an-
drà concordato, sotto la responsabilità del vicario foraneo, con i Parroci
delle parrocchie vicine.
Di norma nel Santuario non si celebrano matrimoni.
Art. 5. Il Santuario diocesano _________ è inserito nel complesso immo-
biliare costituito da: _____________ ed ha a disposizione per le sue attività,
oltre all’edificio di culto: l’abitazione del rettore, i locali per la catechesi e
gli incontri, i locali per l’accoglienza dei pellegrini; __________ La proprie-
tà dei suddetti immobili è ___________ («della Diocesi di_______»; «del
Comune di ________»; «_______») e l’utilizzo è regolato da apposita con-
venzione sottoscritta dall’Ordinario diocesano con l’ente proprietario.
Art. 6. Il rettore del Santuario, nella sua qualità di amministratore e
legale rappresentante dell’ente, può compiere tutti gli atti di ordinaria e
straordinaria amministrazione nel rispetto delle autorizzazioni canoniche
stabilite (e delle eventuali disposizioni dei Superiori della Congregazio-
ne).
Art. 7. Per quanto non previsto nel presente statuto valgono le norme
canoniche e civili vigenti in materia.
Luogo e Data _________________
L.S.
Il (L’Arci)vescovo
Il cancelliere (arci)vescovile
Protocollo n. ___________
Art. 1. Il Vescovo diocesano di ________ affida alla Provincia religiosa
della Congregazione «____________» la quale a norma delle proprie Co-
210 Antonio S. Sánchez-Gil
attesta
che l’OPERA ROMANA PER LA PRESERVAZIONE DELLA FEDE E
LA PROVVISTA DI NUOVE CHIESE IN ROMA, con sede in Roma Piazza
Práctica administrativa canónica en materia de iglesias y lugares sagrados 213
1. Introducción
La cuestión del régimen fiscal de los lugares de culto apunta la existen-
cia de una realidad inmobiliaria (templos, capillas, mezquitas, sinagogas)
que, bajo ciertas condiciones, es objeto de un tratamiento fiscal especial.
A pesar de la posición central que estos lugares ocupan dentro de la ac-
tividad de la Iglesia Católica y las demás confesiones religiosas, su régi-
men fiscal no difiere del de otros bienes inmuebles. Es por ello que hemos
considerado oportuno no ceñir nuestro objeto de estudio a dichos lugares
sino abordar, de una manera más amplia, el régimen y la problemática de
los bienes inmuebles de titularidad religiosa, sobre todo en un momento
en que se debate la posibilidad de excluir algunos de ellos del ámbito de
la exención del IBI –un beneficio fiscal paradigmático dentro del régimen
aplicable a la Iglesia.
Salvo excepción, no vamos a examinar en este trabajo cuestiones tri-
butarias de carácter general en las que la presencia de un lugar de culto o
de una confesión religiosa no tenga incidencia alguna respecto al régimen
216 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
2. Fundamento y legitimidad
Antes de abordar los detalles del régimen fiscal consideramos oportuno
plantear la cuestión relativa a su fundamento y legitimidad, a efectos de tan-
tear las bases sobre las que nos movemos. En la actualidad pocos discuten
que las actividades de asistencia social y caritativa, de educación, sanitarias,
etc., que realiza la Iglesia Católica y las demás confesiones religiosas son
merecedoras del tratamiento previsto para las entidades sin ánimo de lucro
que persiguen la realización del interés general. La cuestión no parece tan
clara, sin embargo, cuando se trata de la actividad propiamente religiosa.
¿Cómo es posible, cabe plantear, que un Estado que cuenta con un prin-
cipio de generalidad en materia de sostenimiento de los gastos públicos
1. Esto ocurre, por ejemplo, en el caso del IVA tras la renuncia por parte de la Iglesia a
la aplicación –en relación con este impuesto– del supuesto de no sujeción del artículo III y
de la exención del art. IV.1 C) del Acuerdo con la Santa Sede sobre Asuntos Económicos, de
3 enero 1979.
2. Para un estudio de esta dimensión remitimos a la obra de J. Pedreira Menéndez,
Beneficios e incentivos fiscales del patrimonio cultural, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor 2004.
3. Para un examen de las diferencias entre los distintos acuerdos de cooperación, véase
M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares de culto,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2000, 273 y ss.
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 217
4. Básicamente es un régimen fiscal especial previsto para entidades que persiguen fi-
nes de interés general, tengan o no naturaleza confesional.
218 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
5. En esta línea, el fundamento del régimen fiscal especial se ha situado en la contribu-
ción de la Iglesia al bien común de la sociedad civil (actividades pastorales, beneficencia,
etc.) siendo, en último término, consecuencia del derecho constitucional a la libertad reli-
giosa (Herráez Rubio, B., Introducción al libro Conferencia Episcopal española (ed.), El
régimen tributario de la Iglesia católica en España, Madrid 1985, 9).
6. Fuera de este ámbito, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) en su deci-
sión de 10 de enero de 1992 (Iglesia Bautista “El Salvador” y otros contra España), ha señalado
que dentro del derecho a la libertad religiosa que aparece reconocido en el artículo 9 del
Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales,
no se puede leer «… un derecho a que los locales destinados al culto estén exentos de todo
impuesto (…) el derecho a la libertad de religión no implica en absoluto que a las iglesias o a
sus fieles se les deba reconocer un estatus fiscal diferente del de los demás contribuyentes».
En el mismo sentido, véase la decisión TEDH de 14 de junio 2001, Alujer Fernández y Caba-
llero García v. España. Por su parte, el Auto TC 480/1989, de 2 octubre (RTC 1989\480) afirma
que «el art. 16 de la Constitución no contiene, en efecto, previsión alguna que garantice un
especial trato fiscal a las confesiones religiosas, ni puede mantenerse que la sujeción de
éstas a las normas tributarias lesione la libertad que se les reconoce».
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 219
3. Régimen fiscal
3.1. Introducción
17. Desde esta perspectiva, a juicio del TEDH, «la obligación impuesta a una Iglesia
de concluir un acuerdo con el Estado para poder gozar de la retrocesión de una parte del
impuesto sobre la renta recaudado por el Estado no parece una exigencia carente de funda-
mento ni desproporcionada». En suma, «la conclusión de acuerdos entre un Estado y una
Iglesia concreta previendo un estatus fiscal específico a su favor no se opone, en principio,
a las exigencias que se derivan de los artículos 9 y 14 del Convenio desde el momento en
que la diferencia de trato se apoya en una justificación objetiva y razonable y que es posible
concluir acuerdos similares con otras Iglesias que expresarían su deseo de hacerlo».
18. Desde esta perspectiva, cabe traer a colación el canon 1205 del Código de Derecho
Canónico, que establece que «son lugares sagrados aquellos que se destinan al culto divino
o a la sepultura de los fieles mediante la dedicación o bendición prescrita por los libros
litúrgicos». Con carácter general, la dedicación corresponde al Obispo diocesano. El Códi-
go contempla expresamente como lugares de culto divino las iglesias, oratorios y capillas
privadas y los santuarios.
Por el contrario, los acuerdos de cooperación firmados por el Estado con las demás con-
fesiones religiosas sí definen el concepto, utilizando para ello unos términos similares. Se
entiende por lugar de culto, «los edificios o locales destinados de forma permanente y ex-
clusiva a las funciones de culto o asistencia religiosa, cuando así se certifique por la Iglesia
respectiva con la conformidad de la Comisión Permanente de la FEREDE» (art. 2 de la Ley
24/1992, de 10 noviembre (RCL 1992\2419). El Acuerdo con la Federación de Comunidades
Israelitas (FCI) de España añade la función de “formación” a las dos anteriores y señala la
necesidad de certificación por la Comunidad respectiva, con la conformidad de la Secretaría
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 225
General de la FCI (art. 2 de la Ley 25/1992, de 10 noviembre (RCL 1992\2420). Por su parte, el
Acuerdo con la Comisión Islámica (CI) de España define los lugares de culto como «los edi-
ficios o locales destinados de forma exclusiva a la práctica habitual de la oración, formación
o asistencia religiosa islámica, cuando así se certifique por la Comunidad respectiva, con la
conformidad de dicha Comisión» (art. 2 de la Ley 25/1992, de 10 noviembre (RCL 1992\2421).
19. Nos referimos fundamentalmente al RD 1270/2003, de 10 octubre, que aprueba el
Reglamento para la aplicación del régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos, y a
las ordenanzas fiscales municipales que concretan los términos de la Ley Reguladora de
las Haciendas Locales. A estas disposiciones habría que añadir, como ya adelantamos en
su momento, el régimen fiscal que figura en la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio
Histórico Español y su reglamento de desarrollo, el RD 111/1986, de 10 enero.
20. En un sentido similar, M. Blanco, La Ley de Haciendas Locales. Régimen tributario
de los entes eclesiásticos, RHAL XX (1990) 112 señala que «en el caso de la Iglesia Católica
está claro que los Acuerdos –y de forma particular el Acuerdo sobre Asuntos Económicos–
juegan como norma límite marcando –de alguna manera– las directrices de la normativa
interna». El carácter paccionado del AAE tiene su reflejo también a la hora de resolver los
problemas que plantea la interpretación y aplicación del régimen tributario. En este sentido,
según el artículo VI, «la Santa Sede y el Gobierno español procederán de común acuerdo
en la resolución de las dudas o dificultades que pudieran surgir en la interpretación y apli-
cación de cualquier cláusula del presente Acuerdo, inspirándose para ello en los principios
que lo informan».
226 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
23. Para I. Martín Degano, El régimen tributario de las confesiones religiosas y de sus entida-
des en el derecho español, McGraw-Hill, 1996, 83, el AAE se limita a reflejar el tratamiento de
que eran objeto estas situaciones en el momento de la conclusión del AAE, sin perjuicio de
que la evolución ulterior del sistema tributario quizás no permita seguir conceptuándolos
como tales sino que obligue a considerarlos como exenciones.
24. La redacción de los acuerdos de cooperación de 1992 resulta particularmente clara
en este sentido cuando señala que «tendrán la consideración de operaciones no sujetas a
tributo alguno: (…)». Básicamente estos acuerdos establecen la no sujeción de: (i) las presta-
ciones recabadas de los fieles, organización de colectas públicas, ofrendas y liberalidades de
uso; (ii) la entrega de publicaciones de carácter religioso realizada directamente a sus fieles,
siempre que sea gratuita; y (iii) la enseñanza religiosa en seminarios y centros de formación
de las respectivas confesiones, destinados a la formación de ministros de culto y similares.
25. I. Martín Degano, El régimen tributario…, cit., 102.
26. Por lo demás, la referida Orden de 29 de febrero 1988 estableció que el art. III, letra
c) AAE amparaba la no sujeción al IVA de las entregas e importaciones de objetos “desti-
nados exclusivamente” al culto por el adquirente o el importador, siempre que las corres-
pondientes adquisiciones o importaciones se “efectuasen directamente por” la Santa Sede,
228 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
3.3. Exenciones
27. Es posible que la titularidad del inmueble en el que se encuentra el lugar de culto no
corresponda a la Iglesia sino a un tercero. La Res. DGT nº V1507-09, de 22 junio, considera
procedente la imputación de rentas inmobiliarias a efectos del IRPF en el caso de un bien
inmueble del patrimonio histórico y cultural, cuya capilla pretende ponerse a disposición
para su utilización como iglesia parroquial.
28. Desde esta perspectiva, el destino de los bienes y derechos es un elemento clave
del régimen de exención que establece el AAE. En este sentido, el Tribunal Supremo ha
señalado que las exenciones «…aun referidas a lo que constituye el núcleo esencial de la
Iglesia Católica sólo pueden reconocerse si se refieren a inmuebles con destino determinado
(templos, capillas, residencias de Obispos y Sacerdotes, locales destinados a oficinas curia-
les, seminarios, edificios destinados primordialmente a casas o conventos, etc.), con lo que
quiere significarse que el destino de los bienes objeto de gravamen, o cuyas transacciones
sobre ellos los determinan, es elemento esencial, incluso, para estas entidades que, como se
ha dicho, tienen un régimen independiente de exenciones por ser las constitutivas del nú-
cleo básico de la Iglesia Católica» [STS de 26 de noviembre 1991 (RJ 1991\8772), STS de 16
junio 2000 (RJ 2000\6842) y STS 10 marzo 2001 (RJ 2001\7225)]. Por su parte, la STJS Comu-
nidad Valenciana nº 276/2002, de 1 marzo (JT 2002\846) señala que «del acuerdo se deriva
que todas las exenciones que se consagran en los diversos supuestos que se contemplan en
el Acuerdo, tienen unas finalidades muy específicas, esto es, los edificios, las dependencias,
los derechos que se adquieren, gozan de exenciones fiscales, porque están destinados a: “la
actividad pastoral”; “la cura de almas”; “las enseñanzas propias de las disciplinas eclesiás-
ticas”; “la sustentación del Clero”; “el sagrado apostolado”; o el “ejercicio de la caridad”.
Desde una perspectiva teleológica, resultaría contrario a la finalidad de la exención, otor-
garla para aquellos actos destinados a intervenir en el mercado inmobiliario, con el objeto
de obtener beneficio de las expectativas urbanísticas, actualizando las plusvalías acumula-
das a raíz o resultas de la acción urbanizadora de los entes públicos…».
230 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
36. Así, según la STSJ Cataluña nº 348/1997, de 6 mayo 1997 (JT 1997\844), «en lo to-
cante al espacio físico destinado a Cementerio de Sant Joan de Vilatorrada, este Tribunal se
ratifica en su tesis de que están exentos del pago del IBI, por formar parte de la Parroquia y
estar asimilados, por el Código Canónico, en su art. 1205, a los lugares destinados al culto
divino (por su condición de lugares sagrados)».
37. Según la STSJ Castilla-La Mancha nº 500/1997, de 28 octubre 1997 (JT 1997\1418),
«la vinculación de la donación a dicho tipo de actividades religiosas, habiendo sido acepta-
da por la donataria y por el Arzobispado de Toledo que acepta la donación justamente para
esos fines religiosos, según certificación extendida por el Canciller Secretario General del
Arzobispado de Toledo de fecha 20 de junio de 1994, determina una afección del inmueble
en cuestión a los fines de culto previstos en la donación; por lo que, en definitiva, siendo
cierto que la simple titularidad dominical de un inmueble por la Iglesia Católica no deter-
mina por sí sola el reconocimiento del derecho al beneficio fiscal solicitado, en el presente
caso la afección del inmueble a la construcción de una iglesia o capilla destinada al culto
viene a vincular de tal modo la naturaleza propia del mismo que permite concluir que el in-
mueble debe gozar de la exención total y permanente del Impuesto sobre Bienes Inmuebles
–antigua Contribución Territorial Urbana– por así exigirlo el artículo IV.1, A) del Acuerdo
entre el Estado Español y la Santa Sede».
38. STSJ Cataluña nº 348/1997, de 6 mayo 1997 (JT 1997\844)
39. La STSJ Cataluña nº 108/1997, de 11 febrero 1997 (JT 1997\363) considera exentas
estas situaciones en la medida en que «las “casas” de las Congregaciones religiosas están
comprendidas en la exención, y que no consta en la norma legal excepción o salvedad al-
guna. Por consiguiente, la denegación de la exención, en cuanto se basa en un hecho: la
dedicación de los miembros de la Congregación religiosa a la actividad de enseñanza en
el colegio anexo, hecho en modo alguno recogido en aquella norma para excepcionar la
exención expresada, no se ajusta a derecho».
234 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
40. En este sentido, el Tribunal Supremo ha llegado a justificar la exención del Impuesto
sobre el Incremento del Valor de los Terrenos en el art. IV.1 B) del AAE [STS de 23 enero 1997
(RJ 1997\234)]. Asimismo, la STSJ País Vasco nº 206/1994, de 28 marzo (JT 1994\320). Los
acuerdos de cooperación con las demás confesiones religiosas, por su parte, sólo contem-
plan la exención del Impuesto sobre Sociedades con las exclusiones que establece el art. 5.
Dos y Tres Ley 61/1978, de 27 diciembre, a las que enseguida nos referiremos.
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 235
41. Según la Res. DGT V0468-09, de 10 marzo 2009, «en este caso, serán estas entida-
des mayores las que integren como sujetos pasivos del Impuesto sobre Sociedades a las
entidades menores que dependan de ellas, integrando todas sus rentas en su declaración
del Impuesto sobre Sociedades. Si existe reconocimiento por el Ministerio de Hacienda la
entidad eclesiástica afectada que se integra en la entidad más amplia no presentará de-
claración por el Impuesto sobre Sociedades. Sin embargo, esta forma de tributación no se
corresponde con la de los grupos fiscales del régimen de consolidación fiscal del Impuesto
sobre Sociedades».
42. Una vez ejercida la opción a que se refiere al número anterior, tal decisión deberá
mantenerse inalterada durante un periodo de cinco años.
43. El artículo 5.2 de la Ley 61/1978, de 27 diciembre, establecía la exención de «la Igle-
sia Católica y las asociaciones confesionales no católicas legalmente reconocidas». No obs-
tante, en unos términos muy similares al AAE, la exención no alcanzaba a «los rendimientos
que estas Entidades pudieran obtener por el ejercicio de explotación económica, ni a los
derivados de su patrimonio cuando su uso se halle cedido, ni tampoco a los incrementos
de patrimonio». Asimismo, también quedaban excluidos de la exención los rendimientos
sometidos a retención por este impuesto.
236 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
49. Ya apuntamos esta solución de lege ferenda en nuestro trabajo El sistema tributario y la
financiación de la Iglesia en España, en J. Otaduy y D. Zalbidea (eds.), El sostenimiento económi-
co de la Iglesia católica en España. Nuevo modelo, Colección Canónica, Pamplona 2008, 68 y ss.
50. No obstante, la referencia en ocasiones también se ha usado para fundamentar la
exención del Impuesto sobre el Incremento del Valor de los Terrenos de Naturaleza Urbana
[véase, por ejemplo, la STSJ Cataluña nº 45/2002, de 22 enero (JUR 2002\134235)]. Por su
parte, los acuerdos de cooperación con las demás confesiones religiosas establecen la exen-
ción del ITPAJD, siempre que los respectivos bienes o derechos adquiridos «se destinen al
culto o al ejercicio de la caridad».
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 239
C. Ibán (coords.), Fiscalidad de las confesiones religiosas en España, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid 2002, 220, nota 510.
54. De ahí la duda relativa a la sujeción a cuota gradual de las escrituras correspon-
dientes a adquisiciones gratuitas a favor de las entidades jurídicas (A. Martínez Lafuente,
Manual del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, Marcial
Pons, Madrid 1996, 487).
55. En este sentido, la STSJ Galicia nº 793\2002, de 28 junio (JT 2003\583) denegó la
exención a una Congregación religiosa en el entendimiento de que «no a toda operación
económica o jurídica sujeta al Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos
Documentados en sus distintas modalidades se le reconoce la referida exención como sin
duda aquí sucede con la concertación de un préstamo hipotecario, pues no supone adqui-
sición de un bien o derecho que se adscriba a dichos fines». En la misma línea, la referida
STSJ Madrid de 28 octubre 1993 (JT 1993\1220).
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 241
fiscal de las entidades sin fines lucrativos, por lo que sólo las entidades
que integran la estructura de la Iglesia –y demás confesiones acordadas–
pueden acogerse a este beneficio fiscal en los términos referidos.
Las contribuciones especiales son tributos cuyo hecho imponible está
constituido por la obtención por el sujeto pasivo de un beneficio o de un
aumento de valor de sus bienes como consecuencia de la realización de
obras públicas o del establecimiento o ampliación de servicios públicos
(por ejemplo, obras de infraestructura y pavimentación de una calle, ilu-
minación, etc.). A pesar de que este tributo puede encontrarse en cual-
quier nivel de Administración (estatal, autonómica y local), es un recurso
típico de la Hacienda municipal (vid. arts. 28 a 33 del RDLeg. 2/2004, de
5 marzo). El sujeto pasivo es la persona física o la entidad especialmente
beneficiada por la realización de las obras o el establecimiento o amplia-
ción de los servicios públicos. La base imponible está constituida, como
máximo, por el 90 por ciento del coste real de la obra, establecimiento o
ampliación del servicio público, cuyo importe se reparte entre los sujetos
especialmente beneficiados en función de una serie de módulos (metros
lineales de fachada de los bienes inmuebles, superficie, volumen edifica-
ble y valor catastral a efectos del IBI).
Los bienes inmuebles exentos de las contribuciones especiales son
aquellos que, según el AAE, están exentos del IBI (vid. art. IV.1 A) AAE).
Cualquier otro inmueble está excluido de la exención, aunque se encuen-
tre afecto a fines asistenciales, benéficos, educativos, sanitarios, etc. (in-
sistimos en que el régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos no
contempla esta exención). En este sentido, como señala la STSJ Castilla y
León, nº 682/1996, de 17 mayo 1996 (JT 1996\771), «ninguna duda, pues,
ofrece la exención de las contribuciones que correspondan al edificio ‒o
parte de éste‒ destinado a casa o convento de la Congregación Religiosa
demandante; mas, según ella misma reconoce, hay otra parte del edificio
dedicada a asilo de ancianos y guardería infantil; actividades ambas que,
aunque tengan el carácter de benéficas, no determinan por sí mismas la
exención en esta clase de tributos. Y no sirve para mantener la tesis contra-
ria el artículo V del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede ‒que
la actora invoca‒, en primer lugar, porque dicho artículo sólo es aplicable
“anejo” y “actividad pastoral” recogidos en el art. IV.1 A) AAE. La exención resulta aplica-
ble, en unos términos similares, a las Entidades Religiosas Evangélicas, a las Comunidades
Israelitas de España y a la Comisión Islámica.
244 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
61. Téngase en cuenta que la mayor parte de la superficie del seminario estaba consti-
tuida por huertos, jardines y superficie destinada a instalaciones deportivas. Recordamos,
en este sentido, que la Orden de 24 de septiembre de 1985, por la que se aclara el alcance de
la exención por Contribución Territorial Urbana, incluyó dentro de la exención los huertos,
jardines y dependencias de los inmuebles enumerados en el art. IV.1 A) del AAE, precisa-
mente a efectos de aclarar su exención de las contribuciones especiales.
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 245
3.3.6. Tasas
62. Según el art. 2 de la Ley 58/2003, de 17 diciembre, General Tributaria, «tasas son los
tributos cuyo hecho imponible consiste en la utilización privativa o el aprovechamiento es-
pecial del dominio público, la prestación de servicios o la realización de actividades en régi-
men de derecho público que se refieran, afecten o beneficien de modo particular al obligado
tributario, cuando los servicios o actividades no sean de solicitud o recepción voluntaria
para los obligados tributarios o no se presten o realicen por el sector privado».
63. Véase el caso paradigmático de la tasa por licencia de obras anterior al ICIO (E.
Simón Acosta y A. Vázquez del Rey Villanueva, Curso de Hacienda Local, Aranzadi, Cizur
Menor 22011, 63).
246 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
64. En la misma línea, STSJ País Vasco, nº 151/1996, de 27 febrero 1996 (JT 1996\344).
65. Desde esta perspectiva, no compartimos la opinión de J. Tussell, La tributación de las
confesiones religiosas en el ámbito autonómico y local, en J. Mª González del Valle e I. C. Ibán,
Fiscalidad de las confesiones religiosas…, cit., 278, respecto a la licencia de apertura de locales
de culto. Dicha tasa no pretende gravar los bienes inmuebles sino el coste provocado por
la tramitación del correspondiente expediente administrativo. Como ya hemos señalado,
dentro del marco del principio de cooperación del Estado que establece el art. 16.3 CE, el
AAE no contempla la exención de las tasas, como tampoco lo hacen la Ley 49/2002, de 23
diciembre, de régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos ni el Texto Refundido en
materia de Haciendas Locales. Además, esta última norma prohíbe la posibilidad de «reco-
nocer otros beneficios fiscales en los tributos locales que los expresamente previstos en las
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 247
normas con rango de ley o los derivados de la aplicación de los tratados internacionales»
(art. 9 del RDLeg. 2/2004, de 5 marzo).
66. El artículo V AAE prevé la aplicación de este régimen a «las entidades y asociacio-
nes religiosas no comprendidas entre las enumeradas en el artículo IV de este Acuerdo y
que se dediquen a actividades religiosas, benéfico-docentes, médicas u hospitalarias, o de
asistencia social (…)», no obstante, la Orden del Ministerio de Hacienda de 29 de julio de
1983, estableció que «las Asociaciones y entidades religiosas comprendidas en el artículo IV
del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede, de 3 de enero de 1979, disfrutarán, en
todo caso, de los mismos beneficios fiscales que las entidades a que se refiere el artículo V
del Acuerdo». Como ha señalado la STS de 9 abril 1992, «no es lógico, en el marco de una
interpretación separada y excesivamente literalista de los arts. IV y V de dicho Acuerdo -an-
tes citado-, que las entidades incluidas en el último tengan, por remisión, un régimen fiscal
más favorable que las reseñadas en el primero (constitutivas del núcleo esencial de la Iglesia
Católica)» por lo que «la Orden de 29 julio 1983 ha armonizado la interpretación sistemática
de los mismos, cerrando el círculo hermenéutico y evitando resultados contrarios a los fines
perseguidos por el propio Acuerdo». Por su parte, el artículo 7.2 de la Ley Orgánica 7/1980,
de 5 julio, de Libertad Religiosa (RCL 1980\1680) establece que «en los acuerdos o conve-
nios, y respetando siempre el principio de igualdad, se podrá extender a dichas Iglesias,
Confesiones y Comunidades los beneficios fiscales previstos en el ordenamiento jurídico
general para las Entidades sin ánimo de lucro y demás de carácter benéfico».
67. I. Martín Degano, El régimen tributario de las confesiones religiosas…, cit., 72. Por su
parte, la STS 26 noviembre 1991 señala que se trata de «exenciones que, frente a las del
art. IV (en las que el Estado no tiene poder unilateral de decisión, al estar definidas en un
acuerdo o tratado internacional vinculante para ambas partes), dependen, en definitiva, de
la voluntad del Estado Español, ya que se mueven en un marco jurídico, el de las entidades
benéficas o sin fin de lucro, que aquél puede modificar libremente; marco o régimen que,
una vez definido no puede dejar de ser aplicado».
248 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
68. Hasta ese momento el RDLeg. 1/1993 se limitaba a remitir a los acuerdos de coope-
ración que, como ya sabemos, establecen una exención mixta. La norma omitía una referen-
cia expresa al Acuerdo de 3 de enero de 1979 –suplida por la mención genérica a los tratados
internacionales–, mientras que sí se aludía las Leyes 24/1992, 25/1992 y 26/1992, de 10 de
noviembre, así como a la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de Libertad Religiosa.
69. Como ya hemos referido, los acuerdos de cooperación –y también la Ley 30/1994–,
regulan las exenciones atendiendo tanto del sujeto como el objeto. En relación con este
último, el destino de los bienes acota el ámbito del beneficio, excluyendo cualquier otro
bien que no sirva a los fines que legitiman la exención, con la consiguiente necesidad de
que el sujeto acredite este aspecto. De hecho, la STS de 16 de junio 2000, dictada en re-
curso de casación en interés de ley, estableció la siguiente doctrinal legal: «el disfrute de
los beneficios fiscales prevenidos en la Ley 30/1994, de Fundaciones, aplicables a la Iglesia
Católica e Instituciones de ella dependientes según lo en la misma establecido, se encuentra
condicionado a que la entidad que los solicite acredite, en la forma legal, que el bien sobre
el que pudiera recaer la exención se halle afecto a la persecución y cumplimiento de fines
de asistencia social, cívicos, educativos, culturales, científicos, deportivos, sanitarios, de co-
operación para el desarrollo, de defensa del medio ambiente, de fomento de la economía
social o de la investigación, de promoción del voluntariado social, o cualesquiera otros fines
de interés general, como los de culto, sustentación del Clero, sagrado apostolado y ejercicio
de la caridad».
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 249
70. Bajo la Ley 30/1994, la STS de 16 junio 2000 (RJ 2000\6842) señaló que dentro de
los fines de interés general deben entenderse comprendidos «los referidos en el artículo
IV.C del Acuerdo (sobre Asuntos Económicos), esto es, los de culto, sustentación del Clero,
Sagrado apostolado y ejercicio de la caridad».
71. La entidad ha de destinar el 70 por 100 de los ingresos obtenidos en el ejercicio a
la realización de los fines de interés general, mientras que el resto de las rentas e ingresos
han de estar destinados a incrementar la dotación patrimonial o las reservas. El plazo para
cumplir esta exigencia se extiende desde el inicio del ejercicio en que se hayan obtenido las
respectivas rentas e ingresos y los cuatro años siguientes al cierre del mismo.
72. Se considera cumplido este requisito si el importe neto de la cifra de negocios del
ejercicio correspondiente al conjunto de explotaciones económicas no exentas ajenas a su
objeto o finalidad estatutaria no excede del 40 por 100 de los ingresos totales de la entidad,
siempre que el desarrollo de estas explotaciones económicas no exentas no vulnere las nor-
mas reguladoras de la competencia en relación con las empresas que realicen la misma
actividad.
73. Para un mayor detalle de estos requisitos, véase el art. 3 Ley 49/2002, de 23 diciem-
bre. En la doctrina, J. Pedreira Menéndez, Régimen fiscal del sector no lucrativo. Comentarios
a la Ley 49/2002, de 23 de diciembre, de Régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos y de los
incentivos fiscales al mecenazgo, Civitas, Madrid 2003, 84 y ss.
250 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
77. En el caso de la Cruz Roja y la Once, sólo es preciso que se acredite la gratuidad de
los administradores que representen a estas entidades en las sociedades mercantiles en las
que participen, salvo que las retribuciones percibidas por la condición de administrador se
reintegren a la entidad que representen (art. 3.5º último párrafo de la Ley 49/2002).
78. El art. 6.1 de la Ley Orgánica 7/1980, de 5 julio, de libertad religiosa, establece en
este sentido que «las Iglesias, Confesiones y Comunidades religiosas inscritas tendrán ple-
na autonomía y podrán establecer sus propias normas de organización, régimen interno y
régimen de su personal. (…)».
79. En definitiva, como señala la Res. DGT V2685-09, de 4 diciembre 2009 en relación
con el IBI, a las entidades del art. IV AAE «…resulta de aplicación la exención en el Impues-
to sobre Bienes Inmuebles prevista en el apartado 1 del artículo 15 de la Ley 49/2002. Esta
exención debe ser directamente aplicada por la Administración Tributaria, no siendo nece-
sario el ejercicio de la opción por el régimen fiscal especial ni la comunicación al respectivo
Ayuntamiento, en aplicación de lo dispuesto en el apartado 1 de la disposición adicional
única del Reglamento aprobado por el Real Decreto 1270/2003».
252 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
3.4.3. Contenido
3.4.3.1. Impuesto sobre Sociedades
La pieza central del régimen fiscal especial que establece la Ley 49/2002
es la exención del Impuesto sobre Sociedades, no sólo por la importancia
intrínseca que tiene el impuesto sobre la renta en la actividad de cualquier
entidad jurídica –desde nuestra perspectiva, particularmente a efectos del
tratamiento de alquileres, ganancias patrimoniales de los bienes inmue-
bles y explotaciones económicas relacionadas–, sino también porque su
regulación encierra la clave de las exenciones del IBI y el IIVTNU 80.
La Ley 49/2002 amplía el ámbito de la exención que establece el AAE,
dando cobijo a los rendimientos de ciertas explotaciones económicas, a las
rentas derivadas del patrimonio mobiliario e inmobiliario y a las ganan-
cias patrimoniales, con independencia de que se pongan de manifiesto a
través de operaciones a título oneroso o gratuito 81.
Según el art. 6 de la Ley 49/2002 están exentas del IS:
80. Las entidades e instituciones sin ánimo de lucro que no cumplen los requisitos esta-
blecidos en la Ley 49/2002 pueden acogerse al régimen especial de entidades parcialmente
exentas, previsto en los arts. 120 ss. del RDLeg. 4/2004, de 5 de marzo, por el que se regula
el Texto Refundido del Impuesto sobre Sociedades.
81. Recordamos que el AAE y los demás acuerdos de cooperación establecen la no su-
jeción o la exención del IS de las rentas obtenidas por las confesiones religiosas, “salvo” los
rendimientos derivados del ejercicio de explotaciones económicas, los rendimientos deri-
vados de su patrimonio cuando su uso se halle cedido, las ganancias de capital y los rendi-
mientos sometidos a retención en la fuente por impuestos sobre la renta (art. IV.1.B AAE y
art. 5, números 2º y 3º de la Ley 61/1978, de 27 diciembre, del Impuesto sobre Sociedades).
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 253
82. Según la Res. DGT V0175-06, de 27 enero 2006, la renta obtenida por una entidad
del art. V AAE por la transmisión de un bien inmueble arrendado a cambio de una parcela
urbanizada (permuta) está exenta del IS. Asimismo, la Res. DGT V1447-08, de 8 julio 2008,
considera exentas del IS las plusvalías que se ponen de manifiesto en una entidad eclesiás-
tica como consecuencia de una permuta inmobiliaria. En la consulta, una Orden religiosa
titular de dos colegios dedicados a la enseñanza privada –en cada uno de los cuales estaba
ubicada la casa vivienda de los miembros de la Orden Religiosa, una Capilla y una Igle-
sia– pretendía permutar los inmuebles a cambio de un colegio de nueva construcción con
la correspondiente vivienda para los miembros de la Orden y una capilla. Según el criterio
administrativo, «(…) del mismo modo, quedarán exentas las rentas derivadas de transmi-
siones realizadas en el ejercicio de la explotación económica exenta, ya que dichas rentas
tendrán el mismo tratamiento fiscal que cualquier otra derivada de la explotación econó-
mica desarrollada. Por ello, la renta derivada de la permuta de un colegio por otro colegio
quedará exenta del Impuesto sobre Sociedades de la consultante».
83. En principio, el hecho de que una entidad realice una actividad económica no es
incompatible con su carácter no lucrativo. Como señala la STSJ Castilla-León nº 296/2001,
de 27 junio (JT 2001\1261), «el mero hecho de que se perciban contraprestaciones no supone
254 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
de suyo que exista un ánimo lucrativo, entendido éste como un fin de obtener una ganancia
o enriquecimiento, sino que cabe que la contraprestación sólo cubra el coste de la actividad,
sin originar beneficio, o incluso, aun cuando esto es más discutible, que tenga beneficio pero
que el mismo se destine a los propios fines sociales de la entidad». Por su parte, la STS de
11 junio 1990 (RJ 1990\4846) consideró que la entidad en litigio era una entidad sin ánimo
o fin de lucro puesto que para atribuir finalidad lucrativa es preciso que persiga “de modo
primordial la obtención de rentas” mediante “el ejercicio de explotaciones económicas”,
circunstancias que no concurría, estatutariamente, en una entidad cuyo objeto social o fina-
lidad específica era la construcción de Viviendas de Renta Limitada.
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 255
De esta manera, la norma permite que las entidades sin fines lucrati-
vos puedan allegar recursos libres de impuestos con los que financiar sus
actividades, al tiempo que reduce la litigiosidad en un ámbito tradicional-
mente problemático. El objeto y el fin de la entidad, normalmente refleja-
dos en sus estatutos, constituciones, fines fundacionales, etc., sirven para
circunscribir el ámbito de la exención, impidiendo que la entidad pueda
ejercer otras explotaciones económicas de entre las relacionadas en el art.
7 de la Ley 49/2002 al amparo del beneficio fiscal 85.
84. Según la Res. DGT V0986-05, de 1 junio 2005, «la explotación económica de alimen-
tación, alojamiento o transporte realizada por el Colegio Mayor perteneciente a la entidad
consultante, dado que se realiza en cumplimiento de su finalidad específica, constituye una
explotación económica exenta del Impuesto sobre Sociedades». El fin específico de la Con-
gregación religiosa titular era «buscar la gloria de Dios, la santificación de sus individuos
y la salvación de las almas en todo el mundo», valiéndose para lograrlo de la enseñanza en
todos los niveles educativos.
85. Así, por ejemplo, las rentas que genera una librería de una Obra Diocesana, estarán
exentas del IS siempre que en la librería se desarrolle la explotación descrita en el número
256 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
nes que para que una explotación económica tenga carácter complemen-
tario o auxiliar es preciso que «coadyuve, facilite o complemente» a la
explotación económica exenta o a la actividad que es objeto de la entidad.
Desde esta perspectiva ha incluido dentro de la categoría las máquinas
expendedoras de bebidas y las tiendas dedicadas a la venta de recuerdos
(Res. DGT V033-09, de 12 enero 2009) 88 y lo mismo cabe decir, a nuestro
entender, respecto a los aparcamientos de conventos, monasterios, etc.
Por su parte, la Res. DGT V0948-12, de 4 mayo 2012, señala que «…dado
que la entidad consultante es un instrumento de la Iglesia Católica cuya
finalidad principal consiste en prestar apoyo a los más desfavorecidos, la
actividad de compraventa de productos de primera necesidad a través
de economatos podría estar exenta al amparo de los números 11º y 12º
del artículo 7 siempre y cuando se cumplieran los límites cuantitativos
contemplados en la norma, en la medida en que parece constituir una
explotación económica que coadyuva, facilita o complementa la realiza-
ción de las actividades benéficas que constituyen el objeto social de la
consultante» 89. En último término, en el caso de que la cifra de negocio por
este tipo de explotaciones rebase el límite del 20 por ciento, la actividad
pierde el carácter de auxiliariedad y las rentas dejan de estar exentas, pa-
sando a tributar al tipo de gravamen del 10 por ciento previsto en el art.
10 de la Ley 49/2002.
Las entidades que optan por el régimen fiscal especial de la Ley 49/2002
están obligadas a declarar la totalidad de sus rentas, exentas y no exentas,
88. Asimismo, la Res. DGT V1639-07, de 25 julio 2007, considera que la venta de ma-
terial escolar y uniformes y las cesiones de locales o negocios en el caso de una fundación
cuyo fin fundacional es la educación, promoviendo tanto la tarea docente como cursillos,
conferencias, seminarios y toda otra actividad que contribuya a las finalidades fundaciona-
les, «parecen ser explotaciones que coadyuvan, facilitan o complementan la realización de
la actividad que constituye el objeto social de la consultante».
89. En la misma línea, Res. DGT V2147-09, de 25 septiembre 2009. Por el contrario, en la
Res. DGT nº 1961/2007, de 24 septiembre 2007, una fundación privada cuyo objeto principal
era la promoción y divulgación de la Red de Espacios Naturales Protegidos de Andalu-
cía, modifica sus estatutos con el objeto de poder certificar la conformidad de empresas,
productos, y/o servicios a los requisitos definidos en normas y especificaciones técnicas
establecidos por organismos competentes, como la Consejería de Medio Ambiente de la
Junta de Andalucía prioritariamente en el ámbito de los Espacios Naturales Protegidos de
Andalucía. Según la DGT, «no se aprecia que la actividad certificadora sea auxiliar o com-
plementaria de la explotación económica de parques y otros espacios naturales protegidos
de características similares, dado que ni ayudan ni completan esta última actividad, sino,
más bien, aparece como una actividad autónoma y con entidad propia aunque relacionada
con los parques y espacios naturales».
258 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
3.4.3.2. Impuestos locales
3.4.3.2.1. Impuesto sobre Bienes Inmuebles
Según el art. 15 de la vigente Ley 49/2002, los bienes inmuebles de los
que sean titulares las entidades sin fines lucrativos están exentos del IBI,
excepto los que estén afectos a explotaciones económicas no exentas del
Impuesto sobre Sociedades 93. La norma ofrece una nueva aproximación
a la exención del IBI –respecto a los acuerdos de cooperación y respecto a
la Ley 30/1994– en la que el destino de los inmuebles carece de relevancia
“salvo” que estén afectos a explotaciones económicas gravadas en el IS 94.
90. Véase en este sentido la Res. DGT 1880-04, de 7 octubre 2004, en relación con una
entidad religiosa perteneciente a la FEREDE.
91. Según la Res. DGT V0231-05, de 16 febrero 2005, relativa a un empresario que ejerce
una actividad empresarial en un local arrendado, propiedad de una parroquia, el retenedor
u obligado a ingresar a cuenta, que no está obligado a retener, no tiene la obligación de
presentar el modelo 115 ni, en consecuencia, el resumen anual.
92. Res. DGT V0157-03, de 26 diciembre 2003, en relación con las entidades del art. IV.1
del Acuerdo sobre Asuntos Económicos.
93. Según la propia Exposición de Motivos de la Ley 49/2002, están exentos del IBI
«“todos aquellos bienes sujetos a este impuesto de los que sean titulares” las entidades sin
fines lucrativos, “con la excepción de” los afectados a explotaciones económicas no exentas
del Impuesto sobre Sociedades». (el entrecomillado es nuestro).
94. A diferencia de lo que venía exigiendo la jurisprudencia del Tribunal Supremo bajo
la Ley 30/1994, no es necesario que «junto al elemento subjetivo, concurra el elemento fi-
nalístico de la afectación del bien de que se trate a la función propia de una comunidad
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 259
religiosa o al cumplimiento de los fines benéfico docentes, así como la necesidad de que
dicho extremo quede acreditado para que la exención del pago del impuesto aquí cuestio-
nado pueda ser reconocida». Cfr. STS 16 junio 2000 (RJ 2000\6842) y STS de 10 de marzo de
2001 (RJ 2001\7225). Por lo que se refiere a la acreditación del destino, la STSJ Comunidad
Valenciana, nº 164/2008, de 29 diciembre, reconoce el derecho a la exención en la medida en
que no considera suficientemente probada la afectación de los inmuebles a una actividad
económica no exenta (JUR 2009\130507).
95. En cualquier caso, ya la Ley 30/1994 permitía resolver la cuestión en un sentido
favorable a la exención.
96. De donde se desprende, por ejemplo, la exención de los terrenos en los que aún no
se ha construido el templo o de los garajes para uso particular. La afectación de los bienes
inmuebles a una actividad lucrativa tradicionalmente se ha utilizado para delimitar el alcan-
ce de la exención. Así, la Orden de 24 septiembre 1985 fue dictada ante la duda de «si ha de
entenderse implícitamente comprendidos en la exención establecida en el antedicho apar-
tado 1, A), del artículo IV del Acuerdo económico los huertos, jardines y dependencias de
los inmuebles en él numerados, “siempre que no estén destinados a industrias o a cualquier
otro uso de carácter lucrativo” (el entrecomillado es nuestro)». Por su parte, la STSJ Asturias
nº 130/2000, de 3 febrero 2000 (JT 2000\317) establece la exención del IBI de unas oficinas
destinadas a Cáritas, porque han de considerarse comprendidas en el concepto de oficinas
–contemplado dentro del ámbito de la exención que establece el art. IV.1.A del Acuerdo y,
además, «no se acredita en modo alguno, ni siquiera en la vía administrativa que los inmue-
bles en cuestión se destinan a industrias o cualquier otro uso de carácter lucrativo (…)».
260 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
97. Recordamos que el art. 27 de la Ley 35/2006, de 28 noviembre, del IRPF utiliza am-
bos elementos para distinguir cuando el arrendamiento de bienes inmuebles genera rendi-
mientos de la actividad económica o rendimientos de capital inmobiliario. Por otra parte, la
Ley 30/1994 condicionaba la exención a que los bienes no se encontrasen cedidos a terceros
mediante contraprestación, que estuviesen afectos a las actividades que constituyan su ob-
jeto social o finalidad específica y que no se utilizasen principalmente en el desarrollo de
explotaciones económicas que no constituyesen su objeto o finalidad específica.
98. La STSJ Castilla-León nº 296/2001, de 27 junio (JT 2001\1261), señaló en relación con
la Ley 30/1994 que «el propio art. 58.1 contempla precisamente la posibilidad de que en el
bien se desarrollen actividades económicas, cuando establece la exigencia de que los bienes
“no se utilicen principalmente en el desarrollo de explotaciones económicas que no consti-
tuyan su objeto o finalidad específica”. De ello se infiere que lo relevante es que el bien no se
utilice en actividades económicas que no integren la finalidad específica, pero nada se opo-
ne a que en el bien en cuestión se desarrolle una actividad que integre la finalidad específica
del ente en cuestión, finalidad esa que es la que a la postre justifica la exención».
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 261
99. Según la Res. DGT nº 1940/2005, de 29 septiembre 2005 (JT 2005\1264), «la ex-
cepción hace referencia a bienes inmuebles de las entidades sin fines lucrativos que están
afectos (consecuencia de la ordenación por cuenta propia de medios de producción y de
recursos humanos, o de uno de ambos, con la finalidad de intervenir en la producción
o distribución de bienes y servicios) al ejercicio, por dichas entidades, de explotaciones
económicas no exentas del Impuesto sobre Sociedades, por cuyo rendimiento las mismas
tendrán que tributar conforme a los artículos 8 y siguientes de la Ley 49/2002. Por lo tanto, si
el bien inmueble, sobre el que recae la realización del hecho imponible del Impuesto sobre
Bienes Inmuebles por el que la entidad sin fines lucrativos es sujeto pasivo, no está afecto a
una explotación económica ejercida por la misma, el bien está exento del impuesto; de tal
manera que, en el caso de que el bien inmueble sea objeto de arrendamiento, no se encuen-
tra excepcionada la exención del apartado 1 del artículo 15 de la Ley 49/2002 por el hecho
de que el arrendatario afecte dicho inmueble a una actividad económica, sea cual fuere esta
actividad económica, esté o no el rendimiento de esa actividad económica del arrendatario
sujeto al Impuesto sobre Sociedades, al Impuesto sobre la Renta de las Persona Físicas o
al Impuesto sobre la Renta de No Residentes, y esté el rendimiento de dicha actividad del
arrendatario exento o no en el correspondiente impuesto personal que lo grave».
100. La STSJ Cataluña nº 348/1997, de 6 mayo 1997 (JT 1997\844) estableció, correcta-
mente desde la perspectiva del Acuerdo sobre Asuntos Económicos y de la Ley 30/1994, que
el supuesto referido no estaba exento del IBI.
101. Bajo la Ley 30/1994 la jurisprudencia se había mostrado en buena medida contraria
a la exención de las Congregaciones religiosas que eran titulares de residencias universita-
rias y geriátricas, en el entendimiento de que el ejercicio de dichas explotaciones económi-
cas no constituía el objeto o finalidad específica de unas entidades dedicadas al ejercicio
de la caridad. La STS Cataluña nº 155/1999, de 16 febrero 1999 (JT 1999\392) es un buen
ejemplo de la criticable línea argumental que se seguía en estos casos. Según el Tribunal
catalán, la finalidad específica de la congregación recurrente es el «cuidado tanto físico
como psíquico de las personas necesitadas, y que según el Registro de Entidades Religiosas
consiste esencialmente en el ejercicio de la caridad, desarrollando su actividad mediante la
asistencia a toda clase de enfermos, por cuanto para el ejercicio de 1996 constan en la cuenta
de resultados unos ingresos de más de 98 millones de pesetas provenientes de ingresos
262 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
103. El Tribunal aragonés trae a colación la STS de 10 de marzo de 2001 (RJ 2001\7225)
en la que se impugnan diversos acuerdos de la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento
de Granada y en concreto «A) acuerdo de 16 de febrero de 1993, en cuanto acuerda dene-
gar a la congregación recurrente exención tributaria en IBI en relación a finca sita en calle
A. (referencia catastral … 003) “en la parte que no estuviese dedicada a Residencia de la
Congregación”; (…) C) Acuerdo de 26 de agosto de 1994, por el que se acuerda denegar
la exención en IBI inmueble sito en calle R., núm…, para el ejercicio de 1993, “en aquella
parte de superficie dedicada a centro de enseñanza”; D) acuerdo de 11 de marzo de 1994, en
cuanto deniega exención de IBI para el ejercicio de 1993, para finca sita en calle A., Colegio
“R.”, ref catastral…) “en aquella parte destinada a centro de enseñanza”; E) acuerdo de 8 de
abril de 1994, en cuanto denegar exención tributaria para finca de la Congregación sita en
Plaza G., núm …., ref catastral … 117, “en aquella parte de la finca destinada a residencia
de estudiantes”», señalando la sentencia que «el Ayuntamiento, con toda corrección legal,
en los Acuerdos de su Comisión de Gobierno de 9 de octubre de 1992 y de 18 de febrero,
11 de marzo, 8 de abril y 26 de agosto de 1994, excluyó de la denegación, expresamente, la
parte de los inmuebles destinada a vivienda de las religiosas, capillas y oratorios privados,
así como la casa de formación y postulantado» (el entrecomillado es nuestro).
104. Tal y como expresamente señala la Exposición de Motivos de la Ley 39/1988, de 28
diciembre.
264 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
105. Al amparo de esta concepción y de las STS de 26 noviembre 1991 (RJ 1991\8772) y
STS de 9 abril 1992 (RJ 1992\3288), la jurisprudencia había considerado exenta la adquisi-
ción a título gratuito por parte de la diócesis de un inmueble con la finalidad de convertirlo
en edificio destinado al culto [STSJ Murcia nº 433/1995, de 15 junio 1995 (JT 1995\753) y
STSJ Castilla-La Mancha nº 324/1996, de 20 mayo 1996 (JT 1996\764)], aun en el caso de
que no se hubiese terminado la construcción [STSJ Andalucía, Granada, nº 835/1995, de
18 septiembre 1995 (JT 1995\1155)], de un inmueble destinado a servir de vivienda a unas
religiosas (STSJ Castilla-La Mancha nº 190/1996, de 27 marzo 1996 (JT 1996\275). Asimis-
mo, los tribunales se pronunciaron en un sentido favorable a la exención en el caso de la
transmisión a título oneroso de un convento a una sociedad [STSJ País Vasco nº 206/1994,
de 28 marzo 1994 (JT 1994\320)]. En el mismo sentido, la STSJ País Vasco nº 603/1994, de 2
noviembre 1994 (JT 1994\1425).
106. El objeto de la controversia fue una liquidación del IIVTNU girada con ocasión de
la enajenación a título oneroso de una vivienda por parte de una Congregación religiosa.
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 265
la STSJ Aragón nº 865/2001, de 5 noviembre 2001 (JT 2002\961), STSJ Comunidad Valencia-
na nº 276/2002, de 1 marzo (JT 2002\846) y la STSJ Aragón nº 266/2003, de 26 febrero de
2003 (JT 2003\1355). No obstante, existe una línea jurisprudencial que considera que el
criterio del TS se circunscribe a las transmisiones onerosas y, en este sentido, declara exenta
la adquisición gratuita de un inmueble que acto seguido es enajenado y precio obtenido es
destinado a la atenciones y fines benéficos [(STSJ Cataluña, nº 1258/2003, de 27 octubre (JT
2004\1181) y STSJ Cataluña nº 988/2004, de 7 octubre (JUR 2004\304005)], o la adquisición
gratuita de la nuda propiedad sobre un inmueble [STSJ Cataluña nº 1005/2004, de 8 octubre
(JUR 2004\303849) y STSJ Cataluña nº 1226/2005, de 3 noviembre (JT 2006\585)]. Asimismo,
la STSJ Aragón nº 772/2002, de 30 septiembre 2002 (JT 2003\945) considera exenta la adqui-
sición a título gratuito por una Fundación religiosa de dos viviendas destinadas a arrenda-
miento. En un sentido favorable a la exención, véanse también la STSJ Aragón nº 901/2000,
de 20 diciembre (JT 2001\490), STSJ Aragón nº 348/2001, de 21 marzo (JT 2001\1757) y STSJ
Aragón nº 258/2001, de 21 marzo (JT 2001\1752), con una argumentación que parece igno-
rar la referida doctrina legal del TS.
110. I. Martín Degano, El carácter subjetivo o mixto de la exención de las confesiones religio-
sas en el Impuesto sobre el incremento de valor de los terrenos de naturaleza urbana, Jurisprudencia
Tributaria Aranzadi 11 (2001). Asimismo, frente al criterio de la STS de 30 octubre 2000,
consideramos oportuno traer a colación las siguientes consideraciones recogidas en la sen-
tencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo nº 1 de Ávila (Comunidad Autónoma
de Castilla y León, sentencia nº 77/2003, de 14 junio (JT 2004\103): «exigir, como parece
pretender el Ayuntamiento demandado (…), que la forma de acreditar el requisito objetivo
de afección a los fines de la entidad sea siempre el de probanza de que los bienes transmi-
tidos sirvan nuevamente a la finalidad para la cual estaban afectados, aparte de suponer
una exigencia de imposible cumplimiento para el transmitente significa dejar vacío de todo
contenido el esquema tributario que regula la exacción de este tributo, en el cual, como bien
dice el Ayuntamiento demandado el momento que se ha de considerar no es el período
anterior, y –aquí ha de añadirse–, o el posterior, al fenómeno de la transmisión negocial,
sino el momento exacto en la que ésta se produce pues se trata de una operación tributaria
que lo que sujeta es, estrictamente, el incremento del valor con ocasión de la transmisión».
Dicha interpretación «llevaría a impedir sistemáticamente la aplicación de la exención en
todos aquellos casos que las entidades benéficas no pudieran controlar el destino futuro
del bien el cual, por hipótesis ya no les pertenece, pues los nuevos titulares asignarán al
bien transmitido el destino que crean pertinente en el ejercicio de su derecho de propiedad
adquirido». En cualquier caso, «no es incorrecto ponderar además el destino posterior que
se haya de darse a tales bienes como un mero indicador de la afección anterior que tales
bienes tenían a los fines de la Entidad, pues no se trata de gravar una transmisión, sino un
incremento del valor que no atiende sólo a criterios de exención objetivos, sino también
subjetivos entre los cuales está el comportamiento patrimonial que la Entidad benéfica haya
ido desplegando y pretenda desplegar».
Régimen fiscal de los bienes inmuebles de la Iglesia 267
111. Así, según la Res. DGT V1117-11, de 4 mayo 2011, «la Archidiócesis de Madrid
forma parte de la Iglesia Católica y, por lo tanto, tendrá derecho a acogerse a la exención
subjetiva del impuesto sin necesidad de justificar el destino de los bienes adquiridos».
268 Antonio Vázquez del Rey Villanueva
exentas “b) las entidades sin fines lucrativos a que se refiere el artículo 2
de la Ley 49/2002 (…) que se acojan al régimen fiscal especial (…)”».
Por otra parte, según se desprende de la redacción de la norma, la
exención se proyecta sobre las tres modalidades de gravamen que inte-
gran el ITPAJD, con lo que se resuelven las dudas que, como hemos visto
páginas atrás, podían existir acerca de la exención de la Iglesia Católica de
la cuota gradual de IAJD. Conviene precisar, sin embargo, que tal y como
establece el art. 45.II del RDLeg. 1/1993, el beneficio fiscal no se aplica a las
letras de cambio, a los documentos que suplan a éstas o realicen función
de giro, ni a la cuota fija correspondiente a los documentos notariales (art.
31.1 TRITPAJD).
Según el art. 90 del RD 828/1995, de 29 mayo, a efectos de acreditar el
derecho a la exención, la autoliquidación del ITPAJD debe acompañarse
de copia del certificado previsto para las entidades religiosas del apartado
1 de la disposición adicional novena (apartado 1 de la disposición adicio-
nal única del Reglamento aprobado por RD 1270/2003, de 10 octubre) o
copia del certificado vigente en el momento de la realización del hecho
imponible en el caso de entidades y asociaciones religiosas del apartado
2 de la disposición adicional novena y fundaciones religiosas (art. 4 del
Reglamento). A tal efecto, las entidades han de solicitar el certificado co-
rrespondiente en la Agencia Estatal de Administración Tributaria donde
radique el domicilio fiscal de la entidad 112.
Derecho Civil
Universidad Antonio de Nebrija
Madrid
1. M. Moreno Antón, El tratamiento urbanístico de los lugares de culto: a propósito del pro-
yecto de Ley de Cataluña sobre centros de culto o de reunión con fines religiosos, www.iustel.com,
Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado ‒RGDCDEE‒, nº
17 (2008) 5.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 271
3. Véase, por ejemplo, art. 2.2. LOLR; Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede
sobre Asuntos Jurídicos, de 3 enero 1979; y en el art. 2.1 de los acuerdos específicos con
distintas confesiones (evangélica, israelita e islámica), de 10 noviembre 1992 con FEREDE,
FCI, y CIE.
4. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico sobre los lu-
gares de culto, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y Boletín Oficial del Estado,
Madrid 2000, 21.
5. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones…, cit., 23.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 273
un gran número de personas; aunque nada impide que tengan un uso pri-
vado, cuando su acceso se restringe a un pequeño grupo de personas 6.
El establecimiento de un lugar de culto, o lo que es lo mismo, la destina-
ción de un edificio o local al culto depende únicamente de la Iglesia o Con-
fesión que lo destina. Es decir, su establecimiento, como señala el art. 2.2
LOLR, es una de sus facultades propias, siendo el Estado absolutamente
incompetente en esta materia, debido precisamente a la aconfesionalidad
del Estado, recogida en el art. 16 CE. Las confesiones religiosas son las
únicas competentes para decidir y determinar el carácter religioso de un
establecimiento. Cómo un local o edificio pasa de ser tal a ser un lugar de
culto, es distinto según las diferentes confesiones o iglesias, pues queda
sometido a su potestad, y al ordenamiento confesional correspondiente,
limitándose el Estado a otorgar ciertos efectos jurídicos civiles a esos esta-
blecimientos ya erigidos como tales por las confesiones religiosas.
En concreto, por ejemplo, en la Iglesia Católica, un edificio pasa a ser
lugar de culto, a través de la deputatio ad cultum, que se lleva a cabo nor-
malmente por la dedicación o bendición del mismo, tal y como parece
deducirse del c.1205 CIC, aunque también es posible establecer un lugar
de culto a través de la licencia del Ordinario (cc. 1223 y 1226 CIC relati-
vos a los oratorios y capillas). Desde ese momento, el edificio es lugar de
culto, está destinado al mismo, y queda afecto a ese destino cultual, que
solo puede variarse y suprimirse a través de un acto de la propia Iglesia
(desacralización), pues es la única que puede «suprimir» esa destinación
que le da su estatus especial.
Para las confesiones religiosas que firmaron los acuerdos de 1992, el
establecimiento de lugares de culto viene determinado por el art. 2 de los
respectivos convenios, en los que se define qué se entiende por lugares
de culto y cuáles son los requisitos para su establecimiento 7. No se puede
olvidar que son las confesiones las únicas competentes para certificar di-
cha condición, variando quién deba certificar según la confesión de que
se trate.
derivado de la confesionalidad del Estado español anterior a la CE 1978, y que por lo tanto,
hoy hay que suprimirlo.
14. La RDGRN 31 marzo 1982 afirma respecto a los bienes de la Iglesia, que «al igual
que los del Estado, Provincia o Municipio cabía la distinción establecida para estos últimos
bienes entre los destinados a un uso general de todos los fieles, y que por su misma natu-
raleza deberían estar excluidos de la inscripción, y aquellos otros bienes de la propiedad
privativa que serían inscribibles».
278 María Goñi Rodríguez de Almeida
17. Solo los lugares de culto que sean edificios ya construidos –y normalmente desde
hace mucho tiempo–, son objeto de inmatriculación registral propiamente dicha, porque
los de nueva construcción, en general, no acceden al Registro por la inmatriculación, sino
por la declaración de obra nueva sobre una finca registral que ya está inmatriculada. Sí que
se pueden inmatricular otras fincas pertenecientes a la Iglesia Católica u otras confesiones,
pero si no llevan construcción, no serán lugares de culto.
280 María Goñi Rodríguez de Almeida
19. Esta exención está recogida en art. 4.1, C) Acuerdo de Asuntos Jurídicos entre el
Estado Español y la Santa Sede.
282 María Goñi Rodríguez de Almeida
registral durante un periodo de dos años, según establece el art. 207 LH,
precisamente para paliar los posibles errores o defectos de titularidad que
puedan ocasionarse por la «facilidad» de esta inmatriculación.
20. Se habla aquí de «bienes» de forma genérica y no de lugares de culto, pues este
procedimiento inmatriculador puede usarse para inmatricular todo tipo de bienes que per-
tenezcan a la Iglesia Católica, y no solo lugares de culto (vgr. fincas, hospitales, escuelas,
edificios no cultuales, etc.); si bien, en este trabajo solo se pretenden estudiar estos últimos.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 283
21. C. 1257 CIC: «1. Todos los bienes temporales que pertenecen a la Iglesia universal,
a la Sede Apostólica o a otras personas jurídicas públicas en la Iglesia, son bienes eclesiásti-
cos, y se rigen por los cánones que siguen, así como por los propios estatutos. 2. Los bienes
temporales de una persona jurídica privada se rigen por sus estatutos propios, y no por
estos cánones, si no se indica expresamente».
22. Son personas jurídico-públicas: Iglesia Universal, Sede Apostólica, diócesis, provin-
cias eclesiásticas, Conferencias Episcopales, parroquias, seminarios, asociaciones públicas
de fieles, Institutos de vida consagrada. Para todos ellos, entendemos, que es válida esta
forma de inmatricular. Pero las personas jurídicas canónicas privadas no pueden utilizar
este especial medio inmatriculador. Si bien, como apuntamos, la cuestión no es pacífica,
pues puede entenderse que solo las entidades jerárquicas de la Iglesia pueden utilizar este
procedimiento inmatriculador, que queda vetado a otras personas jurídicas, aún incluso de
carácter público.
En este sentido, J. M. González del Valle, Régimen económico, patrimonial y fiscal, en
Vv.Aa., Derecho eclesiástico del Estado español, Eunsa, Pamplona 62007, 218, que entiende que
estas disposiciones no benefician a las «asociaciones y comunidades religiosas católicas» (el
284 María Goñi Rodríguez de Almeida
subrayado es nuestro, lo que pone de relieve la ambigüedad del término en el que pueden
incluirse personas jurídico públicas) porque el Ordinario ha de ser local, y solo puede certi-
ficar sobre los bienes que tiene a su cargo.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 285
26. J. Arrieta Sevilla, La inmatriculación de fincas de la Iglesia Católica por medio de certifi-
cación diocesana, Ius Canonicum 60 (2010) 517-533.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 289
27. En este sentido se manifiesta J. Corral Martínez, Aspectos civiles, registrales y tribu-
tarios de la Urbanística de culto, cit., 29.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 293
Por otra parte, hoy en día, la mayoría de los pleitos dominicales sobre
lugares de culto tienen lugar entre la Iglesia (diócesis, parroquias, etc.), y
los ayuntamientos del lugar donde radica el inmueble 28. Pues bien, no se
puede olvidar que tanto una entidad como otra tienen a su favor el mismo
procedimiento inmatriculador, fácil y rápido, y será la primera que inma-
tricule la que aparezca como titular dominical del mismo y se presumirá
como tal frente a todos, como consecuencia de la presunción de exactitud
del Registro (art. 38 LH).
En cualquier caso, esa presunción dominical es iuris tantum, y por tanto
puede probarse en contrario; de este modo, si la titularidad dominical se
impugna ante los tribunales por la otra entidad, deberá probar en juicio
declarativo la falta de ese dominio inscrito, destruyendo la presunción de
exactitud hasta entonces existente.
La mayoría de los conflictos generados por la inmatriculación de lu-
gares de culto católico, tan de actualidad hoy en día, son de este tipo: dis-
cusión acerca de la verdadera titularidad dominical de los mismos, entre
las distintas entidades civiles y religiosas. Solo la prueba de ese dominio
en el devenir de la reivindicatoria o declarativa correspondiente, con la
sentencia que así lo recoja, podrá modificar el derecho ya inscrito en el
Registro, pues los asientos registrales están bajo la salvaguarda de los tri-
bunales (art. 1.3 LH). Habrá que estar, entonces, a lo que éstos dispongan
en última instancia.
La prueba del dominio habrá de ser clara y contundente, lo que suele
ser difícil, pues se carece de título escrito de dominio sobre el lugar de
culto en cuestión, y por eso, hay que probar muchas veces una adquisición
derivativa a través de testimonios y pruebas de circunstancias de hecho, o
en la mayoría de los casos, se pretende probar una adquisición dominical
originaria, a través de la prescripción adquisitiva inmemorial de dichos
inmuebles.
En este segundo caso, cuando se trate de probar en el procedimiento
judicial correspondiente la usucapión consumada del lugar de culto, no
podemos olvidar que habrá que probar por parte del que la alega una
posesión pública, pacífica, ininterrumpida y en concepto de dueño. Sien-
28. Véase, por ejemplo las siguientes sentencias que resuelven sobre conflictos plantea-
dos entre ambos: STS 17 julio 1995; SAP Teruel 1995; SAP Coruña 2001; SAP Vizcaya 2002.
En todas ellas se discute sobre la titularidad dominical de lugares de culto: ermitas, iglesias,
templos o monasterios.
294 María Goñi Rodríguez de Almeida
29. Art. 3 LH: «Para que puedan ser inscritos los títulos expresados en el artículo ante-
rior, deberán estar consignados en escritura pública, ejecutoria, o documento auténtico ex-
pedido por Autoridad judicial o por el Gobierno o sus Agentes, en la forma que prescriban
los reglamentos».
30. La STS citada anula la inclusión de los documentos privados entre los documentos
fehacientes a los que se refiere el art. 205 LH, que, ex art. 1227 CC, hagan prueba contra de
tercero en cuanto a su fecha, y es que según afirma el Alto Tribunal, lo que exige la LH es
que la fehaciencia se refiera al hecho mismo de la adquisición, y no sólo a su fecha.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 297
32. En este sentido, el reciente Real Decreto-ley 8/2011 de 1 julio de medidas de apoyo
a los deudores, en su art. 24, modifica el art. 20 de la Ley del Suelo que recoge los requisitos
de la inscripción de la obra nueva. En el mismo se reitera la necesidad de que se cumplan
todos los requisitos legales necesarios para su inscripción, por tanto, todas las licencias,
autorizaciones y garantías que ya se establecían en la ley.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 299
a) Licencia de obras.
Supone la autorización administrativa de que la obra reúne los requisi-
tos legales necesarios y deberá acreditarse la obtención de la misma, salvo
que legalmente no fuera exigible.
La forma de acreditación puede ser:
– Licencia expresa: En la escritura pública de declaración de obra nue-
va terminada deberá testimoniarse literalmente la licencia concedi-
da.
– Licencia por acto presunto: Es posible que la licencia se entienda
concedida por silencio administrativo, es decir, por acto presunto,
cuando la administración no haya contestado ni positiva ni negativa-
mente a la solicitud de la licencia en el plazo legalmente establecido
para ello, que con carácter general es de 3 meses (salvo que la legis-
lación autonómica correspondiente establezca un plazo distinto).
b) Certificación de técnico competente.
Deberá acreditarse que la descripción de la obra nueva, en cuanto a las
circunstancias a que se refiere el art. 45 ya citado, se ajusta al proyecto para
el que se obtuvo la licencia.
Esta acreditación podrá realizarse en alguna de las formas previstas en
el art. 49 RD 1093/1997 33.
Si la obra nueva estuviera en construcción, además de lo anterior, ha-
brá que hacer constar la finalización de la misma a través de nota marginal
(art. 47 RD 1093/1997), para lo cual será necesario presentar acta notarial
de finalización de la obra. Además, deberá acreditarse la finalización de
la construcción, mediante certificado de técnico competente que justifi-
que que la obra ha finalizado y que se ajusta al proyecto correspondiente.
Podrá realizarse mediante comparecencia del técnico al otorgamiento del
acta, incorporación a la matriz de la certificación o presentación de ésta
como documento complementario.
37. Sobre la reserva de terrenos para lugares de culto en los planes urbanísticos y todo
su tratamiento, véase: M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones…, cit., 195-200;
A. Castro Jover, Los lugares de culto en el derecho urbanístico: un análisis desde la igualdad mate-
rial, Laicidad y Libertades 7 (2007) 26-36; M. Moreno Antón, El tratamiento urbanístico de los
lugares de culto:…, cit., 18-25; M. González Sánchez, Competencia de las entidades locales con
los lugares de culto, Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado vol. XXVI (2010) 557-589; J. J.
Guardia Hernández, El lugar de culto en el suelo de titularidad pública en España, cit., 36-41.
38. A. Castro Jover, Los lugares de culto en el Derecho urbanístico…, cit., 30.
304 María Goñi Rodríguez de Almeida
de los lugares sagrados (c. 1212 y 1222 CIC) 40, y las otras confesiones
mediante una declaración o certificación aseverando que el inmueble
ha perdido ese carácter cultual. Si alguien adquiere un lugar de culto,
debe saber cuál es su destino, y que no puede cambiarlo unilateral-
mente, porque, precisamente, una cosa es la potestad dominical y
otra la eclesiástica, que debe respetar y no puede suprimir, sin más
y sin previa declaración, por parte de la Confesión correspondiente.
2. Los lugares de culto gozan de inviolabilidad en los términos es-
tablecidos en las leyes 41. La inviolabilidad protege, como afirma
Rodríguez Blanco 42, «varios bienes jurídicos de naturaleza perso-
nal –intimidad, sentimientos religiosos y ejercicio de culto–». Por
eso, al ser la intimidad uno de los bienes jurídicos protegidos, sus
consecuencias jurídicas deben equipararse a la inviolabilidad del
domicilio, lo que implica, entonces, que la inviolabilidad de los lu-
gares de culto supone la prohibición de entrada de fuerzas públi-
cas y la necesidad del consentimiento de la autoridad eclesiástica
o auto judicial para su Registro. De igual forma, la inviolabilidad
supone que los poderes públicos deben adoptar medidas que pue-
dan evitar la entrada de personas ajenas al lugar de culto, y tam-
bién el castigo de las conductas que atenten contra el mismo.
3. Igualmente, los lugares de culto gozan de un régimen especial con
respecto a ciertas actuaciones de la administración: no pueden ser
expropiados sin ser oídos antes los representantes de la propia Con-
fesión (autoridad eclesiástica para la Iglesia Católica, la Comisión
permanente de FEREDE, el Secretario General de CIJ) 43.
40. Los supuestos de pérdida del carácter sagrado que se recogen son: destrucción total
o en gran parte del inmueble, o la utilización del lugar de culto para usos profanos de forma
permanente (c.1212 CIC), y reducción permanente del lugar de culto a usos profanos por
decreto del Ordinario (c.1222 CIC).
41. Véase: Art. II.5 Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos entre el Estado español y la Santa
Sede: Los lugares de culto tienen garantizada su inviolabilidad con arreglo a las leyes. No
podrán ser demolidos sin ser previamente privados de su carácter sagrado. En caso de su
expropiación forzosa, será antes oída la autoridad eclesiástica competente. Y arts. 2.2. del
Acuerdo de cooperación entre el Estado español y la Federación de Entidades Religiosas
Evangélicas de España (Ley 24/1992, de 10 de noviembre), del Acuerdo de cooperación
entre el Estado español y la Federación de Comunidades Judías de España (Ley 25/1992,
de 10 de noviembre), y del Acuerdo de cooperación entre el Estado español y la Comisión
Islámica de España (Ley 26/1992, de 10 de noviembre).
42. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confesiones…, cit., 115-123.
43. Art. II.5 Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos entre el Estado español y la Santa Sede
y arts. 2.3 de los Acuerdos de Cooperación entre el Estado español y las otras confesiones
religiosas de 1992.
306 María Goñi Rodríguez de Almeida
44. Véase Art. II.5 Acuerdo sobre Asuntos Jurídicos entre el Estado español y la Santa
Sede, y los arts. 2.4 de los Acuerdos de Cooperación entre el Estado español y las otras con-
fesiones religiosas de 1992 ya citados.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 307
45. Sobre el embargo de los lugares de culto, véase M. Rodríguez Blanco, Libertad reli-
giosa y confesiones…, cit., 254-257, que incluso antes de la aprobación de la nueva LEC 2000,
se inclinaba por la inembargabilidad de los lugares de culto, atendiendo a la función social
que desempeñan.
46. En este sentido, véase J. M. González del Valle, Régimen económico, patrimonial y fis-
cal, cit., 226, tal y como recoge el art. 45.Ia), apartados b y d del RD Legislativo 17/1993, de 24
de septiembre que aprueba el texto refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones
patrimoniales y actos jurídicos documentados.
308 María Goñi Rodríguez de Almeida
47. En este sentido, recogiendo el verdadero objeto del registro y de la publicidad regis-
tral, Pérez García, afirma que deben inscribirse todas aquellas situaciones o circunstancias
que deban ser oponibles, independientemente de su carácter de derecho real o personal; e
incluso son y deben ser objeto de inscripción, y por tanto de publicidad, situaciones que
ni siquiera son derechos, pero que deben ser conocidas por terceros, porque les afectan o
tienen cierta trascendencia jurídico real, por ejemplo, las sentencias sobre incapacitación,
demandas, condiciones suspensivas o resolutorias, modificaciones formales de fincas, etc.).
M. Pérez García, Derechos personales y Registro de la propiedad, Colegio de Registradores de
la Propiedad y Mercantiles de España, Madrid 2004.
48. El Real Decreto 9/2005 de 14 de enero por el que se establece la relación de activida-
des potencialmente contaminantes del suelo y los criterios y estándares para la declaración
de suelos contaminados regula en su artículo 8 la publicidad registral de suelos contamina-
dos (desarrollando la previsión contenida en el artículo 27 de la Ley de Residuos de 21 de
abril de 1998) y tipifica diferentes tipos de notas marginales, recogiendo esta circunstancia
a través de nota marginal-noticia.
La inscripción de los lugares de culto en el Registro de la Propiedad 309
podríamos plantearnos si esa nota marginal podría ser también una nota
de modificación jurídica, pues son las destinadas a dar publicidad a un
acontecimiento que impulsa o determina un cambio real, o influye en el
proceso de dicho cambio, o advierte de una condición en una finca inma-
triculada. Es en este último supuesto donde encajaría la nota marginal de
adscripción al culto.
Además, podemos sostener su admisión por similitud con lo que dis-
ponía el anterior art. 17.3 RH con respecto a las adscripciones a un servicio
público de los bienes de las Administraciones Públicas que se encontraban
inscritos en el Registro 49. La adscripción al culto cumple una función simi-
lar a las allí previstas, al asignar un determinado inmueble a un servicio
social, o semi público, siempre que el inmueble pertenezca a una entidad
o confesión con personalidad jurídica, a semejanza de lo que se establecía
en dicho artículo.
Por otra parte, el título en virtud del cual deben llegar al Registro esas
adscripciones al uso cultual será el certificado que unilateralmente emita
la Confesión o entidad religiosa, pues, como ya hemos dicho, solo a ella
le compete certificar dicho extremo (art. 2 LOLR). Este certificado servirá
como documento auténtico, de los recogidos en el art. 33 RH; eso sí, debe-
rá ir acompañado, como siempre, de la certificación del RER que demues-
tre la personalidad jurídica de la entidad que solicite la inscripción.
Asimismo como está prevista la anotación de los lugares de culto en el
RER (art. 2.5 del Acuerdo con la FCI, y el art. 2.4 con la CIE), creemos que,
cuando estos lugares de culto estén anotados en dicho Registro, también
podría acompañarse al certificado de la confesión religiosa la certificación
del RER en la que conste que ese lugar de culto está allí inscrito, como do-
cumento complementario que acompaña la inscripción. Esta certificación
solo se entiende como documento complementario, pues al ser el RER
49. Nos referimos a la redacción del art. 17.3 y 4 RH, tras la modificación del RH de
1998, que establecía lo siguiente: 3. «En las inscripciones –de los bienes inmuebles que per-
tenezcan a las Administraciones Públicas– podrá hacerse constar el organismo o servicio
al que se hallen adscritos los bienes…», el punto 4. añadía que «con posterioridad a la ins-
cripción de los bienes, podrá también hacerse constar a través de nota marginal los cambios
de adscripción de los bienes de las Administraciones Públicas a los diversos órganos de las
mismas». Esta redacción quedó sin efecto tras la STS 31 enero 2001 que anuló el nuevo art.
17 RH, volviendo a su redacción anterior. En la actualidad en el art. 17.3 RH, se dice que «en
la inscripción a favor del Estado podrá hacerse constar el organismo o servicio público a que
se hallaren adscritos los bienes». Es decir, no se menciona la nota marginal, pero creemos
que es el asiento destinado a ello, y creemos que se puede seguir sosteniendo la posibilidad
de inscribir las adscripciones a un servicio determinado por esta vía.
310 María Goñi Rodríguez de Almeida
7. Conclusiones
La inscripción en el Registro de la Propiedad de los lugares de culto
está en estrecha relación con el desarrollo del derecho a la libertad religio-
sa a través de la libertad de establecimiento de lugares de culto.
Esto es así porque si los lugares de culto son bienes inmuebles en los
que desarrollar de forma permanente la actividad cultual, el estableci-
miento de los mismos, solo se consigue de forma plena si se consigue
hacer oponible a terceros tanto su titularidad dominical como su propia
condición de lugares destinados a culto, a través de su inscripción en el
Registro de la Propiedad.
Por tanto, en la actualidad, los lugares de culto pueden inscribirse en el
Registro de la Propiedad. Ya no se excepciona su inscripción ni para los de
culto católico. Esa inscripción, además de posible, es necesaria.
De este modo, los lugares de culto se incorporan al Registro de la Pro-
piedad a través de la inmatriculación y de la inscripción del edificio de
culto sobre finca inmatriculada.
En cuanto a la inmatriculación, entendemos que se mantiene la cons-
titucionalidad y vigencia de la inmatriculación por certificación adminis-
trativa del art. 206 LH para la Iglesia Católica.
Facultad de Derecho
Universidad de Castilla-La Mancha
Albacete
1. Objeto de estudio
Por bien cultural entendemos aquel que debe ser apreciado, como
logro de civilización o encarnación de los valores de convivencia y dig-
nificación de un pueblo. Frente a otros calificativos (artístico, histórico,
etc.), hoy se prefiere designar este patrimonio como cultural. La razón es
la amplitud del concepto cultura 1. La importancia de estos bienes los hace
acreedores del cuidado de la autoridad. Los poderes públicos crean un
ambiente favorable a su aprovechamiento, conservación y mejora. Para
ello realizan acciones concretas y aprueban normas 2. El marco de protec-
1. Así lo explica la Ley 4/1998, de 11 de junio, reguladora del Patrimonio Cultural Valen-
ciano. Cf. Mª R. García Vilardell, El patrimonio cultural de la Iglesia católica en el ordenamien-
to jurídico español: desarrollo normativo de la Comunidad Autónoma Valenciana e instrumentos de
cooperación, en Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado XXVII (2011) 518 y 521-522. En gene-
ral, cf. J. Mª Martí Sánchez, Religión, cultura y patrimonio histórico-artístico, comunicación en
A. Mª Vega Gutiérrez / M. del M. Martín García / M. Rodríguez Blanco / J. M. Vázquez
García-Peñuela (coords.), V Simposio Internacional de Derecho Concordatario. Protección del
patrimonio cultural de interés religioso, Universidad de La Rioja, Logroño 19-21 octubre 2011,
Ed. Comares, Granada 2012, 463-474.
2. Cf. J. García Fernández, La protección del patrimonio cultural. Problemas de técnica le-
gislativa que se suscitan en la legislación estatal y autonómica, en Vv.Aa., Estudios en homenaje al
profesor Martínez Valls, vol. I, Universidad de Alicante 2000, 221-222.
314 José Mª Martí Sánchez
11. La Iglesia facilita la contemplación de su patrimonio con carácter general. Mas ad-
vierte que el valor estético de la obra se completa y realza por su razón de ser, funcionalidad
y simbolismo, en el seno de la comunidad creyente. Cf. R. A. García Lozano, El patrimonio
histórico-artístico de la Iglesia. Fe y vida pública, en IX Congreso Católicos y Vida Pública. Dios en
la vida pública. La propuesta cristiana, Tomo I, Ediciones CEU, Madrid 2008, 289.
12. Cf. I. Aldanondo Salaverría, El patrimonio cultural de las confesiones religiosas, Re-
vista Derecho y Religión 5 (2010) 152, e I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados
al culto, 284 y 287.
13. Por todos, cf. T. González Vila, Educación obligatoria y escolarización voluntaria, Aná-
lisis Digital, 30 junio 2011; y 7 y 11 julio 2011, especialmente esta última entrega.
14. «Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la
educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la
personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los de-
rechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la educación
debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre,
favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos
los grupos raciales, étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas
en pro del mantenimiento de la paz».
15. Cf. United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization, Final
Report by Professor Larry O’Farrell. The Second World Conference on Arts Education (Seoul, 28
May 2010). «Seoul Agenda: Goals for the Development of Arts Education». «GOAL 1: En-
sure that arts education is accessible as a fundamental and sustainable component of a
high quality renewal of education. Strategies 1.a Affirm arts education as the foundation for
balanced creative, cognitive, emotional, aesthetic and social development of children, youth
and life-long learners».
16. Cf. A. Scola, Una nueva laicidad, tr. J. Padilla, Encuentro, Madrid 2007, 165 y 168.
Sobre su reconocimiento en un sistema laico, cf. R. Domingó Oslé, Dios en el Ordenamiento
jurídico, El Mundo, 26 octubre 2011.
17. Tr. J. Mª Valverde, Guadarrama, Madrid 1960.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 317
31. Ibidem, 9, asimismo, cf. 15 y 19-20. La cultura tiene la virtualidad de ofrecer una «ca-
pacité de formation de l’identité individuelle et une capacité de lien» (ibidem, 11).
32. Cf. ibidem, 19-21.
33. Cf. ibidem, pp. 9-10. «Une conviction interne qui ne pourrait pas s’exprimer, non
seulement serait mutilée dans son exercice, mais encore dans sa substance même, car
elle ne pourrait pas se nourrir d’autrui, des traditions, des pratiques, des opportunités
d’engagement et de vérification» (ibidem, 11).
34. Cf. J. Mª González del Valle, Derecho eclesiástico español, Thomson-Civitas, Madrid
5
2005, 131. Sobre la preponderancia intelectual, cf. ibidem, 269-270, y S. Ferlito, La legge
portoghese di libertà religiosa, Il diritto ecclesiastico (2003) 99-100.
35. Ésta comprende el derecho a: «Practicar los actos de culto y recibir asistencia religio-
sa de su propia confesión; conmemorar sus festividades; celebrar sus ritos matrimoniales;
recibir sepultura digna, sin discriminación por motivos religiosos, y no ser obligado a prac-
ticar actos de culto o a recibir asistencia religiosa contraria a sus convicciones personales».
36. «Asimismo comprende el derecho de las Iglesias, Confesiones y Comunidades reli-
giosas a establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos…».
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 321
37. Lo mismo establecen los Acuerdos con confesiones minoritarias, art. 2.1-4. Cf. P.
Lorenzo, Expropiación forzosa de los bienes de las confesiones religiosas, en Aspectos del régimen
económico y patrimonial de las confesiones religiosas, A. C. Álvarez Cortina / M. Rodríguez
Blanco, (coords.), Ed. Comares, Granada 2008, 212-228. Además, Cf. M.ª J. Roca, Interpreta-
ción del término «inviolabilidad» en el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede, en RGDC
y DEE, n.º 29 (2012).
38. «El que en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias religiosas ejecutare
actos de profanación en ofensa de los sentimientos religiosos legalmente tutelados será cas-
tigado con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses».
39. Cf. D. García-Pardo, La inembargabilidad de los bienes de las confesiones religiosas, en
Aspectos del régimen económico y patrimonial de las confesiones religiosas, 227-239. En esto se ha
producido una mejora de la situación anterior. Cf. M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa
y confesiones. El régimen jurídico de los lugares de culto, Boletín Oficial del Estado/Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2000, 254-257.
40. El 13 de septiembre de 2011, la Generalidad aprobó el Proyecto de Ley por la cual
se modifica la Ley16/2009, de 22 de julio, de los centros de culto. La modificación garantiza
la autonomía local. Los municipios decidirán si incluir suelo en los planes urbanísticos para
usos religiosos de nueva implantación. Cf. J. A. Rodríguez García, La normativa catalana
sobre centros de culto (I): planeamiento urbanístico, Revista de Derecho Urbanístico, Número
263 (enero–febrero 2011); Idem, Las cesiones gratuitas de los bienes del patrimonio municipal de
suelo a las confesiones religiosas y el proyecto de Ley catalana sobre los centros de culto, Práctica
urbanística: Revista mensual de urbanismo nº 78 (2009) 20-33; C. Corral, Polémica Ley de
centros de culto en Cataluña (22 julio 2009) [BLOG 162], Periodista Digital, 14.10.2009, y Mª J.
Roca, La eventual reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa. Consideraciones de política
legislativa y de régimen jurídico, en XI Congreso Católicos y Vida Pública. La Política, al servicio
del bien común, cit., 298-299.
322 José Mª Martí Sánchez
41. «La prohibición de instalar mesas o una tienda de campaña por los reunidos, con
virtualidad para la exposición e intercambio de mensajes e ideas, no puede justificarse en
meras dificultades o simples molestias para la circulación de las personas que allí transiten,
frente a lo que entiende el órgano judicial, como tampoco es asumible el razonamiento de
éste según el cual son los titulares del derecho de reunión quienes tienen que “justificar
suficientemente” la necesidad de la instalación de la tienda de campaña, “cuando ya dis-
ponían de otros medios para llamar la atención como la megafonía”, pues es a la autoridad
gubernativa a la que le corresponde motivar y aportar las razones que, desde criterios cons-
titucionales de proporcionalidad, expliquen por qué tenía que quedar excluida o limitada
la libertad que asiste a los titulares del derecho del art. 21.1 CE para elegir los instrumentos
que consideren adecuados para la emisión de su mensaje» (FJ 9).
42. Cf. A. Solzhenitsyn, Discurso para la recepción del Premio Nobel (1970), en http://www.
laeditorialvirtual.com.ar/pages/solyenitzin/Solyenitzin_Semblanza.htm.
43. Cf. B. González Moreno, El patrimonio cultural en el Derecho europeo, Derecho y Reli-
gión 5 (2010) 27-58 y R. Tejón Sánchez, Confesiones religiosas y patrimonio cultural, Ministerio
de Justicia, Madrid 2008, 85-100.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 323
tenga protección por sí mismo (en tanto que monumento), sino sólo en
función de ese conjunto. Se duda de si en este caso se le eximiría de ciertas
servidumbres, al no haber quedado acreditado el interés público indivi-
dualizado. Ello también disminuiría su protección 50. Es una cuestión que
no podemos abordar. Nos inclinamos a pensar que la declaración del con-
junto beneficia y condiciona el trato dado a sus elementos 51. La sentencia
del Tribunal Supremo de 10 de febrero de 2009, FJ 5º, abona tal interpre-
tación 52.
El criterio predominante a la hora de abrir expediente de calificación
de bien de interés cultural, como leemos en las resoluciones más recientes
(se citan en Anexo), se fija en la tradición, la preservación de rasgos carac-
terístico de la zona, el arraigo o significatividad del monumento. Tampoco
falta, en estas decisiones, la alusión a lo innovador o singular 53. La religio-
tales bienes, así como a los que estén en posesión de otras confesiones religiosas, les será de
aplicación el régimen general de protección y tutela previsto en esta Ley, sin perjuicio de las
singularidades que pudieran derivarse para la Iglesia Católica como sujeto de derecho». La
Ley 7/2004, de 18 de octubre, de Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja, parte
del régimen general, pero tendrá en cuenta «las singularidades que puedan derivarse de la
Iglesia católica como sujeto de derecho» (art. 7.3).
57. Es el caso de la Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés y su
artículo 82: «1. La Iglesia Católica y sus entidades, como titulares de una parte importante
del patrimonio cultural aragonés, y el resto de confesiones religiosas que se encuentren
implantadas en el territorio aragonés y puedan adquirir en el futuro bienes muebles e in-
muebles, velarán por la conservación y difusión de dicho patrimonio, colaborando a tal fin
mediante los oportunos convenios con las Administraciones públicas de Aragón. 2. Una
comisión mixta, en la que estará representada la Administración de la Comunidad Autó-
noma y las diócesis de Aragón, establecerá el marco de colaboración recíproca para la con-
servación y difusión del patrimonio cultural aragonés que esté en posesión de instituciones
eclesiásticas. Esta comisión deberá ser informada de las intervenciones en el patrimonio cul-
tural de titularidad eclesiástica sostenidas con fondos públicos». Mayor voluntad de acuer-
do muestra la Ley 1/2001, del Patrimonio Cultural de Asturias, en la Disposición Adicional
novena: «Con objeto de mantener el sistema de colaboración existente entre ambas institu-
ciones, establecido en el Acuerdo de 18 de febrero de 1987, entre el Principado de Asturias y
la Archidiócesis de Oviedo, sobre Asuntos Culturales, el Principado de Asturias favorecerá
el mantenimiento de la Comisión Mixta establecida en el mismo, con las funciones, com-
posición y funcionamiento prescritas en dicho Acuerdo. A través de ella se analizarán los
problemas relativos a la protección, conservación, restauración y difusión del patrimonio
cultural afectado, con sujeción a lo dispuesto en la presente Ley, muy especialmente en lo
relativo a seguridad y preservación física, compatibilidad entre los usos religiosos y otras
funciones de carácter cultural, acceso a los investigadores y disfrute público».
58. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 312-313 y 316-317.
Inicialmente reproduce los argumentos de la Comisión Episcopal Española para el Patrimo-
nio cultural (25 marzo 1985), en pro de crear una categoría legal, para los Archivos, Museos
y Monumentos de la Iglesia, de «carácter público especial». Asimismo, apoya un tratamien-
to especial, por la cuantía y naturaleza del patrimonio eclesial, J. L. Álvarez Álvarez, El
patrimonio histórico cultural de la Iglesia en España, cit., 265 y 276.
59. Cf. J. Bonet Navarro / J. M. Pascual Palanca, Los bienes de interés cultural y de rele-
vancia local en la Comunitat valenciana, en R. Mª Ramírez Navalón (coord.), Régimen económi-
co y patrimonial de las confesiones religiosas, Universitat de Valencia / Tirant lo Blanch, Valencia
2010, 455-456.
328 José Mª Martí Sánchez
60. Este extremo no cabe en la autonomía prevista en Italia, para los entes regionales.
Tampoco allí es admisible estipular convenciones entre autoridades regionales y grupos re-
ligiosos encaminadas a la efectiva tutela de los bienes historico-artísticos. En este aspecto Si-
cilia goza de una autonomía excepcional por su amplitud. Cf. F. di Prima, La tutela del patri-
monio storico e artistico d’interesse religioso nelle autonomie speciali. Due esempi a confronto: Sicilia
e Catalogna, en C. Caparrós / Mª M. Martín / M. salido (eds.), XXX años de los Acuerdos entre
España y la Santa Sede, Ed. Comares, Granada 2010, 362-370. Una de las peculiaridades del
régimen de protección de Sicilia es que reserva un derecho de veto a la autoridad religiosa,
respecto a los aspectos cultuales, en los proyectos aprobados por el órgano administrativo.
61. Cf. F. di Prima, La tutela del patrimonio storico e artistico d’interesse religioso nelle auto-
nomie speciali. Due esempi a confronto: Sicilia e Catalogna, cit., 370-375.
62. «El Estatuto de Autonomía del País Vasco reconoce como competencias exclusivas
de la Comunidad Autónoma la cultura, el Patrimonio Histórico y los archivos, bibliotecas y
museos, salvo los de titularidad estatal. La Ley de Territorios Históricos, por su parte, atri-
buye a las instituciones forales de dichos territorios competencia de desarrollo legislativo
y ejecución en materia de conservación, restauración, mejora y, en su caso, excavación del
Patrimonio histórico-artístico monumental y arqueológico, y competencia exclusiva sobre
archivos, bibliotecas y museos de su titularidad.
En ejercicio de las competencias asumidas por la Comunidad Autónoma del País Vasco,
se aprueba la presente Ley con el fin de diseñar una política cultural que siente la base jurí-
dica sobre la que debe descansar el régimen de protección de nuestro Patrimonio Cultural.
Se presenta bajo el título de Ley de Patrimonio Cultural por entender que el término
cultura es más apropiado y válido para englobar todas las cuestiones que la misma regula
Patrimonio histórico, archivos, bibliotecas y museos, y por entender que el concepto de cultura
es más amplio que el de historia, dentro del cual éste también queda englobado como un
elemento más.
Los fines principales de esta Ley son el diseño de una política tanto para la defensa
y protección, difusión y fomento del Patrimonio Cultural del pueblo vasco, como para el
desarrollo de una infraestructura de archivos, bibliotecas y museos, por ser éstos los prin-
cipales centros depositarios del Patrimonio Cultural Vasco» (Preámbulo). En general, cf. R.
Tejón Sánchez, El patrimonio cultural de interés religioso en la normativa autonómica, Laicidad
y libertades. Escritos jurídicos, nº 4 (diciembre 2004) 249-289.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 329
63. El artículo es muy extenso. Sobre todo nos fijamos en: «1. Corresponde a la Genera-
litat la competencia exclusiva en materia de cultura. Esta competencia exclusiva comprende
en todo caso: b) El patrimonio cultural, que incluye en todo caso: Primero. La regulación
y la ejecución de medidas destinadas a garantizar el enriquecimiento y la difusión del pa-
trimonio cultural de Cataluña y a facilitar su acceso. Segundo. La inspección, inventario
y restauración del patrimonio arquitectónico, arqueológico, científico, técnico, histórico,
artístico, etnológico y cultural en general. Tercero. El establecimiento del régimen jurídico
de las actuaciones sobre bienes muebles e inmuebles integrantes del patrimonio cultural
de Cataluña y la determinación del régimen jurídico de los bienes inmuebles, así como la
declaración y la gestión de estos bienes con la excepción de aquéllos que sean de la titulari-
dad del Estado. Cuarto. La protección del patrimonio cultural de Cataluña, que incluye la
conservación, la reparación, el régimen de vigilancia y el control de los bienes, sin perjuicio
de la competencia estatal para la defensa de los bienes integrantes de este patrimonio contra
la exportación y la expoliación».
64. También, por ejemplo, el artículo 9.1.47 Ley Orgánica 1/2011, de 28 de enero, de
reforma del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma de Extremadura atribuye
a la Comunidad Autónoma de Extremadura la competencia exclusiva en materia de patri-
monio cultural.
65. Para dar viabilidad a tales pretensiones se aprobó, en fecha temprana, el Reglamen-
to de Funcionamiento de la Comisión de Coordinación Generalidad-Iglesia en Cataluña
para el Patrimonio Cultural en 1981. En general sobre estas competencias, cf. M. A. Cañiva-
no Salvador, Competencias de las Comunidades Autónomas en materias de los Acuerdos, en XXX
años de los Acuerdos entre España y la Santa Sede, cit., 224-225.
66. El nº 15 se refiere a: «Museos, bibliotecas y conservatorios de música de interés para
la Comunidad Autónoma», y el 17 al: «El fomento de la cultura…».
67. Cf. art. 149: «1. El Estado tiene competencia exclusiva sobre las siguientes materias.
28. Defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español contra la exportación
y la expoliación; museos, bibliotecas y archivos de titularidad estatal, sin perjuicio de su
gestión por parte de las Comunidades Autónomas. 2. Sin perjuicio de las competencias que
podrán asumir las Comunidades Autónomas, el Estado considerará el servicio de la cultura
como deber y atribución esencial y facilitará la comunicación cultural entre las Comunida-
des Autónomas, de acuerdo con ellas. 3. Las materias no atribuidas expresamente al Estado
por esta Constitución podrán corresponder a las Comunidades Autónomas, en virtud de
sus respectivos Estatutos. La competencia sobre las materias que no se hayan asumido por
los Estatutos de Autonomía corresponderá al Estado cuyas normas prevalecerán, en caso
de conflicto, sobre las de las Comunidades Autónomas en todo lo que no esté atribuido a la
exclusiva competencia de éstas. El derecho estatal será, en todo caso, supletorio del derecho
de las Comunidades Autónomas»
330 José Mª Martí Sánchez
68. A. C. Álvarez Cortina, Régimen jurídico del patrimonio religioso de carácter cultural, en
A. C. Álvarez Cortina / M. Rodríguez Blanco (coords.), Aspectos del régimen económico y
patrimonial de las confesiones religiosas, Ed. Comares, Granada 2008, 246.
69. Cf. A. Motilla, Bienes culturales de la iglesia católica: legislación estatal y normativa
pacticia, en V Simposio Internacional de Derecho Concordatario. Protección del patrimonio cultural
de interés religioso, cit., 45-70.
70. Cf. I. Aldanondo Salaverría, El patrimonio cultural de las confesiones religiosas, cit.,
158.
71. Art. 7. de la Ley 16/1985: «Los Ayuntamientos cooperarán con los Organismos com-
petentes para la ejecución de esta Ley en la conservación y custodia del Patrimonio His-
tórico Español comprendido en su término municipal, adoptando las medidas oportunas
para evitar su deterioro, pérdida o destrucción. Notificarán a la Administración competente
cualquier amenaza, daño o perturbación de su función social que tales bienes sufran, así
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 331
como las dificultades y necesidades que tengan para el cuidado de estos bienes. Ejercerán
asimismo las demás funciones que tengan expresamente atribuidas en virtud de esta Ley».
72. Cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 297-298 e I. Al-
danondo Salaverría, El patrimonio cultural de las confesiones religiosas, cit., 162. Los textos
completos de los convenios suscritos hasta el año 2000 pueden verse, organizados por mate-
rias, en C. Corral / I. Aldanondo, Código del Patrimonio Cultural de la Iglesia, Edice, Madrid
2001, 537 y ss. Sobre el territorio balear, con especificación de acuerdos entre los Consejos
insulares y los ayuntamientos con la Iglesia católica, cf. C. Pons-Estel Tugores, Derecho au-
tonómico y religión. El caso balear, Civitas-Thomson Reuters, Madrid 2010, 262-266, e Idem, El
patrimonio cultural de la Iglesia Católica en las Islas Baleares. Los convenios con las administracio-
nes públicas, Ed. Comares, Granada 2010. La obra reproduce los acuerdos suscritos, muchos
de ámbito local (Consejos Insulares y Ayuntamientos).
332 José Mª Martí Sánchez
73. Cf. F. R. Aznar Gil / R. Román Sánchez (coords.), Los bienes artísticos de las parroquias
de la Franja: el proceso canónico (1995-2008), Fundación Teresa de Jesús, Zaragoza 2009, y Z.
Combalía Solís, Derecho canónico y Derecho autonómico: a propósito del conflicto de los bienes de
las parroquias de la Franja, en V Simposio Internacional de Derecho Concordatario. Protección del
patrimonio cultural de interés religioso, cit., 163-176.
74. Cf. I. Aldanondo, Régimen jurídico del traslado de bienes eclesiásticos en el Patrimonio
histórico, Anuario de Derecho Eclesiástico del Estado, XI (1995) 15-60. Según la Ley del Pa-
trimonio Histórico Español, «los bienes muebles, incluso los declarados de interés cultural
[…] pueden ser trasladados con la mera comunicación a la Administración, sin necesidad de
solicitar una autorización» (ibídem, 34). Dificulta la movilidad una vinculación esencial, con
el conjunto, o ser considerados pertenencias o accesorios de otro bien principal fijo. El Dere-
cho autonómico suele ser más exigente. Impone una descripción exhaustiva de los muebles
adscritos al monumento, cuando éste se somete a un régimen de protección intenso. La auto-
rización para el traslado, fuera del territorio autonómico, será la regla (ibídem, 44-46).
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 333
75. I. Aldanondo, El Patrimonio cultural de las confesiones religiosas en España, cit., 167.
76. Sobre su encaje en las competencias autonómicas, cf. ibidem, 166-168. Sobre los des-
ajustes entre las previsiones estatales y autonómicas, cf. J. M. Alegre, Patrimonio Histórico,
Cultural y Estado Autonómico, Patrimonio Cultural y Derecho 5 (2001) 157-165.
77. Cf. I. Aldanondo, El Patrimonio cultural de las confesiones religiosas en España, cit., 168.
78. Cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 309-311, y Y. Gar-
cía Ruiz, Titularidad y conservación de los bienes culturales destinados al culto, en R. Mª Ramírez
Navalón, (coord.), Régimen económico y patrimonial de las confesiones religiosas, Universitat de
Valencia / Tirant lo Blanch, Valencia 2010, 230.
79. Cf. J. L. Álvarez Álvarez, El patrimonio histórico cultural de la Iglesia en España, cit.,
269-271, y Cf. M. Vidal Gallardo, Bienes culturales y libertad de conciencia…, cit., 151.
80. En general, cf. A. Motilla, Régimen jurídico de los bienes histórico-artísticos de la Iglesia
católica, cit., 75-84.
81. «El patrimonio histórico, artístico y documental de la Iglesia sigue siendo parte im-
portantísima del acervo cultural de la Nación; por lo que la puesta de tal patrimonio al
334 José Mª Martí Sánchez
ción a las cargas que en esta Ley se imponen a los titulares o poseedores de
los bienes integrantes del Patrimonio Histórico Español…» (art. 69) 86.
Existe paralelismo del citado artículo XV con el artículo 13 de dos de los
acuerdos de cooperación de 1992. El Acuerdo con la Federación de Entida-
des Evangélicas de España omite este detalle. Concretamente, el convenio
judío, dice: «El Estado y la Federación de Comunidades Israelitas de Es-
paña colaborarán en la conservación y fomento del patrimonio histórico,
artístico y cultural judío, que continuará al servicio de la sociedad, para su
contemplación y estudio. Dicha colaboración se extenderá a la realización
del catálogo e inventario del referido patrimonio, así como a la creación de
Patronatos, Fundaciones u otro tipo de instituciones de carácter cultural»
(Ley 25/1992, de 10 de noviembre, por la que se aprueba el Acuerdo de
Cooperación del Estado con la Federación de Comunidades Israelitas de
España). El Acuerdo con la Comisión Islámica de España (Ley 26/1992),
añade a la redacción la participación de representantes de la Comisión
Islámica en los patronatos, fundaciones u otras instituciones que se creen.
En ninguno de los convenios se plantea una comisión mixta, dada la au-
sencia de un patrimonio que gestionar.
Cuando la Conferencia Episcopal Española, en el «Documento relati-
vo al marco jurídico de actuación mixta Iglesia-Estado sobre Patrimonio
Histórico-Artístico» (30 octubre 1980), prevé acuerdos sucesivos acerca
del desarrollo de los principios generales en él contenidos (punto 5º), no
sólo mira al ámbito nacional, sino a todas las Administraciones públicas
implicadas. Para toda España, se aprobaron de inmediato unas «Normas
con arreglo a las cuales deberá regirse la realización del inventario de to-
dos los bienes muebles e inmuebles de carácter histórico-artístico y docu-
mental de la Iglesia española» (30 marzo 1982) 87.
El Instituto del Patrimonio Cultural de España 88, en su función de ela-
borar y ejecutar planes de conservación y restauración del patrimonio
89. Acuerdo sobre el Plan de Catedrales (25 febrero 1997) suscrito entre el Ministerio de
Educación y Cultura y la Iglesia católica. No fue oficialmente publicado, cf. www.conferen-
ciaepiscopal.nom.es/archivodoc/jsp/system/win_main.jsp. En general, cf. Mª C. Musoles
Cubedo, Planes nacionales para la conservación y restauración del patrimonio cultural eclesiástico,
cit., 310-320. Sobre su normatividad, cf. M. Rodríguez Blanco, Los convenios entre las ad-
ministraciones publicas y las confesiones religiosas, cit., 112, y Mª C. Musoles Cubedo, Planes
nacionales para la conservación y restauración del patrimonio cultural eclesiástico, cit., 320-326.
90. Cf. I. Aldanondo Salaverría, El patrimonio cultural de las confesiones religiosas, cit.,
157-158.
91. Por ejemplo, el Convenio de 19 de diciembre de 1985, sobre la constitución, compo-
sición y funciones de la Comisión Mixta Junta de Andalucía-Obispos de la Iglesia católica
en Andalucía para el patrimonio cultural. Además, cf. M. Rodríguez Blanco, Los convenios
entre las administraciones publicas y las confesiones religiosas, cit., 104-105. Tampoco faltan, en la
materia, los convenios de naturaleza normativa (reglamentaria). Cf. ibídem, 120.
92. Cf. J. Bonet Navarro / J.M. Pascual Palanca, Los bienes de interés cultural y de rele-
vancia local en la Comunitat valenciana, cit., 468-470.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 337
115. Cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 284-285 y 315. La
autora pone el ejemplo de la adaptación de los edificios de culto y los altares a los cambios
litúrgicos, y entiende que impedirlo sería «atentar contra la vida de la Iglesia misma» (p.
285). Estas reformas también son polémicas, por la merma estética, en el seno de la Iglesia.
Cf. F. J. Lorente Páramo, Argumentos esgrimidos para conservar la integridad de los espacios
litúrgicos, en Los Suplementos de Religión en Libertad.com (19 febrero 2010).
116. Cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 286-287 y 302-303.
117. Art. 12 de la Ley 7/1990 de Patrimonio Cultural Vasco: 1. La calificación de un
bien cultural incluirá, en los términos que reglamentariamente se desarrollen, los siguientes
extremos: d) El régimen de protección del bien calificado, con especificación de las actua-
ciones que podrán o deberán realizarse sobre el mismo y las que queden prohibidas. Cuan-
do se trate de bienes culturales destinados al culto religioso habrá de tenerse en cuenta la
peculiaridad de los fines religiosos inherentes a los mismos». Se reproduce esta previsión,
cuando se trata de los de los bienes inmuebles, en el art. 29. «1. Las intervenciones que de-
ban realizarse sobre bienes culturales calificados y su entorno, salvo las contempladas en el
artículo 33, quedarán sujetas a autorización de los órganos competentes de la Diputación
Foral afectada. Dicha autorización será previa a la concesión de la licencia municipal. Cuan-
do se trate de bienes culturales destinados al culto religioso, habrán de tenerse en cuenta las
exigencias que, dicho uso requiere». El uso y puesta a disposición de estos bienes quedan,
asimismo, condicionados por su naturaleza especial, cf. arts. 23-24.
118. Cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 318-320. La auto-
ra cita luego alguna salvedad, de Extremadura y Murcia, aplicadas a sus catedrales.
344 José Mª Martí Sánchez
119. Cf. arts. 2 y 5 del Convenio de colaboración entre los Obispos de las Diócesis que
comprenden el territorio de la comunidad Autónoma de Galicia y la Xunta de Galicia (17
abril 1985).
120. Cf. Art. 9 del Acuerdo de constitución, composición y funciones de la Comisión
Mixta Comunidad Autónoma de Murcia-Diócesis de Cartagena para patrimonio de interés
cultural (25 septiembre 1985), publicado por la Resolución de 2 de enero de 1986, de la
Dirección Regional de Cultura: «Ambas partes contratantes establecen los siguientes crite-
rios básicos de actuación: a) El respeto del uso preferente de los bienes objeto del presente
Convenio en los actos litúrgicos y religiosos, y la utilización de los mismos, de acuerdo con
su naturaleza y fines, por sus legítimos titulares…».
121. De 28 de noviembre de 1990. La Estipulación 4ª da unos criterios básicos para la
utilización de los bienes objeto de dicho convenio: «1. El respeto del uso preferente de los
bienes objeto del presente Convenio en los actos litúrgicos y religiosos, y la utilización de
los mismo, de acuerdo con su naturaleza y fines, por sus legítimos titulares…». Este espí-
ritu luego se plasmó en la cláusula 3ª del Convenio de colaboración entre el Arzobispo de
Zaragoza y la Comunidad Autónoma de Aragón para la difusión cultural de la Catedral del
Salvador, La Seo, de Zaragoza (25 noviembre 2001), publicado por Orden de 8 de noviem-
bre de 2001, del Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales. También es de
interés la cláusula cuarta: «Ciclos de conciertos de música religiosa. La Seo del Salvador
estará abierta a posibles conciertos de música religiosa, que serán siempre libres y gratuitos.
Se prestará particular atención a los conciertos de órgano. En todo caso, será de obligado
cumplimiento la normativa para conciertos en los Templos contenida en el Código de Dere-
cho Canónico, en las normas de la Santa Sede y en las normas diocesanas de Zaragoza».
122. Cf. I. Aldanondo Salaverría, El patrimonio cultural de las confesiones religiosas, cit.,
169-170.
123. A. Scola, Una nueva laicidad, cit., 165.
124. R.A. García Lozano, El patrimonio histórico-artístico de la Iglesia. Fe y vida pública,
cit., 285.
125. Cf. J. Landete Casas, La tutela canónica de los bienes temporales integrados en el patri-
monio histórico, en R. Mª Ramírez Navalón (coord.), Régimen económico y patrimonial de las
confesiones religiosas, Universitat de Valencia / Tirant lo Blanch, Valencia 2010, 557-559.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 345
141. Sobre algunas cuestiones técnicas, relacionadas con los arts. 20-21 de la Ley del
Patrimonio Histórico Español, cf. I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto,
cit., 326-329.
142. Cf. J. L. Álvarez Álvarez, El patrimonio histórico cultural de la Iglesia en España, cit.,
276-278.
143. El Ministro de Educación, Cultura y Deporte anunció, en su primera intervención
ante la Comisión de Cultura del Congreso (2 febrero 2002), la aprobación de una nueva Ley
de Mecenazgo «amplia y ambiciosa […] que debe involucrar sectores como el cultural, el
social, el educativo, el deportivo, el científico y el de la innovación, que se nutren, en parte,
de las aportaciones de la sociedad civil». «Planteará un incremento en las desgravaciones
fiscales para alcanzar porcentajes similares a los de otros países europeos. Se mejorarán
los incentivos en el IRPF y el Impuesto de Sociedades, siendo los beneficiarios tanto las
personas físicas como las jurídicas. No hay que olvidar que las personas físicas son quie-
nes construyen y constituyen nuestra sociedad civil y por ello merecen un reconocimiento
especial en este régimen de desgravaciones». (http://www.educacion.gob.es/horizontales/
prensa/discursos/2012/02/20120202-comparecencia-cultura-congreso.html).
144. Sobre la convergencia del «interés cultural» con el «interés público», cf. M. Vidal
Gallardo, Bienes culturales y libertad de conciencia…, cit., 159-160.
145. Cf. J. L. Álvarez Álvarez, El patrimonio histórico cultural de la Iglesia en España, cit.,
268-269 y 274-275, e I. Briones, Los bienes inmuebles culturales destinados al culto, cit., 284.
146. Sobre el debate parlamentario, cf. C. Presas Barrosa, El patrimonio histórico eclesiás-
tico en el Derecho español, cit., 87-91.
350 José Mª Martí Sánchez
6. Conclusiones
El panorama normativo sobre nuestro patrimonio cultural es complejo.
Las atribuciones autonómicas han reforzado el interés por este tipo de bie-
158. Cf. A. C. Álvarez Cortina, Régimen jurídico del patrimonio religioso de carácter cul-
tural, cit., 271.
159. Recordemos la importancia que, a este particular, da la Constitución a la histo-
ria (cuyos vestigios los bienes culturales). Artículo 143: 1. En el ejercicio del derecho a la
autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con
características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las
provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse
en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos
Estatutos». La Disposición Adicional primera afirma: «La Constitución ampara y respeta
los derechos históricos de los territorios forales». Además, cf. art. 147.2.
160. Cf. S. Ferrari, Religioni, Diritto e conflitti sociali, Anuario de Derecho Eclesiástico
del Estado, XXIII (2007) 44-46.
161. «Entre los vínculos más antiguos generadores de identidad colectiva están los de la
ascendencia común, la pertenencia a una tribu o a una “gens” y, por supuesto, la aceptación
compartida de una divinidad. El reconocimiento de un “Dios” común, unido a la comuni-
dad de estirpe y la ascendencia compartida, son “marcadores” potentes de identidad desde
la Antigüedad» (J. A. Ortega y Díaz-Ambrona, Identidades colectivas y educación: El papel de
la sociedad civil, en Libertad, igualdad y pluralismo en educación, Oidel Europa / Comunidad de
Madrid, Madrid 2003, 62).
162. Cf. A. Motilla, Régimen jurídico de los bienes histórico-artísticos de la Iglesia católica,
cit., 34 y L. A. Anguita Villanueva, La Protección Jurídica de los Bienes Culturales, cit., Intro-
ducción.
163. Cf. A. C. Álvarez Cortina, Régimen jurídico del patrimonio religioso de carácter cul-
tural, cit., 272.
164. Decreto 94/2010, de 20 de julio, de desarrollo de la Ley 16/2009, de 22 de julio, de
los centros de culto. Está en trámite parlamentario el Proyecto de ley de modificación de la
Ley 16/2009.
Los lugares de culto como elementos del patrimonio cultural 353
ANEXO 169
Resoluciones recientes sobre edificios religiosos con «interés cultural»
1. Introducción
Nuestro ordenamiento jurídico configura un régimen especial para al-
gunos lugares de culto. Se trata de aquellos que, como herencia de nuestra
*
Abreviaturas: AIA: Archivo Ibero-Americano. BOCM: Boletín Oficial de la Comuni-
dad de Madrid. BOE: Boletín Oficial del Estado. BOPA: Boletín Oficial del Principado de
Asturias. CIC: Código de Derecho Canónico. DOE: Diario Oficial de Extremadura. DOGC:
Diario Oficial de la Generalidad de Cataluña. LOFAGE: Ley de Organización y Funcio-
namiento de la Administración General del Estado. LOLR: Ley Orgánica de Libertad Re-
ligiosa. LPN: Ley reguladora del Patrimonio Nacional. RAP: Revista de Administración
Pública. RDP: Revista de Derecho Político. REDC: Revista Española de Derecho Canónico.
REDCons: Revista Española de Derecho Constitucional. REDI: Revista Española de Dere-
cho Internacional. RGDCEE: Revista General de Derecho Canónico y de Derecho Eclesiás-
tico del Estado, en www.iustel.com. RNA: Revista Nacional de Arquitectura. RPN: Regla-
mento de la Ley 23/1982, reguladora del Patrimonio Nacional. STSJ: Sentencia del Tribunal
Superior de Justicia. UNESCO: Organización de las Naciones unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura.
362 Alejandro González-Varas Ibáñez
se prolonga en algunos casos desde el siglo XIII y, los más recientes, han
sido adquiridos o construidos en el XX. Y aun así su régimen jurídico
sigue evolucionando y en aún pleno siglo XXI son objeto de normación.
De ello es testimonio la aún no consolidada situación jurídica del Valle de
los Caídos, la incorporación del Monasterio y Palacio de San Jerónimo de
Yuste al Patrimonio Nacional, o la venta de inmuebles pertenecientes a la
Obra Pía de los Santos Lugares. Estos datos ayudan a comprender que,
aunque cada uno de estos espacios pueda incardinarse en un conjunto de
bienes con su régimen determinado –tal como ha quedado adelantado en
la introducción‒ lo cierto es que el estatuto de cada uno necesita ser com-
pletado con sus reglas específicas.
Se estudiarán por tanto las líneas directrices de la regulación de cada
conjunto de monumentos. No obstante ello, es posible identificar como
premisa la concurrencia de unos aspectos comunes a todos estos bienes.
En primer lugar, son de titularidad pública y se encuentran regidos por
los correspondientes órganos administrativos, de diferente naturaleza, tal
como se examinará en cada caso. A ello se une que el destino religioso
que presentan es el propio de la religión católica, lo que es fácil de enten-
der si atendemos a su origen histórico. Por este motivo se habrán de te-
ner presentes las normas del Derecho canónico, sin que se vean afectadas
otras confesiones ni sus ordenamientos jurídicos. Por último, muchos de
estos conjuntos son bienes de interés cultural u otras categorías otorga-
das en atención a su valor histórico-artístico. En algunos casos incluso se
encuentran ubicados dentro de espacios protegidos –como Covadonga y
Montserrat, sitos dentro de un parque nacional y natural respectivamente.
Esto provoca que, inevitablemente, se encuentren afectados por la norma-
tiva vigente sobre protección del patrimonio cultural o natural.
Todo ello conduce a que encontremos en torno a estos lugares un ré-
gimen jurídico complejo donde confluyen distintas potestades y tipos de
normas. Por una parte, resulta evidente que, aun siendo lugares de culto,
se encuentran sometidos a la jurisdicción estatal 1. En el momento presente
ya no está vigente el concordato de 1953 cuyo artículo veinte se remitía a
su vez al canon 1160 del CIC de 1917 que afirmaba que los lugares sagra-
1. En relación con la potestad dominical, cultual, y la jurisdicción pública que aparecen
sobre un lugar de culto, puede consultarse M. Rodríguez Blanco, Libertad religiosa y confe-
siones. El régimen jurídico de los lugares de culto, BOE-Centro de Estudios Políticos y Constitu-
cionales, Madrid 2000, 106-142.
364 Alejandro González-Varas Ibáñez
2. El tenor de este canon era, exactamente, el siguiente: «los lugares sagrados están
exentos de la jurisdicción de la autoridad civil, y la autoridad eclesiástica legítima ejerce en
ellos libremente su jurisdicción».
3. Canon 1205 del CIC de 1983: «son lugares sagrados aquellos que se destinan al culto
divino o a la sepultura de los fieles mediante la dedicación o bendición prescrita por los li-
bros litúrgicos». Añade el canon 1210 que «en un lugar sagrado sólo puede admitirse aquello
que favorece el ejercicio y fomento del culto, de la piedad y de la religión, y se prohíbe lo
que no esté en consonancia con la santidad del lugar. Sin embargo, el Ordinario puede per-
mitir, en casos concretos, otros usos, siempre que no sean contrarios a la santidad del lugar».
4. En relación con los institutos de vida consagrada y su régimen de vida, vid. cánones
573 y ss. Más en concreto, acerca de las casas de los institutos religiosos, vid. cánones 608-
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 365
616. Resulta significativo que el canon 610 § 1 indique que «la erección de las casas se hace
teniendo en cuenta la utilidad de la Iglesia y del instituto, y asegurando todo aquello que
es necesario para que los miembros vivan debidamente la vida religiosa, según los fines
propios y el espíritu del instituto». Estas funciones no deberían verse alteradas dentro del
territorio nacional. Aparte de la autonomía y libertad de la Iglesia establecida en las nor-
mas civiles que se citarán en el texto, también el Ministerio de Educación ha reconocido
la «función primordial de culto y vida comunitaria y la utilización con fines religiosos de
las abadías, monasterios y conventos» y se compromete a respetar esas actividades, como
indican la manifestación primera (parcialmente transcrita) y cláusula octava del Acuerdo de
colaboración entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Iglesia Católica para el Plan
Nacional de Abadías, Monasterios y conventos, de 2004, Boletín Oficial de la Conferencia Epis-
copal Española 72 (junio 2004) 3-6. Otra prueba de que su régimen de vida ha de estar regu-
lado exclusivamente por el Derecho canónico es que el personal calificado ‒en términos am-
plios‒ como eclesiástico (religiosos, religiosas, sacerdotes, capellanes, etc…) se encuentra
excluido expresamente del ámbito de aplicación del convenio colectivo del personal laboral
del Consejo de Administración de Patrimonio Nacional por su artículo 2.d). Este convenio
se publica a través de la resolución de 14 de julio de 2010, de la Dirección General de Traba-
jo, por la que se registra y publica el texto del convenio colectivo para el personal laboral del
Consejo de Administración del Patrimonio Nacional, en BOE n. 180, de 26 de julio.
5. Artículo 6.1 de la Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de libertad religiosa, en BOE n.
177, de 24 de julio. Sobre esta cuestión, cfr. M. J. Roca, Derechos fundamentales y autonomía de
las Iglesias, Dykinson, Madrid 2005.
6. Acuerdo de 3 de enero de 1979 entre el Estado español y la Santa Sede, sobre asuntos
jurídicos, en BOE n. 300, de 15 de diciembre.
366 Alejandro González-Varas Ibáñez
7. Sobre esta cuestión, véase A. De La Hera, Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero
de la Dinastía histórica, en Vv.Aa., Studi in Onore di Gaetano Catalano, Rubbettino, Catanzaro
1998, Tomo II, 497-534. En efecto, nuestro actual Rey recibe esta dignidad que le hace titular
de la Corona como consecuencia de pertenecer a la dinastía en que ha nacido. La dinastía es
la familia en la cual se perpetúa, a través de la herencia, el título de rey (ibid., 502). En el caso
español, desde los sucesores de don Pelayo hasta ahora se produce una continuidad dinásti-
ca –con independencia de las interrupciones que ha habido en el desarrollo de las funciones
de la monarquía o su supresión en el período 1868-1871, 1936-1975, y las dos repúblicas‒,
pues siempre ha reinado «una misma familia, dividida en varias casas o ramas, en la que la
totalidad de los reyes descienden sin solución de continuidad de un tronco común. Los cam-
bios de dinastía se reducen en realidad a cambios de apellidos dentro de esa misma única
familia», en ibid., 506. Precisamente ser descendiente de estos reyes anteriores que forman la
dinastía hispánica ha sido el aval que ha garantizado la llegada al trono de S.M. D. Juan Car-
los I, su mantenimiento y el de su descendencia y, en último término, el de la existencia de la
Constitución de 1978 que él mismo promulga como rey de España. «El rey no debe la Corona
a la Constitución» (ibid., 517) antes bien creo que podríamos pensar que es al revés. La dinas-
tía española –y el miembro de ella que ahora es rey, como lo serán los futuros titulares de la
Corona– está indisolublemente ligada a la Historia de España, así lo testimoniaron las Cortes
constituyentes en el momento de incorporar un artículo 57.1 de la Constitución que predica
que la Corona es hereditaria en los sucesores de S.M. don Juan Carlos I de Borbón, legítimo
heredero de la dinastía histórica (ibid. 526-534), y por todo ello considero que nuestra Histo-
ria ha de respetarse y servir como criterio de interpretación de los hechos presentes.
8. En relación con este tema vid., desde una perspectiva general, A. González-Varas
Ibáñez, Principios y fuentes del Derecho eclesiástico, en M. Á. Jusdado (coord.), Derecho eclesiás-
tico del Estado, Cólex, Madrid 2011, 49-81.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 367
Los bienes muebles de titularidad estatal, contenidos en los reales palacios o deposita-
dos en otros inmuebles de propiedad pública, enunciados en el inventario que se custodia
por el Consejo de Administración del Patrimonio Nacional.
Las donaciones hechas al Estado a través del Rey y los demás bienes y derechos que se
afecten al uso y servicio de la Corona.
Para la exacta delimitación de los bienes enumerados en los seis primeros apartados
de este artículo, se atenderá al perímetro fijado por los correspondientes Decretos de de-
claración de conjunto histórico-artístico. En su defecto, se seguirá el criterio de preservar la
unidad del conjunto monumental.
A los efectos de está Ley se entiende por Monte de El Pardo la superficie de terreno que,
bajo este nombre, aparece descrita en los planos del Instituto Geográfico Nacional.
El Plan de protección medioambiental del monte de El Pardo afectará únicamente a los
terrenos de dicho monte que tengan la calificación de rústicos».
15. Artículo 8.2 i) LPN, y artículos 12 a 16 del RPN, en lo que se refiere al inventario.
16. Real Decreto 1867/2004, de 6 de septiembre, por el que se integra en el Patrimonio
Nacional el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, en BOE n. 219, de 10 de septiembre de 2004.
17. Artículo 6.2 LPN.
18. Artículo 6.2. LPN.
19. M. Bassols Coma, Instituciones administrativas al servicio de la Corona: dotación, Casa
de S.M. el Rey y Patrimonio Nacional, RAP, 100-102, vol. II (1983) 925 y ss. Idem, El régimen
jurídico del Patrimonio Nacional (disposición adicional cuarta), en J. F. Mestre Delgado (dir.),
El régimen jurídico general del Patrimonio de las Administraciones Públicas. Comentarios a la Ley
33/2003, de 3 de noviembre, 2ª ed. La Ley, Madrid 2010, 1451 y ss.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 371
20. Artículos 4 y 8 de la LPN.
21. M. Bassols Coma, Instituciones administrativas al servicio de la Corona…, cit., 926.
Idem, El régimen jurídico del Patrimonio Nacional…, cit., 1452.
22. Artículo 6.1 LPN, que establece, por tanto, la supletoriedad de la Ley 33/2003, y el
real Decreto 1373/2009, de 28 de agosto, por el que se aprueba el Reglamento General de la
Ley 33/2003, de 3 de noviembre, del Patrimonio de las Administraciones Públicas.
23. J. L. Álvarez Álvarez, Estudios sobre el Patrimonio histórico español y la ley de 25 de ju-
nio de 1985, Cívitas, Madrid 1989, 825. M. Bassols Coma, Instituciones administrativas al servi-
cio de la Corona…, cit., 929. Idem, El régimen jurídico del Patrimonio Nacional…, cit., 1456. Sigue
estas tesis M. V. García-Atance y García de Mora, El Patrimonio Nacional, RDP, 33 (1991)
162 y ss. Vid. asimismo L. M. Díez-Picazo, El Régimen jurídico de la Casa del Rey, REDCons
6 (1982) 123 y ss. Ha habido voces críticas hacia esta consideración es el caso de F. Diez
Moreno, La evolución constitucional del Patrimonio Nacional, cit., 29 y ss. que considera que
si el nombre que reciben es «Patrimonio Nacional», deberían pertenecer a la Nación, como
heredera en este aspecto de la Corona. Por eso, la atribución del título de propiedad al Esta-
do que realiza la LPN no tiene suficiente justificación. Además, en el proceso constituyente
tampoco se propuso en ningún momento realizar esta atribución patrimonial. Lo correcto,
desde este punto de vista, hubiera sido crear un tertium genus de bienes, los de Patrimonio
Nacional, diferenciados tanto de bienes demaniales como patrimoniales del Estado.
24. Esto es cierto, pero no es suficiente para disminuir su carácter patrimonial. De esta
situación «no puede deducirse a priori una equivalencia absoluta, ya que estas notas pue-
den tener una justificación especialísima que per se no equivalgan al régimen demanial».
Estamos ante una excepción al régimen común de los bienes patrimoniales legitimada por
la ley especial que regula el Patrimonio Nacional, según M. Bassols Coma, El régimen jurí-
dico del Patrimonio Nacional…, cit., 1457.
372 Alejandro González-Varas Ibáñez
25. Sobre ello cfr. L. M. Díez-Picazo, El Régimen jurídico de la Casa del Rey, cit., 115-138.
Asimismo M. V. García-Atance y García de Mora, El Patrimonio Nacional, cit., 153-171. C. Fer-
nández-Miranda Campoamor, Dotación de la Corona. La Casa del Rey, RDP, 33 (1991) 125-150.
26. Artículo 8.2 j) y k) de la LPN.
27. Artículo 8.2. j) LPN, y artículo 17 RPN.
28. Así lo entiende J. L. Álvarez Álvarez, Estudios sobre el Patrimonio histórico español…,
cit., 830.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 373
36. Sobre esta cuestión, y los conflictos que puedan suscitarse, especialmente en mate-
ria de licencias urbanísticas y otros actos sujetos a intervención municipal, vid. M. Bassols
Coma, Instituciones administrativas al servicio de la Corona…, cit., 932 y ss. Idem, El régimen
jurídico del Patrimonio Nacional…, cit., 1459.
37. Artículo 2 del Real Decreto 1867/2004.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 375
46. Según el artículo 2.1 del Real Decreto 1563/1988 la composición del patronato del
Monasterio de Yuste era la siguiente:
«a) Presidente: el Ministro de Cultura, o, por delegación, el Subsecretario del Departa-
mento.
b) Vicepresidente: el Consejero de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura.
c) Vocales:
El Director General de Bellas Artes y Archivos.
El Director del Instituto de Conservación y Restauración.
El Jefe del Departamento de Monumentos del referido Instituto.
Tres vocales, designados por el Ministro de Cultura.
Dos vocales, en representación de la Junta de Extremadura, designados por el presiden-
te de la misma.
2. Asimismo, tendrá derecho a formar parte del patronato el Alcalde de Cuacos de la
Vera.
3. Actuará como Secretario, sin voz ni voto, un funcionario del Ministerio de Cultura».
47. Según el artículo 3 del Real Decreto 1563/1988, las otras funciones del Patronato
eran: a) aprobar el plan anual de actividades, así como la memoria del ejercicio anterior;
b) aprobar el horario y condiciones de visita pública; c) informar los proyectos de obras o
actuaciones entre los bienes inmuebles que integran el conjunto monumental y, d) formular
las propuestas y recomendaciones que estimara oportunas para promover mejoras en la
gestión.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 377
justifica el mismo Real Decreto en el momento de afirmar que la competencia del Ministro
de Economía y Hacienda queda modulada por lo establecido en la Ley 23/1982, de 16 de
junio, reguladora del Patrimonio Nacional, y su Reglamento —respecto de los cuales la
Ley 33/2003, de 3 de noviembre, es supletoria según lo previsto en su disposición adicional
cuarta—. Así, en su artículo 8.2.j) se establece que «corresponde al Consejo de Administra-
ción del Patrimonio Nacional la propuesta al Gobierno de afectación de bienes muebles e
inmuebles al uso y servicio de la Corona. Por tal motivo, y en virtud del principio de eco-
nomía procesal, mediante este real decreto se procede, por un lado, a desafectar el bien en
cuestión del Ministerio de Cultura, en virtud de la avocación del Consejo de Ministros que
expresamente regula el artículo 11.2 de la Ley 33/2003, de 3 de noviembre, en materia de
gestión patrimonial; y, por otro, se procede a su afectación a los fines propios de los bienes
que integran el Patrimonio Nacional. De este modo, se efectúa la mutación demanial nece-
saria en un solo acto y por un mismo órgano».
51. Estipulación novena.
52. Manifestación tercera.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 379
«… y para asimismo se ruegue e interceda a Dios por nos y por los reyes
nuestros antecesores y sucesores y por el bien de nuestras ánimas y la conser-
vación de nuestro estado real».
Éste es, pues, su fin principal porque así fue querido por sus fundado-
res, y así deberá continuar siendo en los tiempos futuros 76.
Por otra parte, tal como se ha adelantado, la normativa distingue entre
las funciones de Patronato y las de Protectorado. Las primeras son las
propias de gobierno y administración. Las ejercerá 77 el Consejo de Admi-
nistración del Patrimonio Nacional. Como ya se adelantó, el contenido de
74. En este sentido, puede tomarse como ejemplo la historia económica y jurídica del
Real Patronato de las Descalzas Reales que relata C. García López, Real Capilla y Monasterio
de las Descalzas Reales…, cit., 145-158, el modo en que fue afectado por las desamortizacio-
nes del siglo XIX y el trance de la devolución de los bienes, el paso por las dos Repúblicas,
régimen del General Franco, y actual situación en Patrimonio Nacional.
75. Á. Atienza, Tiempos de conventos, Marcial Pons-Universidad de La Rioja, Madrid
2008, 127, continuando la autora con la siguiente interpretación: «aquí se refleja la parte
personal, la que estuvo detrás impulsando la mayor parte de las empresas conventuales en
toda España durante la Edad Moderna, convirtiéndolas en obras al servicio de la salvación
de las almas de sus fundadores y en las que, igual que aquí, era muy habitual incorporar
también como beneficiarios de las oraciones y sufragios de los religiosos a los miembros de
la familia. Naturalmente en ese caso, las oraciones y ruegos debían también orientarse a la
conservación de “nuestro estado real”. El alma y el estado: sin duda los dos elementos de
más peso y valor para cualquier soberano del Antiguo Régimen».
76. Podríamos mencionar otros ejemplos. Así encontramos el fin fundacional del Con-
vento de Santa Clara de Tordesillas, tal como lo deseó la Infanta Doña Beatriz: «rogar a Dios
y a Santa María por la vida y por el estado de dicho Señor Rey Don Pedro, y por su salud,
y porque la de victoria contra sus enemigos, y otrosí al fin de salvación para su alma, y por
las almas del dicho Infante don Alfonso, mío hermano, y de la dicha Reina Doña María, mi
madre, y por mi vida y mi salud», según aparece en F. Diez Moreno, El régimen jurídico de
los Reales Patronatos…, cit., 43. Por motivos semejantes se fundó también el Real Monasterio
de la Encarnación, como puede comprobarse en M. T. González Alarcón, Los fundadores,
en Vv.Aa., Real Monasterio de La Encarnación de Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia,
Patrimonio Nacional, Fundación BBVA, Madrid 2005, 139.
77. Artículo 48 del RPN.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 385
78. Artículo 49 RPN.
79. Así lo hace F. Diez Moreno, de quien tomo la idea que explica en Idem, El régimen
jurídico de los Reales Patronatos…, cit., 41.
80. F. Diez Moreno, El régimen jurídico de los Reales Patronatos…, cit., 39 y 41.
386 Alejandro González-Varas Ibáñez
81. Artículo 55 RPN.
82. Artículo 57 del RPN.
83. Según este artículo, «si por haber expirado el plazo durante el cual funcionaban
legalmente, o por haber realizado el fin para el cual se constituyeron, o por ser ya imposible
aplicar a éste la actividad y los medios de que disponían, dejasen de funcionar las corpo-
raciones, asociaciones y fundaciones, se dará a sus bienes la aplicación que las leyes, o los
estatutos, o las cláusulas fundacionales, les hubiesen en esta previsión asignado. Si nada se
hubiere establecido previamente, se aplicarán esos bienes a la realización de fines análogos,
en interés de la región, provincia o Municipio que principalmente debieran recoger los be-
neficios de las instituciones extinguidas».
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 387
84. M. González Cristóbal, Colegio de Nuestra Señora de los Remedios. Copatronato del Co-
legio de Doncellas Nobles de Toledo. Patrimonio Nacional, Madrid 2004, 11. Con más extensión
torno a la vida del Cardenal Silíceo y la fundación del Colegio, vid. ibid, 9-16.
85. Recoge algunos de los puntos de la Real Cédula de confirmación y ampliación de
las Constituciones y Nuevas Ordenanzas del Colegio de Doncellas nobles de 1566 L. Santa-
laya Heredero, El Colegio de Doncellas Nobles de Toledo. Algunos puntos de sus Constituciones,
Espacio, Tiempo y Forma, Serie IV, 7 (1994) 355-364. Asimismo, E. Pedraza Ruiz, El Colegio
de Doncellas Nobles: una institución en inminente peligro, Toletum, 19 (1986) 9-44.
86. M. González Cristóbal, Colegio de Nuestra Señora de los Remedios…, cit., 11.
87. Puede ampliarse la información sobre este tema en http://www.abc.es/hemeroteca/
historico-13-10-2001/abc/Toledo/la-conversion-en-residencia-del-colegio-de-doncellas-nobles-de-
toledo-respeto-la-voluntad-de-su-fundador_52934.html
388 Alejandro González-Varas Ibáñez
88. Real Decreto 913/1999, de 21 de mayo, por el que se declara bien de interés cultural,
con la categoría de monumento, el Colegio de Doncellas Nobles en Toledo, en BOE n. 132,
de 3 de junio de 1999.
89. Decreto de 1 de abril de 1940, disponiendo se alcen Basílica, Monasterio y Cuartel
de Juventudes, en la finca situada en las vertientes de la Sierra de Guadarrama (El Escorial),
conocida por Cuelgamuros, para perpetuar la memoria de los caídos en nuestra gloriosa
Cruzada, en BOE de 2 de abril.
90. BOE n. 226, de 5 de septiembre de 1957. Tras su aprobación, se dio cuenta a las
Cortes de este Decreto-Ley.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 389
que deberá elevarle una propuesta sobre el régimen jurídico de los bienes
integrados en el patrimonio de la Fundación y sobre las situaciones jurí-
dicas derivadas del mencionado Decreto-Ley 101.
El nuevo real decreto aún no se ha dictado. No obstante, sí ha sido
nombrada una comisión por Orden del Ministerio de la Presidencia de 27
de mayo de 2011 102. Sin embargo, este hecho no parece obedecer tanto a
la necesidad de ofrecer una respuesta al estatuto jurídico del Valle de los
Caídos tal como viene indicado en la LPN desde 1982, como a la inter-
posición entre esta ley y el posible nuevo real decreto de la Ley 52/2007,
popularmente conocida como «Ley de la Memoria histórica» 103. De hecho,
la Orden por la que se crea la Comisión se centra en las orientaciones que
ofrece esta última ley mencionada, haciendo solamente una referencia re-
sidual a la LPN y su previsión de dictar un nuevo reglamento 104. En efecto,
el trabajo de la «Comisión sobre el futuro del Valle de los Caídos», creada
por la voluntad del Gobierno 105 para estudiar esta cuestión, ya no quedará
circunscrito a los aspectos técnicos que indicaba la LPN para facilitar su
integración en Patrimonio Nacional, sino que quedará mediatizado por
lo establecido en la Ley 52/2007 que, más allá de resolver ese tipo de as-
pectos, pretende revisar la Historia de España y colmar una serie de ex-
pectativas que trascienden lo jurídico 106. Analicemos pues, cuáles son los
109. En relación con la repercusión que puede tener la Ley de Memoria Histórica sobre
el patrimonio arquitectónico –no sólo en el Valle de los Caídos, sino en términos generales–
cfr. A. Muñoz Cosme, Arquitectura y Memoria. El Patrimonio Arquitectónico y la Ley de Memoria
Histórica, Patrimonio Cultural de España, 1 (2009) 83-102.
110. A los efectos de retirar símbolos de la época de Franco de los bienes de la Adminis-
tración General del Estado, el Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio de Cultura,
adoptó un acuerdo en su reunión de 31 de octubre de 2008, que puede consultarse en la
Orden CUL/3190/2008, de 6 de noviembre de 2008, BOE de 7 de noviembre. Sobre esta
cuestión, cfr. L. Lafuente Batanero – I. Ortega Fernández, El régimen jurídico de la Memoria
Histórica, Patrimonio Cultural de España, 1 (2009) 123-138. J. A. Martín Pallín, Eliminación
de los símbolos y monumentos de la Dictadura, en el mismo volumen citado, 61-82, con un sen-
tido claramente crítico hacia la presencia de estos símbolos.
111. En relación con la «condición dual» de las obras de arte como documentos y su
correspondiente valor histórico, y como unidades de imagen y su valor artístico, cfr. I. Gon-
zález-Varas Ibáñez, Conservación de bienes culturales, Cátedra, Madrid 52006, 49-53.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 395
112. En relación con el carácter simbólico de la cruz, véanse los criterios aducidos para
la selección de los proyectos de construcción, en Concurso de anteproyectos para una gran
Cruz Monumental, convocado por el Patronato del Monumento Nacional a los Caídos, RNA, 18-19
396 Alejandro González-Varas Ibáñez
Si tenemos en cuenta que estamos ante una cuestión aún sensible –como
se ha podido explicar en las páginas precedentes‒, tal vez la actitud más
prudente sea la de no modificar nada. De otro modo, se abre la posibili-
dad de mantenerlo igualmente dentro de Patrimonio Nacional, para lo
cual se abren otras dos vías posibles. Una es su conversión formal en un
Real Patronato como los demás existentes, lo que no sería nada forzado
habida cuenta de que su funcionamiento y espíritu es realmente cercano.
La otra opción consiste en su incorporación al conjunto de bienes afecta-
dos al uso y servicio del Rey y de la Familia Real a que se refiere el artículo
4 LPN, si bien se muestra como una solución más compleja y menos acon-
sejable por motivos técnico-jurídicos. En último lugar, podría valorarse la
posibilidad de desvincular al Valle de los Caídos de Patrimonio Nacional
o de cualquier otro modo de titularidad pública, trasladando la propiedad
a la Orden de San Benito y rigiéndose en el mayor grado posible por el
Derecho canónico. Esta opción permitiría que no se ejecutaran algunas de
las propuestas presentadas por la Comisión de expertos que dificultarían
algunas de las actividades de la comunidad benedictina cuando no su
expulsión del Valle de los Caídos. Si la vinculación al Estado puede llegar
a reportar estos efectos, podemos plantearnos la conveniencia de seguir
vinculado a él. No obstante, esta opción es presenta dos dificultades en
su ejecución 117. Por una parte, se aleja del espíritu fundacional, ya que es
cierto que la voluntad original consistía en que estuviera incorporado al
Patrimonio Nacional pues esto lo asemejaba a otras fundaciones históricas
que ya hemos estudiado. En segundo lugar, se presenta el serio problema
del mantenimiento material del recinto, dado que esta tarea exige unas
cuantiosas sumas de dinero. Por elevado que sea el número de visitantes,
las ayudas públicas que podría haber en cada momento, o los convenios
con Administraciones públicas o con empresas privadas que pudieran fir-
marse, hacen que esta opción haya de valorarse con prudencia.
117. A. González-Varas Ibáñez, El Valle de los Caídos y su régimen jurídico…, cit., 29-35.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 399
Desde los años treinta del siglo XX los gobiernos españoles crearon va-
rios patronatos sobre monasterios en los que, en ese momento, no había
vida monacal como consecuencia de las desamortizaciones del siglo XIX y
la exclaustración resultante. Los que no lograron venderse continuaron en
manos del Estado y en los momentos que hemos indicado deciden crear
patronatos con el fin de garantizar la conservación del monumento, pre-
A estos datos hay que unir que, en alguna ocasión, el Estado incluso
ha cedido la nuda propiedad de monasterios a las Órdenes religiosas que
originariamente ostentaron este derecho. Este ha sido el caso de la cesión
gratuita del monasterio de Santa María de los Ángeles de El Puig (Valen-
cia) a la Orden de la Merced, fundado en 1238 por el rey Jaime I de Aragón
para celebrar la decisiva batalla para reconquistar Valencia. A esta Orden
fundada por San Pedro Nolasco –quien sugirió al rey la idea de construir
este conjunto monástico‒ perteneció hasta la incautación del Estado en el
siglo XIX a través de las leyes desamortizadoras. En 1948 el Estado cedió
el usufructo a la Orden, y a través de la Ley 64/1967 140 le traslada la nuda
propiedad.
161. Ley de 3 de junio de 1940 por la que se constituye la institución autónoma con per-
sonalidad jurídica y patrimonio propios, dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores,
a la Obra Pía de los Santos Lugares y reorganizando la Junta de Patronato de la misma, en
BOE de 9 de junio de 1940.
162. En efecto, junto a la regulación de la secular Obra Pía, el Estado español erigió el
Consejo Superior de Misiones mediante Orden del Ministerio de Asuntos Exteriores de 5
de marzo de 1940. En él estarían representadas todas las órdenes misioneras españolas. Su
misión consistía en asesorar a ese Ministerio en relación con el apoyo y ayuda que había
de prestar el Estado a las misiones y a los misioneros españoles en el aspecto cultural de su
actividad, pues su acción civilizadora, tanto en la Historia como en ese momento, habían
contribuido a mantenimiento del sentido de la «Hispanidad en las Naciones que constitu-
yeron el Imperio español». Asimismo, se restablece la Agencia General de Preces a Roma
–suprimida en 1931– mediante Orden del Ministerio de Asuntos Exteriores de 7 de marzo
de 1942. Aparte de las funciones desarrolladas a través de estas instituciones, ese Ministe-
rio tenía competencia, en esos momentos, sobre otras cuestiones como las dotaciones de
personal y material de los vicariatos apostólicos de Fernado Poo y de Marruecos, según J.
Soto de Gangoiti, La Santa Sede y la Iglesia Católica en España, Ministerio de Justicia, Madrid
1942, 122-132.
163. Más recientemente el ministro de Asuntos Exteriores ha delegado la presidencia
de la Obra Pía en la Subsecretaria de Asuntos Exteriores y de Cooperación a través de la
Orden AEC/3813/2007, de 3 de diciembre, en BOE n. 309, de 26 de diciembre de 2007.
164. Artículo 4 de la Ley de 3 de junio de 1940. Su composición y funciones están esta-
blecidas en ese mismo lugar y en su modificación por Decreto-Ley de 20 de abril de 1951,
en BOE n. 117, de 27 de abril. Se modificó posteriormente mediante Orden ministerial de 30
de abril de 1953, en BOE n. 163, de 12 de junio, y por decreto 2509/1977, de 5 de agosto, en
BOE n. 234, de 30 de septiembre. El número de vocales natos se amplió mediante Orden del
Ministerio de Asuntos Exteriores de 4 de agosto de 1986, en BOE n. 225, de 19 de septiem-
bre, debido al reciente establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel y el previsible
incremento de las actividades de la Obra Pía en Oriente Medio. El resultado final, tal como
también lo reflejan las órdenes ministeriales por las que se publican las cuentas anuales de
la Obra Pía, es que la Junta de Patronato está integrada por:
A) Su Presidente, que será el Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, con la
facultad de delegar en el Subsecretario del Departamento.
B) El Vicepresidente de la Junta: el Rector de San Francisco el Grande, de Madrid.
C) Los vocales natos, que son: 1. Director General de Política Exterior para el Medite-
rráneo, Oriente Próximo y África del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. 2.
Director General del Servicio Exterior, del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Coopera-
ción. 3. Director General de Relaciones Culturales y Científicas del Ministerio de Asuntos
412 Alejandro González-Varas Ibáñez
Exteriores y de Cooperación. 4. El Jefe de Área de Relaciones con la Santa Sede y Obra Pía
del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, que actúa como Secretario de la
Junta. 5. Un Franciscano versado en asuntos de Tierra Santa. 6. El Abogado del Estado, Jefe
del Servicio Jurídico del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación. 7. Un Francis-
cano versado en asuntos de Marruecos. 8. Un Funcionario de la carrera diplomática en el
que concurra la circunstancia de haber sido cónsul de España en Tierra Santa o Marruecos
o haber desempeñado la Jefatura de la Dirección de Obra Pía del Ministerio de Asuntos
Exteriores.
D) Seis vocales electivos.
165. Así lo establece el artículo 13.2.k) del real decreto 1748/2010, de 23 de diciembre,
por el que se desarrolla la estructura orgánica básica del Ministerio de Asuntos Exteriores y
de Cooperación, en BOE n. 12, de 14 de enero de 2011.
166. Así lo indica la Orden AEC/1842/2012, de 12 de junio, por la que se publican las
cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén del ejercicio 2010, en
BOE n. 203, de 24 de agosto de 2012. En iguales términos, la Orden AEC/3225/2011, de 14
de noviembre, por la que se publican las cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos Lu-
gares de Jerusalén, del ejercicio 2009, en BOE n. 284, de 25 de noviembre de 2011. También
incluye información sobre la cuantía de las subvenciones destinadas a las entidades y misio-
neros en Tierra Santa y Marruecos, y las actividades que realizan, especialmente atención
a desvalidos y escolarización de niños. En relación con las actividades de la Obra Pía vid.
también las órdenes anteriores por la que se publican sus cuentas anuales, como la Orden
AEC/371/2009, de 6 de febrero, por la que se publican las cuentas anuales de la Obra Pía de
los Santos Lugares de Jerusalén, correspondientes al ejercicio 2006, en BOE n. 45, de 21 de
febrero de 2009; Orden AEC/266/2010, de 28 de enero, con las cuentas del ejercicio 2008, en
BOE n. 38, de 12 de febrero de 2010; Orden AEC/946/2009, de 6 de abril, sobre el ejercicio
de 2007, en BOE n. 93, de 16 de abril de 2009; resolución de 29 de diciembre de 2006 con las
cuentas de 2005, en BOE n. 50, de 27 de febrero de 2007; resolución de 8 de febrero de 2006,
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 413
5.2. La situación histórica en Oriente próximo hasta el acuerdo entre España
y la Santa Sede de 1994
sobre el ejercicio de 2004, en BOE n. 74, de 28 de marzo de 2006. Entre estas actividades se
encuentra la colaboración en el sostenimiento de entidades ligadas a su Historia y activida-
des como colegios franciscanos, misiones de esta Orden y el rectorado de la basílica de San
Francisco el Grande, propiedad de la Obra Pía, según se indica en la Orden mencionada
de 2008. La Ley de 3 de junio de 1940 identifica en su preámbulo los bienes y actividades
que están bajo su responsabilidad: la iglesia-museo de San Francisco el Grande de Madrid,
construida a expensas de la Obra Pía. Atiende asimismo a las necesidades de los colegios de
misioneros de Santiago y de Chipiona, destinados a la preparación del personal franciscano
que ha de servir en Marruecos y Palestina, el sostenimiento de las misiones en Marruecos, y
también de la pequeña iglesia y escuela de Argel; el Hospicio español de Constantinopla y
los establecimientos que denomina «netamente españoles» de Tierra Santa, que son los de
San Juan in Montana, Pera, Jaffa, Ramleh y Nicosia en la isla de Chipre. En 1946 se amplía
la propiedad de San Francisco el Grande mediante la cesión de otros edificios anejos, a
través de la Ley de 18 de octubre de 1946, en BOE de 20 de diciembre. Todo esto ha de ser
interpretado actualmente a la luz de los acontecimientos históricos que se han producido
desde 1940, y de la firma del acuerdo de 1994 entre España y la Santa Sede para resolver el
contencioso en torno a la propiedad de los bienes cuya propiedad se discutía entre el Estado
y la Custodia de Tierra Santa.
167. Resolución de 8 de febrero de 2006, de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jeru-
salén, por la que se publica el resumen de las cuentas anuales, correspondiente al ejercicio
2004, en BOE n. 74, de 28 de marzo de 2006.
168. BOE n. 179, de 28 de julio de 1995. En relación con este acuerdo véanse los estudios
realizados por C. Corral, Acuerdo entre el Reino de España y la Santa Sede sobre Asuntos de
interés común en Tierra Santa y Anejo, REDI, vol. XLVII, 2 (1995) 535-545, también en Idem,
Acuerdos España-Santa Sede (1976-1994), BAC, Madrid 1999, 537-557. C. Corral Salvador-S.
Petschen, Concordatos vigentes, Fundación Universitaria Española, Madrid 1996, tomo III,
273-284. P. García Barriuso, El acuerdo entre el Reino de España y la Santa Sede sobre asuntos
de interés común en Tierra Santa (21 de diciembre de 1994), en E. Gil – C. Corral (eds.), Del
Desencuentro a la Comprensión. –Israel-Jerusalén-Iglesia católica–, Universidad Pontificia de
Comillas, Madrid 2001, 345-422. Un estudio más reciente sobre este acuerdo, sus orígenes
históricos y las materias relacionadas, como el patronato histórico de los reyes de España, lo
414 Alejandro González-Varas Ibáñez
acuerdo pretende resolver, entre otros asuntos a los que haremos referen-
cia, problemas suscitados en torno a la propiedad de algunos bienes ubi-
cados en Tierra Santa, pues era preciso definir si le correspondía a la Obra
Pía o a la Custodia. Por ello podemos decir que, tras su entrada en vigor,
ha quedado mejor definida la función de la Obra Pía de los Santos lugares
y los bienes de que es propietaria, así como su relación con la Santa Sede
y la Custodia de Tierra Santa.
Conviene identificar a los sujetos que han participado en el momento
presente y en tiempos anteriores en el debate sobre la titularidad de estos
bienes y materias conexas. Por una parte, encontramos la Custodia de
Tierra Santa. Con este nombre identificamos «el conjunto de elementos
personales y materiales de una circunscripción eclesiástica en la Orden
franciscana, como la configura la legislación particular y especial del De-
recho Eclesiástico, para el fin específico que tiene asignado esa persona
jurídica en los Santos Lugares, por comisión de la Santa Sede» 169. Fue
una de las dos Custodias pertenecientes a la Provincia franciscana de
Siria o Tierra Santa erigida en el Capítulo General de Narbona del año
1260, si bien la presencia franciscana en Tierra Santa se constata desde su
llegada a Ptolemaida (Acre) entre 1217 y 1219 170. Desde ese momento, y
atravesando diferentes vicisitudes históricas, ha continuado funcionan-
do hasta nuestros días. Interesa indicar que desde el concilio Vaticano II
–y, en el caso que analizamos, la reforma de las Constituciones Genera-
les de la Orden Franciscana en 1968‒ se va produciendo una paulatina
desaparición de los privilegios históricos que ostentaban en Tierra Santa
países de tradición cristina 171, entre los que cobraba particular relevancia
España. Veamos a continuación de qué modo ejercía nuestra nación esa
influencia.
Desde sus inicios, la Custodia recibió la protección de las coronas ara-
gonesa y napolitana y, después de Aragón y Castilla y de España, proceso
ofrece R. Palomino, El Acuerdo entre el Reino de España y la Santa Sede sobre asuntos de interés
común en Tierra Santa. Una perspectiva histórico-jurídica, diez años después, www.iustel.com,
Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado ‒RGDCDEE‒, nº
2 (2003).
169. P. García Barriuso, España en la Historia de Tierra Santa. Ministerio de Asuntos
Exteriores, Madrid, tomo I, 1992, 3. Idem, El acuerdo entre el Reino de España…, cit., 418.
170. F. Del Buey – C. Alvi, Orígenes de la Custodia de Tierra Santa, AIA, 250-251 (2005) 11.
171. Una síntesis de la evolución histórica de la Custodia de Tierra Santa, vid. R. Pa-
lomino, El Acuerdo entre…, cit., 2-6. Con una amplitud mayor, véanse los dos tomos que
componen la obra España en la Historia de Tierra Santa, cit., de García Barriuso.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 415
176. R. Palomino, El Acuerdo entre…, cit., 12. Nos basaremos en las páginas 12 y ss. de
este estudio para continuar esta exposición.
177. En relación con los cargos reservados a franciscanos en Tierra Santa, vid. P. García
Barriuso, El acuerdo entre el Reino de España…, cit., en particular, 349-353.
178. P. García Barriuso, El acuerdo entre el Reino de España…, cit., 364.
179. García Barriuso formula la cuestión y su respuesta en los siguientes términos:
«¿cabe admitir que sea legítima la reclamación del dominio sobre esas casas que viene sien-
do planteada por España, y nunca reconocida por la Custodia ni por la Santa Sede? El pleito
ha podido prolongarse durante siglos porque España nunca ha podido presentar docu-
mentos convincentes a su favor, directamente probatorios, de su derecho de propiedad, y
sólo pruebas indiciarias, pero no vehementes, de su pretendido derecho. Por ser así, está en
peor condición que la otra parte, a la que favorece el hecho proclamado en los Estatutos de
Benedicto XIV según los cuales ‘todos los Conventos y Hospicios de la Custodia son comu-
nes’ [es decir, pertenecen] a todos los frailes de cualquier nación que fueren […]. A falta de
documentos fehacientes que puedan demostrar un título de propiedad, España ha alegado
una serie de hechos y gestos, acreedores a la gratitud eterna de la Custodia de Tierra Santa,
pero que no constituyen necesariamente unas pruebas del derecho que pretenden poseer
sobre esas casas, cuya propiedad reclama», en P. García Barriuso, El acuerdo entre el Reino
de España…, cit., 368, deteniéndose en las páginas siguientes a examinar el modo en que
fueron adquiridos los inmuebles de propiedad discutida.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 417
jurídicas, por lo que el Estado tuvo que servirse de personas físicas como
intermediarias para adquirir esos bienes –en numerosos casos religiosos
franciscanos españoles.
A todo ello se añade la nueva situación canónica y política que apare-
ce en el siglo XIX. Por una parte, Tierra Santa pasa a estar en lo político
bajo protectorado francés, lo que le permite ejercer influencia en todos
los ámbitos incluido el patrimonial, y el riesgo de que los bienes creados
o mantenidos por España pasaran a considerarse franceses. Desde otro
punto de vista, la Santa Sede restaura en 1847 el Patriarcado Latino de
Jerusalén, y en 1853 dicta un decreto en virtud del cual el conjunto de
fondos destinados a Tierra Santa a favor de la Custodia pasan a estar bajo
la administración del Patriarcado 180, lo que disminuye la capacidad de ac-
tuación de ésta nutrida fundamentalmente de fondos españoles. España
reacciona creando el Consulado de Jerusalén el mismo año 1853 181.
El resultado de esta situación fue que España durante el siglo XIX no
pudo demostrar con documentos que los bienes discutidos son suyos y,
en cambio, la Santa Sede afirmaba que le corresponden a ella. Hubo in-
tentos de solución en 1871 ‒con las bases de negociación sentadas entre el
custodio P. Milani y el cónsul español en Jerusalén‒, 1922 –a través de las
negociaciones entre la comisión de tres cardenales nombrados por Gaspa-
rri y el Gobierno español‒, y el malogrado acuerdo entre la Santa Sede y el
Estado de 1980 182, hasta llegar al actualmente vigente de 1994.
Antes de entrar en las soluciones que ofrece este texto conviene referir,
aunque sea brevemente, que los aspectos debatidos no se han circunscrito
únicamente a los patrimoniales, sino que han abarcado otros diferentes.
Uno de ellos será pretensión española de continuar con el derecho de pre-
sentación de algunos oficios de la Custodia. Se trata, no obstante, de una
cuestión que en los últimos años no ha suscitado mayor interés. De hecho,
en el acuerdo fallido de 1980 España mostraba su voluntad de renunciar
a él 183. Otras cuestiones serán las que recuerden la presencia histórica de
180. Sobre este episodio, vid. P. García Barriuso, España en la Historia de Tierra Santa,
cit., tomo II, 259 y ss.
181. Sobre la creación de este consulado, vid. Conde de Campo Rey, Historia diplomática
de España…, cit., 77-141.
182. Cfr. P. García Barriuso, España en la Historia de Tierra Santa, cit., tomo II, 383-430
y 625-696.
183. Vid. C. Corral, Acuerdo entre el Reino de España…, cit., 536-538. En relación con este
acuerdo vid. Conde de Campo Rey, Historia diplomática de España…, cit., 508-517. P. Gar-
cía Barriuso, La Obra Pía de Tierra Santa y la sombra de un patronato, REDC, 106-107 (1981)
418 Alejandro González-Varas Ibáñez
España en Tierra Santa, como son las misas en sufragio por el Rey, y la
presencia de insignias y escudos nacionales en los inmuebles de la Cus-
todia, que también quedan resueltos en el acuerdo de 1994. Analicemos,
pues, estas cuestiones.
189-213. Sobre el mismo y otros antecedentes inmediatos del alcanzado en 1994, vid. con
mayor extensión Idem, El acuerdo entre el Reino de España…, cit., 401-416.
184. Artículos 2 a 7 del acuerdo de 1994.
185. Artículo 8 del acuerdo de 1994.
186. Artículo 3 del anexo del acuerdo de 1994.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 419
anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009, en BOE n. 284,
de 25 de noviembre de 2011.
190. Orden AEC/3225/2011, de 14 de noviembre, por la que se publican las cuentas
anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009, en BOE n. 284,
de 25 de noviembre de 2011. Tanto este inmueble, como la parcela edificable de 1353 m² del
barrio Husseini, y las parcelas de Beit Safafa de 1090 y 1133 m², se encuentran inscritas en
el registro de la propiedad a nombre de la Obra Pía. La Casa Betania, también en Jerusalén,
que era de propiedad de la Obra Pía, se la cedió a la Conferencia Episcopal Española con
destino al Colegio-Residencia de Estudios Bíblicos. Todo ello según P. García Barriuso,
España en la Historia de Tierra Santa, cit., tomo II, 736.
191. Orden AEC/266/2010, de 28 de enero, por la que se publican las cuentas anuales de
la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, correspondientes al ejercicio 2008.
192. Explica los motivos que han impedido su enajenación hasta la fecha de su inves-
tigación R. Palomino, El Acuerdo entre…, cit., 48-50. Se detiene en la adquisición de estos
lugares por parte de España o, en su caso, de la Custodia, y también de los problemas de-
rivados para la ejecución del acuerdo de 1994 P. García Barriuso, El acuerdo entre el Reino
de España…, cit., 366 y ss., deteniéndose en concreto en el caso de los inmuebles en Ramleh,
San Juan de la Montaña (Ain Karem), el convento y propiedades de Jaffa, el convento e
iglesia de Pera (Constantinopla), casas en Nicosia, el convento de Damasco y la Casa de
España en Esta ciudad. Sobre el modo de ejecutar el acuerdo, vid. ibid., 420-422. Sobre el
origen histórico de estos bienes, con más detalle, Idem, España en la Historia de Tierra Santa,
cit., tomo II, 441 y ss.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 421
Obra Pía que no sirven a los fines de la institución ni tengan ningún in-
terés histórico, cultural o económico de entidad. De este modo, en el año
2007 se enajenó la «Casa Consular de Jaffa» en Tel Aviv-Yafo, (Israel); en
2008 se han vendido la «Casa Sdomi», también en Jaffa o Tel Aviv-Yafo, a
un particular 193.
La conclusión que podemos obtener del acuerdo de 1994 es que, tras su
firma, «se pone fin al contencioso entre la Obra Pía de los Santos Lugares
y la Custodia de Tierra Santa, se deslindan los bienes de ambas respecto a
los históricamente vinculados con España, se acentúa la presencia diplo-
mática y consular de España en Tierra Santa, y la Obra Pía podrá seguir
cumpliendo con su propia y peculiar finalidad, cual es la de contribuir al
sostenimiento y conservación de los Santuarios de la Custodia de Tierra
Santa» 194, lo que no puede hacernos olvidar que estas funciones se pueden
también trasladar a Marruecos habida cuenta de la presencia y funciones
paralelas que desarrolla allí la Obra Pía de los Santos Lugares, aunque
sea ésta una cuestión que queda fuera del acuerdo de 1994, centrado en la
situación de Tierra Santa.
Existe otro conjunto de bienes que son propiedad de la Obra Pía de los
Santos Lugares que se encuentran en otras áreas territoriales. Se trata, en
concreto, del convento de San Francisco el Grande de Madrid, y varios es-
pacios en Marruecos que se hallan cedidos en su mayoría al Arzobispado
de Tánger o al Estado marroquí para tender finalidades humanitarias y
sociales o como centros educativos 195. Se trata de los siguientes cuyo uso,
salvo los dos primeros, se encuentra cedido:
196. «En la escritura de adquisición consta que el solar fue adquirido por la Obra Pía
por escritura de 11 de enero de 1896 y los edificios se construyeron gracias a un donativo
de 300.000 (ilegible) del Marqués de Casa Riera para establecer dos colegios con edificios,
uno para escuela de niños y otro para escuela de niñas. El pabellón de niñas lo regentan las
misioneras franciscanas de la Inmaculada Concepción y desde marzo de 1972 el pabellón de
niños está cedido a las autoridades educativas marroquíes. La Obra Pía carece del dominio
efectivo sobre la propiedad, tanto sobre el pabellón cedido a las autoridades marroquíes
como el cedido a las misioneras. La Obra Pía no cuenta con inscripción registral alguna a
su favor», en Orden AEC/3225/2011, de 14 de noviembre, por la que se publican las cuentas
anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009. También en
Orden AEC/1842/2012, cit.
197. Según la Orden AEC/3225/2011, de 14 de noviembre, por la que se publican las
cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009, «fue
adquirida en 1902 junto con la casa del Marchán. No está inscrita en el Registro de la Propie-
dad. En el inmueble están instaladas las Hijas de la Caridad, que regentan en el Convento el
Hogar Infantil padre Lerchundi para la atención de menores en riesgo de exclusión social,
por lo que el inmueble consta como patrimonio entregado en cesión. La Obra Pía carece del
dominio efectivo sobre la propiedad y de inscripción registral alguna a su favor, sin per-
juicio de que la Obra Pía haya llevado a cabo acciones que manifiestan su dominio sobre el
bien como obras de restauración o la autorización por escrito a las Hijas de la Caridad para
su empleo como Hogar Infantil». En los mismos términos, Orden AEC/1842/2012, cit.
198. «Fue adquirida por la Obra Pía el 28 de abril de 1871. Aunque se posee la escritura
de compraventa no está inscrita en el Registro de la Propiedad. Tras haber estado próximo
a la ruina, ha sido recuperada por el Arzobispado de Tánger y está siendo utilizada por
las Misioneras de Calcuta para la atención de fines sociales (atención de madres solteras
y guardería). La Obra Pía carece del dominio efectivo sobre la propiedad y de inscripción
registral alguna a su favor, sin perjuicio de que el Arzobispado de Tánger reconoce la pro-
piedad de la Obra Pía sobre el inmueble. Por ello, el inmueble se encuentra contabilizado
como patrimonio entregado en cesión», en Orden AEC/3225/2011, de 14 de noviembre, por
la que se publican las cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del
ejercicio 2009. Así lo indica también la Orden AEC/1842/2012, cit.
199. «Fue adquirida en 1877. Aunque se conserva el documento de cesión no está inscri-
ta en el Registro de la Propiedad. Actualmente se encuentra en mal estado y ocupada, sin tí-
tulo, por alrededor de 75 personas. El Patronato de la OPSL en su reunión de 29 de enero de
2002 acordó que se iniciaran las gestiones para proceder a su retrocesión al Estado marro-
quí. Se contabiliza como patrimonio entregado en cesión», según la Orden AEC/3225/2011,
de 14 de noviembre, por la que se publican las cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos
Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009. Igualmente, Orden AEC/1842/2012, cit.
200. Según la Orden AEC/3225/2011, de 14 de noviembre, por la que se publican las
cuentas anuales de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén, del ejercicio 2009, «Fue
adquirida en 1921 a “Ensanche Oliva de Tetuán, S.A.”, a cuyo favor sigue constando la
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 423
Estos inmuebles, así como la ayuda que presta la Obra Pía a los religio-
sos españoles en Marruecos, son el testimonio de la presencia secular de
España tanto en este lugar como lo fue también en Argelia y Egipto 201. En
relación con Marruecos, nuevamente García Barriuso 202 informa que se
constata la presencia de religiosos dominicos y franciscanos desde el si-
glo XIII. A estos religiosos correspondió también desde esos momentos la
mitra episcopal tras la consagración recibida por los arzobispos de Toledo
y de Sevilla. Desde sus inicios, la misión en estos lugares la han llevado a
cabo religiosos españoles ‒especialmente franciscanos‒ salvo determina-
dos períodos entre mediados del siglo XV y del XVI en que el protagonis-
mo lo adquirió Portugal como consecuencia de la conquista de determi-
nadas plazas. Fue determinante la toma de Tánger en 1471, que pasó a ser
inscripción registral. Es utilizada por la Iglesia católica y como casa de España en Te-
tuán. Consta como patrimonio entregado en cesión». No varía su contenido en la Orden
AEC/1842/2012, cit.
201. Aun en el s. XVIII la Custodia de Jerusalén tenía cinco casas en Egipto, en concreto,
en Alejandría, Rossetto, Faium, El Cairo Viejo, y en El Cairo Nuevo. Era una misión cier-
tamente gravosa que era mantenida en buena parte por la Monarquía española hasta que
se extinguió. En relación con esta cuestión, cfr. P. García Barriuso, España en la Historia de
Tierra Santa, cit., tomo I, 449-460, 463-464, y tomo II, 61-90. En ibid., 217-282, incluye, como
propiedad de la Obra Pía en el momento de publicación de esa obra (1994) dos inmuebles
en Argel: una iglesia con unos locales en su planta baja que sirvió de alojamiento a los ca-
pellanes y una casa donde están instaladas la oficina consular y las habitaciones del cónsul
y del vicecónsul, ambos edificios rodeados por un jardín. No consta que en la actualidad
continúen perteneciendo al Estado español. En relación con la presencia actual del cristia-
nismo en Argelia cfr. D. González, La Iglesia en Argelia: arraigo, pruebas y conversiones, desde
1830 hasta nuestros días, en Vv.Aa., El Cristianismo en el Norte de África. MAPFRE, Madrid
1993, 101-119, y el capítulo del mismo autor en la misma obra titulado La Iglesia en Argelia
en la actualidad, 167-176. Véase también para un período algo más temprano J. B. Vilar, La
cultura española en Argelia, en V. Morales Lezcano (Coord.), Presencia cultural del España en
el Magreb Ed. MAPFRE, Madrid 1993, 99-118.
202. En especial en P. García Barriuso, La constitución jerárquica histórica y actual de la
Iglesia en Marruecos, en REDC, 116 (1984) 217-282. Fue el propio San Francisco de Asís quien
envió a Fr. Bernardo y otros cinco compañeros a tierras musulmanas de Al-Ándalus con el
fin de que dieran testimonio del ideal cristiano que les movía con su propia vida. Se pre-
sentaron ante el emir almohade de Sevilla Yusuf al-Muntasir. Éste les acusó de proclamar
públicamente el cristianismo y los trasladó a Marrakech donde, el 20 de enero de 1220 mu-
rieron ajusticiados. Lo mismo sucedió en 1227 con otros siete franciscanos establecidos en
Ceuta. Véase también sobre esta cuestión R. Lourido Díaz, Embajadas a Marruecos presididas
por franciscanos (s. XVII), en AIA, 250-251 (2005) 103-109. Sobre este momento cfr. asimismo
R. Lourido, La Iglesia en Marruecos del s. XIII al XIX, en Vv.Aa., El Cristianismo en el Norte de
África., cit., 75 y ss. Centrándose en el concepto que tenía San Francisco sobre la misión entre
musulmanes, vid. el capítulo de esta obra colectiva de A. Peteiro, titulado El carisma de San
Francisco de Asís en Marruecos, 239-259, de modo más significativo hasta la 243. Asimismo,
R. Lourido Díaz, La Iglesia española en el Magreb y sus aportaciones culturales, en V. Morales
Lezcano (Coord.): Presencia cultural del España…, cit., 55.
424 Alejandro González-Varas Ibáñez
sede episcopal –si bien su titular rara vez residió allí‒, correspondiendo la
potestad de nombrar esta dignidad al arzobispo de Lisboa 203. En el resto
del territorio marroquí no ocupado por cristianos, la labor evangelizadora
se mantenía solamente a través de misioneros que, por iniciativa propia
y sin directa conexión con los obispos de Tánger y Ceuta, atendían a los
cautivos cristianos en esos territorios, en ocasiones pagando su celo con
el martirio.
A principios del siglo XVII la Santa Sede crea la Congregación de Propa-
ganda Fide, encargada de la evangelización en tierras paganas, que a partir
de ese momento debería ajustarse a sus directrices. La misión de Marrue-
cos pasó, desde ese momento, a estar configurada como Prefectura Apos-
tólica 204 encomendada de forma casi constante a franciscanos españoles
de la provincia de San Diego de Andalucía, hasta el protagonismo que
adquieren los franciscanos franceses en el siglo XIX como consecuencia de
la creación en Marruecos del Protectorado francés compartido con Espa-
ña y, en tiempos más recientes, la Provincia franciscana de Santiago. Los
franciscanos practicaron una total entrega a su cometido en estas tierras
cual era el servicio espiritual y material a los cautivos de estos lugares, si
bien España no dudó en hacer uso de sus conocimientos del terrenos y
habitual conocimiento de la lengua árabe para solicitarles funciones de
enlace con Marruecos a modo de embajadores o enviados circunstanciales
cuando todavía no estaban establecidas de forma estable las relaciones
diplomáticas 205. Tras un breve tiempo de persecución musulmana a fina-
les del s. XVIII la situación se restablece como consecuencia del tratado
hispano-marroquí de 1799 que permitía, entre otros contenidos, el libre
ejercicio del culto católico a los españoles, con expreso reconocimiento de
las residencias de la misión franciscana. Este hecho permitió un floreci-
203. P. García Barriuso, La constitución jerárquica histórica…, cit., 234. La sede de Tánger
pasó a estar unida a la de Ceuta desde 1570. En relación con la penetración portuguesa en
Marruecos y sus resultados apostólicos vid. R. Lourido, La Iglesia en Marruecos del s. XIII al
XIX, cit., 83 y ss.
204. Se constata la existencia de un Vicariato apostólico en la persona del P. Fr. Diego
de Escacena, con el título de arzobispo de Staurópolis, entre 1693 y 1696 en que fallece este
religioso, retomándose la institución de la Prefectura Apostólica, en P. García Barriuso, La
constitución jerárquica histórica…, cit., 261.
205. Sobre esta actividad vid. R. Lourido Díaz, Embajadas a Marruecos presididas por fran-
ciscanos…, cit., 97-134. Idem, La Iglesia española en el Magreb…, cit., 60 y ss. Con mayor exten-
sión, Idem, El Imperio ‘Alawí de Marruecos, en J. B. Vilar – R. Lourido, Relaciones entre España
y el Magreb. Siglos XVII y XVIII, Ed. MAPFRE, Madrid 1994, 257-382.
Régimen jurídico de los lugares de culto de titularidad pública 425
6. Conclusiones
I. En este trabajo se ha examinado el régimen jurídico de varios luga-
res de culto que pertenecen al Estado y están administrados por él o por
otras entidades públicas. Podría decirse que cada uno de los inmuebles es-
tudiados tiene su historia propia y su situación jurídica concreta, lo que no
impide que se puedan agrupar en los conjuntos que aquí han sido analiza-
dos. Se trata, principalmente, de los integrados en el Patrimonio Nacional
–la mayoría de ellos dentro de un Real Patronato‒, los pertenecientes a la
Obra Pía de los Santos Lugares, y los que se encuentran administrados
por un organismo autónomo.
Las características comunes son la titularidad pública y que –al menos
todos los que están en España‒ son lugares sagrados desde el punto de
vista canónico –ya sea en su integridad, o en la parte correspondiente del
conjunto arquitectónico‒ o están destinados a otros usos religiosos como
es la vida religiosa.
Estas notas no deberían hacernos suponer que se está violando la neu-
tralidad de los poderes públicos, pues ni se produce confusión de funcio-
nes civiles y religiosas, ni se deriva de este hecho una identificación del
datos que aporta, R. Lourido Díaz, La Iglesia española en el Magreb…, cit., 47-73, como fue la
introducción de las primeras imprentas en ese territorio, o los avances médicos que indica
en la 65. Véase también J. Bover, Las bibliotecas españolas en Marruecos, en V. Morales Lezca-
no (coord.), Presencia cultural del España…, cit., 119-141.
428 Alejandro González-Varas Ibáñez
Sumario: 1. Introducción. 2. Francia. 2.1. El mapa actual de las religiones en Francia. 2.2. Las
primeras disposiciones “laicas”. 2.3. La Ley de 1905. 2.4. El régimen peculiar de Alsacia, Mosela
y los territorios de Ultramar. 2.5. El Derecho urbanístico y los lugares de culto en Francia. 2.6.
Financiación pública. 2. 7. Breve consideración sobre el régimen fiscal de los lugares de culto. 2.8.
¿Una posible reforma de la Ley de 1905? 3. Italia. 3.1. Introducción 3.2. El régimen legal de los
lugares de culto en Italia. 3.3. Financiación de los lugares de culto. 3.4. Consideraciones finales. 4.
Estados Unidos. 4.1. Introducción. 4.2. La RLUIPA (Religious Land Use and Institutionalized
Persons Act, 2000). 5. Breves consideraciones finales.
1. Introducción
El objeto de estas páginas es analizar los aspectos más relevantes del
régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos.
Tres países occidentales que al tener un sistema de relaciones entre el Es-
tado y las Confesiones religiosas tan diverso, ofrecen un amplio espectro
de cuestiones que permiten realizar un estudio comparado. El análisis del
derecho constitucional, la reglamentación urbanística, la financiación, la
jurisprudencia relativa a la materia, la dimensión cultural de los lugares
de culto, así como los conflictos que pueden surgir en el ámbito del De-
recho canónico en cada uno de los mencionados países, ofrecería materia
suficiente para elaborar una monografía.
Del mismo modo que el “legislador” toma con frecuencia ideas y mo-
delos de otros países, para implantarlos en las sucesivas leyes que preten-
den solucionar los problemas locales, el “académico” y el “jurista prácti-
co” pueden obtener del derecho comparado una base intelectual de gran
interés para la interpretación y el análisis de los distintos sistemas jurídi-
cos, y para entender e interpretar el sistema del propio país.
430 Francisca Pérez-Madrid
2. Francia
El objeto de este estudio es analizar los aspectos más relevantes del
régimen legal de los lugares de culto, a la vista de las opiniones emana-
das en los últimos años sobre la necesidad de repensar la laicidad ante la
pluralidad creciente de la sociedad francesa en relación a las creencias.
El modelo francés, que se ha considerado como un modelo duradero de
regulación jurídica laica del factor religioso, parece necesitar ciertos re-
ajustes, como sostienen algunos expertos de reconocida competencia, tal
y como se recoge en estas páginas. Sin duda, el análisis de los motivos así
como de las soluciones propuestas por quienes se cuestionan la validez de
la legislación vigente, puede aportar criterios válidos para realizar una re-
flexión similar en los países europeos vecinos. Aunque el sistema español
de relaciones entre el Estado y las Confesiones religiosas es marcadamen-
te diferente del francés, este estudio puede facilitar una crítica ponderada
de las soluciones que a veces se han postulado para promover el respeto
de la libertad religiosa en una sociedad plurirreligiosa 3.
dividuals. This has been particularly problematic in many cases in formerly communist
countries. The second case is where a dispute within a religious community leads to one
or more groups contesting ownership rights. Both types of dispute, as well as other related
issues, often involve historical and theological questions. Such disputes can be very com-
plicated and demand expertise not only on strictly legal issues involving property, but also
on technical questions of fact and doctrine. To the extent that laws deal with such issues, it
is important that they be drafted and applied as neutrally as possible and without giving
undue preferential treatment to favoured groups».
3. Cfr. acerca de la delimitación del concepto jurídico de lugar de culto, M. Rodríguez
Blanco, Libertad religiosa y confesiones, Madrid 2000, 21 y ss; J. J. Guardia, El lugar de culto
en el suelo de titularidad pública española, Cuadernos Doctorales 23 (2009) 11-50, en especial
43-44.
432 Francisca Pérez-Madrid
Decía Víctor Hugo que «en la Edad Media, el genio humano no pen-
só nada importante que no lo escribiera en piedra». En estas palabras se
encierra algo más que un mero reconocimiento de aquellos siglos en los
que se construyó un espacio cultural uniforme, “cristiano”, floreciente des-
de el punto de vista económico, y llamado por algunos “el tiempo de las
catedrales” 4. La frase del poeta evoca en cierto modo la centralidad del
lugar de culto por excelencia en dicha época, la catedral, que se conside-
raba como una obra de toda la ciudad, con profundo significado religioso
y cultural. Así, André Maurois señala: «Es un hecho incontestable que, en
Inglaterra como en Alemania, los fieles han copiado las Iglesias de Francia,
opus francigenum». Entre las razones que aporta para tal afirmación señala
el prestigio de la Francia de los Capetos, las órdenes monásticas de Cluny
y Citeaux, la autoridad de San Luis y de los príncipes franceses de Oriente,
el esplendor de la Universidad de París. «A partir del siglo XII, la catedral
llega a ser la obra de la ciudad entera. Es realmente el libro de un pueblo que
no tiene libros. Sobre los muros, sobre los pórticos se lee la verdad revelada,
mientras en los capiteles de las columnas se expresa la moral cotidiana o
los suplicios de los pecadores (…). El arte de la Edad Media no es un arte
sensual; es un arte didáctico. La catedral es todo un tratado de teología. La
música se hace para la iglesia: Misas, Réquiems, Aleluyas, y el músico es
anónimo, como el arquitecto, pues su obra no tiene otro objeto que el orar
mejor ante Dios. Todo arte es, entonces una función religiosa, una mística
de comunión con Dios, y debe representar los Divinos Misterios, los ánge-
les, los santos, los diablos, o recordar los dogmas bajo forma simbólica» 5.
Desde hace poco más de cien años, la mítica Ley de 9 de diciembre de
1905, estableció las coordenadas de un sistema de separación entre Iglesia
y el Estado en Francia que ha afectado de modo decisivo al régimen legal
de los lugares de culto hasta ahora. No obstante, como se ha señalado
con acierto, el gran público conoce mejor el contexto que el texto de dicha
norma 6.
7. A partir del dato de la asistencia “mensual”, dato que resulta algo sorprendente
puesto que se trata de un precepto dominical, estima que en Francia el porcentaje es de un
19%: http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=9503.
8. Cfr. el Informe sobre la Libertad religiosa en el Mundo, elaborada por el Departamento
de Estado de los Estados Unidos, Informe 2010.
9. En comparación, hay 45.000 iglesias católicas en el país, 3.000 lugares de culto pro-
testantes (incluyendo 1.800 locales evangélicos), 280 sinagogas y 150 pagodas o salas de
meditación budista. Por cada mezquita-edificio (90 en Francia) hay 20 salas de oración (más
de 1.800 en el Hexágono, es decir, la Francia continental). La variación de cifras se explica
debido a que las “salas de oración” son más fáciles de abrir y cerrar. Existe, en general, una
por cada departamento.
10. En la actualidad, según el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán
(CFCM) M. Moussaoui, se están construyendo entre 100 y 150 mezquitas. Pero a largo
plazo, más de 1.000 lugares de culto nuevos serían necesarios para cubrir las necesidades
de la comunidad musulmana. El equilibrio entre fieles y mezquitas podría lograrse con
3.000 mezquitas y salas de oración. J. Guénois, Le Figaro, http://www.lefigaro.fr/actualite-
france/2011/08/30/01016-20110830ARTFIG00587-les-lieux-de-culte-musulmans-ont-do-
uble-en-vingt-ans.php.
434 Francisca Pérez-Madrid
11. G. Le Bras, Le Conseil d’État régulateur de la vie paroissiale, EDCD (1950) 63-76.
12. Conseil D’état (ord. ref.), 25 agosto 2005, Commune de Massat, nº284307, Recueil
Lebon, AJDA 16 enero 2006, 91. En adelante se utilizará la abreviatura CE.
13. J. P. Machelon, Les relations des cultes avec les pouvoirs publics, Paris 2006, 17.
14. Para una profundización en la materia, vid. D. Rops, Historia de la Iglesia, 6 vol.,
Barcelona 1955, 1962; A. Fliche y V. Martin, Histoire de l’Église depuis les origines jusqu’á nos
jours, 19 vol., Paris 1934 y ss.; Vv. Aa., Histoire du catholicisme en France, 3 vol., Paris 1957-
1962; C. Poulet, Histoire de l’Église de France, 3 vol., Paris 1946-1949; H. Leclercq, L’Église
constitutionnelle, Paris 1924; A. Latreille, Napoléon et le Saint Siége, Paris 1935; S. Delacroix,
La réorganisation de l’Église de France, Paris 1962; A. Dansette, Histoire religieuse de la France
contemporaine, 2 vol., Paris 1965; H. Guillemin, Histoire des catholiques français au XIX siécle,
Paris 1947; J.-B. Duroselle, Les débuts du catholicisme social, Paris 1951; A. Latreille, Les for-
ces religieuses et la vie politique, Paris 1959; P. Raphael, La République et l’Église romaine, Paris
1948; E. Barbier, Histoire du catholicisme libéral en France, Paris 1924; G. Le Bras, Études de
sociologie religieuse, 2 vol., Paris 1955-1956.
15. La Asamblea Constituyente, por Decreto del 2 y 4 de noviembre de 1789, puso «to-
dos los bienes eclesiásticos a disposición de la Nación, a cargo de proveer de manera conve-
niente a los gastos del culto, el mantenimiento de los ministros y la ayuda a los pobres».
16. La Constitución civil del clero, votada en julio de 1790, organiza las diócesis y parro-
quias, sigue el modelo de los departamentos y cantones, y reemplaza los beneficios por el
sueldo del Estado, pretendiendo que los pastores sean elegidos por todos los ciudadanos,
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 435
sin intervención de la autoridad romana. Muchos obispos y fieles se opusieron a estas me-
didas pero Luis XVI acabó ratificando la disposición. Cfr. Ger, voz Francia, VI. Historia de la
Iglesia, II, consultada en www.canalsocial.net.
17. Vid. G. Redondo, La Iglesia en el mundo contemporáneo, Eunsa, Pamplona 1979, 2
vols.
18. Se establecía que estos edificios se pondrían a disposición de los Obispos por orden
del prefecto de cada departamento. Sin embargo, el derecho de propiedad no se llegó a
restituir efectivamente a las Entidades religiosas, y se mantuvieron como simples usufruc-
tuarios de los edificios. Concretamente la opinión del Consejo de Estado del 22 de enero de
1805 precisó que las iglesias parroquiales eran propiedad de los municipios.
436 Francisca Pérez-Madrid
19. En la Restauración se pretendió sustituir al Concordato de 1801 por otro nuevo que,
pese a haber sido firmado en la Santa Sede por los representantes del Papa Pío VII y de Luis
XVIII, nunca llegó a entrar en vigor, J. Orlandis, Ciento veinticinco años de escuela laica en
Francia, Anuario de Historia de la Iglesia, 14 (2005) 83-92.
20. La ley sobre la gratuidad y obligatoriedad escolar (1882) implicaba la neutralidad
absoluta de la enseñanza, animada en lo sucesivo de una moral puramente cívica de tipo
kantiano. Ver E. Macías Otón, La legislación reguladora del principio de laicidad en la escuela
francesa, Anales de Derecho. Universidad de Murcia, 26 (2008) 621.
21. L. Portero, En el centenario de la Ley francesa de 1905, www.iustel.com, Revista Ge-
neral de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado ‒RGDCDEE‒, nº 11 (mayo
2006) 10.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 437
22. Esta categoría ha sido utilizada con frecuencia por los musulmanes, ya que la pre-
sencia de escuelas coránicas justifica su calificación cultural, independientemente de que
la misma asociación dirija una mezquita. Cfr. B. Basdevant-Gaudemet, Estado e Iglesia en
Francia, Ibidem, 123.
23. Vale la pena releer un párrafo del documento magisterial, ya que aporta las razones
principales y de peso por las que la Jerarquía eclesiástica se opuso a dicha norma: «La ley
de la separación viola y niega el derecho de propiedad de la Iglesia. Contra toda justicia,
despoja a la Iglesia de gran parte del patrimonio que le pertenece por tantos títulos jurídi-
camente eficaces; suprime y anula todas las fundaciones piadosas, legalmente establecidas,
para fomentar el culto divino o para rogar por los fieles difuntos; los recursos que la gene-
rosidad de los católicos ha ido acumulando para sostenimiento de las escuelas cristianas y
de las diferentes obras de beneficencia religiosa, son transferidos a establecimientos laicos,
en los que normalmente es inútil buscar el menor vestigio de religión; con lo cual no sólo
se desconocen los derechos de la Iglesia, sino también la voluntad formal y expresa de los
donantes y testadores. Pero lo que nos causa preocupación especial es una disposición que,
pisoteando todo derecho declara propiedad del Estado, de las provincias o de los ayunta-
mientos todos los edificios que la Iglesia utilizaba con anterioridad al Concordato. Porque,
si la ley concede el uso indefinido y gratuito de estos edificios a las asociaciones de culto,
pone a esta concesión tantas y tales condiciones, que, en realidad, deja al poder público la
libertad de disponer totalmente de dichos edificios. Tememos, además, muy seriamente
por la santidad de los templos, pues existe el peligro de que estas augustas moradas de la
divina majestad, centros tan queridos para la piedad del pueblo francés, en quienes tan-
tos recuerdos suscitan, caigan en manos profanas y queden mancilladas con ceremonias
también profanas. La ley, por otra parte, al liberar al Estado de su obligación de atender al
culto con cargo al presupuesto, falta a los compromisos contraídos en un tratado solemne
y, al mismo tiempo, ofende gravemente a la justicia. En efecto, no es posible dudar en este
punto, porque los mismos documentos históricos lo prueban del modo más terminante:
cuando el Gobierno francés contrajo, en virtud del Concordato, el compromiso de asignar
a los eclesiásticos una subvención que les permitiese atender decorosamente a su propia
subsistencia y al sostenimiento del culto público, no lo hizo a título gratuito o por pura
cortesía, sino que se obligó a título de indemnización, siquiera parcial, a la Iglesia por los
bienes que el Estado arrebató a ésta durante la primera revolución. Por otra parte, cuando
en este mismo Concordato, y por bien de la paz, el Romano Pontífice se comprometió, en su
nombre y en el de sus sucesores, a no inquietar a los detentadores de los bienes que fueron
arrebatados a la Iglesia, puso a esta promesa una condición: la de que el Gobierno francés
se obligase a cubrir perpetuamente y de un modo decoroso los gastos del culto divino y del
clero». Carta Encíclica de San Pío X. Sobre la Separación de la Iglesia y el Estado del 11 de febrero de
438 Francisca Pérez-Madrid
1906. Como ha señalado Portero, Gasparri elaboró una especie de “Libro blanco” sobre las
causas de la fractura entre Francia y la Santa Sede en 1905. Vid. L. Portero, En el centenario
de la Ley francesa de 1905, www.iustel.com, Revista General de Derecho Canónico y Derecho
Eclesiástico del Estado ‒RGDCDEE‒, nº 11 (mayo 2006) 19.
24. Según Luis Portero, el Cardenal Gasparri dice en sus memorias que el Papa quizá no
fue acertado en su rechazo categórico de la legislación francesa, declarando incluso que lo
hizo contra la opinión mayoritaria del episcopado francés. Cfr. L. Portero, cit., 18.
25. Indirectamente le dio libertad a la Santa Sede en la elección de cargos eclesiásticos,
cfr. L. Portero, cit., 19.
26. La cursiva es mía.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 439
disposiciones que los rigen actualmente, hasta que se atribuyan sus bienes
a las asociaciones previstas por el título IV. Se refiere a las asociaciones for-
madas para sufragar los gastos, el mantenimiento y el ejercicio público de
un culto, constituidas conforme a los artículos 5 y los siguientes de la ley
del 1 de julio de 1901. Por otra parte, indica también el art. 3 que se deberá
realizar un inventario descriptivo y estimatorio por parte de agentes de la
administración 27.
Así, en el plazo de un año, a partir de la promulgación de la ley pre-
sente, los bienes muebles e inmuebles que sean de los establecimientos
públicos de culto serían traspasados por sus representantes legales, con
todas las cargas y obligaciones que las gravaran y con su afectación es-
pecial, a las asociaciones que se formaran para la organización general
del culto (art. 4). Hay que precisar que los derechos que son reconocidos a las
asociaciones litúrgicas sobre estos bienes son más restringidos que los de
un propietario de derecho común, al obligarles a mantener la afectación
al culto 28.
Serán las asociaciones cultuales, cuyo objeto es estrictamente especia-
lizado, las que tendrán el uso y disfrute de dichos inmuebles 29. Deberán
garantizar el ejercicio público del culto y suceder a los establecimientos
públicos disueltos. Estarán exentas del impuesto de bienes inmuebles
para los edificios que posean (art. 18). Estas asociaciones cultuales son en
gran parte semejantes a las regidas por la Ley de 1901, y su organización
deberá tener inspiración democrática 30. No podrán recibir subvenciones,
34. Art. 9: «A défaut de toute association pour recueillir les biens d’un établissement
public du culte, ces biens seront attribués par décret à des établissements communaux
d’assistance ou de bienfaisance situés dans les limites territoriales de la circonscription ec-
clésiastique intéressée (…)».
442 Francisca Pérez-Madrid
En 1905, los territorios del Alto Rhin, el Bajo Rhin y Mosela estaban
ocupados por Alemania por lo que la Ley de Separación no se aplicó en
esos departamentos, como tampoco en los territorios de ultramar. Así,
cuando estos territorios volvieron a formar parte de Francia, mantuvieron
el sistema de cultos reconocidos y retribuidos por el Estado. En la actuali-
dad siguen manteniendo su propia legislación local y aplican sus costum-
bres y leyes sobre los problemas específicos que se puedan plantear en
relación con los lugares de culto, entre otras cuestiones 39.
Con un estatuto jurídico especial y fiscal, los católicos, luteranos, cal-
vinistas, y los grupos judíos pueden optar por asignar una porción de su
impuesto sobre la renta a su organización religiosa en un sistema admi-
nistrado por el gobierno nacional. Por otra parte, el resto de confesiones
religiosas no tienen un reconocimiento especial. Este otro tipo de grupos
religiosos, aunque no sean obligatoriamente financiados por el Estado,
gozan en Alsacia-Mosela de ventajas nada despreciables en relación con la
“Francia del interior”. Pueden crear asociaciones según la legislación civil,
ploi. Les biens revendiqués par l’État, les départements ou les communes ne pourront être
aliénés, transformés ni modifiés jusqu’à ce qu’il ait été statué sur la revendication par les
tribunaux compétents».
39. B. Basdesvant-Gaudemet, Estado e Iglesia en Francia, en G. Robbers, Estado e Iglesia en
la Unión Europea, Nomos Verlagsgesellschaft, Baden-Baden 1996, 120 y ss.
444 Francisca Pérez-Madrid
y a la vez pueden gozar de las mismas exenciones fiscales que las asocia-
ciones de culto, siempre que su finalidad sea exclusivamente litúrgica. Del
mismo modo, tampoco hay inconveniente legal para que puedan recibir
subvenciones de las instituciones públicas. Así, en Alsacia y Mosela, los
gobiernos locales pueden proveer de apoyo financiero a la construcción
de edificios religiosos. Guardia ha destacado que se mantiene la fabrique
d´église, una institución de derecho público también presente en Bélgica
y en Quebec. Su finalidad es asegurar la conservación y las celebraciones
de un edificio de culto, además de la administración de los bienes des-
tinados al culto. La entidad pública que debe financiar las fábricas es el
ayuntamiento 40.
Por otra parte, la misma Ley de 1905, en su art. 43, 2, preveía que por
vía reglamentaria se determinarían las condiciones en las que se apli-
caría la Ley en Argelia y las colonias 41. Un decreto de 6 de febrero de
1911 sometió al régimen de la Ley a Guadalupe, Martinica y la Isla de la
Reunión. Más tarde, por decreto de 11 de marzo de 1913, se aplicó la Ley
a Madagascar, exceptuando Mayotte y las Islas Comores. Además se ha
de citar la existencia de dos decretos de 1939 llamados Decretos Mandel,
destinados a otros territorios de Ultramar. Aunque estas dos disposicio-
nes no tienen una relación directa con la materia que tratamos, vale la
pena exponer su contenido para mostrar el panorama completo del siste-
ma relaciones Iglesia-Estado en Francia. Pues bien, en el primer Decreto
se regulaba la constitución de las misiones religiosas; en el art. 2 del texto,
se exigía que la elección del presidente y los miembros de los consejos de
administración de las misiones debería someterse al representante del
Estado. En el segundo Decreto Mandel, se precisaba que para el culto
católico, cuando se trate «del mismo jefe de la circunscripción misionera,
basta que su nombramiento como presidente le sea notificado al jefe de
la colonia».
En Nueva Caledonia, Wallis y Futuna, San Pedro y Miquelón, así como
en las Tierras australes y antárticas (sin población), se aplican los dos de-
cretos Mandel.
40. Cfr. J. P. Schouppe, Derecho patrimonial canónico, Pamplona 2007, 143, nota 151. Cita
tomada de J. J. Guardia, Libertad religiosa y urbanismo. Estudio de los equipamientos de uso reli-
gioso en España, Pamplona 2010, 83 y ss. Vid. sobre la historia de las fábricas, X. Delsol – A.
Garay – E. Tawil, Droit des cultes, Lyon 2005, 105 y ss.
41. Para los regímenes vigentes en los territorios del Ultramar franceses, vid. X. Delsol
– A. Garay – E. Tawil, Droit des cultes, Lyon 2005, 98 y ss.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 445
53. Circular con fecha del 14 de febrero de 2005 a la atención de los prefectos con el ob-
jetivo de recordar a las autoridades municipales y a los representantes de las organizaciones
religiosas los principios que deben seguirse en la materia. El Ministro recuerda así que: «…
La neutralidad no significa sin embargo la indiferencia respecto al hecho religioso puesto
que a los términos mismos de la ley 9 de diciembre de 1905, la República garantiza el libre
ejercicio de los cultos bajo las únicas restricciones decretadas por la ley en interés del orden
público», A. Garay – M. M. Leal Adorna, La situation juridique des edifices pour le culte: pers-
pectives espagnole et française, Revista General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico
del Estado, 17 (2008).
54. El Consejo francés del culto musulmán está integrado por veinticinco consejos re-
gionales del culto musulmán (CRCM), que serán los interlocutores ante las prefecturas y
autoridades locales sobre cuestiones relativas al culto del Islam, como es el caso de la cons-
trucción de mezquitas. Las mezquitas registradas nombran uno o varios candidatos para
los diversos consejos regionales islámicos, que serán los que, a su vez, elijan a los represen-
tantes del consejo nacional. Se realiza un censo en cada región y en función de la superficie
de las salas de plegarias se designa un número de delegados. Es interesante tener en cuenta
que los lugares de culto son el criterio sobre el que se articula la representación de la co-
munidad musulmana. La representación regional y nacional en el seno de dicho Consejo
guarda relación directa con el número de lugares de culto.
450 Francisca Pérez-Madrid
2.6. Financiación pública
A pesar de la prohibición del art. 2 de la Ley de Separación en cuanto a
la posible subvención o retribución de los cultos 55, también se mantiene la
posibilidad de financiación de las actividades de las capellanías; el propio
art. 19 de la Ley establece que no se considerarían como subvenciones las
reparaciones de los monumentos históricos.
Además hemos citado los regímenes peculiares de los territorios del
Ultramar.
Y podemos citar más excepciones legislativas a la regla «La République
ne reconnaît, ne salarie ni ne subventionne aucun culte». La ley del 13 de abril
autoriza a las colectividades públicas a garantizar la conservación y el
mantenimiento de los edificios de culto que les pertenecen en virtud de
la ley de 1905, posibilidad que se amplió en la Ley de 25 de diciembre de
1942. Ésta permitió a las instituciones públicas que pudieran participar
en las reparaciones de lugares de culto aún en el caso de no ser la entidad
propietaria. La ley de 23 de julio de 1987 sobre el mecenazgo permitió la
deducibilidad de las subvenciones hechas a organismos religiosos.
El Consejo de Estado, en una reciente decisión del 16 de marzo de 2005,
indicó que «el principio constitucional de laicidad que… implica la neu-
tralidad del Estado y las colectividades territoriales de la República y el
trato igual de los distintos cultos, no prohíbe, por sí mismo, la concesión en
interés general y en las condiciones definidas por la ley algunas subvenciones a
actividades o equipamientos que dependen de los cultos». Aunque esta decisión
no precisa en qué medida las actividades exclusivamente de culto pueden
presentar tal carácter de interés general, contribuye a legitimar la tesis
según la cual la prohibición de subvencionar los cultos no reviste, por ella
misma, una dimensión constitucional 56.
Por otra parte, la financiación de unas dependencias culturales en un
proyecto mixto no contraviene la legislación, a pesar de que en el mismo
edificio haya un lugar de culto 57. Aunque la regla general, como decíamos
58. M. T. Areces Piñol, cit., 193-194. La resolución judicial a la que hace referencia es
la Sentencia del Consejo de Estado, de 12 de febrero de 1988, Association des résidents des
quartiers, Portugal-Italie, en L.P.A de 20 de mayo, nº61 p. 4: el Consejo de Estado consideró
que un centro cultural islámico construido por la municipalidad de Rennes, presentaba el
carácter de equipamiento público, ya que estaba formando, además de por una mezquita
con un gran patio cuadrado y abierto y por una escuela coránica.
59. F. Messner – P. H. Prélot – J. M. Woehrling (dir.), Traité de droit français des religions,
Éd. du Juris-Classeur, Paris 2003, 921.
60. En realidad, de 1800 iglesias parroquiales de la Ille de France construidas después
de 1905, 450 fueron construidas acudiendo a esta vía.
452 Francisca Pérez-Madrid
71. En la página 19 y ss, el Informe trata sobre los siguientes temas: «Faciliter la cons-
truction de nouveaux édifices du culte. Les marges de manoeuvre du législateur pour faci-
liter la construction des lieux de culte. Les solutions préconisées. Garantir l’affectation des
biens cultuel. Les édifices appartenant à une personne privée. Les édifices du culte béné-
ficiant du régime d’affectation légale. Les édifices du culte appartenant à une collectivité
publique qui ne bénéficient pas du régime d’affectation légale».
72. Sobre la reforma de la Ley, M. Flores-Lonjou, Les lieux de culte en France, Paris 2001,
191.
73. De hecho, en los ámbitos eclesiásticos franceses, no existe un especial apoyo a la
posible reforma.
74. «Los problemas han cambiado de naturaleza: los de 2005 son los opuestos a los
de 1905. Se trataba entonces de significar su permiso a una religión cuya presencia era
tan antigua como la nación y de cortar los últimos vínculos que aún le retenían; en 2005
el problema consiste en encontrar un método de integración en la sociedad para una
nueva religión que ha llegado». R. Rémond, L’invention de la laïcité de 1789 à demain, Ba-
yard 2005, 19.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 457
Por otra parte, parece deseable que si se llevara a cabo una reforma,
no se legislara de forma detallada sobre esta materia, estableciendo de
forma cuasi-exhaustiva las innumerables consecuencias administrativas
del ejercicio del culto. Si bien es verdad que se trata de un fenómeno so-
cial que se desarrolla en el ámbito social y que interesa al Estado, no se
trata de una materia que quede absolutamente sometida a su soberanía.
Por este concreto motivo, la legislación catalana sobre lugares de culto,
cuando aún no era más que un proyecto, fue mencionada en el informe
anual del 2008 sobre la libertad religiosa en el mundo de la asociación
internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada y no precisamente para alabarla.
Se afirmaba que el texto legal previsto produciría una restricción de la
libertad religiosa.
Es cierto que «las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado conlle-
van relaciones propiamente institucionales, es decir, de institución a ins-
titución. Lo cual también se puede predicar –en los términos que a cada
una corresponda, según su naturaleza– de las confesiones con las que el
Estado haya suscrito acuerdo» 75. Por tanto, en este tema, como en tantos
otros relativos al Derecho eclesiástico, debe primar el principio pacticio, la
solución acordada entre el Estado y las Confesiones como regla general
para resolver los posibles conflictos, aunque se establezca un mínimo de
base legislativa. Esperemos que sea el modo de proceder en el caso de
que efectivamente se lleve a cabo una reforma de la Ley de 1905, y por
tanto, de la regulación de los lugares de culto en Francia.
Hay que reconocer que estamos ante un modelo que ha sido duradero,
quizá porque se haya tenido en cuenta no sólo el texto sino también el
contexto por parte de los poderes públicos a la hora de aplicar la norma
que ha sido comentada en estas páginas.
Nos queda la duda de cuál será en realidad el motivo del cambio de
la Ley de 1905 si llegara a darse ¿el reconocimiento final de la utilidad
pública o del interés social de los lugares de culto? 76.
75. J. J. Guardia, La relación entre urbanismo y libertad religiosa en Cataluña: Llei 16/2009
dels centres de culte, Ius Canonicum, 51 (2011) 323.
76. M. Rodríguez-Blanco, Libertad religiosa y confesiones. El régimen jurídico de los lugares
de culto, Madrid 2000, 336-337.
458 Francisca Pérez-Madrid
3. Italia
3.1. Introducción
A diferencia de Francia, el marco constitucional de relaciones entre el
Estado y las Confesiones religiosas es muy similar al español 77. En primer
lugar la Constitución reconoce la libertad religiosa en su art. 19; por otra
parte, es un país concordatario como refiere la propia Constitución en el
art. 7 78, que cita explícitamente los Pactos de Letrán modificados en 1984.
Según el art. 8, «todas las confesiones religiosas son igualmente libres ante
la ley. Las confesiones religiosas distintas de la católica tendrán derecho
a organizarse según sus propios estatutos, siempre que no se opongan al
ordenamiento jurídico italiano. Sus relaciones con el Estado serán regu-
ladas por ley de conformidad con los acuerdos a que hayan llegado sus
respectivas representaciones». Por tanto, se reconoce la autonomía de las
confesiones, así como la posibilidad de poder establecer acuerdos con el
Estado 79. No obstante, no existe una Ley de Libertad Religiosa en Italia, a
pesar de los sucesivos intentos en sede parlamentaria 80.
La población italiana es mayoritariamente católica, con dos minorías
principales en el país: la judía y la valdense 81. Debido a la inmigración, la
comunidad musulmana se ha convertido en la segunda religión del país.
De manera estimativa se puede decir que Italia cuenta con unos 800.000
musulmanes. A diferencia de España, no existe ningún tipo de acuerdo
entre las comunidades islámicas y el Estado, y parece poco probable que
83. Así, por ejemplo, en la Ley regional del Lazio, L.R. 09/03/1990 n. 27 (B.U. 20/03/1990
n. 8) se consideran attrezzature di interesse comune di tipo religioso: «a) gli immobili des-
tinati al culto anche se articolati in più edifici; b) gli edifici e le attrezzature adibiti alla cate-
chesi, all’educazione cristiana o religiosa di altri culti, alle diverse attività pastorali connesse
all’esercizio del ministero di cura delle anime, nonché ad abitazioni dei ministri del culto
La Ley se titula “Contributi sugli oneri di urbanizzazione a favore degli enti religiosi per gli
edifici destinati al culto. Interventi regionali per il recupero degli edifici di culto aventi im-
portanza storica, artistica o archeologica. Con le modifiche introdotte dalle LL.RR. 10/2001,
del 27/02/2004 n. 2».
462 Francisca Pérez-Madrid
Como decíamos antes, las leyes regionales son las que han establecido
la regulación pormenorizada en esta materia.
Así, han determinado en ocasiones el porcentaje que se habrá de desti-
nar a lugares de equipamientos de interés común; éste varía entre las leyes
que establecen un porcentaje global, las que determinan una superficie
por habitante (que oscila entre 0,70 y 1,5 m²) y las leyes que han esta-
blecido un valor standard en cuanto a la superficie que deberán tener los
equipamientos religiosos en zonas de expansión 86.
No obstante, en la legislación regional más reciente la tendencia de
las legislaciones regionales es dejar una gran margen de discrecionalidad a
los municipios para que elaboren sus planes urbanísticos, sin que deban
seguir este tipo de criterios como punto de partida 87.
En otras ocasiones, estas leyes han delimitado conceptos clave en ma-
teria de lugares de culto y urbanismo. Por su valor ejemplificativo, es
interesante destacar que la noción de equipamiento religioso, desde el punto
de vista urbanístico, que ha sido definida por la L. R. de Liguria de 24
de enero de 1985. Según el texto serán equipamientos de interés común
de tipo religioso: los inmuebles destinados al culto aunque estén distri-
buidos en más de un edificio; los edificios destinados a la vivienda del
ministro de culto y del personal de servicio; los inmuebles destinados en
el ejercicio del ministerio pastoral a actividades educativas, culturales,
sociales, recreativos y de restauración sin ánimo de lucro. Estos equipa-
mientos han sido reconocidos como obras de urbanización secundaria,
ampliando el tenor literal de la ley estatal. La región de Lombardía ha
añadido además a esta enumeración, los inmuebles destinados a la for-
mación religiosa 88.
Pero quizá lo más llamativo de algunas leyes regionales en materia
urbanística es que atribuyen a los entes responsables del servicio religioso un
porcentaje de los ingresos de las contribuciones derivadas de los permisos de
obras, entre un 8 y un 12 % del total de los ingresos de dichas contribu-
ciones.
86. Dicho valor oscila entre 2000 y 5000 m²; hay que destacar el Veneto y la Campania
son las regiones que establecen parámetros más elevados.
87. Sobre la legislación regional, véase el artículo de A. Rocella, La legislazione regionale,
en D. Persano, Gli edifici di culto tra Stato e confessioni religiose, Milano 2018, 80-146.
88. L. R. Lombardía 9 de mayo de 1992; L. B. Basilicata 17 de abril 1987, n.9, art. 2.
464 Francisca Pérez-Madrid
El art. 5 del Acuerdo de 1984 con la Santa Sede establece una serie
de disposiciones que constituyen el marco normativo del régimen de los
lugares de culto católico. Se establece que “1. (…) los edificios abiertos al
culto no pueden ser requisados, ocupados, expropiados o demolidos si no
es por razones graves y con el previo acuerdo de la autoridad eclesiástica
competente. 2. Salvo en casos de urgente necesidad, la fuerza pública no
podrá entrar, para el ejercicio de sus funciones, en los edificios abiertos al
público sin haber dado un aviso previo a la autoridad eclesiástica. 3. La
autoridad civil tendrá en cuenta las exigencias religiosas de la población,
89. Por ejemplo la Ley Regional de Liguria 24 de enero de 1985, nº4, art. 3, 4º, la Ley de
Cerdeña 13 de junio de 1989, y la Ley Regional del Lazio de 9 de marzo de 1990, n.27, art.
3, apartado 3.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 465
94. Vid. E. De Mita, Il regime tributario, en D. Persano, Gli edifici di culto tra Stato e con-
fessioni religiose, Milano 2018, 245-254.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 467
98. En la Ley regional de los Abruzzi, se dice: L.R. 16.3.1988, n. 29: Disciplina urbanisti-
ca dei servizi religiosi. Art. 5: «In sede di attuazione dello strumento urbanistico generale le
aree destinate alle attività di cui ai precedenti commi sono ripartite tra le varie confessioni
religiose, che abbiano i requisiti indicati all’art. 1, proporzionalmente alla loro consistenza,
mediante concessione a titolo gratuito del diritto di superficie».
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 469
de asistencia pública. Por otra parte, deberán contar con un plan de au-
tofinanciación y de gestión. Se habrá de prever también que en caso de
fiestas o celebraciones religiosas en el mismo lugar, se desenvuelvan en
lugares públicos o privados alquilados para que puedan albergar a toda
la comunidad, sin lesionar de ningún modo la visibilidad de los barrios
en que están situados los lugares de culto.
Está por ver el resultado de dicha propuesta. A primera vista tal inicia-
tiva plantea algunas dudas. Como hemos visto, el panorama normativo
regional, en general, tiene una actitud de fomento y colaboración en lo
que se refiere al establecimiento de los lugares de culto. Además, la Corte
Constitucional ha declarado que a efectos de ventajas económicas, no se
puede diferenciar entre Confesiones con y sin Acuerdo. Por tanto, la po-
sibilidad de una ley que establezca requisitos especiales pensando en una
determinada confesión, aunque no lo declare expresamente, parece una
pretensión de dudosa constitucionalidad.
4. Estados Unidos
4.1. Introducción
100. Cfr. M. A. Glendon, Rights Talk. The Impoverishment of Political Discourse, (NY: The
Free Press 1991) 137-138.
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 471
101. Sin embargo, los Tribunales Federales han sido poco propensos a reconocer el ca-
rácter excluyente de las ordenazas locales. Village of Arlington Heights v. Metropolitan Housing
Dev. Corp., 429 U.S. 252 (1977).
472 Francisca Pérez-Madrid
4.2. La RLUIPA (Religious Land Use and Institutionalized Persons Act, 2000)
104. Petra Presbyterian Church v. Village of Northbrook, 1489 F.3d 846 (7th Cir. 2007). Vid.
las críticas a los efectos de la Ley formulados por B. Alden, Reconsidering RLUIPA: do religious
land use protections really benefit religious land users?, 57 UCLA LAW REVIEW (2010) 1781.
105. Vid. también M. D. Staver, Religious Land Use Law Will Force the Government to Stop
Discriminating against Religious Institutions, Liberty Counsel, 2007.
106. En el sur de Florida, en la ciudad de Surfside se aprobó una ley que prohibía que
se edificaran iglesias o sinagogas dentro de ciertos límites. Los miembros de una sinagoga
ortodoxa acudieron a los Tribunales para defender su derecho de construir la sinagoga den-
tro de la ciudad, ya que no pueden viajar en sábado. A pesar de la “carga” que suponía para
los judíos, la Ciudad rechazó abolir la Ley, y el Tribunal le dio la razón.
474 Francisca Pérez-Madrid
107. San Jose Christian Coll. v. City of Morgan Hill, 360 F.3d 1024 (9th Cir. 2004).
El régimen legal de los lugares de culto en Francia, Italia y Estados Unidos 475
108. Cfr. C.L.U.B. v. City of Chicago, 157 F. Supp. 2d 903, at 914 (N.D. Ill. Mar. 30, 2001)
[Hibbler, J.].
109. Cfr. Cottonwood v. Cypress, 218 F. Supp. 2d 1203, at 1226 (C.D. Ca. 2002).
110. J. I. Rubio, cit., 29.
476 Francisca Pérez-Madrid
nos locales sobre la regulación normativa. Del mismo modo, a través del
Community Relations Service, se ha trabajado directamente con las comu-
nidades para resolver conflictos relacionados con los lugares de culto. Y
se aporta un dato interesante: más de dos tercios de los supuestos en los
que se ha abierto una investigación, las autoridades locales han modifi-
cado sus ordenanzas o sus decisiones ante lo que podría ser una posible
violación de la RLUIPA. Los casos pueden clasificarse en tres categorías
fundamentales: aquellos en los que alegaba un ánimo discriminatorio por
parte de la autoridad ante la posibilidad de que un grupo instalara un
lugar de culto; los casos en los que los lugares de culto han sido despla-
zados, y donde había otro tipo de lugares de reunión como clubs, aloja-
mientos, o centros comunitarios; y supuestos donde los entes locales han
exigido cargas importantes sobre el ejercicio de la libertad religiosa a las
confesiones, escuelas religiosas, o servicios sociales impulsados por orga-
nizaciones religiosas.
113. No corresponde ahora proceder a este análisis, por otra parte ya comenzado en
diversos estudios por parte de especialistas en la materia. Vid. J. J. Guardia, Comentarios
al proyecto de Ley de reforma de la Ley de centros de culto de Cataluña, www.iustel.com, Revista
General de Derecho Canónico y Derecho Eclesiástico del Estado ‒RGDCDEE‒, nº 28 (enero
2012).
INSTITUTO MARTÍN DE AZPILCUETA* 1
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Esta Colección se propone, ante todo, ofrecer a los alumnos de los cursos de Li-
cenciatura en Derecho canónico un instrumento básico para preparar específicamen-
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2009 T. R -P El orden de los clérigos o ministros sagrados [E ]
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2005 J. O Historia de las instituciones de la iglesia católica. Cuestiones funda-
mentales (2.ª ed.) [E ]
2003 C D -L , Lecciones de derecho procesal canónico. Parte general
R. R -O [E ]
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* La información completa sobre las publicaciones del Instituto puede consultarse en la dirección web:
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1994 J. O (coord.) Tratado de Derecho eclesiástico [E ]
1993 E. L Tratado de Derecho administrativo canónico (2.ª ed.) [E ]
1991 J. C (coord.) Manual de Derecho canónico (2.ª ed.) [E ]
1987 J. H Elementos de Derecho constitucional canónico [E ] (agotado)
1980 G. F Elementos de Derecho canónico [E ]
(traduc. E. M )
1975 C D Derecho canónico (2.ª ed.) [E ]
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temas de Derecho canónico y eclesiástico. Últimos títulos publicados:
2013 J. O (ed.) Régimen legal de los lugares de culto. Nueva frontera de la libertad
religiosa. Actas del IX Simposio Internacional del Instituto Martín de
Azpilcueta (Pamplona, 9, 10 y 11 de noviembre de 2011) [E ]
2012 E. H C El Registro de Entidades religiosas. Estudio global y sistemático
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2012 A. M. R A Iglesias y organizaciones no confesionales en la Unión Europea. El
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2011 J. I. R L Hacia la primera libertad. Libertad religiosa en los EE.UU.: de las
Colonias a la Corte Rehnquist (1600-1986) [E ]
2010 J. A. F (ed.) Las asociaciones de fieles. Aspectos canónicos y civiles. Actas del
VIII Simposio Internacional del Instituto Martín de Azpilcueta
(Pamplona, 4 al 6 de noviembre de 2009) [E ]
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Constitución apostólica Ut sit [E ]
2008 D. Z El control de las enajenaciones de bienes eclesiásticos. El patrimonio
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2008 J. M. M Igualdad religiosa y diversidad de trato de la Iglesia Católica [E ]
2008 E. T Sacramenta, communio et ius. Datos históricos permanentes
[E ]
2008 J. O ; D. Z (eds.) El sostenimiento económico de la Iglesia Católica en España. Nuevo
modelo. Actas del VII Simposio Internacional del Instituto Martín
de Azpilcueta (Pamplona, 24 al 26 de octubre de 2007) [E ]
2008 J. H El ordenamiento canónico. Aspectos centrales de la construcción
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ción (2.ª ed.) [E ]
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nes esenciales del matrimonio? Historia, jurisprudencia, doctri-
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incidentes en la cuestión (2.ª ed.) [E ]
2007 R. R -O Procesos de nulidad matrimonial. La Instr. «Dignitas
J. S (eds.) connubii» Actas del XXIV Curso de Actualización en Derecho Ca-
nónico de la Facultad de Derecho Canónico (2ª ed.) [E ]
2006 M. D El domicilio canónico [E ]
2006 J.I. R La primera de las libertades. La libertad religiosa en los EE.UU.
durante la Corte Rehnquist (1986-2005): una libertad en tensión
[E ]
2005 J.Mª V El pase regio. Esplendor y decadencia de una regalía
M.Á. M [N G E ]
2005 J. H Vetera et nova. Cuestiones de Derecho canónico y afines (1958-
2004). Segunda edición remodelada [N G E -
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2005 J.I. B , J. B (eds.) Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva. Actas del VI
Simposio Internacional del Instituto Martín de Azpilcueta (Pam-
plona, 3-5.XI.2004) [E , 2007]
2004 I. J -A El Islam en España. Aspectos institucionales de su estatuto juríco
[N G E ]
2004 J. H Tempvs otii. Fragmentos sobre los orígenes y el uso primitivo de los
términos «praelatvs» y «praelatvra» [N G E -
]
2004 J. H Pensamientos de un canonista en la hora presente [N G -
E ]
2004 F. P La esencia del matrimonio a la luz del realismo jurídico [N
G E ]
2004 M. A Obediencia y libertad en la vida consagrada [N G
E ]
2003 M. R B Los convenios entre las administraciones públicas y las confesiones
religiosas [N G E ]
2003 J. H Pueblo cristiano y circunscripciones eclesiásticas [N G -
E ]
2003 J. O ; E. T ; Migraciones, Iglesia y Derecho. Actas del V Simposio del
A. V (eds.) Instituto Martín de Azpilcueta sobre «Movimientos migratorios
y acción de la Iglesia. Aspectos sociales, religiosos y canónicos»
(Pamplona, 16 y 17.IX.2002) [N G E ]
2002 J. O Fuentes, Interpretación, Personas. Estudios de Derecho canónico
[N G E ]
2002 A. V Derecho canónico territorial. Historia y doctrina del territorio dio-
cesano [N G E ]
2002 R. R -O La demanda judicial canónica [N G E ]
2002 J. H Coloquios propedéuticos sobre el derecho canónico (2.ª ed. corregi-
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2002 J. H Los eclesiasticistas ante un espectador. Tempvs otii secvndvm (2.ª
ed. corregida y aumentada) [N G E ]
2001 A. L A Discursos pontificios a la Rota romana [N G E -
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2001 Z. C El derecho de libertad religiosa en el mundo islámico [N
G E ]
2001 J. O (ed.) Diálogo sobre el futuro de la ciencia del Derecho eclesiástico en Es-
paña. Trabajos de la Reunión organizada por el «Instituto Martín
de Azpilcueta» [N G E ]
2001 J. G A La naturaleza jurídica de las «facultades habituales» en la codifica-
ción de 1917 [N G E ]
2000 V. G -I El Opus Dei, Prelatura personal. La Constitución
A. V -J. M Apostólica «Ut sit» [N G E ]
2000 G. N G Tutela penal del sacramento de la penitencia. La competencia de la
Congregación para la Doctrina de la Fe [N G E -
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