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Recordemos que la agregación impulsiva suele ser una respuesta inmediata a un estímulo del ambiente.
Este tipo de violencia puede reflejar “una hipersensibilidad emocional y una percepción exagerada de
las amenazas, lo que puede ir ligado a un desequilibrio entre los controles inhibidores corticales de
arriba-abajo y los impulsos límbicos de abajo-arriba” .
Existe un paradigma clásico, que liga la corteza prefrontal y áreas límbicas como la amígdala. Se piensa
que las estructuras límbicas subcorticales como la amígdala son moduladas por una influencia
inhibidora desde estructuras corticales como la corteza prefrontal orbitofrontal (COF). De tal manera
que un individuo que no res- trinja su agresión impulsiva tendrá una gran actividad en la zona
amigdalar y poca actividad inhibidora en la zona COF.
Valeria Landaeta y Camila Agredo
AIAS Medicina del Comportamiento
A partir de un estudio realizado con gatos en el siglo XX, se describió que el “ataque afectivo” puede ser
controlado desde una gran extensión del hipotálamo medial, extendiéndose hacia el tronco del encéfalo
donde se encuentran centros nerviosos que controlan la expresión del ataque como es bufar y gruñir.
Además del hipotálamo medial también están implicados la amígdala medial, de la que recibe
información excitadora, y la sustancia gris periacueductal dorsal del tronco del encéfalo, a la que envía
información excitadora.Desde esta última hay conexiones excitadoras con el locus coeruleus y el núcleo
solitario que median las respuestas autónomas durante el “ataque afectivo”; también hay conexiones
excitadoras con los centros de los nervios trigémino y facial para el control de la apertura de la boca y las
vocalizaciones; por último hay conexiones excitadoras indirectas con la médula espinal cervical para el
movimiento de golpeo con la pata anterior.
Por otro lado, el ataque predador es controlado desde el hipotálamo lateral y regiones del tronco del
encéfalo como la sustancia gris periacueductal ventrolateral. Además, el hipotálamo lateral recibe
información excitadora desde la amígdala central y lateral e inhibidora desde la amígdala medial; la
conexión entre el hipotálamo lateral y la sustancia gris periacueductal ventrolateral es también
excitadora.
Ambos circuitos (ataque predador y afectivo) se inhiben entre sí. Por ejemplo, si se activa el ataque
afectivo mientras el gato trata de cazar su comida, no podrá ser sigiloso ya que se implementarán
acciones como gruñidos. También, se debe resaltar que en estos estudios se indica que hay una
influencia de la corteza prefrontal sobre las estructuras límbicas a través de una conexión multisistémica
a través del tálamo.
2. Amígdala
La amígdala se relaciona con un conjunto de procesos nerviosos como son la cognición social, la
regulación de la emoción, el procesamiento de la recompensa y la memoria emocional; también con la
detección de las amenazas procedentes del medio ambiente visual o auditivo así como la excitación de
respuestas de lucha o huida a través de sus conexiones con estructuras del tronco del encéfalo. Las
personas con lesión en la amígdala muestran dificultades en reconocer las señales faciales de malestar y
tienen dificultades para generar respuestas de miedo condicionadas.
Valeria Landaeta y Camila Agredo
AIAS Medicina del Comportamiento
La amígdala está subdividida en 4 conjuntos según los tipos celulares que los componen y su densidad.
Estos grupos o conjuntos de núcleos son: laterobasal o basolateral, centromedial o central, masas
intercaladas y superficial o cortical. Las masas celulares intercaladas, situadas entre el grupo basolateral y
el centro medial, son importantes para el control inhibidor de la actividad de la amígdala. A
continuación vemos las funciones de cada grupo:
¿Cómo se conecta la amígdala con el hipotálamo? Mediante 2 vías llamadas la estría terminal y la vía
amigdalofugal ventral. Estas conectan la amígdala con el hipotálamo anterior y el hipotálamo lateral.
Se considera que la amígdala dorsal tendría un papel de control y la amígdala ventral uno de activación,
dada su conexión con la corteza orbitfrontal que tiene que evaluar e integrar los estímulos que recibe de
las áreas corticales sensoriales de asociación y de la propia amígdala. Dicha activación se pondría de
manifiesto en los sujetos agresivos por falta de evaluación e integración de la información procedente
desde la corteza prefrontal.
Mis queridas amigas, les cuento que esta bibliografía incluye varios experimentos, por tanto aquí les va
una breve lista de lo encontrado:
● En un estudio descubrieron una asimetría anormal de la amígdala en pacientes agresivos.
Vieron que la actividad de la amígdala izquierda estaba reducida y la de la derecha aumentada.
Los autores interpretan los hallazgos en el sentido de que la activación del hemisferio derecho
interviene en la generación de afecto negativo, lo que daría lugar a una predisposición a la
conducta violenta.
● Otros estudios demuestran niveles bajos de la actividad de la amígdala cuando la población
psicópata ven imágenes que muestran violaciones morales e imágenes con caras de miedo,
también durante el condicionamiento aversivo y mientras ven imágenes de estímulos aversivos,
así como en una tarea de recuerdo de palabras con contenido emocional frente a otras neutras.
Todo esto demostró la común insensibilidad presente en estos sujetos. Por otro lado, los
Valeria Landaeta y Camila Agredo
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adolescentes con problemas de conducta y rasgos de callosidad emocional muestran menos
sensibilidad de la amígdala a caras de miedo, aunque no a otras expresiones faciales
● Estudios sugieren que el volumen de la amígdala y de su sustancia gris se ve reducida en
aquellos pacientes violentos, sin embargo, no todos los estudios tienen esta misma conclusión
(otros estudios por ejemplo, señalaban que el volumen de la amígdala era mayor en pacientes
violentos) y los que la tienen no explican por qué sucede esto so yeah… no hay una relación
Como veremos más adelante, partes de la corteza prefrontal están también asociadas con el
comportamiento agresivo, en particular la corteza orbitofrontal y la corteza prefrontal ventromedial. La
amígdala está conectada intensamente con estas regiones corticales a través del fascículo uncinado (FU)
que conecta bilateralmente la corteza orbitofrontal y la amígdala mientras que la conexión entre la
corteza prefrontal ventromedial y la amígdala es más bien unidireccional en el sentido de aquella a esta.
Se ha encontrado que los adultos con rasgos psicópatas tienen una reducción microestructural del FU
que puede contribuir a características interpersonales (encanto superficial, sentido grandioso de lo que
uno vale, mentira patológica y manipulación de los otros) de los psicópatas.
3. Corteza prefrontal
La COF forma parte de la corteza frontal límbica junto con la CCA. Ambas cortezas, en el caso de la
COF sobre todo su zona posterior, tienen las conexiones más fuertes con la amígdala. La vía
amígdala-COF posterior puede tener un papel destacado en el enfoque de la atención sobre estímulos
motivacionalmente relevantes, consistente con el papel de la amígdala en la alerta y vigilancia
emocional. Las proyecciones de la amígdala envían un significado a estímulos externos, mientras que, la
información enviada desde la CCA y la COF son acerca del medio interno (emociones internalizadas
como celos, vergüenza y culpa que implican excitación emocional)
Valeria Landaeta y Camila Agredo
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Funciones de la CCA y la COF y su rol en trastornos agresivos:
● CCA: envía más proyecciones a la amígdala. Está relacionada con las acciones y respuestas. Hay
que tener en cuenta que la CCA tiene sus principales conexiones de salida con centros
autónomos del tronco del encéfalo y de la médula espinal implicados en la expresión de
emociones como vocalizaciones.
● COF: recibe más proyecciones de la amígdala. Tiene un valor más sensorial o perceptual
evaluando el valor motivacional y afectivo de los estímulos. Es importante destacar que la COF
contiene una conexión especializada con la amígdala, a través de las masas intermedias de esta,
que activaría centros del tronco del encéfalo y de la médula espinal implicados en la activación
emocional y en el retorno a una situación emocional previa disminuyendo dicha activación.
Este circuito permitiría explicar la excitación emocional (incremento de frecuencia respiratoria
y cardiaca, etc.) en situaciones de comportamiento agresivo.
- Estudios imagenológicos demuestran disminuciones del volumen de sustancia gris en la COF
en sujetos adultos de una muestra criminal que mostraba psicopatía, en adolescentes varones
encarcelados con caracteres psicopáticos, en delincuentes violentos, y en psicópatas sin éxito
(que no han podido evitar condenas criminales).
- Se observa en los sujetos normales que un control de impulsos se traduce en una mayor
actividad de la COF. Por lo tanto, sujetos con daño en la COF tenderán a exhibir un bajo
control de impulsos y estallidos agresivos entre otras conductas.
La ínsula y el cíngulo anterior se han agregado como áreas comunes que juegan un rol en la
antisocialidad y moralidad. El cuerpo estriado (caudado, putamen, globo pálido, núcleo accumbens) se
agrega actualmente como un área que es específica del comportamiento antisocial, aunque, como se
señaló anteriormente, existe un apoyo cada vez mayor para su papel tanto en el ámbito antisocial como
en el moral procesamiento que puede requerir una revisión futura.
Es probable que este modelo actualizado aún requiera revisiones futuras por varias razones. Primero, es
agnóstico en cuanto a los efectos de lateralidad porque, si bien se han informado en estudios
individuales, no hay una coherencia clara en los hallazgos. En segundo lugar, a pesar del crecimiento en
la investigación de imágenes cerebrales en ambas áreas y la consiguiente publicación de metanálisis,
todavía hay un número sorprendente de inconsistencias en el campo que excluyen conclusiones firmes.
En tercer lugar, como ya se señaló, algunas áreas del cuerpo estriado se han visto implicadas tanto en la
antisocialidad como en la moralidad, lo que lo convierte en un candidato para una mayor inclusión en
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la red común. A pesar de estas salvedades, existe un consenso creciente de que las regiones
fronto-temporales son regiones primarias de consideración.
(Tomado de 3)
Valeria Landaeta y Camila Agredo
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■ El resultado mencionado previamente va en contra de la hipótesis de la
deficiencia de serotonina, puesto que los individuos MAOA-L tienen más
5-HT en sus circuitos. Sin embargo, esto puede deberse a que la 5-HT aumenta
la ansiedad, haciendo que estos individuos respondan de manera agresiva ante
un reto.
■ Algunos grupos han encontrado una asociación similar de la agresión con el
polimorfismo MAOA-H
Deterioro neurocognitivo-neuropsicológico
El comportamiento agresivo a menudo se ha asociado con una función ejecutiva y un procesamiento
verbal deficientes en adolescentes y adultos. El rendimiento cognitivo se ve particularmente afectado en
las pruebas neuropsicológicas que son sensibles a la disfunción frontal y temporal. Las tareas que se
basan en la inhibición del comportamiento muestran más déficits en individuos con comportamiento
agresivo y violento, y las respuestas reducidas en tareas de potenciales evocados han predicho la
impulsividad en poblaciones carcelarias agresivas.
Tratamiento
● Los déficits en la inhibición prefrontal que proporcionan "frenos" insuficientes en
comportamientos agresivos impulsivos, pueden mejorar con los ISRS, pues al aumentar la
serotonina en regiones prefrontales (particularmente la COF), pueden facilitar la inhibición de
las regiones subcorticales.
● Los estabilizadores del estado de ánimo y los anticonvulsivos, que alteran el equilibrio
glutamatérgico/gabaminérgico, reducen la irritabilidad. e impulsividad
● Los antagonistas de opiáceos pueden reducir la conducta autolesiva.
● Las psicoterapias, ya sean psicodinámicas, como la terapia basada en la transferencia, o
conductuales, como la terapia conductual dialéctica, pueden servir para aumentar la capacidad
de retrasar e inhibir las conductas agresivas, aumentando las capacidades de función
verbal/reflexiva y ayudando a reducir el exceso de sensibilidad a las emociones.
REFERENCIAS:
1. Ortega-Escobar J, Alcázar-Córcoles MÁ. Neurobiología de la agresión y la violencia. Anu
Psicol Juridica [Internet]. 2016;26(1):60–9. Disponible en:
http://dx.doi.org/10.1016/j.apj.2016.03.001
2. Loscalzo DEHRCJ. 基因的改变NIH Public Access. Bone. 2011;23(1):1–7.
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3. Nelson RJ, Trainor BC. Neural mechanisms of aggression. Nat Rev Neurosci.
2007;8(7):536–46.