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La entrega es felicidad.

Dice la Madre Teresa, en una de sus reflexiones:

‘Jesús nos pide entrega. La entrega total consiste en brindarnos total y absolutamente
a Dios, porque Dios se nos brindó sin reserva alguna. Si Dios, que nada nos debe,
está dispuesto a darnos todo ¿podemos nosotros responder con mezquindad,
brindándole sólo una pequeña parte de lo que podríamos dar? Yo renuncio a mi propio
yo, con lo cual induzco a Dios a vivir por mí’.

Entregarse es una decisión. Y una elección.

No es, tan sólo, un sentimiento. La decisión de entregarse implica un acto de voluntad.


Voluntad guiada por la inteligencia.

La entrega no se agota con la decisión inicial. Hay que mantenerla, renovarla,


fortalecerla a lo largo del camino, de la obra, de la misión, o de la forma de vida que se
ha elegido.

Y eso no es fácil, porque la entrega –que es entrega a Dios y, por Él, a nuestros
hermanos- exige renuncias.

Renuncia del egoísmo, de la comodidad, del individualismo, de la tentación de


aislarnos para escapar al sufrimiento, o a una rutina que nos resulta fácil. Al decidir
entregarnos a Dios empezamos a recorrer un camino muy unidos a Jesús. Pero un
camino que no conocemos, no sabemos qué vamos a encontrar en su recorrido.
Sabemos sí que Jesús es el Camino (Jn. 14, 6).

Un camino en el que para perseverar, vamos a tener que elegir, cada día nuevamente,
a Jesús como Camino.

Y nos encontramos con una aparente contradicción porque cuando nos entregamos al
Señor, nos transfórmanos, crecemos, nos convertimos en testigos de su Amor.

Porque por una parte nos exige -ya lo dijimos- renuncias, despojamiento para
escuchar al Señor, cada día, en todo momento.

Pero también, nos implica, nos exige ‘mirarnos’ a nosotros mismos, para ver cómo
vamos creciendo en el amor.

Para decidir la entrega no podemos esperar a ser totalmente maduros, perfectos,


santos. Si esperamos eso nunca podríamos realizarlo.

Hay que decidir la entrega sin esperar a estar instalados en la vida, porque la vida es
un viaje hacia el Reino.

Un viaje esperanzado y gozoso.

Para compartir

· ¿Cómo es nuestra entrega? ¿La renovamos siempre o solamente de vez en


cuando?
· ¿A qué nos cuesta más renunciar?

· Quiénes nos rodean: familia, amigos: ¿entienden nuestra actitud?

Escuchamos la Palabra

‘Mientras iba por la orilla del mar de Gallea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que
echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: ‘Sígame y yo
los haré pescadores de hombres’. Inmediatamente ellos dejaron sus redes y los
siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano
Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y
ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron’.

Para reflexionar

La entrega de Pedro y Andrés es fruto de una decisión sin cálculos humanos, pero con
mucha esperanza.
· ¿Cómo y cuándo fue nuestra decisión de entrega a Dios?

· ¿Qué cambios creemos que produjo, en nosotros, esa decisión?

Oración

Y entonces vio la luz. La luz que entraba


por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huída
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir es sólo morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva,
es cruzar una puerta a la deriva,
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acaba de llorar y hacer preguntas,
ven al amor sin enigmas ni espejos,
descansar, vivir en la ternura,
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
luz, tras tanta noche oscura

Martín Descalzo

Recurso
La película ‘Mientras estés conmigo’ nos ofrece un hermoso testimonio para debatir
este tema

Compromiso

Revisaré mi entrega a Dios para ver cómo puedo realizarla y la entrega a mis
hermanos para hacerla más generosa.

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