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remedio. He pensado como muchos piensan “que sea como Dios quiera”. Luego me arrepiento al
caer en cuenta que eso no es lo que Dios quiere para sus hijos. Él quiere que sus hijos luchen para
lograr sus metas, aunque sientan los tropiezos del enemigo.
Pues, el desaliento es una de las estrategias más peligrosas del diablo (1Pedro 5,8)
El desaliento, es renunciar, es tirar lo toalla, es no perseverar, no luchar, desistir, es tirar en
saco roto todo lo que Jesús me ha dado.
Reflexionemos: ¿Dónde he puesto mi esperanza? ¿Cómo está mi vida?, ¿qué ha pasado? ¿Qué
situación, persona… me ha hecho daño o me hace perder la paz? ¿Cómo esta mi relación con Dios?
¿me siento amado por Dios? 5min.
- Esta mas que claro que todos en algún momento de nuestra vida nos hemos desanimado,
pero entiendo que como seres humanos es normal que este sentimiento llegue a nosotros; el
punto clave está en que muchos nos hacemos poseedores de un desanimo continuo.
- Causa hay varias: pero el afán es una, en ocasiones nos envolvemos tanto en negocios o
jugadas de la vida y la falta de descanso va produciendo en nosotros un desgaste el cual
afecta nuestra vida en todas las áreas.
Algunas citas: Lc 12, 22/ Filp 4,6 – Pablo nos dice: “por nada estes afanado”. El afán hace
que nuestra mente se desenfoque de lo que verdaderamente tiene importancia y eso hace que
nuestra relación con Dios mengue y al darnos cuenta de que nos hemos desenfocado comenzamos a
tener la sensación de no poder agradar a Dios.
En ocasiones el no poder sobrepasar la debilidad hace que nos sintamos desalentado y
desanimados. El problema de esto es que nosotros queremos cambiar la parte débil que hay en
nosotros a nuestra manera, no entendiendo que es el Señor que se encarga de trabajar en nuestras
debilidades. ¿Qué debo dejar a Dios hacer en mí?
Vuelvo a Lc 24
- El camino de la vida se parece al camino de Emaús. La imagen de estos dos hombres
entristecidos por la vida ¿no es acaso un retrato de lo que muchas veces nos sucede a
nosotros?
- Cuando nos dejamos abatir por la tristeza y el desaliento frente a los problemas, cuando
creemos que aquellos sueños e ideales a los que entregamos nuestra vida siendo jóvenes se han
derrumbado, porque las cosas no suceden de acuerdo a nuestros criterios o a nuestros planes
(un trabajo, una relación, una operación, etc.)
No tenemos también una sensación amarga de fracaso y pensamos que la vida no tiene sentido.
- Entonces viene la tentación de regresar a Emaús, a la vida anterior, y abandonar Jerusalén, que
representa nuestra parroquia, nuestra comunidad, y en definitiva a Dios.
- En este camino nos encontramos con tantas personas que están llenos de heridas, incapaces de
experimentar una autentica alegría, que han perdido la fe y la esperanza. Lo único que puede
sanar el corazón y volver a darle un sentido a la vida es el encuentro personal con alguien que
me ama incondicionalmente, que tiene la respuesta a todas mis preguntas, que nunca va a
defraudar, y ese alguien es el Señor Jesús, muerto y Resucitado.
Retiro: De Regreso a Jerusalén
- Jesús siempre camina con nosotros, el nunca no ha dejado solos, y que por más tristes o duros
que sean los acontecimientos que hemos vivido. El nunca nos ha prometido que nuestra vida
iba a ser fácil o que iba a durar para siempre. El nos ha prometido que estaría con nosotros
todos los días hasta el fin del mundo y que al final del camino nos aguarda en la casa del Padre.
- El siempre ha estado allí, somos nosotros los que no hemos sido capaces de reconocerle.
¿Por qué no le reconocemos? ¿Por qué somos insensatos, tardos de corazón?
El concilio Vat. II en la constitución Gaudium et spes nro. 10 habla de dos tipos de personas que
tienen el corazón embotado:
1. Aquellos que tienen tanto – que su vida está llena de consumismo y superficialidad – que no
sienten necesidad de Dios en sus vidas.
2. Aquellos que están tan oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerar la
pregunta acerca de Dios y el sentido de su existencia.
¿Cómo nos encontramos con Jesús resucitado en el camino de la vida?
De muchas maneras, en la oración personal, en una peregrinación, en un retiro, en los
pobres y afligidos, en el testimonio de una persona, y sobre todo en la Eucaristía.
En cada Eucaristía, Jesús nos explica las Escrituras. Ellas no dan luz para cambiar, para
comprender, que la escuela del Amor es la cruz.
Se cumple aquello que dice San Pablo: consuelas con el consuelo con que has sido
consolado por el Señor.
Quiera Dios que este retiro, nos suceda lo que sucedió con los discípulos de Emaús. Que
nos encontremos con Jesús Resucitado y El cambie nuestras tristezas en alegría y nuestros
desalientos en esperanza, nuestra soledad en compañía.