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CELEBRACIÓN

CELEBRACIÓN
1. Signos
(Entronizamos la Palabra. Después colocamos los signos que pueden estar
puestos desde el principio y se explican al comienzo con música de fondo).

 Granos de trigo (maíz u otras semillas), que mueren en tierra para dar
fruto.
 Incienso que se quema, como las vidas consagradas a Dios, en el servicio
generoso a la humanidad.
 La Biblia y una vela encendida: nos recuerdan la vida entregada de
Jesús, su gratuidad y la gratuidad de Dios. Nos recuerdan también que
quien en realidad se entrega, es él. Nosotras podemos muy poquito.
Pero algo podemos…

Nuestras entregas, grandes o pequeñas, siempre acontecen en un tiempo


y lugar determinado. Estos signos nos recuerdan la llamada que el Señor
nos hace cada día a entregarnos libremente y que nos pide una actitud y
una respuesta de conversión profunda para salir de nosotras mismas, para
morir al propio “yo” y dejar brotar el “nosotros” que reclama nuestra
disponibilidad, siendo para los demás.

2. Silencio

Dejamos unos momentos de silencio. Música de fondo

3. Canto para comenzar

Sugerimos: “Amando hasta el extremo” de Maite López… “Dar hasta que


duela” de Salomé Arricibita u otros, según las posibilidades, lenguas, etc.

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4. Oración

Seguiremos caminando, más allá de fracasos y golpes.


Seguiremos amando, venciendo a soledades y deserciones.
Seguirá la historia, la memoria poblada y la espera impaciente de lo que ha
de llegar.
Uniremos los pedazos dispersos, los fragmentos de sueños, estrecharemos
brazos heridos.
Setenta veces siete alzaremos los ojos y retomaremos la ruta.
Con otros, igual de frágiles, igual de fuertes, igual de humanos,
haremos surcos en la tierra fértil
para seguir sembrando un evangelio de carne y hueso regado
con los anhelos más hondos, y crecerá, imparable, la vida.

(José María Rodríguez Olaizola)

5. Escuchamos la Palabra

“En verdad, en verdad os digo. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere,


queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde;
y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si
alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi
servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. Ahora mi alma está
turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he
llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre” (Jn 12,24-28)

6. Reflexionamos sobre la Palabra

“En verdad, en verdad os digo”. Las primeras palabras de Jesús aquí, “en
verdad, en verdad os digo”, nos predisponen a escuchar lo que sigue como
algo importante y decisivo. La imagen del grano de trigo nos recuerda las
parábolas de la siembra con las que Jesús explica cómo es la dinámica del
Reino de Dios. Aquí se usa para algo distinto: interpretar la muerte de Jesús.
Sin embargo, en ambos casos se apela al conocimiento de todo campesino

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o del mundo rural. Se usan palabras e imágenes comprensibles.

“Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo, pero si muere,
da mucho fruto”. Aquí Jesús habla de su vida entregada hasta la muerte. La
posibilidad de que brote y crezca una semilla requiere ser sepultada en la
tierra primero y desaparecer después. Es precisa la muerte para que surja
la vida. La imagen invita a ver la muerte, que duele, que cuesta, desde otro
ángulo. Hay muertes fecundas. Hay muertes de las que surge la vida.
Además, mientras que el grano es uno solo, tras su muerte hay muchos
frutos. De la soledad surgirá la compañía. De la soledad nace la comunidad.

“El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la
guardará para una vida eterna”. De la entrega de Jesús se pasa aquí a la
entrega del discípulo. Seguir a Jesús es acoger que, ante todo, quien se
entrega es Jesús. Pero seguir a Jesús es también un compromiso de entrega
personal. Seguir a Jesús es poner la vida al servicio del proyecto del Padre.
Cada uno según sus dones, según la llamada que reciba. Odiar la propia vida
en este mundo no es menospreciar la propia existencia, relaciones, disfrute,
positividad… El mundo en el cuarto evangelio es una realidad amada por
Dios pero que muchas veces se cierra a Él. Odiar la vida en este mundo viene
a decir intentar superar todo aquello que nos aleja del proyecto de Dios, de
la vida según Él la sueña. Creer en Dios y seguir a Jesús es ser capaces de
distanciarnos de la realidad lo suficiente como para descubrir lo que ata y
deshumaniza, ser críticos y plantear una alternativa liberadora.

“Ahora mi alma está turbada. ¿Y qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta
hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! Padre, glorifica tu Nombre”.
Estas palabras de Jesús condensan su lucha en Getsemaní que hemos
recordado antes según aparecen en el evangelio de Marcos. Su lucha, pero
también su entrega y su confianza. Jesús no es impasible ante su muerte,
se turba, una expresión que denota un movimiento interior, una sacudida.
Esta turbación no impide la aceptación de la hora, que es la hora de la
muerte.

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7. Compartimos

Ecos, resonancias, acción de gracias, peticiones…


(Ponemos música de fondo)

8. Un testimonio: Etty Hillesum

Etty Hillesum vivió una vida muy intensa. De una vida acomodada, pasó a
vivir con profundidad. Una profundidad que, según Melloni, “le abrió
horizontes insospechados de donación”. Se comprometió con los presos del
campo de concentración de Westerbork (Holanda), a los que ayudó durante
un año. Después ella fue deportada a Auschwich, donde murió. En su Diario
hay testimonios como éstos (oración dirigida a Dios):

“Trataré de ayudarte para que Tú no quedes destruido dentro de mí, pero


a priori no puedo prometer nada. Sin embargo, hay una cosa cada vez más
evidente para mí: que Tú no puedes ayudarnos, sino que somos nosotros
los que tenemos que ayudarte a ti, y así es como podremos ayudarnos a
nosotros mismos. Lo único que podemos salvar de estos tiempos, y también
lo único que cuenta verdaderamente, es un pedacito de Ti dentro de
nosotros mismos, Dios mío. Y acaso podamos también contribuir a
exhumarte de los corazones devastados de otros hombres. Sí, Dios mío,
parece que Tú no puedes hacer mucho para modificar las circunstancias
actuales, sino que también ellas forman parte de esta vida. Yo no inculpo tu
responsabilidad, más tarde serás Tú el que nos declares responsables a
nosotros. Y casi a cada latido de mi corazón crece en mí la certeza: Tú no
puedes ayudarnos, sino que nos corresponde a nosotros ayudarte a Ti,
defender hasta el fin tu casa dentro de nosotros.

En el fondo, mi vida es una escucha ininterrumpida dentro de mí misma a


los demás, a Dios. Y cuando digo que yo escucho en el fondo, en el interior,
quiero decir, en realidad, que es Dios quien escucha en lo más profundo de
mí. Lo más esencial y lo más profundo que hay en mí escucha lo que hay de
más esencial y más profundo del otro. De Dios a Dios.

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¿No es verdad que se puede rezar en todas partes: ¿tanto en el suelo de un
barracón como en un monasterio de piedra y, en general, en cualquier lugar
de la tierra donde, en esta agitada época, le plazca a Dios poner a sus
criaturas?”.

9. Peticiones

En este día de retiro al inicio de la Cuaresma, agradecemos la nueva


oportunidad que se nos ofrece para volver a Jesús y abrirnos a que Dios
transforme nuestro corazón en un corazón compasivo y misericordioso
como el suyo. Respondemos diciendo: Padre, que nos dejemos transformar
por Ti.

 Que cada uno de los miembros de la Iglesia seamos para los demás
“sacramento” del Padre. Que nuestras palabras, gestos y actitudes
transparenten al Dios de Jesús. Oremos.
Padre, que nos dejemos transformar por Ti.

 Que nos abramos a la gracia y al amor gratuito de Dios y nos


pongamos al servicio de su Reino, del mundo tal y como Él lo sueña.
Oremos.
Padre, que nos dejemos transformar por Ti.

 Que nos entreguemos con generosidad para facilitar la vida de


aquellos que más lo necesitan. Oremos.
Padre, que nos dejemos transformar por Ti.

 Por todas nuestras comunidades, para que seamos fermento de la


vida nueva a la que Jesús nos llama allí donde nos encontremos. Oremos.
Padre, que nos dejemos transformar por Ti.

 Por todos los que sufren a causa de la enfermedad, la exclusión, la


incomprensión; por todos los que se entrega a sí mismos generosamente
en beneficio de los demás, para que sigan adelante con ánimo y fortaleza y

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encuentren en nosotros acogida y apoyo. Oremos.
Padre, que nos dejemos transformar por Ti.

 Se pueden añadir otras…

10. Oración

¿Por qué tanto empeño en salvarme, cuando a veces pienso que no estoy
perdido?
¿Para qué tanta sangre, si –tal vez- no le doy valor?
¿Por qué una cruz, si seguimos sin mirar al cielo?
¿Por qué un corazón tan blando, cuando el nuestro es tan severo?
¿Para qué un estandarte de amor en Jesús, si nos vamos por lo placentero?
¿Por qué tanta generosidad, si encuentras cerrazón?
¿Para qué tu pan, si no lo saboreamos con fe?
¿Por qué tu vino, si frecuentemente no le damos valía?
¿Para que una pasión, si vivimos sin compasión?
¿Por qué un calvario, cuando preferimos la vida fácil?
¿Para qué subir a Jerusalén, si preferimos los felices valles?
¿Por qué Cristo en la cruz, si es mejor vida de luces y no de cruces?
¿Para qué alzar la mirada, cuando nos seduce la simple bondad de la tierra?
¿Por qué, Tú, oh Dios, te desprendes de lo que más quieres, si somos
insensibles?
Muchas preguntas, Señor, para una única respuesta:
POR EL GIGANTESCO Y DESCOMUNAL AMOR CON EL QUE TÚ NOS AMAS,
SEÑOR.
¿Hay mayor felicidad que esa?
(Javier Leoz)

11. Canto final: El amor (Ain Karem)

El amor todo lo excusa, el amor todo lo cree,


el amor todo lo espera, nada podemos sin él.

El amor es bondadoso y busca la verdad,

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se alegra con la justicia y se crece en la humildad.

El amor todo soporta, el amor todo lo da,


el amor todo perdona, no se queda en la maldad.

Aunque mi fe pudiera mover montañas,


si no tengo amor nada soy.

El amor todo lo entrega, el amor todo lo ve,


el amor todo lo acepta, no se cansa de querer.

Todo encontrará su fin menos el amor


porque Dios es infinito y Dios es amor.

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