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“A través del desierto Dios nos conduce a la

libertad”
Papa Francisco.

TIEMPO DE CUARESMA 2024.


“Yo soy el Señor, tu Dios: te hice salir de un lugar en
esclavitud”
(Ex 20, 1-17).

El éxodo cuaresmal nos ayuda a liberarnos de las esclavitudes. Dios


reabre nuestra esperanza: con un camino eclesial, comunitario y personal
de conversión, para dirigirnos hacia la tierra que Él quiere darnos.
Es un “SALIR” de nosotros mismos para descubrir que es lo que Dios
tiene preparado para nosotros, salir de nuestro egoísmo, de nuestra
conformidad, de nuestra mediocridad, de nuestra miseria de nuestros
pecados, de nuestra indiferencia, de nuestra poca entrega, de aquello que
nos hace sentir bien aun sabiendo que esta mal y que nos hace daño, es
un salir para poder “ENTRAR”.
El éxodo es un desierto, es un camino que si bien es cierto no es nada
fácil y que encontraremos dificultades en él, sentiremos cansancio, que
no valdrá la pena o incluso que no llegaremos al final del camino.
el Papa Francisco recuerda que la Cuaresma “es tiempo de conversión,
tiempo de libertad” porque “Dios no quiere súbditos sino hijos” y,
citando el Libro del Éxodo, destaca que la Palabra de Dios se dirige hoy
personalmente a cada uno de nosotros: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te
hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud».

HOY, ES TIEMPO DE…


el Santo Padre subraya que “es tiempo de actuar, y en Cuaresma
actuar es también detenerse.
Detenerse en oración, para acoger la Palabra de Dios, y detenerse como
el samaritano, ante el hermano herido” porque “el amor a Dios y al
prójimo es un único amor”.
“ACTUAR”, es poner en practica la Palabra de Dios, llevarla a su
cumplimiento, realizar en nosotros la obra de Dios, pero no se puede
actuar si antes no nos hemos detenido a ver cuál es la voluntad de Dios,
que es lo que Dios me está pidiendo que haga, ESCUCHAR el plan de
Dios, lo que él tenga para decirnos para después realizarlo en mi vida y
ponerlo en práctica en los demás.

“DETENERSE”, es mirar al otro, parar para ver como esta mi


hermano, ver como le va en el camino, si viene caminando conmigo o
porque se atrasó, motivarlo a seguir adelante mostrándole el camino
recorrido y que no regrese al lugar de donde tanto le costo salir.
Y a su vez es mirarme a mí mismo, ver lo poco o mucho que he
avanzado y lo que sufrí en el camino recorrido para llegar hasta donde
estoy ahorita.
Detenerse es descansar y restaurar las fuerzas para el camino,
saciar la sed causada por el desierto y buscar la esperanza si la he
perdido.
ORAR es descansar, porque solo en la oración encontramos esa
fuerza que necesitamos para seguir avanzando, en ella encontramos la
motivación y las palabras de aliento que en el camino hemos perdido, en
ella encontramos la esperanza que alguien más o incluso nosotros
mismos nos hemos arrebatado, en la oración encontramos a alguien que
nos acompaña en el camino y que nos espera al final del camino.
La cuaresma consiste, entonces, en “detenerse ante la presencia de
Dios, en la carne del prójimo. Por eso la oración, la limosna y el ayuno
no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento” y
añade que “en la medida en que esta Cuaresma sea de conversión,
entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de
creatividad; el destello de una nueva esperanza”.

TIEMPO DE DECISIONES

el Papa Francisco dice que la Cuaresma es también “un tiempo de


decisiones personales y comunitarias, de pequeñas y grandes
decisiones a contracorriente,”
La conversión es un movimiento del corazón, es decir es una
acción personal a la cual nadie nos puede obligar ni hacerla por nosotros,
soy yo mismo quien decide “SALIR” de mi tierra de esclavitud y
recorrer el desierto que me lleve a la gloria del encuentro con Cristo y
dejar que él abrace mi pequeñez a partir de mi deseo personal y libre de
encontrarme con él.
Por lo tanto, soy yo quien decide cambiar, pero es Cristo quien me
invita a cambiar, sin su ayuda nuestro esfuerzo sería en vano. Porque Él
nos amó primero.
Nuestra voluntad esta conformada por pequeñas decisiones que
tomamos día a día independientemente si son buenas o son malas, ahora
bien, si queremos adherir nuestra voluntad a la voluntad de Dios tenemos
que empezar a cambiar nuestras decisiones pequeñas para después poder
cambar las decisiones grandes, empezar a cambiar nuestros malos
hábitos para descubrir en los buenos la voluntad de Dios, y a este proceso
se le llama CONVERSION.
VALENTIA DE LA CONVERSION

El Santo Padre lanza una invitación a vivir la “valentía de la


conversión” con un llamado que dirigió a los jóvenes durante la JMJ en
Lisboa:
«Busquen y arriesguen, busquen y arriesguen. En este
momento histórico los desafíos son enormes, los quejidos dolorosos,
pero abrazamos el riesgo de pensar que no estamos en una agonía,
sino en un parto; no en el final, sino al comienzo de un gran
espectáculo. Y hace falta coraje para pensar esto».

Renunciar a una vida placentera, a una vida cómoda implica carácter


porque no es fácil dejar aquello en donde hemos encontrado estabilidad y
seguridad, se necesita coraje y valentía para ser capaces de SALIR y
ENTRAR en un camino desconocido en donde no sabemos que nos
espera y si seremos capaces de permanecer en el y llegar al final del
camino.
Implica dejar todo aquello que considerábamos estable y cómodo para
encontrarnos con nosotros mismos y descubrir a Dios en medio de las
adversidades, en medio de este sufrimiento, en medio de este camino, en
medio de este Éxodo y sentirme amado y perdonado por el con la
confianza y esperanza de que llegaremos a la tierra prometida, a una vida
nueva.

“Es la valentía de la conversión, de salir de la esclavitud. La fe y la


caridad llevan de la mano a esta pequeña esperanza” (S.S. Francisco.)
ORACION PARA PEDIR LA GRACIA DE LA CONVERSION

Aquí estoy, Señor, delante de ti, con mi presente y con mi pasado a


cuestas; con lo que he sido y con lo que soy ahora; con todas mis
capacidades y todas mis limitaciones; con todas mis fortalezas y todas
mis debilidades.
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, para que Tú seas cada
día con más fuerza, el dueño de mis pensamientos, de mis palabras y de
mis actos; para que todo en mi vida gire en torno a Ti; para que todo en
mi vida sea reflejo de tu amor infinito, de tu bondad infinita, de tu
misericordia y tu compasión
Ilumina, Señor, mi entendimiento y mi corazón, con la luz de tu Verdad y
de tu Amor, para que yo me haga cada día más sensible a la bondad de
tus palabras, a la belleza y la profundidad de tu mensaje, a la generosidad
de tu entrega por mi salvación.
Perdona Señor, mi pasado. El mal que hice y el bien que dejé de hacer. Y
ayúdame a ser desde hoy una persona distinta, una persona totalmente
renovada por tu amor; una persona cada día más comprometida Contigo
y con tu Buena Noticia de amor y de salvación. Dame, Señor, la gracia
de la conversión sincera y constante.
Dame, Señor, la gracia de mantenerme unido a Ti siempre, hasta el
último instante de mi vida en el mundo, para luego resucitar Contigo a la
Vida eterna. Amén.
ORACION FINAL

Oh bondadoso Creador, escucha la voz de nuestras súplicas y el


llanto que, mientras dura el sacrosanto ayuno de estos cuarenta días,
derramamos.
A ti, que escrutas nuestros corazones y que conoces todas sus
flaquezas, nos dirigimos para suplicarte la gracia celestial de tu
indulgencia.
Mucho ha sido, en verdad, lo que pecamos, pero estamos, al fin,
arrepentidos, y te pedimos, por tu excelso nombre, que nos cures los
males que sufrimos.
Haz que, contigo ya reconciliados, podamos dominar a nuestros
cuerpos, y, llenos de tu amor y de tu gracia, no pequen más los corazones
nuestros.
Oh Trinidad Santísima, concédenos, oh simplicísima Unidad,
otórganos que los efectos de la penitencia de estos días nos sean
provechosos. Amén.
Cuasi Parroquia Monte de la Santa Cruz
14 de febrero de 2024

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