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LA INTERVENCIÓN SOCIAL

En la planificación de la intervención social es necesario tener en cuenta y clarificar el


modelo de intervención, a fin de racionalizar y dar coherencia al proceso planificador. En definitiva,
para llevar a cabo el proyecto de intervención social deberemos partir de un modelo de
intervención.

Existe una gran diversidad de categorización de modelos de intervención social pero en


este apartado nos centraremos en los generados según el marco conceptual o ideológico que
distingue tres modelos: el asistencialista-paternalista, el tecnocrático-burocrático y el democrático-
emancipador.

• Modelo asistencialista-paternalista. Este modelo de intervención tiene un carácter


asistencial más que educativo. La actuación se centra en las carencias, ya sean del
individuo o del colectivo, y no tiene en cuenta las causas estructurales que las
generan. Por esta razón, aunque se tratan de actuaciones necesarias y beneficiosas
para la sociedad, no propugnan ningún cambio social y la problemática de base se
perpetúa en el tiempo.

Algunos ejemplos de este modelo son los comedores sociales, la donación de


vestimenta y comida, las ayudas económicas de urgencia, etc. Este es el modelo que
se daba, sobre todo, en los inicios de la intervención social, en que las instituciones
de caridad, generalmente de orden religioso y más tarde de voluntariado, llevaban a
cabo estas actuaciones. A pesar de su carácter meramente asistencial, es un modelo
que continúa vigente en nuestra realidad social.

• Modelo tecnocrático-burocrático. En este modelo es el Estado quien asume de las


políticas, legislación y presupuestos para abordar los problemas sociales,
sustituyendo en estas funciones a las instituciones de caridad, las redes de solidaridad
y el tejido asociativo.

Supone la profesionalización de las personas y las funciones para atender esta


realidad social, lo que implica la entrada en escena de diferentes sectores de
profesionales procedentes de la psicología, el trabajo social o la educación social,
entre otros.

Esta profesionalización y su funcionarización vienen acompañadas, muchas


veces, de la burocratización que, en ocasiones, disminuye la capacidad de adaptación
de los y las profesionales a las necesidades de las personas; el resultado es que las
personas con necesidades acaban adaptándose a los servicios sociales y no al revés,
que sería lo deseable.
Este modelo es propio del período de expansión en Europa del «Estado de
bienestar», en que el Estado asume la planificación de la intervención social, y se
inicia la profesionalización, y de las actuaciones. También encontramos ejemplos de
este modelo en la actualidad.

• Modelo democrático-emancipador. Este modelo pretende capacitar a las personas


para que, por ellas mismas y desde la organización colectiva, puedan superar las
dificultades y los conflictos que no les permitían desarrollarse plenamente. Se trata de
una concepción centrada en la persona y en sus potencialidades para el crecimiento
constante y que tiene en cuenta las causas estructurales de los problemas.

Este modelo surge en países con el Estado de bienestar consolidado y en el que


emergen determinados movimientos sociales preocupados por el desarrollo
democrático de la sociedad. Se trata, por tanto, del modelo más extendido en nuestro
entorno en la actualidad, aunque coexiste, en determinadas actuaciones, con los
anteriores.
Toda acción social necesita ser planificada. Planificar es, en su sentido más básico, decidir
anticipadamente que se va a hacer.
Planificar significa organizar previamente un conjunto de procedimientos, métodos y técnicas de
manera coherente y racional, para conseguir unos objetivos que pretenden mejorar la situación de
partida utilizando para ellos una serie de recursos.

Condiciones para la planificación.

El proceso de programación exige una serie de condiciones para su puesta en práctica de


forma eficaz. Algunas de ellas son las siguientes:

• Conocimientos teóricos y prácticos sobre el sector o el ámbito en el que se lleva a


cabo. Estos conocimientos constituyen el fundamento teórico de la intervención y ayudan
a ordenar las ideas que se pondrán en práctica.

• Coherencia y racionalidad. La planificación exige la reformulación crítica y continúa de


todos los procesos que se realizan: en este sentido, se convierte en un ejercicio de sentido
común.

• Trabajo en equipo. La programación de la intervención social exige la participación de


los agentes implicados; se trata de un trabajo en equipo.

• Aplicación práctica. La intervención social es, ante todo, una actividad práctica. La
planificación no tendría sentido sin la puesta en práctica en el ámbito concreto y la
reformulación crítica de todo el proceso.

• Formulación sistemática. La experiencia, los conocimientos teóricos, la racionalidad y el


trabajo en equipo no son condiciones suficientes para el éxito del proceso programador.
La planificación exige la sistematización de manera ordenada de todos los elementos que
intervienen en dicho proceso.

Principios de la planificación.
Para alcanzar una mayor eficacia en la planificación, debemos tener en cuenta una serie
de principios que P. D. Lafourcade estructura en los siguientes:
• Coherencia. Los elementos que integran la planificación deberán relacionarse de forma
adecuada, es decir debe haber cohesión entre los distintos elementos de la misma.
• Funcionalidad. La planificación estará al servicio de los intereses y necesidades de los
destinatarios de la misma.
• Equilibrio. Este principio debe estar presente en todas las situaciones que lo requieran.
Debe existir armonía entre los distintos elementos del plan.
• Flexibilidad. Este principio permite introducir reajustes sin alterar la operatividad del plan.
• Pertinencia. El plan debe ser adecuado para conseguir los objetivos que se pretenden
alcanzar.
• Economía. Este principio rige todo el proceso; supone un uso eficiente del tiempo y de los
recursos humanos y materiales existentes. Lograr el fin previsto con el mínimo tiempo,
esfuerzo y recursos.
Tipos de planificación.
Cuando se piensa en planificar se plantean dudas como hasta dónde y desde dónde se
tiene que planifican. Por ello vamos a ver distintas clasificaciones teniendo en cuenta diferentes
criterios.

Así, según el objeto de intervención distinguimos entre dos tipos de planificación:

• General: Se refiere al marco más amplio de programación y contempla todo tipo de


planificaciones tanto en el aspecto espacial como en el temporal. En ella están reflejados
todos los objetivos, instrumentos, recursos, etc. para lograr que en una zona determinada
tenga lugar un proceso de desarrollo que sea observable mediante un cambio en dicha
área.
• Específica: Se trata de la planificación de determinados sectores. En función del sector
de aplicación, podemos considerar por ejemplo: la planificación de recursos, la
planificación formativa... Aumenta el nivel de concreción con respecto a la general.
• Concreta: se refiere a la planificación de actividades específicas que son necesarias para
llevar adelante un determinado proyecto. Se considera el mayor nivel de concreción dentro
de la planificación.
Por otra parte, se puede plantear la planificación según la dimensión temporal. En este
caso se está pensando en planificar teniendo en cuenta la variable del tiempo. La planificación,
según esta dimensión, se puede concretar en una planificación próxima o una planificación a largo
plazo:

• Planificación próxima (es la más común en la intervención social). Es la que hace


referencia a la planificación a corto y a medio plazo.
o A corto plazo: es la que comprende un período de como máximo un año.
o A medio plazo: comprende un período de 1 a 3 años.
• Planificación a largo plazo: sirve para enmarcar planificaciones a corto y medio plazo.
Presenta períodos superiores a tres años. Este tipo de planificación es la que se utiliza
para definir las políticas sociales, educativas, culturales…

También la planificación se puede plantear a partir de la dimensión espacial; en este


caso se está pensando en la planificación alrededor del territorio al que se quiere llegar. Según
esta dimensión, los distintos niveles sobre los que se puede actuar son los siguientes:

• Nacional: es la que se encarga de elaborar un plan que abarque toda la nación o estado.
• Autonómica: comprende el nivel de Comunidad Autónoma según sus competencias en
materia social.
• Provincial: abarca el nivel de provincia. Es propia de las administraciones que tienen
competencias sobre los municipios de una misma provincia.
• Local: hace referencia a los planes de los municipios desde las administraciones
competentes, como los ayuntamientos.

Niveles e instrumentos de planificación.


La planificación no puede ser “un momento” sino que debe ser un proceso continuo para
orientar racionalmente la intervención.

Los responsables de diseñar los objetivos de la política social de un territorio, quienes


dirigen los equipamientos sociales y, por supuesto, quienes llevan a cabo las intervenciones han
de usar métodos y técnicas para ordenar su actividad antes de llevarla a cabo. Sólo de esta manera
la intervención será útil y coherente. Así vamos a hablar de niveles estratégicos, tácticos y
operativos.

Nivel estratégico.
Este nivel define las grandes líneas de la política social para un territorio o sector de
población. Estas líneas han de orientar y condicionar el resto de niveles de planificación. Este nivel
determina prioridades y criterios, cobertura de equipamientos y disposición de recursos, previsión
presupuestaria y horizonte temporal.

En este sentido el Plan es el instrumento del nivel estratégico, es decir la base, para el
diseño de las distintas actuaciones (programas y proyectos). Su extensión territorial puede ir
desde el ámbito supraestatal hasta el local. Está integrado por un conjunto de Programas.

Los elementos de un Plan son los siguientes (García Herrero y Ramírez Navarro, 2002):
• Objetivos generales a alcanzar
• Criterios: orientaciones que deben tenerse en cuenta para lograr los objetivos.
• Prioridades: ámbitos en los que se ha de incidir con anterioridad para conseguir los
objetivos.
• Previsiones presupuestarias: hace referencia a la previsión de gastos y de financiación.
• Temporalización: normalmente entre 3-5 años. Aunque se puede hablar de planes
anuales, por ejemplo el plan de una institución, servicio o asociación.

Nivel táctico.
Es el segundo nivel de concreción. Este nivel debe concretar los objetivos de la política
social en una determinada realidad y para un tiempo más reducido

El Programa es el instrumento que permite diseñar este nivel.En él se intenta adecuar las
directrices estratégicas del plan a un contexto determinado. El Programa concreta alguno de los
objetivos del Plan, así como el lugar, tiempo (es frecuente encontrar programas entre 1-3 años) y
recursos.
Un plan de acción social determinado puede presentar diferentes programas de
intervención. Así, por ejemplo, el Plan Nacional contra las Drogas puede presentar programas
dirigidos a diferentes sectores de la población en diferentes ámbitos: adolescentes, escuelas,
jóvenes, tiempo libre, familias, etc.

Nivel operativo.
El máximo nivel de concreción. Se desarrolla ante una intervención concreta e
individualizada, que tiene por objetivo hacer realidad alguna de las acciones o atenciones previstas
en el nivel táctico. Este nivel permite definir los resultados previstos, elaborar presupuestos
detallados, determinar procesos de ejecución y detallar los recursos a utilizar.

El Proyecto es el instrumento de nivel operativo de planificación. Puede definirse como el


conjunto de acciones interrelacionadas que forman un programa. Un programa está, pues,
integrado por un conjunto de proyectos, donde el nivel de concreción es aún mayor y los objetivos
están mucho más especificados.

El proyecto responde a objetivos más concretos que en el programa, expresándolos con


precisión, siendo aplicable a situaciones concretas a corto plazo. Normalmente su duración suele
ser de un año o menos.

Así, un programa municipal de atención a la tercera edad puede contener en sí mismo


diferentes proyectos, como por ejemplo un proyecto de comidas a domicilio, otro de lectura y
préstamo de libros, otro de tiempo libre. etc.

A su vez, el Proyecto está integrado por una serie de actividades coordinadas, que
representan las acciones necesarias para poder alcanzar los objetivos que se ha planteado el
mismo.

Las actividades se consideran un instrumento del nivel operativo de planificación. Por


ejemplo, un proyecto de tiempo libre a la tercera edad puede contener las siguientes actividades:
visitas los domingos a diferentes puntos de la ciudad, talleres de cocina y de arte, sesiones
intergeneracionales de contar cuentos, etc.
PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA INTERVENCIÓN EN LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA.

A. Principio de igualdad: los servicios sociales, los cuales hacen efectiva la intervención,
constituyen un medio para lograr el derecho a vivir en una sociedad más justa e igualitaria, en la
que los/as ciudadanos/as no sean discriminados por situaciones que les vengan impuestas por la
desigualdad, la marginación o la pobreza.
B. Principio de solidaridad: la intervención social debe siempre tender a fomentar la solidaridad
como valor inspirador de las relaciones entre las personas y los grupos sociales, en orden a
superar las condiciones marginantes o de desigualdad, con especial apoyo en el desarrollo del
voluntariado. La intervención tendrá como objetivo potenciar la vida de la comunidad, promoviendo
la participación e impulsando la iniciativa social, el asociacionismo y el voluntariado.
C. Principio de universalidad: la Constitución reconoce que los servicios sociales han de
prestarse tanto a los ciudadanos y ciudadanas individualmente como a los grupos en que se
integran. El criterio de universalización no se opone al de la atención preferente a determinados
colectivos, porque la lucha contra la marginación y las desigualdades impuestas está en la esencia
misma de la concepción de la intervención social.
D. Principio de descentralización: este principio está en todas las políticas de desarrollo. La
intervención social debe ser asumida por la administración pública con la colaboración de la
iniciativa privada en la medida de lo posible. El objetivo está en aproximar al ciudadano/a a los
servicios sociales, evitando en centralismo. La descentralización supone participación y gestión,
desplazando el máximo posible de competencias a órganos e instituciones del ámbito territorial
más próximo a la ciudadanía.
E. Principio de participación: este principio está contenido en las observaciones hechas por la
División de Asuntos Sociales de la ONU en 1978. Lograr que los usuarios y las usuarias adopten
un rol activo en el desarrollo de la comunidad y en la propia autorrealización, evitándose con ello
la dependencia de los servicios sociales.
ANÁLISIS DAFO
Supuesto práctico:

SOCIAGRAMA

LLUVIA O TORMENTA DE IDEAS

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