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4: Los cuerpos celestes, ¿son o no son causa de los actos


humanos?lat
Objeciones por las que parece que los cuerpos celestes son causa de los actos humanos:
1. Los cuerpos celestes, al ser movidos por las sustancias espirituales, como se dijo (q.110
a.3), obran en virtud de éstas como instrumentos suyos. Pero tales sustancias son
superiores a nuestras almas. Por lo tanto, parece que puedan impresionar nuestras almas y,
mediante esto, causar los actos humanos.
2. Todo lo multiforme se deriva de algún principio uniforme. Pero los actos humanos son
variados y multiformes. Por lo tanto, parece que deben reducirse a los movimientos
uniformes de los cuerpos celestes como a sus principios.
3. Los astrólogos predicen a veces cosas verdaderas sobre las guerras y otros
acontecimientos humanos que proceden del entendimiento y la voluntad. Esto no podrían
hacerlo si los cuerpos celestes no fueran causa de los actos humanos. Por lo tanto, los
cuerpos celestes son causa de los actos humanos.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno: Los cuerpos celestes de ningún modo son
causa de los actos humanos.
Respondo: Los cuerpos celestes obran en los cuerpos terrestres directamente y por sí
mismos, como se dijo (a.3). Pero en las potencias del alma, que son los actos de los órganos
corpóreos, obran directa, pero accidentalmente, porque los actos de tales potencias
necesariamente se impiden, al menos por los impedimentos de sus órganos. Ejemplo: Con
los ojos turbios, no se ve bien. Así, pues, si el entendimiento y la voluntad fuesen facultades
dependientes de órganos corpóreos, como pensaron algunos, que decían que el
entendimiento no se diferenciaba de los sentidos, se seguiría necesariamente que los
cuerpos celestes podrían ser causa de la elección y de los actos humanos. De esto se
seguiría, a su vez, que el hombre pudiese ser impulsado a sus operaciones por el instinto
natural, lo mismo que los demás animales, en los que no hay potencias del alma no
dependientes de órganos corpóreos. Porque lo que se realiza en estos seres inferiores por
influjo de los cuerpos celestes, se hace naturalmente, y, por lo tanto, se seguiría también
que el hombre no tendría libre albedrío, sino que tendría acciones determinadas, como las
tienen los demás seres naturales. Todo lo cual es evidentemente falso y contrario a lo que
vemos de continuo en la vida humana.
Hay que admitir, sin embargo, que las influencias de los cuerpos celestes pueden llegar,
indirecta y accidentalmente, hasta el entendimiento y la voluntad, esto es, en la medida en
que tanto el entendimiento como la voluntad se suministran en alguna manera de las
facultades inferiores que dependen de órganos corpóreos. Pero hay en esto una diferencia
grande entre ambas potencias. Porque el entendimiento recibe necesariamente lo que le
suministran las facultades aprensivas inferiores, y así, perturbadas la imaginación, o la
estimativa, o la memoria, por necesidad se resiente también de ello la acción del
entendimiento. Pero, en cambio, la voluntad no sigue necesariamente la inclinación del
apetito inferior, pues, aunque no dejen las pasiones irascibles y concupiscibles de tener
cierta fuerza para inclinarla, queda, sin embargo, en su poder, el seguirlas o rechazarlas. A
esto se debe que la acción de los cuerpos celestes, por la cual pueden ser alteradas las
potencias inferiores, sea menos efectiva respecto de la voluntad, causa inmediata de los
actos humanos, que respecto del entendimiento.
El suponer, pues, que los cuerpos celestes son causa de los actos humanos, es algo propio
de los que dicen que el entendimiento no se distingue de los sentidos. Así, algunos decían de
ellos que tal era la voluntad de los hombres según día a día se la modelaba el padre de los
hombres y de los dioses
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. Pero, como es absolutamente cierto que el entendimiento y la voluntad no son facultades
dependientes de los órganos corpóreos, no es posible que los cuerpos celestes sean causa de
los actos humanos.

A las objeciones:
1. Las sustancias espirituales que mueven los cuerpos celestes, obran en las cosas
corporales por medio de dichos cuerpos. Pero en el entendimiento humano obran
directamente, iluminándole. Sin embargo, no pueden cambiar la voluntad, según dijimos
(q.111 a.2).
2. Como la multiformidad de movimientos corporales se reduce como a su causa a la
uniformidad de los movimientos celestes, así la multiformidad de actos que proceden del
entendimiento y la voluntad se reduce a su correspondiente principio uniforme, que es el
entendimiento y la voluntad divina.
3. Son muchos los hombres que siguen las pasiones, que son movimientos del apetito
sensitivo, en las cuales pueden influir los cuerpos celestes. En cambio, no son pocos los
sabios que las resisten. Esta es la razón por la que los astrólogos pueden predecir la mayoría
de las veces cosas verdaderas. Y más si dicen generalidades. No sucede así si hablan
pormenorizando, porque siempre queda la posibilidad de que cualquier hombre resista a las
pasiones por su libre albedrío. Hay que tener presente que los mismos astrólogos afirman
que el hombre sabio domina a lo astros al dominar sus pasiones.

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