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FILOSOFÍA Y MÍSTICA:
HACIA UNA CRÍTICA DE LA RAZÓN MÍSTICA

Gonzalo Soto Posada*

I CONGRESO SOCIEDAD COLOMBIANA DE FILOSOFÍA


BOGOTÁ, ABRIL 19-22 DE 2006

“Sentí que la eternidad / será estar juntos los dos. / Dios me quiere como si
yo fuera Dios. / Alguna vez yo seré experto en amores / en tu cama, entre
las sábanas. / Sexo de Dios”1 .
“Luego vino la tempestad; / El jardín de mi corazón / tiritaba helado,
esparcidas sus hojas. / Se hizo desierto / y nube yerma, / y silencio. Y, de
repente, / el sol a medianoche: Tú”2 .
“¡Único amigo mío, mi más amado amigo: mira abiertamente las puertas de
mi casa, no pases de largo como un sueño!”3

SINTESIS ABSTRACT
El artículo intenta mostrar la relación filosofía y This current article intends to show a philosophycal
mística, determinando las condiciones de posibilidad and mystical relation, by determining the mystic
de la mística. Para ello, además de su prólogo y possible conditions. So forth, besides its prologue and
epílogo, hace una incursión histórica por momentos epilogue, itself gets through an historical entry over
significativos de esta relación: Agustín, Dionisio this relation meaningful momentums: Agustin,
Areopagita, Tomás de Aquino y Borges. Luego Dionisius, Areopagita, Thomas de Aquino and
dilucida los conceptos claves de la relación: Dios- Borges. Then, it turns the relation God-Man-
hombre-mundo-reverberación. Penetra después en los Reverberation key concepts out. Afterwards, it goes
vericuetos de la metáfora como poesía de lo divino y beyond the deepest metaphore like a divine one, and
termina dialogando con el iluminado de Éfeso, finishes by having a speech towards Efesus, Heraclitus:
Heráclito: aquí hay dioses. La tesis de fondo es la there are some Gods. Bottomness thesis is the mystic
mística como epimeleia heautou o cuidado de sí, de as a epimeleia heautou i.e. self-care, other´s care,
los otros, de las cosas y de Dios. thing’s and God himself.

DESCRIPTORES: Cuidado de sí, Conver- DESCRIPTORS: To look after yourself, To


sión, Poética. convert, Poetic

* Doctor en Filosofía de la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma). Profesor titular de postgrados de la Escuela de
Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana. Dirección Autor : gonzalosoto@une.net.co
Recepción del Artículo: 9 de Agosto de 2006. Aceptación del Artículo por el Comité Editorial: 30 de Agosto de 2006.
1 CARDENAL, Ernesto. Telescopio en la noche oscura. Madrid: Editorial Trotta, 1993, p. 48
2 SCHIMMEL, Annemarie. Nightingales Under the Snow (Ruiseñores bajo la nieve). London and New York: Khaniqahi Nimatulahi
Publications, 1994, p. 9
3 TAGORE, Rabindranath. Ofrenda Lírica (Gitanjali). Madrid: Aguilar,1958, p. 189

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PRÓLOGO experiencia, nuestras reflexiones se


orientarán y tendrán como foco la
Siguiendo a William James4 y a W. tesis de la filosofía como anastrophé
W. Meissner5 , la experiencia mística y epistrophé. Su genealogía es Platón
tiene unas notas que la especifican. y Plotino. Filosofar como anastrophé
Es inefable en cuanto indescripti- – epistrophé es ascenso, vuelta, con-
ble e intransferible; es intuitiva dado versión, reflujo, subida7 . Toda vuel-
que predomina lo afectivo sobre lo ta supone un punto de partida o
intelectual, sin descartar el aspecto flujo. Este círculo flujo – reflujo es el
cognoscitivo y contemplativo, aje- que nucleará nuestra propuesta. El
no, no obstante, a las reglas de la filosofar como un viaje, una nave-
lógica y sus principios demostrati- gación (es la metáfora de Agustín
vos; es efímera en cuanto su dura- en el De Vita Beata), un caminar ca-
ción es temporalmente insignifica- minando, una búsqueda... convier-
tiva; es infusa y pasiva dado su ca- te el quehacer filosófico no sólo en
rácter gratuito y gracioso6 . Estas una forma de saber, sino y ante
características la convierten en un todo, en una forma de vida. Filoso-
trance hagiopático como unidad en far es entonces una poética de la
la contrariedad: noche luminosa y vida como autonarración y
mediodía oscuro. Si intentamos ha- alterrelato, que conjuga el verbo
blar de ella en tanto experiencia in- epimeleîsthai y lo concreta en el sus-
efable e indecible es porque hace- tantivo epimeléia seautoû: cuidar de sí
mos nuestras las palabras de (ética), cuidar de los otros (política),
Agustín: “non ut illud diceretur, sed ne cuidar de las cosas (ciencia) y cuidar de
taceretur”: “no por decirlo, sino por no lo sagrado (mística). En este contex-
callar”. Y de San Juan de la Cruz to, la mística cristiana, el sufismo
cuando prologa su Llama de amor musulmán, la cábala judía, el satori
viva: “…como se entiendiere que todo lo o iluminación Zen, la samá o baile
que se dijere es tanto menor de lo que allí giratorio de los derviches, el Aleph
hay, como es lo pintado de lo vivo, me borgiano… sirven de telón de fon-
atreveré a decir lo que supiere”. do a nuestra narración.

Para incursionar en esta inefable, Para hacer este intento, en un pri-


intuitiva, efímera, gratuita y pasiva mer momento penetraremos en los
4 The Varieties of Religious Experience. New York: Collier Books, 1961
5 Ignacio de Loyola. Psicología de un santo. Madrid, 1995
6 Cf. LÓPEZ-BARALT, Luce y PIERA, Lorenzo. El sol a medianoche. La experiencia mística.: tradición y actualidad. Madrid: Editorial
Trotta, 1996, p.13
7 Véase ambas voces en A Greek – English Lexicon. Oxford: University Press, 1958. PLATÓN, La República 620e. PLOTINO,
Enéadas 4.3.4; 1.2.4; 5.3.6

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vericuetos de la historia de la filoso- 1. EN LOS VERICUETOS


fía, centrándonos en momentos y DE LA HISTORIA
filósofos en los que la relación filo-
sofía –mística como ascenso venga 1.1 SAN AGUSTÍN8
moldeada como una fina obra de
arte. En un segundo momento, di- Corre el año 386 de la era cristiana.
lucidaremos cuatro categorías filo- Un joven nacido en Tagaste hace
sóficas que constituyen, a nuestro 32 años da un salto fundamental en
juicio, la esencia de la relación su vida: se convierte al Cristianis-
tematizada: Dios –Pneuma — mo, después de haber pasado por
Tiempo – Eternidad; Hombre – el maniqueísmo, el escepticismo de
Hombre; Hombre – Mundo, Re- la Nueva Academia, la lectura de los
verberación como éxtasis del ága- platónicos. Este salto viene descri-
pe. En un tercer momento, anali- to en términos de búsqueda de fun-
zaremos el sentido de la metáfora damentos, verdad, bien, belleza, ser.
como modus dicendi privilegiado en No lo mueve el éros platónico, esa fuer-
tanto la poesía, esa filosofía de lo za preñada de deseo, entusiasmo,
divino, habla del Inefable Incog- enamoramiento, sino el ágape cristia-
noscible como horizonte de com- no, ese salir de sí hacia Dios, visible
prensión de la filosofía en tanto en los otros y en las cosas. El con-
navegación empapada de entusias- verso lo describe en términos de
mo, trance y arrobamiento. Al fin y búsqueda (quaero), admiración
al cabo, entusiasmo, en su acepción (mirabar), ascensión (eréxit). Este
etimológica, no es otra cosa que fundamento, verdad, bien, belleza,
enthousiasmós – enthousiazo, estar poseí- ser no es otro que el Dios de Jesu-
do e inspirado por los dioses. Terminare- cristo. Surgen poéticas expresiones
mos en un diálogo con el iluminado llenas de erótica agápica: “Nos hicis-
de Éfeso, Heráclito, en especial con te, Señor, para ti y nuestro corazón está
su fragmento B 62: “Inmortales: mor- inquieto hasta que descanse en ti”9 . “¡Tar-
tales, mortales: inmortales, pues la vida de de te amé, hermosura tan antigua y tan
éstos es la muerte de aquéllos y la vida de nueva, tardé te amé!”10 . “¿Y a ti,
aquéllos la muerte de éstos”. Señor, de qué modo te puedo buscar?

8 Nos han sido útiles los siguientes estudios: BROWN, Peter. Augustine of Hippo. Berkeley and Los Angeles: University of
California Press, 1984. HEIDEGGER, Martin. Agustín y el Neoplatonismo. Madrid: Ediciones Siruela, 1997. A.A.V.V. Diccionario
de San Agustín. Burgos: Monte Carmelo, 2001. IVÁNKA, Endre Von. Plato Christianus. Paris: Presses Universitaires de
France, 1990. ALVAREZ TURIENZO, Saturnino. “Qué <philosophia> practica Agustín en los Diálogos de Casiciaco”. Cuadernos
Salmantinos de Filosofía. 13 (1986), 5-33. Id. Regio Media Salutis. Salamanca: Universidad Pontificia de Salamanca, 1988.
GILSON, Etienne. Philosophie et Incarnation selon Saint Augustin. Montréal: Université de Montréal, 1947. Id. Introduction a l’étude
de Saint Augustin. Paris: J. Vrin, 1969
9 Las Confesiones I, I, 1
10 Las Confesiones X, XXVII, 38

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Porque cuando te busco a ti, Dios mío, la como dijimos, por el éros platónico
vida bienaventurada busco. Búsquete yo sino por el ágape cristiano; Dios se ex-
para que viva mi alma, porque si mi cuer- perimenta como ser, no como Idea
po vive de mi alma, mi alma vive de ti”11 ni Unidad; no estar en Dios es ca-
. “Y la misma vida bienaventurada no es rencia de ser, belleza y bondad, de
otra cosa que gozar de ti, para ti y por ti: modo que el valor de lo humano está
ésa es y no otra”12 . “Quien llegare a la en Dios16 . En este contexto viene
Suprema Medida por la Verdad es el la resemantización operado por el
hombre feliz. Esto es poseer a Dios en el Tagastino respecto a los platónicos.
alma, lo que equivale a gozar de Él”13 . Mientras éstos piensan la subida en
“Cada uno es movido por su peso y tien- términos de iluminación y deslum-
de a su lugar... Mi peso es mi amor; él bramiento17 , el santo la expresa en
me lleva doquiera soy llevado. Tu Don términos de Reverberatio: “y
nos enciende y por él somos llevados hacia reverberaste la debilidad de mi vista diri-
arriba: enardecémonos y caminamos... giendo tus rayos con fuerza sobre mí, y me
Con tu fuego, sí, con tu fuego santo nos estremecí de amor y de horror. Y advertí
enardecemos y caminamos, porque cami- que me hallaba lejos de ti en la región de
namos para arriba, hacia la paz de Jeru- la desemejanza”18 . Estamos en el ám-
salén... Allí nos colocará la buena volun- bito del trance y del arrobamiento;
tad, para que no queramos más que per- Dios golpea, hiere, calienta, ilumina
manecer eternamente allí”14 . y enceguece con sus rayos esta región
de la desemejanza que somos todos en
Siempre nos ha impactado este as- tanto seres creados a la vez seme-
censo agustiniano a Dios; su descrip- jantes y desemejantes a Dios, que
ción en términos de lo mudable crea- por la reverberación podemos alcan-
do a lo inmutable increado, de lo tem- zar la divinización. La expresión “in
poral a lo eterno, de la dispersión en regione dissimilitudinis” tiene su origen
la multiplicidad sin conciencia de eter- en Platón 19 , fue heredada por
nidad a la concentración en la uni- Plotino20 . Agustín la resignifica des-
dad como conciencia de eternidad, de el ens creatum para señalar la dife-
de la finitud al ser que es siempre15 . rencia que separa la criatura del Crea-
Este ascenso ya no es jalonado, dor, no la cosa de la Idea; sólo que la
11 Las Confesiones X, XX, 29
12 Las Confesiones X, XXII, 32
13 Sobre la Felicidad IV, 34
14 Las Confesiones XIII, IX, 10
15 Cfr. Las Confesiones VII, XVII, 23
16 Las Confesiones VII, XI, 17; XI, IV, 6
17 Timeo 67e-68a; Enéadas 6. 9. 4. 20-23
18 Las Confesiones VII, X, 16
19 Político 273d-e
20 Enéadas 1.8.13,16-17

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reverberación hace posible superar condición de posibilidad del filoso-


esta separación en el proceso de la far aparece claro por dos razones:
divinización. El texto agustiniano que como Dios y como hombre une lo
más nos excita es precisamente el de divino y lo humano; como hombre
Las Confesiones21 : “¡Tardé te amé, her- es camino hacia Dios, como Dios
mosura tan antigua y tan nueva, tarde te es meta de este camino. De ahí que
amé! Y ved que tú estabas dentro de mí y sea el verdadero mediador en la bús-
yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme queda de la filosofía. Es que Agustín
como era, me lanzaba sobre estas cosas ha reelaborado la alegoría de la ca-
hermosas que tú creaste. Tú estabas con- verna platónica desde la parábola
migo, mas yo no lo estaba contigo. del hijo pródigo. Las etapas, enton-
Reteníanme lejos aquellas cosas que si no ces, de todo ascenso o conversión,
estuviesen en ti, no serían. Llamaste y cla- de la filosofía como amor a Dios
maste, y rompiste mi sordera; brillaste y son: 1. Alejamiento de la casa pater-
resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exha- na. 2. Vida de dispersión y despilfa-
laste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; rro. 3. Servidumbre a un dueño ex-
gusté de ti, y siento hambre y sed; me to- traño (Satán). 4. Retorno a sí mismo
caste, y abraséme en tu paz.” para la reflexión de su estado de
abandono y de miseria. 5. Vuelta a
Desde esta perspectiva, filosofar es los brazos del Padre. Oigámoslo en
amar a Dios y el filósofo es el amator palabras del mismo hijo de Mónica:
Dei, tema que el profesor de retóri- “entrando en nuestro interior, levantémo-
ca desarrolla en el libro VIII de La nos y vayamos a él de quien nos habíamos
Ciudad de Dios. Este encuentro con alejado y apartado por nuestro pecado. Allí
Dios, esencia del quehacer filosófi- nuestro ser no tendrá muerte; allí nuestro
co, es posible porque Dios se hizo saber no conocerá el error, allí nuestro amor
carne, hecho ajeno a los platónicos. no encontrará tropiezo”22 .
La conclusión agustiniana no pue-
de ser más distante de la de la filo- 1.2 DIONISIO AREOPAGITA23
sofía griega: seguir a Cristo, imitar a
Cristo, adherirse a Cristo es el meo- Siempre que contactamos el Corpus
llo del filosofar. Que Cristo sea la Dyonisianum nos invade un delicio-
21 X, XXVII, 38
22 La Ciudad de Dios XI, 28
23 Nos han sido útiles las siguientes investigaciones: URS VON BALTHASAR, Hans. Dionisio. En: Gloria II. Madrid: Ediciones
Encuentro, 1986, p. 145-177. A A.V.V. Denys L’Aréopagite. En : Dictionnaire de Spiritualité, V. III, 1954, c. 244-429. ROQUES,
René. De l’implication des méthodes théologiques chez le Ps. D. En Rev. Asc. Myst. 30 (1954), 268-274. Las introducciones a las
traducciones española, italiana, francesa e inglesa de las Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita. BRONTESI, A.
L’Incontro misterioso con Dio. Saggio sulla teologia affermativa e negativa nello Pseudo-Dionigi. Brescia, 1970. KNOWLES, D. The
influence of Pseudo-Dionisius on Western Mysticism. En: Christian Spirituality: Essays in honor of Gordon Rupp. London: SCM Press,
1975, p. 79-94. LOSSKY, V. Teología mística de la Iglesia de Oriente. Barcelona: Herder, 1983. Citamos los textos de Dionisio
según la edición de Migne, PG 3. Nos centraremos en Los nombres divinos (DN) y La Teología Mística (TM).

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so aroma de espiritualidad filosófi- ne de kaleo, llamar, invitar. Todo lo


ca como mística. Sus teologías que ha llegado a la belleza y a la ar-
catafática o positiva y apofática o monía, es decir, todo lo que es, es
negativa nos remiten al juego de llamado – invitado por Dios; en la
salida y retorno a Dios como ori- belleza cósmica se transparenta la
gen y fin del vivir humanos: próodos- suprabelleza teárquica. Dios, el de
procedencia y epistrophé-retorno. Desde muchos nombres sin nombre, el
su poética teología mística, en las co- cognoscible incognoscible, el ser ple-
sas brilla y se oculta el ser, la unidad, no vacío, el que es ubique sin ocu-
la bondad, la verdad y la belleza de par lugar, el ser allende el ser, la ple-
Dios; ellas son epifanía de Dios y a nitud y el vacío, se manifiesta en la
la vez ocultamiento de Dios. Todo creación como la multiplicidad bella
concepto de Dios es así brillante y de su belleza, en la estética de la li-
oscuro; mas, muertos los concep- turgia como poética humana de
tos, viene el éxtasis radiante de Dios: deificación, en el trance místico
gozo pleno de Dios. Si la filosofía, allende toda función conceptual,
desde el platonismo, se ocupa del creándose el juego semejanza – des-
ser, del conocer y del obrar, en emejanza entre Dios – hombre —
Dionisio, esta tríada es filosófica- cosas. Este juego es el estatuto
mente teológica: ser en Dios, co- ontológico de cada ser, su dignidad:
nocer a Dios, retornar a Dios; filo- a pesar de no ser semejante a Dios,
sofar es un trabajo de hénosis – unión es análogo a Él, lo que convierte la
con Dios, que hace uso de la purifi- vida de todas las cosas, en especial
cación como un dejar de lado lo que del hombre, en un proyecto ético
estorba el retorno - conversión a estético: ansia de infinitud en me-
Dios, de la iluminación como un de- dio de su finitud. Se trata de hacer
jarse tomar por la luz divina aga- de la vida una obra de arte gozan-
rrándose a ella y de la perfección do en, de, por Dios, incluido el gozo
como la unión con Dios desde las de las epifanías sensibles de Dios.
cosas y los otros en tanto ágape. Esta estética como ética es fiesta,
Dionisio llama este proceso triádico gozo, danza, celebración de la glo-
con un nombre prácticamente ria divina. Es lo que significa la litur-
intraducible: thearquía, es decir, lo gia, que es tanto sacral como cós-
que diviniza y une con Dios. De ahí mica. El hombre es el leitourgós del
la tesis gruesa del corpus: todo lo mundo, que desde los lógoi – conceptos
que es y existe es llamado por Dios. conceptúa la gloria de Dios y desde
Es la etimología de kallos, belleza, la el hymneîn – loar alaba su gloria: “pues
que le permite dicha tesis: kallos vie- cuanto más nos elevamos, más se acota el

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campo de las palabras ( en la medida en místicas. Allí los misterios de la Palabra


que se dilata el horizonte de la realidad de Dios son simples, absolutos, inmuta-
espiritual), hasta el punto en que, sumién- bles en las tinieblas más que luminosas
donos en la oscuridad superespiritual, en- del silencio que muestra los secretos. En
contraremos no discursos pobres en pala- medio de las más negras tinieblas,
bras, sino ausencia de discursos y ausen- fulgurantes de luz ellos desbordan. Ab-
cia de pensar...; al fin, el discurso resulta solutamente intangibles e invisibles, los
inaudible y se funde por entero con el In- misterios de hermosísimos fulgores inun-
efable”24 . La vida se transforma así dan nuestras mentes deslumbradas”25 .
en un concierto místico, en una
polifonía musical, de la cual somos Los Nombres Divinos, esa enciclope-
sus poetas y músicos y Dios es su dia de la filosofía como analítica se-
director en tanto amado, deseado, mántica de los nombres de Dios,
anhelado... Para ello hay tres grados: muestra cómo la búsqueda de la fe-
la simbólica material, la simbólica licidad no es otra cosa que perse-
catafática y la simbólica apofática. guir la verdad y practicar la virtud
La primera remite a las cosas como atraídos por Dios Bondad, Belleza
signos de Dios. La segunda remite y Verdad. La ética es un saber vivir
a los conceptos que podemos ela- bien desde el deseo de la Bondad
borar sobre Dios. La tercera es la divina y un compartir los frutos de
experiencia mística, punto de llega- este deseo con los otros26 . Este de-
da de la simbólica material y con- seo de Dios es un cuidado de sí (éti-
ceptual, que es la negación conti- ca), cuidado de los otros (política),
nua y remoción creciente de los cuidado de las cosas (ciencia), cui-
envoltorios simbólicos y de los con- dado de Dios (mística) que, desde
ceptos para hablar y vivir a Dios. el enamoramiento de Dios como
Es dejarnos inundar de Dios, dejar- Bien – Hermosura, transforma la
nos poseer por su Luz como hénosis vida, no en vigilancia y castigo, sino
ágnôstos –unión sin conocimiento. Digá- en una estética de la ética como re-
moslo en la sublimidad poética de lación Dios – Hombre – Mundo.
Dionisio: “¡Trinidad supraesencial, más Es que el enamoramiento de Dios
que divina y más que buena! Maestra de mueve hacia Dios como éxtasis27 ,
la sabiduría divina de los cristianos, guía- hacia los otros como fuerza de co-
nos más allá del no saber y de la luz, munión, hacia las cosas como cui-
hasta la cima más alta de las Escrituras dado providencial, hacia uno mis-
24 TM (1033BC)
25 TM (997AB)
26 DN (696 A)
27 DN (712 A)

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mo como fuerza de permanecer en tender, desposesión del yo en la


su dignidad ontológica28 . En esta posesión divina33 , penetración en la
perspectiva todo habla de Dios y el luminosa oscuridad sin pensar en
mundo deviene un libro escrito por nada34 , sin palabras35 , en una unión
Él que debe ser desvelado en sus gozosa indescriptible36 . Esta unión
signaturas como signos que dan qué es un acto estético: así como el es-
pensar de Dios; la filosofía se torna cultor quita las envolturas que impi-
hermenéutica de estos signos que den ver la belleza en su forma ra-
ocultando desocultan al que es; este diante, el místico renuncia a las en-
desciframiento semántico lee las volturas de las cosas para sumergir-
cosas como semejanzas – deseme- se desnudo en el Incognoscible37 ;
janzas de Dios, que atrae y dirige, este poner en paréntesis (epojé) las
invita a gozar de Él29 . cosas las reduce a nihilidad y hace
posible el anonadamiento en el
La Teología Mística, poco extenso Todo como lo sin envoltura38 en
pero intenso en profundidades me- tanto Belleza luminosa y obscura,
tafísicas y místicas, nos descubre la que ilumina encegueciendo como el
experiencia mística como un salir de Sol en sí39 . Así, se pasa de lo sensi-
sí mismo, un renunciar a lo sensible ble a lo inteligible y se renuncia a lo
e inteligible, un despojarse de todo inteligible de Dios, a los conceptos
y unirse a Dios30 . El mejor camino de la contemplación. Esta renuncia
para ello es la negación: ver en Dios es la mística: Dios ni se habla ni se
el Inefable e Incognoscible, que nos entiende, de Él nada se puede afir-
inunda con su luz y nos atrae como mar ni negar. Sólo cabe callar. Es el
imán fulgurante31 desde su lumino- gozar sin palabras ni conceptos
sidad -tinieblas, en el silencio de la como fruición, deleite, quietud, re-
contemplación32 . Este silencio es no poso40 . Es lo de Moisés en el Sinaí.
saber, abandono total en el abismo Se comienza con la purificación y la
divino, hundimiento en las Tinieblas lejanía de la multitud; vienen los true-
del no saber, entendimiento sin en- nos, luces y trompetas, signos de la

28 DN (712B), (712C), (725C)


29 DN (869D), (856D), (937 A)
30 TM (997B-1000 A )
31 TM (1000 A )
32 Ibid
33 TM (1001 A )
34 TM (1033B)
35 TM (1033C)
36 Ibid
37 TM (1025B)
38 TM (1033C)
39 Ibid
40 TM 1048 A – 1048B)

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gloria de Dios y aparece la nube: fectamente por la gracia que por la


unión con Dios en silencio, la nube naturaleza48 , que ver a Dios cara a
- tiniebla del no saber. cara es verlo inmediatamente en su
esencia49 , que esta visión requiere la
1.3 SANTO TOMÁS luz sobrenatural de la gloria50 , que el
DE AQUINO41 que la tiene inmediatamente ama a
Dios51 , que la visión de Dios no sólo
Tomás concibe la tarea del intelec- glorifica a la razón sino al hombre
tual como “contemplata aliis tradere entero52 , que sólo en Dios es lo mis-
quam solum comtemplari”42 . ¿Qué con- mo el entendimiento, la voluntad y
templa el intelectual Tomás? “Aut de la naturaleza53 , que lo que Dios quie-
Deo aut cum Deo”: no vivir más que re, lo quiere bajo la razón de la bon-
con Dios para no hablar más que dad común, que es su bondad, la
de Él43 . Este conocer vital de Dios cual es el bien de todo el univer-
para hablar de Él recorre todas las so54 , que sólo Dios llena la voluntad
páginas de la Suma Teológica. Allí uno en cuanto Él la mueve suficiente-
halla que sólo en Dios el ser y la mente como su objeto55 , que la rec-
esencia son lo mismo realmente44 , titud y virtud de la voluntad huma-
que no podemos saber lo que Dios na consisten principalmente en con-
es45 , que las perfecciones de las cria- formarse con la voluntad divina y
turas se encuentran eminentemen- su mandato 56 , que Dios es causa
te en Dios 46 , que el entender de eficiente, ejemplar y final de todas
Dios es su ser y su esencia47 , que el las cosas57 , que la bondad, liberali-
hombre conoce a Dios más per- dad, justicia y misericordia de Dios
41 Nos han sido útiles los siguientes análisis: AAVV. Sanctus Thomas de Aquino Doctor Hodiernae Humanitatis. Roma: Libreria
Editrice Vaticana, 1995. CHESTERTON, G.K. Santo Tomás de Aquino. Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1959. DE WOHL, Louis.
La Luz Apacible. Madrid: Ediciones Palabra, 1995. GARCÍA L., Jesús. Tomás de Aquino, maestro del orden. Madrid: Editorial
Cincel, 1989. GILSON, Etienne. El Tomismo. Pamplona: Eunsa, 1978. WEISHEIPL, James. Tomás de Aquino. Pamplona:
Eunsa, 1994. VERNEAUX, Roger. Filosofía del hombre. Barcelona: Herder, 1967. La obra completa de Tomás ya se halla en
internet: http://www.corpusthomisticum.org/
42 Suma Teológica, II-II, q.188, a.6 ad Resp.: “Transmitir a otros las cosas contempladas y no limitarse a contemplarlas”
43 Suma Teológica, I, Prólogo
44 Suma Teológica, I, q.2, a.1c; q.3, a.4; q.5, a.6c; q.6, a.3c; q. 12, a.2c ad 3 y 4c; q.13, a.11c; q.14, a.4c y a.14 ad 2; q. 25, a.1 ad 2; q. 44,
a.1c; q.45, a.1 ad 5; q. 50, a.2 ad 3; q. 54, a.1y a.3c; q. 61, a.1; q.75, a.5 ad 4; q.104, a.1c; I-II, q.3, a.7c; III, q.13, a.1c
45 Suma Teológica, I, q. 1, a.7 ad 1; q.2, a. 2 ad 2; q. 3; q.12, a.12c ad 1 y a. 13 ad 1; q. 13, a.8 ad 2
46 Suma Teológica, I, q.4, a.2; q.6, a.1 ad 2 y a.2.3.4c; q.9, a.1c; q.11, a.3c; q.12, a.2c; q.13, a.2.3.4.5c; q.14, a. 6.11c; q. 25, a.1c ad 3 y 3c;
q.26, a.1c y 4; q.28, a.2 ad 3; q. 29, a. 3c; q.75, a. 1 ad 5; q. 91, a.1c
47 Suma Teológica, I, q.14, a.4.8.9c; q.16, a.5c; q.18, a.3c ad 2 y 4c; q. 19, a.1c y 4c ad 2; q. 26, a.2c; q.27, a.2 ad 3; q.34, a.2 ad 1; q.41,
a.3 ad 4; q.54, a.2c; q.79, a.1c; q.87, a.3c; q.9, a.1 ad 1
48 Suma Teológica, I, q. 12, a.13
49 Suma Teológica, I, q. 12, a. 1
50 Suma Teológica, I, q. 18, a.2c ad 1 y 5; II-II, q. 174, a.5 ad 1; q. 175, a. 3 ad 2; III, q.10, a.4c; q. 45, a.2c
51 Suma Teológica, I, q.60, a.5 ad 5
52 Suma Teológica, I-II, q.3, a.3 ad 3
53 Suma Teológica, I, q.27, a. 3 ad 2 y ad 3 y a.4c; q. 59, a.2c
54 Suma Teológica, I-II, q. 19, a.10c
55 Suma Teológica, I, q.105, a.4c; q.106, a.2c; I-II, q. 2, a.7.8c; q.3, a.1c
56 Suma Teológica, II-II, q. 104, a.4 ad 2
57 Suma Teológica, I, q. 44, a.1.2.3; q.65, a.2; q.103, a.2.5c; q. 105, a.5c; I-II, q. 79, a.2c

13
No. 76

producen las cosas58 , que Dios es delectatio, gaudium, requies... Ante ello,
motor inmóvil, causa incausada, ser el Aquinate puede repetir lo de
necesario, perfección perfecta, or- Wittgenstein: “de lo que no se puede
denador y fin de todo59 , que la feli- hablar, es mejor callar”, “existe lo inefa-
cidad consiste en gozar de Dios60 . ble. Ello se muestra. Es lo místico”. Sólo
Pero el Aquinatense sabe que, des- cabe el lenguaje de los enamorados.
de el diálogo fe – razón, Dios no es De ahí la descripción de bienaven-
sólo principio sino creador, no so- turanza que Tomás tomó de
lamente el Bien sino el Padre y el Boecio: “Status omnium bonorum
Redentor hecho hombre61 ; es así el congregatione perfectus”63 . La mente
objeto de la filosofía y de la mística. queda vacía en términos conceptua-
les y filosóficos y se llena de los in-
Mas según sus biógrafos, el 6 de efables, indescriptibles e indecibles
Diciembre de 1273, el nacido en rayos de la luz divina. Es el trance,
Aquino tuvo una experiencia místi- rapto o arrobamiento. Nuestro frai-
ca, una visión mística de Dios, que le le había dedicado la cuestión 175
le transformó radicalmente. El tes- de la II-II de la Suma Teológica. El
timonio de los biógrafos narra que rapto no es otra cosa que la eleva-
desde una lejanía muy vecina, nues- ción por el espíritu divino a las co-
tro fraile oyó estas palabras: “Has sas sobrenaturales con abstracción
escrito mucho bueno de mí, Tomás, ¿qué de los sentidos64 ; esta elevación se
quieres como recompensa?” Fray Tomás transforma en éxtasis que como
sólo atinó a responder: “sólo Vos excessus mentis es el arrobamiento del
mismo, Señor” 62 . Desde entonces espíritu hacia las cosas celestiales,
tomó una decisión: no volver a es- con olvido de las inferiores65 ; estos
cribir. Todo lo que había escrito le movimientos hacen que el hombre
pareció paja, sin sentido, vano, ilu- esté fuera de sí arrebatado por la
sorio... en comparación con lo asi- fuerza divina 66 , por la visión de
do en el trance místico. El éxtasis, Dios67 , prescindiendo de los senti-
ese estar fuera de sí siendo sí en dos por la fuerza arrebatadora de
Dios, es la plenitud del frui como los misterios aprehendidos68 , sin

58 Suma Teológica I, q.21, a.3c


59 Suma Teológica I, q.2
60 Suma Teológica I-II, q. 2, a.8c
61 Suma Teológica I, q. 13, a.7c
62 Cf. DE WOHL, Louis. La luz Apacible. Madrid: Ediciones Palabra, 1995, p. 355
63 La Consolación de la filosofía, L. III, prosa 2: “Estado perfecto que reúne todos los bienes”
64 Suma teológica, II-II, q. 175, a. 1c
65 Suma Teológica, II-II, q. 175, a.2c
66 Ibid
67 Suma Teológica, II-II, q. 175, a.3
68 Suma Teológica, II-II, q. 175, a.4

14
No. 76

casi púrpura73 , obra de los dioses, si


no muertos, al menos locos74 , cuya
arquitectura carece de fin y en la cual
nadie puede ser feliz o valeroso75 ;
en ella es posible un mundo sin
memoria, sin tiempo, un lenguaje sin
sustantivos, de verbos impersona-
les y de indeclinables epítetos76 y que
desde la torrencial lluvia en medio
del desierto arenoso permite el éx-
tasis y la danza de coribantes poseí-
dos por la divinidad77 . Ante estas
sublimes contrariedades, el místico
tiene que expresar: “Como Cornelio
Agrippa, soy Dios, soy héroe, soy filósofo,
soy demonio y soy mundo, lo cual es una
separarse del cuerpo69 . La fuerza de fatigosa manera de decir que no soy”78 ;
estas operaciones es el amor70 . es el estado de perfecta quietud y
morada de la inmortalidad mortal79 .
1.4. EL ALEPH DE BORGES71 Por otra parte, el éxtasis es exulta-
ción sobre exultación, júbilo sobre
Si hacemos una hermenéutica mís- júbilo, vértigo y borrachera inson-
tica del Aleph borgiano nos halla- dables80 que, desde los libros her-
mos con categorías dignas de resal- méticos, proclama que lo que hay
tar. Por un lado, la idea del río secre- abajo es igual a lo que hay arriba y
to que purifica de la muerte a los viceversa, que desde la Biblia anun-
hombres y nos ensimisma en la Ciu- cia que ahora sólo vemos en espejo
dad de los Inmortales72 , cuyo silen- oscuro 81 y que desde Teopompo
cio es hostil y casi perfecto y que en clama: “cada hombre es un órgano que
lo altísimo se reviste de cielo azul proyecta la divinidad para sentir el mun-

69 Suma Teológica, II-II, q. 175, a. 5


70 Suma Teológica, I-II, q.28, a.2c.3c
71 Seguimos la siguiente edición: BORGES, Jorge Luis. El Aleph. Barcelona: Círculo de lectores, 1975
72 Ibid., p. 368
73 Ibid., p. 371
74 Ibidem.
75 Ibid., p. 372
76 Ibid., p. 373
77 Ibid., p. 374
78 Ibid., p. 375
79 Ibidem.
80 Ibid., p. 383
81 Ibid., p. 388

15
No. 76

do”82 ; estas maneras de hablar son Zahir es la sombra de la Rosa y la ras-


metáforas ya que la divinidad es in- gadura del Velo”97 , ya que detrás de
sondable83 e inescrutable84 , es ma- él, incluso como moneda, está
ravilla incomunicable85 , sólo puede Dios98 puesto que una sola palabra
ser imaginada “sub specie divina es plenitud 99 . Si todo ello
aeternitatis”86 , a través de un ímpe- acaece, “entonces ocurrió lo que no pue-
tu más hondo que la razón, donde do olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión
no caben el anverso y el reverso87 , con la divinidad, con el universo (no sé si
más allá de las palabras y del enten- estas palabras difieren). El éxtasis no
dimiento y que se hace todo para repite sus signos; hay quien ha percibido
todos88 en el tiempo fuera del tiem- a Dios en un resplandor, hay quien lo ha
po 89 ; si la divinidad es todo para percibido en una espada o en los círculos
todos, su lugar no tiene lugar90 y de una rosa. Yo vi una Rueda altísima,
“puede efectuar que no haya sido lo que que no estaba delante de mis ojos, ni de-
alguna vez fue”91 . Por todo lo dicho, trás, ni a los lados, sino en todas partes,
la mística deviene un escándalo de a un tiempo”100 . Es el Aleph, un pun-
la razón92 , nos revela un orden se- to del espacio que contiene todos
creto y nos confunde con la divini- los puntos, todas las luminarias, to-
dad93 , es aspiración a la plenitud94 ; das las lámparas, todos los veneros
su lenguaje habla desde la figura que de luz101 ; es el microcosmo de al-
se llama oximoron, ese aplicar a una quimistas y cabalistas, el amigo pro-
palabra un epíteto que parece con- verbial, el “multum in parvo”102 , cuyo
tradecirla: luz oscura, sol negro95 , lí- diámetro es de dos o tres centíme-
nea recta como el arco de un círcu- tros, pero contiene el espacio cós-
lo96 ; o como el Zahir musulmán: “el mico en todo su tamaño 103 ; es la

82 Ibid., p. 389
83 Ibid., p. 391
84 Ibid., p. 431
85 Ibid., p. 422
86 Ibid., p. 392
87 Ibid., p. 395
88 Ibid., p. 396
89 Ibid., p. 401
90 Ibid., p. 405
91 Ibid., p. 410-411
92 Ibid., p. 411
93 Ibid., p. 415
94 Ibid., p. 416
95 Ibid., p. 427
96 Ibid., p. 438
97 Ibid., p. 431
98 Ibid., p. 432
99 Ibid., p. 435
100 Ibid., p. 436
101 Ibid., p. 406
102 Ibid., p. 461
103 Ibid., p. 462

16
No. 76

primera letra del alfabeto de la len- El problema de la relación Hombre


gua sagrada que, desde la Cábala, – Dios siempre seduce. Desde las
significa el En Soph, la ilimitada y lecturas de Platón, Aristóteles,
pura divinidad, que para otros in- Agustín, Tomás de Aquino, Lutero,
térpretes es la reunión del arriba con Descartes, Leibniz, Kant,
el abajo, que para el Mengenlehre es el Nietzsche..., pasando por los ag-
símbolo de los números transfinitos, nósticos y los ateos, así como por
en los que el todo no es mayor que el ingente mundo de las distintas
alguna de las partes104 . Es el círculo religiones, ha fascinado este lío de
giratorio que contiene al universo la divinidad y lo sagrado. Nombres
entero y al propio yo. No son qui- como Zeus, Júpiter, Yahvé, Alá, Tri-
meras. El mismo Borges confiesa: nidad, Idea del Bien, Motor Inmó-
“En mi vida […] he tenido dos expe- vil, Causa de Causas, Fundamento
riencias místicas, y no puedo decirlas por- de Fundamentos, Fin Último, nube
que lo que me sucedió no es para ser puesto del no saber, Tao, Nirvana, Tótem,
en palabras […] Fue asombroso, des- Physis…, están ahí para ilustrar esta
lumbrante. Me sentí avasallado, atónito. fascinación que despierta la querella
Tuve la sensación de vivir no en el tiempo de Dios. El grito gozoso de Agustín
sino fuera del tiempo […]. Escribí poe- continuamente puede herir nuestro
mas sobre ello, pero son poemas norma- ser, pensar y creer: “Nos hiciste Señor
les y no pueden decir la experiencia. No para Ti e inquieto está nuestro corazón
puedo decírsela a ud., ya que ni siquiera hasta que descanse en TI”106 . Es posi-
puedo repetírmela a mí mismo, pero tuve ble recordar los textos apologéticos
esa experiencia, y la tuve dos veces, y aca- para probar su existencia, las nega-
so me sea otorgado volver a tenerla antes tivas filosóficas para probar esta
de morir”105 existencia, las experiencias de los
místicos, los textos revelados, las
2. EN LOS VERICUETOS DE epifanías de Dios en las culturas, el
LOS CONCEPTOS problema del mal (¿si Deus est, unde
malum? ¿Si Deus non est, unde bonum?
2.1 LA VERDAD DEL SER ¿Si malum est, Deus est?), el Dios ha
EN EL SUJETO: DIOS – muerto y la pérdida de los fundamen-
PNEUMA – TIEMPO – tos, el grito desesperado
ETERNIDAD esperanzador de Dostoievsky: si
Dios no existe, todo está permiti-
104 Ibid., p. 464
105 Entrevista con Willis Barstone: The Secret Islands, reproducida en su libro: Borges at Eighty (1982) y citada por LÓPEZ-
BARALT, Luce y PIERA, Lorenzo. El sol a medianoche. Op. Cit., p. 251
106 Las Confesiones, I, I, 1

17
No. 76

do; es viable sentarse en un diván y y el ágape, tal como lo formula


experimentar la curación de la ex- Vattimo en Creer que se cree. En fin...
periencia religiosa como neurosis ¿Qué significa lo sagrado y la expe-
colectiva; es factible ir a una univer- riencia mística para el hombre? Sólo
sidad radicalmente positivista y oír garrapateamos una alternativa: la fi-
la magistral exposición de un cien- losofía como la vida tiene postrime-
tífico probando y verificando que rías filosóficas: ¿Qué y quién soy?;
la ciencia hace innecesaria la hipó- ¿de dónde vengo y para dónde me
tesis de Dios; es dable terminar de dirijo? ¿Qué sentido tiene la vida y
leer el ¿Existe Dios? de Küng y con- su simbólica del mal desde su
cluir que la opción por Dios es un finitud? ¿Vale la pena hablar de lo
problema de sentido; es verosímil ir divino y lo místico? Todos intenta-
a la literatura y leer a Sábato y expe- mos responder estas inquietudes.
rimentar la intemperie metafísica Nuestra indicación, desde una críti-
como orfandad de Dios; es proba- ca de la razón mística, es la posible
ble releer a Heidegger y deducir apertura a lo divino como dador de
que el problema de nuestro tiempo sentido desde la confianza en este
no es otro que el cierre de la dimen- Otro, que no se puede demostrar
sión de la gracia, nuestra única des- como un entomólogo va disecan-
gracia; no es inverosímil pensar en do sus insectos, clasificándolos y
la escatología de Mauriac al adver- metiéndolos en su gabinete, sino
tirnos que el siglo XXI vivirá en fun- que se experimenta en la vivencia
ción de la santidad y la espirituali- de lo trascendente, no como lo otro
dad; es plausible embarcarse de de lo inmanente sino como lo mis-
nuevo en la lectura de Sartre y sus mo de lo inmanente en tanto pre-
complejos análisis desde el en sí y sencia de sentido; Dios inquieta, no
para sí para mostrar que Dios no por ser fundamento, sino por ser
existe; es factible pensar desde presencia presente y ausente en los
Ricoeur que Dios es un signo que avatares y vicisitudes del sentido de
da qué pensar desde una hermenéu- la vida, esa faena tremebunda de
tica existencial; no es estulto vol- búsqueda en su constante facendum
tear las páginas de Zubiri y refres- nunca factum; Dios puede ser cir-
car la mirada viendo cómo el pro- cunstancia vital de sentido que hace
blema de Dios no es otro que la posible el diálogo del yo con el tú
constitutiva y ontológica religación de en un nosotros existencial; no es un
la existencia; es viable olfatear el tapahuecos a los absurdos vitales;
concepto de secularización y oler allí sería fetichismo; puede ser un alter
la posibilidad de Dios desde la kenosis ego con el que se puede dialogar, en

18
No. 76

el sentido platónico del diálogo: co- constante de lo divino en la vida de


municación vital de lógos-páthos en los hombres. Las palabras del ilumi-
tanto transformación desde la inti- nado de Éfeso pueden servir de
midad como reflexión del alma con- indicio para todo lo anterior: “El
sigo misma y con el otro; dialogar Señor cuyo es el oráculo de Delfos, ni re-
con Dios puede conjeturarse como vela ni encubre sino que da señas”107 .
un vivir en tanto convivir con lo Nos toca descifrar estas señales
divino en una dimensión de razón como sugerencias provocativas y
dialógica. Puede ser una búsqueda provocadoras en términos de her-
de sentido como amistad con Dios, menéutica existencial y mística.
por la cual amistad podemos ser en
el mundo como seres en relación 2.2 LA VERDAD DEL SER
abiertos a la totalidad envolvente de EN EL OTRO: HOMBRE -
sentido. Nuestra temporalidad HOMBRE
deviene eternidad en tanto recor-
damos, atendemos y esperamos que La relación hombre – hombre tam-
Dios puede ser en la historia como bién se ha revelado conflictiva; es
el centro que está en todas partes y tan radical la experiencia de la des-
como la circunferencia que no se trucción, la guerra, la crueldad, los
agota en ningún punto. Sentirse ro- Gulag, las bombas atómicas, las
deados de Dios es probablemente experimentaciones científicas, los
experimentar lo que la esponja ex- exterminios, las luchas religiosas
perimenta: rodeada de agua la ab- como guerras santas y justas, la pre-
sorbe sin nunca llenarse llenándose. sencia desoladora de la razón gue-
Así, la relación de amistad con Dios rrera, los gritos de vencer o morir, los
puede devenir sed y saciedad, in- terribles imperios en nombre de
suficiencia suficiente, hambre y todo lo habido y por haber, las cul-
llenura, un “busquemos como buscan los turas aplastadas y aniquiladas, el
que aún no han encontrado y encontre- hambre en medio de la abundan-
mos como encuentran los que aún han de cia, la pobreza en medio de la ri-
buscar”, recordando de nuevo al ilu- queza, la presencia del Dios Ares
minado de Hipona. Es que “todo está negando a la diosa Afrodita, los he-
lleno de dioses”, según la sentencia roísmos aniquiladores, los Héctores
atribuida por la antigüedad a Tales y Aquiles siempre enfrentados en
y que no interpretamos en el senti- razón del botín y del poder, las
do del hilozoísmo aristotélico, sino Troyas continuamente desapareci-
desde la perspectiva de la presencia das, las castas de toda naturaleza
107 Fragmento 93

19
No. 76

decidiendo sobre la vida y la muer- victimarios y vociferando continua-


te de la humanidad, el comercio de mente el: ¡Ave Caesar. Qui morituri te
armas, el desfile incesante de márti- salutant! Sin embargo, queremos
res y martirizadores en nombre de plantear la relación hombre - hom-
ideales, los humanismos como más- bre desde la amistad; puede ser una
caras de dominio y dominación, las utopía o una heterotopía, pero no
experiencias ininterrumpidas de es un imposible 108 . Sin pretender
nazismos por doquier, los naciona- hacer una historia de la amistad ni
lismos intolerantes, la globalización penetrar en sus redes psicológicas,
como exclusión de la diferencia..., metafísicas, físicas, estéticas, religio-
que sólo queda un grito: el infierno sas, éticas..., queremos dibujar un
son los otros. El síndrome místico de mapa conceptual de lo que para
Caín y Babel recorre la historia y la nosotros significa la relación huma-
cultura humanas. Una historia así no na desde la amistad como experien-
da cabida a lo divino ni al otro como cia mística. El obispo de Hipona
prójimo. Es la negación más radical nos da el fundamento para nuestro
de este mundo como el mejor de planteamiento: ser amigos es hacer
los posibles, de Dios mismo como que dos almas habiten en un solo
amigo, del otro como mi interlocu- cuerpo. La relación de amistad es la
tor en clave de diálogo. La relación experiencia de un yo – tú
hombre – hombre es, en el contex- deviniendo un nos – otros. Sin per-
to descrito, la del dominador sobre der el otros somos nos. Es la unidad
el dominado. Para esta relación ha en la diversidad. No se trata de
servido, paradójicamente, la expe- anular el diferir de las diferencias
riencia misma de Dios: nos hemos sino de afianzarlo como condición
destruido en nombre de Dios. Así de posibilidad del diálogo entre di-
leemos la Ilíada y otros textos reli- ferentes que se hace complemento
giosos en nombre de los cuales se y simpatía. La amistad permite el
hicieron, hacen y harán guerras san- despliegue de las potencialidades del
tas y divinas. Esta facticidad puede amigo como otro y este despliegue
llevarnos a un escepticismo total en posibilita la transformación desde
las relaciones humanas. Parece que el diálogo de los amigos. La palabra
el hombre sigue siendo un lobo para el es en este ejercicio una experiencia
hombre y que los espectáculos no de comunicación sino de her-
circenses romanos se renuevan sin menéutica existencial, que remite a
cesar cambiando sólo de víctimas y lo que los griegos llamaron lógos en
108 Nos ha sido muy útil el libro del profesor LAÍN ENTRALGO, Pedro. Sobre la Amistad. Madrid: Revista de Occidente, 1972.
Asimismo, el estudio de: PIZZOLATO, Luigi. La idea de la amistad. Barcelona: Muchnik Editores, 1996

20
No. 76

el sentido de lo que reúne lo disper- como philía, éros, ágape..., la amistad


so y separado; desde esta palabra es una virtud que intensifica, en
reunificadora y sintetizadora, la medio de lo que nos diferencia, lo
amistad es la posibilidad de decirle que nos une y hace íntimos en este
a la razón guerrera que hay formas compartir mutuo de las diferencias.
distintas de habitar la cultura por Esta dimensión de interioridad y
fuera de la guerra; que la cultura pue- ensimismamiento de la amistad la
de ser vivida como convivencia, no ligamos con la parrhesía de los grie-
a pesar de las diferencias sino pre- gos. La amistad como parrhesía hace
cisamente a causa de las diferencias; del amigo un parrhesiastés que, des-
que el conflicto no se tiene que re- de la franqueza como sabiduría, se
gular desde la razón vencedor – convierte en epimeléia en tanto cui-
vencido sino desde la erótica del dado de sí y del otro110 . Ser amigos
equilibrio de los contrarios; que la es así una experiencia mística de
contrariedad no es lo que hay que ágape.
eliminar sino lo que hay que alimen-
tar como condición de posibilidad 2.3 LA VERDAD DEL SER
del estar ahí distintos en el comple- EN EL MUNDO: HOMBRE –
mento; que la alteridad no es lo que MUNDO
produce miedo sino lo que , por
suscitar admiración, lleva al conoci- Somos seres en el mundo, no sólo
miento de lo diverso como una po- como entes en medio de entes, sino
sibilidad de enriquecimiento; es que que el mundo es el conjunto de nues-
compartimos la sentencia de tras posibilidades para hacer facti-
Agustín: ¿Qué consuelo nos queda en ble el despliegue de nuestras poten-
una sociedad humana como ésta, plagada cialidades. Mundo no es entonces
de errores y de penalidades, sino la leal- el conjunto de cosas sino la totali-
tad no fingida, y el mutuo afecto de los dad de sentido que está ahí para
buenos y auténticos amigos?”109 . Por darle sentido a nuestras inquietudes
estas razones, seguimos creyendo vitales. Somos viajeros, navegantes,
que la oportuna, conveniente y buscadores de sentido y para ello
phronética relación de amistad in- contamos con el mundo como
tensifica la comunicación mística aquello que abre caminos y sende-
entre los hombres y es un buen an- ros existenciales. Mundo es nuestro
tídoto contra nuestras abismales ser en tanto proyecto ético estéti-
potencialidades de destrucción. Sea co; mundo es nuestro repertorio de
109 La ciudad de Dios, XIX, 8
110 Cf. FOUCAULT, Michel. Discurso y verdad en la Grecia Antigua. Barcelona: Paidós, 2004

21
No. 76

alternativas en nuestra continua lo que creamos para saber pensar,


búsqueda de luz en medio de nues- saber vivir y saber hacer; mundo es
tras inquietudes; mundo es nuestra la resistencia ético estética a los jue-
multitud de potencias dignas de ser gos de verdad y de poder que suje-
actualizadas; mundo es el incesante tan nuestro ser en el mundo y no le
paso de lo posible en tanto posible permiten subjetivarse como liber-
de ser acto; mundo es nuestro re- tad; mundo es el aude sapere kantiano
pertorio para llegar a ser lo que di- como mayoría de edad en tanto
bujamos como una de nuestras autonomía de la razón y su uso pú-
hermenéuticas de vida; mundo es blico; mundo es nuestro conjunto
el infinito número de interrogantes de posibilidades e imposibilidades
que están ahí para suscitarnos algu- en cuanto toda posibilidad elegida
na respuesta en torno a nuestra vida convierte en imposibilidad las otras
como la gran pregunta que merece posibilidades; mundo son nuestras
alguna respuesta; mundo es aquello circunstancias con las que tenemos
que puede alborotar nuestro arro- que dialogar para ser y vivir; mun-
bamiento y trance como éxtasis para do es lo que contrasta con nuestro
que la vida sea una obra de arte; proyecto vital y que tenemos que
mundo es el ejercicio del cuidado asumirlo como posibilidad inheren-
de sí (ética), cuidado de los otros te a dicho proyecto; mundo es el
(política), cuidado de las conjunto de juegos culturales con
cosas(ciencia) y cuidado de Dios los que tenemos que contar como
(mística); mundo es el conjunto de aquello que conservado o roto hace
lo que nos rodea para rodearlo, no viable nuestro juego personal; mun-
como lo que nos posee, sino como do es el rostro de lo que nos rodea
lo que poseemos desde el ser, co- que con su mirada, como a Orfeo,
nocer y obrar que permite hacer de puede hacernos perder a Eurídice o
la ética una estética de la existencia; llevárnosla consigo; mundo son
mundo es la apertura del yo al con- nuestras inquietudes, problemas,
junto de existenciarios que lo ha- preocupaciones e inseguridades
cen ser: temporalidad, historicidad, como materia prima de nuestra bio-
ser en relación, ser abierto, ser para grafía; mundo es nuestra vida como
la muerte, ser en movimiento, ser lucha frenética por ser fácticamente
en el lenguaje, ser en la contrarie- lo que somos en proyecto; mundo
dad regulada...; mundo es lo que son nuestros pliegues y repliegues
todavía no somos pero podemos como faena tremebunda tocada por
ser; mundo es la actualización de lo la dialéctica de pregunta – respues-
posible en tanto posible; mundo es ta – pregunta, búsqueda – hallazgo

22
No. 76

– búsqueda, tinieblas – luz – tinie- como juego polémico de verdad –


blas, juego – placer – agonía, ascen- engaño – verosimilitud; mundo es
so – caída – ascenso; mundo es la el escenario en donde tenemos que
racionalidad científico técnica que construir nuestra vida, no como
nos permite ser y no ser; mundo es sustancia, ni res cogitans, ni yo
la posibilidad de habitar poética- transcendental, ni espíritu absoluto,
mente el cosmos del cálculo para ni ser determinado por
preservar nuestra vida como obra supraestructuras..., sino como dra-
biográfica; mundo es el diálogo con ma en donde el yo trágico –cómico
la tradición para conservarla trans- tiene que construir su destino des-
formándola; mundo es la informá- de su mismidad – alteridad; mundo
tica como un saber hacer que está es el espacio para que todos
allí como útil, para ser transforma- devengamos funcionarios de la hu-
do en bueno, bello y verdadero; manidad y de la humanitas, no como
mundo es el mineral, el vegetal, el arcontes ni sacerdotes desde el Yo,
animal, el otro..., como posibilida- Platón, soy la verdad en tanto poder
des más que de capital mercancía, pastoral111 , sino en cuanto, a pesar
de capital simbólico; mundo es nues- del hombre ser un lobo para el hombre,
tra espiritualidad mística hecha cos- como hemos recordado, también
mos y el cosmos hecho espirituali- puede ser un amigo112 y una cosa
dad mística; mundo es el equilibrio sagrada para el mismo hombre113 ;
entre caos – cosmos como posibi- en fin, mundo es, como canta Bar-
lidad de volver a hacer resonar la ba Jacob, el conjunto de nuestro ser
sentencia del poeta Anaximandro: móviles, fértiles, plácidos, sórdidos,
“según la necesidad, las cosas existentes lúbricos, lúgubres y mortales114 .
se pagan mutua pena y retribución por su
injusticia, según la disposición del tiem- 2.4 LA REVERBERACIÓN:
po”, es decir, mundo es la posibili- EL ÉXTASIS DEL ÁGAPE
dad de establecer un equilibrio en
medio de los contrarios como con- Ya citamos el texto de Agustín so-
cordia en la discordia en tanto com- bre la reverberación y el tarde te amé,
pensación armoniosa de opuestos; hermosura siempre antigua y siempre nue-
mundo es la posibilidad de ser li- va. ¿Qué implicaciones filosófico –
bres en medio de las determinacio- místicas tienen estas categorías? Lo
nes; mundo es la morada del ser intentaremos dilucidar a la luz de la
111 Cf. FOUCAULT, Michel. Omnes et singulatin. Hacia una crítica de <la razón política>. En: Tecnologías del yo y otros textos afines.
Barcelona: Paidós, 1996
112 Cf. ARISTÓTELES. Ética a Nicómaco VIII. CICERÓN. La amistad. Madrid: Editorial Totta, 2002
113 SÉNECA. Cartas a Lucilio 95, 3
114 Canción de la vida profunda. En: Obras Completas. Medellín: Académicas, 1962, pp. 188-189

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obra escultórica de Bernini sobre la culturas en términos de caída, cul-


transverberación de Santa Teresa, pa, redención y salvación; habita-
capilla de la familia Cornare, Iglesia mos el mundo tocados por la dialé-
de Santa María de la Victoria, Roma. ctica desviación, extravío, cautivi-
Una flecha lanzada por un ángel tras- dad, caos, ceguera , salvación, re-
pasa el corazón de la santa y ésta, dención, esperanza, encuentro, libe-
arrobada, en trance y rapto, siente ración; somos Babel y Pentecostés;
el dolor y la alegría del ser poseída como la serpiente hermeneuta del
por Dios. El verbo latino bello capítulo 3 de El Génesis, nues-
transverberare significa traspasar, he- tras interpretaciones como creación
rir, golpear, atravesar, pasar de par- de sentido, llevan consigo la verdad
te a parte. No vamos a entrar en y el engaño, la vida y la muerte, el
detalles sobre la significación estéti- sufrimiento y la serenidad, la paz y
ca de la escultura y su relación con la guerra, el principio y el fin; el ya
la obra de la santa. La escultura y la citado síndrome de Caín y Abel ani-
mística teresiana son un pretexto da en nuestra vidas como porosi-
para hablar de la condición huma- dad siempre abierta a lo uno y lo
na como finitud, labilidad, debilidad. otro; la simbólica del mal y del bien
Somos finitos, siempre expuestos a golpea de tal modo nuestras vidas
resbalar, en desproporción consigo que, como Teresa, vivimos en no-
mismos, con los otros, con las co- che oscura y plenitud mística; siem-
sas, con lo divino; nuestra historia pre habrá flechas y ángeles y... que
es una patética de la miseria traspasarán de tal modo nuestras
esperanzadora; somos seres en re- almas que nuestros raptos estarán
lación contaminados por la insocia- marcados por el sello de la ambi-
ble sociabilidad; en nuestra intimi- güedad; la contrariedad como
dad llevamos marcada la posibilidad pólemos empuja nuestro ser – vivir
del bien y del mal, de la autentici- en una continua lucha de ascensos
dad y de la inautenticidad, del amor y descensos, determinismos y liber-
y del odio, de la alegría y de la triste- tades, desgarramientos y afirmacio-
za, del deseo y de la huida, de la nes; somos una grieta en renovada
esperanza y de la desesperación, del construcción y desbarajuste; nues-
temor y de la audacia, de la ira y la tra espiritualidad mística rumia en
paciencia115 ; somos caída y eleva- el desierto del sin sentido el senti-
ción. Estas categorías han sido sim- do; este desierto es signo de sed y
bolizadas por los mitos de todas las sequedad oteando saciedad; vaga-
115 Todavía nos golpean los agudos análisis del Aquinate sobre estos temas, llamados por él pasiones: Suma Teológica I-II, q. 6-
25; I-II, q. 26-48

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mos y deambulamos por la vida lle- corrupción en tanto embeleso extá-


nos de sueños e ilusiones y de ex- tico y numinoso. Por lo mismo, des-
periencias preñadas por la tragedia de la reverberación como luz
que nos hace desgarrar, como enceguecedora, hacemos nuestras las
Edipo, nuestros ojos para ver nues- palabras de Bonhoeffer: “sería un ul-
tro verdadero ser como finitud y traje a Dios y al prójimo dejar al ham-
culpabilidad 116 . Mas la esperanza es briento tener hambre bajo el pretexto que
también parte de nuestra tragedia. Dios está cerca de su miseria”118 .
Como homo viator caminamos en el
sendero de las encrucijadas ante las 3. EN LOS VERICUETOS DE
cuales hay que deliberar, juzgar y LA METÁFORA.
decidir. De ahí que nuestra finitud
– infinitud deba vivirse desde lo que 3.1 EL SENTIDO
Aristóteles llamó proaíresis-phrónesis: DE LA METÁFORA.
deliberación prudente, para estar con-
veniente, adecuadamente y El sentido etimológico de la pala-
kairológicamente a la altura de cada bra ya nos da pistas para su com-
encrucijada. La tríada deliberar, juz- prensión: del griego metaphorá,
gar, decidir nos permite asumir con translación, formado de metá, después
relativo entusiasmo nuestro trayec- y pherein, llevar. Es entonces un tro-
to vital tocado por el conflicto. Así, po de dicción que consiste en ex-
nuestra transverberación existencial presar una idea, valiéndose de otra,
en términos de vivencia filosófica con la que guarda analogía o seme-
mística puede expresarse en estas janza. Es, por lo mismo, el cambio
sublimes palabras de Esquilo: “Zeus de sentido de una palabra. Como
condujo a los mortales al saber, estable- figura retórica encierra siempre una
ciendo como ley: con el dolor la compren- comparación, ya de lo animado por
sión”117 . Eros, philía y ágape son la com- lo animado, ya de lo inanimado por
prensión del dolor trágico y radiante lo inanimado, ya de lo inanimado
de la vida como sol negro y coito por lo animado, ya de lo animado
alquimista del azufre y del mercurio por lo inanimado. El maestro me-
que, desde el ouroboros como dragón dieval de las etimologías, Isidoro de
que se muerde la cola, es principio Sevilla, nos trae en sus Etimologías la
sin fin y fin sin principio en el proce- siguiente conceptualización. “la me-
so ininterrumpido de generación y táfora consiste en la utilización translaticia
116 Cfr. RICOEUR. PAUL. Finitud y culpabilidad. Madrid: Taurus, 1982; Id. Discurso filosófico y hermeneusis. Barcelona: Anthropos,
1998. Id. Pensar la creación. En: Pensar la Biblia. Barcelona: Herder, 2001.
117 Agamenón. Madrid: Aguilar, 1978, p. 14
118 Ética. Citado en: DUHAMEL, Jérôme y MOUTTAPA, Jean. Dictionnaire inattendu de Dieu. Paris: Albin Michel, 1998, p. 275

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de una palabra, como cuando hablamos ríos>. <Barba>, <aladares> y <cabe-


del <oleaje de las mieses> y de <las perlas llos> no son propios del océano, sino de
de las vides>, cuando no encontramos ni los hombres. Del mismo modo, otros nom-
olas ni piedras preciosas, términos éstos bres de cosas pueden transferirse de una
que transferimos a otros contextos. Pero categoría a otra con toda regularidad con
éstas y otras locuciones metafóricas se fines estéticos, para imprimir elegancia a
transvasan a estos nuevos contextos, fá- la oración. La metáfora, no obstante, se
cilmente descifrables, revestidos de un ro- mueve sólo en el plano de uno de sus com-
paje figurativo, de manera que exciten la ponentes, como en el ejemplo citado del
imaginación del lector y no se degraden <oleaje de las mieses> —ya que no pue-
por aparecer sin artificio y de manera sim- de hablarse de <mieses de las olas>—;
plista. Las metáforas pueden lograrse si- en el caso de que fuese recíproca, se lla-
guiendo cuatro procedimientos. De ser mará <antistrofa>, como en <el remo
animado a ser animado, como <montó de las alas>, ya que podemos decir <las
en los alígeros caballos>; hablando me- alas de los navíos> y <los remos de las
tafóricamente atribuye al cuadrúpedo las alas>119 . Desde este contexto, la
alas de un ave; o como Virgilio (Virg., metáfora va más allá del sentido
Egl., 6, 80): <En su carrera se dirigió habitual y convencional del lengua-
hacia lugares desiertos>, en donde se atri- je. Esta desviación es la que le per-
buye a un volátil la carrera propia de mite decir lo indecible. Se rompen
cuadrúpedo. De ser inanimado a otro in- las fronteras del lenguaje y se nom-
animado; por ejemplo: <El pino ara el bra lo innominable. En términos de
mar, la quilla traza profundo surco>: se Ricoeur, la metáfora crea una ten-
aplica a las aguas una característica pro- sión entre dos sentidos, en la que la
pia de la tierra, pues de la tierra, y no innovación consiste en la produc-
del mar, es peculiar el arar y el abrir ción de una nueva pertinencia se-
surcos. De un ser inanimado a uno ani- mántica mediante una atribución
mado, por ejemplo: <la juventud flori- impertinente. Es viva cuando esta
da>, en donde pone en el mismo plano impertinencia se hace pertinente y
las flores inanimadas y la juventud, que resiste el uso habitual del lenguaje,
posee alma. De un ser animado a otro convirtiéndose en acto creativo y
inanimado; así, <Tú, padre Neptuno, a consistente. Es que se resemantiza
quien los canos aladares resuenan ceñi- la relación palabra – concepto - cosa,
dos del estruendoso mar; tú de cuya bar- significante –significado - referente
ba perenne brota el Océano inmenso y en cuanto esta tríada ya no es di-
entre cuyos cabellos discurren errantes los recta sino oblicua. Ante ello sí vale

119 Etimologías I, 37, 2-6

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la sentencia del iluminado de del hombre como esponja de la di-


Nazaret: “el que tenga oídos para oír, vinidad; Juan de la Cruz nos habla
que oiga”. Desde esta perspectiva, la de la “noche oscura del alma”, llena, sin
metáfora es una obra en miniatura embargo, de luz, que sin poseer
que provoca la necesidad de pensar nada, lo tiene todo; aparecen sus
más a nivel de la interpretación120 , metáforas: la soledad sonora, la oscuri-
que sirve de intermediario entre lo dad luminosa, el vacío repleto; Teresa
sensible y lo inteligible y nos abre a de Jesús nos habla del agua que cae
la polisemia del sentido y de lo real. del cielo en un río o fuente, o de un
Por ello y sólo por ello, el místico la arroyito pequeño que entra en el
usa para transmitir lo que no se pue- mar, o de una pieza con dos venta-
de transmitir. nas por donde entra una gran luz
que, aunque dividida, se hace una
3.2 EL INEFABLE sola luz, para describirnos la unión
INCOGNOSCIBLE con lo divino; Dionisio Areopagita
nos dilucida la metáfora de tiniebla
Para acercarnos desde la mística fi- divina para acercarnos a la absoluta
losófica a la experiencia de lo espiri- trascendencia de Dios; así nos inun-
tual divino, la metáfora ha sido fun- da el abismo de la deidad121 . Es que
damental. Metáforas como Luz – la historia nos ha deparado múlti-
Tinieblas, Día – Noche, Abundan- ples metáforas para mentarnos lo
cia – Desierto, Erotismo – Trascen- divino: Amor, Antiguo de días, be-
dencia, Soma Pneumatikós, Palmera— llo, bueno, causa, disímil, ser, eter-
Mandrágora, el Todo y la Nada, el no, justo, grande, inmóvil, infinito,
mísero cuerpo de barro que contie- luz, escondido, paz, perfecto, pode-
ne a todas las esferas del universo, roso, inmutable, rey, sabio,
Soledad sonora, Música callada... providente, señor, sol, tinieblas, igual,
están ahí para fundamentarlo. Lo uno, vida, círculo, Mysterium tremens
divino es lo omninominable en su y fascinas,... Todas ellas son nombres
innominabilidad, es lo inaccesible, divinos, tomados de los seres de
innombrable, inefable que implica la nuestra experiencia que, sin embar-
muerte y resurrección de los con- go, no expresan adecuadamente su
ceptos en forma metafórica. Dios naturaleza; son analogías
deviene el “silente desierto” al modo metafóricas por comparación; nos
del maestro Eckhart que concluye permiten acercarnos a Dios sabien-
su ascenso divino con la metáfora do que Dios es más que lo que ellos
120 Cf. RICOEUR, Paul. La metáfora viva. Madrid: Cristiandad, 1980
121 Cf. BOUYER, Louis. Introducción a la vida espiritual. Barcelona: Herder, 1965

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expresan en medio de su adecua- menéutica existencial que une acon-


ción – inadecuación; Dios no es lo tecimiento y sentido. El texto In-
que ellos mientan en cuanto Él está efable debe ser interrogado desde
más allá de lo que dicen; son sím- el sentido que da de la existencia y
bolos en cuanto hacen visible lo in- desde el sentido que ofrece a la exis-
visible. Entramos así en el concep- tencia. Hacemos nuestra la distin-
to de símbolo. Del griego symballó, ción de Bultmann entre la historisch
poner junto, reunir, designaba origina- – objektiv (los hechos pasados en su
riamente las dos mitades de un ob- realidad y objetividad) y la geschichtlich
jeto que, roto, podía recomponerse – existentienll (los hechos en su im-
reuniendo las dos partes: cada una portancia para mi actual
de ellas se convertía en signo de re- autocomprensión); el Inefable
conocimiento. De esta originaria como acontecimiento nos interpe-
función práctica deriva su función la; nos interpela porque a diferen-
representativa: un estar en lugar de, cia del Vorhandensein o ser de las co-
por la cual el símbolo es “cualquier sas, somos dasein en tanto existen-
cosa que nos haga venir a la mente otra cia y lenguaje, signo por excelencia
cosa más allá de la impresión que la cosa que revela el ser del hombre y que
misma causa en nuestros sentidos”122 . interpela al interlocutor para que
Es res significans123 en cuanto une cosa haya diálogo y ágape. Es que no hay
y signo, de modo que entre el sím- hechos sino interpretaciones. El In-
bolo y su contenido se establecen efable como símbolo es una pregun-
relaciones de semejanza y analogía ta que hay que responder: ¿qué sig-
que, para efectos de lo divino, es la nifica en el plano de una hermenéu-
afinidad y lejanía en medio de su tica existencial este Otro que nos
compenetración, entre el mundo habla a través de signos? Ya no se
visible y lo divino invisible. De ahí trata de narrar verídicamente lo real-
que recuperemos la noción escolás- mente acaecido, sino de interpre-
tica de signo – símbolo: “el signo es tar; ya no estamos en el plano de
lo que está en lugar de otra cosa”, es pruebas objetivas, sino de compren-
una relación de remisión que, en siones vitales para el proyecto de
intertextualidad con la contempo- existencia manifestado en decisio-
raneidad, puede rezar así: el signo nes y compromisos. Este proyecto
es lo que puede ser interpretado en es una poética de nuestra vida como
cuanto da qué pensar. Narrar la re- narración de sentido en la cual la
lación con el Inefable es una her- existencia se torna alegoría, esa “me-
122 SAN AGUSTÍN. La Doctrina Cristiana II, II, 1
123 Ibid., III, IX, 13

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táfora continuada” como muy bien lo blar de ella. Sólo cabe la metáfora y
sabía el Estagirita y que empata con el amor en esta nube del no saber.
lo dicho sobre la metáfora. No an- Que Dionisio nos preste sus pala-
daban errados los medievales cuan- bras para afirmar lo dicho: “cuando
do elaboraron su doctrina de los el discurso poco a poco se va elevando, se
cuatro sentidos del texto bíblico, abrevia; y terminada toda la ascensión se
extensiva a todo texto o aconteci- hace completamente mudo y se unirá to-
miento: literal, alegórico, moral y talmente a Aquel que es inexpresable”126
anagógico. Un díptico atribuido a . Es que el místico, como la sibila de
Nicolás de Lyra o a Agustín de Heráclito, es una vasija de arcilla, que
Dacia lo plasma con agudeza: acoge con temor y temblor el cho-
rro de lo divino en su estampido de
“Littera gesta docet, quid credas allegoria, ser, que lo llena, colma y desborda
moralis quid agas, quo tendas anagogia”124 en un caleidoscopio de luces y som-
bras; por eso su decir es un decir
Hechos, creencias, deberes, fines que oculta y un celar que devela: pro-
constituyen la selva de nuestra com- nuncia enigmas laberínticamente
prensión vital. No sin razón, rizomáticos como palabra oracular.
Cassirer, al hablar de la función sim-
bólica, sostiene que el espíritu hu- 3.3 LA POESÍA,
mano se caracteriza por su capaci- ESA FILOSOFÍA
dad de unificar y dar sentido a la DE LO DIVINO MÍSTICO
multiplicidad de lo sensible en vir-
tud de funciones simbólicas origi- “Pleno de mérito, y sin embargo poética-
narias como el lenguaje, el mito y el mente habita el hombre esta tierra”. Es-
conocimiento conceptual 125 . De tos versos son de Hölderlin127 . Mé-
este modo, en el conocimiento de rito es la maquinaria de la planeación
Dios vamos de los símbolos sensi- racional positivista. Con ella domes-
bles a los símbolos inteligibles que ticamos el mundo y se vuelve útil y
son los conceptos y rematamos en “positum”. Las cosas sólo caben en
la unión, más allá de todo símbolo cuanto son transformadas
sensible e inteligible; es el no saber, crematísticamente y se vuelven
el silencio que conoce una realidad pragmata desde la racionalidad cien-
de tal modo inefable que no se halla tífico técnica. Hoy se habita el mun-
ninguna palabra adecuada para ha- do así. No mencionamos las circuns-
124 “El sentido literal enseña los hechos; el alegórico, las creencias; el moral, los deberes; el anagógico, los fines”
125 Cf. Filosofía de las formas simbólicas. México: Fondo de Cultura Económica, 1998
126 TM (1033C)
127 Brod und wein, 2, 93, v.115-116. Citado en: JANKE, Wolfgang. Postontología. Bogotá: PUF, 1988, p. 47

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tancias de este modo de habitar ni debe responder a su compromiso


las cuestionamos en el sentido de de ciencia y los que cuestionan esta
volverlas satánicas. Están ahí, nos neutralidad y aducen que la ciencia,
rodean, son nuestro ethos circuns- como cualquier actividad humana,
tancial. La ciencia, la tecnología, la es un hecho cultural; se oyen voces
técnica han vuelto la filosofía una clamando por la humanización de
reflexión sobre este ethos. Pululan las las ciencias y voces que claman por
reflexiones sobre estos asuntos; se la cientifización del humanismo,
habla de ciencias de la naturaleza y proponiéndose como alternativa un
ciencias del espíritu, del explicar de humanismo científico o una ciencia
las primeras y del comprender de humanista o un diálogo ciencia –
las segundas; del diálogo ciencia – humanismo. En fin... Sea lo que sea,
filosofía como el estatuto de racio- es esta racionalidad positivista la que
nalidad de nuestra episteme; de cómo nos habita y nosotros habitamos en
los únicos enunciados con sentido ella. Sin embargo, creemos que hay
son los empíricamente verificados otra manera de morar en el mun-
y matemáticamente construidos; do: la poesía y la experiencia místi-
verificación y falsación disputan cuál ca. Es el retorno de los dioses, la
es el principio que permita demar- irrupción de lo demoníaco, en el
car el límite entre ciencia y sentido del daimon griego, el poder del
pseudociencia; la relación teoría – éros, de la philía, del ágape del que ya
experiencia llena bibliotecas enteras hemos hablado, la potencia del en-
con sabias disquisiciones sobre la tusiasmo en el sentido trágico de
naturaleza del experimento científi- los poetas. Es otra manera de esta-
co, de las hipótesis, de la medición, blecer nuestro domicilio en el mun-
de las definiciones; el debate sobre do por fuera del cálculo y de la
el progreso continuo o discontinuo planeación, necesarias pero no ab-
de la ciencia copa millones de pági- solutas ni paradigmáticas. El citado
nas de sabia erudición; las relacio- Hölderlin lo expresó muy bien: “pero
nes de la ciencia con aspectos cul- lo que permanece, lo fundan los poetas”128 .
turales (religión, arte, política, ética...) Por ello, bien vale la pena “ser poeta
y con sus compromisos económi- en tiempos de penuria”129 , en medio
co políticos ha suscitado serios de- de nuestra existencia astuta, belige-
bates entre los que niegan toda re- rante, cientifista, productiva, mar-
lación, pues la ciencia es autónoma cada por la eficiencia y la rentabili-
de todo condicionamiento y sólo dad, que ha hecho incluso de la poe-

128 Andenken, v. 59. Citado en: JANKE, Wolfgang. Op. Cit., p. 50


129 Cf. HEIDEGGER, Martin. ¿Y para qué poetas? En: Caminos del bosque. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 241-289

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No. 76

sía una mercancía de cambio o de explotadas sin que dejen pérdidas,


mero espectáculo circense. La poe- proponemos la praecultio mundi que
sía, esa filosofía de lo divino místi- con su verbo praecolere, colere no es
co, habita el mundo eróticamente, otra cosa que el cuidar de la tierra y
amistosamente, agápicamente; venerar al dios, honrar, respetar,
como éros nos convoca a la pulsión querer, proteger, habitar con vene-
del deseo como vida, en medio de ración, cultivar la tierra y el alma...131 .
las pulsiones thanáticas; como amis- Es lo que entendemos por cultura y
tad nos domicilia cósmicamente en por poesía: venerar el cosmos y la
unión con todo, haciendo que todo divinidad como fundadores de
esté en todo; como ágape nos im- nuestro domicilio cósmico. Es que
pulsa al ejercicio del darse, que no “poesía es el lenguaje en su más pura
del dar, darse que es un dar de lo fuerza plástica y reveladora. Es metáfo-
que se es, no de lo que se hace. Des- ra en el sentido más originario de la pa-
de este trípode, ella “preserva el mun- labra, es decir, cambio y transformación
do y lo conserva para lo advenidero, dán- del mundo que está allí a la vista, en
dole un viraje al descuido de la tierra pro- perspectivas nunca vistas y siempre anti-
pio de la actitud técnica”130 . La poesía guas”132 . Sólo unos versos del ins-
es así la catarsis de la racionalidad pirado de Suabia pueden resumir lo
instrumental. Como en la Grecia que aquí hemos querido plantear:
arcaica es una fuente de placer y un “Mas, ¡ay!, nuestro linaje vaga en la no-
poder de atracción que sólo puede che, vive como en el Orco, sin lo divino.
ser un don de los dioses, tal como Ocupados únicamente en sus propios afa-
aparece en Homero y en el citado nes, cada cual sólo se oye a sí mismo en el
Hölderlin. Los dioses nos cuidan, a agitado taller, y mucho trabajan los bár-
pesar de su exilio, producido por la baros con brazo poderoso, sin descanso,
desacralización del universo, trans- mas, por mucho que se afanen, queda in-
formado ahora en meras reservas fructuoso como las Furias, el esfuerzo de
para la producción técnica. Más allá los míseros. Hasta que, despertando de
de la maquinaria, podemos residir angustioso sueño, se levante el alma de
en el cosmos desde esta mística los hombres, juvenilmente alegre, y el há-
poética y ser los” mortales – inmorta- bito bendito del amor, de nuevo, como
les” del Oscuro de Éfeso. Frente a muchas veces antes entre los hijos flore-
la praecisio mundi que nos convierte cientes de la Hélade, sople en una nueva
en meros ingenieros y calculadores época, y el espíritu de la naturaleza, el
de las reservas de energía para ser que viene desde lejos, el dios, se nos apa-
130 JANKE, Wolfgang. Post Ontología. Op. Cit., p. 53
131 Cf. Ibid., p. 27-59
132 Ibid., p. 68

31
No. 76

rezca entre nubes doradas sobre nuestras mortal-mortal: “el ser-inmortal de los
frentes más libres, y permanezca en paz dioses es sólo posible cuando se relaciona
entre nosotros”133 . con el ser-mortal de los hombres. El sa-
ber del ser-consagrado-a-la-muerte de los
4. EPÍLOGO O DE UN hombres constituye el comprender de su
DIÁLOGO CON EL propio ser-imperecedero y, viceversa, el
ILUMINADO DE ÉFESO, saber del ser-siempre de los dioses consti-
HERÁCLITO. tuye el comprender del propio ser-mortal.
Dioses y hombres no conforman dos esfe-
Vamos a terminar dialogando con ras escindidas. Se trata de ver, no la se-
el inspirado de Éfeso, en especial con paración (jorismós), sino el
su fragmento 62: “Inmortales: morta- entrelazamiento de la autocomprensión y
les, mortales: inmortales, pues la vida de comprensión de su ser divina y huma-
éstos es la muerte de aquéllos y la vida de na”136 . Esta perspectiva es asumida
aquéllos la muerte de éstos”. Indepen- por Aristóteles cuando dice que la
diente de la identificación mítica de theoría, culmen del deseo de saber,
los inmortales con los dioses y de es vida inmortal y felicidad consu-
los mortales con los hombres, en- mada137 ; en el lenguaje de los místi-
sayamos una aproximación mística cos esta teoría es la experiencia exu-
al fragmento134 , que deja de lado la berante de lo divino como éxtasis,
interpretación hegeliana de duración experiencia que es posible por ser el
en el cambio. Desde el fragmento, hombre Imago Dei, es decir, finitud
la experiencia mística es mortalidad infinita, mortalidad inmortal. De ahí
inmortal e inmortalidad mortal; es que podamos establecer una
vivir la muerte y morir la vida; dio- intertextualidad entre el fragmento
ses y hombres copulan en el juego de Heráclito y los versos de santa
vida-muerte: “la vida de los inmortales Teresa: “Vivo sin vivir en mí, y tan alta
es la muerte de los mortales, los dioses vida espero, que muero porque no muero.
viven la muerte de los mortales y los mor- Aquesta divina unión, del amor con que
tales mueren la vida de los dioses o son yo vivo, hace a Dios ser mi cautivo, y
muertos en relación a la vida de los dio- libre mi corazón; mas causa en mí tal
ses” 135 . La experiencia mística es pasión ver a Dios mi prisionero, que muero
posible en la reciprocidad de lo in- porque no muero. ¡Ay! ¡Qué larga es esta

133 HÖLDERLIN, Friedrich. El Archipiélago. Madrid: Alianza Editorial, 1979, p. 81.Cf. VATTIMO, Gianni. Después de la Cristiandad.
Barcelona: Paidós, 2003. TUGENDHAT, Ernest. Egocentricidad y mística. Barcelona: Gedisa, 2004.
134 Nos ha sido de mucha utilidad el Heráclito de HEIDEGGER, Martin y FINK, Eugen. Barcelona: Ariel, 1970, especialmente
los capítulos VIII-X, p. 111-156.Asimismo, el bello artículo de GRAMMATICO, Giuseppina. El Dios de Heráclito. En: Limes
17 (2005) 26-44
135 HEIDEGGER, Martin y FINK, Eugen. Heráclito. Op. Cit., p.130
136 Ibid., p.144

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vida! ¡Qué duros estos destierros, esta primero, que muero porque no muero.
cárcel y estos hierros en que el alma está Vida, ¿qué puedo yo darle a mi Dios,
metida! Sólo esperar la salida me causa que vive en mí si no es perderte a ti, para
un dolor tan fiero, que muero porque no mejor a Él gozarle? Quiero muriendo al-
muero. ¡Ay! ¡Qué vida tan amarga do no canzarle, pues a Él solo es el que quiero,
se goza el Señor! Y si es dulce el amor, que muero porque no muero. Estando
no lo es la esperanza larga; quíteme Dios ausente de ti, ¿qué vida puedo tener, sino
esta carga, más pesada que de acero, que muerte padecer, la mayor que nunca vi?
muero porque no muero. Sólo con la con- Lástima tengo de mí, por ser mi mal tan
fianza vivo de que he de morir; porque entero, que muero porque no muero”138 .
muriendo el vivir me asegura mi esperan- Desde esta intertextualidad y para
za, muerte do el vivir se alcanza, no te terminar, cobran pleno sentido las
tardes, que te espero, que muero porque palabras atribuidas por Aristóteles
no muero. Mira que el amor es fuerte; a Heráclito, llenas de sentido místi-
vida, no seas molesta; mira que sólo te co: “Así como se cuenta qué dijo Heráclito
resta, para ganarte, perderte; venga ya la a los extranjeros que querían visitarle,
dulce muerte, venga el morir muy ligero, quienes se detuvieron tan pronto como vie-
que muero porque no muero. Aquella vida ron, al presentarse, que estaba calentán-
de arriba es la vida verdadera; hasta que dose ante la chimenea: les invitó, pues, a
esta vida muera, no se goza estando viva; acercarse sin miedo, pues allí también
muerte, no seas esquiva; vivo muriendo había dioses”139.

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BIBLIOGRAFÍA

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