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Orientación Educacional y Vocacional II

La orientación personal y
vocacional.
Guía de Conceptos
Unidad III
Orientación Educacional y Vocacional II – Unidad III

Contenido
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 2
FORMACIÓN DEL AUTOCONCEPTO EN EL NIÑO ...................................................................................... 3
DEFINICIÓN DE AUTOCONCEPTO ...................................................................................................... 4
TÉCNICAS PARA MEJORAR LA AUTOESTIMA DEL NIÑO ........................................................................ 5
ORIENTACIÓN Y EDUCACIÓN ............................................................................................................... 7
LA EDUCACIÓN MORAL COMO EJE DE LA EDUCACIÓN ......................................................................... 7
LA ORIENTACIÓN Y EDUCACIÓN SEXUAL ........................................................................................... 9
LA ORIENTACIÓN VOCACIONAL, FACTORES Y PROCESOS ................................................................. 10
TÉCNICAS DE ORIENTACIÓN VOCACIONAL ........................................................................................... 12
TÉCNICAS SUBJETIVAS ................................................................................................................. 12
TÉCNICAS OBJETIVAS ................................................................................................................... 13
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ......................................................................................................... 14

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Introducción
Podríamos decir que entender e interpretar la conducta del niño resulta sumamente complejo,
ya que cada patrón de comportamiento puede admitir diversas explicaciones, que
dependerán en gran medida de los marcos teóricos de referencia que se tengan en relación
con el desarrollo infantil. Actualmente, el campo de estudio e investigación sobre el desarrollo
del niño se ha multiplicado, principalmente en aspectos relacionados con el ámbito educativo
y los procesos de aprendizaje, las teorías y enfoques más importantes proporcionan de
manera conjunta explicaciones para comprender mejor la evolución de los diversos dominios
que conforman la personalidad.

Respecto a la educación preescolar, los sujetos principales del proceso educativo son los
niños, cuyas edades fluctúan de 3 a 5 años, y que en esa etapa se encuentran en plena
construcción de las estructuras operacionales que sustentan sus aprendizajes posteriores,
también está en proceso la formación del autoconcepto que se afirmará positivamente si las
relaciones sociales que establecen con los otros se dan en un marco de afecto, respeto y
cooperación.

Es así que en esta lectura vamos a analizar en primer lugar, la formación del autoconcepto
en el niño así como las técnicas para mejorar la autoestima en la escuela, en segundo lugar,
hablaremos de la orientación y la educación, centrándonos en la educación moral y sexual
en la escuela y finalmente analizaremos las técnicas de orientación vocacional.

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Formación del autoconcepto en el


niño
Podemos mencionar que, el desarrollo del autoconcepto se produce de manera
semejante y en interconexión con el desarrollo de otras facetas sociales o físicas
(Amescua y Pichardo, 2004). De esta forma, los niños desarrollan una apreciación de su
mundo mental interno, a medida que piensan en profundidad sobre ellos mismos. El
autoconcepto de los/las niños/as está basado en características concretas, como nombres,
apariencia física, posesiones, y conductas típicas. A lo largo del tiempo, los niños/as
organizan estos estados internos y conductas en disposiciones de las que son conscientes y
pueden comentar con otros. Entre los 8 y los 10 años, se presenta un cambio importante en
las autodescripciones de los niños, quienes empiezan a mencionar rasgos de la personalidad.
Finalmente, las autodescripciones de los adolescentes colocan un mayor énfasis en las
virtudes sociales, como ser considerado y cooperativo, lo que refleja su mayor preocupación
por ser querido y considerado positivamente por los otros. Veamos a continuación el siguiente
cuadro comparativo de las diferencias de autoconcepto según la edad.
T ABLA 1: C ARACTERÍSTICAS DEL AUTOCONCEPTO EN EDAD INFANTIL , ESCOLAR Y ADOLESCENCIA .
EDUCACIÓN INFANTIL EDUCACIÓN PRIMARIA
ADOLESCENCIA
(0 a 6 años) (de 6 a 12 años)
En los 2 primeros años los Los factores influyentes en La maduración física llamará
adultos cercanos al niño le la construcción del la atención de los
transmiten cierta autoconcepto se multiplican: adolescentes
información que le permite conciencia de logros y/o poderosamente, a
tomar conciencia de su fracasos (desarrollo sabiendas de la importancia
propio cuerpo, desarrolla la capacidad cognitiva y de la imagen externa en la
imagen corporal psicomotriz), un mayor relación con los otros, al
número de relaciones con igual que la búsqueda de
personas más variadas autonomía e independencia
(aumento interacciones con respecto a sus padres.
sociales).
En torno a los dos años, con La noción de constancia del El alto número de cambios y
el desarrollo del lenguaje, el sexo propia de los 5-6 años la irregularidad propia de
juego simbólico y la y la identidad sexual basada esta etapa no le permiten a
imitación se potencia aún en las características la persona poder establecer
más dicha diferenciación anatómicas de los 7-8 años de manera firme el
favorecerán una más autoconcepto, pero lo va
adecuada percepción sobre reformulando hasta que
sí mismos pasa a ser más estable,
seguro y coherente.
Hacia los tres años el niño Al final de esta etapa, hacia
ya adquiere la identidad los 9-12 años, la aceptación
sexual, algo que le permitirá social contará con un
ir más allá en la construcción espacio privilegiado en la
del autoconcepto. escala de valores del niño

Fuente: Extraído de International Journal of Developmental and Educational Psychology, Nº 1, 2008. ISSN: 0214-9877. pp 15.

Podemos llegar a la conclusión de que existen varios elementos, cada uno emergente en un
momento diferente, que son fundamentales en el desarrollo del autoconcepto: la valoración

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recibida por los otros, las experiencias de éxito y fracaso, las comparaciones sociales y,
finalmente, la elaboración del marco interpretativo propio (Fernández y Goñi, 2008).

Definición de autoconcepto
El autoconcepto hace referencia a las percepciones que el individuo tiene de sí mismo.
Es una formación cognoscitiva que se crea a partir de una mezcla de imágenes de lo que
somos, de lo que deseamos ser y de lo que manifestamos a los demás (González y Tourón,
1992). Se trata de un conocimiento que no está presente en el momento del nacimiento, sino
que es el resultado de un proceso activo de construcción por parte del sujeto a lo largo de
todo su desarrollo evolutivo.

“El autoconcepto se construye y define a lo largo del desarrollo por influencia de las
personas significativas del medio familiar, escolar y social, y como consecuencia de
las propias experiencias de éxito y fracaso” (Machargo, 1991, pp.33).

Por consiguiente, podríamos decir que el éxito y el fracaso se mezclan en la vida de toda
persona; la experiencia del éxito genera un sentimiento de eficacia y de valía, lleva a verse
de forma positiva, a confiar en la capacidad propia para solucionar problemas y a proponerse
metas elevadas con expectativas de éxito. Las primeras experiencias de este tipo ocurren en
la escuela.

Y es en la educación primaria en la que también se empiezan a dar las primeras


comparaciones sociales. El éxito o fracaso no son cuestiones absolutas, desde luego son una
valoración personal, pero con tintes claramente sociales, puesto que alguien puede haber
fracasado a pesar de haber quedado segundo en la clasificación si precisamente se compara
con el primer clasificado (Machargo, 1991).

Es importante considerar que, es a partir de los 5-6 años, cuando empezamos a formarnos
un concepto de cómo nos ven nuestros mayores (padres, maestros), compañeros, amigos,
etc. y las experiencias que vamos adquiriendo.

Asimismo, cuando un niño tiene una buena autoestima, se sabe valioso y competente, y
entiende que aprender es importante, con lo cual no se siente disminuido cuando necesita
ayuda. A la vez, es responsable, se comunica bien y es capaz de relacionarse
adecuadamente con otros.

A diferencia, un niño con baja autoestima no confía en sí mismo y por lo tanto tampoco en los
demás. Suele ser tímido, hipercrítico, poco creativo y en ocasiones puede desarrollar
conductas agresivas, de riesgo y desafiantes. Por lo tanto, esto provoca rechazo en los
demás, lo que a su vez repercute en su autovaloración.

En la construcción de la autoestima, influyen factores de diversos tipos:

- Personales (la imagen corporal, las habilidades físicas e intelectuales...).


- Personas significativas (padres, hermanos, profesorado, amigos,...).
- Factores sociales (valores, cultura, creencias...).

Por consiguiente, su desarrollo estará estrechamente ligado a los valores de la sociedad


en la que nacemos y vivimos; si la honestidad, riqueza, delgadez o habilidades en el fútbol

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son valores sociales admitidos y el niño los tiene, se le facilitará una buena autoestima. Pero,
además, es importantísima la consideración y crítica que reciba por parte de los adultos, sobre
todo de aquellos más significativos para el niño (mientras más importante sea una persona
para él o ella, mayor valor tendrá su opinión y mayor será la influencia en la percepción que
se va formando de sí mismo).

También es digno destacar que, todos los niños alguna vez, demostrarán síntomas de baja
autoestima. Los padres deben poner atención a ciertos tipos de comportamiento que no dan
indicación de desaparecer. Si el esfuerzo para mejorar la autoestima del niño no da buen
resultado, deberían consultar a su pediatra o a un profesional de salud mental, para que los
pueda orientar a mejorar.

La imagen corporal y la autoestima están muy relacionadas; la imagen mental que uno tiene
de su apariencia física, puede afectar a cómo se ve como persona. Los padres deben hablar
con sus hijos e hijas sobre estos temas, dando mensajes positivos y apropiados a su edad,
que les ayuden a sentirse mejor sobre sí mismos (Machargo, 1991).

Técnicas para mejorar la autoestima del


niño
Un estudio muy interesante realizado por Barreda (2012) analizó la influencia que tienen los
diferentes elementos que influyen en el clima de aula, y concluyó que la disposición de los
estudiantes para las clases, está determinada por la organización del salón, la empatía
con el docente, el interés que despierte por las temáticas abordadas y las buenas
relaciones con sus compañeros. De este modo, la autoestima ocupa un papel relevante
en el proceso de formación. Además, sugiere que los padres, docentes e Institución deben
aunar esfuerzos, para la creación de un buen clima de aula, proporcionando las herramientas
necesarias, con el fin de superar las limitaciones de los estudiantes en este aspecto.

Los estudiantes que presentaron autoestima adecuada, también obtuvieron altos niveles en
creatividad, mayor autonomía, menor impulsividad y mejor rendimiento académico.

La autoestima es una necesidad emocional, que en el caso de los niños depende también de
su entorno familiar y académico. Los profesores tienen que entender que su profesión no
termina en el ejercicio de dar unos contenidos teóricos: están tratando con personas, por ello,
tienen que educar en base a la individualidad que muestra que cada niño es diferente y tiene
unas necesidades concretas. Villegas (2017) nos brinda algunas pautas para potenciar la
autoestima de sus alumnos:

• Cada alumno/a tiene un talento. Algunos destacan en pintura, otros en matemáticas


y algunos en literatura. ¿Qué hacer en ese caso? Potenciar al alumno/a en esa rama
en la que destaca. Si un alumno/a escribe bien, es bueno motivarle para que redacte
redacciones que luego puede leer en clase delante de otros compañeros, o por
ejemplo también es positivo informarle sobre concursos de literatura infantil a los que
puede presentarse.
• Los niños tienen una visión de los problemas en forma de túnel. No ven más de una
alternativa. Por ello, como adultos, es positivo buscar soluciones a algunas de las
dificultades académicas que tiene el niño. Por ejemplo, el tutor puede informar a

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los padres de la necesidad de contratar a un profesor particular que ayude al niño


unas horas a la semana.
• Un profesor nunca debe dejar que otros compañeros de clase ridiculicen al niño.
Uno de los grandes problemas de la sociedad actual es el acoso escolar. Problema
ante el que los profesores deben implicarse en primera persona para pensar en
posibles soluciones para proteger a la víctima.
• Los profesores deben educar en el sentido positivo de la curiosidad, es decir,
deben motivarles para que siempre hagan preguntas de todo aquello que no tengan
claro. Muchas veces, un alumno no pregunta por miedo al ridículo. Por ello, siempre
que un alumno levante la mano para preguntar, el profesor debe felicitarle por haber
hecho una pregunta interesante y dar una explicación que, además, servirá de ayuda
para todo un grupo.
• En el aspecto educativo, las actividades extraescolares que se realizan en el
tiempo libre también tienen un sentido más lúdico. Permiten que el niño aprenda
disfrutando. Por ello, puede matricularse en el conservatorio o hacer algún deporte,
para poder conocer también amigos en un contexto distinto.
• Un alumno es un todo integral, como persona, no puede reducirse a su rendimiento
académico. Precisamente, porque dicho rendimiento también se ve afectado por la
situación personal y el estado de ánimo. Si un niño está haciendo el duelo por la
muerte de su madre, hermano etc., es positivo entender que dicho proceso se va a
notar en los estudios. Un profesor no sólo tiene que dar valor a la nota del examen,
sino también valorar el trabajo diario en clase y la realización de los deberes en
casa. De esta forma, el niño se siente bien consigo mismo cuando se esfuerza cada
día y no pone todo su valor únicamente en el resultado del examen (Villegas, 2017).

I LUSTRACIÓN 1: P AUTAS PARA POTENCIAR LA AUTOESTIMA DE SUS ALUMNOS

Un alumno es un todo
Cada alumno/a tiene
un talento. integral, como
persona

Es positivo buscar Las actividades


soluciones a algunas extraescolares que se
de las dificultades realizan en el tiempo
académicas que tiene libre también tienen
el niño un sentido más lúdico

Nunca debe dejar que


Deben educar en
otros compañeros de
el sentido positivo de
clase ridiculicen al
la curiosidad
niño

Fuente: (Villegas, 2017).

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Orientación y Educación
Tomando en consideración distintas conceptualizaciones del término, se entiende la
Orientación como un proceso de ayuda a la persona para que pueda elegir y tomar las
decisiones vocacionales adecuadas, como forma de asesorar para la resolución de
problemas personales y/o sociales, como modelo de intervención con función asistencial y/o
como eje transversal del currículo (Martínez, 1998).

Podríamos definir, que los comienzos de la Orientación Educativa, hay que situarla a
comienzos del Siglo XX y tiene un origen fuera del mundo escolar. En un momento histórico
de profundas reformas sociales, en especial con el desarrollo de la tecnología industrial, lo
que generó la necesidad de enseñar nuevas profesiones. En este marco contextual, se crea
en Boston, de la mano de Frank Parsons, el primer Buró profesional de Orientación
Vocacional (“Vocational guidance”) en 1908, con la finalidad de facilitar y orientar a las
personas de acuerdo a sus más idóneas capacidades. La labor desempeñada por Parsons
estaba centrada específicamente en el mundo laboral, fuera de las aulas. Tras su muerte,
con los años, el buró se fue transformando en lo que terminó siendo el Departamento de
Orientación Profesional dependiente de la Universidad de Harvard (Repetto, 2008).

De esta manera, en palabras de Repetto (2002) “El año 1920 suele tomarse como punto de
partida en el desarrollo de la orientación en las escuelas hasta alcanzar su estatus actual,
como campo profesional y con diversos programas para los estudiantes. De este modo,
aparece en primer lugar la figura del profesor que dedica ciertas horas al día o a la semana a
la función orientadora, sustituido más adelante por un orientador con dedicación a tiempo
completo (pp. 44-45)”.

A partir de la década de los 50 se produce una expansión en el desarrollo de la orientación y


el foco de atención de la orientación sigue ampliándose (Bisquerra, 1996). Así, Watts,
Guichard, Plant y Rodríguez-Moreno (1994) mencionan tres focos de interés en la orientación
que forman el “Triángulo de la Orientación”, cuyos lados estarían formados por la orientación
escolar - educativa, orientación profesional y orientación personal. La orientación escolar y
educativa se centra en la ayuda para elegir opciones académicas y servir de soporte al
alumno; la orientación profesional ofrece ayuda para la elección de profesión, la colocación
en un trabajo y la exploración de roles laborales; y la orientación personal, que brinda ayuda
para resolver los problemas personales o sociales. Con ello, se conectan tres acciones de
orientación.

La educación moral como eje de la


educación
Es importante destacar que, las funciones de las instituciones educativas han sufrido a lo
largo de la historia cambios notables, pero han mostrado también algunas constantes o
tendencias que propiamente podrían considerarse como elementos esenciales de las
mismas. Entre estas constantes podemos destacar el aprendizaje de la lectura y la escritura,
la adquisición de hábitos y normas de comportamiento y el dominio del cálculo.

Según se trate de instituciones formales o de ámbitos no formales de la educación, algunas


de estas constantes permanecen en su sentido estricto o se suponen implícitas o ya
adquiridas con anterioridad.

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En el fondo y en última instancia, estos aprendizajes pretenden dotar a la persona del bagaje
necesario para su integración social y cultural y para su inserción en la vida activa del grupo
al que pertenecen. A través de la educación se procura así que las personas logren niveles
progresivos de desarrollo y de participación en los ámbitos del trabajo, del tiempo libre, de las
relaciones interpersonales y de la cultura (Martínez, 1995).

Pero últimamente, se encuentra un interés por la educación moral y su implantación en


ámbitos pedagógicos como la institución escolar, y es que tiene que ver con la necesidad de
apreciar y profundizar la vida en democracia y las posibilidades que ésta ofrece, tanto
en sus versiones político-institucionales como en sus manifestaciones
interpersonales. A pesar de sus limitaciones, la democracia es una óptima forma de vida en
sociedad que permite el planteamiento de conflictos de valor tanto de carácter individual como
colectivo.

Así la preocupación por la educación moral queda suficientemente justificada en la medida


en que la democracia hace posible el uso del diálogo en la exposición de estos conflictos de
valor, en la creación y recreación de principios y normas, y, a la vez, precisa de este juego
dialógico y constructivista de valores y normas para su mantenimiento y profundización como
tal democracia.

Y es que la situación personal de algunos ciudadanos, en sociedades democráticas presenta


un nivel de insatisfacción, de desarmonía entre expectativas y logros, de frustraciones y, en
cierta medida, de desencanto, aburrimiento y rechazo social e institucional que puede implicar
excesiva inseguridad personal, escasa autoestima y, entre otras, consecuencias como
insolidaridad, intolerancia, anomía social y desprecio del diálogo y de la razón como
instrumentos básicos para la construcción de formas de vida y de pensar mejores, tanto
individual como colectivamente. Esta situación está relacionada con la desaparición de ciertas
seguridades absolutas y con la presencia de diferentes formas de vida, todas ellas legítimas
pero diferentes, características que, por otra parte, son propias de sociedades pluralistas y
democráticas (Martínez, 1995).

La educación moral supone, potenciar la capacidad de orientarse con autonomía,


racionalidad y cooperación en situaciones que suponen conflicto de valores. Debe
entenderse como un espacio de cambio y transformación personal y colectiva, como un lugar
de emancipación y de autodeterminación.

La educación moral así entendida no es algo nuevo, es condición necesaria para la práctica
de una educación integral, es práctica habitual en muchas instituciones pedagógicas que,
preocupadas por la persona de sus alumnos y alumnas, enfatizan esta dimensión de la
formación humana; pero también es una práctica infravalorada, no comprendida en sus justos
términos e, incluso, confundida con la educación religiosa, la educación política y la educación
cívica y social.

Es imposible negar la importancia de la educación moral hoy, a pesar de que puedan existir
confusiones terminológicas o identificaciones inadecuadas que algunos aún no han superado.
Es urgente y necesario ocuparse de la educación moral y no entenderla como alternativa a la
religión, ya que la primera es necesaria para toda formación humana y no puede ser sustituida
ni confundida con la segunda, que persigue y se basa en modelos de educación con valores
propios y definidos.

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Es interesante la defensa de un modelo de educación moral en la escuela en el que


convivan alumnos de diferentes opciones ideológicas de carácter político y religioso.
Debería entenderse para construir, una forma de pensar y de actuar propia y singular en
interacción continua con otros agentes educativos no escolares, ya sean no formales o
informales, como, por ejemplo, la familia, los amigos y compañeros, las instituciones políticas
y religiosas, o los sistemas de comunicación de masas (Martínez, 1995).
I LUSTRACIÓN 2: C ARACTERÍSTICAS DE LA EDUCACIÓN MORAL COMO EJE DE LA EDUCACIÓN

Modelo de educación moral


Potenciar la capacidad de
La necesidad de apreciar en la escuela en el que
orientarse con autonomía,
convivan alumnos de
y profundizar la vida en racionalidad y cooperación
diferentes opciones
democracia en situaciones que suponen
ideológicas de carácter
conflicto de valores
político y religioso

Fuente: (Martínez, 1995).

La orientación y educación sexual


Es un hecho que la sexualidad, es una dimensión que se mantiene desde el instante de
la concepción hasta la muerte. Por este motivo, se necesitan conocimientos claros y
precisos que la fortalezcan y permitan su potencialización de forma integral durante las
diversas etapas evolutivas de las personas. Y es así que uno de los sectores profesionales
que en la actualidad tiene la tarea de abordar esta dimensión en las nuevas y viejas
generaciones es la orientación educativa (Fallas, 2009).

Por ello, los orientadores deben contar con los conocimientos adecuados y los insumos
acordes con sus propias demandas y las de sus educandos; requiere tener en cuenta las
necesidades del entorno social para responder de manera adecuada a las exigencias de
brindar, a las nuevas generaciones, una formación en la dimensión de la sexualidad humana
con carácter científico, significativo y profesional, para que los vínculos afectivos y sexuales
adquieran niveles de funcionalidad adecuados, así como una educación sexual bien
cimentada y libre de sesgos, tanto conceptuales, actitudinales, como procedimentales

(Fallas, 2009).

En el abordaje de la educación sexual a lo largo de la historia, se pueden apreciar varias


formas de conceptualizar y entender la sexualidad humana, las cuales, como se ha
señalado anteriormente, responden a determinadas corrientes ideológicas. El tema de la
educación sexual constantemente ha sido polémico y complejo de emprender; sin embargo,
hoy este tipo de educación se reconoce como fundamental y de interés prioritario de las
naciones (Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura,

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2010; Organización Panamericana de la Salud [OPS], Organización Mundial de la Salud


[OMS] y Asociación Mundial de Sexología [WAS], 2000); entre otros).

Los orientadores y todas aquellas personas que se encuentren involucradas con el hacer
educativo deben conocer las distintas teorías y modelos de sexualidad y de la
educación sexual, así como las consecuencias que contrae situarse en uno u otro
modelo para nuestra propia vida, y en la construcción de sexualidad con la cual abordamos
el proceso de enseñanza y aprendizaje.

En esta lectura, se propone el Modelo Biográfico Profesional porque su base conceptual


parte de una idea positiva de la salud (ampliamente relacionada con el concepto de salud de
la OMS), entendida como el bienestar y promoción de la calidad de vida del individuo y la
sociedad. La sexualidad se reconoce como un derecho a ser vivida y como factor de
bienestar, así como el respeto incondicional a la diversidad sexual y a la ayuda de los sujetos
a ser más libres y responsables en la promoción del bienestar personal-social, de igual modo
en el reconocimiento a la existencia de diferentes biografías sexuales. Los esfuerzos de los
profesionales y las profesionales deben orientarse al logro de facilitar el bienestar desde la
biografía de cada ser humano.

Desde este modelo, la sexualidad como dimensión de la persona posee múltiples


posibilidades: placer, comunicación, fecundidad, vínculos afectivos, caricias, entre otros. Su
objetivo es promocionar la aceptación positiva de la identidad sexual y el aprendizaje
de conocimientos y habilidades sobre las diversas posibilidades de la sexualidad en
cada etapa evolutiva. Busca, además, brindar conocimiento científico, el aprendizaje de
habilidades (para la toma de decisiones, comunicación, aprendizaje de habilidades sociales),
adquisición de actitudes erotofílicas y tolerantes, así como la adquisición de una ética
relacional básica (ética del conocimiento, del placer compartido, de la igualdad, de la lealtad,
de la salud frente a los riesgos, etc.) que permita las relaciones interpersonales de calidad
(Fallas, 2009).

La orientación vocacional, factores y


procesos
La orientación tuvo sus inicios en la orientación vocacional, profesional o para el desarrollo
de la carrera que surge como necesidad de facilitar a los alumnos la información necesaria
para su adecuada inserción en el mundo del trabajo, desde sus orígenes a la actualidad ha
experimentado cambios significativos.

Podemos definirla como un proceso que tiene como objetivo despertar intereses
vocacionales, ajustar dichos intereses a la competencia laboral del sujeto y a las
necesidades del mercado de trabajo. El primer paso de la rehabilitación vocacional es la
elección de un interés realista que permita al sujeto alcanzar su meta laboral (Repetto, 2002).

En este sentido, la orientación es un proceso “y está en proceso” ya que subraya el hecho de


que las técnicas mismas con el que se ejecuta el proceso sistemático se transforman y están
en este momento del desarrollo de la especialidad. Por ello, la palabra proceso es clave en
orientación porque es el reconocimiento de ciertas marcas para guiarse en la propia conducta,
por ende, orientar es informar a una persona de lo que ignora y quiere saber, del estado de
un asunto para que sepa cómo conducirse en él.

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Factores y etapas que influyen significativamente en el proceso de orientación


vocacional.

➢ La motivación laboral real del usuario.


➢ La iniciativa en la búsqueda de empleo y de formación: el tipo de acercamientos y
frecuencia, la eficacia de dichas iniciativas; dónde y cómo solicita empleo, el método
utilizado y la constancia, son factores que nos indicarán su ajuste vocacional, el nivel
de motivación para el empleo y su manejo en las técnicas de búsqueda de empleo.
➢ La percepción de recursos económicos que cubran o solucionen las necesidades
mínimas restarán impulso y motivación para acceder a un empleo.
➢ La situación familiar: si la familia no cree "necesario" que su familiar enfermo pase por
los riesgos y dificultades de encontrar y mantener un empleo, tenderá a solicitar un
recurso de carácter ocupacional o una prestación económica para su familiar. El apoyo
familiar ofrecido al usuario (iniciativas de la familia respecto a la rehabilitación del
usuario, el conocimiento de la enfermedad, la relación con terapeutas, la pertenencia
a asociaciones y papel que desempeña, la búsqueda de recursos adecuados, el nivel
de emoción expresada, etc.) y la relación de la familia, y de otros miembros de su red
social, con el trabajo (la opinión de su entorno social respecto al mundo laboral, así
como su propia situación laboral) van a influir en la motivación del usuario hacia el
empleo.
➢ La relación del usuario con el mundo laboral: el nivel de conocimiento de las
condiciones laborales actuales, la presencia de ideas erróneas sobre el mercado
laboral (percepción idílica, hostil, etc.).
➢ La historia formativa / laboral, vivida por el usuario de manera positiva, es un predictor
de éxito en un proceso de rehabilitación laboral.
➢ El último trabajo y curso de formación desempeñados, las funciones realizadas, el tipo
de jornada, el motivo de finalización y el nivel de desempeño y de satisfacción
alcanzado, nos servirán de indicadores sobre los intereses y preferencias del usuario.
➢ Los motivos de abandonos laborales, formativos, ocupacionales o de ocio aportarán
información sobre su sistema atribucional.
➢ Las limitaciones y habilidades laborales expresadas por el usuario y percibidas por el
rehabilitador en un contexto lo más parecido al laboral.
➢ Los deseos y preferencias laborales expresados por el usuario: es necesario respetar
los deseos del usuario, ya que el grado de satisfacción va a ser determinante en el
mantenimiento del empleo (Repetto, 2002).

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I LUSTRACIÓN 3: F ACTORES Y ETAPAS QUE INFLUYE N EN EL PROCESO DE ORIENTACIÓN VOCACIONAL

Motivación
laboral

Busqueda de
Preferencias
empleo y
laborales
formación

Limiraciones Percepción
laborales de recursos

Motivo de
Situación
abandono
familiar
laboral

Usuario -
Historia
mundo
formativa
laboral

Cursos de
formación

Fuente: Elaboración propia, (2022)

Técnicas de orientación vocacional


Cuando se busca explorar las características individuales con un fin orientador y selectivo se
utilizan por lo general diversos instrumentos. La orientación y selección profesional se
plantea cuando se parte de la existencia de diferentes clases de actividades y tareas
en el ámbito del ejercicio profesional, cuando se reconoce que cada tipo de actividad
requiere determinadas cualidades o competencias para su satisfactorio desempeño y que
dichas cualidades son poseídas por las personas en proporción diferente y cuando se admite
que esas diferencias vienen expresadas en una medida que se puede investigar y conocer
mediante técnicas de exploración.

Se podría agrupar las técnicas según López (2003) en 2 apartados:

❖ Técnicas Subjetivas
❖ Técnicas Objetivas

Técnicas Subjetivas
Incluye la historia personal (currículum vitae) y es un instrumento donde se expone la vida del
individuo a través de los periodos de su desarrollo. El estudio de los datos biográficos dentro
de su contexto socioambiental (ascendencia, educación, ámbitos sociales y culturales,

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realizaciones etc.) permite al profesional disponer de una parrilla de información, que actuaría
como un comparativo en el que se insertan datos proporcionados por los demás medios
predictivos y establece con ellos una relación de mutua interpretación.

Técnicas Objetivas
Se diferencian de la anterior por utilizar en el estudio de los sujetos, instrumentos que
aprecian los diferentes rasgos (aptitud, personalidad, competencias, etc.) mediante pruebas
en las que se evita la influencia de la subjetividad del examinador. Las técnicas utilizadas
serían los test psicológicos y también los cuestionarios de conocimientos.

El test es un método riguroso y fecundo pero no exclusivo ni infalible, sus resultados deben
interpretarse a la luz de la historia personal del sujeto. Los criterios para la elección de un test
vienen dados por el caso concreto a abordar: nivel de cualificación del puesto y coherente
formación de los aspirantes.

Los tests pueden ser de aptitud, personalidad, rendimiento, inteligencia general, factores
intelectuales, cuestionarios o autoinforme de personalidad, proyectivos y de base psicosocial.
I LUSTRACIÓN 4: T ÉCNICAS DE ORIENTACIÓN VOCACIONAL

• Incluye la historia personal (curriculum


vitae) y es un instrumento donde se
TÉCNICAS expone la vida del individuo a través de
SUBJETIVAS los periodos de su desarrollo

• Utiliza en el estudio de los sujetos,


instrumentos que aprecian los diferentes
TÉCNICAS OBJETIVAS rasgos (aptitud, personalidad,
competencias, etc.).

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Referencias Bibliográficas
• Amezcua, J. A., y Pichardo, L. (2004). Autoconcepto y construcción personal en la
educación personal. Psicología de la Educación y del Desarrollo en Contextos
Escolares, 7, 181-192.
• Barreda, M. (2012). El docente como gestor del clima del aula. Factores a tener en
cuenta. (Tesis de Maestría). Universidad de Cantabria, Santander, Cantabria, España.
• Baron, R. A. y Byrne, D. (2005) Psicología Social, 10a edición. Ed: Pearson.
• Fallas, A. (2009). Educación afectiva y sexual. Programa de formación docente de
secundaria. (Tesis doctoral). Universidad de Salamanca: España
• Fernández, A y Goñi, E (2008) INFAD Revista de Psicología, Nº 1, 2008. ISSN: 0214-
9877. pp: 13-22. International Journal of Developmental and Educational Psychology,
Nº 1, 2008. ISSN: 0214-9877. pp: 13-22
• López, A (2003) La orientación vocacional como proceso. 1ª Edic. Buenos Aires:
Bonum
• Machargo, J. (1991). El profesor y el autoconcepto de sus alumnos. Teoría y práctica.
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Guía de Conceptos – Material Básico pág. 14

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