Hasta el momento, hemos estudiado el matrimonio como acto, pero a
partir de este momento lo vamos a enfocar como constitutivo de una relación jurídica, la relación jurídica matrimonial, que puede ser contemplada desde dos perspectivas: - relación jurídica personal, cuyo contenido se expresa en la noción de "vínculo matrimonial". - relación jurídica patrimonial, que tiene como contenido básico pero no único, el régimen económico matrimonial. 1. EFECTOS EN LA ESFERA PERSONAL: EL VÍNCULO MATRIMONIAL. 1.1. Carácter y contenido del vínculo. Se habla de vínculo matrimonial, porque la relación entre los cónyuges constituye, mientras dura, y respecto de cada uno de ellos, un límite en su esfera personal: - art. 67: deber de respeto y ayuda mutua. - art. 68: obligación de vivir juntos (límite al derecho constitucional de elegir libremente la residencia), de guardarse fidelidad (limitación a la libertad sexual como faceta de la libertad individual) - restricción de la capacidad de obrar, para contraer otro matrimonio, ex art. 46.2 (impedimento de ligamen); cuando respecto de otros negocios jurídicos no hay tal carácter de exclusividad. 1.1.1. Carácter del vínculo. En principio, se asemeja a las restantes situaciones de vínculo: es esencialmente disoluble, y ex art. 85 existen hasta 3 causas: muerte, declaración de fallecimiento y divorcio. Hasta 1981, al considerarse vínculo indisoluble, sólo surgía una causa de extinción del vínculo, la muerte. Analicemos por separado cada una de las causas de disolución. 1 - Muerte. En la Ley del matrimonio civil de 1870 se hablaba de "muerte probada", e igual en el art. 52 anterior a 1981. En tanto disolvía el matrimonio hace que el sobreviviente recupere el ámbito de libertad material y de capacidad de obrar matrimonial que había perdido al contraer matrimonio. Prima facie supone borrar los efectos jurídicos creados por la relación jurídica matrimonial, pero ello no es bien cierto, por cuanto no desaparecen los efectos jurídicos creados por el vínculo -el status familiar matrimonial-.
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Así, se mantiene el parentesco por afinidad con los parientes consanguíneos del fallecido, la nacionalidad española adquirida por el transcurso de plazos más breves ex art. 22.4, la vecindad civil adquirida por opción al contraer el matrimonio ex art. 14.4. La prueba de la muerte que es necesaria para poder volver a contraer es la inscripción de la misma en el registro civil, ex arts. 81 LRC y 273 RRC. 2 - Declaración de fallecimiento. El tenor del art. 85 contradice la Base VI in fine Cc: Sin que la presunción de muerte lleve a autorizar a pasar al cónyuge presente a segundas nupcias. La explicación de ese vuelco normativo proviene de la reforma de 1981. Hasta dicha fecha el art. 195.3 Cc establecía la imposibilidad de segundas nupcias a pesar de la declaración de fallecimiento. En la actualidad, la declaración de fallecimiento determina la desaparición del vínculo matrimonial, sin que haya inconveniente alguno para volver a contraer en cualquier caso. Si reaparece el cónyuge dado por muerto, no revive el vínculo matrimonial, puesto que éste quedó disuelto al ser declarado fallecido: éste será casado y disuelto, el cónyuge presente será casado en segundas nupcias 3 - Divorcio. Se introduce en la reforma de 1981 (ley del divorcio) merced al art. 32.2 CE que de forma ambigua declaraba que la ley regulará las causas de separación y disolución y sus efectos. 1.1.2. Contenido del vínculo: la igualdad. En los Ordenamientos Jurídicos históricos, tanto español como en derecho comparado, se distinguían dos posibles contenidos: de igualdad entre los esposos y de supremacía unilateral en favor del marido, la denominada potestad marital que le otorgaba la dirección de la vida matrimonial y familiar. Se partía de dos presupuestos: - el sexo femenino es una causa de restricción de la capacidad de obrar: que como todo débil mental debe ser protegido por alguna institución o persona que vele por sus intereses: en principio era la patria potestad en manos del padre hasta que se case. - el matrimonio era una institución por la que se producía el relevo en el poder, que pasaba del padre al marido. Reflejo de esta concepción eran, entre otras: - la prohibición de salir del hogar antes de los 25 años, salvo para contraer matrimonio o para profesar votos (entrar en un convento).
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- mayor castigo para el adulterio femenino que para el amancebamiento. - delito de abandono del hogar. - la potestad marital: la mujer debe obedecer al marido, como en cualquier situación de potestad. Art. 57, hasta 1981. - la licencia marital: no podía la mujer realizar actos patrimoniales sobre sus bienes sin contar con el consentimiento del marido, hasta 1975, excepto en Cataluña y Baleares. - la representación marital, ex art. 60 hasta 1975: el marido era el representante legal de la esposa, que no podía comparecer por si sola en juicio. - patria potestad estaba exclusivamente en manos del padre, y sólo en defecto de éste la ostentaba la mujer, hasta 1981. - la administración de la sociedad ganancial en manos del marido hasta 1981. - se producía la adquisición automática de la nacionalidad del marido. - se producía la adquisición automática de la vecindad civil del marido hasta 1990. Todas estas manifestaciones de la idea de supremacía unilateral han ido desapareciendo paulatinamente, siendo el primero aldabonazo la reforma del Cc de 1975 (Ley 14/15975, de 2 de mayo, sobre reforma de determinados artículos del Código Civil y Código de Comercio sobre la situación de la mujer casada y los derechos y deberes de los cónyuges), la de 1981 (Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se establece el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio), la de 1991 (Ley 11/1990, de 15 de octubre sobre reforma del Código Civil en aplicación del principio de no discriminación)que tuvo capital importancia y posteriormente se han ido eliminando estas situaciones y nos situamos ante la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, de igualdad efectiva de mujeres y hombres. En la actualidad el contenido de la relación matrimonial es de igualdad, ex art. 66: “El marido y la mujer son iguales en derechos y deberes.” Veamos, a continuación, los concretos aspectos que supone el contenido de igualdad del vínculo matrimonial. 1.2. Aspectos concretos. Obligaciones personales de los cónyuges 1.2.1. Obligación de convivencia. Art. 68 Cc: “Los cónyuges están obligados a vivir juntos”. El concepto de vivir juntos, en el que no vamos a entrar, aparece refrendado en distintos preceptos: art. 82.1: abandono injustificado del hogar,
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es causa de separación (derogado por la Ley 1/2005); art. 83: la sentencia de separación produce la suspensión de la vida común de los casados. Hasta la sentencia existe vida en común; art. 86.1, 2 3 y 4: cese efectivo de la convivencia + circunstancias determinadas = divorcio (derogado por la Ley 1/2005); art. 97.6: duración de la convivencia conyugal (en sede de pensión compensatoria); art. 105: “No incumple el deber de convivencia el cónyuge que sale del domicilio conyugal por causa razonable y en 30 días presenta demanda o solicitud de separación, anulación o divorcio.” En cada concreto supuesto, se verá cómo cumplir con esa obligación: 1º. Común acuerdo entre los cónyuges que fijan un único domicilio o dos, teniendo uno de ellos la consideración de domicilio conyugal. Por tanto, vivir juntos no implica vivir en el mismo domicilio si hay acuerdo en este sentido. 2º. A falta de acuerdo, ex art. 70, el juez resolverá atendiendo el interés de la familia (concepto jurídico indeterminado, se refiere a la familia nuclear). Sólo tiene sentido, parece, cuando uno de los cónyuges plantea esa exigencia respecto de las reglas de convivencia, en cuyo caso el juez deberá fijar un único domicilio. De todas formas, la exigencia de vivir juntos no puede ser cumplida in natura, es decir, no cabe compeler físicamente a nadie al cumplimiento del mismo. Además, antes de la reforma de 2005 existían causas tasadas de separación, los efectos que provocaba la ruptura de la convivencia por parte de uno de los cónyuges se movían o en el campo de la creación de medios de ataque contra la relación (causa de separación o divorcio) o bien en otros campos, cuando existe común acuerdo al respecto. Por otra parte, el art. 69 Cc hace una presunción de convivencia: “se presume salvo prueba en contrario que los cónyuges viven juntos”; presunción que se mantiene incluso si pactan vivir en domicilios separados, siempre que uno de ellos sea caracterizado como domicilio conyugal. Este precepto tiene su concordante en el art. 102.1 Cc en sede de medidas provisionales en caso de demanda de separación, nulidad o divorcio: admitida la demanda, se producen los efectos siguientes: 1º los cónyuges podrán vivir separados y cesa la presunción de convivencia conyugal. Por tanto, la presunción se mantiene una vez interpuesta la demanda y sólo decae cuando es admitida a trámite. Incluso una vez admitida a trámite se mantiene el deber de convivencia, pero provisionalmente se autoriza que vivan separados: que diga "podrán vivir separados" significa que formalmente la obligación se mantiene, pero que durante la tramitación del procedimiento
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ninguno de los cónyuges podrá alegar infracción del deber al estar autorizados a vivir separados. Y hacemos esta afirmación porque ex art. 83 es la sentencia de separación la que produce la suspensión de la vida en común de los casados; suspensión que no extinción, puesto que la separación no determina la extinción del vínculo; por contra la sentencia de nulidad o divorcio sí implica la extinción de la obligación porque en estos dos supuestos sí que se extingue el vínculo matrimonial. 1.2.2. Deber de fidelidad Art. 68 Cc: Están obligados a guardarse fidelidad. Clásicamente se distinguían dos contenidos en la fidelidad: - positivo: recíproca disposición sexual de los cónyuges. - negativo: exclusividad de intercambios sexuales entre los cónyuges, con abstención de relaciones sexuales con terceros. Se configuraba como un ius in corpus, de naturaleza quasirreal: aunque en principio es un derecho recíproco, como el marido ostenta una posición de supremacía, se convierte en un derecho de exclusividad sexual en favor del marido sobre la mujer. Hasta 1981 tenía una serie de refuerzos: - delitos de adulterio y amancebamiento, con mayor castigo para el adulterio que comete la esposa (hasta 1978). - presunción de matrimonialidad de los hijos de la mujer casada, que sólo se puede romper si se prueba la imposibilidad física del marido al acceso carnal durante los primeros 120 días de los 300 anteriores al nacimiento, ex art. 116 y 117 Cc. Si a ello se le suma que estaban prohibidas las pruebas de paternidad, se produjeron situaciones chocantes y curiosas (familia acaudalada de Madrid con chófer negro. La esposa tiene hijo negro y el marido impugna la paternidad. El TS aplicando estrictamente el art. 108, y dado que no se pudo probar la imposibilidad de acceso carnal en el período legalmente previsto, aplicó de forma inexorable la presunción). En la actualidad, el deber de fidelidad tiene otro contenido: no se centra tanto en el aspecto sexual como en la existencia de un recíproco vínculo de responsabilidad y de voluntad de plena unión. No obstante el TS sigue -como en la mayoría de países latinos- apegado a la idea de fidelidad sexual. Se articula por medio de demandas contra el honor solicitando daños morales. 1.2.3. Deber de socorro mutuo.
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Art. 67: deben ayudarse mutuamente. Art. 68: están obligados a socorrerse mutuamente. Técnicamente se puede encontrar una diferencia entre la ayuda y el socorro. - ayuda: carácter personal. - socorro: sentido económico. Esta diferencia aparece en la legislación francesa, y aunque seguramente el legislador español no hiló tan fino, se puede sostener. En caso de no prestarse voluntariamente ese socorro, si concurren determinadas circunstancias, da lugar al nacimiento de la obligación de alimentos. 1.2.4. Deber de respeto Art. 67: deben respetarse mutuamente. Se trata de un deber implícito en el art. 10 CE: derecho fundamental a la dignidad de la persona y el libre desarrollo de la personalidad. Puede parecer que este art. 67 no es más que una redundancia del art. 10 CE, y efectivamente lo es en parte, pero también sirve para matizar el deber en el seno de la institución matrimonial: existen conductas que no infringen el art. 10 CE pero sí el art. 67 Cc. Con ello queremos decir que la exigencia de respeto entre los cónyuges tiene un contenido mayor que el respecto entre los ciudadanos, precisamente por ello el art. 67 Cc lo establece expresamente. Vgr. la descortesía no va contra el art. 10 CE, pero si es entre cónyuges sí atenta contra el art. 67 Cc, lo mismo la obstaculización para que el cónyuge ejerza una profesión, la obstinación en imponer opiniones políticas, religiosas o de cualquier tipo: literarias… Todo ello nos lleva a determinadas conductas injuriosas y vejatorias que constituían causa de separación (art. 82 Cc). Y, hoy en día nos sitúa ante la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre de medidas de protección integral contra la violencia de género. 1.2.5. Deber de actuar siempre en interés de la familia. Como hemos manifestado, se trata de un concepto indeterminado referido a la familia nuclear (padres e hijos). Este es el módulo de conducta que imponen los arts. 67 in fine (deben actuar en interés de la familia) y 70 in fine (el juez resolverá teniendo en cuenta el interés de la familia). Se trata de una disposición pedagógica, quasi publicitaria, para interpretar si la actuación de los cónyuges es correcta. Cuando se da disparidad de criterios entre los cónyuges -ya se sabe la dificultad del funcionamiento democrático en las sociedades de dos-, debe primar el criterio que favorezca el interés familiar, interés cuya determinación queda al arbitrio del juez.
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1.2.6. Compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo Es la denominada corresponsabilidad doméstica que fue introducida por la Ley 15/2005, de 8 de julio. 1.3. Repercusiones conexas: Antes de las sucesivas reformas constituían parte del contenido de desigualdad en favor del marido. 1.3.1. Nacionalidad. El anterior art. 22 Cc: “La mujer casada sigue la condición y nacionalidad del marido”. Posteriormente, el art. 21.1 Cc declaraba que el matrimonio por sí solo no En la actualidad, el matrimonio aparece simplemente modifica la nacionalidad. como elemento que posibilita la disminución de los plazos legales establecidos con carácter general para adquirir la nacionalidad española, ex art. 22.2d. 1.3.2. Vecindad civil. Hasta 1990, el art. 14.4 Cc declaraba: “La mujer casada seguirá la condición del marido y los hijos no emancipados la de su padre y, en defecto de éste, la de su madre”. En la actualidad, el tenor literal es diverso: “El matrimonio no altera la vecindad civil. No obstante cualquiera de los cónyuges no separados, ya sea legalmente o de hecho, podrá en todo momento, optar por la vecindad civil del otro”. 1.3.3. Domicilio. Hasta 1975, el art. 58 declaraba que la mujer está obligada a seguir a su marido donde quiera que fije su residencia. El actual art. 70 Cc establece que: “Los cónyuges fijarán de común acuerdo el domicilio conyugal y, en caso de discrepancia, decidirá el juez.” Prima facie, el domicilio conyugal es el lugar donde se desarrolla la convivencia, pero no se debe asimilar al domicilio de la persona jurídica, pues un matrimonio no es una persona jurídica. Los criterios para la fijación de ese domicilio conyugal que en ocasiones es exigido son: - común acuerdo, que afecta a la población y a la casa. Suele ser previo al matrimonio, por lo cual quizá el art. 70 Cc debería haberse referido a "los futuros cónyuges". En este sentido, si antes del matrimonio no hay acuerdo, no está legitimado el juez para intervenir. - a falta de acuerdo, resuelve el juez, siempre y cuando ya hayan contraído el matrimonio, es decir, cuando se trata de un cambio de domicilio constante matrimonio, y siempre deberá resolver entre las alternativas que presentan los cónyuges, en atención a cuál de ellas es
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la que más favorece el interés de la familia. El procedimiento para resolver esas cuestiones ex D.T. 10.2ª Ley 13 mayo 1981 será el de la jurisdicción voluntaria. 2. EFECTOS EN LA ESFERA PATRIMONIAL. Los efectos del matrimonio en la esfera patrimonial nos sitúan frente ante: 2.1. Régimen económico matrimonial. Referencia a las capitulaciones matrimoniales Contraer matrimonio determina inevitablemente el nacimiento de un régimen jurídico-económico de los bienes de los contrayentes. 2.1.1. Capitulaciones matrimoniales Debemos acudir al Art. 1325 Cc: “En capitulaciones matrimoniales, los otorgantes podrán estipular, modificar, sustituir el régimen económico de su matrimonio o cualesquiera otras disposiciones por razón del matrimonio ”. Es decir, reciben el nombre de capitulaciones matrimoniales la escritura pública a través de la cual los cónyuges o futuros cónyuges determinan las normas por las cuales se va a regir el matrimonio desde el punto de vista patrimonial. Momento del otorgamiento: art. 1326 Cc. Requisito de forma ad solemnitatem, art. 1327 Cc. Límites del contenido de las capitulaciones, véase: art. 1328 Cc Modificación de las capitulaciones, véase: art. 1317 y 1331 Cc Ineficacia, caducidad: art. 1334 Cc e invalidez: art. 1335 Cc. A falta de dichas capitulaciones matrimoniales el REM será: Código civil: - Art. 1315 Cc: “El régimen económico del matrimonio será el que los cónyuges estipulen en capitulaciones matrimoniales, sin otras limitaciones que las establecidas en este Código.” - Art. 1316 Cc: “A falta de capitulaciones o cuando éstas sean ineficaces, el régimen será el de la sociedad de gananciales.” Compilación de Derecho Civil de las Islas Baleares el régimen económico siempre es el pactado en capitulaciones matrimoniales, y en su defecto, el de separación de bienes. - Art. 3.1 CDCIB, para Mallorca y Menorca: “El régimen económico conyugal será el contenido en capítulos, formalizados en escritura pública, antes o durante el matrimonio y, en defecto de estos, el de separación de bienes.” - Arts. 66 y 67 CDCIB, para Ibiza y Formentera: "En defecto de espolits (se denominan así a las capitulaciones matrimoniales en dichas islas), el matrimonio quedará sujeto al régimen de separación de bienes, que reconoce a cada
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cónyuge el dominio, el disfrute, la administración y disposición de los bienes propios”. 2.1.2. Modo de determinar el REM. Por ejemplo, respecto de este régimen económico que rige en Baleares, se puede plantear la cuestión de cuál es el aplicable en los supuestos de matrimonios de un aforado balear y otro español. 1º. Ex art. 9.2, los efectos del matrimonio se rigen por “la ley personal común”. Por "ley personal común", ex art. 16.1ª, hay que entender la vecindad civil. Por tanto, el REM será el determinado por la vecindad civil de los cónyuges al contraer matrimonio. 2º. Si no se tiene vecindad civil común a ambos, ex art. 9.2, 2º inciso: “por la ley personal o de la residencia habitual de cualquiera de ellos, elegida por ambos en documento auténtico otorgado antes de la celebración del matrimonio” (Juan, catalán que reside en Madrid, y Pepa, mallorquina que reside en Pontevedra, pueden escoger Cc, Compilación catalana, gallega o balear). Se trata de un supuesto un tanto peculiar y raro, por cuanto al casarse la gente no se suele plantear este problema. 3º. Si tienen vecindad civil diferente y no se realiza la opción, ley de la “residencia habitual común inmediatamente posterior a la celebración”. 4º. Caso de que no tengan residencia habitual común, sino que de común acuerdo tenga residencia habitual propia, “ley del lugar de celebración del matrimonio”. 2.2. Levantamiento de las cargas familiares. El régimen matrimonial primario Las necesidades de la familia generadas por la contracción del matrimonio determinan el establecimiento de unos criterios jurídicos que hagan posible sufragar estos gastos. Esa exigencia de contribuir al levantamiento de las cargas del matrimonio es común a cualquier matrimonio, pero se rige por diferentes criterios según sea el régimen económico del matrimonio. Lo analizaremos a continuación con detenimiento. En el C. I del T. III del L. IV -Disposiciones generales del régimen económico matrimonial- aparece el art. 1318.1: “Los bienes de los cónyuges están sujetos al levantamiento de las cargas del matrimonio”. Dada su ubicación sistemática, se puede establecer que forma parte, junto con otras instituciones, del denominado "régimen económico matrimonial primario" (arts. 1315 a 1324 Cc), que es aquel conjunto de normas comunes y aplicables a cualquier matrimonio con independencia del concreto régimen a
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que queden sujetos. Se trata de una clasificación de la doctrina francesa que distingue entre REM primario y REM secundario -concreto REM a que queda sujeto ese matrimonio-. 2.2.1. Concepto. Carga del matrimonio equivale a gasto de sostenimiento de la familia. Se trata de un concepto que no viene fijado en el Capítulo I, pero sí en sede de uno de los posibles regímenes económicos, concretamente, en la sociedad de gananciales, ex art. 1362.1 Cc: “Serán de cargo de la sociedad de gananciales: el sostenimiento de la familia, alimentación y educación de los hijos comunes y las atenciones de previsión acomodadas a los usos y circunstancias de la familia”. A este respecto se deben hacer dos consideraciones: - A pesar de hallarse en sede de sociedad de gananciales, es el único precepto donde se contiene una descripción de qué sea una carga matrimonial, con lo cual es indudable que es predicable el concepto de cualquiera que sea el régimen económico concreto, siendo un argumento a fortiori el que la sociedad de gananciales es el régimen legal supletorio en el Cc. - Además, se trata de un concepto que tiene un carácter instrumental: en el precepto se pretende determinar qué gastos son a cargo de la sociedad de gananciales y como uno de los gastos de que responde el patrimonio ganancial es el derivado del levantamiento de las cargas, por ello aquí se establece el contenido de esa carga. De la exégesis del precepto, hay que subrayar una serie de detalles: A. Ámbito del término "familia". Ex art. 1362.1º: marido + mujer + hijos comunes. No obstante, en el 2º párrafo de este art. 1362.1º aparecen más integrantes: “La alimentación y educación de los hijos de uno solo de los cónyuges correrá a cargo de la sociedad de Se añade, pues, al concepto de gananciales cuando convivan en el hogar familiar”. familia el hijo de uno solo de los cónyuges. Esta ampliación del ámbito de la familia a los efectos del levantamiento de las cargas no es frecuente en el ámbito europeo. El fundamento de esa inclusión de los gastos del hijo no común en el ámbito de las cargas familiares puede ser doble: - Se puede entender que la inserción deriva de una presunta voluntad del cónyuge no padre, al contraer matrimonio y convivir con él. Si esto es así, se dice, lo lógico es que el patrimonio ganancial responda del levantamiento de estas cargas, no siendo más que una especificación
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del art. 1367 Cc: “Los bienes gananciales responderán en todo caso de las obligaciones contraídas por los dos cónyuges conjuntamente o por uno de ellos con el consentimiento expreso del otro.” Se dice que en nuestro caso el consentimiento no es expreso, pero se contrae por ambos conjuntamente ya que existe una tácita voluntad de asumir esa obligación cuando se le permite convivir en el domicilio conyugal. Si esto fuera así, el art. 1367 sería la regla general y el art. 1362.1 una especificación, con lo cual se determinaría el carácter dispositivo de la norma. Si se prueba que no existe esa presunta voluntad del cónyuge no padre por mucho que conviva con el matrimonio, no habría obligación de contribuir al levantamiento de tales gastos. - Se puede entender que la ratio del precepto es fijar el concepto de familia a efectos de levantamiento de las cargas, con lo cual se trata de una norma imperativa. A estos efectos pues, familia está compuesta por los cónyuges, hijos comunes e hijos de uno que convivas en el hogar familiar. Seguramente es la interpretación más adecuada, teniendo en cuenta que en el ámbito del ordenamiento familiar cuando se define alguno de sus aspectos se hace siempre con carácter imperativo. B. Concepto variable de carga. Como la carga tiene como fin el sostenimiento de la familia, variará según sea la concreta familia. El art. 1362.1 in fine lo deja patente: “acomodado a los usos y circunstancias de la familia”. Con ello, pues, el criterio de los usos y circunstancias de la familia matiza el contenido de la carga matrimonial; de lo cual se deduce que será variable el concreto contenido de la carga y su levantamiento. Por tanto, el nivel de vida familiar acaba siendo el módulo para medir las cargas. C. Destino del gasto, como punto definidor de la carga matrimonial. Ese matiz nos permite distinguir las cargas del matrimonio de otros dos tipos de gasto que, girando en torno al matrimonio, tienen otra finalidad. a) Gastos a cargo de la sociedad de gananciales: Son aquellos gastos generados por el matrimonio y que son de cuenta del patrimonio ganancial. Aparecen enumerados en los 4 números del art. 1362. En esta hipótesis el elemento definidor es el patrimonio que responde y no el destino del gasto. Lo que sucede es que dentro de estos gastos, en el nº 1 aparecen las cargas del matrimonio, pero simplemente como uno más de los contenidos de ese concepto más amplio de "gastos de la sociedad de gananciales". Además,
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como argumento a fortiori, no debemos olvidar que las cargas del matrimonio se levantan en cualquier régimen económico, como demuestra la ubicación sistemática del art. 1318 y el hecho de que los arts. 4.1. y 67.2 CDCIB se refieran a ellos teniendo en cuenta que aquí rige el régimen de separación de bienes. b) Deudas domésticas. Gastos derivados de cubrir las necesidades ordinarias de la familia. Aparecen recogidas por el art. 1319 Cc: “Cualquiera de los cónyuges podrá realizar actos encaminados a atender las necesidades ordinarias de la familia encomendadas a su cuidado, conforme al uso del lugar y las circunstancias de la misma.” Esas deudas domésticas: se definen, al igual que las cargas del matrimonio, en función del destino del gasto: sufragar las necesidades ordinarias de la familia. Son predicables de cualquier régimen económico (situadas en sede de disposiciones generales). Y, su módulo de fijación es el nivel de vida familiar, al igual que las cargas del matrimonio. La diferencia con las cargas del matrimonio reside en el contenido del destino del gasto, que es inferior al de las cargas: carga incluye: sostenimiento de la familia + alimentos + educación + atención de previsión. Deudas domésticas: necesidades ordinarias de la familia (comida, carburante…). La conclusión es que la deuda doméstica no es más que la carga más básica, es decir, es un concepto incluido en el más amplio de carga del matrimonio. 2.2.2. Cumplimiento del deber de levantamiento de las cargas. Para estudiar esta problemática hay que hacer alusión a 5 aspectos o bloques normativos. A. Titularidad de las cargas ¿A quién hay que dirigirse cuando sea necesario contribuir al sostenimiento de la familia?. - Art. 1318.1 Cc: “Los bienes de los cónyuges están sujetos al levantamiento de las cargas del matrimonio”. Por tanto, la regla general de titularidad es que cada uno de los cónyuges responde con su patrimonio. En el mismo sentido se pronuncian los arts. 4.1 y 67 CDCIB. - Art. 155.2 Cc: “Los hijos deben contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella”. Por tanto, los hijos de la familia que convivan, sean mayores o menores de edad, también quedan obligados a contribuir, en la medida de sus posibilidades. Se trata de una disposición general en sede de relaciones paterno-filiales, cuyo módulo
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de contribución es "según sus posibilidades". Este detalle pone de relieve el distinto tratamiento de los cónyuges y los hijos. Mientras que respecto de los cónyuges éstos responden con su patrimonio, los hijos sólo conforme con sus posibilidades. Con ello queremos decir, que así como los acreedores podrán actuar contra el patrimonio de los cónyuges para cobrar, difícilmente podrán hacer lo mismo respecto de los hijos cuyos bienes no quedan afectados al levantamiento de esas cargas. - Art. 1438 Cc: “Los cónyuges contribuirán al sostenimiento del matrimonio”. Es una norma específica del régimen de separación de bienes, que no hace más que reiterar lo que ya dice el art. 1318 Cc. B. Criterios de contribución. Las reglas de contribución para sufragar esas cargas se mueven sobre dos soportes fundamentales. a. Subsidiariedad de los criterios legales al pacto conyugal. La regla básica es el pacto entre los cónyuges, pero es infrecuente salvo en el ámbito rural catalán o en parejas de alto poder adquisitivo o capacidad económica. Dicho pacto, caso de producirse, sólo puede ir referido a los criterios de la contribución, nunca respecto a los criterios de responsabilidad (yo no contribuyo) por cuanto se trata de normas de ius cogens que, de alterarse, llevarían a la alteración del REM primario, que per se es inalterable. Que se puede alterar la contribución lo legitima el art. 1325 Cc: “En capitulaciones matrimoniales podrán los otorgantes estipular, modificar o sustituir el rem o cualesquiera otras disposiciones por razón del mismo”. Aunque siempre con el límite del art. 1328 Cc: “será nula cualquier estipulación contraria a las buenas costumbres o limitativa de la igualdad de derechos de cada cónyuge”. El último inciso de este precepto hace que, en la práctica resulte cuando menos complicado una gran diferencia entre las reglas de contribución legales y las pactadas, pues se impondrá siempre la regla de la proporcionalidad, siendo muy escaso el margen de maniobra: si uno contribuye mucho a sufragar las cargas, el otro deberá sufragar otros gastos. Este pacto se puede hacer en capitulaciones matrimoniales o mediante cualquier declaración de voluntad, siendo lo más normal un acuerdo verbal expreso, o incluso simplemente un acuerdo tácito entre los cónyuges. b. Criterios legales, que dependen del concreto régimen económico del matrimonio.
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Las reglas que subsidiariamente establece el Cc varían según se esté en régimen de sociedad de gananciales, de separación de bienes. 1 - Régimen de separación de bienes. Art. 1438.2º inciso: “A falta de convenio lo harán proporcionalmente a sus respectivos recursos”. Regla de proporcionalidad. En la CDCIB, modificada por la Ley 7/2017, de 3 de agosto, los arts. 4.1: “En defecto de pacto, cada uno de los cónyuges contribuirá en proporción a sus recursos económicos; se considera como contribución el trabajo para la familia y da derecho a obtener una compensación que el juez debe señalar, si no hay acuerdo cuando se extinga el régimen de separación” y 67.2: “En defecto de pacto, lo harán en proporción a sus recursos económicos.” 2 - Régimen de sociedad de gananciales. No existe un precepto paralelo al art. 1438, pero el art. 1362.1 deja patente que son a cargo de la sociedad de gananciales, es decir, debe responder el patrimonio ganancial. Inmediatamente surge la pregunta: ¿qué sucede si el patrimonio ganancial es insuficiente? El Cc no tiene una respuesta concreta, pero seguramente lo más acertado es entender que vendrá en aplicación la regla general del art. 1318, con lo cual deberán ser sufragados por los patrimonios privativos de los cónyuges, conforme con las reglas de la proporcionalidad. C. Forma de contribución. ¿Cómo se contribuye?. El Cc no contiene normas que resuelvan la cuestión de forma expresa, pero se pueden intentar encontrar preceptos que doten de ciertos criterios. a. Régimen de separación de bienes. Ex art. 1438.2 Cc “contribuirán proporcionalmente a sus respectivos recursos económicos.” Por recursos económicos se entiende, en principio, la suma de los bienes y los ingresos de cada cónyuge. Si Juan tiene 1000 en bienes y gana 200, y Pepa tiene 500 en bienes y gana 100, la proporción es 2 a 1. Pero ese primer concepto se debe unir con el art. 1438 Cc último inciso: “El trabajo para la casa será computado como contribución a las cargas y dará derecho a obtener una compensación que el Juez señalará, a falta de acuerdo, a la extinción del régimen.” De esta dicción se entresacan dos ideas: - La transcendencia de la computación aparece en el momento de extinción del régimen. Es decir, constante matrimonio los criterios de contribución son flexibles y quedan al arbitrio de los cónyuges. El
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problema nace cuando hay que disolver el régimen, ya sea por muerte de uno de los cónyuges o por separación, nulidad o divorcio, que es cuando habrá que computar la contribución de cada uno para establecer las necesarias correcciones, en su caso. - El trabajo para la casa se debe computar como contribución a las cargas. Siguiendo con el ejemplo anterior, si las cargas a levantar son 300, Juan debe contribuir con 200 y Pepa con 100; pero si resulta que Pepa trabaja en la casa, y se valora su trabajo en 50, en realidad su contribución se reduce a 50. Incluso puede ser 0 su contribución dineraria, según la valoración que se haga del trabajo y atendidas las circunstancias del caso (matrimonio mayor en que la mujer siempre ha actuado como ama de casa y quien trabaja fuera es sólo el marido). La CDCIB sigue en su art. 4.1 idéntica pauta, pero con una redacción diferente, puesto que habla de "trabajo para la familia". Sobre dicho precepto antes de la reforma de la CDCIB hubo mucha discusión doctrinal porque no se recogía expresamente en dicho precepto la denominada: Compensación económica por trabajo para la familia que sí contemplaba el art. 1438 Cc y sí contemplaba el art. 9 de la Ley de parejas estables de las Islas Baleares (en adelante LPE). Ante esto el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares para evitar una injusticia material aplicó a un matrimonio el art. 9 de la LPE (STSJIB 2/2010, de 24 de marzo) lo cual supuso un auténtico revuelo doctrinal y social. Hoy en día, desde la reforma del art. 4.1 CDCIB por la Ley de 2017, se recoge expresamente el tenor del art. 1438 Cc en nuestra Compilación lo cual es muy discutible y se requiere un enriquecimiento injusto para poder conceder la Compensación por trabajo para la familia en Baleares, compensación que en ocasiones supone cifras verdaderamente importantes. b. Régimen de sociedad de gananciales. Al existir un patrimonio común de los cónyuges, éste será el primero que debe responder -con independencia de quien aportó, y cuando éste se agote entrarán en liza los patrimonios privativos que deberán participar de forma proporcional según los recursos económicos de los cónyuges, ex art. 1438.2. Un detalle importante debe ser tenido en cuenta en el supuesto de que el patrimonio ganancial venga a mejor fortuna y se recupere, en tal caso, ex art. 1364 Cc “El cónyuge que hubiera aportado bienes privativos para los gastos o pagos que sean de cargo de la sociedad tendrá derecho a ser reintegrado del valor a costa del patrimonio común”. Es decir, que quien detrajo de su patrimonio para contribuir
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al levantamiento de las cargas ostenta un crédito frente al patrimonio ganancial. D. Medidas tendentes a suplir la inactividad de los responsables. La regla general aparece en sede de REM primario, ex art. 1318.2 Cc: “Cuando uno de los cónyuges incumpliere su deber de contribuir al levantamiento, el juez a instancia del otro cónyuge dictará las medidas cautelares convenientes para asegurar su cumplimiento, y los anticipos necesarios o proveer a las necesidades futuras”. La CDCIB en su art. 4.1.2ª p. presenta una regla similar: “Si se incumpliere, totalmente o parcialmente, el deber de levantamiento de las cargas del matrimonio, por parte de uno de los cónyuges, el otro podrá solicitar del juez que adopte las medidas oportunas En el art. 67, para Ibiza y Formentera, no se para asegurar su cumplimiento”. preveía hasta la reforma de la Compilación realizada por la Ley 7/2017, de 3 de agosto, ahora dicho precepto establece: “Se considera como contribución el trabajo para la familia y da derecho a obtener una compensación que el juez debe señalar, si no hay acuerdo, cuando se extinga el régimen e separación.”. E. Reglas de responsabilidad frente a terceros por obligaciones contraídas en el cumplimiento del deber de levantar las cargas. Nos movemos ya al margen de la relación interconyugal, pues aquí se trata de que uno de los cónyuges contrae obligación con tercero para poder contribuir al levantamiento de las cargas. Se plantea la cuestión en el régimen de separación de bienes, puesto que si es sociedad de gananciales el patrimonio comprometido es el ganancial y sólo en el supuesto de insuficiencia del mismo habrá que acudir a los patrimonios privativos. La regla fundamental la presenta el art. 1440.1 Cc: “Las obligaciones contraídas por cada cónyuge será de su exclusiva responsabilidad”. Prima facie, pues, si Juan pidió préstamo para poder acometer las cargas, sólo su patrimonio es responsable. No obstante el art. 1440.2 Cc rompe esa impresión: “En cuanto a las obligaciones contraídas en el ejercicio de la potestad doméstica ordinaria responderán ambos cónyuges en la forma determinada por los arts. 1319 y 1438 Cc”; art. 1319.2 Cc: “De las deudas contraídas en el ejercicio de esta potestad responderán solidariamente los bienes comunes y los del cónyuge que contraiga la deuda y, subsidiariamente, los del otro cónyuge. El que hubiera aportado caudales propios para satisfacción de tales necesidades tendrá derecho a ser reintegrado de conformidad con su régimen matrimonial”. Por tanto: 1º patrimonio común + patrimonio del deudor.
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Si es régimen de gananciales el patrimonio común es el ganancial; pero ¿en separación de bienes? Pues aquellos bienes que hayan adquirido conjuntamente ambos cónyuges. 2º Subsidiariamente, patrimonio cónyuge no deudor. Se trata de una norma que estimula la concesión de créditos para el levantamiento de estas cargas ya que el acreedor tiene una importante garantía, pues responde finalmente el patrimonio de cualquiera de los cónyuges. Ahora bien, si acaba pagando el cónyuge no deudor, ya sea con patrimonio común o privativo, tiene sentido que en vía de regreso pueda recuperar. La solución en este sentido la otorga el art. 1438 Cc, al establecer la contribución proporcional de ambos cónyuges. En la hipótesis de que uno de los cónyuges sea el administrador de los bienes del otro, el art. 1439 Cc establece: “tendrá las mismas obligaciones y responsabilidades que un mandatario, pero no tendrá obligación de rendir cuenta de los frutos percibidos y consumidos, salvo que se demuestre que los invirtió en atenciones Lo que está explicitando es distintas del levantamiento de las cargas del matrimonio”. que ese cónyuge administrador está exonerado de rendir cuenta sobre el destino dado a los frutos si los invierte en levantar las cargas; no quiere decir que esos frutos no se computen a la hora de establecer la contribución de cada uno de los cónyuges, simplemente que no tiene que rendir cuentas, salvo que el otro cónyuge consiga demostrar que los dedicó a destinos diferentes a las cargas del matrimonio.