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PROFESORES ARTES PLÁSTICAS Y DISEÑO_Diseño Gráfico

T.3 El diseño gráfico y la sociedad. Actitud y responsabilidad del


diseñador gráfico ante la sociedad. La influencia social del diseño -
Ética Profesional. Consideraciones sobre ecología y medio ambiente.

ÍNDICE:

1- EL DISEÑO GRÁFICO Y LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA.

2- ACTITUD Y RESPONSABILIDAD DEL DISEÑADOR GRÁFICO ANTE LA


SOCIEDAD.

3- ÉTICA PROFESIONAL
3.1. ¿Quién tiene derecho a juzgar?
3.2. Dilemas éticos recurrentes.
3.2.1. Acerca el trabajo en equipo.
3.2.2. Acerca el trabajo en ambiente laboral.
3.2.3. Acerca la competitividad.
3.2.4. Acerca la originalidad y autoría.
3.2.5. Acerca de la relación con el cliente.

4- DISEÑO Y MEDIO AMBIENTE.


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3. El diseño gráfico y la sociedad. Actitud y responsabilidad del diseñador


gráfico ante la sociedad. La influencia social del diseño- Ética profesional.
Consideraciones sobre ecología y medio ambiente

1. EL DISEÑO GRÁFICO Y LA SOCIEDAD CONTEMPORANEA

Para abrir este tema comenzaremos citando un párrafo de Otl Aicher :


" El diseño ilustra la filosofía técnica y económica de una empresa, y la imagen de la
empresa revela el carácter de la misma, define su mentalidad. El diseñador es el filósofo de
la empresa, el que, sea cual sea dicha mentalidad, la hace perceptible".

Diseñar es el seleccionar y organizar un conjunto de elementos para llegar a un producto


deseado. El diseño siendo propio del gráfico es el seleccionar u organizar dichos
elementos creando un mensaje específico a un grupo determinado.
Y ¿Cómo podremos crear el mensaje adecuado a dicho grupo?
La sociedad se ha desarrollado en base a un conjunto de leyes y normas escritas o
implantadas por la moral. Esto ha creado una división de sociedades y grupos que la
integran. Estas divisiones cuentan con prácticas e ideologías diferentes. A estas
diferencias les llamaremos cultura.
Así que para encontrar la manera adecuada de enviar un mensaje se tendrá que estudiar
y respetar la cultura a la cual se enviara el mensaje deseado.
Dichos grupos y sociedades han ido evolucionando a lo largo de su historia, han nacido
nuevos grupos y por ende nuevas necesidades. El diseñador gráfico debe adaptarse a la
evolución de la sociedad para crear mensajes adecuados.
La sociedad se presenta en facetas de cambios, uno de los factores más relevantes de
dichas facetas es la perdida general de valores que anteriormente aseguraban la
coherencia de la sociedad y la conformidad de los individuos en su contexto. Al
modificarse valores y estilos de vida, se ha buscado en la abundancia material y por lo
tanto en la adquisición de satisfactorias.
El consumo en la sociedad ha implantado la necesidad de crear una diferencia entre
productos, una creación de marcas, una distinción y mejora de estos. El diseño gráfico
presenta las propuestas que nos darán como resultado una mejora del producto, otorgara
identidades a las marcas….
El mensaje que el diseñador enviara al público será presentado por los medios de
comunicación, los cuales le darán potencia a el mensaje, es decir que el impacto del
mensaje será determinado por los medios por los cuales se mande.
Por lo tanto para la creación de un mensaje y su presentación, se deberá pensar en el
medio por el cual será dirigido, es decir que el mensaje sea presentado pensando en los
gustos del consumidor. Es por eso que algunos mensajes se presentan solo en algunos
de los medios y no en todos; dependiendo de la necesidad del público al que irá dirigido.
Actualmente el consumo de las marcas es tal que el diseño gráfico solo ayuda con una
pequeña parte al mundo de la mercadotecnia, volviéndose algo necesario más no
indispensable. Los productos se venden solos sin la necesidad del diseño, este solo
ayuda en el envió de mensajes, sin embargo es irrelevante ya que un buen producto se
vende por sí mismo no por el diseño. Las grandes marcas de productos (ya sea ropa,
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comida, electrónicos) venden sus productos por lo que este representa, por el nombre de
la marca o el logotipo que las identifica, no por el diseño del empaque o por el diseño del
logotipo.
En el Mundo contemporáneo, existen diversas culturas y grupos a los cuales no les
puedes llegar con un diseño en común, para esto se necesita conocer las necesidades y
capacidades de cada una de las sociedades a las que vamos a comunicar, aunque como
ya se ha dicho, en algunas cosas como la comida el diseño no es un ámbito muy
relevante, ya que las personas las adquieren por necesidad, sin embargo existen
empresas que estando en un mercado lleno de marcas necesitan sobresalir unas de las
otras, necesitan un logo que las represente rápidamente, la cualidad de demostrar su
productividad en el mercado, una imagen corporativa en sí.
En la sociedad actual existe una “guerra de marcas” ya que muchas compañías que
vende lo mismo como LG y SONY intentan ganar mercado gracias a su calidad y a un
logo que las identifica, que ha ganado renombre a lo largo de los años. Así el logo de las
marcas se vuelve indispensable en la venta del producto, para lograr identificarlo y así
aumentar ventas a la compañía.

Hoy día, el diseño gráfico juega un papel importante en la representación de una marca,
otorgándole una identidad a la compañía y a su producto. Haciendo crecer a las
pequeñas empresas y otorgándole apoyo a las grandes compañías. El diseño gráfico es
parte de la compra y venta del mundo del mercado y aunque no es indispensable para los
grandes monstruos del mercado si es importante este presente por su relación con los
medios de comunicación. Es como las mujeres no puedes vivir con ellas pero tampoco
puedes vivir sin ellas.

2. ACTITUD Y RESPONSABILIDAD DEL DISEÑADOR GRÁFICO ANTE LA


SOCIEDAD

Diseñar es el seleccionar y organizar un conjunto de elementos para llegar a un producto


deseado. El diseño siendo propio del gráfico es el seleccionar u organizar dichos
elementos creando un mensaje específico a un grupo determinado.

Responsabilidad Social conlleva cualidades positivas que nos inducen a actuar de


manera correcta en torno a los que éticamente nosotros consideramos correcto. Es la
obligación de asegurar que las acciones de uno producirán un impacto general positivo en
la sociedad y en la promoción y protección de los derechos humanos. Pero si nos
adentramos más allá de la definición de la Responsabilidad Social dentro del contexto del
Diseño Gráfico, ¿podríamos considerar correcto el producir un mensaje gráfico a favor de
una nueva marca de licor utilizando todas las herramientas aprendidas en la academia?
Sabemos muy bien que el licor es perjudicial para la salud y las probabilidades de que un
adolescente comience tomar al ver nuestra gráfica desarrollada de manera influyente y
persuasiva es considerable. La gráfica se realizó con fines comerciales para que los
adultos prueben una nueva marca de licor pero el que un adolescente comience a tomar
no fue nuestra intención desde un inicio. Ahí es donde interviene nuestra concepción de
los que es ser responsable socialmente. Con este sencillo ejemplo queremos empezar
este ensayo sobre la responsabilidad social que juega un papel importante en la
actuación de un diseñador y que lo proyecta a desenvolverse al margen de la línea de la
ética. Como dice Jorge Frascara “los diseñadores deben reconocer las situaciones
sociales en que trabajan y a las que contribuyen, y tomar posiciones conscientes para
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definir el futuro de la profesión”. El aceptar un trabajo que vaya en contra de nuestros


principios, marcará nuestro futuro profesional y así no sea nuestra intención debemos
pensar que si no es correcto no hay porque hacerlo.
Según Frascara, para que nosotros podamos identificar estas situaciones deberemos en
cierto modo cambiar el rol ya establecido por la misma sociedad consumista y desarrollar
herramientas que sirvan para acoplarnos a grupos interdisciplinarios e iniciar proyectos y
actividades que contribuyan positivamente a la sociedad. El resultado puede ser muy
beneficioso y el valor agregado que le demos a la profesión será notado por la población
que verá en el diseñador una participación activa para sus necesidades. La perspectiva
del Diseño es una visión que ha ido ganando terreno debido a los aportes que brinda para
lograr conductas visuales y gráficas de mejor calidad y contenido; los profesionales
adquieren un enfoque más integral que engloba a la parte teórica y práctica de su
profesión, guiándose en conceptos y conocimientos que aportan otros profesionales, tanto
de diferentes ramas del diseño y la comunicación visual, como de otras ciencias, así como
los criterios de los clientes o usuarios del producto. El diseñador da forma visual a las
comunicaciones. Éste no es un acto simple, de hecho los procesos de decisión en el
diseño de comunicación visual se caracterizan por implicar muchas variables, y la
información disponible acerca de ellas es siempre incompleta. Los diseñadores siempre
deben tratar de basar sus decisiones, tanto como sea posible, en información confiable y
explicable, pero sin olvidarse de que la información que se use tenga un alto contenido de
responsabilidad social. Según nuestro punto de vista, la Responsabilidad Social en el
Diseño Gráfico puede desglosarse en otras responsabilidades, como por ejemplo: la
responsabilidad profesional que es la que debe tener el diseñador frente al cliente y al
público, la responsabilidad ética que conlleva la creación de mensajes que apoyen los
valores humanos básicos y la responsabilidad cultural que sustenta la creación de objetos
visuales que contribuyan al desarrollo cultural más allá de los objetivos operativos de
cualquier proyecto que se esté realizando. No nos olvidemos también que el diseñador
también tiene una responsabilidad con sus colegas siguiendo estas pautas:
! Impedir injusticias ! No criticar negativamente ! No intervenir entre ellos y sus
clientes
! Evitar la utilización de sus ideas y atribuirnos su autoría

Como vemos la Responsabilidad Social no corresponde únicamente a lo que haga el


diseñador frente a la sociedad, sino más bien a su manera de actuar frente a sus colegas
y hacia él mismo. Siempre debe existir un respeto hacia su entorno inmediato y hacia sus
convicciones. En la actualidad, el hacerse un lado y no aceptar un trabajo puede traer
consecuencias negativas a nuestra imagen profesional pero por otro lado tendremos la
conciencia limpia de saber que actuamos de la manera más profesional y ética con el
objetivo de engrandecer más a nuestra querida disciplina, el Diseño Gráfico.

3. ÉTICA PROFESIONAL
La ética profesional puede definirse como la ciencia normativa que estudia los deberes y los
derechos profesionales de cada profesión. También se le llama Deontología. Al decir profesional
no solo se refiere a que la ética es sólo para quienes tienen un título o son profesionales, sino que
ésta va destinada especialmente a las personas que ejercen una profesión u oficio en particular.
La ética profesional tiene como objeto crear conciencia de responsabilidad en todos y cada uno
de los que ejercen una profesión u oficio. Parte del postulado de que todo valor está íntimamente
relacionado con la idea de un bien.
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La ética profesional se sustenta o toma bases fundamentalmente en la naturaleza racional del


hombre. Esta naturaleza es espiritual y libre, por consiguiente tiene una voluntad que apetece al
bien moral. Haga el bien y evite el mal.
La profesión es una capacidad cualificada requerida por el bien común, con peculiares
posibilidades económico-sociales. El profesional no tiene el carácter de tal por el simple hecho de
recibir el título que lo certifica o le da la cualidad de profesional, nadie es profesional por el título
en sí, lo único que expresa es su calidad de ser ya un profesional, pero no que tiene todas las
cualidades éticas para serlo. El título profesional más allá de alimentar la idea de ser un ‘alguien’,
es la manifestación intrínseca de lo que internamente se lleva, no por la naturaleza de la persona
sino por sus cualidades éticas, como la idoneidad o aptitud que le da un nuevo perfil a su
personalidad.

Un diseñador debe profesionalmente respetar deberes y derechos, una de nuestras


tareas como profesionales es brindarle a el usuario mensajes que estén apegados a
normas legales y es que como diseñadores muchas de las herramientas que utilizamos
como el uso de fotos bajadas de Internet, plagio de diseño, software pirata, nos son en su
mayoría originales o no pagamos por el uso de ellos, dejamos atrás estos puntos y
preferimos invertir en otras cosas que nos beneficien dejando atrás a los derechos de
autor, la ética profesional como diseñadores debe ser primordial ya que si queremos ser
reconocidos como una gran profesión deberíamos comenzar por ello y contar con todo en
regla, todo esto es costoso pero dejara mucho mas presencia ante los clientes y usuarios.

3.1. ¿QUIÉN TIENE DERECHO A JUZGAR?


Juzgar y ser juzgado es una parte incómoda de ser diseñador gráfico. Exageradamente
hablando, vamos a presentar nuestras ideas a los clientes como “corderos al matadero”,
participamos en
concursos e intentamos aparecer en las revistas del sector.
Buscamos la aprobación, pero desdeñamos de forma comprensible lo que es un proceso
subjetivo y probablemente frustrante. Al haber sido juzgados, los diseñadores suelen ser
los mayores críticos a
la hora de evaluar de manera abierta y honesta el trabajo de otros diseñadores. Los
diseñadores no son más crueles que el resto, pero los sistemas de valores disponibles
son tan variados y cambiables
que parece casi imposible lograr la objetividad y la coherencia.
Sin embargo, ningún ensayo o libro sobre ética y diseño gráfico puede evitar el tema de
los juicios porque términos como bueno y malo o bien y mal incluyen la noción de valor en
ellos mismos.
La falta de un lenguaje ético adecuado con el que establecer juicios es la base del
problema. Por ejemplo, no existe consenso sobre lo que significa un diseño bueno. Por
supuesto, este reconocimiento de la inexactitud del lenguaje ético no comenzó con el
diseño. A principios del siglo XX, diversos pensadores y filósofos afirmaron que el
lenguaje ético carecía de sentido universal. Se decía que el lenguaje sólo podía expresar
con exactitud hechos empíricos. Así, cuando alguien describe un objeto como bueno, lo
que significa es que le gusta; una acción mala es una que, bajo circunstancias parecidas,
no haría. Dicho de manera sencilla, el lenguaje ético no es más que la subjetividad hecha
más evidente. Éste es un tipo extremo de relativismo, y podría parecer que su falta de
objetividad deja nulos y vacíos los juicios de valor.
Incluso ahora sorprende bastante. Tampoco parece ser muy útil. La mayoría de nosotros
nos sentimos más cómodos con la idea de que compartimos algunos valores de ética
básicos, que tu concepto de bueno es el mismo o al menos parecido al nuestro.
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3.2. DILEMAS ÉTICOS RECURRENTES


Como en todo ámbito profesional, en el mundo laboral de los diseñadores pueden
presentarse diversas situaciones y problemáticas cuyo fundamento y solución, a la hora
de tomar una decisión,
deberá determinarse bajo una perspectiva ética.
No obstante, no todos estos problemas son susceptibles de un mismo análisis, ya que
pueden generarse en ámbitos y situaciones muy diversas. Así también, hay algunos casos
recurrentes en un área específica del Diseño, y que por lo mismo deben ser evaluados
por separado.
Por esta razón, a continuación se presentan diversas situaciones y problemáticas que los
mismos diseñadores han catalogado como recurrentes en su experiencia laboral, reunidas
y clasificadas según su índole. Así por ejemplo, podemos identificar situaciones que
resultan comunes tanto al Diseño como a otras profesiones, mientras algunas son dilemas
específicos de esta profesión.
Si bien cada una es digna de un análisis ético de sus causas, y de una propuesta de
solución, éstas no representan más que una referencia genérica de los problemas que
encierran. Después de todo, no debemos olvidar que en el ámbito de la ética, no existen
recetas ni soluciones predeterminadas para los problemas reales del mundo laboral. Cada
situación es distinta, en la medida en que las personas que participan de ella son siempre
únicas, así como también lo son las circunstancias en que generalmente ocurren los
dilemas éticos. No obstante ello, contamos con algunos criterios que pueden ayudarnos, a
modo de guía, en la resolución de dichos dilemas.

1. ACERCA DEL TRABAJO EN EQUIPO


Por lo general, y tal como ocurre con las obras de arte, todo producto que supone una
creación resulta ser obra de una persona determinada. Así, se suele pensar que el
ejercicio del Diseño resulta ser una tarea esencialmente autónoma.
Sin embargo, si consideramos que muchos diseñadores trabajan en empresas o
agencias, y que aquellos que lo hacen de forma independiente tienen, al menos, contacto
con el cliente, podemos darnos cuenta de que, aun cuando un diseño –como producto-
pueda pertenecer a una persona, el proceso por el cual pasa éste involucra también a
otros. Así, resulta fundamental que el diseñador sepa trabajar en equipo.
Consideremos especialmente a aquellos diseñadores que trabajan diariamente en una
agencia o en una determinada empresa. En el caso del diseño gráfico, por ejemplo, las
piezas son luego traspasadas, al menos, a imprenta.
Pero más allá de que los trabajos puedan ser compartidos a nivel de proceso o ejecución,
los diseñadores enfatizan en la necesidad de saber trabajar en equipo como una forma de
potenciación de la creatividad. En otras palabras, en lugar de considerar que el genio
creativo es algo absolutamente personal y privativo, muchos diseñadores creen que la
creatividad de uno se enriquece con la de otros, pues pueden complementarse, aportando
entre los miembros del equipo.
Así, en algunas agencias ocurre, por ejemplo, que el trabajo incluso se comparte, lo que
implica que lo que uno empieza puede ser terminado por otro. Además, muchas veces se
debe tener en cuenta que, cuando se trabaja para una agencia o empresa, los productos
y diseños finales llevan el registro de ésta y no del autor real, por lo que pueden intervenir
otras personas en su proceso.
De ahí la importancia de estar dispuesto a trabajar en equipo y de compartir los resultados
de un trabajo personal.
Como todo profesional, el diseñador debe estar consciente de que su trabajo aporta al
beneficio del grupo humano en el que se halla inserto y que, en ningún caso, lo anterior
va en desmedro de su propio bien. Cuando se trabaja en una empresa, se buscan
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objetivos comunes y son éstos los que favorecen, finalmente, a todos los trabajadores
involucrados.
Pero ocurre en otros casos que, aun cuando sea sólo una persona la que se dedique a
dar forma a un determinado concepto o idea, ésta puede estar abierta a recibir opiniones,
críticas o sugerencias. Y es aquí que surge otra cualidad que el diseñador debe poseer: el
trabajo en equipo implica también el saber escuchar las opiniones de los demás.
El diseñador tiende a considerar bueno el resultado de su trabajo, pero como éste se
mide en gran parte bajo parámetros estéticos, es mejor si cuenta con el punto de vista de
los demás.
Según la experiencia de algunos diseñadores, los estudiantes recién egresados tienden a
caer en la subjetividad y consideran que todo o la mayoría de lo que hacen ha quedado
bien. Sin embargo, la experiencia va otorgando un criterio más amplio y agudo, que
permite evaluar con mayor altura de miras el resultado final. Después de todo, no basta
con que un trabajo sea estéticamente bueno, sino que además debe ser funcional. Por
eso, es aconsejable pedir asesoría a los demás y estar abierto a la crítica constructiva. La
camaradería contribuye a la creatividad.

2. ACERCA DEL AMBIENTE LABORAL


De las capacidades para trabajar en equipo, que mencionábamos en los casos anteriores,
depende el ambiente laboral que se genere en el lugar de trabajo. Precisamente, cuando
en una agencia o empresa los trabajadores son celosos de sus productos y se cierran a
las críticas u observaciones de los demás, suele generarse un clima de tensión que,
finalmente, acaba por afectar a los mismos diseñadores implicados.
Un buen ambiente de trabajo no sólo implica un lugar cómodo donde pasar las horas.
Más allá de la infraestructura de las oficinas o escritorios, el ambiente se crea en base a la
atmósfera que se percibe. En un lugar de trabajo en el que los colegas y funcionarios
mantienen un buen trato – basado en el respeto y la camaradería-, éstos mismos se ven
beneficiados.
Lo anterior ocurre en cualquier profesión, pero tiene una incidencia especial en el caso del
Diseño. Si consideramos que para que un profesional de esta área logre óptimos
resultados en su trabajo, necesita de cierta inspiración y de una buena cuota de
creatividad, resulta indispensable que trabaje en un ambiente que propicie dicha actitud.
Un ambiente de tensión o una atmósfera de rivalidades y envidias acabarán, en cambio,
por menoscabar al diseñador, pues no se encontrará con la actitud necesaria para poder
crear.

Un buen ambiente de trabajo se constituye, finalmente en un elemento de motivación para


el diseñador, quien podrá trabajar así con mayor agrado y dedicación.
Por otra parte, en la medida en que se es parte de un equipo de trabajo con buenas
relaciones laborales, se propicia la identificación del trabajador con su empresa, lo que
repercutirá no sólo en beneficio de sí mismo, sino que del grupo al que pertenece. En este
sentido, aquel trabajador que se identifica con su empresa, trabaja también para ella,
asumiéndose un grado de compromiso y de lealtad tácitos desde ambas partes. Y esto
puede resultar fundamental en ciertas ocasiones en las que dicha relación trabajador-
empresa se ve puesta a prueba. Esto sucede cuando en ocasiones, ciertos clientes tienen
preferencia por el estilo de uno de los diseñadores y lo tientan a trabajar a espaldas de la
agencia.
Por lo general, para un cliente puede resultar menos costoso trabajar de forma
independiente con
un diseñador, en comparación a los precios por contratar los servicios de la agencia o de
la empresa. La decisión de participar de esto dependerá absolutamente del criterio del
diseñador, quien debe considerar que, más allá de la oferta económica, el trabajo
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constante y seguro lo posee con la agencia. Pero es deber de la agencia hacer que dicho
diseñador se sienta parte de ella y le sea leal en este tipo de casos.

3. ACERCA DE LA COMPETITIVIDAD
Aun cuando puede darse un buen ambiente al interior del equipo de trabajo, en ocasiones
éste puede verse afectado cuando la competitividad entra en juego. Cierto es que nada
de negativo tiene la competencia, en la medida en que fomente los deseos de superación
y sea fuente de motivación para el perfeccionamiento. Sin embargo, muchas veces se
corre el riesgo de que lo anterior llegue a un extremo, para pasar a transformarse en
rivalidad pura.
Algunos diseñadores reconocen que en sus mismas escuelas, cuando aún estaban
estudiando, la competitividad y las rivalidades comenzaban ya a asomarse. Por eso es
importante que, desde los inicios, un diseñador sea competitivo únicamente en sus
deseos por ser el mejor, sin que para ello
requiera perjudicar a los demás.
Pero en el ámbito laboral también se da esta suerte de competencia, sobre todo cuando
se trabaja para una agencia o una empresa.

Y podemos comprobarlo en dos ámbitos fundamentales:


- En la captación de clientes y a nivel de originalidad.
El primer caso suele ocurrir cuando surge la necesidad de ganar una cuenta o de
mantener un cliente, lo que muchas veces implica el manejo de cierta información. Por
ejemplo, en el caso del Diseño Gráfico y de la Ilustración Digital, las agencias suelen
mantener información acerca de los productos que lanzará una determinada empresa, a
fin de diseñar los envases, los afiches, la página Web o la imagen de dicho objeto. O para
el caso del Diseño de Vestuario, una agencia puede manejar información acerca de una
cadena de tiendas o de cierta colección que esté cuanto antes terminada para ser
lanzada al mercado.
En este sentido, los diseñadores a cargo de una cuenta o de un producto suelen ser muy
cuidadosos con dicha información, velando especialmente por que ésta no sea conocida
por otras personas ligadas al mundo del diseño y de la publicidad. De lo contrario, pueden
ver afectada su relación con el cliente o la captación de éste, ya que otro diseñador o
agencia puede entrar en competencia para obtener la misma cuenta.
Motivados por estas razones, ocurrió en una ocasión, que una diseñadora fue despedida
por tener familiares en una empresa que competía con el cliente de la agencia a la que
ella pertenecía.
Temiendo la agencia que esta diseñadora revelase información sobre el cliente, la
despidieron como medida de resguardo.
En este caso, podemos evidenciar el extremo cuidado al que puede llegarse por mantener
reservada la información de un cliente. Sin embargo, aun cuando dicho respeto sea
correcto, no debemos olvidar que las medidas de reserva no pueden caer en el extremo
de la desconfianza, especialmente si se trata de los mismos trabajadores. Nuevamente,
asoma aquí la necesidad de trabajar en un ambiente laboral de respeto y compañerismo.
Y esto implica además una cuota de confianza.
En la medida en que un empleador confía en sus trabajadores, podrá contar con su
lealtad. Se trata de una relación recíproca, que asegura el beneficio de todos los
involucrados: de la agencia, del diseñador y del cliente. Mientras dicha relación se
mantenga, el trabajo se optimizará, de tal manera que, más allá de entrar en un juego de
rivalidades con otros diseñadores, el trabajo con los clientes se verá asegurado por las
capacidades propias. Ésta es, precisamente, la sana competencia: aquella que vela por la
superación de uno mismo, y no por el descrédito de los demás.
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En el segundo caso al que aludíamos –la competencia a nivel de originalidad- puede


suceder que los deseos por ser el mejor lleven al diseñador a ser, en extremo, cuidadoso
de sus creaciones. En este sentido, todo diseñador debe buscar siempre definir su propio
estilo y dar una identidad determinada a aquello que crea, pero al mismo tiempo, re quiere
confiar de sus propias capacidades.
El hecho de que muchas veces deba exhibir sus trabajos o compartirlos con otros, no
necesariamente lo perjudicará. Hablábamos antes del enriquecimiento de la creatividad
cuando el trabajo se comparte con otros a nivel de opiniones.
Sin embargo, algunos diseñadores temen que sus creaciones o su estilo sean imitados o
copiados por terceros. Pero en tal caso, el dilema ético que se esconde tras el plagio
recae sobre aquel que copia, y no sobre quien es imitado. Después de todo, el hecho de
que una persona reproduzca el estilo o el trabajo de un diseñador, indica que este último
se ha constituido en una buena pauta a seguir y que, efectivamente, ha sabido definir su
identidad profesional.
Por lo demás, siempre existirá la posibilidad de realizar el mejor trabajo, no sólo en
relación a uno, sino que en comparación con los demás. Lo importante es trabajar con
convicción y lealtad a uno mismo, compitiendo por ser el mejor, a nivel de auto superación
y en beneficio de todos.

4. ACERCA DE LA ORIGINALIDAD Y LA AUTORÍA


En relación a lo anterior, surgen los dilemas relacionados con la originalidad de los
trabajos o productos creados y con los derechos de autor que se derivan de ello. Las
copias se generan, precisamente, por esta competitividad, que obliga al diseñador a
seguir aquellos modelos que han resultado exitosos, fenómeno evidenciable desde los
años de estudio del diseñador.
Ya hemos señalado, de todos modos, que cuando se forma parte de una empresa o de
una agencia, los productos no llevan legalmente el nombre registrado de su autor real. En
otras palabras, el producto no se reconoce legalmente como creación del diseñador que
lo concibió, sino que forma parte de la empresa misma.
En cambio, en el caso de un diseñador que ejerza en forma independiente, el registro de
sus trabajos dependerá de su propia decisión, siendo realmente pocos los que se
preocupan por legalizar la autoría éstos. La gran mayoría de los diseñadores admite que
pocos se ocupan del ámbito legal de sus creaciones y que desconocen la existencia de
Códigos Profesionales o Colegios asociados al diseño que legalmente fiscalicen los
plagios.
El hecho de que en la práctica, la autoría de un diseño se regule casi de forma exclusiva
para los temas publicitarios, radica en el trasfondo comercial de estos casos. La
publicidad exitosa es la que obliga a los diseñadores a seguir una pauta determinada que
asegure eficacia a los resultados de su trabajo. En cambio, cuando el diseño se desliga
de la publicidad, tiene mayor libertad para crear, pues más allá de las exigencias
económicas, debe ocuparse en responder a los parámetros estéticos y funcionales que se
le soliciten.
Sin embargo, más allá del ámbito legal, existe un cierto código ético implícito en la
conducta del diseñador y que dice relación con la probidad en materias de originalidad y
autoría. Se trata de un
problema ligado a los principios de lealtad, honestidad y justicia. Por esta razón, el
cuidado por las creaciones propias y por el manejo de la información del producto y del
cliente, debe constituirse en preocupación fundamental del profesional del Diseño,
independientemente de la existencia de reglamentos legales al respecto. Precisamente
por esta carencia, los casos de plagio se dan sobre todo a nivel de modelos
internacionales. Son recurrentes los casos en los que se imita un estilo de creaciones que
han resultado exitosas en el extranjero. Pero el plagio y la imitación también pueden
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darse a nivel nacional. Sin embargo, como ya señalábamos, más que la copia explícita de
un diseño, se imitan los estilos y los conceptos exitosos.
Frente a esto, el único mecanismo de defensa del diseñador es su propia creatividad y su
calidad profesional, que le permitirán distinguir su obra frente a aquellas que la imitan.
No obstante, los diseñadores entrevistados no condenan la imitación de algunas
tendencias, en la medida en que éstas sólo sirvan como guía general o como influencia
de estilo. Esto, ya que aun cuando pueda haber creaciones similares, nunca serán
idénticas. “Todos los días son distintos y cada producto también lo es. Esto permite que
diariamente puedan pensarse ideas creativas y novedosas”.

5. ACERCA DE LA RELACIÓN CON EL CLIENTE


Al hablar anteriormente de originalidad y autoría, también nos referíamos, de manera
necesaria, a la creatividad. Como ya hemos señalado, el diseño implica dar forma a un
determinado concepto o idea. Sin embargo, la mayoría de las veces, esa idea no proviene
únicamente del diseñador, sino de quien contrata sus servicios, es decir, del cliente. Es
aquí cuando pueden surgir ciertos dilemas y limitantes para el desenvolvimiento pleno de
la creatividad.
El cliente, precisamente, es quien determina lo que quiere o como desea que algo
funcione, y es el
diseñador quien debe dar una “bajada” o forma a dicha solicitud. Sin embargo, dicho
requerimiento define las bases a partir de las cuales el diseñador debe crear, guiado por
un objetivo igualmente determinado según las expectativas del cliente. Pero son estas
exigencias las que obligatoriamente fijan un camino a seguir, otorgando una pauta sobre
la cual actuar. Así, el diseñador contratado para un trabajo específico, jamás tiene libertad
absoluta o posibilidades totalmente indeterminadas para comenzar a crear.
De esta manera, la creatividad puede verse restringida sobre todo si un cliente posee una
idea muy clara de aquello que desea y que no necesariamente resulta ser, a juicio del
diseñador, una idea de éxito seguro o de buen gusto.
Frente a esto, el diseñador se encontrará con un dilema bastante común: el deber de
cumplir con las expectativas del cliente y la necesidad de ejecutar un buen trabajo, tanto
en el sentido funcional como en el estético.
Por eso, la mejor relación que puede entablarse entre el diseñador y su cliente se da en la
medida que este último sólo realiza una petición y es el diseñador el que otorga forma a la
idea o concepto original. Pero cuando las exigencias son más limitantes, las posibilidades
de acción pueden darse en dos direcciones: En primer lugar, hay quienes optan por
trabajar solos durante el proceso creativo, para reunirse con el cliente sólo cuando se
tenga una propuesta que pudiera convencerlo y que intente dar solución a los problemas
presentados en un inicio. Esta opción resulta beneficiosa en el sentido de que, en
palabras de un diseñador, “siempre es posible sorprender al cliente con algo que no se
esperaba”. Sin embargo, puede resultar contraproducente en caso de que el cliente lo
rechace, precisamente por no ser lo que había imaginado en un inicio. En tal caso, el
diseñador corre el riesgo de haber caído en gastos económicos y de tiempo por crear un
diseño que el cliente descartará.
En vista de esto, hay quienes prefieren trabajar en contacto permanente con el cliente,
aun cuando esta opción comprometa la creatividad por la seguridad. Sin embargo, esto
también puede resultar ser un arma de doble filo, ya que puede ocurrir que un cliente
critique una idea cuando ésta recién está siendo creada, acabando con ella antes de que
haya adquirido su forma final.
Básicamente, el dilema ético radica aquí en el deber profesional de un diseñador, que en
este caso debe responder a satisfacer las expectativas de quien lo ha contratado.
Por eso, la solución intermedia parece ser la más viable. La necesidad de cumplir con el
cliente no debe ser del todo opuesta a la posibilidad de realizar un buen trabajo. Esto,
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porque el problema es arriesgar el prestigio por cumplir con la demanda del cliente o
arriesgar la relación con este último si no se cumple con lo que él solicita.

La mejor solución sería que, ambos –diseñador y cliente- deben intentar, es encontrar una
respuesta integral. Para eso, se requiere apertura por parte de ambos, pero
principalmente se necesita de la creatividad del diseñador para cumplir con los requisitos
mínimos solicitados y darles una forma estéticamente aceptable. Por último, puede
resultar aconsejable realizar más de una propuesta. Aunque esto implique más horas de
trabajo, al final resultará incluso un ahorro de tiempo, pues puede darse la posibilidad de
que el cliente acepte más fácilmente una de dichas propuestas, antes que estar
esperando cada cierto tiempo una nueva idea que tal vez rechazará.
En relación al tema del tiempo y del esfuerzo implicados en un trabajo, asoma también un
segundo dilema, que pese a no ser exclusivo del Diseño, resulta ser bastante frecuente.
En diversas ocasiones, ocurre que el cliente no tiene los conocimientos básicos relativos a
la calidad del diseño, y precisamente por eso confía esta labor a un profesional en la
materia. Y es por este mismo desconocimiento, que confía ciegamente en aquello que el
diseñador le presenta, pues no cuenta con los criterios técnicos para saber si el producto
final resulta ser un buen trabajo.
Incluso, en algunos casos el cliente tal vez se conforme con el primer boceto que se le
presenta, sin que haya sido la intención del diseñador presentar dicha propuesta como
trabajo final. Y aquí entrará en juego la lealtad del profesional hacia sí mismo y en relación
al cliente, pues éste podría perfectamente aprovecharse del desconocimiento del cliente,
contentarse con su conformidad y cobrarle por dicho boceto. Se trata de la confrontación
entre la autoexigencia profesional contra la “ley del mínimo esfuerzo”.
Frente a este problema, resulta ser que no habrá otro factor de exigencia que la que el
mismo diseñador se imponga. Se trata claramente de un dilema ético cuya única solución
nace de la conciencia del profesional y de su calidad como tal. Los deseos de superación,
las ansias de perfeccionamiento y la prolijidad son características.

4. DISEÑO Y MEDIO AMBIENTE

El reto de nuestra sociedad en los inicios del milenio es el de la protección del medio
ambiente. La conservación de los espacios naturales y del entorno, la limitación del gasto
energético y el uso de energías renovables, la correcta gestión de los residuos, el fomento
de los procesos productivos limpios,... son temas que cada vez se introducen más en la
cultura de nuestra sociedad. El aumento del grado de consciencia ambiental incrementa,
pues, las exigencias de todo el tejido social al respecto.
La Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible y el Medio
Ambiente, que tuvo lugar en junio de 1992 en Río de Janeiro, ha constituido el foro
internacional más importante realizado hasta el momento, desde la presentación del
Informe de los Límites del Crecimiento realizado por el Club de Roma. Un total de 179
estados se dieron cita para tratar el tema ambiental y su problemática.
Uno de los resultados de esta conferencia es la elaboración de la denominada Agenda 21:
un plano de actuación que incluye un programa de medidas integradas destinadas a
frenar e invertir los efectos de la degradación ambiental y a fomentar un tipo de desarrollo
compatible con el medio ambiente y sostenible en todos los países.
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4.1. AGENDA 21:

La base sobre la que se establece este plan es la de la participación de todos los


ciudadanos y la de todos los niveles en los que se estructura la Administración, desde el
local al supranacional, con el objetivo de que se adopten los compromisos necesarios
para un futuro de existencia sostenible, partiendo de la utilización sustentable de todos los
recursos y la gestión adecuada de la contaminación y los residuos.
La Agenda 21 considera que «la consecución de un desarrollo sostenible y la
potenciación del medio ambiente constituyen cuestiones prioritarias que afectan al
crecimiento económico y al bienestar de los pueblos de la Tierra». Establece, no obstante,
que uno de los retos básicos y principales para llegar a alcanzar esta meta es el cambio
en los modelos de consumo. Es obvio que este cambio significa nuevos planteamientos
estructurales en los hábitos de comportamiento social y, por tanto, un cambio cultural y
ético que entraña la participación de todos los agentes sociales.
Esta preocupación por la protección del medio ambiente se pone también de manifiesto
en el V Programa de Acción Ambiental de la Unión Europea, que establece que la
consecución del equilibrio deseado entre las actividades humanas y el desarrollo, y la
protección del medio ambiente, exige una corresponsabilización justa y claramente
definida por lo que respecta al consumo de los recursos naturales y a la actitud frente al
medio ambiente. Esto implica la integración de consideraciones ecológicas a la hora de
formular y aplicar políticas económicas y sectoriales, en la toma de decisiones de los
poderes públicos, en la dirección y desarrollo de procesos productivos, y en el
comportamiento y las opciones individuales.

Este programa destaca, del mismo modo, el concepto de desarrollo sostenible, entendido
como «un reflejo de una política y de un desarrollo continuo que no vaya en detrimento
del medio, ni de los recursos naturales», basándose en el informe de la Comisión Mundial
sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (Informe Brundtland), que lo definía como aquel
«desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de
las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades», estableciendo como
requisitos para éste:

- La incentivación de la reutilización y el reciclaje para evitar el despilfarro y prevenir el


agotamiento de las reservas de recursos naturales, dada la limitación de las materias
primas.
- La racionalización del consumo y de la producción de energía.
- La transformación de las pautas de consumo y comportamiento de la sociedad.
La transformación de las pautas de consumo y comportamiento social viene impulsada
por instrumentos como la ecoetiqueta o etiqueta ecológica, que permite al consumidor
efectuar una selección del producto con conocimiento de la bondad ambiental de aquello
que compra. Para la empresa que la ostenta le crea una imagen comercial que empieza a
ser bastante importante ya en la actualidad. En las decisiones de compra hay un
público sensibilizado, cada vez más numeroso, que tiene en cuenta los valores
ambientales de los productos que consume. Empresas de todo tipo, desde el sector del
automóvil hasta las alimentarias, introducen en las campañas publicitarias y de promoción
eslóganes sobre las virtudes ambientales de sus productos.
La ecoetiqueta tiene como objetivo:
- Incentivar a los fabricantes a diseñar y fabricar productos que tengan un impacto menor
sobre el medio ambiente tanto a lo largo de su fabricación, distribución, consumo y
utilización, como a lo largo de su posterior eliminación.
- Orientar la elección de los consumidores hacia productos y tecnologías que respeten el
medio ambiente.
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Se trata de llevar a cabo, en última instancia, un mecanismo que garantice una mayor
protección del medio ambiente, intentando, por un lado, reducir al mínimo la utilización de
recursos naturales y energéticos, las emisiones contaminantes del aire, el agua o el suelo,
y la formación de residuos y molestias sonoras; y, por otro, aprovechar al máximo la
duración de la vida de los productos mediante la introducción y fomento de la utilización
de tecnologías limpias que garanticen un nivel más elevado de protección al entorno.
Es evidente que la etiqueta ecológica será el instrumento de mercado que permitirá
avanzar hacia los cambios de procesos de fabricación, así como hacia la sustitución de
unos productos por otros ambientalmente más correctos. La información sobre los costes
y las consecuencias ambientales reales de los procesos productivos puede ser esencial a
la hora de influir en los consumidores, permitiéndoles hacer una elección consciente y
ambientalmente correcta de los productos que consumen. Por otro lado, estos cambios en
la demanda inducirán a la industria a adaptarse a las nuevas prioridades de mercado.
De esta forma, la educación ambiental se establece como una de las metas que hay que
lograr por el V Programa, que señala como objetivos de ésta aumentar el grado de
consciència por los problemas ambientales y sus posibles soluciones, con el fin de que
todos los ciudadanos tengan una participación activa con conocimiento de causa.
La difusión y transparencia de la información, así como la educación ambiental, se
constituyen como un vértice a la hora de producir un cambio en los hábitos de
comportamiento sociales, y por tanto, en último término, y tal como apuntábamos antes,
un cambio cultural, que obviamente afectará también de forma directa al colectivo del
diseño.
Desde el ruido producido por una máquina para cortar césped, el embalaje de un
cosmético, los materiales utilizados en el diseño de una silla, la cantidad de energía
usada en la producción de un envase de refresco, hasta el diseño de productos de usar y
tirar frente a los productos de uso duraderos, se pone en evidencia la importancia del
diseño como factor integrante en la protección del medio ambiente.
Sin embargo, cabe destacar que este colectivo no ha estado al margen de la importancia
de su papel en la protección del medio ni del cambio de comportamientos que se están
progresivamente implantando entre los agentes sociales. De hecho, desde hace años, y
desde algunos sectores, no existe únicamente una consciència, sino también un
protagonismo activo.
La escuela alemana de Ulm, que ha influido en buena medida en el diseño industrial
europeo, formuló, hace ya casi cuarenta años, la siguiente premisa: «El objetivo es
fabricar productos de larga vida, aumentar su valor de uso y reducir el derroche.» Ésta
sería la fórmula inicial de lo que en la actualidad se engloba bajo el concepto de
ecodiseño.
La mayor durabilidad de los bienes de consumo implica una disminución del consumo de
energía necesario para su fabricación por unidad, en razón directa a su tiempo de vida
útil. Lógicamente, también implica una disminución de los recursos necesarios como
materias primas para su producción en la misma proporcionalidad.
Nuestro sistema de producción se basa en un consumo creciente de materias y recursos,
pero los recursos naturales son escasos y finitos, y en la actualidad, junto con la
problemática generada por el volumen de residuos, es uno de los escollos
medioambientales básicos y graves.
Las estadísticas reflejan que en los países más desarrollados, antes de la primera crisis
del petróleo de 1973, los tiempos reales de utilización de bienes de consumo resultaban
ser, como mínimo, cinco veces inferiores a su vida útil potencial, mientras que en los
países menos desarrollados estos períodos llegaban a superar hasta tres veces la vida
útil potencial de éstos. En la actualidad, y a pesar de la tan comentada crisis económica,
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el tiempo real de utilización de los productos sigue siendo en los pases ricos un ejemplo
claro de despilfarro,
dándose al mismo tiempo que las desigualdades imperantes y la falta de solidaridad a
nivel mundial.
Las proyecciones recientes de las Naciones Unidas sobre la población mundial indican
que la demanda de energía pasará, con los parámetros actuales, de los 9.000 millones de
TEP de 1990 a 20.000 millones en el año 2050. El crecimiento de esta demanda
implicaría grandes dificultades a la hora de garantizar el suministro energético. Según las
estimaciones de la UE, esto sería especialmente grave en los países en vías de desarrollo
que no disponen de fuentes de energía propias y que probablemente no podrían
satisfacer sus necesidades energéticas si no aparece una concepción diferente de la
energía nuclear, si no se hace un uso mayor de las fuentes de energía relacionadas con
el reciclaje de residuos o si no se produce un cambio profundo en lo referente al
desarrollo y la popularización de tecnologías alternativas como, por ejemplo, la energía de
la biomasa, solar, eòlica, etc., de carácter renovable.
La naturaleza no permite este derroche; los recursos, por el hecho de no ser ilimitados, no
permiten su consumo desenfrenado, consumir para tirar, para convertir en residuos los
productos todavía útiles. Se ha de establecer un equilibrio entre el uso de los recursos y
su consumo, incrementar en la composición del producto los materiales medioambientales
abundantes frente a los escasos.
Por otro lado, aumentar el valor de uso de los productos pasa por aumentar su contenido
de materiales reciclados, así como su reciclabilidad posterior como residuo. El reciclaje
permite un conjunto de efectos que van desde evitar la necesidad de acudir
continuamente al uso de materias primas, cada vez más escasas y caras, hasta evitar la
acumulación de residuos.
La generación del volumen de residuos actual es uno de los graves problemas
ambientales que nos acosan. En Barcelona, por poner un ejemplo, en 1991, sólo de
residuos domésticos se produjo un total de 738.530 t, lo que en términos de volumen
significa llenar la Gran Vía, hasta un sexto piso, desde la plaza España hasta la plaza de
las Glorias. En Cataluña el total de residuos domésticos generados en 1991 fue de
2.700.135 t.
La «invasión» de residuos, además de ser causa indirecta de problemas sanitarios y
fuente de contaminación del suelo, el agua y el aire, genera también una problemática en
torno a la pérdida del entorno urbano, dada la necesaria multiplicación de los vertederos.
El gran rechazo social provocado por esta multiplicación en todas partes, y la no
aceptación de nuevas instalaciones, se conoce popularmente con el síndrome de NIMBY
(«not in my back yard, «no en mi patio de atrás»).
Está claro que el concepto del diseño tendrá que cambiar en función de esta problemática
y de la normativa, es evidente que la reorientación de los criterios que se deberían aplicar
dependerá de cómo presionen los consumidores, de los fabricantes y de la legislación,
pero es evidente también que se impone trabajar, cada vez más, con materiales
reciclados y elaborar materiales reciclables.
En este sentido, hay que mencionar que el día 1 de abril de 1993 acabó el plazo de los
estados miembros de la UE para adaptar su legislación a las últimas prescripciones
generales comunitarias en materia de residuos. Los estados miembros están obligados a
tomar medidas que fomenten:
- La prevención de daños derivados de los residuos.
- La minimización en la producción de residuos y de su carácter nocivo mediante: el
desarrollo de tecnologías limpias, y el desarrollo técnico y la comercialización de
productos que tiendan a no incrementar la cantidad ni el impacto ambiental.
- La valorización del residuo mediante el reciclaje, la reutilización, la recuperación o
cualquier operación destinada a obtener materias primas secundarias.
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- La utilización de los residuos como fuente de energía.


En Cataluña, la Ley 6/1993, de 15 de julio, reguladora de los residuos, asume los
objetivos, el enfoque y la estrategia de esta directiva comunitaria.
El ecodiseño, pues, será el que contemple tanto el producto en sí como los procesos y las
tecnologías necesarios para minimizar el impacto ambiental de la totalidad de su ciclo de
vida.
Las características de esta visión ambiental del diseño son: la larga duración de los
productos, la capacidad de reciclaje de los materiales utilizados y en este sentido, pues, el
no utilizar materiales compuestos que dificulten o imposibiliten el reciclaje; que la
construcción del producto presente las mínimas uniones acopladas o soldadas para que
se pueda desmontar en cada una de sus partes sin dificultad y éstas puedan ser
reutilizadas o recicladas; la fácil preparación y desmontaje del producto; la utilización del
mínimo embalaje; y la disminución en la composición del producto de sustancias poco
asimilables por el medio ambiente (porque se convierten en residuos difícilmente
degradables) en pro de otras ambientalmente más benignas. El medio ambiente es hoy
un problema cultural y ético, a la vez que un problema de todos, que requiere un cambio
de mentalidad y una sensibilización y corresponsabilizacíón por parte de todos los
agentes sociales. Las actuales tendencias del diseño industrial deberían tener, pues,
como punto de referencia, el perfeccionamiento del mundo material, pero mediante una
rigurosa salvaguarda del mundo natural, como perfecto contrapunto, estableciendo así un
verdadero puente entre el ecosistema y el mundo construido. La ausencia de este
equilibrio es la ruptura del vínculo humanidad-naturaleza.

Por lo que comienza a tenerse en cuenta el ciclo de vida de los productos y el concepto
“ecosistema industrial”, el cual implica que el producto debe ser utilizado a lo largo de
diferentes ciclos de vida, de modo que, una vez concluida la vida útil del producto, sus
partes o componentes entran a formar parte de nuevos productos, comenzando un nuevo
ciclo de vida.
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Por ello, a la hora de diseñar un nuevo producto habrá que tener en cuenta los múltiples
ciclos de vida del producto, tratando de minimizar los impactos ambientales que el
producto pueda generar a lo largo de esos ciclos y tratando de maximizar la duración de
ese ciclo de vida múltiple.
La introducción de estas consideraciones ambientales en el proceso de diseño no debe
provocar incrementos en el tiempo de desarrollo del nuevo producto. Para ello, la
estrategia de diseño verde o ecológico debe tratar de gestionar ese ciclo de vida múltiple
a lo largo de las diferentes actividades empresariales.

>>> Actividades internas de la empresa, entre las que cabe destacar:


- Diseño del producto.
- Diseño del proceso productivo.
- Gestión del flujo de materiales.
- Gestión de la cadena de suministradores.
- Gestión de ventas.
- Servicio, mantenimiento y recuperación de materiales.

A.- Diseño del producto.- La consideración del medio ambiente, desde las primeras
fases del proceso de diseño, facilita la gestión ambiental del ciclo de vida del producto
resultante. De hecho es poco probable que se consiga un producto respetuoso con el
medio ambiente si no comenzamos por un diseño verde. Las decisiones adoptadas en la
etapa de diseño determinan una gran parte del impacto ambiental en que se incurrirá en
las fases posteriores de producción, comercialización y consumo.
A la hora de diseñar el producto se deberán tener en cuenta los siguientes factores
ambientales:
- Uso de materiales.- Se debe tratar de utilizar la menor cantidad de material posible, la
mayor cantidad posible de materiales renovables, así como tratar de reducir al máximo el
número de componentes del producto.
- Consumo de energía.- En este campo se debe tender a una reducción en el consumo de
energía necesaria para la fabricación del producto y para su posterior utilización, así como
a una utilización de fuentes de energía renovables y limpias (energía solar, eólica,
hidroeléctrica, etc).
- Prevención de la contaminación.- En el diseño del producto se deben evitar o, al menos,
reducir al máximo las posibles emisiones tóxicas durante el proceso de producción, así
como durante la utilización del producto.
- Residuos sólidos.- Se debe tratar de reducir al máximo el volumen de residuos sólidos
generados al terminar la vida útil del producto, así como durante su proceso de
fabricación. Para ello, el equipo de diseño debe procurar que la mayor parte de los
componentes del producto resultante sean reutilizables o, al menos, reciclables, bien sea
física o energéticamente. Para favorecer dichas actividades es aconsejable diseñar el
producto de forma que se minimice el tiempo y el coste necesario para el
desensamblado de sus componentes.

Esto es lo que se conoce, en la literatura especializada, como Diseño para el


Desensamblado (DFD) o Diseño para la Refabricación (DFR).
El concepto de Diseño para el Desensamblado va íntimamente ligado al concepto de
Diseño para el Servicio (DFS) puesto que dicho diseño permite proporcionar un mejor
servicio al cliente, en lo que se refiere a reparaciones, sustituciones de piezas, etc.
La consideración conjunta de estos factores ha provocado la aparición de un nuevo
sistema de diseño que es conocido como Diseño para el Medio Ambiente o Design for
Environment (DFE).
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B.- Diseño del proceso productivo.- En la mayor parte de las ocasiones la estrategia
más efectiva para mejorar la calidad ambiental es utilizar los últimos avances tecnológicos
en los procesos productivos, que tienden a ser más eficientes y menos contaminantes.
Por ello, a la hora de elegir la tecnología productiva a emplear en el proceso de
fabricación de un nuevo producto, es necesario llevar a cabo un análisis comparativo
teniendo en cuenta el coste, la efectividad y los previsibles impactos ambientales de las
diferentes opciones tecnológicas existentes.

C.- Gestión del flujo de materiales.- La gestión de los materiales es una de las
actividades cruciales a la hora de conseguir el objetivo de mejorar la calidad ambiental.
En el proceso de selección de materiales cada vez priman más los aspectos de
reutilización o reciclabilidad de los mismos, seleccionándose aquellos materiales que
facilitan la ampliación del ciclo de vida múltiple del producto y sus diferentes
componentes.

D.- Gestión de la cadena de suministradores.- Los procesos de fabricación actuales


dependen en gran medida de la competitividad de la cadena de suministradores previa.
Así, las empresas que utilizan la filosofía Justo a Tiempo (JIT) llegan a acuerdos a largo
plazo con los proveedores, estableciéndose las denominadas asociaciones fabricante-
proveedor o Comakership.
Dentro de estas asociaciones el fabricante debe considerar también los aspectos
medioambientales, estableciendo relaciones de reutilización y reciclado con sus
proveedores e imponiendo controles de evaluación ambiental a los mismos.
La calidad ambiental del producto de la empresa comienza por la calidad ambiental del
producto del suministrador por lo que el fabricante debe imponer el cumplimiento de sus
requisitos ecológicos en el producto suministrado. Un acuerdo de comakership permitirá
establecer unas relaciones de reutilización y reciclaje con los proveedores mediante la
implantación de un sistema de retrodistribución tanto de los envases y embalajes como
para el resto de componentes susceptibles de ser reincorporados a la actividad del
proveedor previo proceso de desensamblaje.
E.- Gestión de ventas.- El procedimiento seguido en la gestión de las ventas tiene
importantes implicaciones
ambientales, especialmente en lo referido a envasado, gestión de stocks y gestión
logística.

4.2. DISEÑO PARA EL MEDIO AMBIENTE (DFE).


Para conseguir la integración de factores ambientales, desde las primeras etapas del
proceso de diseño, surge una técnica denominada Diseño para el Medio Ambiente
(Design for Environment o Design for Green). El objetivo de esta técnica es diseñar
productos y procesos eficientes desde un punto de vista medio ambiental, a la vez que
mantienen una relación calidad/precio adecuada (Allemby, 1991).
El Diseño para el Medio Ambiente se integra dentro de una metodología o sistema de
diseño más amplio, que recibe el nombre de Diseño para la Excelencia o Diseño para X,
cuyo objetivo es que se consideren en el proceso de diseño los intereses de los diferentes
sujetos que van a interaccionar con el producto a lo largo de su ciclo de vida. Así, el
Diseño para la Excelencia incluye técnicas como el Diseño para el Ensamblaje (DFA),
Diseño para la Fabricación (DFM), Diseño para las Pruebas (DFT), Diseño para la
Internacionalización (DFI), Diseño para el Servicio (DFS), Diseño para la Logística (DFL),
etc.
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La integración del Diseño para el Medio Ambiente dentro de un sistema de diseño


existente facilita la inclusión de los factores ambientales en el proceso de diseño,
imponiendo un procedimiento ya establecido y aceptado.
La aplicación de esta técnica implicará la realización de una serie de actividades diversas
entre las que se incluyen:
- La revisión de las especificaciones internas, tratando de localizar procesos
contaminantes innecesarios.
- Identificar actividades o etapas del proceso productivo innecesarias.
- Sustituir actividades con fuerte impacto por otras más respetuosas del medio.

5. BIBLIOGRAFÍA:

- “Diseño y Medio Ambiente. La Nueva Actitud Ecológica en los inicios del Milenio”.
Barcelona (2008). Montserrat Cunillera.

- “GOOD. Ética en el Diseño Gráfico”. Index Book (2006). Lucienne Roberts.

- “Diseñar para los ojos”. Grupo Design (2003). Joan Costa.

- “Cómo ser Diseñador Gráfico sin perder el alma”. Index Book (2008).
Adrian Shaugnessy

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