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MATRIMONIAL

Muchos matrimonios fracasan


porque los cónyuges no conocen
sus responsabilidades y tareas
dentro de la unión matrimonial. El
Dr. Mack explica el papel que el
esposo juega, sus
responsabilidades, sus tareas, las
formas en que debe expresar el
amor hacia su esposa. Se ha
dividido el tema en tres partes, en
esta primera se presentará el
papel de liderazgo del esposo en
la relación conyugal
Una consideración de las
responsabilidades del esposo para
que sea realmente un líder para su
mujer
Este artículo muestra cómo el
esposo complementa a su esposa.
La unidad matrimonial solo se
logra en la medida en que el
esposo conoce y cumple su rol
bíblico. A continuación encontrará
los principios bíblicos que
gobiernan las responsabilidades
del marido hacia su esposa y su
papel como siervo-líder, así como
varias preguntas que la pareja
debiera contestar junta
La unidad genuina requiere la
diferenciación de las
responsabilidades
Imagine la confusión que reinaría
en un equipo de fútbol en que
ninguno conociera su
responsabilidad específica.
Imagine la frustración que existiría
en un comercio donde no hubiese
ninguna descripción de tareas,
donde todo fuese responsabilidad
de todos y nada específicamente
tarea de una persona, donde
todos fuesen «general» y ninguno
«soldado ».
Esa es la clase de confusión y
frustración que existe en muchos
matrimonios porque nunca se han
definido las responsabilidades de
cada uno. Ambos son «jefes» y
ninguno «empleado».
No se puede experimentar una
verdadera unidad a menos que
ambos conozcan, acepten y
cumplan con sus variadas
responsabilidades
complementarias.
Es muy importante que ambos
cónyuges conozcan cuales son sus
funciones y tareas. En este artículo
se analizará la declaración que
Dios hace con respecto a las
responsabilidades del esposo.
Porque soy cristiano, porque sé
que el Dios que hizo a la mujer y al
hombre es mucho más sabio que
ellos. Y también porque sé que los
mandamientos de Dios no son
gravosos. Su voluntad es «buena,
agradable y perfecta». Si Dios le
da a la mujer ciertas
responsabilidades entonces son
buenas y agradables para ella. Si
Dios le da al hombre ciertas
responsabilidades lo hace por
razones buenas y sabias. El
hombre o la mujer que batalla
contra la declaración de Dios
acerca de las responsabilidades
comente una necedad, pues se
niega el privilegio de experimentar
una genuina unidad en la relación
matrimonial.
Por supuesto, hay muchos pasajes
en la Biblia que hablan acerca de
la parte que le corresponde al
esposo en el matrimonio. Algunos
de los pasajes claves son: Génesis
3.16; Efesios 5.22–33; 1 Timoteo
3.4–5; Salmo 128; 1 Pedro 3.7; 1
Corintios 7:3–4; Proverbios 5.15–
19; Colosenses 3.19.
En estos pasajes Dios dice que el
esposo tiene dos
responsabilidades primordiales
hacia su esposa:
• Debe ser el líder de su esposa.
• Debe ser el que ama a su
esposa.
El esposo debe ser el líder de su
esposa (Ef 5.23; 1 Ti 3.4, 5, 12; 1
Co 11.3).
Hoy en día, cuando hablamos de
liderazgo, la primera imagen que
surge en nuestra mente es la de
un jefe que da órdenes. Sin
embargo, si pensamos según la
Biblia esa no es la imagen que
debería surgir.
Mateo 20.20–28 nos da el
concepto bíblico de un líder. De
acuerdo con este pasaje, un líder
es en primer y principal lugar un
siervo. No debe preocuparse por sí
mismo, ni de dar órdenes, ni de
mandar a otros, ni de imponer su
voluntad. Debe preocuparse por
satisfacer las necesidades de los
demás. En verdad, si los intereses
de otros no están sobre su
corazón, ni está dispuesto a
sacrificarse a sí mismo o a sus
necesidades personales, deseos y
aspiraciones, su tiempo y dinero.
Si las necesidades de otros no son
más importantes que las suyas
propias, entonces no está en
condiciones de liderar.
Juan 13.1–15 nos presenta el
mismo cuadro de lo que significa
ser un líder. En este pasaje el
emblema de liderazgo no es un
trono o un bastón, sino una gran
toalla y una vasija. En otras
palabras, el líder debe tener
corazón de siervo para actuar
como tal, y reaccionar como se
debe cuando se lo trata como
siervo. (Nótese como 1 Pe 5.3 y 2
Ti 2.5–11 ilustran este mismo
concepto).
Cuando aplicamos este concepto
bíblico al liderazgo del marido,
vemos que el ser líder significa
que debe ser el siervo más grande
de la familia.
Debe ser la cabeza de su esposa
así como Cristo es la Cabeza de la
iglesia (Ef 5.23).
Su gran modelo de liderazgo es
Jesucristo, quien se hizo siervo (Fil
2.6–8). Cristo no vino a ser servido
sino a servir y a dar su vida en
rescate por muchos (Mr 10.45); él
es la Cabeza de todas las cosas por
amor de la Iglesia (Ef 1.22–23).
Todo lo que Jesucristo hace lo
hace por amor a nosotros; lo hace
porque en su corazón se interesa
por nuestro bien.
Del mismo modo, el esposo debe
vivir siempre interesándose por el
bien de su esposa, debe actuar por
amor de ella. Debe ser el siervo-
líder de su esposa. Para que esta
tarea sea más fácil, observemos
ejemplos del liderazgo de Jesús.
Jesucristo practicó el principio de
asociación continua con aquellos a
quienes guiaba.
No guió a sus discípulos por medio
de llamadas telefónicas de larga
distancia, o escribiéndoles algunas
cartas, o por visitas poco
frecuentes. Durante más de tres
años, dedicó mucho tiempo a
estar con ellos (Jn 1.39, 43; Mr
1.17; 3.14; 4.10; 5.1, 30, 31, 40;
6.1, 30–32, 35; 8.1, 10, 27, 34; 9.2,
30; 10.13, 23, 46; 11.1).
El liderazgo bíblico requiere
asociación con aquellos a quienes
se guía.
Es significativo que Pedro manda a
los esposos a morar o vivir con sus
esposas (1 Pe 3.7). El esposo no
cumple con la responsabilidad
conferida por Dios hacia su esposa
si no se deleita en su compañía y
se ocupa de que puedan disfrutar
de compañerismo frecuente y
regularmente. (Nótese la misma
palabra utilizada en Col 3.16 y Ef
3.17. Lo que el cristiano debe
hacer con la Palabra de Cristo en
su corazón, es lo que se requiere
que el esposo haga con la esposa
en el hogar).
Jesucristo instruyó a sus discípulos
con mucho cuidado y
específicamente.
En muchos lugares de las
Escrituras se afirma que Jesús
enseñó a sus discípulos (Mt 5.1;
Mr 4.10; Jn 13–16). En verdad,
«maestro» era uno de los títulos
que con frecuencia se aplicaba a
Jesús (Jn 3.2; 13.13).
A veces enseñaba a sus discípulos
formalmente (Mt 5.1, 2; Jn 13–16)
y en otras ocasiones de manera
informal, en medio de las
circunstancias de la vida, cuando
enfrentaba una crisis o una
confrontación, o cuando se le
hacía una pregunta (Mt 19.3–12;
16–27; 21.12–32). Pero ya sea
formal o informalmente, es un
hecho irrefutable que Jesucristo
guió y sirvió a sus discípulos por
medio de la enseñanza.
Sin duda, Dios también espera que
el esposo guíe y sirva a su esposa
enseñándole. (Ver 1 Co 14.35
donde queda establecido el rol del
esposo como maestro de su
mujer).
Jesucristo guió a sus discípulos
siendo un buen ejemplo.
Al leer los evangelios,
frecuentemente encontramos que
Jesús dice: «Síganme» o «Ejemplo
os he dado». No solo enseñó a los
hombres a creer en la soberanía
de Dios, él mismo vivió una vida
que manifestaba confianza y
sumisión a la soberanía de Dios.
No solo predicó que las Escrituras
debían ser la autoridad máxima.
Vivió de tal modo que fue un
ejemplo de lo que significa en la
vida de un hombre reconocer la
autoridad máxima de las
Escrituras. Su vida, entonces, fue
un ejemplo real de lo que él
deseaba que sus discípulos
creyeran y cómo él quería que
viviesen. Por un lado, su vida
ejemplar fue el patrón o modelo
que debían seguir sus discípulos.
Por el otro, ganó el respeto de
ellos y logró que estuviesen
dispuestos a someterse a su
autoridad y liderazgo (cp. también
Fil 4.9; 1 Ts 2.7–10; 1 Pe 5.3).
Por cierto que el liderazgo bíblico
involucra ser un ejemplo para los
que se está guiando. En realidad,
el liderazgo del esposo significa
procurar ser un ejemplo, un
modelo, un patrón de piedad,
santidad, compasión, dedicación y
devoción a Dios.
También es cierto que por su
pecaminosidad inherente ningún
esposo humano jamás podrá ser
un ejemplo perfecto para su
esposa, pero debe esforzarse por
lograrlo (Fil 3.12–14). Cuando falla
debe confesarlo de inmediato a
Dios y a su esposa a quien ha
fallado y pedirle perdón. Aun en
los fracasos el marido debe ser un
ejemplo para su esposa de cómo
el creyente debe tratar con el
pecado. En los fracasos, como
también en toda otra instancia, el
marido cristiano debe guiar a su
esposa por el poder y la autoridad
de un buen ejemplo.
Jesucristo guió a sus discípulos
tomando decisiones y delegando
en ellos responsabilidades.
Comparar Juan 4.1, 2; Marcos
1.35–39; 6.7; 35-43; Juan 11.39–
44; Mateo 10.1–14; 16.13–20;
21.1, 2; 28.8–20, donde Jesús
tomó decisiones y delegó
responsabilidades en sus
discípulos. Vale destacar que
cuando Jesús delegó dio directivas
claras, concisas, y específicas para
que los discípulos supieran qué se
esperaba de ellos y cómo debían
llevar a cabo sus tareas.
Al mismo tiempo, las Escrituras
indican claramente que él dejó
que ellos también tomasen
iniciativas y fuesen creativos.
También era sensible a sus
temores, necesidades, dudas, y
estado espiritual, emocional y
físico. Les dio una estructura
básica sobre la cual trabajar pero
también en gran medida, libertad
dentro de la estructura.
Del mismo modo los maridos
cristianos deben guiar a sus
esposas al tomar decisiones y
delegar responsabilidades. Ser el
líder no significa que debe cargar
con toda la responsabilidad y
hacer todo el trabajo mientras su
esposa no hace nada y no se
responsabiliza por ningún acto.
Significa, eso sí, que él se ocupará
de que el trabajo se haga y de que
cada uno sepa qué le corresponde
hacer.
El marido debe guiar, y esto
involucra tomar decisiones y
delegar responsabilidades. Toda
organización donde hay sólo dos
personas necesita que alguien sea
la autoridad final máxima, de lo
contrario, habrá caos y confusión.
Los matrimonios donde la
autoridad es compartida por
partes iguales son imposibles. No
funcionan. No pueden funcionar.
En el matrimonio alguien tiene
que ser el que toma las decisiones
en última instancia. Alguien tiene
que delegar responsabilidades y
Dios ha ordenado que sea el
esposo. En verdad, el marido tiene
que tomar decisiones y delegar
responsabilidades como siervo de
su esposa. Las opiniones,
sugerencias, deseos, consejos,
pedidos, temores y dudas de la
esposa deben tomarse seriamente
en cuenta. La esposa será la ayuda
de su marido, debe ser su principal
consejera, consultora y persona a
quien recurrir.
En realidad, si la opinión de la
esposa difiere de la del marido
sobre asuntos de mayor
importancia sobre los cuales no
hay mandamientos específicos en
las Escrituras, creo que él debe
tener sumo cuidado de no
obligarla a aceptar su opinión.
Quizá en estos casos lo mejor sería
que el marido le asegure a su
mujer que respeta su criterio y
pedirle que juntos oren para
comprender mejor lo que Dios
quiere que hagan. Al mismo
tiempo, al ser muy sensible a los
deseos de su esposa, él no debe
ser indeciso o temeroso de tomar
decisiones y delegar
responsabilidades pero tampoco
debe dejar que solo ella decida o
se responsabilice. En ocasiones es
posible que deje que ella tome
decisiones (dónde pasarán las
vacaciones, qué cortinas o
muebles comprarán), pero jamás
debe ceder su responsabilidad de
tomar decisiones en general. Dios
lo ha llamado a ser el líder de su
esposa y no puede serlo si en
cambio es un seguidor de ella.
Maridos, Dios quiere que sean
líderes de sus esposas.
Esto significa que debe ser el
siervo de su esposa, pasar mucho
tiempo con ella, darle instrucción
útil, escritural y práctica, ser un
buen ejemplo para ella y tomar
decisiones y delegar
responsabilidades en su hogar.
Este elemento es el que más
aporta al desarrollo de una unidad
genuina. Sin duda, es la otra cara
de la moneda en el matrimonio.
Para experimentar la verdadera
unidad matrimonial la sumisión de
la esposa debe ser genuina y
bíblica. Por el otro lado, el estilo
de vida del esposo debe
caracterizarse por la clase de
liderazgo que acabamos de
describir.
Sin embargo, la Biblia no solo dice
que el esposo debe ser el líder de
su mujer, sino también afirma que
debe ser el que ama a su esposa.
El doctor Jay Adams, autor,
consejero, y profesor de
seminario, ha combinado estos
dos conceptos y dice que en el
hogar el esposo debe proveer un
liderazgo amoroso.
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