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Inteligencia Emocional
cia
Emocion
al
Alumna: Lezly Carolina Robles
Magallanes
Profesora: Ma. Magdalena Nápoles Torres
Materia: Procesos Psicológicos
Licenciatura en psicología
Primer semestre
9 de noviembre de 2021
Inteligencia Emocional
Al inicio de la lectura se mencionas los orígenes de el concepto de inteligencia
emocional donde es conocida la sentencia de Bruner (1986), en la que advierte de la
frecuencia en El hábito de trazar fuertes límites conceptuales en el pensamiento, la
acción y la emoción como «regiones» de la mente, y tener luego que construir puentes
conceptuales para conectar lo que nunca se debía haber separado. Quizá sea la IE uno
de estos puentes conceptuales. Como señalan Lazarus y Lazarus (1994) el procesa-
miento cognitivo trabaja en estrecha relación con el proceso emocional.
Binet y Simón (1908) diferenciaban entre dos tipos de inteligencia: la ideativa, de corte
parecido al punto de vista psicomotricista y la Instintiva que operaba por medio de los
sentimientos y estaba relacionada más con la intuición que con la aptitud mental ya que
se manifiesta a través de las emociones. Sin embargo, a éstas no se vinculaban
directamente con los procesos cognitivos implicados en la inteligencia. Un antecedente
más claro de IE lo encontramos en el concepto de Inteligencia Social (IS), descrita por
vez primera por Thorndike (1920) como la habilidad para comprender y dirigir a los
hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones
humanas. La IS definida de esta manera vincula una habilidad mental («comprender»)
y una habilidad social («dirigir») con una consecuencia adaptativa o socialmente
deseable: actuar sabiamente en las relaciones humanas. Podemos decir que existen
dos maneras de entender qué es inteligencia: las teorías factorialistas tienen una visión
más molecular o estrecha; las teorías basadas en las perspectivas adaptativas, tienen
una visión más amplia o molar. Según Salovey y Mayer (1990) el concepto de IE es
también una tentativa por mostrar la actitud equivocada de cierta tradición filosófica que
considera la emoción como algo que tiñe nuestra razón.
Para que una persona consiga llegar a desarrollar la habilidad de regular sus
emociones, debe desarrollar previamente un amplio abanico de competencias.
Concreta-mente, debe comenzar por desarrollar la su habilidad de ser sensible a sus
reacciones emocionales, las cuales deben ser toleradas, incluso bienvenidas cuando
ocurren, con independencia de si son agradables o no. Este será un elemento básico
ya que sólo se pue-de aprender algo de los sentimientos si se les presta atención
cuando sobrevienen, de aquí que la apertura a los sentimientos sea la primera su
habilidad a adquirir en este bloque.
A medida que el niño crece sus padres le van enseñando a no expresar determinados
sentimientos, por ejemplo, le enseñan a sonreír en público, aunque estén tristes, a irse
a su habitación si están enfadados. Gradualmente irá interiorizando la separación entre
sentimiento y acción y comenzando a aprender cómo las emociones pueden separase
de las conductas. De esta forma el niño adquiere progresivamente las sus habilidades
de conducción y expresión de emociones y de implicación o desvinculación de los
estados emocionales. En cuanto a regulación de la emoción en uno mismo, los padres
comienzan igual-mente a enseñar a sus hijos estrategias rudimentarias de control
emocional como contar hasta 10 cuando está enfadado, etc. A su vez, irán aprendiendo
y conociendo en qué situaciones será apropiado manifestar qué emociones y en cuáles
no, es decir, irán adaptando las emociones que corresponden a las situaciones.
Mediante un ejemplo del manejo eficaz del estrés: por un lado, el enfoque cognitivo del
modelo trataría de explicar cómo y qué tipo de valoraciones, apreciaciones o uso de las
emociones hace una persona que regula adaptativamente el estrés; ahora bien, por
otro lado, desde la Psicología de la Personalidad también se realizan descripciones
sobre cómo alguien, con un buen autocontrol como rasgo predominante en su
personalidad, realiza valoraciones de tipo cognitivo con respecto al manejo de emo-
ciones estresantes. Es el mismo hecho, y aunque su descripción se realice desde
enfoques o perspectivas distintas no se trata de explicaciones opuestas sino
complementarias (Mestre y Guil, 2003).