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UNIVERSIDAD NORBERT WIENER

DOCENTE:

Santa Cruz Huallpa, Ruth Giannina

Código orcig: 0000-0002-2145-2212

ALUMNA:

Enriquez Cruz, Wendy

Código orcig : 0000-0001-7074-6260

Flores Hidalgo, Greysi Nicols

Paz Bereche, Sandra Melissa.

Contreras Gutierrez, Andrea

Codigo Orcig: 0000-0003-1730-584x

CÓDIGO INSTITUCIONAL:

A2019100233

2022

LIMA – PERÚ

1. INTRODUCCIÓN
La publicación en gaceta oficial en el año 2007 del instrumento jurídico denominado

Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia pone

sobre el tapete la discusión sobre los derechos de la mujer, esta novedosa legislación

detalla 19 tipos de violencia y establece sanciones a quienes las perpetren, una de

estas categorías la constituye la violencia obstétrica, directamente relacionada con el

acto médico durante el trabajo de parto. Es imperativo que el personal de salud que

labora en estas áreas comprenda los alcances de esta norma, las obligaciones que

debe cumplir y las posibles penalidades en caso de infringirla, de igual manera las

usuarias deben tener el conocimiento para hacer valer los derechos consagrados en

ella y los lugares donde interponer las respectivas denuncias. A pesar de la enorme

difusión sobre el espíritu de la ley existen dudas generales que perturban su correcta

aplicación y no se conocen estadísticas oficiales que evalúen el impacto en la atención

posterior a su puesta en vigencia.

La violencia contra la mujer constituye un problema de Estado, puesto que es la

trasgresión más frecuente de los derechos humanos, y se constituye en un problema

de salud pública que genera altos costos tanto económicos como sociales.

La ley ha causado grandes expectativas y dudas entre los gineco-obstetras, en

particular el articulado referido a violencia obstétrica, la ley la define, establece los

delitos relacionados con la misma y las penas a aplicar, pero persiste el clima de

desinformación tanto en los prestadores de servicio como en las usuarias, motivo por

el cual se propone la realización de este estudio como una forma de contribuir a la

mejora de la atención obstétrica.

Debido al particular enfoque de la norma jurídica y el impacto que esta pudiera tener

sobre la mejora en la atención obstétrica, en virtud de no existir estadísticas

disponibles en el ámbito nacional sobre la incidencia de violencia obstétrica ni del nivel


de conocimiento de las usuarias sobre la ley o la percepción de estas sobre el tipo de

atención recibida se consideró de importancia la observación y cuantificación de este

fenómeno a los fines de evaluar los procedimientos obstétricos y hacerlos más

cónsonos con la mejor atención que pretende la normativa legal vigente.

En América Latina diversos países han aprobado leyes o artículos de reforma a sus

respectivos Códigos Penales para sancionar la violencia contra las mujeres: Bolivia,

Colombia, Perú, México y Venezuela (1998); Nicaragua (1996); Panamá (1995);

Paraguay, Las Bahamas y República Dominicana (1997). La “Ley Orgánica sobre el

Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia” (4) establece 19 formas de

violencia que constituyen delito en el Artículo 15. Se consideran formas de violencia de

género en contra de las mujeres, las siguientes:

1. Violencia psicológica: es toda conducta que por hacerse o dejarse de hacer

vaya en deshonra, descrédito o menosprecio de la mujer. Tratos humillantes y

vejatorios, vigilancia constante, celos enfermizos, comparaciones destructivas,

amenazas, perjudicar o perturbar su sano desarrollo, disminuir su autoestima,

causarle depresión y que incluso la puedan llevar al suicidio.

2. Acoso u hostigamiento: conductas abusivas, comportamientos, palabras,

gestos, escritos o mensajes, persecuciones, intimidar, chantajear, apremiar,

importunar, atentando contra su estabilidad emocional, dignidad, prestigio.

Poner en peligro su empleo.

3. Amenaza: es el anuncio verbal o con acciones, de un daño físico, psicológico,

sexual, laboral o patrimonial con el fin de asustar a la mujer, tanto en su

ambiente doméstico como fuera de él.


4. Violencia física: es el daño o sufrimiento material causado a la mujer, tales

como golpes, lesiones internas o externas, heridas, hematomas, quemaduras o

cualquier otro maltrato que la dañe físicamente.

5. Violencia doméstica: es el maltrato que le produce a una mujer su esposo o

concubino, o ex (de los dos), pareja, o persona con quien haya compartido una

relación afectiva, ascendientes, descendientes, parientes de cualquier tipo.

6. Violencia sexual: es toda conducta que vaya en contra de la voluntad de la

mujer a tener relaciones sexuales, genital o no genital, tales como actos

lascivos, acceso carnal violento, o simplemente violación.

7. Acceso carnal violento: es cuando el hombre obliga a la esposa o concubina, o

que haga vida marital, pareja, o mantenga relación estable de hecho o no, a un

acto carnal por vía vaginal, anal u oral, o introduzca objetos de cualquier clase,

por alguna de estas vías.

8. Prostitución forzada: es obligar a una mujer al acto sexual causándole temor,

presión psicológica o abuso de poder, esperando obtener o haber obtenido

beneficios materiales o de otro tipo.

9. Esclavitud sexual: es la privación ilegítima de libertad de la mujer, para su

venta, compra, préstamo o trueque (cambio), con la obligación de tener uno o

más actos sexuales.

10. Acoso sexual: es la solicitud de cualquier acto o comportamiento sexual para si

o para un tercero, o procurar cualquier tipo de acercamiento no deseado que

realice un hombre prevaliéndose de una situación de superioridad laboral,


docente o análoga, o con ocasión del ejercicio profesional con chantaje de

causarle un daño que parezca legítimo en la relación que mantengan.

2. QUE ES VIOLENCIA OBSTETRICA

La violencia obstétrica se refiere a las prácticas y conductas realizadas por

profesionales de la salud a las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio, en

el ámbito público o privado, que por acción u omisión son violentas o pueden ser

percibidas como violentas. Incluye actos no apropiados o no consensuados, como

episiotomías sin consentimiento, intervenciones dolorosas sin anestésicos, obligar a

parir en una determinada posición o proveer una medicalización excesiva, innecesaria

o iatrogénica que podría generar complicaciones graves. Esta violencia también puede

ser psicológica, como por ejemplo dar a la usuaria un trato infantil, paternalista,

autoritario, despectivo, humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con

vejaciones.

La violencia obstétrica constituye una discriminación de género y representa una

violación de los derechos humanos desde un enfoque de los derechos de la salud y de

los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, entendidos como derechos

inalienables e indivisibles de los derechos humanos. Estas praxis deshumanizantes

constituyen un verdadero problema de Estado y de salud pública en diversos países

del mundo, incluido España. Las transgresiones durante el parto generan altos costos,

económicos y sociales. De todas formas, más allá de los costos, existe un imperativo

ético y moral que tiene que ver con lograr sociedades más justas y equitativas, libres

de todo tipo de violencias.

Estamos hablando de una violencia estructural e institucional que emana de una

cultura patriarcal que afecta a diversos ámbitos, incluyendo las ciencias médicas. A

pesar de que la violencia obstétrica no es nueva, ha permanecido oculta durante

mucho tiempo y en la actualidad continúa siendo desconocida.


3. EVOLUCION HISTORICA DE LA VIOLENCIA OBSTETRICA

En la época feudal muchas mujeres eran sanadoras. Eran consideradas sabias, pues

tenían un importante conocimiento acerca de plantas medicinales que habían

adquirido de generaciones anteriores y que les permitía velar por la salud de su

pueblo. Además, eran parteras, controlaban la fertilidad de las mujeres y podían

provocar abortos, es decir, hacían el papel de consejeras y enfermeras. La caza de

brujas fue un período que abarcó desde el feudalismo hasta la modernidad. En él,

mujeres campesinas sufrieron una persecución violenta que hizo que muchas de ellas

terminasen en la hoguera. Durante esta época, las mujeres ocupaban una posición de

poder debido al control de la reproducción, la sexualidad y sus conocimientos para

curar. Sin embargo, la situación social que vivían los campesinos, con fuertes

limitaciones de accesibilidad a las tierras, les llevó a intentar controlar la natalidad.

Este hecho provocó que las mujeres sabias se convirtiesen en brujas que tenían que

ser quemadas ya que suponían una fuerte amenaza tanto para la Iglesia como para el

Estado. Había que eliminar determinadas conductas llevadas a cabo por esas mujeres

que debían ser vistas socialmente como aberraciones. No obstante, es necesario tener

presente que las brujas no sólo eran las parteras, las mujeres que evitaban el

embarazo o las mendigas que robaban algo para comer buscando la supervivencia.

Bajo el término de brujas, estaban incluidas las mujeres promiscuas, rebeldes que

contestaban y discutían8. En la Edad Media, las mujeres seguían ocupando un lugar

de poder como sabias, curanderas, comadronas, hechiceras y magas, lo que creó

cierta desconfianza para iglesia e hizo que tuviesen que ser controladas15. La caza de

brujas supuso el control del cuerpo de las mujeres y la destrucción de todas las

prácticas y creencias que fuesen incompatibles con los principios del trabajo

capitalista. Implicó una depreciación de las sanadoras lo que facilitó la llegada de la


medicina profesional y la obstetricia a cargo de varones y cirujanos. Además, la

necesidad de formación universitaria para su práctica, supuso la exclusión de las

mujeres en este ámbito. En el siglo XVII, aparecen los primeros hombres parteros y

paulatinamente la obstetricia pasa a ser competencia del poder estatal. La llegada de

la Edad Moderna también tuvo su influencia sobre la caza de brujas. El ataque a esas

mujeres sabias y curanderas, supuso la expropiación de su saber adquirido a través

de las generaciones lo que posibilitó la aparición de la medicina profesional, la

desvalorización de las prácticas y saberes tradicionales relacionados con el parto,

supone que los profesionales de medicina sean los únicos autorizados a intervenir en

dicho proceso y en los cuerpos de las mujeres que se encuentran en trabajo de parto.

Actualmente, con base a esas influencias históricas y culturales, se pueden observar

ciertas diferencias entre las sociedades occidentales y el no-occidental en cuanto al

modo de asistencia al parto. En el análisis de esas prácticas utilizadas durante el

trabajo de parto, se evidencian distintas formas de expresión propias del pensamiento

patriarcal. Mientras que en las sociedades occidentales las mujeres no tienen

capacidad de moverse libremente, teniendo que parir en posición de decúbito, hecho

implantado sin una base científica, en las sociedades no-occidentales, pueden

moverse libremente, alternan decúbitos laterales, verticales, de rodillas o agachadas

siendo la posición de decúbito supino muy inusual

No obstante, en España, aún en la década de 1950, muchos partos de zonas rurales

eran atendidos por matronas. Sin embargo, este hecho comenzó a ser visto como una

práctica peligrosa y pre-moderna, contraria a la civilización14. Trasladar el parto a los

hospitales, para los médicos suponía poder llevar a cabo un control más exhaustivo

sobre aquellos casos patológicos. Estos defienden la idea de que el intervencionismo

médico es la manera más efectiva de reducir la mortalidad materno-infantil. Lo cierto

es que hoy en día ese intervencionismo se ha extendido hasta tal punto que

embarazos y partos totalmente saludables son tratados como si fuesen patologías


necesarias de intervención médica, constituyendo un ejemplo clave de violencia

obstétrica.

Como alternativa al parto hospitalario, en la década de 1970, colectivos feministas

comenzaron promoviendo el parto natural y sus beneficios. Destacan la importancia de

considerar el bienestar emocional de las parturientas, favoreciendo que sean ellas las

que guíen el proceso de parto, por ejemplo, eligiendo libremente la postura que

quieren adoptar para dar a luz. Llegados a este punto, para comprender el significado

y el motivo por el que se ejerce la violencia obstétrica, resulta necesario el análisis del

término poder obstétrico8. La parturienta es la persona que mejor conoce los efectos

fisiológicos y psicológicos que le está provocando el parto en ese momento, sin

embargo, sus conocimientos, considerados ingenuos y acientíficos, son ignorados

hasta no ser validados por los profesionales sanitarios. Entre ellos no hay intención de

establecer un diálogo, sino una relación de poder, en este caso, de poder por

conocimientos. La finalidad de la utilización del poder obstétrico es la producción de

cuerpos dóciles, sexuados y disciplinados que permitan obtener la máxima efectividad

de los embarazos y partos. De este apartado se puede sintetizar que durante muchos

siglos, la reproducción biológica ha sido la función primordial de la mujer y esencia de

la feminidad. El hecho de defender la idea de que las mujeres son personas

destinadas a portar nuevos seres, que deben sacrificarse por ello y pagar un precio

por el placer sexual, en este caso, tener un parto doloroso, lleva consigo la ejecución

de ciertas prácticas y actuaciones que impactan de manera negativa en la salud de las

madres y los bebés.

4. TERGIVERSACIONES SOBRE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

En los últimos días hemos leído y visto denuncias reseñadas en los medios de

comunicación como violencia obstétrica. Quienes llevamos un significativo tiempo


investigando al respecto, vemos con agrado que se hable de una problemática

históricamente invisibilizada en la vida social.

Sin embargo, es necesario profundizar en el tema para aclarar aspectos que

percibimos manejados de una forma que desvía la intencionalidad que dio origen a la

definición de violencia obstétrica, una de las caras de la violencia contra las mujeres

más legitimada por el poder/saber médico, más silenciada por el colectivo social

5. EL MODELO MÉDICO/OBSTÉTRICO VIOLENTA LOS PROCESOS

REPRODUCTIVOS DE LAS MUJERES

Algunas situaciones como el ruleteo hospitalario de las embarazadas, las quejas por

parte de las/os obstetras por escasez de insumos y deterioro de las infraestructuras, el

desconocimiento de las mujeres sobre sus derechos sexuales y reproductivos, y la

deshumanización en la atención, han sido los problemas más develados en las

noticias.

En estas denuncias se encuentran entrelazados diversos tipos de violencia contra las

mujeres, sin embargo la mayoría están reseñadas como violencia obstétrica, y al no

discriminar los tipos de violencia se enturbia las posibles vías para la búsqueda de

alternativas.

Sin duda que esas son violencias que lesionan a las embarazadas, pero más que

como embarazadas, como ciudadanas. La tipificación de violencia obstétrica se refiere

estrictamente al tipo de atención médico/obstétrico pautado en las áreas obstétricas

hospitalarias.

Es la caracterización de una violencia que enfrenta un tipo de praxis médica, una

rutina de atención, una forma de asistencia obstétrica que da por sentado el


embarazo/parto como una “enfermedad”, que al ser estimado como tal, solo debe ser

resuelto por el equipo de salud.

Las parturientas son el objeto de trabajo, pasan a ser pacientes, y sus hijas/os

pacienticas/os. Ellas no tienen ni voz, ni decisión sobre su propio proceso

reproductivo, son sometidas a unas conductas de rutina establecidas para todas por

igual, las acuestan, no caminan, no comen, las someten a aceleradores del parto, les

rompen membranas, les hacen tactos vaginales, las obligan a parir acostadas

5.1. EL HOSPITAL NO ES LUGAR PARA PARTOS DE BAJO RIESGO

Este tipo de atención prevalece en todos los centros hospitalarios y maternidades del

país, allí se forman las/os especialistas. Las/os obstetras dan esa atención mediante

un aprendizaje académico que legitima ese tipo de comportamiento como la única y la

mejor forma de brindar asistencia médica, no por una deshumanización consciente.

El espacio hospitalario es deshumanizador “per se”, su diseño fue concebido para la

emergencia, el colapso, la urgencia, es una aberración político/social que todavía en

este siglo se siga concibiendo el hospital como una institución segura para todo tipo de

parto.

En esta parte del artículo pretendemos fijar la atención, específicamente, en la

definición de violencia obstétrica, contemplada en la Ley Orgánica sobre el Derecho de

las Mujeres a una Vida libre de Violencia, la cual reza:

“Se entiende por violencia obstétrica la apropiación del cuerpo y procesos

reproductivos de las mujeres por personal de salud, que se expresa en un trato

deshumanizador, en un abuso de medicación y patologización de los procesos

naturales, trayendo consigo pérdida de autonomía y capacidad de decidir libremente


sobre sus cuerpos y sexualidad, impactando negativamente en la calidad de vida de

las mujeres”.

Dicha definición confronta la práctica obstétrica, la concepción paradigmática de la

disciplina, no a las personas. Si logramos subvertir el orden del conocimiento

dominante, también las/os obstetras cambiarán. Las voces de protesta contra este tipo

de violencia no vienen de las/os especialistas, con algunas excepciones, precisamente

porque dichos especialistas creen tener la “verdad”.

5.2. LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA SE REPRODUCE EN LO PÚBLICO Y

LO PRIVADO

Este modelo médico, se repite en todas las áreas obstétricas públicas y privadas. ¿Es

qué acaso las/os obstetras de ejercicio privado tienen otro modelo de atención?; ¿es

que el tipo de atención obstétrico en las clínicas es diferente?, lamentamos decir que

no, lo que es diferente es el trato personal,...”señora tenga la bondad de poner el

bracito para colocarle el oxitócico”...., es diferente el color pastel y los muñequitos que

adornan las paredes y las batas de las/os médicas/os, pero la práctica médica es la

misma.

Las pocas mujeres a las que no les hacen cesáreas, igual paren acostadas, les aplican

oxitócicos, les rompen membranas, les hacen episiotomías. Y como una norma

obligatoria institucional a las/os recién nacidas/os los recluyen en el retén,

denominación que debería ser execrada del léxico obstétrico/pediátrico. Por otra parte

no permiten que en las noches estén con sus madres y cuando lloran les dan tetero

con agua azucarada.

Además, en otrora la atención en lo privado era inmediata, hoy por hoy el colapso es

apocalíptico, las mujeres hacen cola en las camillas en las puertas de los pabellones
para parir, bueno, para hacerles cesárea porque las clínicas privadas desbordan el

índice esperado de cesáreas.

Los lugares privados que tienen una atención obstétrica no medicalizada, no

patologizada, son contados con los dedos de una mano y sobran dedos.

Todo fenómeno social se convierte en problema de salud pública, precisamente por

estar atravesado por valores, prejuicios, cultura, religiones, códigos morales, intereses

económicos, políticos, todo ello confluyendo para que la violencia se aprecie como

comportamientos normales de la sociedad.

En este caso concreto, la noción de lo que son conductas médicas aceptables e

inaceptables, o de lo que constituye un daño, queda diluido en un modelo médico

patriarcal que ha definido como se deben atender los procesos reproductivos y

sexuales de las mujeres.

Sin ninguna duda es impostergable el acondicionamiento de los espacios, la dotación

de recursos humanos y equipos, la humanización de la relación médico/parturienta,

pero en el supuesto hipotético de que se logrará la optimización de los servicios, si no

pudiéramos interrumpir el modelo de atención, la violencia obstétrica seguiría

existiendo con muy buena salud.

LEY ORGÁNICA SOBRE EL DERECHO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE

VIOLENCIA

CAPÍTULO I:

1. DISPOSICIONES GENERALES
1.1. OBJETO

Artículo 1.- La presente Ley tiene por objeto garantizar y promover el derecho de las

mujeres a una vida libre de violencia, creando condiciones para prevenir, atender,

sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus

manifestaciones y ámbitos, impulsando cambios en los patrones socioculturales que

sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres, para

favorecer la construcción de una sociedad justa democrática, participativa, paritaria y

protagónica.

1.2. PRINCIPIOS RECTORES

Artículo 2.- A través de esta Ley se articula un conjunto integral de medidas para

alcanzar los siguientes fines:

1. Garantizar a todas las mujeres, el ejercicio efectivo de sus derechos exigibles

ante los órganos y entes de la Administración Pública, y asegurar un acceso

rápido, transparente y eficaz a los servicios establecidos al efecto.

2. Fortalecer políticas públicas de prevención de la violencia contra las mujeres y

de erradicación de la discriminación de género. Para ello, se dotarán a los

Poderes Públicos de instrumentos eficaces en el ámbito educativo, laboral, de

servicios sociales, sanitarios, publicitarios y mediáticos.

3. Fortalecer el marco penal y procesal vigente para asegurar una protección

integral a las mujeres víctimas de violencia desde las instancias

jurisdiccionales.
4. Coordinar los recursos presupuestarios e institucionales de los distintos

Poderes Públicos para asegurar la atención, prevención y erradicación de los

hechos de violencia contra las mujeres, así como la sanción adecuada a los

culpables de los mismos y la implementación de medidas socioeducativas que

eviten su reincidencia.

5. Promover la participación y colaboración de las entidades, asociaciones y

organizaciones que actúan contra la violencia hacia las mujeres.

6. Garantizar el principio de transversalidad de las medidas de sensibilización,

prevención, detección, seguridad y protección, de manera que en su aplicación

se tengan en cuenta los derechos, necesidades y demandas específicas de

todas las mujeres víctimas de violencia de género.

7. Fomentar la especialización y la sensibilización de los colectivos profesionales

que intervienen en el proceso de información, atención y protección de las

mujeres víctimas de violencia de género.

8. Garantizar los recursos económicos, profesionales, tecnológicos, científicos y

de cualquier otra naturaleza, que permitan la sustentabilidad de los planes,

proyectos, programas, acciones, misiones y toda otra iniciativa orientada a la

prevención, castigo y erradicación de la violencia contra las mujeres y el

ejercicio pleno de sus derechos.

9. Establecer y fortalecer medidas de seguridad y protección, y medidas

cautelares que garanticen los derechos protegidos en la presente Ley y la


protección personal, física, emocional, laboral y patrimonial de la mujer víctima

de violencia de género.

10. Establecer un sistema integral de garantías para el ejercicio de los derechos

desarrollados en esta Ley.

2. MANIFESTACIONES DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

- No atender oportuna y eficazmente las emergencias obstétricas.

- Obligar a la mujer a parir en una posición que le resulta incómoda, si hay

alternativa.

- Obstaculizar, sin causa justificada, el apego precoz del niño con su madre,

negándole la posibilidad de cargarlo y amamantarlo.

- Alterar el proceso natural del parto de bajo riesgo, mediante el uso de

técnicas de aceleración, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e

informado de la mujer.

- Practicar el parto por vía de cesárea, cuando haya condiciones para el

parto natural, sin obtener el consentimiento voluntario, expreso e informado

de la mujer.

- Dar a la usuaria un trato infantil, paternalista, autoritario, despectivo,

humillante, con insultos verbales, despersonalizado o con vejaciones


2.1. VIOLENCIA OBSTÉTRICA FÍSICA Y PSICOLÓGICA

Se pueden considerar violencia obstétrica prácticas como el tacto realizado por más

de una persona, la episiotomía como procedimiento de rutina, el uso de fórceps, la

maniobra de Kristeller, el raspaje de útero sin anestesia, la cesárea sin verdadera

justificación médica o el suministro de medicación innecesaria.

El recurso a la cesárea es la práctica más criticada como medio de acelerar

innecesariamente un parto que se presenta sin complicaciones.

La violencia obstétrica psicológica se manifiesta en un trato deshumanizado por

discriminación, burlas o críticas a la mujer o a su hijo.

3. CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

La consecuencia es que las mujeres que sufren este tipo de violencia experimentan

una gran pérdida de autonomía a la hora de decidir sobre procedimientos que les

afectan directamente. Un caso claro: el de la episiotomía, esa incisión que se practica

en el perineo de la futura madre con el fin de evitar un desgarro de los tejidos en el

parto y, en teoría, facilitar la expulsión del bebé, pero que en ocasiones se realiza sin

el consentimiento expreso de la parturienta. Hay voces que la califican incluso de

“mutilación genital”, pues implica el corte de parte del perineo para agrandar el canal

vaginal. Diversas estadísticas han mostrado que la episiotomía se aplica en más de la

mitad de los partos que se producen en hospitales públicos españoles, muchas veces

sin comunicación previa. Los diversos ejemplos de trato vejatorio sobre la mujer que

incluye la violencia obstétrica se extienden a las cesáreas innecesarias, el exceso de

tactos vaginales, la medicalización excesiva durante los embarazos e incluso la

lactancia... La violencia obstétrica en el parto es quizás la más conocida, pero también

se extiende a otras etapas de la vida: tiene que ver asimismo con las representaciones
reduccionistas y negativas que constantemente se ofrecen en relación con el aborto o

la menopausia, y que acaban generando todo un imaginario colectivo que coarta y

preocupa a millones de mujeres.

3.1. CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

Las consecuencias psicológicas de esos tipos de violencia son notables, y un

auténtico ataque contra los derechos humanos de la mitad de la población del mundo.

Pensemos, por ejemplo, en cómo la episiotomía afecta en muchos casos a la salud

sexual de las madres, provocando numerosos problemas en sus relaciones de pareja.

La vulnerabilidad psicológica que cualquier mujer experimenta cuando no se respetan

las decisiones que conciernen a su propio cuerpo también es notable, especialmente

si va acompañada de humillaciones, falta de información sobre los tratamientos

médicos y, en general, limitaciones a la autonomía femenina sobre el cuerpo y la

sexualidad. La violencia obstétrica se manifiesta en diversos aspectos emocionales

que, sin duda, tienen consecuencias psicológicas. Los comentarios por parte del

personal médico que ridiculizan o minimizan la experiencia de dolor en el parto,

embarazo o postparto y el hecho de ignorar los deseos y opiniones de la futura madre

son ejemplos claros. Cuando no se respetan esas necesidades emocionales, en los

casos más graves pueden llegar incluso a aparecer secuelas psicológicas traumáticas

que afectan al vínculo posterior con el bebé y a la salud mental de la madre. Los casos

de estrés postraumático son tristemente frecuentes entre aquellas que han sufrido

violencia obstétrica en el parto, al igual que las pesadillas o la irritabilidad. Todas esas

consecuencias empeoran todavía más ante la falta de reconocimiento de la violencia

obstétrica en el ámbito público e institucional, lo que provoca que todavía resulte

incómodo para muchas afectadas hablar de ello. Iniciativas como “El parto es nuestro”

hacen que sean cuestiones cada vez más presentes en el debate general, pero queda

todavía mucho por hacer.


Los profesionales sanitarios tenemos una gran responsabilidad en la detección y

actuación en los casos de violencia de género. Detectarlo de forma precoz nos va a

permitir realizar una intervención temprana, algo que es fundamental en estos casos.

La mayoría de las mujeres, en algún momento de su vida, acuden a urgencias,

consultas, o por el cuidado de hijos y personas mayores. Además, cuando una mujer

sufre violencia de género, suele acudir con mayor frecuencia a los servicios sanitarios,

en particular a Atención Primaria, Urgencias, Obstetricia y Ginecología y Salud Mental.

4. FUNDAMENTO LEGALES CONTRA LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA

Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia

La Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia»

diverge en su objeto y propósito, significativamente, del cuerpo normativo que deroga.

La anterior ley, protegía, indistintamente, pese a su denominación. Ley Sobre

Violencia Contra la Mujer y la Familia, tanto a mujeres como hombres, dentro de un

contexto de defensa de la familia, restringida, principalmente, a la prevención y

sanción de la violencia doméstica. Una de las características principales de la nueva

ley consiste, por el contrario, en la protección y defensa únicamente de la mujer, como

género discriminado por el sexo masculino. La exposición de motivos, claramente,

explica: Un gravísimo problema, contra el cual han luchado históricamente las mujeres

en el planeta encero, es la violencia que se ejerce contra ellas por el solo hecho de

serlo. La violencia de género encuentra sus raíces profundas en la característica

patriarcal de las sociedades en las que prevalecen estructuras de subordinación y

discriminación hacia la mujer que consolidan conceptos y valores que descalifican

sistemáticamente a la mujer, sus actividades y sus opiniones. Es así como cualquier

negativa o rechazo al poder masculino es vivida por el hombre agresor como una
transgresión a un orden “natural” que “justifica” la violencia de su reacción en contra de

la mujer. Se trata, pues, de una violencia que se dirige sobre las mujeres por ser

consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos fundamentales de libertad,

respeto, capacidad de decisión y del derecho a la vida. La violencia en contra de la

mujer constituye un grave problema de salud pública y de violación sistemática de sus

derechos humanos, que muestra en forma dramática los efectos de la discriminación y

subordinación de la mujer por razones de sexo en la sociedad. Todas las mujeres son

víctimas potenciales del maltrato y la violencia por razones de sexo, pues, en todas las

sociedades, ha pervivido la desigualdad entre los sexos. Además, las distintas formas

de violencia contra las mujeres son tácticas de control con el objetivo de mantener y

reproducir el poder patriarcal sobre las mujeres, para subyugarlas y descalificarlas, y

ante ese poder que les niega el goce, disfrute y ejercicio de sus derechos, debe

erigirse el Estado como garante de los derechos humanos, en particular aprobando

leyes que desarrollen las previsiones constitucionales.

5. ROL DEL PROFESIONAL DE ENFERMERÍA EN LA PREVENCIÓN DE LA

VIOLENCIA OBSTÉTRICA

La relación de cuidado que se establece entre enfermeros y pacientes nos permite

valorar de forma integral a la persona, su entorno familiar y social. La atención

domiciliaria de enfermería se convierte en una oportunidad para la detección precoz.

No obstante, en cualquier contacto con la paciente se puede, y se debe, explorar

indicadores de sospecha de maltrato y actuar en consecuencia.

6. CONCLUSIÓN

La violencia obstétrica es la violencia que un profesional de la salud impone a los

procesos reproductivos de una mujer, así como a su cuerpo, y un hecho que ha sido
muy discutido y relacionado con la violencia obstétrica es la episiotomía. La

Organización Mundial de la Salud (OMS) y la diversidad de las evidencias científicas

no recomiendan el uso rutinario de la episiotomía en las mujeres que tienen un parto

vaginal espontáneo. La reformulación del escenario obstétrico nacional e internacional

requiere inversiones en la actualización de los profesionales de los servicios y la

formación académica, con miras a asistir a las mujeres de manera humana, con

respeto, dignidad y calidad. Otra medida para eliminar la violencia obstétrica es la

amplificación de la visión activista de la mujer para que comprenda sus derechos y se

apropie de sus valores como mujer, embarazada, puérpera y madre.

7. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

- Molina Viana, J. (2020, 22 mayo). Percepción de las mujeres sobre la

violencia obstétrica durante el parto: Un estudio cuantitativo descriptivo

sobre tipos y prevalencia - ProQuest.

https://www.proquest.com/docview/2446707529?pq-origsite=summon

- Mendiri, A. M. A. (2017, enero). La violencia obstétrica: un fenómeno

vinculado a la violación de los derechos elementales de la mujer. Scielo.

https://www.scielo.br/j/rlae/a/rMwtPwWKQbVSszWSjHh45Vq/?lang=en

- Castro, R., & Erviti, J. (2014). 25 años de investigación sobre violencia

obstétrica en México. CONAMED. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?

codigo=4730781

- OMS. (2014, septiembre). Prevención y erradicación de la falta de respeto y

el maltrato durante la atención del parto en centros de salud. Recuperado

en octubre 19, 2020, de


https://www.who.int/reproductivehealth/topics/maternal_perinatal/statement-

childbirth/es/

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