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La brisa fría movía su cabello en distintas direcciones mientras Willow observaba el sol ocultarse y los

distintos colores del cielo oscorecerse. Se encontraba en la azotea de su edificio, de pie justo en el
borde, pero aunque sus ojos estuvieran fijos en el cielo, su mente se encontraba muy lejos de ese lugar.

Ella no tenía ni idea que desde hace unos pocos minutos algo la observaba. No era la primera vez que lo
hacía, sin embargo, finalmente era el momento de tener el primer encuentro cara a cara en la realidad
de los vivos.

Nunca era sencillo ese primer encuentro, no había forma sutil de hacerlo, pero esa vez decidió utilizar un
saludo casual, esperando que las cosas fluyeran de buena manera a partir de allí.

—Hola, Willow.

Naturalmente, Willow se sobresaltó al escuchar una voz tan cerca de ella, volteó al origen de aquella y lo
que vió hizo que gritara y se fuera hacia atrás. Eso fue un error, lo confirmó un segundo más tarde,
cuando sus pies no sintieron más el suelo firme de la azotea.

Willow juró que moriría justo cuando su cuerpo impactara con la calle, pero eso nunca pasó. Una bruma
negra rodeó su cuerpo y la alzó hasta dejarle de nuevo en la azotea. Con el corazón golpeando
fuertemente contra su pecho, se permitió darse unos instantes pasa asimilar todo lo que había ocurrido
sin poder creerlo en realidad.

—Eso estuvo cerca.

De nuevo, esa voz.

Willow alzó su cabeza y parpadeo varias veces, creyendo que estaba mirando mal, que sus ojos
enfocaban una imagen distorsionada. Frente a ella estaba una figura bastante alta, con telas de tonos
oscuros que formaban como una tónica, al prestarle mayor atención notó que al rededor de su cuerpo
habían múltiples mariposas que al ser oscuras se camuflajeavan entre las telas, finalmente estaba su
cabeza, pero si tenía rostro la criatura frente a ella no podría saberlo, ya que cargaba una máscara en
forma del cráneo de algún animal que Willow no podía identificar.

Una sensación extraña la invadió al reconocerlo. No sabía qué cosa era, pero muchas veces lo vió en sus
sueños, allí no hacía gran cosa, ni si quiera le hablaba, solo aparecía por unos segundos justo antes de
tuviera que despertar.

Rápidamente concluyó que eso era: un sueño. Otro más de tantos que ha tenido. Willow estaba
acostumbrada a sueños que se sentían demasiado realistas, tanto que muchas veces confundía los
momentos de su vida con los recuerdos de sus sueños.

Sí, eso era, otro sueño muy vivido.

—¿Qué...? ¿Qué cosa eres? —se atrevió a preguntar. Su corazón ya no parecía salirse de su pecho y
adquirió cierta valentía y curiosidad al convencerse de que nada de eso era real—. ¿Cómo sabes mi
nombre?

—Me gusta que se refieran a mí como Tyron, suena más amigable. Sé tu nombre porque, últimamente,
has llamado mi atención. —le dije con honestidad y calma—. Los humanos me conocen solo en sus
últimos momentos de vida.

Willow asimiló la información y luego alzó sus cejas. Genial, pensó, ahora su mente inventada una
criatura extraña para seguirle atormentando con el suicidio.

—¿En sus últimos momentos? Eso quiere decir... ¿Eso quiere decir que voy a morir?

—Oh, no, no, no. —de inmediato respondió sacudiéndos sus manos, Willow no pudo ignorar que eran
negras y que al moverse desprendían sutilmente la bruma que hace unos momentos la salvó de una
muerte segura—. Pero vengo a ofrecerte algo que quizás te interese.
Willow alzó la cabeza y sonrió con amargura, luego negó y simplemente empezó a caminar hacia la
puerta.

—Estoy perdiendo la cabeza. Ya ni necesito sustancias para tener alusinaciones.

Tiempo después Willow me contó que justo en ese instante, mientras bajaba las escaleras pensó que se
encontraba en esos sueños que poca veces podía controlar y que le parecían tan reales que muchas
veces lograba confundir los eventos de su vida diaria con los que ocurrían al cerrar los ojos. Por eso,
decidió alejarse de mí y hacer lo que quisiera, porque era su sueño y siempre preferiría quedarse ahí que
despertar.

—No soy una alusinación. —le informé luego de aparecerme frente a ella, haciendo que se detuviera de
forma abrupta.

—Pues entonces eres parte de mi sueño, pero me molestas. Y como es mi sueño decido que te vayas.

—No me iré porque esto no es un sueño.

—¡Largo!

—¡Que no me iré!

Willow chilló frustrada y cerró fuertemente sus ojos por un rato, yo la observé sin entender que
pretendía. Justo iba a decir algo, ella abrió sus ojos y se mostró molesta y confundida en partes iguales.

—¿Por qué sigo aquí? No lo entiendo, cuando no me gusta un sueño me obligó a despertar. ¡Debería de
estar en mi cama! O en otro lado, pero no aquí.

—Te dije que no es un sueño ni alusinación. Esto es real, Willow.


.....

—Has estado huyendo demasiado tiempo de tu sombra, Willow. Dices que todo a tu alrededor está
bien, de hecho, lo ha estado durante casi toda tu vida. La cuestión aquí es que nunca lo ha estado bien
dentro de tu mente... Al menos eso te hicieron creer.

—¿De que hablas?

—Hablo de que la única cosa que te ha mantenido aquí es tu madre, y ella ya no está, pero en lugar de
estar profundamente triste por su muerte, en realidad sientes que un gran peso se te fue arrancado de
la espalda. Creo pensar que incluso envidias que ella pudo morirse y tú no.

—Cierra la boca. ¡Cállate! No quiero escucharte.

—El concepto de la muerte nunca te molestó, ni te entristeció y mucho menos incomodó. Siempre la
anhelaste porque nunca entendiste la existencia. El hecho de que sigas aquí, hablando conmigo, y no
hayas huido es una prueba de ello.

—¿Y qué quieres?

—Pues, básicamente estoy ofreciéndote un trabajo.

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Cuando su madre murió se cortó el hilo que la mantenía atada a la realidad, luego de ahí, su vida solo
fueron subidas cortas de adrenalina con espantosas caídas. Intento ser una chica buena, como su madre
siempre había querido, por y para ella, sin embargo, sin ella presente todo carecía de sentido.
No había ninguna verdadera motivación para hacer cualquier cosa. Solo se encargaba de sobrevivir, era
lo único que podía hacer por su madre, pero a este punto de la historia, ya la memoria de la difunta no
parecía ser suficiente.

Por eso se sentía terriblemente mal.

Terriblemente mal por sentir alivio cuando ya no sentía la presión de cumplir con las expectativas de su
madre, que ni siquiera eran demasiadas ni exageradas.

Terriblemente mal por no sufrir ni llorar su muerte.

Terriblemente mal por desear estar en su lugar, cuando ella lo único que hizo toda su vida fue dar hasta
su último aliento por la vida de Willow.

Terriblemente mal porque cada día le encantaba más la tranquilidad que le traía la oscuridad en sus
sueños cuando no estaba plagado de extrañas pesadillas.

Willow siempre quiso ser diferente, encajar con los demás, pero no por ella misma, sino por su madre y
ese siempre fue el problema.

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