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Racializado por
Paola Gallardo
Cedula
8-1006-457
Grupo
DEM-11
Profesor
Fecha de entrega
2 de junio
Este tema se realiza a partir de un PDF dado sobre la políticas que vemos y
creemos que los es importante conocer el tema entendemos también que trayendo
a la colaboración entenderíamos más sobre el concepto que queremos destacar y
pretendemos conocer más a fondo del tema de la teoría del origen del Estado
mejor dicho este trabajo es hacer someter el análisis sobre la necesidad que
tenemos en la aparición de la existencia del Estado y las diferentes posiciones
sobre su origen necesariamente este trabajo no puede ser una investigación más
que un resumen sino que es una aclaración sobre la termología referida mismo
como ya hemos dicho desde nuestro punto de vista existen varias explicaciones
para para la organización del Estado las estructuras políticas y las primeras está
de las grandes teorías que se dan a continuación en el trabajo.
CAPÍTULO XI EL ORIGEN DEL ESTADO
Varios problemas surgen cuando se plantea la cuestión del origen del Estado. La
expresión pareciera indicar que lo que se trata de indagar es cuándo y dónde
apareció la primera comunidad política. Esto nos lleva a otra cuestión, que, no
obstante, se desprende del planteamiento anterior, y es el muy controvertido
problema de la justificación del Estado. Es decir, ¿se justifica que exista el
Estado? ¿Es justo que haya un poder coercitivo sobre los hombres? Desde
luego, la cuestión que a este respecto surge es de carácter filosófico, y por
consiguiente problemático y delicado. Es obvio que este es un problema más de
cronología histórica que de política. Daremos, pues, de lado a esta cuestión y la
dejaremos válida a los historiadores, hasta el día en que ellos no puedan dar una
respuesta más o menos o unánime. ¿Es justo esto? Y si lo es ¿cómo se justifica?
La verdad es que la mayoría de los autores cuando hablan del origen del Estado
no se ocupan propiamente de la investigación sociológica y objetiva de la
existencia del Estado, sino que se abstraen en el fundamento filosófico de esta
existencia. Así, llegan que podemos llamar teorías de la justificación del
Estado, antes que a la determinación de su origen desde el punto de vista
sociológico.
Porque el problema que se plantea no es, en verdad sea dicho, el del origen del
Estado, sino el de la legitimidad del poder público. La solución es
imposible, porque no se podrá demostrar jamás como un hombre puede
defenderse legítimamente, en virtud de una cualidad que le es propia y
consustancial, el poder de imponer por la fuerza su voluntad a otro hombre. no
puede legitimarse por la cualidad propia de los que lo ejercen, esto es, por su
origen, sino tan sólo por el carácter de las cosas sobre las cuales se ejercen. Por
otra parte , Jellinek dice que las teorías de la justificación del Estado no tratan
de justificar la comunidad del Estado en su totalidad , sino tan sólo uno de
sus elementos , principalmente el imperio , esto es , el poder de mando o
poder coactivo , Vemos , así , que las llamadas teorías del origen del Estado no
son tales teorías sobre su origen propiamente dicho , sobre los imperativos
sociológicos que han producido el Estado , sino sobre la justificación y legitimidad
del poder de mando de los hombres que representan el Estado sobre los demás
miembros de la comunidad estatal . En todo caso el controvertido problema de la
justificación y legitimidad del poder debe estudiarse en el capítulo dedicado a las
multas del Estado y, en par arte, en el referente a la naturaleza de este, pero no
en el relativo al origen del Estado. Dicho origen debe enfocarse desde el punto de
vista sociológico pues de lo contrario estamos tergiversando los términos y
creando más confusión de la que ya hay sobre esta materia. El origen del
Estado agrega, se funde con el de la sociedad política «. Es curiosa esta distinción
que Posada parece hacer entre Estado coercitivo y sociedad política, cuando
hemos dicho que aquel y esta son una misma cosa.
Posada llega, incluso, a llamar Estados a estas comunidades en donde no existe
la coacción política, pero que, según él, son sociedades políticas. - Según la teoría
teológica, el Estado y también la autoridad política, son creación divina. Jacobo I
de Inglaterra, de disposición mucho más académica que sus colegas
franceses, llegó incluso a escribir un tratado sobre el derecho divino de los
reyes. Es preciso advertir que la Iglesia Católica no ha mirado con simpatía esta
doctrina pura o directa de derecho divino.
Tanto a través de sus más representativos doctores como por boca de conspicuos
escritores católicos del pasado siglo ha favorecido más bien la teoría indirecta o de
derecho divino providencial. Según esta doctrina, el poder, de manera
mediata, viene de Dios, pero los hombres que lo ejercen están investidos de él por
medios humanos en los que interviene la Providencia. Empero, en una u otra
forma, las teorías teocráticas del origen del Estado tienen una cosa en común y es
que, desde el punto de vista de nuestras investigaciones, son extra-
científicas. Can ser todo lo respetable que se quiera, pero si la institución estatal
nació de un mandato divino.
En oposición, diríamos, a la teoría teológica está la llamada teoría
contractual. Según por virtud de una fuerza social superior a la voluntad de esta, el
Estado no apareció por un mandato divino y ni siquiera humana, sino por el simple
querer del hombre. Los hombres hicieron el Estado porque así lo quisieron
ellos. Hubieran podido, muy bien, si esa hubiera sido su voluntad, no hacerlo, El
Estado se nos presenta, así como un artefacto, como un instrumento público de
factura netamente humana, como un contrato entre los hombres.
El nombre que más se vincula con esta teoría es, desde luego, el de Juan Jacobo
Rousseau. Fue él, en el libro que lleva justamente el nombre de Contrato social o
Principios de Derecho Político, quien expuso con mayor vehemencia el ori gen
contractual, esto es, consensual, del Estado. Debemos, sin embargo, agregar que
no fue Rousseau el único ni el primero que concibiera tal origen de la sociedad
política. Antes, espíritus tan dispares como Aristóteles, Epicuro, San
Agustín, Santo Tomas, Suarez y Grocio habían esbozado de manera más o
menos clara este origen inmediato del Estado. Y más tarde Hobbes y Locke lo
plantean ya en forma nítida y precisa Tanto Hobbes, como Lockey Rousseau
parten del supuesto de que el hombre vivía originalmente en un estado de
naturaleza. Para algunos este estado sólo era parapolítico, para otros era también
prosocial, esto es, el hombre vivía aislado independiente, ajeno a toda comunidad
o grupo. En tal estado de naturaleza, el hombre obedecía, sin embargo, ciertas
leyes naturales sobre la conducta humana. Se guiaba por un derecho natural.