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ay
desmoronamiento, por cambiar los hechos con el propósito de
no he podido encon-
que coincidan con la ficción, para hacer que nuestro mundo se notaciones peyorativas de esa palabra, pero
menos a los que
amolde más a lo que queremos que sea. A esto a veces lo llama- trar otra mejor para describir los diferentes fenó
lectores que perseve-
mos, de manera muy apropiada, “reforma”, cuando la ficción asu- la he aplicado. Sólo puedo esperar que los
cualidades ficcio-
me el mando y modifica la realidad. ren hasta el final del libro reconozcan que las
amenazan los
Aunque las ficciones permiten a las minorías gobernar a las nales de la soberanía popular sostienen más que
ién reconoz-
mayorías, no sólo las mayorías se ven limitadas por ellas. En la valores humanos asociados a ella. Espero que tamb
parte de aquellos
mezcla extraña de la simulación política y la realidad les ocos can que no atribuyo engaño o fingimiento por
inadas, fic-
que gobiernan, al igual que los muchos gobernados los en- que emplearon o sostuvieron las ficciones aquí exam
la incredulidad.
contrarse a sí mismos limitados —incluso podios decir “re- ciones en las que suspendieron voluntariamente
la maravilla que
formados" — por las ficciones de las que su autoridad depende Mi propósito no es desacreditar sino explorar
nosotros se somete
No sólo la autoridad, sino también la libertad, pueden de a Hume señala, el hecho de que la mayoría de
minoría de nosotros.
de las ficciones. Es más, la libertad podría depender, do ranit voluntariamente a ser gobernada por una
maravilla son indu-
que parezca, de las propias ficciones que sostienen la autoridad Las opiniones a las que Hume atribuye esta
n aquellas que
Tal ha sido el caso, por lo,menos en el mundo anglonorteameri- dablemente de muchas clases, pero me preocupa
llamarlas ficciones
cano; y la libertad moderna, para bien o para mal, nació, o que parecen desafiar toda demostración. Prefiero
s, porque lo que
deberíamos decir fue inventada, en ese mundo y continúa nu- en lugar de verdades evidentes por sí misma
o no parecía serlo
triéndose de él. aceptamos ahora como evidente por sí mism
hace tres o cuatro siglos.
16 dl
EDMUND S. MORGAN
Mr o
EDMUND S. MORGAN
EL DERECHO DIVINO DE LOS REYES
2
IAEA FUTUNA
FORTE UTE FUAOUTEOOOFITTITOFTOOTTAITEAEAOETITEA
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2
8 2. MORGAN EL DERECHO DIVINO DE LOS REVES
les, de modo que los súbditos comunes del lugar sean testigos de su Aunque la Cámara de los Comunes quedó en segundo lugar
iendo
humillación. en el caso de Montagu, el hecho de que continuara insist
a algún as-
; Los magnates de Cornualles fueron derrotados fácilmente, ya muestra su decisión de impedir que el rey compartier
que no pudieron alegar autorización del rey para lo que habían ejemp lo de esta deci-
pecto de su divinidad con un súbdito. Otro
hecho.!? ¿Pero qué habría ocurrido si el rey hubiera venido en su las sesiones, un
sión se produjo en 1629, cuando, al inaugurarse
a le habían
ayuda y ratificado que tenían un lugar en su corazón y que habían miembro hizo saber que los funcionarios de aduan
tonelaje y una
hecho lo que él en su sabiduría y rectitud Había querido que ellos embargado algunos artículos por negarse a pagar
e había
hicieran o hubiera aprobado lo hecho por ellos? Algo parecido ya tasa por cada libra de peso. El Parlamento normalment
para el monarca
había ocurrido en el caso de Richard Montagu en 1625. votado estos impuestos sobre las importaciones
expresa-
Montagu era un clérigo que había argumentado que la Iglesia por la duración de su reinado, pero se había negado
de Roma y la Iglesia de Inglaterra estaban menos apartadas que convocado para pedir
mente a votárselos a Carlos, y éste lo había
del Parlamento
Cristo y el Anticristo, y podrían algún día reconciliarse. Los Comu- la concesión de otros impuestos. Los miembros
los artículos
nes lo pusieron en prisión, lo censuraron por sus doctrinas, las se dieron cuenta rápidamente de que a menos que
impuestos
cuales, tuvieron el cuidado de señalar, eran contrarias a la demos- embargados fueran devueltos, la concesión de nuevos
y que el rey podía
tración hecha por el rey Jacobo de que el papa era el Anticristo. implicaría que el embargo había sido válido
sin su consenti-
Por este leve deshonor hecho al rey, la Cámara de los Comunes se cobrar tonelaje y una tasa por cada libra de peso
estaría
disponía a presentar a Montagu a la Cámara de los Lores para un miento.2 Si el rey lo hacía, en opinión del Parlamento
cometer
castigo más grave del que ellos mismos se atrevían a imponer, claramente cometiendo un error, pero el rey no podía
ocado s eran
cuando Carlos I, que acababa de ascender al trono, los disuadió errores. Por lo tanto, los que debían de estar equiv
al de ha-
con un mensaje en el que les informaba que había nombrado a los funcionarios de aduana, por no mencionar al tribun
eran súbdi-
Montagu su capellán.? ¿Había otra manera más clara de decir que cienda, que había aprobado el embargo. Todos ellos
rey. Se necesitaba
él aprobaba las doctrinas de Montagu? De todas maneras, aunque tos y habían hecho cosas malas en nombre del
a estos funcio-
los Comunes no estaban seguros de cómo continuar con el caso, un gran esfuerzo de la imaginación para disociar
encargado,
no sacaron precipitadamente la conclusión de que debían dejar ir narios del rey, particularmente cuando éste las había
que los autori zaba a
a Montagu porque el rey parecía haberle dado protección en su es decir, les había dado la concesión escrita
exaltar la
propio círculo de intocable divinidad. Sea lo que fuere que el rey cobrar tonelaje y una tasa por cada libra de peso. Pero
ilidad de los
pudiera decir, por muy alto que el rey pudiera tratar de elevarlo, rectitud del rey a la vez que se condenaba la culpab
rey dentro de su di-
lo cierto era que Montagu era solamente un súbdito. Aunque no funcionarios era una manera de confinar al
erudito John
estaba constitucionalmente claro que la religión estuviera dentro vinidad y mantener a los súbditos fuera de ella. El
os de manera co-
del alcance de la Cámara de los Comunes, Edward Alford, uno de Elden estaba seguro de que “aquello que hagam
la acusa-
los parlamentarios más experimentados de la Cámara, dijo que se- rrecta y justa no disgustará a Su Majestad”? y redactó
no haber una
ría la ruina del Parlamento si ellos no procedían contra Montagu ción contra uno de los oficiales de esta manera: “Al
peso por una ley
simplemente porque el rey les había dicho que no lo hicieran.? concesión de tonelaje y tasa por cada libra de
La Cámara de los Comunes continuó insistiendo en las acusacio- a sí mismo y a sabien-
del Parlamento, el funcionario se concedió
quien no podía
nes contra él en subsiguientes sesiones y solicitó al rey que lo cas- das el permiso para su propio beneficio”. Que
tigara e hiciera quemar su libro. El rey hizo quemar el libro, pero cometer ningún error había, a sabiendas, otorgado una conce-
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castigó a Montagu convirtiéndolo en obispo de Chichester.?? sión, era algo que no podía admitirse.
EL DERECHO DIVINO DE LOS REYES 31
EDMUND S. MORGAN
cualquiera que aprobara lo que la Cámara de los Comunes desapro-
Como en el caso del asunto Montagu, el rey también intervi- baba. “Grande es el amor y la devoción de Su Majestad para sus súb-
no. Al afirmar que los funcionarios habían actuado según sus ór- ditos”, dijo Pym “se puede ver entonces fácilmente que él debe abo-
denes, aparentemente destruyó la acusación que los Comunes es- rrecer a este hombre que lo aleja de la justicia y la devoción”. De
taban preparando.** Esta vez la Cámara de los Comunes estaba en esta manera los Comunes daban por supuesto que sabían lo que que-
suelo más seguro. Selden presentó otra vez el dilema: “Si un cri- ría el rey mejor que sus funcionarios designados, mejor incluso
men cometido por un súbdito es un acto suyo, o si al seguirlas ór- que el rey mismo.
denes del rey se nos impide a nosotros actuar”.?” No lo impidió, De hecho, los Comunes estaban exaltando al rey hasta colo-
aunque les dio un respiro. Al final fue necesario mantener al pre- carlo en un punto en que quedara fuera del alcance de cualquier
sidente de la Cámara en su banca por la fuerza mientras aproba- mortal, salvo el de ellos mismos; hasta un punto también en que
ban resoluciones que condenaban no sólo a los funcionarios de su cuerpo político podría perder contacto con su cuerpo natural.
aduana, sino a cualquier otro súbdito que propagara opiniones Un gran número de cortesanos ambiciosos, según la opinión de
equivocadas sobre religión o sobre tonelaje y tasa por cada libra de los Comunes, continuamente se acercaban al oído natural del rey
peso. Todas esas personas, incluyendo comerciantes que pagaran para informarlo mal y así conseguir beneficios para ellos mismos.
los impuestos y los funcionarios de aduana que los cobraran, las Pero el rey, con su cuerpo político, deseaba siempre lo mejor para
personas que aconsejaran pagar esos impuestos y también perso- sus súbditos, para todos ellos, y seguramente ningún súbdito esta-
nas que trataran de introducir el papismo o el arminianismo; to- ba más capacitado para saber lo que era mejor para todos que los
das debían ser consideradas enemigos capitales del reino.2 Sencilla- representantes de todos los súbditos del rey reunidos. “Si algo no
mente no se podía admitir que tenían órdenes del rey para lo que sale como es debido,” dijo sir Robert Phelips, “no es el rey Carlos
hicieran o dijeran. Mientras el presidente de la Cámara se resistía en quien se aconsejó a sí mismo, sino el rey Carlos mal aconsejado
su silla, sir John Eliot hizo la profesión de fe formal que disociaba al por otros y engañado por consejos desviados”.?! Cuando se pre-
rey de tales enemigos capitales. “Hemos manifestado en todo lo que sentaron pruebas de que el rey había actuado contra la ley vigen-
hacemos,” dijo, “obediencia a él como lo más alto por debajo de Dios te, la Cámara de los Comunes o bien se negó a creer en ellas (co-
[...]. Nada se ha hecho entre nosotros que no sea aceptable para la mo dijo sir Thomas Wentworth: “Detesto a quien crea que el rey
justicia de Su Majestad; y como él es justo, no tenemos dudas de que debe dirigir esto. Sabemos que el rey no puede tener conocimien-
hace lo que es justo, que es lo que deseamos de él”.29 to.directo de estas cosas”), o bien le echó toda la culpa a quienes
Como se habrá observado, en tanto los Comunes castigaban realizaron el hecho (como dijo John Glanville: “Nuestra ley dice
el atrevimiento de los otros súbditos, se habían trepado ellos mis- que una orden del rey que contraríe la ley es nula, y el agente del
mos al corazón del rey. No se dijeron a sí mismos: “El rey es sabio acto queda solo. Si hubo una orden, fue en base a información
y bueno. Por lo tanto, hagamos lo que él quiere”, sino que dijeron: errónea”). DA
“El rey es sabio y bueno. Por lo tanto, debe querer lo que quere- Incluso aquellos que sufrieron por negarse a pagar el préstamo
mos”. Su manera de pensar se manifiesta claramente en el caso de forzoso no pudieron permitirse admitir que el rey tuviera algún cono-
Roger Manwaring, otro de los capellanes del rey, que había defen- cimiento de actos tan malvados. Sir John Eliot, recién salido de la pri-
dido el préstamo forzoso en un sermón que se había publicado. sión, se expresó con elocuencia acerca de la perfección del monarca:
John Pym, al solicitar su castigo, dedicó la mayor parte de su argu- “La bondad del rey”, gritó, “es como la gloria del sol, incapaz por sí
mento a demostrar que Manwaring en realidad había defendido mismo de toda oscuridad o eclipse, y sólo la nubes oscuras que se in-
el préstamo. Para demostrar a la Cámara que esto era razón para terponen nos dan la impresión de eclipse y oscuridad. Del mismo
el castigo, era suficiente manifestar que el rey debe despreciar a
32 com) S. MORGAN
EL DERECHO DIVINO DE LOS REYES 33
A
a que “todos los minis-
tros del rey deben servirlo sabiendo acuerdo del rey para elegir a sus consejeros sólo con “el consej
que de lo contrario responde- o y
rán al tribunal superior que es el Par la aprobación” de los estados de ese país. Un mes más tarde, el
lamento”.% Después de ha-
berse subido al corazón del rey, los Parlamento estaba discutiendo la misma idea. Los más audaces
Comunes estaban ya pensando
en su trono. sostenían que “todo lo que hemos hecho en este Parlamento no
es
En 1628 y 1629 lo único que habían nada, salvo una voz negativa en los nombramientos de los
más im-
hecho era mirarlo desde
lejos. No aceptaron la Propuesta de portantes funcionarios del rey y de sus consejeros, de los
Selden y no se veían a sí mis- que Su
mos desafiando la autoridad del Majestad estaba cautivo”.5! Si el rey iba a ser un cautivo
, debía ser-
rey. Sin embargo, no podían de-
jar de mantener un ojo en el tron
o mientras muchos de los otros
lo de la Cámara de los Comunes. Y los miembros del Parlamento
súbditos del rey parecían decididos a comparti consiguieron suficiente acuerdo como para cerrar su Gran Memo-
rlo con él, y en la ta-
rea de impedírselo a los otros, se acer rial de Reivindicaciones (Grand Remonstrance) del 1 de diciem
caban cada vez más a compar- bre
tirloellos mismos. El movimiento se aceleró con un pedido de aprobación parlamentaria de los consejeros.52
cuando el cierre obliga-
do de diez años de la Cámara de los Aunque el Grand Remonstrance no produjo inmediatamente la
Comunes llegó a su fin en 1640.
Se aceleró no sólo Porque encontrar responsabilidad ministerial que solicitaba, marcó el final de la políti-
on a tantos delincuentes para
ca del derecho divino, como sir Edward Dering señaló al oponér
se-
XMAMMANNT
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o EDMUND S. MORGAN
le: “Cuando oí hablar
dicaciones [...] pen
sé que se denuncia 2. El enigma de la representación
ban ante el re
a reclamar hac
ia abajo, a contar histor
como de una tercera ias al fuebloy a hablar
persona”.5 Pero a eso del rey
había co nducido la
exal-
40
som A MORGAN
EL ENIGMA DE LA REPRESENTACIÓN 41
¡ La representación en Inglaterra comenzó antes
de que se
pensara en el gobierno representativo o en la algunos hombres libres asistieron en persona, mientras que otros
soberanía popular.
Comenzó en el siglo xn como un modo de asegu enviaron delegados representantes, cada uno de los cuales tenía de-
rar o facilitar, y fi-
nalmente de obtener, el consentimiento al gobie recho a su propio voto y también a todos los votos de aquellos que
rno del rey. El rey
convocó a representantes de condados y municipios lo habían elegido como su representante. No representaba a nadie
para acudir a
su Parlamento provistos de plenos poderes legale que no le hubiera otorgado poderes específica e individualmente, y
s a fin de com-
prometer a sus electores a aceptar los impuestos o cualquiera podía cambiar de idea, revocar la delegación de su voto
las leyes que
aprobaran, Los poderes de representación tenían y asistir en persona. Así pues, descubrimos en los registros del se-
que ser totales
(plena potestas), de manera que ningún representa gundo día de reunión: “Se presentó John Langford de la Isla de
nte pudiera ale-
gar que debía regresar y consultar a sus electo Kent, caballero [...] que había dado su voz al elegir a Robert Phil-
res. Su consenti-
miento, dado en el Parlamento, debía ser tan pott, caballero, para que fuera uno de los representantes de los
pleno como si los
electores hubieran asistido en persona.** “Como si”. hombres libres de esa isla, y deseó revocar su decisión y estar perso-
La represen-
tación desde el principio fue en sí misma una ficció nalmente presente en la asamblea, y fue admitido”. Uno también
n. Si el repre-
sentante aprobaba algo, sus electores tenían que simul podía cambiar esa delegación de un hombre a otro después de que
ar que ellos
lo habían aprobado. la sesión hubiera comenzado. Así, “Richard Lusthead deseó revocar
' La manera en la que un grupo de súbditos fue conve su delegación (dada a Richard Gannett) y fue admitido e hizo que
ncido por
primera vez para fingir que uno de ellos iba a sustit Robert Clark fuera su delegado”. Los registros insinúan que se rea-
uirlos a todos no
está totalmente clara. Es posible que originaria lizaron elecciones de representantes en ciertas comunidades, pero
mente un represen-
tante sólo pudiera aprobar en nombre de los indiv aquellos que votaron en contra del ganador no estaban obligados a
iduos que especí-
ficamente le habían otorgado poderes y que aquell reconocerlo como su representante. Así, Cuthbert Fenwick asistió a
os que no lo ha-
bían hecho, aun cuando formaran parte de la misma la asamblea y “alegó que no apoyaba la elección del representante
comunidad,
no estuvieran obligados por sus acciones. Aunque los de St. Mary y fue admitido”.36
registros no
muestran una situación como ésa en los primeros Parla El resultado era una situación políticamente absurda: dentro
mentos in-
gleses, sí podemos observarlo en las primeras asambleas de la asamblea algunos hombres tenían solamente su propio voto,
representa-
tivas reunidas en la colonia inglesa de Maryland en mientras que otros tenían los votos de todos sus representados
la década de
1630. Mientras Carlos estaba gobernando sin una además del propio. En una ocasión un político aspirante llamado
asamblea repre-
sentativa en Inglaterra, no otorgó esa libertad para gober Giles Brent tuvo suficientes poderes (setenta y tres) como para
nar a quie-
nes había autorizado a fundar colonias en Norteaméri constituir una mayoría de la asamblea por sí sólo. En la década de
ca. La carta
de concesión a su amigo, lord Baltimore, le daba a éste 1640 la asamblea fue gradualmente reducida a ser sólo un cuerpo
el poder de
dictar leyes para Maryland, pero sólo con el consentimi estrictamente representativo, y cada comunidad en la colonia ele-
ento de los
hombres libres (liberi homines)establecidos allí 55 gía a un representante, por simple mayoría, que acudía en nom-
Baltimore delegó su autoridad en un gobernador, y en bre de toda la comunidad, incluyendo a la minoría de hombres li-
el pri- bres que habían votado en contra de él. Y él tenía un voto solo en
mer año después de la llegada de los colonos, el gober
nador apa-
rentemente convocó a los hombres libres para conse al asamblea, sin tener en cuenta el tamaño de la comunidad que
guir su consen-
Eimiento a varias leyes, como
representaba.5?
se había dispuesto. No tenemos
ningún registro de esta asamblea ni de cuántas El desarrollo original de la ficción de la representación en In-
personas asistieron.
Pero para la siguiente asamblea, en 1638, los regist glaterra puede no haber seguido este mismo patrón. Cuando la re-
ros muestran que
presentación comenzó en Inglaterra, las comunidades locales ya
E
EDMUND S. MORGAN EL ENICMA DE LA REPRESENTACIÓN
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A
ou MORGAN EL ENIGMA DE LA REPRESENTACIÓN 49
comercio con los indios.” En Massachusetts,
una vez que la Corte gara a su representante abría el camino para que ese representante se
General recuperó la autoridad legislativa en 1634,
no hubo duda de elevara por encima de la comunidad. El rey requería que la comuni-
que los representantes compartirían esa autoridad.
Pero fueron más dad local le otorgara plenos poderes (plena potestas) para actuar en
lejos. La Corte General era también la autoridad Judici
al suprema nombre de ella de manera tal que sus habitantes no pudieran repu-
de la colonia. Winthrop insistió en que los diputados
enviados por diar sus acciones si no les gustaba lo que él hacía. Además, las perso-
las ciudades no debían compartir esa autoridad,
porque eran meros nas seleccionadas por una comunidad para que la representaran en
súbditos, pero los diputados exigieron el derecho
a ocupar un lugar el Parlamento pertenecían desde el principio al grupo de los que po-
en los juicios sobre temas judiciales y consiguier
on lo que querían.” dían conseguir el asentimiento de esa comunidad en virtud de su
En Virginia la autoridad para hacer leyes estaba en
la Compañía de propio poder y prestigio.
Virginia, con sede en Londres, pero la compa
ñía convocó una El carácter de súbdito más que de gobernante del represen-
asamblea representativa en la colonia, en 1619,
y esa asamblea pre- tante fue, pues, un tanto dudoso desde el principio. Y su nexo con
sentó a la compañía una serie de leyes que, con la
aprobación de la la localidad que representaba también fue viciado ya desde el siglo
compañía, se convirtieron en las primeras leyes
promulgadas por XIV, cuando la gentry no residente empezó a comprar y a conseguir
una asamblea representativa en Norteamérica.?2
Tan pronto como los representantes empezaron por la fuerza las bancas del municipio, dejando de lado a dignata-
a hacer leyes y rios locales, pero menos poderosos. Una ley parlamentaria de
políticas para una sociedad más amplia que aquell
a a la que sus co- 1413 requería que un representante fuera residente del municipio
munidades pertenecían, no dejaron de ser súbdit
os, pero sí dejaron que lo elegía, pero los abogados en la Cámara de los Comunes
de ser meros súbditos. De la misma manera, aunqu
e no dejaron de ser pronto interpretaron que éste no necesitaba ser residente del mu-
agentes de las diferentes localidades, sí dejar
on de ser meramente nicipio que lo escogía.”* Una cierta conexión se mantuvo a través
eso. Las leyes que dictaban no sólo obligaban a sus
propias comuni- de la práctica de dar instrucciones al representante para votar a fa-
dades, sino a todo el reino, a todo el país, a toda
la sociedad. Al hacer vor o en contra de tal o cual medida, o de asegurar legislación que
política para un cuerpo más grande, tuvieron que
pensar en otros otorgaba ciertas ventajas locales. Pero los plenos poderes del repre-
términos diferentes de los de las necesidades y deseo
s de sus localida- sentante significaban que sus votos serían válidos aun cuando estu-
des; compartían la autoridad real, tenían que
pensar a la manera del vieran en directa violación de las instrucciones.?4
rey, tenían que pensar para la nación en lugar de
para su localidad. A medida que los representantes adoptaban el manto de la au-
El bienestar de lasociedad en su conjunto podría ser
diferente del toridad, estiraron la ficción de la representación para justificar la ate-
de cualquiera de sus partes o incluso de la suma de todas
las partes. nuación de sus lazos con los electorados locales. Puede ser conside-
En la medida en que asumieron la autoridad y dirigi
eron su atención rado'un paso en esta dirección cuando comenzaron, ya en el siglo
a lo que fuera que ellos percibían como el bienestar de
la totalidad, XIV, a argumentar que colectivamente representaban a todo el reino
los representantes necesariamente perdieron algo de su
carácter de y podían dar el consentimiento de cada uno de los ingleses para lo
súbditos y de agentes locales pára adoptar los atavíos
de una clase go- que hacían en el Parlamento. El Parlamento inglés nunca había in-
bernante nacional.
cluido a representantes de cada comunidad, de cada pueblo, de ca-
Lógicamente, esto representaba una transformación en
el signi- da ciudad. Ya hemos visto que, aunque todos los condados enviaban
ficado de la representación, pero cronológicamente, histó
ricamente, representantes, sólo los municipios seleccionados —seleccionados
no fue tanto una transformación como una paradoja
o un conflicto caprichosamente, dicho sea de paso— podían hacerlo o se les exigía
presente en la representación desde el principio o
casi desde el prin- que lo hicieran. Pero sir Thomas-Smith pudo decir como una obvie-
cipio. El poder mismo que se requería que una comunidad
local otor- dad en 1565 que “se supone que todo inglés está aquí presente [en
50 db EDMUND S. MORGAN EL ENIGMA DE LA REPRESENTACIÓN 51
el Parlamento] [...] y se considera que el consentimiento del Parla- soberano, pero no fue eso lo que ocurrió. El pueblo cuya sobera-
mento es el consentimiento de todo hombre”.?5 nía se proclamaba era el pueblo de todo el país o la colonia, un
A partir de esta premisa era posible, aunque podría requerir grupo demasiado numeroso como para deliberar o actuar como
una lógica poco usual, argumentar que cada representante podía y un cuerpo. Fueron sus representantes los que reclamaron en nom-
debía hablar y actuar, no para la comunidad local que bre de ellos la autoridad que sólo un cuerpo representativo podía
lo había ele-
gido, sino para todo el pueblo del reino. Sir Edward Coke, que era ejercer. No se dijo que la soberanía del pueblo residiera en los
bueno para esta clase de lógica, quizás haya sido el primero en electorados particulares que elegían representantes. Ella residía
ma-
nifestar la idea de esa manera. “Aunque uno sea elegido por un en el pueblo en general y alcanzaba a los representantes sin que el
con-
dado o municipio en particular”, dijo, “cuando es enviado y ocupa pueblo en general hiciera nada para otorgarla.
su lugar en el Parlamento, está al servicio de todo el reino, pues el Otra vez, no habría habido ninguna barrera lógica para que el
objetivo de venir aquí, como dice en los documentos de su elección, pueblo confiriera la autoridad por medio de una elección general
es general”.?6 De la ficción de que un hombre puede presentarse en en todo el país a un grupo de hombres para que cumplieran las
lugar de toda una comunidad y obligar a esa comunidad por sus ac- funciones de gobernantes, pero no fue eso lo que ocurrió. Lo que
ciones, Coke extrapoló la ficción más amplia de que un hombre ocurrió fue que los representantes elegidos por ciudades y conda-
puede representar a'todo el pueblo de un país, la mayoría del cual dos individuales asumieron los poderes de gobierno sobre todo
no ha tenido nada que ver en su designación para ese propósito. un país y alegaron que sus poderes provenían, no de la ciudad o el
La exposición clásica de estaidea, por supuesto, iba a venir en condado que los eligieron, sino del pueblo soberano como un to-
el siglo siguiente, cuando Edmund Burke explicó a los electores do. Y si bien habría sido lógicamente posible que una elección na-
de Bristol por qué les debía a ellos nada más que la cortesía de es- cional otorgara poderes de gobierno a un cierto número de hom-
cuchar sus deseos antes de actuar según él pensara que era mejor bres, tal procedimiento difícilmente les habría convenido a los
para todo el país.?? Pero ya en la formulación de Coke estamos miembros del Parlamento en su lucha con el rey.
muy cerca del punto en que la representación se convierte en go- El pueblo al que atribuían el poder supremo era él mismo fic-
bierno representativo. En la época en que Coke escribía, sea ticio y podía muy útilmente quedar así, como un cuerpo místico,
cual
fuere la autoridad que los representantes podían atribuirse a ellos existente como pueblo sólo en las acciones del Parlamento que
mismos sobre los demás súbditos, presumiblemente provenía del afirmaba actuar en su nombre.
rey. Pero era sólo una distancia muy breve la de pasar de represen- Quizá no sería exagerado decir que esos representantes inventa:
tar a todo el pueblo a hacer derivar la autoridad de ese pueblo. ron la soberanía del pueblo a fin de reclamarla para sí, justificar su
Cuando los ingleses dieron ese paso en la década de 1640, no propia resistencia, no la resistencia de sus electores de manera indi-
afirmaron la soberanía de cada condado o municipio. Ni siquier vidual o colectiva, frente a un rey antes soberano. La soberanía del
a
se les ocurrió pensar de esa manera. Estaban reemplazando la pueblo fue un instrúmento por el cual los representantes se elevaron
au-
toridad del rey, y el rey había sido el rey de toda Inglaterra. No ellos mismos a la distancia máxima por encima del grupo de perso
era
cuestión de que los condados o los municipios declararan de nas que los habían elegido. Fue en nombre del pueblo que se convir-
ma-
nera individual su independencia del gobierno del rey, así tieron en todopoderosos en el gobierno, liberándose lo más posible
como
tampoco iban a ser las ciudades o condados de sus colonias del aspecto local y del carácter de súbditos que los habían converti-
nor-
teamericanas los que de manera individual iban a declarar la
inde- do en representantes de un particular grupo de personas.
pendencia en 1776. No habría habido ninguna barrera lógica
pa- Lo máximo posible. La revolución inglesa se desvió, en efec-
ra pensar en el pueblo de cada comunidad como un cuerpo to, cuando el Parlamento Largo se volvió demasiado largo, cuan:
52 >
EDMUND S. A, EL ENIGMA DE LA ro 53
do los representantes se negaron a regresar a
sus electorados para Sidney se esfuerza aquí para distinguir las obligaciones del re-
la reelección o el rechazo. El carácter de autoridad
de alcance na- presentante respecto de toda la nación, de sus obligaciones res-
cional del representante no puede ser magnificado
hasta el punto pecto de los electores que lo eligieron como su agente. Sin embar-
de eliminar completamente su carácter de súbdito
local sin des- go, él depende de sus electores para ser removido si traiciona su
truir al mismo tiempo la ficción de la representa
ción poniendo fin confianza. ¿Qué confianza? ¿La confianza depositada en él por Kent
al gobierno representativo. El conflicto no puede
ser eliminado, o Sussex, por Lewis o Maidstone? No, la confianza puesta en él por
tiene que ser acallado y contenido. Un elemento
puede ser desta- todo el cuerpo de la nación, que no puede ser reunido para remo-
cado sobre los demás en diversas ocasiones
y lugares, y la historia verlo, y que por la misma razón, en primer lugar, nunca se reunió pa-
del gobierno representativo puede leerse como
un proceso dialéc- ra confiar en él. Si traiciona la confianza tan misteriosamente puesta
tico en el que un elemento asciende o desciende
a expensas del en él, se supone que será sometido al desprecio, la infamia y el odio.
otro. Pero si cualquiera de ellos falta por completo,
o bien cesa de ¿Pero el desprecio, la infamia y el odio de quién? ¿Acaso no sería po-
ser gobierno, o bien deja de ser representa
tivo. Cuando el carác- sible que el hombre que se gana el desprecio, la infamia y el odio del
ter local y de súbdito del representante es
destacado demasiado, se resto del país, pueda ganarse el elogio, la fama y el amor en Kent o
hace difícil percibirlo como el depositario legít
imo de la autori- Sussex, en Lewis o Maidstone? Y a la inversa, el hombre que es fiel a
dad nacional con la que el pueblo soberano supue
stamente lo ha la confianza de la nación puede ganarse el desprecio, la infamia yel
investido. Cuando su función nacional como gober
nante de todo odio en Kent o Sussex, Lewis o Maidstone.
el pueblo adquiere la primacía, puede perde
r la credibilidad co- Sidney no se preocupó por esta posibilidad y habría respondido
mo portavoz de los otros súbditos en su comunidad
local. La fic- a ella, probablemente, como lo hizo a otras objeciones, que si bien
ción de la representación tiene que resistir la
tensión constante de una asamblea representativa no era infalible, de todas maneras “una
ambas direcciones en sentido opuesto.
Las dimensiones del conflicto no siempre han sido Cámara de los Comunes compuesta de aquellos que son los más es-
evidentes, timados por sus vecinos en todas las ciudades y condados de Inglate-
incluso para aquellos involucrados en él, pero
nosotros podemos rra” estaría como mínimo menos “expuesta a error o corrupción
verlo funcionando en una etapa ligeramente posterior,
en la expli- que un hombre, mujer o niño que da la casualidad de que es el pa-
cación dada por Algernon Sidney sobre la autoridad
nacional del riente de sangre más cercano del último rey”.”? En el peor de los ca-
representante. “No es”, argumentó Sidney a principios
de la década sos posibles, en otras palabras, el gobierno representativo probable-
de 1680, “en nombre de Kent o Sussex, Lewis
o Maidstone, sino en mente saldría favorecido en la comparación con la monarquía
nombre de toda la Nación, que los miembros elegidos
en esos luga- hereditaria. Un grupo de hombres elegidos por el pueblo, por fuer-
res son enviados para cumplir funciones en el Parla
mento, si bien es tes que sean sus lazos locales y sean cuales fueren sus flaquezas, cons-
adecuado que ellos, como amigos y vecinos (hasta donde
se pueda), tituye un depositario más seguro del poder que un rey hereditario.
escuchen las opiniones de los electores, para una mejor
informa- Dado que el gobierno representativo descansa sobre ficciones
ción de sus decisiones [...], sin embargo, no están
estricta y apropia- contradictorias o sobre una sola ficción con notorias contradicciones
damente obligados a dar cuentas de sus acciones
a nadie, salvo que internas, con frecuencia ha requerido este tipo de defensas forzadas.
todo el cuerpo de la Nación al que sirven, y que
está igualmente Es un último recurso, mejor que las alternativas. Pero el hecho de
involucrado en sus resoluciones, pudiera
ser reunido. Al ser esto que Sidney ignore el conflicto posible entre los intereses locales y los
imposible, el único castigo al que están sujeto
s, si traicionan su nacionales es un recordatorio de que el gobierno representativo, pa-
confianza, es el desprecio, la infamia, el
odio y la seguridad de ser ra que funcione, para acallar el conflicto dentro de la ficción, requie-
rechazados, cuando busquen obtener otra vez el mismo
honor”? re que las diferentes comunidades representadas puedan y quieran
A
A A
54 db EDMUND S. MORGAN
EL ENIGMA DE LA REPRESENTACIÓN 55
la mayor parte del tiempo y en la
mayoría de los temas percibir sus
Propios intereses locales como gencias de las comunidades antes excluidas, sino debido a que la
involucrados con, si no idéntico
los intereses de la sociedad en sent s a
ido más amplio. ascendente gentry en crecimiento quería bancas en la Cámara de
Esa percepción era más fácilmente : los Comunes y porque el rey los quería allí. En las colonias, donde
mantenida cuando la autori-
dad del gobierno derivaba del rey la autoridad del rey estaba diluida por la distancia y los represen-
que cuando el cuerpo representa-
tivo aseguraba que la obte
nía del pueblo en general. Cuando la tantes eran, en consecuencia, más poderosos (de hecho y no en
ridad provenía del rey, el gobierno auto-
era palpablemente algo distinto, teoría), había un poco más de preocupación respecto de ampliar
Una fuerza contra la que los represen equitativamente la representación. Pero incluso allí, en Pensilva-
tantes protegían a sus electores
O a cuyas acciones se sometían y hacían que sus vota nia y en las colonias del sur, donde la representación era más injus-
ran. Los representantes, como aque ntes las aproba-
llos a los que representaban, po- ta, parece haber sido poca la preocupación por el tema hasta po-
dían ser considerados sujetos pasivos co antes de la revolución norteamericana.
y no actores. Por la misma ra-
zón, aquellas comunidades que no Cuando la autoridad del rey fue removida, como ocurrió en
enviaban representantes al
Parlamento no parecían tan claramen Inglaterra en el período de la república y en Norteamérica des-
te diferenciadas de las que sí
lo hacían. Todas eran súbditas del pués de 1776, el conflicto de los intereses locales con la soberanía
mismo gobierno nacional, y se
podía pensar fácilmente que los repr del pueblo en general se hizo mucho más agudo. En un Parlamen-
esentantes que protegían de
la autoridad externa a los súbditos en to donde los representantes elegidos por un puñado de votantes
Lewis o Maidstone podían tam-
bién defender de esa misma autoridad a, digamos, tenían autoridad total sobre comunidades que no podían votar en
los de Sheffield o
Birmingham. absoluto, hubo exigencias inmediatas de una manera más racional
Además, esa autoridad misma
era menos susceptible de ser y equitativa de ejercitar la recién descubierta soberanía del pue-
clinada a in-
favor de cualquier combinación de blo. De hecho, en la Inglaterra del período de la república, se
intereses locales. Un
rey podía convertirse en un tirano, adoptó un plan racional de representación parlamentaria, sólo pa-
pensando en sus propios intere-
ses en lugar de los de sus súbditos. Pero ra ser abandonado durante casi otros dos siglos después de la res-
no era tan esperable que él
a diferencia de la mayoría de una tauración del monarca en 1660. Y en los estados independientes de
asamblea representativa, favore-
ciera los intereses de alguna parte América del Norte, después de 1776, la distribución de la represen-
especial de su reino por encima
de los intereses de otras o de los del tación se convirtió en una muy importante preocupación, porque
conjunto.% Debido a que el mo-
harca no era, con seguridad, geográficame las comunidades y las regiones particulares temían que sin la apro-
nte parcial, había menos
necesidad de que en los gobiernos piada representación no estarían adecuadamente protegidos de sus
Populares cada comunidad tu-
Viera sus propios representantes para soberanos compatriotas.
proteger sus intereses especia-
les contra los de otras comunidades. En esta transformación, el gobierno siguió siendo, como co-
Más bien se necesitaba protec-
ción contra el peligro más general rresponde, algo diferente del resto, algo externo a la comunidad
de un gobierno arbitrario por
parte del monarca, y ésta podía ser local, pero ese algo ya ño era más un rey. Ahora se trataba del cuer-
proporcionada con la misma efi-
cacia por uno o por otro grupo po representativo mismo, o por lo menos de los representantes de
de súbditos representantes.
Antes de que los representantes se otras localidades, que eran activos más que pasivos, ejerciendo una
hicieran cargo de lleno del
gobierno, era coherente que no hubi autoridad obtenida de un pueblo que no podía ejercerla por sí
era demasiada agitación por
parte de las comunidades excluida mismo. Cuando la autoridad de los representantes se
s para integrar el cuerpo repre- vio aumen-
sentativo. La gran expansión de la tada de esta manera, su función como agentes de una
representación en el Parlamen- población
to en el siglo XVI ocurrió, como hemos visto, de súbditos necesariamente se vio disminuida. Con el pueblo fic-
no debido a las exj-
cional devenido de pronto en supremo, el pueblo real, encarnado
56
com 0 MORGAN
mos comprende r cómo nuestras propias ficciones ja ficción, las ficciones que se centraban en el derech
fueron creadas y o divino de
siguen funcionando, debemos regr los reyes no eran adecuadas para respaldar el desafío que el
esar a los años tormentosos en Parla-
que los hombres y las mujeres ingleses mento estaba planteando a la autoridad del rey. Se necesitaba una
las probaron por primera vez.
nueva ideología, una nueva razón fundamental, un nuevo
conjun-
to de ficciones para justificar un gobierno en el que la autoridad
de
los reyes estaba por debajo de la del pueblo o sus representant
es. La
58 d EDMUND S. MORGAN
LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO 59
soberanía del pueblo no era un rechazo de la sobera
nía de Dios.
Dios seguía siendo la fuente última de toda autoridad Incluso el texto bíblico más habitualmente usado para desalentar
guberna-
mental, pero la atención se centraba en ese momento en la resistencia popular al gobierno (Romanos XII, “que cada alma
la fuen-
te inmediata, el pueblo. Aunque Dios daba la autori
dad al gobier- sea sometida a los poderes más altos”) podría ser interpretado pa-
no, lo hacía a través del pueblo, y al hacerlo lo coloca ra justificarla, simplemente afirmando que el pueblo es un poder
ba por
encima de sus gobernantes. más alto que su gobierno: “Aunque no es legal que los inferiores
La idea no era completamente nueva. Era por lo menos tan se resistan a los superiores [...] es, sin embargo, muy loable que el
antigua como los griegos, y en el siglo precedente había superior resista al inferior. Por lo tanto es indudablemente legal
servido
para justificar los llamados a la rebelión de los protes que el pueblo, o su representante, resista al rey [...]. El poder del
tantes contra
los reyes católicos y de los católicos contra los reyes protes
tantes. pueblo es el más alto, el poder supremo”.85
Estos “monarcómanos” habían depositado sobre el pueblo Aunque tal cambio directo del discurso común era poco
el de-
ber de controlar el acatamiento de la voluntad de Dios usual, las revoluciones del pensamiento frecuentemente toman la
por parte
de su gobierno y de destituir o matar a cualquier monar forma de cambios en el énfasis, no negando las viejas ideas, sino
ca que no
pasara la prueba de la ortodoxia, católica o protestante según dándoles un nuevo uso. La vieja ideología del derecho divino no
fue-
ra el caso.82 La nueva soberanía Popular tal como era expues había excluido en general al pueblo de un papel nominal en la
ta por
los partidarios del Parlamento en la década de 1640 le debía creación de los reyes. Una vaga suerte de consentimiento o elec-
mu-
cho a las luchas contra los reyes, así como tambié ción popular en un pasado distante, renovado cada tanto en la ce-
n le debía algo a
la doctrina del derecho divino que vino a reemplazar, pero remonia de la coronación, estaba por lo menos implícita. Incluso
el cam-
bio de énfasis era crucial: el deber hacia Dios cedió los más ardientes monárquicos habían vacilado en fundar la auto-
el paso a los
derechos de los hombres. ridad del rey (o su función como el lugarteniente de Dios) en la
El cambio puede ser visto en la transformación de uno simple conquista. Aunque el hecho de que los reyes ingleses des-
de los
argumentos que justifican la resistencia a un rey herético. cendieran de Guillermo el Conquistador invitaba a esa atribución,
Los que
luchaban contra los reyes habían asignado un papel clave los publicistas habían preferido a menudo basar los derechos al
en esa
A
resistencia a los magistrados subordinados, aquellos trono de Guillermo (y el de sus sucesores) en algún otro fundamen-
debajo del
rey, sobre la base de que, aunque nombrados
por él, su autoridad to aparte de la subyugación de sus compatriotas. Con ese fin postula-
provenía directamente de Dios. Cuando las órdenes del ban un acto contractual en el que él aceptaba las leyes inglesas y los
rey iban
contra la voluntad de Dios, era su deber obedec
erlo a ÉL de quien ingleses lo aceptaban a él. El origen del gobierno inglés podía
provenía la autoridad. En Inglaterra, el mismo argum pues ubicarse en las acciones de los ingleses mismos en un pasado
ento entró
en juego al principio en la forma acostumbrada de prescr cómodamente distante y nebuloso. No era necesario, entonces,
ibir y jus-
tificar la resistencia por parte de los funcionarios nombrados que los partidarios del Parlamento contra Carlos l inventaran una
por
el rey contra las órdenes del rey.33 Pero a medida que el conflicto base popular para el gobierno, sino que sólo tenían que ampliar y
se desarrollaba, los términos cambiaron gradualmen hacer más explícito el supuesto papel del pueblo como origen y
te: antes de
1647 se argumentaba que los funcionarios públicos, sin
e
disputa que había crecido hasta un punto difícilmente contempla- presentaba a todo el reino al aprobar leyes e impuestos era, como
do por los votantes que eligieron a los miembros del Parlamento. hemos visto, ya una parte aceptada de la ideología.*8 Parker y sus
En consecuencia, las primeras formulaciones de soberanía popu- amigos convirtieron esta ficción menor en un fundamento para la
lar en Inglaterra, de las que nunca escapó del todo, otorgaron al soberanía popular. Era verdad que reconocían que el pueblo co-
pueblo el poder supremo al elevar a sus representantes elegidos. mo tal no podía haberse reunido para otorgar el poder a alguien.
El portavoz más elocuente de la nueva ideología fue Henry La “inmensidad de su propio tamaño” hacía que la acción directa
Parker, un abogado que se convirtió en secretario del ejército del por parte del pueblo fuera imposible.9% Las naciones en su totali-
Parlamento. Ya en 1642 él y otros parlamentarios imaginaron un dad, en general, no podían “reunirse, ni ser consultadas, ni ser re-
país que existió antes de tener algún rey o cualquier otro funcio- dimidas de la confusión”. De ello se seguía, por lo tanto, que “tan-
nario de gobierno. Según esta opinión, el pueblo de la nación, ha- to los reyes como las leyes eran producidos y aprobados por
ciendo uso de sus poderes otorgados por Dios, decidió ser gober- cuerpos de hombres, como nuestro Parlamento es ahora”. Y Par-
nado por reyes de sucesión hereditaria (podrían haber escogido ker pasaba fácilmente de cuerpos imaginarios “como nuestro Par-
cualquier otra forma de gobierno). Al hacer la elección, pusieron lamento es ahora” al Parlamento de Inglaterra tal como era en ese
límites a los poderes del rey en leyes fundamentales y previeron momento y, supuestamente, lo había sido desde tiempos inmemo-
posibles limitaciones subsiguientes para ser impuestas por sus re- riales. “Podemos decir de él”, argumentaba, “que por su Real Con-
presentantes en el Parlamento. Los poderes que otorgaron al rey sentimiento él mismo fue fundado al principio, y la realeza misma
estaban condicionados a su observancia de esas limitaciones. Si in- fue limitada y atenuada para ser lo que es”. 7
fringiera la confianza puesta en él, el pueblo a través de sus repre-
sentantes podía resistirse con todo derecho y en última instancia | Dado que por este razonamiento el Parlamento había efecti-
vamente creado al rey y le había puesto límites, resultaba obvio
deponerlo, aunque los voceros parlamentarios negaron por mu- que el Parlamento era el mejor juez de esos límites: “por esa supre-
cho tiempo cualquier intención de hacerlo.5” ma razón, la naturaleza de esa limitación y atenuación no sólo de-
|
Las nuevas ficciones parlamentarias estiraban la credulidad tan- bía seguir siendo conocida, sino que también la limitación debía
to como las antiguas. El derecho divino de los reyes había destacado ser buscada. Pues, ¿quién mejor para exponer lo que los reyes y las
el carácter divino de la autoridad del rey sin prestar demasiada aten- leyes son, y para lo que han sido creados, que ese poder incuestio-
ción al acto en el que se suponía que Dios lo había nombrado. De la nable, que aquel que por su propio beneficio creó a ambos?”.2
misma manera, la soberanía del pueblo, al destacar el carácter popu- Esta formulación involucraba una circularidad que ni Parker
lar de la autoridad gubernamental, reposaba en supuestos actos del ni ningún otro vocero parlamentario jamás reconocieron: hacía
pueblo, pasados y presentes, que resultaban casi tan difíciles de revi- del Parlamento su propio creador. Pero tenía la gran ventaja de
sar como los actos de Dios. La existencia misma de algo como “el pue- dotar al Parlamento no sólo de una parte de los poderes de go-
blo”, capaz de actuar para otorgar poderes, definir y limitar un go- bierno, sino también del poder inherente al pueblo, el poder de
bierno antes inexistente, requería una suspensión de la incredulidad. dar comienzo, cambiar y dar por terminados a los gobiernos. Y por
La historia no registraba un acto semejante. circular que fuera el razonamiento, la atribución alcanzaba un gra-
Pero la imposibilidad de una demostración empírica es una do de credibilidad a partir de la elección de la Cámara de los Comu-
característica necesaria de las ficciones políticas. Ante la falta de nes, que pasaba por ser el voto popular. Aunque era una pequeña
registro histórico, Parker y sus amigos pudieron reconstruir la do- minoría de la población la que votaba, sólo se necesitaba un es-
nación original del pueblo en términos que daban al Parlamento fuerzo de la imaginación para ver a las elecciones parlamentarias
62
o
EDMUND S. MORGAN LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO
63
como el acto por el que “el pueblo”
confería al Parlamento su poder dos al pueblo se convirtieron en apelaciones al “pueblo”.
soberano. Mientras
O
Que la acción directa del los caballeros luchaban contra los “cabeza redonda”* en las
supuesto pueblo debía seguir sien- bata-
do ficticia, aparte del elemento llas, sus voceros libraban la guerra de las ficciones en letra
de realidad de las elecciones par- impre-
lamentarias, sa. Las proclamas y pronunciamientos oficiales, las protestas
era algo que estaba totalmente de acue y las
cesidades y los deseos del Parlamento rdo con las ne- declaraciones, las acusaciones y las refutaciones que
acompaña-
en la disputa con el rey. El ban cada jugada de ambos bandos estaban diseñadas
Parlamento necesitaba el apoyo popular, para el con-
necesitaba hombres que sumo del público, todas apuntaban a conseguir el apoyo
lucharan contra los ejércitos del rey, popular.
y necesitaba dinero para pa- Y junto con estos extensos llamados oficiales aparecían los
garles, pero no quería que ningún cuer abun-
po popular fuera del Par- dantes e igualmente novedosos folletos y boletines no
lamento metiera manos en el asunto. oficiales di-
Aunque la nueva ideología rigidos a una audiencia popular.
A
podía alentar sin peligro un mayor
grado de participación popu- Dado que las nuevas ficciones forzaban la credulidad, los
lar en el gobierno que la antigua, su mo-
A
propósito seguía siendo el nárquicos hicieron todo lo posible para lograr que el
mismo; persuadir a las mayorías para esfuerzo
que se sometieran al gobier- fuera insoportable. Y si la pura lógica hubiera decidido el
no de las minorías. No tenía sentido alen resulta-
tar a los revoltosos a refu- do, la soberanía del pueblo podría muy bien haber
giarse en la ilusión de que ellos eran caído en el ol-
“el pueblo”. El mero pueblo, vido bajo el ataque violento de los monárquicos. ¿De dónde
por muchos que lo formaran en número, no era , se
soberanía del pueblo no debe ser conf
“el pueblo”, y la preguntaban, viene el pueblo que supuestamente ejerció
undida con las acciones no su sobe-
o
autorizadas de individuos o de mult ranía para iniciar un gobierno, de Inglaterra o de alguna
itudes O incluso de grupos or- otra
ganizados fuer parte? No deben haber tenido ni madres ni padres, “como
a del Parlamento. los sal-
tamontes y las langostas que nacen del viento, o como
El hecho de que la nueva ideología Cadmo, cu-
invitaba a esa confusión yos hombres salieron de la tierra”.9% Todos los hombres mortal
fue evidente desde el principio. Era es
imposible apelar al pueblo pa- que alguna vez se han visto han nacido sujetos a la autori
ra que se resistiera a su rey sin parecer dad. Si
estar apelando a personas han nacido súbditos, difícilmente podrían otorgar a
individuales, reales, o a grupos de pers otros un po-
onas. Efectivamente, la so- der o una autoridad que ellos mismos no poseían.
beranía del pueblo habría perdido gran Toda la idea de
NOTA
parte de su utilidad para la voluntad popular era ridícula en cualquier caso, “pues
el Parlamento si hubiera sido necesari el pue-
o negar toda relación entre blo, hablando con verdad y propiedad, es una cosa
“el pueblo” y el pueblo real fuera del o cuerpo en
Parlamento. El resultado de constante cambio y alteración, nunca es igual
la disp
uta con el rey iba a depender del de un momento a
número de cuerpos de car- otro, estando compuesto de una multitud de partes
ne y hueso que cada lado pudiera
reunir, y el Parlamento contaba diversas que
con su propia afirmación de represen continuamente decaen y perecen, y otras que se renue
van y las su-
A
tar al pueblo como un me- ceden”. De esto se seguía que “los que en este momen
dio de conseguir el apoyo popular. to son el
pueblo, en el momento siguiente ya no lo son”.%4 Además,
El rey y sus partidarios no ignoraba
n las ventajas que la nueva el Par-
ficción, si era aceptada, iba a dar lamento, que afirmaba representar esta entidad
a sus adversarios. El gobierno del cambiante, en
realidad sólo representaba a una pequeña fracción.
y
algunos pequeños municipios y ciudades del país tenían asigna- Para confirmar este último punto, los monárquicos asumie-
dos representantes, algunos de los más grandes no los tenían.% ron la voz de los votantes y anunciaron su intención de volver a
Pero incluso cuando ridiculizaban la idea de un pueblo sobe- llamar al Parlamento por “haber violado la confianza que depo-
rano encarnado en un parlamento, los monárquicos no podían re- sitamos en vosotros”.*% “Nosotros aconsejamos a todos nuestros
sistir la tentación y tomaban la idea en sentido literal, para volver- caballeros y representantes”, dijeron, “no votar más contra nues-
la contra sus adversarios. Supongamos que los ingleses salieron de tro gracioso Soberano [...]. Y así como protestamos contra tales
la tierra y se dispusieron de manera unánime a delegar cualesquie- ordenanzas dictadas contra el rey, o sin su consentimiento, retira-
ra poderes que tuvieran, o parte de esos poderes, ¿qué parte ha- remos nuestra confianza y poder de representación a todos los
bían delegado al Parlamento y qué parte al rey? ¿Y en quién, si es que continúen haciéndolo”.*% Un grupo de “caballeros y propie-
que había alguien, habían delegado el poder para cambiar la dis- tarios” de una docena de condados, ocho ciudades y cincuenta y
tribución original, cualquiera hubiera sido ésta? dos municipios se dirigieron a sus representantes por su nombre,
Una referencia a las órdenes judiciales que convocaban a los repudiando sus acciones, y declararon que “revocaban y recupera-
votantes a las urnas sugería una respuesta objetiva a estas pregun- ban toda aquella confianza, poder y autoridad que antes delega-
tas. La pequeña minoría de la población que votaba lo hacía por mos y entregamos a ellos”.'% Los autores monárquicos llegaron
órdenes del rey, y su orden especificaba el propósito para el que él incluso a sugerir que el pueblo podía retirar todo el poder de la
necesitaba que ellos eligieran representantes, es decir, para acon- Cámara de los Comunes y colocarlo en el rey solo.1% Si el pueblo
sejarlo y dar el consentimiento a los actos de su gobierno, “para era soberano, podía poner el poder donde quisiera. Y ésta no era
ser nuestros consejeros, no comandantes”. No había nada en ninguna amenaza estéril. A medida que la disputa continuó, aun-
aquellas órdenes legales que indicara que a los representantes se que el ejército parlamentario llevaba ventaja, sus voceros en la
les otorgaban poderes para hacer otra cosa, y ciertamente no, co- prensa estaban dispuestos a reconocer que “el partido más grande
mo el rey se los recordaba, para “cambiar el gobierno de la Iglesia es el del rey”.103
y del estado”.% Si el pueblo efectivamente poseía el poder de crear En la medida en que los monárquicos rechazaban en general la
y destruir gobiernos y también podía otorgar ese poder a otros, soberanía popular, estaban discutiendo una causa perdida. Pero al
¿qué pruebas había de que alguna vez lo hubiera otorgado al Par- desafiar la afirmación del Parlamento de ser el único depositario de
lamento? “Claramente”, dijo sir John Spelman, uno de los monár- esa soberanía, ampliaron las dimensiones de la ficción y colabora-
quicos más capaces, “no hay ningún encargo de esa naturaleza im- ron en su futuro éxito como base del gobierno moderno. Las ficcio-
partido a la Cámara de los Comunes. Su tarea está limitada por la nes políticas, ya lo hemos observado, pueden imponer restricciones
orden judicial impartida para aconsejar al rey, no para aprobar leyes a las minorías que gobiernan tanto como a las mayorías que son go-
y ordenanzas que de ninguna manera vayan contra él”. bernadas; y la soberanía del pueblo podía ser usada para refrenar a
Incluso suponiendo que la Cámara de los Comunes represen- los pocos que gobernaban en el Parlamento, así como el derecho
tara a todo el pueblo con algún propósito, por el mismo razona- divino había sido usado para refrenar al rey. Los monárquicos fue-
miento que le otorgaba soberanía al pueblo, aquellos que elegían ron los primeros que trataron de usarla de esta manera, y a ellos los
representantes debían también tener poder para despedirlos. Los siguieron otros con objetivos más grandes en mente.
voceros del Parlamento argumentaron que el pueblo podía revo- El objetivo para ambos, en la medida en que aceptaban la
car los poderes que supuestamente había otorgado al rey. Si ése nueva ficción, era acercar los hechos de la vida política, no sólo pa-
fuera el caso, decían los monárquicos, podían también revocar los ra hacer que el Parlamento fuera más receptivo a quienes lo ha-
poderes que habían otorgado a sus representantes.% bían elegido, sino también para hacer más aceptable la existencia
5 o EDMUND S. MORGAN
LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO 67
misma del cuerpo imaginario que podía crear tanto
reyes como par-
lamentos y poner límites a sus acciones. Aun cuand
o ese cuerpo lamento”.1% A partir de semejantes premisas no debe sorprender
mismo no podía ser visto ni oído en ningún momento que se encuentren abogados del lado parlamentario argumentan-
o lugar, sí po-
día dar, sin embargo, pruebas de su existencia,
como la existencia de do que el Parlamento “no puede equivocarse”, que “ninguna cosa
Dios, si aquellos en el poder pudieran ser llevad deshonrosa debe ser imaginada de ellos, y que “reyes seducidos
os a reconocer
que un conjunto de principios, mandamientos,
límites, un conjun- podrían perjudicar al bien común, pero los Parlamentos no”
to de “elementos constitucionales fundamentales”, superi Que un cuerpo tan infalible pudiera estar sujeto a la destitu-
or al go-
bierno mismo, emanaba de él. Semejante reconocimiento ción o la reprimenda por parte de aquellos que lo habían elegido
podría
requerir un acto de fe, como el hecho de consi
derar al rey lugar- era inimaginable. Aunque el Parlamento podría apropiadamente
teniente de Dios, pero podría haberle dado
al Parlamento un de- apoyar al rey a quien, actuando en nombre del pueblo, había crea-
recho más creíble para ejercer los poderes en nombr do, el pueblo no tenía un derecho similar en relación con el Par-
e del pueblo
que el que habría podido conseguir en las décadas de lamento, porque el pueblo y el Parlamento eran la misma cosa. El
1640 y 1650.
El desarrollo de la soberanía popular después de que acto de otorgar el poder a sus representantes por parte del pueblo
rey y Parla-
mento fueron a la guerra estuvo más en los esfuerzos “una vez ejecutado era imposible de revocar”. Además, el poder
de los mo-
nárquicos y los radicales contra el Parlamento que en que otorgaron era total: “El pueblo”, según uno de los más ardien-
la ciega
identificación de lo popular con el poder parlamenta
rio como se tes portavoces parlamentarios, “no se ha reservado ningún poder
decía desde Westminster. para sí, desde sí, en el Parlamento”.
110
Las limitaciones de la opinión parlamentaria se
pusieron en Al dotar al pueblo con la autoridad suprema, pues, el Parla-
evidencia en las primeras respuestas al desafío monárquico mento pensó solamente en dotarse a sí mismo. Esa intención do-
, que
no fue más allá de dolorosas sorpresas y dogmáticas minó su respuesta a la presión popular, incluso en la forma tradi-
negativas. A la
vez que reconocían implícitamente la popularidad cional de las peticiones. Cuando “los más importantes habitantes
monárquica,
los voceros parlamentarios se quejaban de deserc de la ciudad de Londres” hicieron una petición de una menor in-
ión. Aquellos
que abandonaban al Parlamento para ir con transigencia en las negociaciones parlamentarias con el rey, el Par-
el rey, decían, “se
abandonan a sí mismos, a su religión, a sus leyes lamento respondió que su condición de depositario de los dere-
y propiedades, y
todo aquello que puede ser llamado propiamente suyo”. chos de todo el reino no le permitía satisfacer a una parte del
10 E] Par-
lamento no era simplemente el representante del reino (es decir, los peticionarios), y en un estallido de franqueza
pueblo, era el
pueblo: “los hombres del Parlamento no son otra admitió que “no queremos que el pueblo nos solicite nada en ab-
cosa que noso-
tros mismos y, por lo tanto, no podemos abandonarl soluto, en ningún caso, salvo cuando nos apartemos manifiesta-
os, salvo que
nos abandonemos a nosotros mismos”.1% O, como lo dijo mente de nuestro deber”.1!! No decía quién iba a decidir que tal
otro
apologista parlamentario, “su criterio es nuestro criter apartamiento era manifiesto. Para 1647, cuando al Parlamento se
io, y aque-
llos que se oponen al criterio del Parlamento le hizo una petición de un amplio espectro de reformas, incluyen-
se oponen a su pro-
pio criterio”.1% Abandonar al Parlamento no do una mayor libertad religiosa, el cuerpo ordenó que la petición
sólo era autodestruc-
tivo, sino que era perverso. “Nada puede haber fuera quemada por el verdugo común.!!? e
bajo el cielo”, dijo
Parker, “después de renunciar a Dios, que pueda El Parlamento que asumió esta arrogante posición es apropia-
ser más pérfido y
más pernicioso en la gente que esto”.1% Otros sugir damente conocido como el Parlamento Largo. Votado en 1640, si-
ieron que
aquellos culpables “de falta de respeto desagradec guió siendo el cuerpo gobernante del reino hasta 1653. Durante
ida e indigna al
Parlamento [...] sólo podían ser corregidos con ese tiempo la mayoría de sus miembros partieron para unirse al
el látigo del Par-
rey, o murieron, o fueron expulsados, y la mayoría no fue reempla-
EDMUND S. MORGAN LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO 69
MN"
AAA
EDMUND S. MORGAN LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO 71
AA
Las propuestas de los levellers desmentían el nombre que sus ad-
ron inclinando cada vez más a favor de una Iglesia presbiteriana versarios les habían puesto. La palabra “leveller (nivelador) implica-
nacional, y fueron empujados en esta dirección por la necesidad ba un deseo de nivelar las diferencias sociales y económicas, y ha-
de ayuda militar de Escocia, donde los presbiterianos tenían el bría descrito con mayor precisión a los digyers (cavadores), a quienes
control. Hacia 1645 parecía que el Parlamento, dado su curso, iba en efecto se les aplicó en su primera aparición, probablemente co-
a imponer el presbiterianismo a todos. Pero, tal como estaban las mo parte del esfuerzo constante de desacreditar a los levellers. Tam-
cosas, los hombres que componían el ejército se inclinaban cada bién podría haber sido aplicada a algunos panfletistas aislados de la
vez más a apoyar la Independencia, es decir, la libertad religiosa y época, que denunciaron a los votantes por votar para el Parlamento
la independencia de las diferentes congregaciones. Oliver Crom- “a los más nobles y más ricos del condado”, argumentando que “son
well en particular, que condujo a la caballería en victorias especta- ellos quienes los oprimen, de modo que la esclavitud de los votantes
culares sobre las fuerzas del rey, apoyaba la libertad religiosa, al es la libertad de ellos, la pobreza de aquéllos es la prosperidad de és-
igual que John Lilburne, un teniente coronel tan intrépido con la tos”.117 Los mismos levellersse quejaban muy poco acerca de la com-
pluma y la tinta como lo era Cromwell con la espada. Lilburne, posición social de la Cámara de los Comunes. Ellos expresamente
junto con Richard Overton, un impresor, y William Walwyn, un co- negaban tener alguna intención de nivelar los patrimonios, y que-
merciante de Londres, produjeron un torrente de escritos que les rían que la Cámara también lo negara.!!% Sus propuestas para refor-
valieron el nombre de levellers a ellos y sus partidarios. Eran todos mar la Cámara estaban dirigidas, no tanto contra el hecho de que
“independientes” en sus opiniones acerca de la Iglesia, y fue en estaba dominada por una elite social como contra la desigual distri-
oposición a las políticas presbiterianas del Parlamento que formu- bución geográfica de las bancas y su larga duración. Querían elec-
laron por primera vez sus propuestas de reforma. ciones anuales y una asignación de escaños entre los condados de
Las propuestas mismas, aunque apuntaban a cambios en las Inglaterra proporcional a su población. Habrían ampliado el dere-
políticas parlamentarias, iban más allá de medidas específicas. cho al sufragio, excluyendo sólo a las mujeres, a los niños, a los cri-
Proponían cambiar lo que el Parlamento hacía, cambiando lo minales, a los sirvientes y a los indigentes,!!? y le habrían negado a
que era y, al mismo tiempo, proponían ponerle límites, en nom- la Cámara de los Comunes el derecho de expulsar a un miembro
bre del pueblo, a lo que podía hacer. No sólo querían dar una sin el consentimiento de sus componentes. A una Cámara de los Co-
mayor participación a la gente para la elección del Parlamento, si- munes reformada de esta manera le habrían dado todos los poderes
no también dar “al pueblo” una manera de ejercer su soberanía del gobierno central, eliminando totalmente del gobierno a la Cá-
fuera del Parlamento y con una necesaria superioridad respecto mara de los Lores junto con el rey.*?0
de éste. El hecho de que los levellersy la mayoría de los otros refor- La extensión del sufragio y de la representación podría muy
madores del período fracasaran se debió a que tomaron las nue- bien haber dado como resultado una cierta ampliación en la com-
vas ficciones demasiado literalmente, dotando a “el pueblo”
con posición de la Cámara de los Comunes para que incluyera a hom-
capacidades de acción que un cuerpo tan ideal —ideal en sentido bres de menor rango, pero si ése fue el objetivo de los levellers, no
filosófico— jamás podría poseer. Pero por ello mismo dejaron ex- lo expresaron. La eliminación de la Cámara de los Lores, por cier-
puesto el fracaso del Parlamento en no tomar demasiado en serio to, habría impedido a los rangos más altos de la aristocracia una
sus propias ficciones y alertaron a quienes aceptaban las nuevas participación automática en la autoridad política. Pero al propo-
ficciones sobre la necesidad de limitar las acciones de cualquier ner la abolición de la Cámara de los Lores, los levellersno propusie-
poder gobernante, cualquiera que fuera su supuesta fuente de ron la abolición de la nobleza. Es más, invitaban a que cualquier
autoridad. lord que todavía abrigara la ilusión del poder político se presenta-
y
TRE
A Pp
EDMUND 5, LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO
que el Parlamento estaba
los Comunes,!?! y no es im- mucho más. Cuándo se volvió evidente
ra a las elecciones para la Cámara de empeñado en establecer el presbite
rianismo como la religión del
de la mayoría de los lores
probable, dada la influencia económica ba, que mu- estado, aquellos que tenían una visió
n más amplia de los poderes
ral se les dispensa
y la deferencia popular que en gene religiosa, recogieron y am-
en una Cámara del tipo pro- del pueblo, pero apoyaban la libertad
chos podían haber ganado escaños Á comienzos de 1645, Walwyn
que este resultado pudiera pliaron el argumento monárquico.
puesto por los levellers. No es evidente ibir toda regulación parla-
soberanía del pueblo, tal como lo reformuló y transformó para proh
haber molestado a los levellers. La de un país”, dijo, “al elegir un
bio radical en la estructura mentaria sobre religión: “El pueblo
ellos la veían, no requería ningún cam gar más poder que el que él
Parlamento, no puede, entonces, otor
social, de hecho, lo prohibía. es que aquello que un hombre
una reforma en la elec- mismo posee; la fórmula sencilla
Sí se requería, sin embargo, más que a hacer, o prohibirse hacer
ara de los
tantes en una Cám ño puede obligarse voluntariamente
ción y la distribución de los represen r que alguien ordene a otro
orma de la Cámara de los Co- sin pecar, no puede ordenar o hace
Comunes más fuerte. Aunque la ref eró la idea el siguiente año al
HA
apuntaba a permitirle hablar que haga”.1? Richard Overton reit
munes propuesta por los levellers to: “ni ustedes, ni nadie más
consideraban la voluntad del decir a los miembros del Parlamen
más sinceramente de lo que ellos lucrar al Pueblo en los temas
o hizo Henry Park er, que el Par- puede tener poder alguno para invo
o pm
pueblo, nunca reclamaron, com a la adoración de Dios [...] pues no podemos
a medida que se fueron sin- conciernen
lamento fuera “el pueblo” mismo. Y
que
en nosotros, pues no hay ningu-
lusionados con el Parlamento
existente, fue- conferir un poder que no estaba me-
tiendo más y más desi
términos no meramente de no de nosotros que pueda sin pecar deliberadamente compro
ron pensando cada vez más en manera, sólo así, según
r maneras adicionales, alternat
ivas, terse a venerar a Dios de ninguna otra que sea justo”.12 El
reformarlo, sino de encontra rolar icular entender, aprobaremos lo
ntad popular, y con ello cont nuestro part
más directas, de expresar la volu era más dramática en 1648
que escapara al control popular, argumento fue presentado de iman
a cualquier parlamento futuro utieron el tema con sus oficia-
cuando los levellers en el ejército disc
como lo había hecho éste. los oficiales de que el magistra-
ían identificado el problema les. En respuesta a la sugerencia de
Los levellers, efectivamente, hab tado para suprimir la blasfe-
asunto de poner lími tes a un do civil podría tener algún poder limi
principal de la soberanía popular, el Collier, un capellán con
d de un pueblo por quien mia y regular la religión, Thomas
gobierno que hacía derivar su autorida o el magistrado podía tener
echo de hablar. ¿Cómo podía tendencias baptistas, preguntó cóm
sólo él, según aseguraba, tenía el der reconoció: “Si Dios mismo le
algo semejante, hablar por sí ese poder. Dios mismo podía dárselo,
el pueblo, suponiendo que existiera podemos hace r para limitarlo”.
que supuestamente él había ha dado ese nombramiento, nada
mismo y dar órdenes al gobierno que ser demostrado: “ Si Dios mis-
el pueblo dirigirse a un Parla- Pero el derecho divino tendría
creado? En particular, ¿cómo podía bramiento, entonces, que
lo. demues-
nombre de ese mismo pueblo, mo le ha dado ese nom
un nom-
mento que reclamaba para sí, en No era nece sario aclarar que nadie podía mostrar
tes? tre”.124 . La divinidad se
una autoridad que carecía de lími firmado y sellado por el Todopoderoso
ión a la limitación popular bramiento
La primera línea de una aproximac
cción marcadá por los monár- apartaba del gobierno.
del Parlamento provino de una dire e que el pueblo Una vez que se admitió que había
poderes que el pueblo no
do repetidament
quicos. Éstos habían argumenta , era natural extender la
limitación
es sólo aquellos poderes, cuales- podía conferir a su gobierno
podía otorgar a sus representant otorgar, así como limitar la am-
pueblo poseía. La visión monár- acerca de lo que el pueblo podía
quiera que fueran, que ese mismo gaba o había otorgado . Overton
poseía el pueblo era, por supues- plitud de los poderes que otor
quica respecto a cuáles poderes la primera clase de limitación
r de aprobar la legislación y no proporcionó una base teórica para
to, limitada: el pueblo tenía el pode
:
EDMUND S. MORGAN
LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO
75
A
logrado
arrancarles a los monarcas subsiguientes. Consideraban
que es-
tas concesiones, incluyendo la Carta Magna y la Petici
ón de De-
rechos, “no eran más que una parte de los derechos y
libertades
del pueblo [...] arrancadas de las garras de aquellos reyes que
habían conquistado al país, habían cambiado las leyes y por
la
fuerza los mantenían subyugados”.1?9
Los levellers habían llegado a adoptar esta posición incluso an-
tes de que el rey fuera sometido. Después de que sus ejércitos fue-
ron derrotados y el rey mismo se había convertido en un prisione-
E
ro, dejó de ser necesario buscar en el pasado las constituciones
fundamentales o hacer reposar las libertades del pueblo en las
So:
1 de EDMUND S. MORGAN
LA INVENCIÓN DEL PUEBLO SOBERANO 79
cia más a los mandatos del ejército
que a la elección directa, pero
el ejército justificaba sus dictados Como la autoridad del gobierno se alejaba cada vez más de to-
en nombre del pueblo. Incluso
mientras continuaban debatiendo un da verdadera designación por elección popular, las caracterizacio-
posible Acuerdo del Pueblo,
los portavoces del ejército explicab nes del pueblo se hicieron cada vez menos halagadoras. Era la
an que aunque era reclutado
por el Parlamento, en realidad era “multitud frívola”, “bestias en forma de hombres”, que se iban a
el agente apropiado del pue-
blo: “Es verdad, el ejército recibió
su mandato del Parlamento, así destruir a ellos mismos a la menor oportunidad. No era “vox, sino
como el Parlamento recibió el suyo del pueblo; salus populi” lo que debía predominar; “la mayor razón” debía pre-
de modo que el
ejército es igualmente nombrado por valecer sobre la “mayor voz”.1% Éstos no eran los sentimientos de
el pueblo, tal como lo ha si-
do por el Parlamento, o el Parlamen
to por el pueblo”. Así como el los monárquicos, sino de los partidarios tanto del Parlamento co-
Parlamento había anteriormente afir mo del ejército. Así pues, el reverendo John Goodwin, un frecuen-
mado estar apoyando al ver-
dadero ser del rey al resistirse a te vocero de los poderes de turno, justificó la Purga de Pride sobre
él, en ese momento, el dominio
del Parlamento por parte del ejército la base de que era correcto “salvar la vida de un lunático o de una
no era “desobediencia y opo-
sición al Parlamento, sino defensa del Parl persona desviada, aun contra su voluntad”, y pasaba a argumentar
amento”. El Parlamen-
to, considerado correctamente, debe que “si un pueblo es depravado y corrupto, de modo que confiere
querer lo que el ejército que-
na, porque el ejército quería lo que el lugares de poder y confianza a hombres perversos y no merecedo-
pueblo quería.197
ze Al comienzo de la Purga de Pride, res, pierde su poder en este sentido, el cual pasa a aquellos que
se ofreció una identifica-
ción más fuerte con el pueblo, quizá sin son buenos, aunque sean pocos. De modo que nada que se quiera
que el ejército tuviera que
buscarla. Will iam Sedgwick, un capellán del
ejército, después de argumentar a partir de la falta de acuerdo entre el pueblo y el ejér-
argumentar que el poder había pasa cito tendrá sentido”.** Que no se podía confiar en el pueblo en
do del Parlamento al pueblo,
declaró que “este ejército es realmente el masa para su propio bienestar era evidente a partir del “amor infan-
Pueblo de Inglaterra, y tie-
ne la naturaleza y el poder de su total til que la gente común y corriente deposita en la persona poco
idaden él”. Era, dijo, “el pe-
Cho y la fortaleza mismos de Inglater atractiva de un rey”. Había que salvarlos de ellos mismos, pues
ra”. Tenía en él “el alma y la
vida de la nación”. Tenía “de mane estaban “tan engañados con la grandeza del rey” que pensaban
ra incuestionable que recibir el
título de pueblo de Inglaterra”. A la luz de que habría sido impropio resistirse a é1.1%
tan perfecta identificación
con “todo el reino en su sentido verdader Los levellers no compartían esta opinión acerca del pueblo y
o y correcto” era ridículo
eS
! El razonamiento por el que Sedgwick llegó a esta conc plementado por el consentimiento expreso de los individuos en
veló una tendencia que iba a dar form lusión re-
a a muchas futuras apologías toda Inglaterra y para ser tratado también como un contrato entre
para cualquier poder que alegara actuar los representantes y sus votantes. Después de la ejecución del rey, que
en nombre del pueblo. Él
habló del pueblo solamente “en su sent fue más allá de la deposición que los levellers proponían, protestaron
ido verdadero y correcto”
que no era el sentido más literal que los con vehemencia contra “las nuevas cadenas de Inglaterra” impuestas
levellers tenían en mente. El
ejército, de acuerdo con Sedgwick, por el ejército y por lo que quedaba del Parlamento Largo al gober-
era “verdaderamente el pueblo, no
como torpe montón, O COMO UN cuerp nar sin la autorización del pueblo y sin consideración de los límites
o pesado y tosco, sino de una mane-
ra seleccionada, selecta. Es el pueblo en que habrían sido fijados por un Acuerdo del Pueblo.!** El ejército
virtud, espíritu y poder, reunido
en corazón y en unión, y por ello muy respondió en marzo de 1649, arrestando a Lilburne, Overton,
capaz y apto para el trabajo
que tiene entre manos. El pueblo, en torpe montón, Walwyn y Thomas Prince (un comerciante que había aparecido re-
es un monstruo,
Una inmanejable y rústica turba que no sirve
para nada”.!139 cientemente como líder del movimiento). Desde la Torre de Lon-
dres estos cuatro continuaron denunciando al nuevo régimen, pe-
EDMUND S. MORGAN