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Departamento de Historia
A. Campaña marítima (1879). El control del espacio marítimo era fundamental, ya que así
se podían mover y abastecer las tropas. Consciente de esta situación, la escuadra chilena
bloqueó Iquique, puerto salitrero peruano, y luego se dirigió a El Callao, el principal puerto del
Perú. En Iquique quedaron dos barcos para sostener el bloqueo: la Esmeralda, al mando de
Arturo Prat, y la Covadonga, al mando de Carlos Condell. El 21 de mayo de 1879, las naves
peruanas Huáscar e Independencia atacaron a las embarcaciones chilenas. La Esmeralda se
hundió y gran parte de su tripulación resultó muerta, incluyendo al capitán Prat, que saltó al
abordaje del barco enemigo. La Covadonga derrotó en Punta Gruesa a la Independencia. La
muerte de Prat se reconoció como una gran hazaña a lo largo del país, y pese a ser una
derrota, motivó a los soldados chilenos. Tras la victoria chilena en Angamos (8 de octubre de
1879), la flota chilena obtuvo el control del océano.
D. Campaña de Lima (1881). La guerra continuó y las tropas chilenas avanzaron hacia el
norte, desatando las batallas de Chorrillos (13 de enero) y Miraflores (15 de enero). Ambas
las ganó Chile. La campaña de Lima culminó con la ocupación de esta ciudad por las tropas
chilenas, que además invadieron los territorios del centro y sur de Perú.
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E. Campaña de la Sierra (1881-1883). Correspondió a la última etapa de la guerra, en la
que las fuerzas de Perú y Chile se enfrentaron en las sierras peruanas. En esta campaña
destacaron las batallas de Sangra (26 y 27 de junio de 1881) y de La Concepción (9 de julio
de 1882). La batalla final, que dio el triunfo a Chile, fue la de Huamachuco (10 de julio de
1883).
Tras la guerra, Chile firmó con Perú y Bolivia distintos tratados que establecieron las nuevas
realidades territoriales:
• Tratado de Ancón (1883). Firmado en Lima durante la ocupación chilena, estableció
que Perú cedería a Chile, a perpetuidad, su provincia de Tarapacá. Tacna y Arica
quedarían bajo control chileno por diez años, al cabo de los cuales se realizaría un
plebiscito para establecer qué país se quedaría con las provincias en cuestión.
Consecuencias de la guerra
Como consecuencia de la guerra, Chile incorporó a su territorio las provincias de
Tarapacá y Antofagasta, que antes pertenecían a Perú y Bolivia, lo que significó redefinir las
fronteras del norte del país. Además, Chile se anexó el territorio en el que se desarrollaba la
explotación del salitre, lo que le trajo enormes ganancias por la exportación de este mineral.
La riqueza del salitre, sumada a la estabilidad política, convirtió a Chile en una potencia en el
Pacífico Sur.
A nivel social, el impacto de la incorporación de las provincias de Tarapacá y
Antofagasta fue significativo. Debido al auge del salitre, muchas personas migraron desde
zonas del centro y sur del país hacia el norte para probar suerte en las salitreras. Por otro
lado, se conformó un grupo empresarial que obtuvo grandes ganancias con la explotación de
este mineral.