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ESCUELA DE ANIMACIÓN PASTORAL Tandil -

2000

COMO NACE Y SE DESARROLLA EL PROYECTO DE VIDA

CHI
Wat

El proyecto de vida es un factor determinante para


el crecimiento humano. Vivir o no conforme a un proyecto de vida

válido y alentador no es algo facultativo, una realidad


más o menos accesoria o periférica que se pue de
dejar a un lado. Se trata de algo esencial para la
per sona, una dimensión constitutiva y cualificante de
la pro pia vida. Si llegase a faltar, le faltaría a la
personalidad uno de sus factores más dinámicos de desarrollo.

El adolescente y el joven realmente crecen


proyectándose. Lo que diferencia una persona de
otra, además de otros elementos, es la calidad del proyecto
de vida, el tipo de valores, la tenacidad que
de él dimana, capaz de despertar a un tiempo
fidelidad y crea tividad; la capacidad de
resistencia frente a las inde fectibles
contrariedades de la propia vida y de la de los demás;
su colocación central, o no, dentro de la perso nalidad.

De aquí la razón del planteamiento de diversos


interrogantes:
¿Qué hacer para descubrir y realizar el propio pro
yecto de vida?

Se trata de interrogantes que no tienen una respuesta


material preparatorio 2

única y definitiva. Son estímulos que sirven de acicate a la


persona para buscar la respuesta conveniente dentro del
vivir cotidiano en las diversas etapas de la vida.
¿Cómo nace el propio proyecto de vida? ¿Cómo
co mienza su desarrollo dentro de la
personalidad? ¿Cómo se elabora y se
asegura?
¿A través de qué procesos psíquicos toma
cuerpo en la persona?
¿Por qué ciertas, personas no consiguen la
elabora ción de un proyecto propio con
proyección futura vi tal, de modo que su existencia se
nos presenta como carente de vitalidad?
El nacimiento y elaboración del proyecto de vida tie
nen lugar a lo largo de tres trayectorias principales,
presentes y sucesivas al mismo tiempo.
Se trata de tres procesos psicológicos
presentes en todo tiempo de la vida, pero activos
sobre todo durante la ado lescencia y la juventud.
Estos son: el encuentro perso nal con los valores, la elección
de la piedra fundamental del propio proyecto de vida y la
verificación socio-am biental de los valores elegidos.

1. EL ENCUENTRO PERSONAL CON LOS VA LORES.

Todo auténtico proyecto de vida arranca del


encuen tro de la persona con los valores capaces de
promo ver su desarrollo.
***

Pero ¿dónde radica este arranque? ¿Qué lo sostiene?.


Dentro de cada uno de nosotros hay un conjunto de
ne cesidades vitales que buscan una
satisfacción convenien te para lograr el crecimiento. Se
trata de las necesida des básicas constitutivas del
organismo humano:


la necesidad de amar y ser amado;
la necesidad de ser alguien que valga y de ser
reco nocido como tal por parte de las personas
importan tes para el interesado;
la necesidad de existir y de tener los medios y un lugar propio para vivir a su manera;
la necesidad de tener y percibir la propia
identidad en relación con el presente y el futuro;

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la necesidad de realizar la propia


afectividad en una relación interpersonal
promotora;
la necesidad de percibir y de dar ternura, viviendo
en un ambiente que, al menos en cierta medida, sea in
condicionalmente receptor;
la necesidad de ser competente frente a los
compro misos que se ha de afrontar en la vida y
ser reconoci do como tal;
la necesidad de dar un sentido válido a la
propia vida y de percibirlo en las diversas situaciones;
nuar
la necesidad de autotrascendencia, esto es, de conti
más allá del tiempo, para encontrar una respuesta
adecuada al deseo de plenitud que la vida terrena
despierta y trunca al mismo tiempo;
la necesidad de pertenecer a un grupo humano
como parte viva y significativa y de contar con tal
grupo para la propia conservación y expansión;
la necesidad de conocer y vivir conforme a la propia
misión en la vida, percibida como la participación per
sonal en la construcción del bien común.

En toda persona humana, este conjunto de


necesidades, especificado por otros diversos
elementos, está presen te y caracterizado por la
preponderancia de ésta o aqué ila necesidad, que actúa
de factor de arrastre. La exa geración de uno o de otro, lo
mismo que la atrofia, perju dican el desarrollo armónico e
integral de la persona.

Los valores de la vida.

verdad, la libertad, la bondad, la paz, el


progreso, la igual dad, etc. O también: el éxito,
la afirmación de sí mismo a toda costa, el provecho, la
satisfacción inmediata, etc. En el contexto evangélico, las
bienaventuranzas.
de la
Los auténticos valores de la vida favorecen el desarrollo
persona. Todo organismo está de hecho dinamizado
por
las necesidades y está orientado y sostenido, en sus
directrices de crecimiento, por los valores que le atraen.
Los valores, en la medida en que se encuentran y se
interiorizan formando una jerarquía, actúan como una
fuerte carga energética que de un lado respon de a las
necesidades y de otro abre horizontes nue vos para
el crecimiento.
Todo lo que buscan los hombres, todo lo que hace de
ellos "seres voluntariosos", todo lo que de verdad cuen ta,
ésos son los valores. Donde es posible hacer "desa rrollarse
algo más al hombre", allí existe un valor.

Vivir para los valores significa no tomarse a sí mis mo como centro y abrirse, abandonar el
sentimiento veleidoso y egocéntrico, para ponerse
en relación con el otro, con todos los otros, con el
cosmos, con Dios. Para el creyente, además, hay una
dimensión nue va: sabe que "mediante la llamada de los
valores es Dios quien llama".

Cuando se habla de "valores", se habla de un


polo posi tivo que orienta, de un canipo magnético
que atrae, de algo que importa, que se percibe como
destacado en el propio contexto de la vida. Por
ejemplo: el bienestar, la cultura, el amor, la belleza, la
justicia, la fraternidad, la
Sin embargo, no todo aquello a lo que se llama valor lo es de
verdad. Hay algunas realidades que constituyen
"va lores auténticos". Son aquellas que promueven el
autén tico crecimiento de la persona humana, el desarrollo in
tegral de todas las dimensiones sin
restricción ni mutilaciones. Pero hay también otras
realidades que son "pseudovalores". Son aquellas que se
refieren a as pectos parciales del porvenir humano
presentados como absolutos, o a aspectos marginales,
periféricos, vividos como centrales. Con frecuencia se trata de
valores lúdicos, como el deporte, la moto, el coche, etc.; o
tam bién de sucedáneos de la realidad como la droga, la
vio lencia, el erotismo, etc. Estos pseudovalores normalmente
producen un crecimiento anormal de la personalidad.
Todo unilateralismo en el campo de los valores es deformante y
atrofiante. Frecuentemente origina confusión entre los
diversos niveles o apatía frente a ciertos valores cardi nales.

Los valores no existen en abstracto, teóricamente. Tie nen un contenido


existencial. Se necesita en cierta ma nera estar comprometido
con ellos para buscarlos. Son como "ideas inmanentes"
que reclaman, despiertan, po nen en actitud de
búsqueda. Se llega hacia ellos no di des rectamente,
sino a través de mediaciones. Hay que cubrirlos y
"descifrarlos" para poder hacerlos propios. Y para
que los valores descubiertos se conviertan en

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motivaciones, esto es, en impulso de acción y,


por tanto, en actitudes, es decir, en toma habitual de posición
per-. sonal en una determinada dirección, tienen que ser en
contrados por toda la persona, con todas sus dimensio nes y
niveles, según los dinamismos psíquicos propios de la
edad.

Por eso, para que la persona asuma los


valores indispen sables para el camino de su libertad es
necesario que los encuentre personalmente, a través de
diversas media ciones. Pueden encontrarse:

En los modelos educativos.

Puede ser el artista, el sindicalista, la madre de fami lia,


el joven militante, el sacerdote, el profesional pre
ferido, etc. Su comportamiento, su lenguaje, pueden
imitarse. Toda persona que crece tiene referencia en
muchos aspectos con "algunas personas clave". El proyecto
de hecho se desarrolla y se manifiesta con la
concurrencia de terceras personas, dentro de un
contexto racional. Al comienzo está la madre, luego el
padre, la familia, los compañeros de juego, la es
cuela, la pandilla de preadolescentes, los amigos, los
compañeros de trabajo, el grupo más amplio.

Es ahí, dentro de las situaciones personales


y de gru po, donde el educador es percibido por el
joven, me diante el dinamismo psíquico de la
identificación y la idealización, como un modelo, como una
persona en la
que
él se siente de alguna manera
prolongado. Se trata de una persona como
"connatural", realizadora de los propios deseos y
expectativas, una persona de la que se tiende a
asumir ideales y estilo de vida, por la que uno se siente
afianzado, un "testimonio lumino so" de una realidad vital.

En las situaciones concretas:

Ninguna enseñanza teórica, ninguna exhortación o


consejo, ningún castigo o acción coercitiva pueden
conducir a aquello que sólo se alcanza con la expe
riencia directa, con el contacto vivo con los proble mas y
las situaciones de la vida. A este nivel se capta "la fuerza
formativa" de los diversos valores con los que se entra en
contacto. Es entonces cuando se con
sigue hacerlos propios de modo que proyecto pue
da madurar.

Este contacto vivo entre la persona y los valores, que coloca a la persona "en marcha", se llama interiorización.
Cada vez más, el adolescente y el joven aceptan y
convierten en propios los valores, porque los han
comprendido en sí mismos, objetiva mente, y no porque
son la realidad indiscutible indica da
por la familia, la
escuela, el ambiente o las perso nas influyentes
para ellos.
En la interiorización tiene lugar un doble proceso: ante todo, "buscar la proporción de los valores"
propues tos o encontrados con el sistema de las
necesidades, aspiraciones o expectativas del sujeto y
en segundo término, enlazar profundamente los
valores individualizados e intuidos como autorrea-lización con
las necesidades y objetivos del yo.

Valores y proyecto de vida:


condiciones de un encuentro.

Los valores agrupados en constelaciones, ponen


en marcha poco a poco la elaboración del
proyecto de futuro. Ellos son el apoyo y alimento
del plan de vida, la realidad indispensable para llegar
a ser auténticamente uno mismo. "Es necesario-dice el filósofo
existencialista Lavelle- que yo sepa sacar a luz, de todos lo
posibles que hay en mí, el posible que yo puedo y
quiero ser".

El proyecto de vida conlleva en una unidad armónica el "propio posible". Ofrece la base para
la opción vital con la que la persona anticipa y
prepara la plena realización del propio ser, en
relación con el ambiente social y den tro de un
determinado cuadro de valores, percibido como capaz de
satisfacer las más íntimas aspiraciones de la persona
misma.

Sin embargo, no toda experiencia es auténticamente fuen te de maduración. No toda conciencia y


experiencia de los valores lleva consigo una
interiorización. Para que el encuentro con los valores
sea alimento y sostén del pro yecto de vida se necesitan
ciertas condiciones. Estas son las principales:

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La problematización de las experiencias de
vida.

Es necesario no dar por descontado, lo que


habitual mente se hace o se deja de hacer. Frente a las diver
sas experiencias de vida es necesario descubrir las
motivaciones efectivas y los valores implicados, ubi cando
su relación con el proyecto de sí mismo y de vida.
Toda experiencia significativa tiene que confron tarse con el
proyecto de vida para obtener luz y orien tación. Entonces
todo acontecimiento, pequeño o grande, adquiere su
sentido definitivo en referencia al proyecto.

La reflexión.

Para que el encuentro con los valores sea tal que permita
una efectiva interiorización, es indispensable un mínimo
de reflexión personal, de meditación. La reflexión
permite recoger las diversas dimensiones de la realidad, es
el nexo más profundo que une las diversas realidades. Se da
entonces un fenómeno de "examen
crítico" y de
"impregnación" de los valores encontrados.

El compromiso en primera persona.

Todo valor se hace propio en la medida en que se le


paga su tributo. Sin riesgo y sin participación directa,
sin compromiso en el esfuerzo, sin empeño y fideli dad, no
se logra asimilar los valores.

Hacerse personas dirigidas desde dentro.

Hay muchas fuerzas socio-ambientales, o interiores al


sujeto, que tienden a hacerlo depender de fuera de sí
mismo o de fuerzas internas deterministas: presio nes
conformistas, dependencias afectivas, alienacio nes
diversas, modas prevalentes, prejuicios, preven
ciones... Cada cual puede constatar en su vida la fuer
za de estos estímulos que tienden a dirigirlo desde
fuera, reduciendo y tal vez anulando, los esfuerzos
de la libertad. Ahora bien: una persona, educada
desde la infancia a realizar pequeñas opciones, no
del todo libres aún, pero acomodadas gradualmente al
niño, al preadolescente, al adolescente y al joven,
puede si tuarse de manera cada vez más autónoma frente a la
pluralidad y frecuentemente conflictividad de invita
ciones y solicitaciones. Poco a poco aprende a
des prenderse de lo que le presiona en sentido
conformis ta. Sabrá elegir y considerarlo todo, de
entre la plura lidad de los valores propuestos, a veces
opuestos en tre sí, de manera conforme a los "valores
núcleo" de su proyecto de vida. Puede entonces
hacerse una persona sustancialmente "dirigida desde
dentro".

Alimentar la "linea de vida preferencial".

Se trata de la dirección hacia la cual orientar la pro pia vida


para que alcance su plenitud. Toda persona abriga
dentro de sí diversas necesidades, algunas de ellas
contrastantes entre sí. No se puede satisfacer todas, so pena
de la desintegración interior y la esci sión de la
personalidad. Abandonadas tales fuerzas a la propia
iniciativa, conducen a un estado salvaje, a la anarquía
interior y social. Las necesidades no con formes y
compatibles con la "línea de vida" elegida no son malas,
pero apartan del fin.

Para que la "línea de la vida preferencial" sea clara y


constructiva es necesario no satisfacer directamente tales necesidades.
Estas se hacen sentir a través de los
impulsos, pero no se lo
satisface. Es necesario, en cambio, incrementar las
necesidades conformes a la línea preferencial elegida. Esto solo es
posible me diante la ascesis y la oración, el autocontrol y la
disci plina interior. Estas actividades constituyen el
terre no, el humus, que permiten el cultivo de la linea
de la vida, y dan la capacidad de canalizar las
necesidades no conformes, recuperando la energía de las
necesi dades no satisfechas directamente. Solamente así se
obtiene el crecimiento de la persona, sin la represión
de sí mismo.

Puede ocurrir por diversas causas, etapas de crisis


o cualquier otra cosa que la persona pierda la claridad y
la viveza de la línea de vida preferencial. Entonces
ya no se entienden las renuncias. Hasta la
propia iden tidad se oscurece. Se entra en crisis. No se
entiendeya uno mismo. Se ponen en entredicho las
mismas opciones básicas. Esto puede ocurrir a
cualquier edad.

Este es el tiempo en el que no hay que perder la


cal

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ma ni encerrarse en sí mismo, sino hacer opciones sin


prisas para justificarse después. Es el tiempo de un
reorientación de sí, de una verificación profunda, de
una reordenación de las opciones hechas al co
mienzo quizá con poca claridad y realismo. Y esto tanto
en el matrimonio como en la vida consagrada, en la vida
de creyentes lo mismo que en la de indife rentes y de
no creyentes.

2. LA ELECCION DE LA "PIEDRA FUNDA MENTAL" DEL


PROYECTO DE VIDA.
Ahora bien: el proyecto de futuro se elabora y se con solida
a cubrimiento y
través de una lenta individualización, des
elección de la "piedra fundamental" del propio proyecto
de vida. Se trata de ese algo al que se atribuye
mucha importancia del eje funda mental que orienta y
sostiene las propias opciones. Es como la piedra
angular o el punto geométrico bien exacto de un arco
de bóveda que sostiene y da seguri dad a toda la
construcción; la piedra fundamental hace de ángulo
visual en base al cual se mira a la vida, es timón de
dirección en la travesía.

La piedra fundamental está formada por valores


que constituyen el gozne de la propia vida, de esos
valo res en nombre de los cuales se dicen los no y lo si
que imprimen un sello y una dirección a la propia
existencia.

Los valores no se hallan dentro de la persona ni dentro del grupo humano en estado silvestre,
dispersos, desperdigados. Estos se polarizan en trono a un valor central que tiene que ver con el modo de ser,
un valor ligado a la identidad personal. En toda personalidad que funcione normalmente desde el punto de vista
psicológi co hay siempre un valor, o un conjunto de valores, que hace el papel de "absoluto", de "rasgo unificador".
Los valores centrales siempre dicen referencia al modo de ser. Son los valores cardinales que constituyen el
sostén del proyecto de vida. Otros valores, en cambio, se refie ren al poseer y existen con vistas al
ser. Estos se armo- La indiviudalización y la elección de la "piedra fun nizan y
subordinan a los valores-sostén de la personali-damental" del proyecto de vida lleva consigo,
por
dad.
tanto, el surgir, lento pero seguro, a pesar de las con
trariedades y los conflictos, de un valor central como
sentido último de la vida, un valor totalizante, capaz de incluir
de las
en una visión única, en un totum, todas y cada una
experiencias, de unificar los rasgos de la
persona lidad en torno a él.

Clases de piedra fundamental.

No todos los absolutos que cada persona elige y vive como "piedra fundamental" del propio
proyecto de visa son lo mismo. Varían de una persona
a otras según la cualidad del valor o grupo de valores y
las modalidades de integración de la personalidad.
Semejantes absolutos se diferencian entre sí de
este modo: absoluto trascen dente, si el valor
fundamental, al que dice relación en último
término, ser refiere a una realidad, persona o prin cipio
que está "más allá" de uno mismo o de la
realida des perceptibles con los sentidos. Normalmente
se trata de un valor auténticamente religioso, esto es, el
Dios de

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Feta individualización:
do
S
indra fundamen
tal del proyecto la define el psicólogo Goldon
Allport como "proceso de absolutización". La
inteligencia del sujeto, sostenida por la afectividad,
consigue aislar cada vez más una realidad como
"trascendente", o también simplemente como "absoluta",
con relación a las demás.

Entonces, poco a poco, quizá alguna vez


repentinamen te, un determinado valor o un grupo de
valores comienza a destacar en el cuadro de valores de la
personalidad. Este valor o grupo de valores asume
entonces el papel de "valor cardinal", o de "valor
vértice", o de "rasgo central" de la personalidad. Ese
valor organiza toda la personalidad,
estructurándola de una manera jerárquica, como
una pirámide. Imprimé un sentido a toda la expe
riencia del hombre. Estimula en una dirección bien de terminada el
esfuerzo de comprensión y de acción que es la vida del
hombre.

Solamente en base a él es posible localizar en una "vi sión orgánica y panorámica" las diversas
exigencias, las instancias que de dentro y de fuera
pulsan y reclaman una respuesta.
L

las grandes religiones, vivido realmente


como una reali dad "distinta y presente" a un tiempo
en la experiencia humana.

Absoluto de sustitución, si el valor fundamental,


al cual se tiene por referencia en última instancia, es una
reali dad que se agota por referencia del mundo
presente, lógico-racional, sensible, verificable, y
controlable. Mu chos valores de sustitución pueden
ser el progreso, la ciencia, el arte, la clase obrera, el
éxito profesional, el amor de una criatura...
Ahora bien: un proyecto de vida válido requiere
una "piedra fundamental" fundada sobre un
absoluto que sea auténticamente tal.

La verificación la dan las pruebas de la vida allí donde surge la


capacidad de validez a los medio y largos pla zos de la
vida. Los golpes "duros" ponen en evidencia la calidad y
validez de la propia "piedra fundamental". Es entonces
cuando se conoce si la casa de la propia vida está
construida sobre roca o sobre arena.

La opción personal.

El proceso de absolutización no tiene lugar


automáticamente aun siguiendo desde dentro la línea
de desarrollo del organismo. No es un fruto espontáneo ni
uniforme en todas las personas. Le elección de la piedra
fundamental tiene lugar en dos etapas y en determina das
condiciones.

Ante todo semejante opción merced a un proceso


de selección. Los valores experimentados se evalúan com
parativamente. Estos intentos de evaluación
pueden, naturalmente, llevar consigo una serie de errores.
Este es el modo natural según el cual toda
persona aprende y
madura normalmente.

Estos intentos pueden, por lo mismo, abarcar


momentos de notables frustraciones, demoras,
regresiones, fijaciones parciales. La línea de
desarrollo lleva consigo siempre obstáculos más o
menos llamativos. Se necesita tomar la dirección
compleja del camino recorrido. Este proce so de
selección es continuo, con algunos momentos de
mayor intensidad.
En segundo lugar, un proceso de opción. El dinamismo psicológico que orienta la personalidad
juvenil en torno a un valor absoluto es la decisión. Esta
implica la inteligen cia, la afectividad, la operatividad a
lo largo del hilo con ductor de la vida. Comprende toda
la historia del sujeto, incluidos los factores del
inconsciente.

Condiciones indispensables para una opción válida de la "piedra fundamental" dei proyecto de vida
son la auten ticidad de los valores vividos, la relación armónica
valor central y los demás valores, la ayuda
entre el
pedagógi ca adecuada.

3. LA COMPROBACION SOCIOAMBIENTAL
DEL PROYECTO DE VIDA.

Para que el proyecto de vida se desarrolle y se consolide tiene que pasar a través de una "confrontación crítica" con
los ambientes de vida.

en

De hecho, los valores que constituyen el núcleo del proyecto no se encuentra en abstracto,
intelectualismos y teorizaciones, ni en bellos discur sos, sino
en situaciones vivas y concretas de los am bientes de vida.
Estas son el lugar, también geográfico, en el que surgen
los modelos con los que hay que con frontarse, en los que
interactúan fuerzas psicosociológicas que influyen en la
persona humana. De aquí es de donde arranca el
proyecto, donde crece, se reencuentra y da su fruto, o, al
contrario, puede quedar aprisionado.

Por ambiente de vida se entiende el conjunto de


cosas, personas, objetos, situaciones, cuando
establecen una relación perdurable en el tiempo, y
que en cierta manera incide sobre las mismas
personas, modificando su rela ción entre cada uno
de los componentes. Resulta de todo ello un
conjunto más o menos homogéneo de valores, de
juicios, prejuicios, filosofias de vida, usanzas, tradicio
nes, lugares comunes, modos de obrar, de decir, de
pen sar, de reaccionar más o menos inmediatos e
irreflexivos.

Necesariamente, una persona vive sobre todo en un


de terminado ambiente, que influye en ella y está en rela
ción con otros ambientes. El individuo puede ser
más o menos consciente de esta influencia, puede
sufrirla u orientarla. De hecho existe a nivel
habitualmente de sim

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ple influencia sobre las opciones de cada uno, o


también, alguna vez, de modo determinante.

"El hombre -escribe Pablo Freire, pedagogo brasileño es


sujeto de relaciones y no sólo de contactos, porque
no solamente está en el mundo, sino que forma parte del
mundo. Su estar con el mundo deriva de su estar abierto a la
realidad, por la cual él se hace sujeto de relaciones... Nadie
libera (educa) a nadie, sino que los hombres se liberan
(educan) en conjunto, con la mediación del mun do".

El proyecto tiene que ver con los ambientes de vida ade


más de con los factores personales temperamentales. Hoy
día, la incidencia de los ambientes de vida se ha ido
acentuando y multiplicando como consecuencia de la
rápida evolución social imperante y la creciente sociali
zación. Toda persona que quiera elaborar un proyecto vivo y
válido tiene que revisar constantemente el tipo de relación
existente entre ella misma y los ambientes de vida.

Los ambientes de vida.

La familia.

Constituye dentro de la sociedad,


entendida en el sen tido más amplio, el
microambiente, las más de las ve ces condicionado por
las culturas y los medios de co municación social. Por encima
de las nes del momento, la familia
transformacio
permanece como lugar de encuentro de diversas
generaciones que se ayu dan mutuamente a alcanzar una
sabiduría humana más completa y armoniza los
derechos de las personas con las exigencias de la
vida social.

El grupo.

Puede ser vivido de diversas maneras, según el tipo de


grupo y la edad del sujeto. Puede ser un grupo
social o de amigos, centrado sobre las
necesidades afectivas de cada uno de los
componentes, o un gru po de pertenencia, de referencia o
de ambas cosas, según el lazo entre el sujeto y el
grupo. Puede ser la pandilla de preadolescentes,
el pequeño grupo de ado lescentes, el grupo
juvenil, comprometido o no en los
grandes problemas del momento.

La escuela.

Referente al proyecto de vida, la escuela tiene una


función de estímulo, de abertura de horizontes, de
asunción de contenidos, con tal de que el que a
ella asiste reciba las debidas motivaciones.

El trabajo.

El ambiente de trabajo es una forma de escuela muy


exigente, donde el proyecto personal está sometido a
dura prueba. Normalmente se dice que uno es adulto
cuando sabe trabajar, ser autónomo, no sólo econó
micamente; cuando sabe ser profesionalmente cua
lificado, sabe contar con un horario, con las leyes de
trabajo, frecuentemente muy exigentes. Es capaz de
solidaridad con los compañeros y de ejercer demo
crática sus derechos. La función del trabajo en la fá
brica, en el campo, en la oficina, en la enseñanza, en
casa, puede tener estas funciones tocante al proyec to.
Hace como el viento de marzo y abril: sacude del árbol los
brotes sobrantes, esto es, los sueños del niño, bellos pero
inconsistentes, y da solidez a lo que que da, a lo que
es fruto del trabajo personal. Todo pro yecto, para lograr
solidez, debe medirse con la reali dad de la vida, con su
dureza.

La parroquia.

Algunos de los que viven en los diversos


ambientes de vida se encuentran en la comunidad
cristiana fun damentalmente por un motivo
especifico y bastante importante para el futuro
del proyecto, el de la fe en Jesucristo. Aquí se
escucha la palabra de Dios, se celebra la Eucaristía y los
demás sacramentos, se vive en asociaciones de catequesis,
de caridad, de anima ción; se verifican las variedades y
contenidos del propio compromiso, etc. este
ambiente lo crean aquellos que han elegido un
proyecto de vida conforme al Evange lio.

Los ambientes del tiempo libre.

Hoy, a diferencia del pasado, casi todas las personas disponen de un determinado tiempo libre
para usarlo se gún las preferencias-personales.
Para salir al encuentro

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B

de esta realidad han nacido ambientes de tiempo libre:


televisión, el periódico, la moda, el cine, el deporte, el baile,
el club, los círculos culturales, etc.

(tomado de Giuseppe Soverigo *Proyecto de Vida. En busca


de mi identidade Ed. Atenas, Madrid, 1994 Pga 231-249)
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