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2000
CHI
Wat
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la necesidad de amar y ser amado;
la necesidad de ser alguien que valga y de ser
reco nocido como tal por parte de las personas
importan tes para el interesado;
la necesidad de existir y de tener los medios y un lugar propio para vivir a su manera;
la necesidad de tener y percibir la propia
identidad en relación con el presente y el futuro;
Vivir para los valores significa no tomarse a sí mis mo como centro y abrirse, abandonar el
sentimiento veleidoso y egocéntrico, para ponerse
en relación con el otro, con todos los otros, con el
cosmos, con Dios. Para el creyente, además, hay una
dimensión nue va: sabe que "mediante la llamada de los
valores es Dios quien llama".
Este contacto vivo entre la persona y los valores, que coloca a la persona "en marcha", se llama interiorización.
Cada vez más, el adolescente y el joven aceptan y
convierten en propios los valores, porque los han
comprendido en sí mismos, objetiva mente, y no porque
son la realidad indiscutible indica da
por la familia, la
escuela, el ambiente o las perso nas influyentes
para ellos.
En la interiorización tiene lugar un doble proceso: ante todo, "buscar la proporción de los valores"
propues tos o encontrados con el sistema de las
necesidades, aspiraciones o expectativas del sujeto y
en segundo término, enlazar profundamente los
valores individualizados e intuidos como autorrea-lización con
las necesidades y objetivos del yo.
El proyecto de vida conlleva en una unidad armónica el "propio posible". Ofrece la base para
la opción vital con la que la persona anticipa y
prepara la plena realización del propio ser, en
relación con el ambiente social y den tro de un
determinado cuadro de valores, percibido como capaz de
satisfacer las más íntimas aspiraciones de la persona
misma.
La reflexión.
Para que el encuentro con los valores sea tal que permita
una efectiva interiorización, es indispensable un mínimo
de reflexión personal, de meditación. La reflexión
permite recoger las diversas dimensiones de la realidad, es
el nexo más profundo que une las diversas realidades. Se da
entonces un fenómeno de "examen
crítico" y de
"impregnación" de los valores encontrados.
Los valores no se hallan dentro de la persona ni dentro del grupo humano en estado silvestre,
dispersos, desperdigados. Estos se polarizan en trono a un valor central que tiene que ver con el modo de ser,
un valor ligado a la identidad personal. En toda personalidad que funcione normalmente desde el punto de vista
psicológi co hay siempre un valor, o un conjunto de valores, que hace el papel de "absoluto", de "rasgo unificador".
Los valores centrales siempre dicen referencia al modo de ser. Son los valores cardinales que constituyen el
sostén del proyecto de vida. Otros valores, en cambio, se refie ren al poseer y existen con vistas al
ser. Estos se armo- La indiviudalización y la elección de la "piedra fun nizan y
subordinan a los valores-sostén de la personali-damental" del proyecto de vida lleva consigo,
por
dad.
tanto, el surgir, lento pero seguro, a pesar de las con
trariedades y los conflictos, de un valor central como
sentido último de la vida, un valor totalizante, capaz de incluir
de las
en una visión única, en un totum, todas y cada una
experiencias, de unificar los rasgos de la
persona lidad en torno a él.
No todos los absolutos que cada persona elige y vive como "piedra fundamental" del propio
proyecto de visa son lo mismo. Varían de una persona
a otras según la cualidad del valor o grupo de valores y
las modalidades de integración de la personalidad.
Semejantes absolutos se diferencian entre sí de
este modo: absoluto trascen dente, si el valor
fundamental, al que dice relación en último
término, ser refiere a una realidad, persona o prin cipio
que está "más allá" de uno mismo o de la
realida des perceptibles con los sentidos. Normalmente
se trata de un valor auténticamente religioso, esto es, el
Dios de
Solamente en base a él es posible localizar en una "vi sión orgánica y panorámica" las diversas
exigencias, las instancias que de dentro y de fuera
pulsan y reclaman una respuesta.
L
La opción personal.
Condiciones indispensables para una opción válida de la "piedra fundamental" dei proyecto de vida
son la auten ticidad de los valores vividos, la relación armónica
valor central y los demás valores, la ayuda
entre el
pedagógi ca adecuada.
3. LA COMPROBACION SOCIOAMBIENTAL
DEL PROYECTO DE VIDA.
Para que el proyecto de vida se desarrolle y se consolide tiene que pasar a través de una "confrontación crítica" con
los ambientes de vida.
en
De hecho, los valores que constituyen el núcleo del proyecto no se encuentra en abstracto,
intelectualismos y teorizaciones, ni en bellos discur sos, sino
en situaciones vivas y concretas de los am bientes de vida.
Estas son el lugar, también geográfico, en el que surgen
los modelos con los que hay que con frontarse, en los que
interactúan fuerzas psicosociológicas que influyen en la
persona humana. De aquí es de donde arranca el
proyecto, donde crece, se reencuentra y da su fruto, o, al
contrario, puede quedar aprisionado.
La familia.
El grupo.
La escuela.
El trabajo.
La parroquia.
Hoy, a diferencia del pasado, casi todas las personas disponen de un determinado tiempo libre
para usarlo se gún las preferencias-personales.
Para salir al encuentro