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TEMA 1.

- EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
I. Panorámica general del mundo greco–romano.
II. El pensamiento pre filosófico.
III. Completar el mito con el logos.
IV. Los filósofos presocráticos.

I.- Panorámica general del mundo greco-romano:


La Historia de la Grecia Antigua, cuna de la filosofía Occidental, se divide en tres grandes periodos:
I. Arcaica, siglos VIII-VI a.C. Expansión geográfica: 1) Jonia Mileto, Éfeso, Samos; 2) Magna
Grecia (Elea, Metaponto, Tarento, Agrigento, Leontino). Homero y Hesíodo (Mitología). Los
presocráticos (La Naturaleza, φυσισ). Reformas preparan la democracia.
II. Clásica, siglos V-IV a.C. Edad de oro. Cambios militares (caballería + infantería). Ocio y
política. Atenas, centro cultural, comercial. Influencia extranjera. Religión práctica (sin
dogma). Sofistas, Sócrates, Platón y Aristóteles (Hombre y sociedad).
III. Helenística, siglos III-I a.C. Alejandro Magno. Descomposición polis griegas: Transformación
política y crisis. Religiones orientales. Alejandría. Imperio Romano: dominio militar de
Grecia. 1º Escuelas Helenísticas. 2º Sincretismos, Neoplatonismo (Filosofía + Religión).
II.- El pensamiento mítico.
Expresar en breve espacio lo que es un mito con rigor es complicado y se puede dar una visión un
tanto reduccionista de él, alejada de su sentido real. Un gran especialista en la antigüedad señala que
“un mito no es una fábula ni una alegoría, y sólo desde una óptica racionalista podría definirse como
una ‘ficción’”1. En el siglo XVIII se consolidó una idea peyorativa que lo considera como una simple
invención imaginaria. Para comprender su significado hay que analizar la forma de pensamiento que
hace posible este tipo de construcciones.
El hombre primitivo vive desbordado por la Naturaleza. 2 Necesita controlar su vida para
desenvolverse con acierto entre lo que le rodea, pero es consciente de su incapacidad. La razón pide
una solución global y coherente sobre cómo saber vivir y orientarse con la certeza de que no se está
equivocando, que va a tener una existencia lograda, sin frustraciones y desengaños, sin tener que
cambiar de rumbo a cada paso. Esto le lleva a buscar el sentido último de las cosas. ¿Qué sentido
tiene lo que pasa: dolor, sexo, muerte, trabajo, catástrofes,...? El hombre primitivo piensa que la
naturaleza esta conectada con un ser misterioso detrás de todos los misterios. Comprende la
naturaleza -anterior a él- como dotada de una intencionalidad -anterior a la suya- que le da su sentido.
Quiere conocer la realidad y llegar a su último porqué, pero ve la existencia “cargada de exigencias
que no son susceptibles de ser satisfechas en el ámbito de la existencia misma: los ‘porqués’ más
decisivos (los que hacen relación a la verdad, la felicidad, la justicia, el amor,…) no se resuelven con el
tiempo; al contrario, este los complica. Por esto para ser coherente con su naturaleza y comprender
consiguientemente la existencia, la razón es constreñida a admitir la existencia de un incomprensible:
la misma exigencia de explicación exhaustiva que constituye la razón lleva al espíritu del hombre a
intuir la respuesta a dichos porqués como un quid existente más allá de la propio existencia; un quid
constitucionalmente fuera de la posibilidad de comprensión, inconmensurable para la mente humana.
Así surge el concepto de misterio.”3

1
GARCÍA GUAL, C.: La mitología, interpretaciones del pensamiento mítico. Montesinos. Barcelona, 1989. pg. 9.
2
Resulta interesante, para pensar en la visión que el hombre antiguo tiene de la Naturaleza y cómo esta visión influye de
forma decisiva en el tipo de pensamiento que elabora, el libro de FRANKFORT, WILSON Y JACOBSEN: El pensamiento
prefilosófico, F.C.E. nº 97 y 98. México, 1974. En especial pp. 13 - 44 (T. I) y 191-225 (T. II).
3
GIUSSANI, LUIGI: El sentido religioso. Encuentro. Madrid, 1981; p. 43.
El pensamiento religioso consiste en pensar la naturaleza en su conexión con el Misterio: experiencia
que se articula en una serie de creencias y prácticas. Al no encontrar en la naturaleza la explicación
de lo que sucede en ella y ver que tampoco depende del hombre, piensan que su explicación tiene
que estar más allá de la realidad captada y la conciben vinculada con alguna fuerza sobrenatural. Las
creencias dan al hombre una concepción del mundo y de la vida, el pensamiento mítico son las
elaboraciones realizadas en conexión con ellas.4 Sobre una fe concreta (pueblo griego: politeísmo,
antropomorfismo,…), creación del hombre y su tendencia natural a vivir la vida con una dimensión
religiosa, se elabora una reflexión explicativa de lo real, que tendrá los defectos y virtudes de esa fe.5
Se aprecia así que la imaginación no es lo esencial del pensamiento mítico. Ellos no buscaban construir
fantasías, sino explicaciones sólidas, basadas en sus creencias indudables, que integraban razón y
vida.6
El mito parte de la conexión entre natural y sobrenatural, vivenciada en la religión, y pretende explicar
y transmitir las más profundas convicciones de un pueblo. Los mitos encierran una sabiduría ancestral,
antiguas experiencias que dan una explicación simbólica de los fundamentos de la vida social. De ahí
que su conservación y transmisión sea de una tarea de trascendencia incalculable para la identidad
de la comunidad. La tradición oral los conserva de generación en generación, como una realidad viva
en la memoria de los individuos. Para desarrollar esa función colectivo-popular tan relevante se
necesitan individuos especialmente dotados. Sólo la fiel transmisión de los mensajes recibidos hace
posible salvaguardar los dones divinos y las antiguas experiencias irrepetibles en que están fundadas.
Las personas especialmente dedicadas a esa tarea son los sacerdotes, quienes velan por la transmisión
de ese acervo de doctrinas. Además, basada la explicación de la naturaleza en la voluntad de los dioses
es difícil hacer ciencia, saber de lo natural; por lo que el pensamiento mítico, más que sabios necesita
augures, adivinos, oráculos.
En Grecia, sin embargo, la tarea transmisora es asumida por los poetas, maestros en la recitación,
cuidada composición y memorización.7 Como resultado, la mitología griega, al margen de la fidelidad
de la transmisión, adquiere en su alianza con la poesía una enorme libertad; por otro lado, la aparición
de la escritura que permite superar la cultura oral facilita la estructuración e interpretación de la
mitología anterior y así aparecen las construcciones que hacia el siglo VIII a. de C. hacen los “poetas”
HOMERO –autor de la Ilíada y la Odisea– y HESÍODO –escribe la Teogonía y Los trabajos y los días–8. Sus

4
Así señala G. GUAL que “los mitos suministran una primera interpretación del mundo. En tal sentido tienen mucho que
ver con la religión. Y también en el sentido de que, al funcionar como creencias colectivas, como un repertorio de relatos
sabidos por la comunidad, vinculan a ésta con su tradición y fundan una suma trabada de creencias que trasmite una
cierta imagen del mundo, previa a los saberes racionales y a las técnicas y ciencias.” Op. Cit. p. 21.
5
GIUSSANI, L.: “El sentido religioso como afirmación de un significado último, se corrompe al identificar su objeto con algo
que el hombre escoge dentro del ámbito de su experiencia; …, con algún aspecto de su vida, es decir con algo
comprensible para él. … En todo caso, es importante subrayar que al corromperse el sentido religioso la razón no puede
evitar el identificar prematura y presuntuosamente el valor último con un elemento de la ámbito de la existencia, con un
aspecto de su experiencia: y eso es lo que la Biblia llama idolatría … Es de notar que el hombre tiende siempre a identificar
idolátricamente a Dios con el elemento de la experiencia más llamativo y más impresionante para él; así, según las
distintas fases de su evolución, tenderá en la época primitiva a identificar a Dios con los aspectos de la realidad que más
impresionan del exterior (rayo, fuego, sol, etc. …); en la época bárbara, a identificar a Dios con el principio generador de
la realidad social (antepasados, tribu, nación, estado); o en la época racionalista, a identificarlo con algo más inmanente
al yo (de la experiencia panteísta al progresismo cientificista).” Op. Cit., pp. 49-52.
6
ELIADE, M.: “El mito relata una historia sagrada,... Mas relatar una historia sagrada equivale a relatar un misterio, pues
los personajes del mito no son seres humanos: son dioses o héroes civilizadores, y por esta razón sus gestas constituyen
misterios: el hombre no los podría conocer si no le hubieran sido revelados. El mito es, pues, la historia de lo acontecido
in illo témpore,... “Decir” un mito consiste en proclamar lo que acaeció ab origine. Una vez “dicho”, es decir, “revelado”,
el mito pasa a ser verdad apodíctica: fundamenta la verdad absoluta.” Lo sagrado y lo profano, Labor. 5ª ed. Barcelona,
1983. pp. 84-5.
7
G. GUAL: “El poeta, guardián de un saber tradicional, no inventa, sino que repite temas y evoca figuras divinas y heroicas
de todos conocidas, al tiempo que reitera fórmulas épicas y se acoge al patrocinio de las musas para que ellas garanticen
la veracidad de sus palabras.” Op. Cit. p. 29
8
JAEGER considera que hay una clara diferencia entre lo que hacen HOMERO y HESÍODO, y sostiene que este supone un grado
más evolucionado de pensamiento y esta más cercano a la filosofía, dejando una clara línea de evolución entre el pensar
mítico y el filosófico. Vid.: La teología de los primeros filósofos griegos, FCE. Madrid, 1982. pp. 7-42. Lo referente a

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obras, como expresión literaria, quedan expuestas a la crítica y la ironía que desarrollarán los primeros
filósofos y los sofistas. El modo mítico de pensar no encajaba en su intento de dar una explicación del
mundo y de la vida humana exclusivamente desde la razón.
Podemos por tanto decir que un mito es un modelo explicativo originario, un arquetipo (αρχή: origen;
τυποσ: modelo). Suele reflejar la conciencia que el hombre religioso tiene de la intervención del
Misterio, estableciendo, con base en ello, unos modelos ideales y permanentes del desarrollo de lo
natural y lo histórico desde el principio de los tiempos, tal como fue fijado por los dioses. El “mito es
una narración llena de colorido e imágenes que brota de una necesidad del hombre: trascender los
hechos y acontecimientos que forman su vida, para integrarlos en una línea que de sentido y valor a
su existencia... Su significación se orienta en dos líneas fundamentales: dan respuesta a cuestiones
profundas… y... son un lugar de identificación colectiva. En las antiguas sociedades religiosas,
funcionaban mitos que ofrecían al creyente orientaciones y guías tendentes a explicar su existencia a
la luz de la fe... Los mitos antiguos intentan enlazar el origen de una institución, costumbre o utensilio,
con el tiempo primordial, es decir, con el tiempo de la actuación de los dioses. El prestigio que
trasmiten, a quienes viven de acuerdo con el mito, les viene del pasado.”9
El mito define el valor de las cosas dentro de la vida, orientando al hombre en su proceder con Dios,
los hombres y el mundo (µιτοσ → ritos).10 El mito es, por tanto, una descripción existencial, no-
científica y no-filosófica, de la experiencia humana con la que se da una explicación de la realidad
que la razón no puede ofrecer. No es irracional, pues la razón no aceptaría la respuesta, necesita no
ser sólo racional porque ve que la sola razón, no puede solucionar el problema que se plantea. Hay
datos del problema que están fuera de la experiencia, como si fueran ajenos a las posibilidades de la
razón. En este sentido, es un relato ideal de la experiencia humana en cuanto marcada por la
insuficiencia y la insatisfacción. “Los mitos son narraciones sobre el origen, sobre lo ancestral. Explican
el presente por el pasado: porque en el principio ocurrieron tales sucesos, ahora pasa lo que pasa.
Suponen que hubo un tiempo primordial en que los dioses convivían con los hombres; pero esa
armonía se rompió: hubo una caída, un pecado, que hizo que la vida humana se volviera costosa. …
Los mitos no son falsos o no tienen porque serlo. Tratan de dar respuesta a cosas evidentes e
innegables, pero lo hacen de un modo imaginativo, mediante una historia que se remonta a los
orígenes. Hoy pervive en la literatura. El Señor de los anillos o La historia interminable son ejemplos
ya clásicos."11
Sobre esa experiencia del vivir humano se levanta la fe, y para expresar la fe se elaboran los mitos. El
valor de la fe se extiende a los mitos a que da vida. A distinta fe, distintos mitos. Los mitos son
narraciones simbólicas en las que se expresa gráficamente el sentido de las vivencias más profundas
y trascendentales. El mito explica, despierta y da sentido a esas vivencias. Sin ellas se convierte en
una realidad perdida e incompleta. Algo ininteligible, que sólo puede verse como mera fantasía,
resultado de un proceso imaginativo. En este sentido, en la medida en que en el mito hay algo más,
la aparición del saber racional no lo anula; lo complementa y purifica al mostrar posibles
contradicciones del saber racional con la fe sobre la que crece. Así como la fe es una constante en la
historia del hombre, también los mitos son realidad permanente. Hoy día, también se desarrolla un

HOMERO y HESÍODO, pp. 16-23. El resto es muy interesante, refleja el contraste entre religión, teología primitiva y
posteriores.
9
GÓMEZ PALACIOS, JOSÉ JOAQUÍN: “Mitos de ayer y de hoy” p. 5-6.
10
“La función magistral del mito es, pues, la de “fijar” los modelos ejemplares de todos los ritos y de todas las actividades
humanas significativas: alimentación, sexualidad, trabajo, educación, etc. Al comportarse en cuanto ser humano
plenamente responsable, el hombre imita los gestos ejemplares de los dioses, repite sus acciones...” ELIADE, Op. Cit. p.
87. El mito lleva al rito porque para ambos “lo esencial consiste en evocar periódicamente el acontecimiento primordial
que ha fundado toda la actual condición humana. Toda su vida religiosa es una conmemoración, una renovación. El
recuerdo reactualizado por los ritos desempeña un papel decisivo. El verdadero pecado es el olvido”. ELIADE: Mitos, sueños
y misterios p. 44. Citado por AGIS, M. en Pensamiento nº 183. pp. 337-344: “Mito y Filosofía. En torno a Mircea Eliade”
11
CORAZÓN GONZÁLEZ, R.: Saber, entender… vivir. Rialp. Madrid, 2002. Pg. 29-30.

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intenso pensamiento mítico para explicar las cosas y orientar las acciones.12 Es un hecho histórico,
por tanto, que la aparición del pensamiento racional–crítico, no solo no anuló el pensamiento mítico,
sino que mostró más nítida su auténtica dimensión, como complemento exigido por las limitaciones
inherentes a la razón.
III.- Completar el mito con el logos.
El paso del mito al logos suele considerarse como el nacimiento de la mayoría de edad cultural.
Supone una purificación paulatina de las antiguas explicaciones de lo real mediante el uso, cada vez
más exclusivo, de la razón que permite la aparición de una vía explicativa más a la medida de nuestras
capacidades y en consonancia con las exigencias de nuestra naturaleza racional. Sin embargo, no es
del todo riguroso pensar que la filosofía sustituye o anula el pensamiento mítico–religioso.13
El pensar filosófico racionaliza la realidad, explicando la realidad desde ella misma, como un objeto
independiente de mi y mis vivencias. La temática y necesidad a la que responde la filosofía es la misma
a la que respondía el pensar religioso: El significado y razón de ser de todas las cosas que pasan. El
mito intentaba dar una explicación absoluta y definitiva, a la vez que práctica y concreta, a esas
cuestiones y, para ello, parte de lo que vivencia como originario, definitivo y absoluto: los dioses. La
filosofía aspira a lo mismo, e intenta dar respuestas absolutas a esas cuestiones, pero solo desde la
razón -dejando de lado todo lo que de vivencia personal hay en el corazón de las cosas- y no tomando
como punto de partida, aceptado acríticamente, una fe determinada. Pronto muchos filósofos,
SÓCRATES entre ellos, se darán cuenta de que la razón se tiene que limitar a ser una aspiración,
permanente y cada vez más lograda, pero una aspiración, a la sabiduría absoluta, a la respuesta
racional completa y definitiva. Más allá de los logros conseguidos por este esfuerzo objetivador hay
un lugar apropiado para el pensar mítico-religioso que no elude la verdad última sobre el sujeto.
Así pues, lo que lleva a la filosofía a plantearse las cuestiones fundamentales, al igual que en el mito,
es la necesidad humana de tener un saber del vivir, una concepción del mundo en el que debe actuar.
¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Qué es? ¿De dónde viene? ¿A dónde va? ¿Cuál es el origen de la
Naturaleza? Los primeros filósofos conciben que el saber de la Naturaleza se alcanza al determinar
cuál es la causa original de que esté ahí, determinar cómo puede explicarse ella a sí misma, qué es lo
que hay en ella misma que nos pueda dar la clave de su ser. Para los griegos la clave esta en los
principios, en los orígenes.14 Entendiendo los orígenes, veremos claro el desarrollo hasta aquí y el que
debe seguir en adelante. En este sentido, para los primeros filósofos, el arche (αρχη) es la raíz, el
origen, de donde surge todo lo que hay.

12
Los dioses modernos dan lugar a mitos nuevos, con alguna característica diferente. Vid. Obra Citada: “Los mitos
modernos intentan proyectar el futuro sobre el presente. El pasado aparece como algo negativo y oscuro. Hay que vivir
desde el futuro, proyectándolo sobre nuestras acciones. Es la luz de lo por–venir quien orienta y decide sobre el valor de
lo cotidiano. Todo lo que sea anticipar el futuro es válido, comporta prestigio, ordena la existencia y carga de sentido el
esfuerzo diario.” p. 6.
13
“Cuando se ha hecho la historia del pensamiento griego se ha opuesto –con apoyo en un texto de Aristóteles– la filosofía
–la racionalidad– al mito. Es preciso abandonar esa suposición, que resulta falsa o, cuando menos, superficial. El filósofo
griego no desdeña el mito (se vera muy claramente en Platón) ni desprecia los misterios, es decir, esos saberes ocultos,
arcanos, solo para iniciados, que prometían la salvación y la liberación de la caducidad. Cuando empieza el pensamiento
filosófico existe una larga tradición de pensamiento mítico. Nunca será abandonado del todo. Pero a la vez se desea la
verdad. No hay contradicción, sino clara conciencia de que la reflexión filosófica se encuentra siempre con fronteras.”
GÓMEZ PÉREZ, RAFAEL: Historia básica de la filosofía. Magisterio. Madrid, 1986. pg. 13.
14
Esto se ve en el mito igual que en la filosofía: El mito “consiste siempre en el relato de una “creación”: se cuenta cómo
se efectuó algo, cómo comenzó a ser. He aquí la razón que hace al mito solidario de la ontología, no habla sino de
realidades, de lo que sucedió realmente... Todo mito muestra cómo ha venido a la existencia una realidad, sea esta la
Realidad Total, el Cosmos, o tan sólo un fragmento de ella: una isla, una especie vegetal, una institución humana. Al
narrar como han venido las cosas a la existencia, se les da una explicación y se responde indirectamente a otra pregunta:
¿por qué han venido a la existencia?. El “por qué” está imbricado en el “cómo”. Y esto por la simple razón de que al referir
cómo ha nacido una cosa se revela la irrupción de lo sagrado en el Mundo, causa última de toda existencia real.” ELIADE,
M.: Lo sagrado y lo profano, pp. 85-86.

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Para los griegos el concepto de “todo lo que hay” se identifica con el concepto de Naturaleza (φύσις,
se deriva del verbo φυσει, que significa generar, nacer, desarrollarse, crecer, fuerza productora o
generadora) que, aun siendo máximamente plural, se manifiesta como una totalidad. No deja de estar
ahí, pero esta en cambio incesante. El movimiento y la diversidad es parte innegable de lo que hay.
Todo es Naturaleza (recordemos la diferencia en el modo de enfrentarse con la Naturaleza entre los
griegos y nosotros, para nosotros lo difícil es acceder a la Naturaleza. Nos rodea lo artificial más que
lo natural.) Por ello se les plantea una gran dificultad: ¿cómo es posible que todo sea lo mismo y, a la
vez, sea tan distinto? ¿Cómo puede ser algo dado -lo que hay-, sin dejar de ser lo que de ella surge?
IV.- Los filósofos presocráticos.
La respuesta la encontraron en el origen, en la causa raíz que hace que haya lo que hay. En el origen
común estará la explicación de la identidad y diferencia de todo lo que hay, de la unidad permanente
y la pluralidad cambiante. Es característico de la primera respuesta que intentaron el que, de entre
todas las causas posibles de la Naturaleza, se centraron en la causa material. Lo que en el fondo refleja
que lo que ellos afrontaron inicialmente fue la materialidad misma de la Naturaleza: ¿De dónde viene
la naturaleza material? ¿Por qué su variación y su uniformidad?
En el siglo VI a. de C. se dieron las primeras respuestas a estas cuestiones. Tres fueron los estilos de
sus respuestas y, por ello, se divide a los presocráticos en Físicos, Metafísicos y Pluralistas. Para los
Físicos: Esta Naturaleza plural proviene de, y está constituida por, un mismo principio cinético que en
virtud de su propio movimiento causa toda la realidad visible. Para los Metafísicos: Ante una visión
tan material del origen, que consideran incompleta, desarrollan un planteamiento metafísico con un
pensamiento más abstracto, y llegando a considerar a los conocimientos sensibles como de escaso
valor para formar por sí solos un conocimiento veraz sobre la Naturaleza. La Naturaleza se explica por
una razón oculta más que por un elemento material originario común a toda ella. Para los Pluralistas:
Un mismo principio material no puede explicar de forma simultánea el elemento del que se componen
todos los cuerpos de la Naturaleza y la causa por la que cambian. Si en el principio estuviera la razón
de la transformación se produciría la autodestrucción del principio. Pero como no se puede negar la
unidad permanente y el cambio incesante, y deben explicarse desde el principio, buscan una
pluralidad de principios materiales, añadiendo alguna fuerza motriz que desencadene el proceso de
generación, ya que sin ella no se explica por qué las cosas no permanecieron como estaban.
Filósofos Físicos:
TALES DE MILETO (hacia el 585 a.C.) Piensa que el agua puede explicar el ser de lo que hay desde su
origen. Todo, en su origen, es agua y todo está lleno de dioses
ANAXIMANDRO (hacia el 560 a.C.) Piensa que tanta determinación no puede estar en un elemento tan
específico. Para que el principio pueda determinarse de tan distintos modos debe ser él mismo
indeterminado. Todo surge y se resuelve en una sustancia que está en todas y no es ninguna, por ello
puede ser ilimitadamente transformable. Es el apeiron (de ἄπειρον, = negación, πείραρ = límite).
ANAXÍMENES (hacia el 546 a.C.) Pierde la abstracción de ANAXIMANDRO y concreta la sustancia original y
originaria en el aire (πνεύμα). Este sufre transformaciones físicas y da lugar a todo lo demás.
Filósofos Metafísicos:
PITÁGORAS (hacia el 530 a. C.) Fundador de una secta que aspiraba a la purificación por la vida ascético–
teorética. El cultivo de las matemáticas y la música les llevó a elaborar una consideración matemática
del universo. Todo lo que hay se resuelva en explicaciones numéricas. El arche es el número (la unidad,
que es a la vez par e impar y refleja su visión dualista de la Naturaleza inspirada en el orfismo, Afirma
la inmortalidad del alma y la reencarnación). El elemento origen y originador no es tanto un elemento,
algo material sino una realidad distinta, inmaterial (=formal). Influirá notablemente en Platón.
HERÁCLITO (hacia el 500 a.C.) La Naturaleza se manifiesta como algo en constante devenir. Esa dinámica
incesante es la esencia de todo. Todo presupone su contrario, y esta alternancia de los opuestos crea
la vida. “Panta rei” (“Todo fluye”). “Renovarse o morir”. Nada es definitivo, salvo esta dialéctica. Por
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eso, esta discordia patente es fruto de una armonía única de fondo. Pues lo esencial (que todo cambia)
no cambia jamás. El cambio no es cambiable. Sólo hay una sustancia fundamental que es siempre la
misma y toma como apoyatura material el fuego: la sustancia más móvil, cambiante y destructiva
(niega el ser presente y afirma un ser venidero). Hay una razón oculta que rige los cambios.
PARMÉNIDES (hacia el 490 a.C.) Para conocer la Naturaleza la vía del no ser es imposible. Lo que no es
no se puede pensar. Solo se puede pensar el ser, pues “lo mismo es el pensar y el ser”. Sólo la vía del
ser puede darnos un saber de la Naturaleza. La opinión es sólo apariencia. La Naturaleza sólo puede
ser puro ser. El ser es el constitutivo único de la realidad. Además la Naturaleza es un ser único pues
las diferencias se basan en el no ser, pero “el no ser no es y no pude ser”, mucho menos diferenciar.
También será un ser inmóvil, homogéneo, indivisible, ingénito, imperecedero, ilimitado, corpóreo y
esférico. El ser es, por tanto, autoidentidad, mismidad.
Ser es lo que permanece idéntico a sí mismo. Lo demás: el cambio, la pluralidad, ... es pura apariencia,
engaños de los sentidos. Esta permanencia del ser sólo puede comprenderla la razón, pero debe ser
así porque de un único ser primero es imposible que surja una pluralidad de seres. El problema y la
consecuencia que se capta inmediatamente es que el rechazo de los sentidos y la absolutización de la
razón congela el pensar y la realidad. La lucha de la filosofía posterior será el intento de armonizar la
razón y los sentidos, máxime si consideramos la sorprendente paradoja a que dieron lugar las aporías
de ZENÓN DE ELEA, uno de los filósofos que se inspiraron en las ideas del propio PARMÉNIDES.
Filósofos Pluralistas:
EMPÉDOCLES (hacia el 450 a.C.) Cuatro elementos (fuego, agua, aire, tierra). Y como fuerza motriz
originadora del cambio dos principios supremos: el Amor y el Odio Cósmicos. El Amor une y el Odio
separa. El universo evoluciona desde el primer momento, en el que domina el Amor y todo está junto
hasta el momento último en el que todo está separado de todo, puesto que domina el Odio. Este ciclo
es eterno.
ANAXÁGORAS (hacia el 450 a.C.) Piensa que hay infinitos elementos (homeomerias), que son como
semillas, cualitativamente distintas, cuya organización para dar lugar al orden cósmico es labor de
una Inteligencia (Νους). Esto significa que en todas las partes hay un poco de todo el universo. En
todo hay de todo o que todo está en todo. Al principio todos los elementos o partes del Cosmos, que
son infinitos en número formaban una mezcla informe y el Nous, entendimiento o espíritu le dio orden
de tal manera que surgieron las cosas que conocemos hoy en día. Después del primer empujón o
impulso del Nous operan sólo las causas mecánicas.
LEUCIPO–DEMÓCRITO (hacia el 400 a.C.) Infinitos átomos en el vacío. El vacío, como no ser, es. Su
movimiento azaroso es el responsable de la configuración en que los vemos. Los átomos son el Ser y
el vacío un cierto No-Ser, pero es imprescindible para que se muevan por él los átomos. Los átomos
son sólidos, inmóviles, impenetrables, indivisibles, inmutables y eternos (cumplen las propiedades del
ser de PARMÉNIDES). Se mueven en línea recta y a velocidad constante por el vacío. Todos los cuerpos
están compuestos de átomos. Los átomos no tienen diferencias cualitativas, ni sabor, ni olor, ni color.
Estas son cualidades subjetivas que resultan ser un engaño producido por los sentidos. La apariencia
es diferente de la realidad. En realidad sólo existen átomos y vacío que forman infinitos universos
continuamente. El número de átomos es infinito y hay infinitas clases de átomos y de todos los
tamaños. Los átomos sólo se diferencian en tamaño, forma y posición. Algunos átomos son rugosos,
otros lisos y redondos, algunos son ligeros y otros pesados, etc.

EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA 6

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