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Los virus han desarrollado numerosos mecanismos para evadirse de la inmunidad del anfitrión.
• Los virus pueden alterar sus antígenos y así dejar de ser dianas de las respuestas inmunitarias. Los antígenos
afectados suelen ser las glucoproteínas de la superficie, que son reconocidas por los anticuerpos, pero los epítopos del
linfocito T también pueden sufrir variaciones.
Los principales mecanismos de la variación antigénica son las mutaciones puntuales y la mezcla de genomas ARN
(en virus ARN), lo que lleva a una deriva antigénica y un cambio antigénico. Estos procesos tienen una gran
importancia en la propagación del virus de la gripe. Los dos principales antígenos del virus son la hemaglutinina
trimérica vírica (la proteína espigón vírica) y la neuraminidasa. Los genomas víricos sufren mutaciones en los
genes que codifican las proteínas de superficie y la variación que se produce como resultado de ello se llama deriva
antigénica. Los genomas de ARN segmentado de los virus de la gripe que habitan normalmente en diferentes especies
de anfitriones pueden recombinarse en las células del anfitrión, y estos virus con mezcla pueden diferir mucho de las
cepas prevalentes (fig. 16-8).
La mezcla de los genes víricos dan lugar a cambios importantes en la estructura antigénica que se llama cambio
antigénico, que crea virus distintos, por ejemplo como el virus de la gripe aviaria o el de la gripe porcina. Debido a
la variación antigénica, un virus puede hacerse resistente a la inmunidad generada en la población por las
infecciones anteriores.
Las pandemias de gripe que se produjeron en 1918, 1957 y 1968 se debieron a diferentes cepas del virus, y la
pandemia H1N1 de 2009 se debió a una cepa en la que cadenas del genoma ARN se mezclaron entre cepas endémicas
en los cerdos, las aves de corral y los seres humanos. Son más frecuentes variantes víricas más sutiles. Hay tantos
serotipos de rinovirus que la vacunación contra el catarro común puede no ser una estrategia preventiva factible.
El virus de la inmunodeficiencia humana 1 (VIH 1), que causa el sida, también es capaz de sufrir una tremenda
variación antigénica debido una elevada frecuencia de errores en la transcripción inversa de su genoma ARN durante
la reproducción vírica (v. capítulo 21). En estas situaciones, la vacunación profiláctica debe dirigirse contra proteínas
víricas invariantes.
• Algunos virus inhiben la presentación de antígenos proteínicos citosólicos asociados a la clase I del MHC.
Los virus pueden producir diversas proteínas que bloquean diferentes pasos en el procesamiento, transporte y
presentación del antígeno (fig. 16-9). La inhibición de la presentación del antígeno bloquea el ensamblaje y la
expresión de las moléculas estables de la clase I del MHC y la muestra de los péptidos víricos. Como resultado de
ello, las células infectadas por tales virus no pueden ser reconocidas ni muertas por los CTL CD8+. Como ya se ha
mencionado, a los linfocitos NK los activan células infectadas, especialmente sin moléculas de la clase I del MHC.
Algunos virus pueden producir proteínas que actúan como ligandos para los receptores inhibidores de los linfocitos
NK y así inhiben su activación.
• Algunas infecciones víricas crónicas se asocian al fracaso de las respuestas de los CTL, lo que permite
persistir a los virus.
Los estudios de una infección crónica por la coriomeningitis linfocítica en los ratones han demostrado que este tipo
de deficiencia inmunitaria puede deberse a la transmisión de señales mediante receptores inhibidores de los linfocitos
T, como el PD-I, que normalmente funciona para mantener la tolerancia del linfocito T frente a los antígenos propios
(v. fig. 11-3). De este modo, los virus pueden haber evolucionado para explotar los mecanismos normales de la
regulación inmunitaria y activar estas vías en los linfocitos T. Este fenómeno se ha llamado agotamiento, lo que
implica que las respuestas inmunitarias contra los virus se inician, pero después se clausuran prematuramente. Hay
pruebas del agotamiento del linfocito T CD8+ en las infecciones víricas crónicas en seres humanos, incluidas las
infecciones por el VIH y el virus de la hepatitis.