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La depresión y el estrés son dos de los problemas de salud más

importantes en la actualidad. Y los adolescentes, inmersos en


una etapa de cambios cruciales, también los sufren: uno de cada
cinco padece sus consecuencias. El estrés es la respuesta
automática y natural del cuerpo ante las situaciones que resultan
amenazadoras o desafiantes. El entorno está en constante
cambio y hay que adaptarse de manera continua. Sin embargo,
cuando el estrés es excesivo pueden desarrollarse problemas
psicológicos, como trastornos de ansiedad o depresión.

Durante la adolescencia, ser aceptado por los demás se convierte


en una necesidad psicológica fundamental. Esta necesidad de
aceptación tan intensa «se debe a los estereotipos y valores que
caracterizan la cultura occidental», considera Calvete. A las
chicas se les enseña, en mayor medida, que es importante
agradar a los demás, lo que implica tener un aspecto físico que
guste. Algunas comienzan a deprimirse a raíz de comentarios
negativos sobre su aspecto físico. En muchos casos, cuando se
tiene la creencia de «necesito ser aceptada por los demás, sería
horrible que me rechazaran…», cada vez que se enfrenta a una
crítica o al rechazo por parte de los demás lo pasa muy mal. Si
estas situaciones se repiten de forma prolongada, pueden
desarrollarse los síntomas depresivos.
Un joven que tiene problemas para que le acepten cambiará
algunas de sus conductas. La psicóloga Sílvia Sumell afirma que
algunas señales son indicativas de que un adolescente tiene
problemas para que le acepten socialmente, como el hecho de
que «nunca o muy pocas veces quede con alguien, no le llamen,
no se conecte a ninguna red social como Facebook, tenga
problemas con los compañeros de clase (peleas) o con los
profesores (contesta mal, es desafiante, etc.), no le apetece
quedar con nadie, se aburre o está más irritable que de
costumbre, tiene alteraciones del sueño o del apetito, o empeora
su rendimiento académico».
De la misma manera, algunos estudios señalan que a partir de los
13 ó 14 años aumentan los casos de depresión de una forma
muy acusada. Este incremento se prolonga durante toda la
adolescencia. Las chicas se deprimen con más frecuencia que los
chicos: al final de la adolescencia, la tasa de depresión del sexo
femenino es el doble que la del masculino

Presión académica, depresión y estrés

Una de las principales causas de depresión en la adolescencia es


la exigencia por obtener buenas notas. Alicia López de Fez,
psicóloga en Valencia, señala que los adolescentes se quejan de
la presión académica, ya que llegan a la consulta con un gran
sentimiento de inseguridad y con poca confianza en sus
posibilidades. En las sesiones, ganan autoconfianza y las quejas
por la carga de los estudios dejan de ser tales de manera
progresiva. Si se ajustan las metas a los recursos, si se establecen
metas realistas, la presión académica percibida es menor y la
frustración, también.
Las quejas sobre la cantidad excesiva de deberes, exámenes o
trabajos que entregar y muy poco tiempo son habituales. No
obstante, Sumell afirma que «no hay una presión académica
generalizada, sino que los jóvenes con problemas añadidos
suelen percibirlo así y, a consecuencia, su rendimiento
académico queda afectado».
Esta presión no sólo es responsabilidad de los padres. Los
expertos coinciden en que hay una presión social que empuja a
ser cada vez más y más competitivos. Quienes no tienen una
vocación clara o están desmotivados con los estudios, pueden
sufrir más. «Acuden a la consulta jóvenes sin vocación ni hábito
de estudio que sobreestiman sus cualidades y que no son
capaces de reconocer que sin fuerza de voluntad y sacrificio no
lograrán empezar, o terminar según los casos, sus estudios
universitarios», explica López de Fez.
Por otro lado, una de las principales consecuencias de la actual
crisis económica es el futuro laboral que espera a muchos de
ellos. La falta de perspectivas en este terreno es un factor
estresante en el final de la adolescencia y puede provocar
problemas como ansiedad o depresión.

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