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NORMALIDAD Y ANORMALIDAD
Existen varios criterios para intentar aclarar lo que es la “normalidad”, uno de ellos,
el más conocido, es el estadístico en el que la anormalidad tiene que ver con el
concepto estadístico de desviación de la mayoría, como cualquiera de las puntas
de la campaña de Gauss.
Desafortunadamente resulta demasiado simplista cuando se pretende
aplicar a los seres humanos, debido a que por ejemplo: En un momento dado las
personas de tez morena en el país nórdico serían “anormales”, mientras que en el
caso contrario, los individuos nórdicos con los ojos azules en un país latino
resultarían también “anormales” y por ende dentro de estos parámetros estrictos
en el campo de la salud, en alguna medida poseedores de un síntoma de
enfermedad. El punto de vista estadístico es útil para ciencias exactas y
tecnológicas, pero resulta en ocasiones ingenuo para tratar de definir los
desórdenes mentales y conductuales.
Otro punto de vista utilizado por algunos grupos es el de denominar anormales
únicamente a los procesos que tienen lugar en la sociedad y tienden a disminuir
su equilibrio reduciendo las posibilidades de sobrevivencia de la especie humana y
que al mismo tiempo se encuentren afectando a terceros. Este punto de vista
implica a lo que se conoce como la finalidad de la conducta y resulta también,
limitante y limitado, debido a que, algunas conductas patológicas quedarían
excluidas considerando que no dañan a terceros sino únicamente al individuo que
las padece.
Sin embargo a pesar de tantas opiniones a través del tiempo, existe la posibilidad
de dividirlas, en dos grupos principales: uno de ellos es el que afirma que existe
una discontinuidad y que la persona normal está separada de la anormal por lo
que nunca podrá entender, ni comprender la anormalidad debido a que no la
padece.
El otro punto de vista es el que considera tanto a lo normal como a lo patológico,
como un continuo, y a los rasgos persistentes en la patología como una
exacerbación de los rasgos existentes en la normalidad.
Desde luego que el primer punto de vista mencionado está basado en una
concepción anatómica de la personalidad. El segundo punto, presenta su base en
una concepción psicológica de la misma, ya que esta expresión exagerada de los
rasgos de la normalidad que llegan a considerarse anormales, no son más que las
manifestaciones o los resultados de la expresión de conflictos ocasionados por
una forma de adaptación y como un producto lógico de la dotación hereditaria de
un individuo al cuál se le agrega: el desarrollo de su personalidad, los problemas
que resultan de su lucha interna con sus pulsiones, los mecanismos defensivos
utilizados en forma habitual para minimizar la angustia y por último, las
alteraciones fisiológicas que en un momento dado puedan estar presentes.
Este tipo de aproximación y relación, cada día cobra mayor actualidad y se
considera que es este punto de vista el que resulta más adecuado, si se pretende
entender tanto a las enfermedades, como a los enfermos. Siendo el que más
frecuentemente se utiliza en el campo de la patología psicosomàtica y es utilizado
por todo médico que se precie de atender integralmente a sus pacientes. Por lo
tanto las alteraciones mentales pueden considerarse como pautas de reacción
humana.
La O.M.S. (Organización Mundial de la Salud), considera la salud en términos
ambiguos y en forma demasiado amplia, definiéndola como “la presencia de
bienestar físico y mental”. Para establecer la existencia de una enfermedad, se
tienen que tomar en consideración otros puntos y agregar:
a) Las actividades laborales, deportivas, uso del tiempo libre, etc., y la forma o
estilo propio como se desempeña en cada una.
b) La historia familiar, escolar, laboral, de relación con los demás (parejas,
etc.)
c) El padecer es una situación que difiere de la enfermedad en sí, ha sido
descrito como la forma en que el paciente sufre su enfermedad. Es decir que las
condiciones socioculturales y socioeconómicas interviene determinando el tipo de
atención médica a la que tendrá acceso el individuo, la posibilidad de adquisición
de las medicinas y la continuación en su trabajo, entre muchas. La enfermedad es
orgánica y el padecer es individual, la persona más su entorno.
d) Y de refiere a la posición sociocultural en la que se encuentra.
De acuerdo con todos los puntos antes mencionados, la enfermedad se presenta
en forma diferente para cada paciente, ya que existen factores individuales que así
la determinan.
LA ENFERMEDAD MENTAL
La Escuela Centro Europea considera como enfermedades mentales únicamente
a las que son consecuencia de malformaciones físicas o malformaciones
somáticas, por lo que a las otras alteraciones psicológicas, que son
aproximadamente un 80 a 90% les llama variedades del modo de ser psíquico, en
las que engloba las variedades anormales de la inteligencia, las psicopatías y la
neurosis, e incluye dentro de las enfermedades mentales a las malformaciones,
las parálisis, la sintomatología mental debida a infecciones, traumatismos o
arteriosclerosis, epilepsias, etc.
Por otro lado la escuela norteamericana ha elaborado una clasificación de las
enfermedades mentales, la A.P A (Asociación Psiquiátrica Americana) edita un
Manual denominado D.S.M. (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales) que se publica con sus modificaciones aproximadamente cada 6 años,
actualmente la última edición es el D.S.M. IV y en ella se incluyen las alteraciones
provocadas por deterioros cerebrales así como las alteraciones de etiología
psicológica sin causa claramente identificada o alteración estructural cerebral
perceptible.
En la primera se incluyen disfunciones cerebrales agudas o crónicas, alteraciones
asociadas con intoxicaciones, traumatismos, con perturbaciones circulatorias,
alteraciones asociadas al control psíquico, al metabolismo, a las malformaciones y
las deficiencias mentales.
Por el lado psicogenético también incluye a las alteraciones psicofisiológicas o
autonómicas viscerales, es decir lo que actualmente se conoce como medicina
psicosomàtica que incluye: reacciones psicofisiológicas de la piel, músculo
esqueléticas, respiratorias, cardiovasculares, hemáticas, gastrointestinales,
genitourinarias, endocrinas, del sistema nervioso y de los sentidos.
El Dr. Erich Fromm ha aportado una definición de salud mental que ha sido
aceptada por la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) en la que menciona:
“La salud mental se caracteriza por la capacidad de amar y de crear, por la
liberación de los vínculos incestuosos con el clan y el suelo, por un sentimiento de
identidad basado en el sentimiento de sí mismo como sujeto y agente de las
propias capacidades, por la captación de la realidad interior y exterior a nosotros,
es decir por el desarrollo de la objetividad y la razón”.
CLASIFICACIÓN DE LAS ENFERMEDADES MENTALES DE LA ASOCIACIÓN
PSIQUIÁTRICA AMERICANA. (A. P. A.)
Se presenta la actual edición del D.S.M. la número IV, en él cada uno de los
Trastornos Mentales es conceptualizado como un síndrome o un patrón
psicológico o conductual clínicamente significativo, que aparece en un individuo y
que se encuentra asociado de forma típica, con un síntoma perturbador (distress)
o deterioro en una o más areas principales de actividad (incapacidad) o con un
riesgo significativamente mayor de padecer dolor, incapacidad, pérdida de libertad
o muerte. Además, este síndrome o patrón no es solamente una respuesta
esperable a un acontecimiento particular (reactivo). Cualquiera que sea la
etiología, el trastorno es considerado como una disfunción psicológica conductual
o biológica. Tomando en cuenta que no se afirma el que cada trastorno es una
entidad con límites precisos respecto a otros trastornos mentales.
I.- Trastornos de inicio en la Niñez, la Infancia y la Adolescencia.
1. Trastorno mental.
2. Trastorno del aprendizaje.
3. Trastorno de las habilidades motoras.
4. Trastorno de la comunicación.
5. Trastornos generalizados del desarrollo.
6. Trastorno por déficit de atención y comportamiento perturbador.
7. Trastorno de la ingestión y la conducta alimentaria infancia y niñez.
8. Trastornos de tics.
9. Trastornos de la eliminación.
10. Otros Trastornos.
II. Delirio, Demencia y otros trastornos Cognoscitivos.
III. Trastornos Mentales debidos a enfermedad médica no clasificados en otro
apartado
IV. Trastornos relacionados con substancias.
KAREN HORNEY
ERICH FROMM
HARRY S. SULLIVAN
De acuerdo con este autor la personalidad no puede existir separada de las
relaciones interpersonales, es decir que no existe personalidad a menos que se
interactúe con otros, por lo cual para poder entender al ser humano, se debe partir
del estudio de la relación que tiene ó ha tenido con los demás. De acuerdo a esta
teoría, el hombre se guía en su relación con los demás, por dos propósitos
principales: el afán de satisfacción de sus necesidades biológicas y un anhelo de
seguridad, que es derivado de los procesos culturales por los que ha atravesado.
Por lo tanto, en un intento por evitar la desaprobación de los demás, modifica sus
conductas, apareciendo frecuentemente la “angustia” (ansiedad), que le lleva a
realizar importantes cambios en su personalidad, la cual puede llegar a convertirse
en restrictiva, ya que le impide la comprensión adecuada de los hechos. Y así, la
vida transcurre en medio de una serie de tensiones, tanto internas, como externas.
LA APROXIMACIÓN CONDUCTUAL
John Broadus Watson (1878-1958), fue el fundador de la escuela norteamericana
del conductismo. En aquella época de principios del siglo XX, el funcionalismo era
la corriente dominante en la Universidad de Chicago, donde él se encontraba y ahí
los así llamados funcionalistas, estaban interesados tanto en la inconsciencia
como en el comportamiento observable. El doctor Watson intentó estudiar desde
este punto funcionalista la inconsciencia en los animales inferiores. Por aquel
entonces, mencionaba que si la Psicología iba a ser una ciencia natural como la
Física o la Química debería limitarse a los eventos observables y medibles, como
respuestas a los estímulos medioambientales.
Su inicio estuvo basado en los experimentos de laboratorio de Ivan Pavlov en
Rusia, quien había realizado experimentos con perros inducidos a salivar cuando
sonaba la campana después de que ésta había sido repetidamente asociada
(repicada al mismo tiempo) a la presentación del alimento. Pavlov explicó lo
anterior en términos de condicionamiento.
En la Universidad de Harvard el psicólogo B.F. Skinner retomo la teoría conductual
e introdujo el concepto de reforzamiento en la corriente conductista, manteniendo
la idea de que el aprendizaje sucede de cierto modo porque esas conductas han
sido reforzadas. La base de esta teoría, centra su atención en el estímulo que el
organismo recibe y la respuesta que este va a emitir, y nuevamente, con base a la
respuesta que ejecute “el otro”, se reactivará otra del primer sujeto, para
establecer una cadena conductual
El refuerzo, que no es otra cosa que la respuesta que va a emitir “el otro”, puede
ser de dos clases, de tipo positivo o negativo, tomando en cuenta que el primero,
al ser de tipo agradable, será por lo menos parcialmente satisfactor de las
necesidades del sujeto y servirá como un nuevo estímulo, de modo que la
conducta será reforzada (fortalecida) y por lo tanto, tendiente a repetirse con
mayor frecuencia o al contrario, al no recibirlo, experimentará una disminución o
desaparición de ésta, es decir que las tasas de respuesta se decrementarán
(disminuirán). Todo esto recibe el nombre de condicionamiento operante, al que
todos los seres humanos estamos expuestos desde el nacimiento. ¿Cuáles fueron
las conductas que se nos reforzaron?, ¿cuáles las que se nos castigaron?, etc., de
tal forma que tendremos la tendencia a continuar repitiéndolas, de acuerdo a lo
que se nos ha castigado o premiado en el pasado, en el presente y también en el
futuro, ya que, al estar expuestos a un bombardeo de estímulos sociales,
televisivos, etc., estos, seguirán modificando nuestra conducta.
Un buen ejemplo de tratamiento con este enfoque es la película “naranja
mecánica’, en la cual se muestra la aplicación de un tratamiento conductual a el
personaje principal que es un delincuente, lo que ejemplificará la terapia del tipo
aversivo (castigo) que recibe, apareada a estímulos neutros que adquirirán las
propiedades del otro.
Lo anterior, logrará que al estilo pavloviano, el malestar acompañe a cualquiera de
las actitudes que han sido “condicionadas” en el caso de llegar a realizarse.
De acuerdo a esta teoría, los seres humanos somos como una página en blanco,
en la cual se van quedando grabados los aprendizajes que determinarán nuestra
futura conducta. La terapéutica se encuentra basada principalmente en premios y
en castigos dirigidos hacia la supresión ó hacia alentar las conductas
consideradas adecuadas o inadecuadas.
La aplicación de esta teoría ha llegado a sobrepasar el ámbito de las terapias y
actualmente es utilizada en una gran parte de nuestro entorno. Es aplicada en el
terreno de la publicidad, empleando un apareamientos (mostrar a la par, al mismo
tiempo) de mujeres bellas con situaciones agradables en las que se consume
determinado producto (licor o cigarrillo), logrando que posteriormente al consumir
dicho producto, lleguemos a sentir el agrado y el placer que ha sido parte de los
protagonistas de dicha escena, repetida infinidad de veces.
Al mismo tiempo, se han elaborado una serie de técnicas con aplicación en
otros campos, como es el terreno educativo, en el que se han logrado
implementar textos programados y máquinas de enseñanza, computadoras que
refuerzan la conducta del sujeto que intenta lograr un aprendizaje por medio de
sonidos, colores, etc. cuando es emitida la respuesta (conducta) correcta. Lo
anterior se realiza con base a una serie de pequeñas unidades de conocimientos
que permiten una muy baja posibilidad de error, por lo cual al acertar
frecuentemente, resultan gratificantes (No frustrantes), induciendo a continuar
intentando, logrando con ello el aprendizaje del material revisado.
NECESIDADES SOCIALES
El hombre como resultado de su largo período de dependencia a sus progenitores
y de la influencia de los objetivos predeterminados por la sociedad, ha
desarrollado muchas otras necesidades que no son innatas. En el infante humano,
durante su crecimiento la satisfacción de la necesidad del alimento pasa por
diferentes etapas de desarrollo, como ya se mencionó en capítulos anteriores.
Esta conducta se asocia con el contacto de la madre que es la proveedora de
alimento, por lo que llega a representar una fuente de placer y seguridad para el
bebé. Los múltiples patrones que se desarrollan al adquirir e ingerir los alimentos,
son pautas aprendidas y derivadas de la original necesidad de alimentarse y
sobrevivir.
Las necesidades sociales que el hombre adquiere se desarrollan en culturas
familiares particulares y por ello varían según las asociaciones y experiencias que
el individuo acumula especialmente durante los primeros años de vida. Por
ejemplo tenemos la necesidad de lograr cierta aceptación y estatus social, esta
necesidad se aprende, ya sea que el individuo desee poder, prestigio o bien
satisfaga esa necesidad por medio de la riqueza material, la creatividad o la
conformidad, desarrollando la capacidad para lograr la confianza y aceptación de
los demás. Desde el punto de vista de la posibilidad o pertinencia de las
intervenciones psicológicas que pueda realizar el médico especialista o el médico
general, es muy importante separar y aclarar el concepto que se tiene de las
respuestas aprendidas y las innatas en el ser humano.
Los procesos que se aprendieron de forma anormal o deficiente, tal vez se pueden
modificar por medio de un nuevo aprendizaje o reaprendizaje, en otras palabras,
por medio de un entrenamiento o de una “experiencia emocional correctiva”, como
la que se realiza en un proceso psicoterapéutico; sin embargo, los trastornos que
dependen fundamentalmente del mal funcionamiento de la organización primaria,
es decir, de la organización innata, heredada, no pueden ser modificados en la
forma mencionada. Para aclarar esto, es muy importante recordar los conceptos
de temperamento y de carácter así como el de personalidad que se revisaron en
capítulos anteriores.
Un importante factor que debe ser tomado en cuenta constantemente, es la
existencia en el hombre al igual que en los animales, de un impulso coercitivo
continuo para mantener una condición interna constante y estable, esta condición
se caracteriza por la ausencia de la tensión que surge cuando hay una necesidad,
cuando se siente una carencia. De igual manera a través del largo período del
aprendizaje social al que está sometido el hombre, van apareciendo estados
continuos de necesidad, asociados con ciertas tensiones que lo impulsan hacia
una compleja serie de formas de conducta social.
LA EMOCIÓN (LOS AFECTOS)
La función primaria de los sistemas de afectos, puede considerase como
motivacional en muchos sentidos. Con base a la fuerza impulsora de este sistema,
se desarrollan las características esenciales de la personalidad del hombre: sus
poderes cognoscitivos, es decir, las facultades que le permiten examinar las
situaciones y sus posibilidades para poder definir cuáles van a ser las decisiones
más adecuadas y actuar en consecuencia.
Los afectos pueden dividirse en: placenteros y displacenteros o penosos. Estos
señalan la satisfacción de una necesidad o la existencia de la misma. Así por
ejemplo, el miedo puede emerger cuando algo amenaza la integridad corporal, la
rabia ante la frustración, la angustia provocada por conflictos internos, etc. Por lo
tanto son afectos primitivos que se despiertan junto con los procesos reactivos de
agresión, escape o falta de defensa, teniendo como respuestas la lucha, la
aproximación o el alejamiento. La frustración de las pulsiones (impulsos o deseos)
estimulan la aparición de otros afectos desagradables como es la soledad. En
etapas posteriores de crecimiento, en especial a consecuencia de las
interacciones y transacciones familiares, los afectos primitivos de dolor y placer, se
vuelven más elaborados. La madurez del individuo le hace distinguir los afectos
atractivos que dan motivación positiva, como interés, alegría, ternura, cariño, amor
y compasión, así como afectos aversivos o desagradables, como son: el miedo,
la angustia, la culpa, la vergüenza y el odio.
Los afectos pueden despertarse y desaparecer de manera igualmente paulatina o
rápida, desvanecerse o estacionarse y evolucionar de una forma lenta al estar
presentes por períodos prolongados.
Por lo tanto diremos que los afectos son percepciones internas del estado que
guarda el sujeto con el ambiente.
En la teoría psicoanalítica se les denomina “estados del Yo”.
Los afectos pueden definirse como los tipos de tono sentimental, los
acompañantes placenteros o dolorosos de una idea o de una representación
mental. De modo que ejercen una influencia muy importante que sirve para dar
dirección a las asociaciones del pensamiento y a las reacciones visibles de la
conducta.
La palabra emoción se usa con muchos significados, algunos son muy ambiguos y
por lo tanto se hace necesario el intentar delimitar este término usándolo
exclusivamente para denominar los complicados procesos bioquímicos y
fisiológicos o las funciones conectadas con la expresión somática de un
sentimiento. La emoción indica las pautas de conducta, que son la expresión de
determinado afecto. De tal modo que el término afecto es aplicable a los
fenómenos internos que el individuo expresa y experimenta de manera subjetiva.
EL ESTRÉS Y LA ANGUSTIA
El término de stress (estrés) fue introducido por Pierre Janet (1859-1947), quien
después de varios estudios, elaboró una teoría que enfatiza que las neurosis
representan una falta de tensión psíquica, óptima en el paciente, debido a que
esta tensión psíquica es integradora. El existir de la misma logra mantener intacto
el fluir de la conciencia y que a consecuencia de la fatiga o de lo que él llamó
stress, disminuye esta energía, propiciando la expresión de la psiconeurosis lo
mismo, acuñó el término de psicastenia para designar a las reacciones
propiciadas por las fobias, las compulsiones y las obsesiones.
Mencionó que el estrés, es el conjunto de fuerzas medio ambientales que
presionan al individuo a través de las obligaciones, las tensiones y los problemas,
inherentes a la vida diaria, las cuales pueden llegar a ocasionar una patología ya
sea de tipo físico o mental.
Por otra parte, la angustia en el ser humano, es el resultado de la lucha interna
que sostiene el aparato psíquico entre los impulsos, los pensamientos e ideas
inconscientes y sus opuestos, ya sean también de índole inconsciente o pre-
consciente, debido a una fuerza que lo mantiene en una ambivalencia paralizante
imposibilitándole la toma de decisiones.
Esta fuerza cuando es empleada sin el conocimiento del individuo se le denomina
represión, y cuando es el propio individuo quien conscientemente expulsa estos
contenidos de su consciente mediante un esfuerzo voluntario, se le ha
denominado supresión. En cualquiera de los dos casos, el fin es evitar el peligro
de la salida de estas ideas y por ello cuando no son totalmente efectivos estos
mecanismos producen, la angustia.
Cuando la represión envía al inconsciente estas ideas o pensamientos disruptivos
(que interrumpen repentinamente molestando) se dice que ha terminado la
angustia, sin embargo, podemos pensar que la angustia existe antes de la
represión y por eso se reprime, y también podemos pensar que la angustia existe
porque lo que se reprime, está reprimido y quiere salir de este estado,
¡causándola!. En cualquiera de las dos formas, la angustia es el resultado de
contenidos internos conflictuados, a diferencia del estrés que es debido a causas
externas.
Ramon de la fuente
En las paginas 174, 317, 336, 337, 426
Y la imagen de la 361
EL NIVEL INTELECTUAL
El nivel intelectual, es decir la inteligencia, puede definirse como la capacidad
operatoria de trabajar con la ayuda de esquemas cada vez más complicados y
móviles, conforme a un método lógico en la solución de un problema.
Por mucho tiempo se intentó medir este concepto de inteligencia. Alfred Binet
inventó una serie de preguntas, problemas sencillos casi propios para niños y
calificando las respuestas adecuadas las comparaba con las de otros niños , de
esta manera pudo medir la inteligencia y dividirlos en diferentes rangos. Desde
luego, la población es representativa, en un momento dado, del medio que
intentaba delimitar. Fue una idea genial, muy importante ya que pudo darse cuenta
que podía revelarse el desarrollo mental de un niño a través de ciertas preguntas
implicadas en un test.
Posteriormente, este tipo de pruebas psicológicas han sido ampliadas y
mejoradas, llegando a integrarse en baterías estandarizadas susceptibles de
aplicación en todos los rangos de edad para medir diferentes aspectos, o clases
de inteligencia.
Una prueba que merece especial mención es la denominada W.I.S.C. que es el
equivalente a la prueba de W.A.I.S., empleada inicialmente en los adultos y
después adoptada para su uso en los niños, la que incluye una parte teórica en la
que se hacen preguntas tales como: ¿para qué sirve un fósforo?, ¿qué hora del
día será cuando el sol esté en el poniente?, etc. y una parte práctica, en la que se
solicita realice algunas actividades como: que reproduzca con unos pequeños
cubos de caras coloreadas un modelo mostrado, también se le pide que recorra
unos laberintos en determinado tiempo. Esta prueba no se conforma con medir la
capacidad global de la inteligencia, sino los factores más complejos de la misma,
por medio de estas actividades sencillas se evalúan capacidades como: la
numérica, la fluidez verbal, la memoria, el razonamiento, la velocidad de
percepción y otras, lo que permite diferenciar los factores de la inteligencia y con
ello, facilitar la utilización de los mismos con fines productivos de funcionamiento
laboral, escolar y muchos otros.
EL COEFICIENTE INTELECTUAL
Un problema que se presentó desde el inicio al intentar la medición de la
inteligencia, consistió en tratar de definir el coeficiente de inteligencia o coeficiente
intelectual, el cual finalmente fue expresado bajo la siguiente fórmula:
CI = EM / EC x 100
En donde el Coeficiente Intelectual, es igual a la edad mental sobre la edad
cronológica multiplicado por 100; de tal modo que un niño de 8 años, con una
edad mental de 6 tiene un coeficiente intelectual de 75, si en lugar de esto el niño
tiene una edad mental de 10, su coeficiente intelectual será de 125.
Por lo tanto, el coeficiente intelectual es un índice del grado de desarrollo
intelectual. Normalmente desde el punto de vista clásico, la inteligencia está
determinada esencialmente por el aspecto genético hereditario, así como por las
condiciones ambientales que determinarán hasta qué grado se desarrollará ese
potencial. Así pues, la herencia interviene señalando los límites al desarrollo
intelectual y el medio ambiente determinará si el sujeto alcanza el límite superior o
por lo contrario permanecerá en el límite inferior que genéticamente le ha sido pre-
determinado.
Se considera que la medida promedio del coeficiente intelectual de la población en
general es de 100 y la desviación estándar utilizada para medir los intervalos es
de 15, por lo tanto, cuando se encuentren cifras entre 90 y 110, entre 95 y 115
estaremos ante una inteligencia normal, al obtener cifras superiores tendremos
una inteligencia normal brillante y por encima de los 130 se encuentran los
individuos considerados con inteligencia genial. Por el otro lado de la distribución
de frecuencias, cifras por debajo de 90, indicarán los diferentes tipos de estados
de retraso mental, desde un retraso mental superficial (Inferior al término medio)
que va de 85 a 70, el retraso mental medio (Inferior) y el retraso mental profundo
en donde encontraríamos a la idiocia.
El conocer el coeficiente intelectual de una persona es posible, como ya se
mencionó, determinarlo a través de pruebas psicológicas cuando se requiere que
sea en una forma más exacta; sin embargo el médico, después de adquirir cierta
experiencia, es posible que mediante una observación directa y la conversación
informal con el paciente, determine aproximadamente el grado de inteligencia y
distinga la normalidad, brillantez o retraso que el paciente posee. De ello
dependerá el lenguaje que decida el médico emplear al proporcionarle las
instrucciones para su tratamiento, la clase de explicaciones que le sean dadas al
paciente acerca de su padecimiento, las complicaciones, el porqué de las
restricciones, etc. Así como para cualquier otro consejo o advertencia que se le
quiera proporcionar, ya que de otra forma estaríamos hablando en un idioma
incomprensible para él y por lo tanto, sería casi inútil nuestra intervención, ya que
no se puede llevar a cabo una terapéutica que no se comprende. Aunado a que
muchos pacientes no se atreven a solicitar que sus dudas le sean aclaradas.