Está en la página 1de 4

INSTITUTO SUPERIOR DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS

“Cristo Buen Pastor”

Bachillerato en Teología
Asignatura: Teología litúrgico sacramental
Alumno: Lucas Sandoná
Profesor: Adrián Jamardo
Fecha de entrega: 08/12/2020

EXAMEN PARCIAL - INFORME DE LECTURA

BIBLIOGRAFÍA
VORGRIMLER H., Teología de los Sacramentos (Biblioteca de Teología 13), Barcelona,
1989, pp. 67-98.

PALABRAS CLAVE
Sacramentos, teología, signo, historia, Iglesia.

INTRODUCCIÓN
El capítulo del que da cuenta el presente informe intenta abordar la cuestión de los
sacramentos en general, de si es posible elaborar una teología general de los estos en
su conjunto, más allá de lo que se pueda decir de cada uno en particular. Para eso,
comienza con un primer apartado en el que se pregunta por el origen del concepto
“sacramento”. Luego realiza un recorrido a través de las distintas etapas históricas de
la Iglesia, destacando las teologías que más marcaron las reflexiones de cada época y
profundizaron en este aspecto. Por último, en un tercer apartado muy breve, se
pregunta por el alcance y sentido de elaborar una teología general de los sacramentos.

DESARROLLO DEL INFORME


El texto comienza con la clara afirmación de que no existe un concepto general de
“sacramento” que sea totalmente satisfactorio, sólo algunos intentos que han buscado
definir qué tienen en común todos los sacramentos, y que han servido para acercarnos
a una mejor comprensión sobre de lo que estos significan en tanto relación entre Dios
y los hombres. Algunos de esos intentos son: el concepto de mysterion que ya aparece

1
en algunas de las cartas paulinas e indica la realización y la revelación del designio
salvífico de Dios; luego, a partir de las traducciones latinas de la Biblia, aparece el
concepto de sacramentum que le agrega el sentido de separación y asignación de un
lugar especial (sacrum, santo) a aquello que se consagra; los teólogos africanos como
Tertuliano y Cipriano fueron quienes aplicaron este último concepto al designio
salvífico, pero también a Jesucristo mismo, a la encarnación, a la Iglesia, a la confesión
de fe, al bautismo y la eucaristía. Este recorrido nos lleva a Agustín, quien fue el
primero en elaborar una teoría de los sacramentos que no sólo ha marcado su época,
sino que ha permanecido en su esencia a través de los siglos hasta nuestros días. Él
definió a los sacramentos como signos visibles que expresan o indican una realidad
invisible, es decir, signos que remiten a una realidad divina y la contienen en sí.
En la escolástica, a partir del pensamiento aristotélico (a diferencia del platónico en
Agustín) se hicieron nuevos intentos de definir a los sacramentos desde la perspectiva
hilemórfica, lo que introdujo al mismo tiempo varias cuestiones nuevas que también
quedarían sin una respuesta clara.
Una vez realizada esta aproximación al concepto, el texto se propone abordar los
temas teológicos esenciales de una teoría general de los sacramentos, en los distintos
momentos históricos a modo sintético. Para esto, comienza destacando los
fundamentos teológicos presentes en el Nuevo Testamento, para lo que serán luego
los siete sacramentos de la Iglesia católica. Menciona las concepciones judías
elementales que son parte de dichos fundamentos, tales como la práctica de traer al
presente un acontecimiento del pasado y hacer que tenga eficacia en el momento
actual (no como recuerdo retrospectivo, sino como auténtica actualización), o la idea
de la personalidad colectiva, en la que hay una identificación real de la persona con la
comunidad a la que pertenece y sus acciones tienen repercusiones concretas en la
colectividad.
En la época de los padres no se formuló una “teología general de los sacramentos”
sino hasta Agustín, como se mencionó anteriormente, desde donde se ubicó a los
sacramentos como signos visibles, materiales, que permiten conocer a través de ellos
realidades invisibles, espirituales. Esta idea permaneció vigente hasta el siglo XIII en el
que, por el influjo del pensamiento aristotélico a través de Tomás de Aquino
principalmente, se amplió significativamente al aplicar la teoría hilemórfica a los
sacramentos: los elementos visibles son la materia, mientras que la forma la constituye
las palabras performativas del ministro.
Otros temas que trató la teología de la alta edad media rondaron en torno a la
cualificación necesaria de la persona consagrante y la correcta pronunciación de las
palabras para la eficacia objetiva del sacramento, también la doctrina sobre la duración
ilimitada e inextinguible de dicha eficacia, así como la cuestión del número de
sacramentos.
Tampoco los reformadores se ocuparon en elaborar un concepto general de los
sacramentos. Lo central de sus ideas teológicas fue el acentuado carácter cristológico,

2
a partir de la concepción de Jesucristo como único sacramento testificado por la
Escritura y del sacramento de su cruz. Las acciones simbólicas sacramentales sólo
tienen validez en tanto existe una conexión entre una promesa de Jesucristo
(testificada en la Escritura) y un signo visible. Por eso, en cuanto al número, sólo el
bautismo y la cena cumplen enteramente con este criterio.
El texto presenta a continuación algunas consideraciones en torno a la postura oficial
de la Iglesia luego de la reforma, pero remarca que básicamente no hubo avances
esenciales en la doctrina de los sacramentos. De hecho, el concilio de Trento tuvo una
actitud reactiva frente a las ideas reformistas y se limitó a rechazarlas, reafirmando el
número de sacramentos y la eficacia objetiva del signo sacramental.
Cerrando este recorrido histórico, nos encontramos con los variados aportes de los
movimientos de renovación que se suscitaron en el siglo XX. Entre ellos se promovió
nuevamente el sentido del mysterion en la liturgia y la concepción de la Iglesia como
cuerpo de Cristo que participa en sus misterios salvíficos; también se dio un
redescubrimiento de los sacramentos como acontecimiento de la palabra o acciones
comunicativas; surgieron algunas tentativas de explicar los sacramentos desde el
ámbito cultural; y otras ideas, que se encuentran en un fuerte desarrollo, son las que
intentan explicar los sacramentos a partir de consideraciones antropológicas.
Finalmente, el último apartado busca responder de alguna manera a la pregunta por el
sentido de desarrollar una teología general de los sacramentos. Comienza ubicándola
como parte de la dogmática y, por lo tanto, de la sistemática, pero con una acentuada
orientación hacia la teología práctica. Indica que ejerce su función crítica
principalmente frente al derecho canónico y sus pretensiones normativas.
Otorga un lugar importante a la propuesta de Karl Rahner de no buscar estudiar a los
sacramentos por separado, sino de explicarlos en su lugar correspondiente, en el
marco de una antropología del hombre creyente que vive en el seno de la Iglesia. En
este sentido, hay un cambio de perspectiva que ubica a la teología general de los
sacramentos en el ámbito de la eclesiología.
Personalmente, me parece fundamental no perder de vista que el sentido último (o
primero) de los sacramentos es hacer cercana y real la presencia de Dios entre los
hombres en la historia, por lo que todo intento de desarrollo de una teología general
de los sacramentos debe estar orientada a la búsqueda de una mejor comprensión de
este misterio.
Es entendible el proceso natural y necesario de normativización que se ha dado por la
intención de tener unidad de criterios y de ejercicio en toda la Iglesia. Pero también es
evidente el riesgo que esto acarrea, de transformar a los sacramentos en una serie de
ritos cargados de normas rígidas y vacíos de sentido. El riesgo de poner el acento en las
formas y no en el contenido salvífico, perdiendo la profunda riqueza de la gracia para
la vida de los hombres.

3
Creo también de suma importancia el papel que tiene la catequesis sacramental como
camino para hacer lo más accesible posible la comprensión del misterio de los
sacramentos a todo fiel que desee acercarse a ellos. Lo que es, en definitiva, el último
objetivo y el más práctico de la teología general de los sacramentos.

También podría gustarte